La "autodeterminación" (por lo civil y lo eclesiástico)

Los ejemplares “de libro” de la PROGREZ, civil y/o eclesiástica, están ahora, como si hubieran descubierto de nuevas el bacalao al pil-pil, por la “autodeterminación": que a progres no les gana nadie. Y van descubriendo tantas cosas que, en su enciclopédica ignorancia, ni saben que ya están inventadas desde hace muchos siglos; incluso milenios. ¡Será por progres!

Su último “invento-aplicación” de la tal postura ha sido, por lo civil, la “autodeterminación del sexo", empezando por los menores de edad: ¡que hay que enseñarles todo desde bien pequeños para que vayan derechos. Que luego se tuercen, y no hay forma de enderezarlos!

Como es “lógico", en su mundo enloquecido por las ideologías -que es lo que tienen: enloquecen a los que se dejan atrapar por ellas-, no les basta y les sobra con mirarse al espejo y respetar lo que se ve: ¡la realidad no va con ellos!

Ellos son miembros -con carnet y pedigrí- de la PROGREZ más acendrada, y necesitan ir más allá de la propia realidad: quieren ser, no lo que son “naturaliter", sino lo que quieren ser “por sus pistolas"; si es que lo de las “pistolas” tiene aún algún sentido en este “mundo feliz", por ilusorio e irreal, en el que uno se “autodetermina” a placer y a voluntad. Así son, y esto producen las ideologías a go-go.

¡"Como cabras"!, que diría el clásico. Con perdón de las cabras que, no solo no tienen culpa de estos desvaríos tan IN-humanos, sino que ni se les ocurre no ser cabras: ¡ellas están cuerdas “por naturaleza", y no pretenden salirse de ahí! ¡Que serán cabras, sí, pero no tontas!

Claro que en esto de la “autodeterminación", en su alcance y aplicación, son muy “selectos” y/o muy “mirados” estos de la progrez más infame, por lo civil. Como bien dice mons. Argüello, sacándoles los colores muy finamente -caso de que los conservasen, los colores-, a la hora del cambio de domicilio fiscal se lo piensan tanto… que “pues como que no", vaya.

Debe ser que con las perricas que nos saquean a todas horas, no se juega: les va su bolsillo. Que han de llenar, sí o sí, ¡deprisa, deprisa! ¡Niño, con las cosas de comer no se juega!, nos enseñaban antes en las casas…, cuando aún había familias, claro.

Por lo eclesiástico ocurre otro tanto, en una competición suicida por ver quién la dice más gorda, y quién tiene mayor capacidad de callar, inmisericorde para con las almas.

Lo “último", de momento, son las declaraciones del sr. obispo de Maguncia, allá por Alemania, mons. Kohlgraf, para el que ‘la Iglesia -Catolica, por supuesto, en la que él está en nómina, con todos sus compañeros jerarcas-, debería “reevaluar” su postura respecto a las parejas homosexuales’. 

Se “apoya", afirma públicamente, en que “un buen número de personas [no dice cuántas, por supuesto: todo es una “nebulosa” para justificarse y justificar], que se sienten homosexuales [tiene buen cuidado de no decir ahora que “ejercen” como tales: ¡oiga, ni con papel de fumar!], pertenecen a la Iglesia"; que debe ser que están bautizadas y cotizan convenientemente; pero, y aquí está el quid de la question: ¡NO SE SIENTEN LIGADAS EN CONCIENCIA A VIVIR COMO CATÓLICAS! Cosas que tiene la vida, que da muchas vueltas.

Pero, por fino que pretenda hilar y como no puede ser de otra manera, se sale de la situación REAL que denuncia, la situación de las parejas homosexs, cuando añade, tirándose de la moto: y son realmente piadosas en el mejor sentido de la palabra“.

No conozco ninguna persona así: “homosexs emparejao” y que sea “piadosa”; y menos aún, por imposible metafísicamente, piadosa “en el mejor sentido de la palabra”, como si hubiese un mal sentido de la palabra “piadosa”. Término que significa: “ejercicio real de la virtud de la PIEDAD y/o de la virtud de la RELIGIÓN”.

Porque no se puede estar en una pretendida e ilusoria “amistad con Dios", que es a Quien lleva la virtud de la Piedad y la práctica religiosa, con una vida de “objetiva situación de PECADO GRAVE”. ¡Ni comulgando, por sus pistolas, todos los días, oiga!

