"No os hemos defendido" (Cardenal Cobo)
Gran verdad ésta: “No os hemos defendido y nos hemos resistido a entenderos cuando más lo necesitabais".
Aquí, el cardenal Cobo, el gran “carrerista” a espaldas de Francisco, ha estado bien. Acertado. Porque ha pasado exactamente así con las víctimas de abusos: dejadas al alcance de sus depredadores por años. Que se les harían eternos, supongo, a las tales víctimas.
Dejadas, desde los peldaños de los Jerarcas de turno y nómina, católicos por todos los ángulos.
El resto de las palabras del señor cardenal no pasan de una faena de aliño, meros adornos dialécticos, que sirven únicamente para hablar un rato más, e intentar quedar algo mejor.
Pero el meollo está aquí: “No os hemos defendido". Y podríamos añadir como cosecha propia: ni durante, ni después de saber lo que estaba pasando.
Pero el problema, siendo todo esto ya gordísimo en/por sí mismo, NO es lo más gordo.
Lo más gordo es el ANTES. Y, más gordo aún, el DESPUÉS.
El ANTES. Alguien de la Jerarquía le ha entrado al tema y, por tanto, ha llegado a denunciar por qué se ha llegado a ésto dentro de la Iglesia? Porque toda está fiebre, no de verano sino de años, instalada como epidemia en la Iglesia, no ha salido espontáneamente ni porque sí: esto se ha trabajado desde dentro de la Iglesia, desde los programas de formación en los Seminarios y Escuelas Apostólicas, hasta los programas e itinerarios de Vida de Piedad y Vida Interior, tan necesarios como el respirar. Siempre reforzando la Identidad Sacerdotal, sin la cual no hay Sacerdote que persevere.
Por supuesto, también en los programas de acompañamiento y formación de los Sacerdotes jóvenes, en sus primeros años como tales.
El DESPUÉS. Alguien de la Jerarquía, incluido Cobo lógicamente, ha dicho qué se va ha implantar para revertir está dinámica desgraciada, y que no puedan campar a sus anchas los que así han procedido y proceden?
Porque decir simplemente que se lamenta todo este sufrimiento, que se va a compensar económicamente a las víctimas, que se les va a acompañar en su dolor…, es lo mínimo que pueden decir y hacer. De hecho, me da que el señor cardenal se ha quedado aquí.
Pero ni es lo único, ni ahí acaba su responsabilidad. Proclamar que no va a volver a ocurrir, no pasa de ser un brindis al sol, un bien-quedar y una ridiculez.
Por señalar: “Es nuestro firme compromiso. Necesitamos seguir madurando para poner en marcha un modelo de funcionamiento eclesial menos clerical, más sinodal (???) y corresponsable. Un modelo en el que la transparencia y el buen trato sean la forma de funcionar".
O sea: nada. El mismo lenguaje de uso de los políticos en nómina, con cargo o sin él. Nada que sea un programa mínimamente eficaz, si pretendiera atajar, desde dentro y con los medios adecuados y necesarios.
Porque, si no se entra a las causas, si no se depuran responsabilidades a nivel personal y a nivel del gobierno Eclesial, el sufrimiento que se deplora no pasará de meras lágrimas de cocodrilo, y todo seguirá; no igual, sino mucho peor.
Y no hablo de Madrid, porque “en todas partes cuecen habas".
Ya dice la Escritura Santa que: “Un abismo llama a otro abismo". Tal cual.
Aquí es donde hay que entrar. A saco. Caiga quien caiga. Y entrar, desde las alturas hacia abajo: así se barren las escaleras, por ejemplo. Y se limpian.
Pero ésto sería tanto como reconocer una responsabilidad a nivel PERSONAL, nada genérico, sino vinculante: con un compromiso personal para, en cada Diócesis en la que el Obispo es Cabeza, en solitario, sin co-rresponsabilidades que NO existen en conciencia, asuma su papel ante Dios, la Iglesia y las almas, empezando por sus Sacerdotes.
Cómo puede un Obispo salir a la palestra y decir que lo que sabían todos menos él ahora se entera porque ha salido en la prensa y lo ha visitado la Guardia Civil para contarle el caso de uno de sus párrocos?
Y cómo no ha escrito a continuación la Carta de Renuncia al Santo Padre por incompetente para seguir como Obispo? Avergonzado, como mínimo.
