Una iglesia "atrasá". O eso dicen... Parte I

Qué duro se hace leer/escuchar algunas de las muchas “cosas” que, a diario, se dicen en, de y desde nuestra Santa Madre Iglesia. Que no son precisamente Jaculatorias de alabanza a Dios o a su Madre, “nuestra” Madre. ¡Qué horror, Dios mío!

Es que no se pueden decir más gordas, o más descabelladas, o más desnortadas, o más dañinas: de ir un milimetro más alla estaríamos de lleno en la mera herejía.

O quizá sí… tal como están viniendo las cosas. Aunque no me negarán que, menos de siete años atrás -nada, como quien dice, en la historia de la Iglesia más que dos veces milenaria-, eran como mínimo inconcebibles: semejantes barbaridades, ni siquiera se hubieran creído. Es más: si alguien las hubiera dicho, sus más íntimos lo hubieran llevado de urgencias al médico: por piedad y caridad cristianas, si aún se llevasen…

Pero así está el patio. Y a la espera… que se ha abierto la veda.

Una de las últimas -es posible que, dado el ritmo, ya se haya quedado “vieja"- es que la Iglesia “se ha quedado doscientos años atrás". Algo, dicho así, metafísicamente imposible: luego, si me acuerdo, explicaré por qué.

Lo había acuñado Martini, sj, en su momento -poco tiempo antes de morir, por cierto-, y se está repitiendo ahora por auténticas “gargantas profundas": esos “teólogos de rodillas” tan socorridamente a la mano para el que tenga interés, necesidad o tragaderas; o por los “nuevos profetas": aunque nadie, y menos Dios, les haya encargado decir absolutamente nada; por una razón lógica: porque no tienen NADA que decir, y menos de parte suya; o por los “pelotas de nómina” -abundantes: con máster acreditado, aunque sea haciéndose “un sánchez", incluso en alguna universidad eclesiástica-, y que no tienen otra cosa que hacer porque en su vida han hecho nada por sí mismos: han estado siempre “peloteando” para medrar o, al menos, para mantenerse en una buena nómina, que no es poco.

Martini, más rompedor cuanto más avanzaba en edad, y cuanto más parado estaba en el escalafón, decía eso; y, fiel a sí mismo, añadía: “¿Por qué no se sacude? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de valentía? Sin embargo, la Fe es el cimiento de la Iglesia. La Fe, la confianza, la valentía. […] Solo el amor vence el cansancio". Y así lo cita el papa Francisco, hacia el final de su Discurso navideño a la Curia Romana, y asimilados.

Por su cuenta y riesgo, después de citar al susodicho cardenal, cerraba la “felicitación” el Papa con este deseo: “la Navidad es la fiesta del amor de Dios por nosotros. El amor divino que inspira, dirige y corrige la transformación, y derrota el miedo humano de dejar “lo seguro” para lanzarse hacia el “misterio“. (El subrayado lo he puesto yo)

Pues qué bien y qué todo.

Pero, ¿a qué misterio se refiere el Santo Padre? ¿Al “Misterio de Belén” -¡Dios con nosotros!, dadas las fechas-, que celebramos cada Navidad con especial gozo y deslumbramiento espiritual? ¿O al “misterio de lo por venir” -si se le puede llamar así: misterio-, fruto del “cambio” propugnado reiteradamente por el Santo Padre, en permanente sintonía con los “arrodillaos"? Que las deben tener ya peladas y en carne viva, porque no paran: es que ni cambian de postura, los muy motivados. Tema, el del “cambio", que le es muy querido; aunque no acabe de decirnos claramente -la claridad no debe ser uno de sus muchos dones- por qué y para qué lo necesita la Iglesia. Mucho menos cómo se gestiona y se procesa, sin reducirla a la nada más inoperante y más insignificante. Como está ocurriendo.

Da la impresión de que los tiros van más por este último “misterio", que es lo más “misterioso” de que son capaces algunas mentes de nuestros jerarcas más encumbrados. Aunque parece que para ellos no es nigún misterio hacia dónde quieren ir… y llevarnos. ¡Al huerto más próximo!, en expresión castiza.

Y no lo digo por decir. Recojo un par de “perlitas” de sendos de estos jerarcas “arrodillaos".

Cardenal Marx: Es lícito bendecir las uniones homosexuales; como “detalle pastoral", por supuesto. Y, antes que él, otro de sus colegas aprobaba otro “detallito” también pastoral: cogerle la mano al que la está palmando porque se está suicidando a domicilio con el kit completo de autoayuda. Y menos mal que se queda en la mano…

O sea: la gente no llama ya al cura -¡ni muriéndose!- para la Unición de Enfermos y el Viático, ¿y lo va a llamar para que les coja de la manita? ¡Estos que están ya sin rodillas o son marcianos de origen, o no saben de pastoral ni lo que está en los libros! Claro, como no han tenido tiempo ni de ojearlos…, y sueltan lo primero que se les ocurre, por si cuela. O para colarla.

