"Los sueños, sueños son". (Del clásico castellano)
Da la “impre” de que no hacemos más que dormir. ¡Y la cima vaticana más alta, hasta sueña! Y claro, luego viene la tarea, nada fácil, de interpretar los sueños; algo, por otro lado y con Dios por medio, de antiquísima tradición hebrea: desde José y el Faraón, pasando por Daniel en Babilonía, et alii, también famosos. En otras tradiciones culturales antiguas, se estilaba igualmente.
En la Iglesia, además del tema onírico, también se está imponiendo la vena poética, muy del gusto del momento, pues ha cuajado en la Iglesia y sus jerarcas -con honrosas excepciones, que las hay-; de hecho, te pones a leer lo que escriben, y se te esponja el alma…, poéticamente hablando. En mi caso, que nunca he tenido especial atracción por ese dominio literario, es más de agradecer; porque, ya digo, que se me esponja el espíritu…
Pues, hasta el Papa, sueña, que se sepa. Incluso lo ha puesto por escrito, en carta a uno de sus cardenales. Y se ha publicado: por eso nos hemos enterados todos.
Ha soñado con Europa. ¡Ah, Europa: quién te ha visto y quién te ve! Unos sueños en los que, según propia confesión, después de la lírica ha bajado a la realidad, ha “aterrizado", como se dice.
¿Y qué ha soñado al respecto? Copio: “Sueño una Europa sanamente laica”. “Una tierra abierta a la trascendencia”: que no sé, sinceramente cómo se compaginan estas dos esferas: lo laico como sano y positivo, y la trascendencia, también como positivo. ¿Estaremos en la poesía otra vez? Deberia avisarnos…
¡Qué diferencias entre aquel “¡Europa, sé tu misma!”, de san Juan Pablo II, y este “¡Europa, sé tu misma!", de Fancisco. Las palabras son exactamente las mismas, SÍ. Pero no tienen nada que ver. Ni queriendo. Porque no se puede ver lo que no es ni está.
A continuación, parece que vuelve a lo positivo, al menos para los católicos, que él siempre califica de “cristianos", sin matices; aunque, como bien sabrá, y de sobra, todos los católicos son cristianos, pero hay quienes se dicen cristianos y no son nada católicos: cosa que sabemos por sus propias posturas.
Y, en este panorama -ya todo mezclado-, nos pone -o eso parece-, tarea para casa: “los critianos tienen hoy una gran responsabilidad: como la levadura en la masa”. Evangélica imagen. Audaz y bien positiva, para los tiempos que corren…
Pero, enseguida acota con precisión láser: no se vayan “los cristianos” a salir del camino marcado y cocinado desde la colina Vaticana…, y se lancen a hacer apostolado, por poner un poner: “Les exhorto, pues, a comprometerse con valentía y determinación a ofrecer su colaboración en cada ámbito donde viven y trabajan”. Palabras que hasta Pedro sería capaz de decir…, y desmentir al segundo siguiente, claro.
Y esto, ¿para qué? ¿con qué finalidad, y en qué horizonte? E inmediatamente , para que nadie crea lo que no es, concreta: “para animar procesos que generen nuevos dinamismos en la sociedad”. Seguimos con Pedro… horizonte que no acaban de superar estos sueños.
Y ya, yo me pierdo. Es que no lo pillo, o se me escapa la “interpretación"… El caso es que no me aclaro demasiado; porque con tanto rizar el rizo acaba todo hecho un gurruño, más enredado que yo qué sé, oiga.
Porque, vamos a ver. Yo me pregunto, y les trasmito las preguntas, por si las aprecian: si en Europa anida una “sana laicidad", o incluso es “una Europa sanamente laica", ¿cómo puede estar “abierta a la trascendencia"? ¿O es que debería estarlo? Pero, si debería estarlo, la “sana laicidad” no es tan “sana” como la pintan… ¿Entonces? ¿Poesía, sueño o… lío?