Una “autodeterminación", la de “parejita homosexs", que pretende estar y seguir estando “por sus pistolas", dentro de la Iglesia, sin cambiar su conducta: sin CONVERSIÓN; es decir, sin volverse a Dios, del que se han separado con su conducta “homosexs"; usada, para mayor escarnio de Dios y de su Iglesia, como chantaje ante la Jerarquía, con la complicidad inmoral de parte de esta, para “seguir en el machito homosexs".

Por cierto, y será mera casualidad: si un católico alemán pretende “autodeterminarse” para no pagar su cuota de católico, automáticamente se le pone de patitas en la calle: debe pedir la baja como tal, sí o también. O sea: “por lo eclesiástico” también se cierran en banda con el mismo tema de las perricas. Igualico que los de la progrez por lo civil. 

Quien sí debe cambiar, según este buen Sr. obispo “católico” -al mismo nivel que el “católico” Biden-, es la Iglesia Católica: ¡acabáramos! La Iglesia, si quiere ser escuchada y creída por el personal “moerno", debe “reevaluar” su postura; o sea, su Doctrina; o sea el Evangelio; o sea, la Revelación divina; o sea, la Palabra de Dios; o sea, volviendo la espalda a Cristo…, “atendiendo", y “modificando” su Fe y su Fidelidad al Señor, hasta el punto de rechazar sus mismas palabras, al respecto. Que las dice, y bien claritas: están en los Santos Evangelios. Si alguien no las sabe, que las busque.

Nada nuevo bajo el sol, pues a lo largo de la Historia de la Iglesia Católica, todas las herejías han tenido ese mismo recorrido. Solo que ahora debe estar prohibido catalogarlas de tales: de este modo y con esta artimaña, se evitan pronunciarse…, como ES su obligación como Pastores de la Iglesia… Católica.

Eso sí: HEREJÍA y EXCOMUNIÓN están proscritas en el seno de una “neo-iglesita", misericordiosa y maternal, que pugna por instalarse…, matando la única Verdadera. Abortándola.

Estos chicos de la progrez eclesial aún no se han caído del guindo, tal como se ve -imposible no verlo-, en la vida civil. Por lo civil, todo empezó -hablo de España- con la importación de la “pilule": francesa, por supuesto. Incluso antes, ya con el “destape": algo más español, por cierto, según algunas mentes privilegiadas. De este modo no hacía falta irse a Francia a ver películas guarronas.

Pero se empieza “inocentemente", casí como si no pasase nada, “cosas de jóvenes"…, y se acaba con cien mil abortos al año, que es en lo que estamos. Y con la misma “justificación": NO PASA NADA… O sea: con la conciencia MUERTA. Abortada.

En la Iglesia Católica se están repitiendo -enfangándose Ella una y otra vez-, los mismos tics; porque siempre habrá eclesiásticos dispuestos a asumirlos, desde su cargo o carguito en la propia Iglesia: con su paguita eclesial, más los extras que le devenguen sus proclamas, más el “famoseo” en el que se van a instalar -que, aunque efímero, no deja de ser famoseo, y siempre trae algo debajo del brazo-, tiran pa’lante. Tan ricamente.

Como, además, nadie les va a decir nada, y van a seguir en su puestos…, pues hay que “armar lío” con total y absoluta impunidad. Y lo arman: natural. Y así estamos: naciones enteras perdidas para Dios, por perdidas para la Iglesia, y para los mismos hombres y mujeres que la componen.

Por lo eclesiástico, se empezó con el diálogo y la apertura al mundo…, y hemos acabado por no saber ya -ni los mismos cardenales, obispos, etc.-, lo que es católico y lo que no. Por no reconocer lo que es pecado y lo que no. Por despreciar, sí o sí, los medios necesarios, absolutamente necesarios, para salvarse. Por condenar a Cristo al condenar sus mismas Palabras, las únicas que salvan: las de nadie más, si no coinciden con ellas: las diga quien las diga.

¡Me da que muchos Jerarcas no recuerdan ya ni el Credo; y, si lo recuerdan, ni se lo creen! A las pruebas me remito; pues, por sus frutos los conoceréis: es el criterio que nos dio el mismo Jesús.

¿Tendré que añadir que el Señor cuenta con la fidelidad, erre que erre, a nuestra oración -oración de petición, urgentísima-, y a nuestros generosos sacrificios, para cambiar, Él, las cosas? Nunca lo hará solo: siempre cuenta con nosotros, sus hijos. Así hace siempre Dios las cosas.

Amén.