Como pasa en todas partes, siempre salen los “intérpretes autorizados” de las más oscuritas o menos favorecidas mentes, para explicárnoslo todo al resto de los mortales, que no damos la talla. También para cubrir las lagunas o pocos alcances de sus autores que, por eso precisamente, necesitan “traducción": simultánea, o más tardía.

Y aquí brilla con luz propia nuestro ínclito cardenal Omella, arzobispo ni más ni menos que de Barcelona, que se larga lo siguiente: “En el camino que el Papa ha trazado, teología y pastoral son las dos caras de una misma moneda”. O sea: son la misma moneda, simpliciter.

¿Veis?, a Omella se le entiende. No lo dice por decir -no es cosecha propia-, sino amparado en expresiones del mismo Sumo Pontífice. Pero saca las debidas conclusiones. Lineales: no va a haber separación o distinción entre pastoral y teología. Algo a lo que, en estos últimos años, nos han ido acostumbrando desde Roma. Y, desde allí, en otras muchas partes.

Y esto, ¿por qué? ¿A qué viene? ¿Para qué sirve? Supuesto que sirva para algo y que no sea una patochada más. La expresión en sí misma significa que Teología y Pastoral deben ir de la mano. Pero, para las mentes retorcidas que nos gobiernan, por lo civil o por lo eclesiástico, lo que “debería ser” NO ES, sino que es exactamente lo contrario de lo que las palabras significan por si.

Todo viene enmarcado -y tergiversado- en aquello tan  sencillo de que “la doctrina no se toca". Y, ¿por qué no se toca?

Primero y quizá, porque se desconoce; o, conociéndola, se la quiere apartar de facto… Y esto es mayor delito, lógico.

En segundo lugar, para “no enredar": que las “ideas” las carga el diablo: todas las herejías están ahí, en pretender “cambiar” la Doctrina acuñada en la Revelación Divina y resellada por el Magisterio y la Tradición.

Por eso se acuñó lo de que “la doctrina no se toca". Y también para no alarmar a los buenistas, y puedan seguir echándose la siesta tan ricamente, agradeciendo al Señor estos pequeños placeres que, y más a ciertas edades, tanto se agradecen. 

Por tanto, ¿por dónde meter -"doblada": perdón por la expresión- el “cambio” y que no lo parezca, o que acalle las disputas, que tambien las carga el diablo? Por la “pastoral": la famosa “praxis", en la terminología de la TL, marxista, y condenada, antes y despues, por el Magisterio. Lo digo para los de la siesta, por si les ayuda a despabilarse…

Así se pretenden cambiar las cosas en la Iglesia: por la “gatera” de la “pastoral": que es -¡debería ser!- la APLICACIÓN PRÁCTICA de la Doctrina en el torrente circulatorio de la propia Iglesia y de sus fieles. Y no lo digo como simple “opinión” sino con absilura certeza:¡ahí están los dichos y los hechos!

Una Pastoral que NACE -debe nacer si quiere serlo realmente- de la “trilogía": Teología, Magisterio y Tradición que se hacen, en la Iglesia Católica, dentro de la REVELACIÓN y a su servicio. Fuera de aquí, yéndo por libre, la pastoral se vuelve LOCA: como una nave sin la “aguja de marear"; es decir, sin la aguja de “andar por la mar", y poder llegar, señalado por ella, a buen puerto. Para estrellarse no hace niguna falta la tal aguja: basta la gilipollez y la maldad que siempre van juntas aunque no se admita.

¿Por qué pasa esto? Porque gran parte de la Jerarquía Católica, en la NEOTRADICIÓN que nace y se fundmenta en/con el CV II, y uno de sus mantras de partida, “dialogar con el mundo", ha asumido los usos, modos y maneras del “mundo” -despojado de un plumazo del carácter “mortal” de la “trilogía” joánica que, sin vacilaciòn alguna, denunciaba los verdaderos males para la Salvación, el Mundo, el Demonio y la Carne-, hasta el punto de caer, lo quiera o no, en sus mismas corrupciones.

Y claro: el “mundo” es bueno, el “demonio” no existe, y la “carne” es un chollo, especialmente la más tierna.

Pero todo esto no un “cambio", aunque se le llama así malamente. Esto, para la gente del pueblo, siempre ha sido ¡DAR el CAMBIAZO! Que me da que no es exactamente lo mismo, sino todo lo contrario: por si alguno no lo ha pillado.

Sí, en la Iglesia Católica, una corriente asentada y con medios, empezando por los económicos, nos quiere dar el cambiazo. Y presentan al Papa como su banderín oficial de enganche. Con razón o sin ella; que ahora no voy a entrar…

Hay que rezar y hay que espabilar. O se nos llevará la corriente, que es muy fuerte: va de crecida.

Pero, por mucho que lo pretendan, nunca podrán ahogar la Palabra de Dios: “El que persevere hasta el fin, se salvará". De hecho, nunca nadie lo ha conseguido: lo del “ahogar". Y no será por no haberlo intentado…

Tampoco ahora lo conseguirán. De la mano de Jesús y de la mano de la Virgen María, ¡nos llamaremos vencedores!