Las "entendederas" de la Fe

La Fe -la Fe Católica, se entiende; de otras, caso de que las haya, no tengo ni idea-, no sólo es racional en/por sí misma; sino que, de hecho, sólo puede ser racional, al tener al entendimiento como asiento y sujeto; de tal modo y manera que, como no puede ser de otra manera, se la cataloga como “virtud intelectual”.

Y no puede no serlo, porque su objeto propio - es decir: aquello sobre lo que versa  y entiende por la directa, es “la Verdad”, Esa que nace en Dios, y nos ilumina y eleva más allá de los alcances naturales de nuestro intelecto.

Intelecto, que sólo sabe de Verdad y verdades; bien que sujeto a error, dada nuestra pequeñez en todo orden de cosas.

Tan es así que, desde Santo Tomás de Aquino, la Iglesia proclama sin dudarlo que el acto de Fe es lo más racional de la persona; y subraya, además, que es lo propio del buen hijo de Dios mientras vive en este mundo: en el Cielo ya no existe, ya “no se cree", pues “se ve”.

Así define san Pablo la Fe: Fides, de non visu. La Fe es de lo que no se ve. Para decirlo más al completo: “la Fe es la esperanza de las cosas que no se ven".

Por todo esto que hemos recordado, la Fe siempre es CRITERIO; y no sólo en el plano Religioso y Doctrinal, en el orden Sobrenatural, que por supuesto: aquí señorea, pues “juega en casa".

También lo es en el plano de la vida cotidiana, en el horizonte de las verdades de orden “natural”; esas que están en el ser de las cosas, pues se identifican con él: la verdad en el orden natural está, precisamente, en lo que las cosas son.

Bien podemos afirmar, convencidos firmemente, que la Fe nos salva de nosotros mismos, de nuestras ensoñaciones o delirios, de nuestros errores en el plano moral,  correlato del plano intelectual e inseparable de éste; pero también de las máximas del mundo.

Un ejemplo : si el Señor nos Revela que “el mundo es creado", ya puede ponerse toda la ciencia o la pseudociencias en contra, que “el mundo es creado, y no ha podido ser de otra manera".

Por cierto: la ciencia más al día está en esto en contra de las conspiraciones de “científicos descreidos” que han pretendido llevarse el gato al agua, hasta con trampas.

Por supuesto, la Fe nos salva muy en primer lugar,  de las “trampas” y tentaciones del Demonio.

En definitiva, y como muy bien dice Cristo en un compendio inmejorable: la verdad os hará libres. Es decir: nos salva de todo lo que podría hundirnos. Y que, ciertamente, nos hunde si no estamos bien avisados: agarrados fuertemente a la Fe.

“Agarrados a la Fe”. Éste es el quid del tema. Porque la Fe, una vez poseída, debe “ser vivida”: es virtud “para practicar”.

Como todo el saber, como todo el conocer, excepto el puramente especulativo, está para el OBRAR “en razón", razonablemente, de modo especificamente humano.

Esto es lo que significan aquellas Palabras -nitidas y determinentes- de Cristo: El que crea, se salvará. El que no crea se condenará.

“Creer", no es sino “vivir de/desde la Fe"; el polo opuesto al “no creer", que es vivir desde el rechazo de la misma.

Jesucristo nos reclama Fe, como lo primero. A partir de ahí, lo que uno quiera y hasta donde uno quiera: ese es el “riesgo” o la apuesta que hemos de afrontar cada uno.

Porque, como muy bien escribe san Pablo marcándonos la pauta: El justo vive de la Fe. Y que cada uno arree. O “que cada palo aguante su vela".

Eso sí: la Fe, al ser Virtud Infusa, es decir, que “nos es dada” por Dios, “se resiste” a ser manipulada, tergiversada, o convertida en algo así como “un chicle” de uso personal. Para nada.

Es más: la Fe se resiste “como gato panza arriba” a todo eso. Y lo hace contra todo aquel que lo pretende, esté investido del cargo eclesial que detente: del Papa hacia abajo, TODOS en la Iglesia tienen que vivir “la obediencia de la Fe". 

Palabras de san Pablo que puso muy de relieve ya el cardenal Ratzinger, luego Benedicto XVI, de feliz memoria y gobierno.

Un ejemplo de hace pocos días: se le ha negado públicamente la Sagrada Comunión a un ministro irlandés, católico sí, pero partidario, públicamente también, del aborto: un ejemplar más de esa fauna -invasora y colonizadora- que son los “católicos a lo Biden".

Tan se resiste, que todos los intentos en su contra solo se resuelven de dos maneras: o “se agacha la cresta” y se rectifica, o acaba uno fuera de la Iglesia. Y no hay más historia, porque ésta es la verdadera historia.

Ciertamente, este ha sido “el caballo de Troya” que, desde el CV II, intencionadamente o “inocentemente” se ha pretendido instalar en la Iglesia. Y se ha instalado con gran “éxito” en términos humanos o numéricos.

Pero siempre ha habido voces en Ella, antes y ahora -siempre, desde siempre-, que no han tenido otra voz que la de Cristo. Frente a todo y a todos, sufriendo por su Fidelidad, que tiene a la Fe -Fides-, como verdadero y único fundamento.

La Fe vence siempre, también y especialmente en los mártires; que, por definición, y frente a su “aparente fracaso” -pagan gustosos con la vida-mueren antes que renunciar a Ella; y a Él, que nos la concede como nuestro mayor tesoro: el que nos salva.

En este orden “práctico” en el que estamos, cobra relieve muy especial, la Santa Misa pues, con la Eucaristía que en Ella “se confecciona’, es “el Sacramento de nuestra Fé “.

De tal modo y manera que, cuando un católico corta con la Misa, “mata” su Fe. Y es un retorno muy difícil, si no cuasi imposible.

Para finalizar: “la Vida de Fe” es la mayor aventura que le es dado vivir a una persona en este mundo. Es la más maravillosa epopeya que nos es concedido obrar. Basta creer.

Ciertamente, en la historia de la humanidad ha habido héroes y aventureros que han hecho cosas humanamente grandes. Objetivamente.

Pero ninguna de esas historias supera -es que no llegan al nivel, ni de lejos- lo que por el Señor y su Iglesia han hecho las almas de Fe. Ninguna es ninguna.

Hasta para ésto sirve la Fe.

Amén.