Cena vs Misa
Que no es lo mismo. ¿O ya sí? Porque, tras el Concilio, en una parte de la Iglesia Católica se ha incorporado -e impuesto, en muchos cenáculillos modernetes-, el dichoso término: “cena". Bueno, también “asamblea", que debe ser una reminiscencia de sus años mozos y sus inicios en el rogerío asamblario.
Por cierto: he puesto “Misa", como podía haber escrito “EUCARISTÍA".
Vamos al tema, con cierto detenimiento.
“Cena” es un término protestante. Sin más. Nació allí para significar y diferenciar, distintivamente y de raíz, lo suyo de “lo católico”: que no era lo suyo, ni pretendían que lo fuese. Bueno, y siguen sin pretenderlo: a qué engañarnos.
Es cierto que en la Iglesia Católica el Jueves Santo celebramos la Última Cena. Y en Ella y con Ella, la Institución de la Eucaristía -de la que carecen los protestantes y asimilados-, la Institución del Sacerdocio Católico -del que carecen los Protestantes y los Anglicanos-, y, precisamente por todo esto, la Institución y Nacimiento de la misma Iglesia Católica. Porque únicamente está la Iglesia donde hay Eucaristía -Esto es mi Cuerpo, Esta es mi Sangre-: sin Cristo la Iglesia no puede vivir, y muere. Y, a mayor abundamiento, sin el Sacerdocio Ministerial -Haced Esto en Memoria Mía-, tampoco hay Iglesia, porque no hay Eucaristía: Cristo Eucaristizado.
Por tanto, ahí y así nace la Iglesia Católica, la Una y Única. En ese mismo momento. Y de Cristo vivo, que se entrega con ansias infinitas de Salvación: Ya no la volveré a comer, hasta que resucite de entre los muertos. Por Amor: Sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiese amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y por obediencia a la Voluntad de Dios Padre: Pero no se haga mi voluntad sino la Tuya.
Por eso, ni los protestantes ni los anglicanos son la Iglesia, ni están en Ella: lo de “hermanos separados” se lo hemos puesto nosotros, pero no se dan por aludidos. Porque no es que nazcan cojos, es que nacen muertos, como un aborto: ni Eucaristía, ni Sacerdocio. Es decir, sin Cristo: por muy “cristianos” que se pretendan llamar. Si fuera por nombres y por llamarse…
En la Iglesia Católica, quitando el Jueves Santo -día en el que celebramos la Última Cena-, que designa más el Primer Día Santo del Triduo Sacro, de la que, con toda propiedad se llama “la Semana Santa", no se ha usado este nombre casi nunca. De este modo, la Celebración Eucarística se llama, casi desde siempre, “la Misa“. “Vamos a Misa”. “Hemos estado en Misa”. “Me acuso de no haber ido a Misa el domingo…”.
Y esto, por un motivo concreto y determinante: porque enseguida los primeros cristianos, con sus Pastores a la cabeza, se dieron cuenta de que lo que había hecho Cristo y lo que les entregaba, ya no era la Cena Pascual: eso había periclitado. Se inaguraba, por tanto, una Nueva Era -una Nueva Alianza, con un Nuevo Sacrificio sellado con Sangre-, en las relaciones de Dios con su Pueblo.
Nueva Alianza -Salvación-, que iba mucho más allá del ámbito Judío, y se abría al mundo: porque la Redención es no sólo sobreabundante, sino también universal. Poco a poco, al paso de Dios, pero misericordiosamente inexorable, como ha demostrado la HIstoria de la Iglesia y de la Humanidad, que confluyen en Jesucristo.
Ya no era la Cena Pascual, que no sólo quedaba superada, sino abrogada: porque el Cordero Pascual, el Verdadero Cordero que, desde entonces y para siempre, quita los pecados del mundo, era Jesucristo, que se inmolaba como Sacrificio Redentor y Salvador, hasta el fin de los tiempos. Él, así, con su Sacrificio y su Entrega hasta el fin del mundo, era/es la Iglesia.
Inauguraba su NUEVA FORMA de estar presente entre nosotros, ya para siempre: mientras hubiese Misa, y Sagrarios y Ostensorios: Jesús Eucaristizado. De hecho, todo el mundo católico sabe dónde encontrar y encontrarse con Él: en la Santa Misa, donde “se confecciona” la Eucaristía; en el Sagrario, donde se Reserva y se le Visita: está siempre a nuestra disposición más absoluta; y en la Exposición con el Santísimo, donde se le Venera y Adora.