Tampoco ha debido encontrar, quizá, ningún hermano en el episcopado que haya intentado ayudarle a discernir, y acompañarle en ese proceso, que no es fácil; más bien es doloroso; pero sana cuerpo y alma. Y sana a ambos, por cierto.
Este es el verdadero tema de los abusos en la Iglesia: la falta de asunción de responsabilidades respecto al antes, al durante y al después de todo este estallido. Que no han sido habas contadas, ni meras excepciones.
Y sin este paso, el primero que hay que dar, cómo se van a acometer las reformas necesarias a nivel Eclesial? Por contra: ni una sola palabra al respecto fuera del “bla, bla, bla", tan socorrido y tan desvergonzado con las víctimas; amén de tan complaciente con los verdugos…
Así estamos.
21 comentarios
Pero nada de Jesucristo, condenacion, salvacion, esclavitud del pecado, redencion, etc.
Pero con estos bueyes tenemos que arar.
Que remedio.
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O podemos venderlos en la primera feria de la temporada. O podemos hacerlos chuletones, que se pagan muy bien. O podemos dejarlos en paz, jubilados, porque para nada valen ya...
Lo que quiero decir es que no hay por qué pretender arar con ellos, una vez demostradas sus carencias; que a nadie de más arriba, ni a nadie a su mismo nivel interesan en absoluto.
Estos que no aran, no van a arar jamás.
Tengo muy claro que en el pontificado de la homosexualidad, elevada por Bergoglio al rango de categoría, no sólo no va a resolver el problema sino que lo va a fomentar, lo está fomentado ya.
Los enemigos de la Iglesia, en especial los de dentro y los de arriba, saben muy bien que la homosexualidad clerical es una de las principales vías, si es que no es la principal, para destruir el sacerdocio católico, para destruir la iglesia ¡Nos vamos a hartar de abusos! ¡Estamos hartos ya!
Por lo demás, mi más cordial felicitación y agradecimiento.
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Los abusos homosexs no son menos abusos que los otros. Tampoco más: todos son abusos de personas adultas con menores de uno u otro sexo.
Los abusos homosexs tienen la particularidad, entre otras, de ser más fáciles de conseguir.
Dios nos libre de abusadores y nos envíe santos sacerdotes.
Cobardía por no asumir sus responsabilidades, cada cual las suyas. Me río de la moral sexual, me río de Dios en su cara y también de las víctimas de abusos.
Cobardía a lo Esaú. Me vendo por un plato de lentejas, y trago con todo lo que quiera el mundo con sus agendas, conciertos económicos...
Cobardía y complejos para así no tener que asumir una identidad, la cristiana, que hoy por hoy es contracultural. Y a lo contracultural no se le subvenciona.
Cobardía, mucho más que la de Pedro y los demás apóstoles, cuando crucificaron a Jesús, porque ellos temían por su vida y con razón. Pero a la jerarquía y al clero español ¿Quién los persigue?
Cobardía por permitir que los sacramentos sean recibidos en falso, sin una vivencia de fe adecuada. Volviéndose en muchos casos teatrillos sacrílegos. Haciendo la primera y última comunión. Permitiendo que se casen personas que no han hecho el más mínimo examen de compatibilidad entre ellos, o que no tienen suficiente madurez humana.
¡Qué diferente fue la actitud de San Pablo, él no toleró los desmanes de la comunidad de Tesalónica!
En fin... Está muy claro, lo que quería decir y esto está escrito con mi nombre y mis apellidos.
Un fuerte abrazo a todos.
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La Iglesia siempre ha sido "contracultural", como dices, porque siempre tuvo que ir contracorriente; es decir, CONTRA el mundo y los mundanos, contra el pecado, contra la naturaleza caída del hombre.
religionlavozlibre.over-blog.com/2024/10/bergoglio-abierto-a-nombrar-obispos-trans-friendly.html
Non Nobis.
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Está NO es la clave. En todo caso será una secuencia más.
Gracias Infocatolica.
Yo creo que hay que empezar en los seminarios.
No todos los candidatos a las sagradas ordenes son aptos para ser ordenados. Tiene que haber un profundo discernimiento que inexorablemente ha de pasar por la idoneidad.
El candidato a las ordenes sagradas tiene que ser una persona no sólo que se haya sentido en su corazón la llamada divina, Dios da su gracia pero necesita la colaboración de la persona, sino una persona con equilibrio psicológico-afectivo. Tiene que ser una persona que no desconozca los riesgos y las incertidumbres a las que estará expuesto. Por encima de esto, los candidatos a las sagradas ordenes tienen que estar dispuestos a una entrega total de su persona al servicio de Dios y de los hermanos, y para esto no sólo se necesita haberse sentido llamados, espíritu de sacrificio y entrega, sino idoneidad.