Porque en Europa, a día de hoy, y sin sueños que valgan, sino pisando en el suelo, “laicidad", “laica", se opone frontalmente a “religiosa” -ámbito que está perseguido a muerte en España; y los propios obispos, por voz de su amo, admiten ahora que la “Religión Católica” se dé, es un decir, en un cóctel de tonterías que no tienen nada que ver con Ella-; y, por lo mismo, a “trascendente". ¿Me equivoco?
¡Háblales a Pedro, Pablo, Pablito, Inés o Santi, conocidos y famosos estadistas españoles, de “trascedencia"! ¡Con la “sana laicidad” que se gastan…, empezando por el aborto! (Por señalar; o el temita “arco iris", y el autanásico…). Pa’ llorar, oigan.
Sigo con las preguntas. Si la propia Iglesia, por medio de sus jerarcas, ha renunciado a la “trascendenscia” -con los bajonazos que trajo el CV II, y que han sido cultivados y cosechados con mimo-, hasta el punto de quedarse en los plásticos, en los “papeles para los homosexs", en dejar al personal sin Misa ni Sacramentos durante varios meses, etc., ¿a qué “trascendencia” se refiere el Santo Padre?
Podría explicárnoslo bastante más, supongo, en lugar de soltar la palabra, y ya luego que cada uno se apañe: que ya somos mayorcitos, ¿no? Siguen los líos: alguno de los montados, ya no se atreven a tocarlo ni en el Vaticano, para no enredar más “la cosa".
¿Será el único horizonte de la “trascendencia” el “comprometerse [los cristianos, la Iglesia] con valentía y determinación… para animar procesos que generen nuevos dinamismos en la sociedad”? Seguimos instalados en el lenguaje del mundo político: ¿de sana laicidad?
¿Tienen, estas palabras, algo que ver con la Revelación, aunque sea de refilón? ¿Contienen algún asomo, aunque sea de tamaño microscópico, con la Teología Católica? ¿Y con la Iglesia que Cristo fundó, y que, hasta no hace muchos años, aún reconocíamos; al menos en el habla?
Me da que hemos mezclado nuevamente poesía, pseudoteología y sueños… ¡Y así no hay manera! La verdad, y con absoluta sinceridad.
Hemos pasado, en la Iglesia Católica, de “dar Doctrina” a hacer poesía. De buscar, avivar y enseñar los caminos de la “vida interior” a “sueña, y cuéntalo". Y de estar anclados en “la Verdad, que es Cristo", a los programas más humanoides posibles. Y si es de la mano y bajo el amparo y gobierno de los poderes públicos, muchísimo mejor. ¡Dónde va a parar!
Si a todo este batiburrillo pseudo-místico-eclesial, se le puede seguir catalogando, dentro de las categorías propias y específicas de la Iglesia y de su Jerarquía, como “Enseñar, Gobernar y Santificar"…, pues usted mismo.
Y si el resultado de todo esto sigue siendo la Iglesia Católica… pues eso.
El problema no son los sueños, porque “los sueños, sueños son”, como dice el clásico pisando en el suelo: o sea, reconociendo el valor de la realidad, que es el primer valor en le orden intelectual y moral.
El problema es pretender que los sueños “deber ser” -lo “son", en ciertas mentes- la realidad. O que la realidad debe amoldarse y retorcerse todo lo que haga falta para acomodarse a los sueños. Creo que algo de esto estudian, catalogan y tratan los médicos.
No importa el tema. Da lo mismo que un tío diga que es tía, y/o viceversa; porque lo que a uno lo define “no debe ser", y “ya no es", lo que a uno lo especifica; o sea: ¡la matrícula! Basta mirarse al espejo; pero, hasta eso se niega, porque no coincide con “mis” sueños: los más negadores de la realidad.
Y en el plano eclesial -doctrinal, teológico, moral o pastoral-, ocurre exactamente lo mismo, desgraciadamente. Basta leer las rajadas de tantos y tantas a todos los niveles, jerárquicos o no jerárquicos. Y así se dice lo que se dice, y pasa lo que pasa. Y, me da, que no tiene muchos visos de enmienda, a día de hoy.
Maran athá!