Con estas premisas, en la Iglesia Primitiva, surgió “natural” la celebración diaria de la Eucaristía. El pan que se pedía en el Padrenuestro, era el pan “supersustancial"; es decir, no el pan “natural": el Pan “Cotidiano” -un bajonazo más de los muchísimos que se han puesto en marcha-, solo estaba en Cristo, solo podía ser Cristo-Jesús.
Un inciso: la expresión Deus absconditus, está muy bien para los teólogos y los Santos: para su elevada y gran piedad. Pero si hay una Persona de la que se sabe dónde y cómo encontrarla de fijo, es a Jesús, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Acabo de escribir dónde se la puede encontrar, y no lo voy a repetir. Ahí queda, y lo sabemos todos; seamos coherentes o no con lo que conocemos; pero así se nos ha enseñado en la Iglesia Católica.
Por este motivo, porque estaban ante “otra Realidad” que no tenía nada que ver con la pascua judía, no se celebraba la Misa una vez al año, como han hecho y hacen tantos protestantes. Ni era solo un rito externo de “agradecimiento” por la liberaciòn material, con mano robusta, de la esclavitud de los egipcios, que los oprimían inmisericordes…
Los primeros cristianos, de la mano de sus Pastores, estaban al cabo de la calle de saberse liberados del pecado: mucho más importante que cualquier liberación material o externa; porque el pecado -el pecado mortal-, no solo esclaviza, sino que lleva, de suyo, a la Condenación Eterna: se sabían Salvados al precio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, derramada en la Cruz, por nosotros y por nuestra Salvación. Era el Credo, no sólo recitado, sino vivido muy en concreto: no en vano la Santa Misa es el “Sacramento de nuestra Fe”.
Era la Verdadera y Única Libertad que solo puede encontrarse y, por tanto, vivirse, en el encuentro con el Señor: la Eucaristía. Y en la Iglesia. De ahí que, despreciar la Eucaristía y la Comunión, comporta, de suyo, la Condenación Eterna: sin la Eucaristía, en condiciones normales, no hay Salvacion posible: uno mismo se cierra las puertas, y se mete en el Infierno ya en vida.
También, la conciencia de encontrarse en otro ámbito que el de la pascua judía, llevó a la Iglesia a dejar las comidas antes o después de la Misa: de un plumazo se abolió tal costumbre.
La clave doctrinal-teológica, expresión de la Nueva Realidad que se opera en la Santa Misa, estaba en el término Transubstanciación. Significando que toda la sustancia del pan, y toda la sustancia del vino, se convierten en Cristo: ahí está Dios, y dejan de estar el pan y el vino. Permanecen, y así lo afirma la Iglesia con total seguridad, los accidentes del pan y del vino.
Nada que ver con los términos que usan los protestantes y asimilados: “consubstanciación", dirá Lutero, en un intento, fallido en mi opinión, de mantener un mínimo -un “algo"- de presencia real de Cristo. La progrez acuñará “transfinalización”, y cosas por el estilo. Son modos contrarios a la Revelación, que sustituyen doctrinal y prácticamente lo hecho y entregado por Jesucristo a su Iglesia en la Última Cena.
Pero es que tan en Dios se consideraba la Santa MIsa que, practicamente, desde el s. II-III no se había cambiado el Ritual hasta Trento. Y, desde entonces y hasta el CV II, tampoco.
Pero el Concilio abríó la mano, y puso la impronta para que se cambiase todo eso: la Liturgia por excelencia: lo inamovible, como inmutable e inamovible es lo que contiene, realiza y entrega: Cristo, Señor. Y el postconclio arrasó, con la pasividad connivente de algunos de la Jerarquía, cuando no con el “ordeno y mando” de la misma.
Hasta tal punto se cambiaron las cosas en la Iglesia Católica que, conspicuos protestantes no tuvieron inconveniente en afirmar que “la nueva misa, era aceptable para ellos”.