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Quod est demonstrandum!
Y nadie dimitió, pues nadie asumió responsabilidades. Qué dimita "nadie" que es el culpable de todo; y eso que no está ni en nómina...!!!
Y esto, aunque pese algunos, por la misericordia es así, ¿Cuántos sacerdotes tenemos en la Santa Iglesia Católica, y cuántos casos de abusos conocemos?
Además, mirad, ¿sabéis cuál es el carisma las de Adoración Eucarística Perpetua? Es la santidad sacerdotal. Pues vamos a apuntarnos en lugar de quejarnos por los poquísimos casos de abusos, porque si los casos de abusos no disminuyen (libertad humana) el Santísimo nos concederá la santidad sacerdotal.
Es lógico que el carisma de la Adoración Eucarística Perpetua sea la santidad sacerdotal, porque ¿a quién debemos la Eucaristía? Bueno se lo debemos en primer lugar a Señor que por el ministerio sacerdotal viene siempre aunque sean las 23 horas, pero también se lo debemos a los sacerdotes, porque sin sacerdotes no hay Eucaristía.
Culpables son quienes cometieron los abusos y quienes tuvieron conocimiento de los delitos sexuales y no los denunciaron, pero no la diócesis de Madrid.
Me da un poco de asco leer: “Las lágrimas y las heridas nos han abierto los ojos para reconocer que no hemos cuidado a las víctimas, que no os hemos defendido y que nos hemos resistido a entenderos cuando más lo necesitabais. Lo sentimos profundamente. En este acto reconocemos que ha habido abusadores dentro de la Iglesia. Nos ha costado reconocerlo. Son lo opuesto a lo que pretendíamos anunciar y hacer. Que los haya en otros sitios no nos sirve de ningún consuelo”.
Me recuerda un viejo chiste de Gila cuando decía "Alguien ha matado a alguien". Aquí dicen que alguien ha abusado de alguien, y lo dicen en serio aunque suene a chiste.
Lo sabían y callaron. Por eso dicen los jerarcas que no han defendido a las víctimas. ¿Cómo voy a defenderlas yo que no sabía nada. Los culpables los agresores y los clérigos que consintieron los delitos y los encubrieron. Son éstos tan culpables o más que los que los abusadores.
Quienes debieran haber hablado en la puerta de la Catedral son los criminales y sus cómplices, los encubridores por acción u omisión. Es un acto cobarde para quedar bien diluyendo la culpa en la diócesis de Madrid. Los culpables tienen nombres y apellidos, están en los cargos de responsabilidad de la iglesia madrileña. Las ancianitas madrileñas que todavía van a la iglesia no tienen culpa de nada de esto.
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Se refiere exclusivamente a "ellos", a los Jerarcas de turno y nómina: ellos NO han defendido a las víctimas: han callado, no las han creído y no han actuado contra los depredadores. A nadie más pueden culpar.
Por tanto nunca será suficiente lo que se hace por las víctimas. Pero del ocultar, disimular o cambiar de destino para tratar de olvidar como muchas veces se hacía, mucho se ha mejorado.
Y como suele ocurrir, más se levanta la voz ahora que antes.
Para un obispo debe ser muy difícil gestionar estos problemas.
Difícilmente el dinero puede remediar tanto sufrimiento moral y espiritual.
Animarles a ser valientes y aconsejar caritativamente puede ser más difícil y positivo que criticar.
Por la comunión de los Santos, todos debemos tener alguna responsabilidad.
Pues sí estamos a las maduras también debemos estar va las duras.
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Se levanta más la voz por una única razón: porque se ha levantado la liebre. Pero no la han levantado los Jerarcas: ésto, como tantas otras cosas de la vida de la Iglesia de los últimos 40 o 50 años, son un baldón en su conciencia que les acompañará hasta su muerte.
Claro que 'tiempo de verdadera penitencia" sí tienen por delante, gracias a Dios.
Pero rotundamente: NO es culpa de todos: es metafísicamente imposible.
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Una cosa es predicar y otra, muy distinta, dar trigo.
Tal cual.