12 comentarios
Me encantaría que tuvieses razón, Vicente. Nada me gustaría más; y lo digo de corazón. Pero, si el Papa se refiere a esas cosas que tú señalas, ¿por qué no las dice? ¿Por que dice lo que dice, y lo dice como lo dice?
Qué Dios lo.bendiga Padre!!
Por cierto, no seamos injustos. Santi es bien diferente de Pedro, Pablo, Pablito e Inés. Afortunadamente.
Soy cristiano pero me define mucho más de católico.
Y detesto a los curas, vascos o no, que justifican a los terroristas de ETA, que han vuelto a mostrar la patita y que son en gran parte culpables de mi alejamiento de la Iglesia durante mucho tiempo.
No una ONG buenista, ecologista, LGTBI, socialista y arrepentida de su pasado.
Y, sobre todo, una Iglesia que santifique con los sacramentos.
Me causa verdadera perplejidad constatar cómo, a estas alturas de la película, no parezca existir entres tantos de nuestros pastores (también entre curas de a pie) la más mínima consciencia de que estamos inmersos en una guerra espiritual de primer orden, en la que, como bien recuerda san Ignacio de Loyola, sólo hay dos banderas, sin espacios neutrales ni componendas de ningún tipo. Es una guerra a muerte, porque lo que está en juego es la Vida eterna de las almas.
Y pienso yo que no será sólo que el humo de Satanás tiene tal espesor y oscuridad que no permite ver más allá de un palmo. No, tiene que tener, además, un poderoso efecto narcotizante. Si no, no se explica estar añorando una "sana laicidad", cuando el sueño que más se ajusta a los tiempos que vivimos es ese de san Juan Bosco, profetizando las dificultades del Papa para llevar y amarrar la nave de la Iglesia a buen puerto, mientras ésta es duramente atacada por sus enemigos....
La verdad que lo que es "vena poética" no la veo por ninguna parte.
Veo más bien "empanada" por doquier, pero que no es empanada gallega, ni tampoco empanada manchega o similar, que son sabrosas y comestibles. Es simplemente empanada mental, fruto al parecer de que, como Usded apunta ligeramente, estamos confundiendo ser cristiano con ser católico que, por lo que se entiende, para muchos parece ser lo mismo, sin matices de ninguna clase.
Nada extraño en estos confusos tiempos posconciliares en lo que un católico puede ser igual de izquierdas que de derechas, abortista o provida, rosa o azul, etc., pues, según dicen, todos somos "hijos de Dios" aunque muchos no hayan sido bautizados y vivan totalmente al margen de Jesucristo a cuyo mensaje le han salido tantos intérpretes por la "necesidad de interpretar su Mensaje", visto que "in illo tempore" es sabido que no había grabadoras y nos perdimos lo que realmente nos enseño nuestro Señor Jesucristo.
¡Qué diferencias entre aquel “¡Europa, sé tu misma!”, de san Juan Pablo II, y este “¡Europa, sé tu misma!", de Fancisco.
Y qué diferencia del Mensaje original de la Virgen en Fátima y la tergiversación que hizo!
Las personas de bien quisieran saber si ya no existe una "Historia de la Salvación".
Laicización me parece más bien desacralización.
Como siempre:
¡¡¡Gracias!!! Padre Losé Luis. Nos ofrece un oasis espiritual ante tanta confusión y silencio.
in-culturizar, por eso dejamos de pensar en cristiano para pensar mundano.
Como cristianos nos vamos alejando del judaísmo en que Jesucristo se basaba para enseñarnos. Hace poco fue la fiesta de la expiación judía que recuerda el pacto de Dios con Noé, en el que le mandó calafatear el barco para no hundirse en el diluvio, que limpió la tierra de confusión y pecado. La palabra calafatear en hebreo se emplea para dar brea y para expiar la culpa. La Biblia nos recuerda los mandatos del Señor para seguirlos siempre y no caer en los mismos pecados de los que nos sacó. Estamos en un enredo de confusión del que sólo salimos con arrepentimiento y expiación.
Dejar un comentario