De ahí, no se tardó en pasar, tanto desde ellos como desde algunos jerarcas católicos -muy poco avisados, o muy faltos, o en total connivencias+, a los escándalos de las “comunicatio in sacris”, prohibidas tajantemente en la Iglesia Católica, con penas de Entredicho o de Suspensión -dependerá-, al clérigo que, advertidamente, incurre en esto. Las dos, por cierto, Latae sententiae.
Incluso en Roma se han tenido escenitas de este tipo. Públicamente. Escandalosamente. Con grave daño para Jesucristo, para la Iglesia y para las almas que se dan cuenta de estas cosas tan tremendas.
En la Iglesia, se abrió paso a estas cosas sin pretender -contra toda lógica, humana y espiritual, o con una “inocencia” conmovedora-, cambiar la Doctrina: cambiando, de hecho, las cosas: el Ritual, la lengua, los cantos, las rúbricas, los textos… Con la buenísima intención de facilitar el ecumenismo, casi seguro: como excusa, no estaba mal.
Pero los males presentes que todo eso ha traído, en absoluto justificaba todos esos cambios en vista a los posibles bienes que podía traer. Como ha pasado: no ha traído ningún bien conocido en este ámbito, y ha vaciado las parroquias, descristianizando países enteros.
Porque está pasando lo que está pasando: que hoy, ni la MIsa significa nada ya para una inmensa mayoría de católicos que, por esto, han dejado de serlo. Como ya no significa nada para los que, dentro de esa mayoría, se acercan a comulgar: comulgan como pueden darse la mano en el rito de la paz…
Hace unas pocas semanas, un obispo católico -"católico” según él, y según la propia Iglesia, antes bmbién “católica"-, se jactaba, con publicidad, que había dado la comunión al jefe de los musulmanes de su Diócesis. Orgulloso estaba, oyes, el obispo. Del musulmán, no ha trascendido su reacción.
Tampoco se pretendía saber de su opinión: sólo era un movimiento más para, por la vía de los hechos, y contando con el silencio de las Autoridades Eclesiásticas, autocensuradas a sí mismas, seguir sembrando la nada en la Iglesia. ¡Ojalá fuese nada! Porque son “sólo” Sacrilegios.
Como los altares en los que se Reservó -es un decir- el Santísimo en la JMJ de Lisboa. Como todo el desmantelamiento que se ha producido en torno a la Eucaristía.
Vamos a Desagraviar. Vamos a defender nuestras Misas. Vamos a seguir predicando la Verdad sobre la Misa y la Eucaristía. Vamos a fomentar la Adoración Eucarística. Vamos a seguir recordando la necesidad absoluta de estar en Gracia para acercarse a comulgar con provecho, facilitando el acceso a la Confesión, pues sin Ella, sin Confesión, tampoco hay Iglesia: se deja a la gente sin poder acceder a Cristo Eucaristizado. O se la induce a comulgar sin poder hacerlo realmente.
Vamos a EDUCAR de nuevo a la buena gente en la Devoción y Amor a la Eucaristía: sabiendo lo que es, la necesidad que tenemos de Ella, y el modo de acercarnos con fruto verdadero a la Comunión.
Sin todo esto, seguir poniendo el acento en la Santa MIsa y la Comunión, porque en sí mismo es lo mejor para las almas -sin contar con las condiciones necesarias y obligatorias por parte de los fieles para acercarse a Comulgar-, es fomentar la descristianización. Y, sinceramente: de esto estamos más que sobrados.
Para los Sacerdotes: vamos a no pretender ser más que lo que somos en la Santa Misa: el mismo Cristo. Lo mismo que en el Confesonario. A partir de ahí: lo que se pueda, a lo que lleguemos.
Y para los laicos: vamos a no pretender ser menos que lo que somos en la Santa MIsa y en la Comunión: Sagrario vivientes, unidos totalmente a Jesucristo, en una unión imposible de realizar de otra manera. Pero comulgar en Gracia de Dios, pasando por la Confesión, cuando tenemos conciencia de pecado grave.
Como aconsejaba el Fundador del Opus Dei, consejo que mantiene toda su validez: “Antes confesar que acercarse a comulgar con una sombra de duda”.
Amén.
16 comentarios
Muchísimas gracias, Maru, sigue rezando x mí.
Me hace recordar su escrito, el Breve Exámen Crítico del Novus Ordo, que SS Pablo VI pidió al Cardenal Ottaviani y Bacci.
