Lo reconozco: hemos perdido todos. No queda ya Iglesia.
Lo digo a propósito de cómo va a venir la declaración de los Obispos de EEUU respecto a la Eucaristía. Y siento decirlo también, en relación a José Gómez, su Presidente, con quien estudié en Roma un año: no me esperaba esto de él. Sinceramente. Y dolorosamente. Nunca le hubiese creído capaz de este macabro pasteleo. A lo que parece; y a la espera del próximo Noviembre.
Hemos perdido. Ya escribí hace unas semanas que esta era la última batalla en serio en el seno de la Iglesia. Si se ganaba, ganábamos todos, y había esperanza dentro de Ella. Si se perdía -y da toda la impresión de que va a ser así-, se habría derribado el último bastión serio que quedaba en pie: la “roca” que, con sabiduría y esperanza -con Fe-, plantó san Juan Pablo II entre los miembros de la Jerarquía en EEUU. Y es lo que está pasando.