"No queremos, no podemos, no debemos pasar página. Hoy nos convocan las víctimas de abusos. Es con vosotros y vosotras, con vuestro clamor, con quienes queremos estar y quedarnos. Sabe Dios que no nos mueve otra voz.
Estáis en el corazón de nuestra Iglesia y ahí queremos que sigáis, aun cuando a veces no hemos sido responsables ni samaritanos con vuestro dolor. Hace años emprendimos de vuestra mano este camino. Gracias a vuestro testimonio valiente, vamos aprendiendo a mirar de otra forma, a escuchar, a llorar, a tomar medidas y a iniciar procesos de sanación y de purificación. Aún nos queda seguir aprendiendo y caminando.
Les debíamos, os debíamos, este Acto de Reconocimiento y Reparación. Hoy queremos mostrar nuestra condolencia y nuestro deseo de poner todos los medios para seguir acogiendo y afrontando todo el sufrimiento injusto que habéis padecido. Sabemos que no es momento de muchas palabras. Seguro que estáis cansadas y cansados de palabras huecas.
Solo quisiéramos ayudar a alumbrar con vuestra voz un momento nuevo. Es el tiempo de los hechos, de escuchar, de aprender, de reconocer y de reparar. Las lágrimas y las heridas nos han abierto los ojos para reconocer que no hemos cuidado a las víctimas, que no os hemos defendido y que nos hemos resistido a entenderos cuando más lo necesitabais. Lo sentimos profundamente.
En este acto reconocemos que ha habido abusadores dentro de la Iglesia. Nos ha costado reconocerlo. Son lo opuesto a lo que pretendíamos anunciar y hacer. Que los haya en otros sitios no nos sirve de ningún consuelo. Gracias por confrontarnos con la verdad desnuda, que es la única que nos hace libres, como dice Jesús.
Rotundamente, la Iglesia de Madrid quiere afrontar el dolor que provoca todo tipo de abusos: sexuales, de poder, de conciencia y espirituales. Queremos aprender a decir con el apóstol Pablo que “si un miembro sufre, todos sufren con él” (1Cor 12, 26). Por eso hoy venimos aquí, para ponernos delante del dolor de las víctimas, de vuestro sufrimiento, que quiere ser también el nuestro.
Nunca será suficiente lo que hagamos para reparar lo que ha sucedido. Solo nos queda la fe y el valor de vuestras heridas. No serán en vano: gracias a vuestro tesón y valentía, nos hemos sentido urgidos a repensar muchas cosas y a purificar nuestros estilos de relación dentro y fuera de la iglesia.
Este cambio decisivo se va encarnando humildemente en el sentir y en las actividades de nuestra Iglesia de Madrid y en tantos lugares. Es nuestro firme compromiso. Necesitamos seguir madurando para poner en marcha un modelo de funcionamiento eclesial menos clerical, más sinodal y corresponsable. Un modelo en el que la transparencia y el buen trato sean la forma de funcionar.
Ojalá que vuestro dolor se convierta en esperanza, pues está ungido por el mismo sufrimiento de Cristo. Ojalá que la autoridad de vuestro sufrimiento despierte a los espíritus más impasibles y se instale en el corazón de nuestra Iglesia.
Avanzaremos, sin retroceso posible y con medidas que no den lugar a equívocos. Insistiremos en la formación adecuada de clérigos y religiosos y religiosas, y también del laicado, sin olvidar alcanzar a todos los miembros de nuestra sociedad que en modo alguno es ajena a esta tragedia como hemos comprobando.
Sabemos que hay camino por delante. Gracias a Dios, nuestra Iglesia está sembrada con multitud de historias y vidas entregadas con generosidad, silenciosamente, y en la sencillez del evangelio. Por eso, nosotros que nacimos al pie de una cruz, no abandonaremos a las personas crucificadas. Somos seguidores de Cristo víctima y no cesaremos de seguir acompañando a todo tipo todo tipo de víctimas vengan de donde vengan.
El Señor nos juzgará por lo que hicimos con las personas más vulnerables como hemos escuchado en el evangelio. Habremos de incluir a las víctimas y su voz cualificada en la Iglesia madrileña. Ya no se trata, ni solo ni primordialmente de pedir perdón, sino de acoger, de reparar y de restituir e incluir en todo su sentido.
El testimonio que las víctimas ofrecéis nos denuncia un conjunto de pésimas prácticas que tiene que ser clausurado para siempre. En particular, tendremos que clausurar malas prácticas. Para ello es preciso insistir en la purificación del acompañamiento espiritual, la ayuda de los medios ordinarios de la Iglesia como son la oración y los sacramentos, evitando todo lo esotérico y extraordinario, y subrayando el respeto absoluto por la libertad de cada conciencia y la indemnidad física y espiritual debida a cada persona.