Cuanta tristeza reflejan ellos en su carta al Papa.
Seguimos encomendando su labor y su ministerio.
Muchísimas gracias, Gonzalo. Y sigue rezando x mí y x la Santa Iglesia. Q Dios te lo pague.
Lo que sí es seguro es que yo, en la vida había visto a sacerdotes meter cambios en la fórmula de la Consagración. Y me parece gravísimo. Una cosa es aguantar cambios indebidos en otras partes de la Misa (que tampoco debe ser) y otra cosa ya es hacer este tipo de cosas en la Consagración. Muy malos tiempos estamos viviendo, muy malos.
Para tu piedad, tu Fe y tu tranquilidad, vete a Misa a otro sitio. Y, si t parece bn, diles a los Sacerdotes d esa parroquia x q' lo haces.
Gracias por el precioso artículo. Le pido que nos informe de cómo también se inflige otro tipo de daño al convertir el altar en un escenario de eventos por donde transita hasta el frutero del barrio con la cesta de la compra camino a la sacristía. Bromas aparte, cada vez vivo, con mayor desesperanza, la perdida del sentido de la belleza, el orden y la reverencia en la misa. Lectores que no saben leer, altavoces y micrófonos que ahogan el rezo de los fieles, instrumentos invasivos y coros de voces pop “animando” con melifluas canciones cada segundo de la misa (a veces pienso que asisto a un musical de Broadway), etc. Bien, luego lo de las manos alabando/consagrando durante el Padrenuestro y los saludos a toda la congregación en la paz, … Y eso en parroquias en que se esfuerzan en hacerlo medianamente bien en lo doctrinal, por ello mi desespero. Gracias
Son tiempos para aprender a sufrir muy unidos a Cristo Sufriente. Esto nos ayuda a crecer x dentro pues nos hacemos más como Cristo, más Cristo.
Uno. En una parroquia de mi lugar de residencia el párroco era de los del "por todos" hasta que se jubiló. Supongo que lo seguirá siendo, porque que yo sepa no ha fallecido.
Dos. En otra parroquia, también de mi lugar de residencia, el párroco es de los que en la consagración del pan mantiene "discípulos", pero en la consagración de vino lo cambia por "amigos"... o viceversa según los día. Bueno, también hay algún que otro cambio con respecto al texto del Misal, pero como va por lo del comentario de Nova, lo dejo aquí.
Está difícil eso de irse a otra parroquia.
Bueno, se hace lo q se puede: lo imposible, no, claro. A la vez, la cercanía personal con los Sacerdotes, da para mucho... y siempre: rezar, desagraviar, suplir...
Muchísimas gracias. Q Él t lo pague.
2. La Última Cena, Jueves Santo, es un Anticipo de Su Sacrificio, Él es el Cordero, Quien nos protege y salva de la Muerte espiritual, el primogénito es Adán, nos protege contra Satanás, la Serpiente apóstata, y nos libera de la esclavitud del Pecado.
3. Última Cena para el Señor Jesús en modo temporal, porque el Viernes Santo se consume el Sacrificio del Cordero de Dios que quita el Pecado del mundo.
4. Sacerdocio y Sacrificio eterno, presente continuo, que nos da de comer Su Cuerpo y Su Sangre, pero que ya no necesita comer y beber, pues el primer día de la semana, el Domingo, Resucita Su Carne que es nuestro Alimento salvador, nuestra Medicina eterna.
5. La Eucaristía es Sacramento al que se dirigen todos los demás.
6. Un Sacramento tiene ministro, sujeto, materia y forma. Si en la Eucaristía el Sacerdote no dice correctamente la forma o fórmula de Consagración, no se da la Transubstanciación. Esto es, no está Presente realmente ni sustancialmente, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús Sacramentado, y no comemos el Alimento de la Vida.
7. Esto es muy grave para la asamblea, es pecado de muerte para quien preside, asamblea y preside son términos usados por San Justino mártir describiendo Santa Misa en la Iglesia primitiva. Los feligreses deben ir a hablar con el Párroco y si no se corrige, con el Obispo. Por favor, esto es importante denunciarlo y no quedarse sólo en la queja.
Le agradezco muy especialmente haber citado la palabra "supersubstancial", cuyo escamoteo en el Padrenuestro, especialmente en la Liturgia de la Misa, me parece una infracción (por no escribir palabrotas) de los pastores, pues “… quien conoce todo el texto podrá incluso recelar de una reducción del patrimonio sagrado o acusar a los pastores de ocultar de forma indebida los aspectos difíciles de la Biblia.” Este reproche de la Pontificia Comisión Bíblica a los pastores expresa mi recelo.
Y recelo porque si Nuestro Señor, al enseñarnos el Padrenuestro a través del Apóstol S. Mateo, quiso llamar al Pan nuestro "sobresustancial", ¿quienes se creen ser los pastores para corregir al Maestro?
¿Acaso "supersubstancial" no ilumina el precioso discurso del Pan de Vida de Jesucristo en la Sinagoga de Cafarnaún?
Si "epiousios"-"supersubstantialem"-"supersubstancial", es palabra escrita en los Evangelios de S. Mateo y S. Lucas, y avalada además en la "Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce Apóstoles" o Didaché, ¿porqué si a los primeros cristianos se les enseñaba el "Pan nuestro sobresustancial", y se nos escamotea a los cristianos del S. XXI?
Uso el verbo escamotear en la 3ª acepción del Diccionario de la RAE: "Hacer desaparecer, quitar de en medio de un modo arbitrario o ilusorio algún asunto o dificultad."
Y ¡claro!, ese escamoteo de la palabra "sobresustancial", escamotea también la posibilidad de percibir a Nuestro Señor definiéndose respecto al Pan como "sobresustanciador" del mismo.
Y si esos pastores escamoteadores, se permiten corregir al mismo Espíritu Santo expresado en la Revelación de las Sagradas Escrituras, y nada más y nada menos que en la Oración del Padrenuestro, ¿es de extrañar que en el Padrenuestro que nos impuso la Conferencia Episcopal Española hace una cincuentena de años, se nos escamotee el precioso detalle de Cristo haciéndose igual al Padre, al enseñarnos a hacer una consideración previa al Pan que vamos a pedir. No es lo mismo entrar diciendo "Santificado sea tu nombre, venga a nosotros..." que considerar antes al "Padre nuestro que estás en los cielos", Y no es lo mismo entrar diciendo "Danos hoy nuestro pan", que ponderar previamente "El pan nuestro...dánoslo hoy".
"Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre". San Mateo 26,29
Un santo sacerdote, autor de un libro sobre escatología refería esta expresión de Cristo a un momento en que Cristo aparecería durante la plenitud de Su reino milenario ('milenarismo mitigado', que el asumía no condenado por la Iglesia como sí lo ha sido el 'kiliasmo' o 'milenarismo craso') en el cual se verificaría en la historia el triunfo de Cristo, la plenitud de la conversión de la humanidad a Él (incluyendo judíos y paganos). Este sacerdote visualizaba apariciones reales de Cristo glorioso durante algunas misas en esos tiempos. De ahí la expresión: "beber con ustedes del Vino Nuevo en el Reino de mi Padre".
Por otra parte, el Padre Juan Mateos, traductor del Nuevo Testamento de la "Nueva Biblia Española" comenta respecto al texto del 'Padre Nuestro', su traducción de lo que tradicionalmente se ha traducido como "danos hoy nuestro pan de cada día", y que él traduce: "nuestro pan del mañana dánoslo hoy" (San Mateo 6,11) como una referencia al Alimento Eucarístico.
Hay que enseñar, a tiempo y a destiempo. Muchas personas, en las misas modernistas, sin idea de nada, como zombies aplaudiendo. Hacen escándalo, pecado grave.
Los cambios a los que yo me refería son cambios en la dicción de las palabras de Cristo al consagrar; eso creo que es más "gordo"...
Hay feligreses que acuden a la parroquia y ya les vale. Pero tenemos responsabilidad personal de formarnos como verdaderos cristianos durante toda la vida. Dios y los clérigos hacen su trabajo y los creyentes tenemos que hacer el nuestro, conocer bien las enseñanzas de la Iglesia, orar y dejarnos santificar por Dios.
Así que tenemos que rezar por los sacerdotes, obispos y por nosotros mismos.
Para que Nuestro Señor, vivo en todos nosotros, nos guíe para dar más y mejor testimonio, ante este mundo que se está paganizando totalmente.
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