Esta tarde queremos expresar con un símbolo el compromiso que, muy conscientemente, toma sobre sí la iglesia madrileña: plantaremos un olivo en un lugar bien visible desde dentro y desde fuera del recinto de la catedral. El olivo, con sus cicatrices, muestra el verdor perenne y nos enseña que es posible el milagro del consuelo del aceite y de la vida que se abre paso cuando las raíces abrazan firmes la tierra.
Que sus hojas plateadas expresen nuestro pacto irrevocable de caminar siempre con vosotros. Que este olivo nos recuerde cómo Dios nos conduce al reconocimiento, a la reparación y a la paz. Lleva una placa con el texto: “En memoria de todas las personas víctimas de abusos en nuestra Iglesia. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40)”. Que Dios nos ayude a “no pasar página”. Y a empezar juntos a escribir de otra manera.
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Palabras impecables sin lugar a dudas.
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Por supuesto.
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El tema NO es nada regional, xq no hay país del primer mundo donde no hay, y donde no haya habido abusos, tanto por lo civil como por lo eclesial; muchísimos más sin comparación, por lo civil.
Todos los bautizados somos hermanos; pero no todos estamos en la misma situación: los que están en pecado grave, al tener rota su relación con Dios, también rompen la fraternidad: y son ellos, muy en primer lugar, los que la han de reconstruir: NO los que no la han roto: a cada uno, lo suyo.
Lo de "todos culpables de todo" es falso. Lo de "esto lo arreglamos entre todos", también es falso; porque son dos imposibles: queda muy bien cómo frase, pero no pasa de ser una mentira, una falacia, un desiderátum o un imposible metafísico.
Y respecto a las acusaciones falsas, son muy pocas en comparación con las verdaderas.
1. No queremos: solucionar el problema de la disciplina en el Orden sagrado. Aceptar homosexs en el Seminario; condena pública a la antigua usanza; reducción al estado laical.
2. No podemos: ¿quiénes no pueden de entre los clérigos, monjes y laicos?
3. No debemos pasar página: para demoler algo es necesario un conflicto permanente para el proceso revolucionario. Un Franco vivo para cada avance anticristiano.
4. El cardenal Cobo es el que menos tiene que decir públicamente si no tiene ningún caso que le competa. Pues, todo esto favorece una ecología roja de demolición para el Enemigo, porque etiqueta a todo Sacerdote sospechoso de abusador. Es la vieja técnica marxista de igualar a lo peor del disidente generalizando el prototipo. Y aquí, unos caen por ignorancia y otros por poco prudentes, y sirven a la Serpiente antigua tocando el bombo y los platillos...y Franco vivo en el año 3000.
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NO acabo de entender qué pinta Franco en todo ésto. Tú sabrás, supongo...
El porcentaje de personas adultas que fueron víctimas de abusos cometidos por un sacerdote o religioso católico es según la estadística de una empresa de encuestas un 0,6 %, del total de abusos, cifra similar a la encontrada en estudios realizados en otros países.
Hasta ahora las encuestas encontraban sólo un 0,2% de casos atribuibles a miembros de la Iglesia. De cada mil casos de abusos, entre 2 y 6 son cometidos en el ámbito de la Iglesia. El periódico El País, siempre tan veraz, habla de 400.000 casos.
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El País, como todo el rojerio y la progrez, tiene menos credibilidad que un charlatán de feria, que un marxista, que un socialista, que un mafioso, que un masón, que un demócrata o que un asimilado a cualquiera de éstos. Prácticamente sin excepción posible: va de suyo, y como auténtico y verdadero pedigrí. Amén.
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Que Santa Lucía te conserve tan despejado como manifiestas.
Me dijo:primero tengo que conseguir que se confiesen los pericos y sacerdotes diocesanos en general.No le dije nada más me compadecí de él y recé por él y por que lo propios sacerdotes empiecen ellos por acercarse al sacramento de la confesion.
Y es que si uno se abandona en el pecado puede acabar haciendo cualquier cosa.
No eso a mi no me va a pasar.Si,eso te puede pasar .Lo primero de todo has perdido la fe.
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Arrollidate ante el Señor y confiesa sin excusas ni eximentes tus pecados.
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