"Servir a la Iglesia como Ella quiere ser servida".
Así hablaba y escribía san Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei. Y lo escribía para consumo interno y externo: para todos; porque, en el Opus Dei -”cristianos corrientes en medio del mundo“: perfecta descripción que de los miembros de la Obra hace el propio Fundador-, se tienen los mismos afanes que los demás católicos; solo que, como escribió san Juan Pablo II, “se esfuerzan en llevarlo a la práctica”. Y esto sí ha marcado, y debería seguir marcando, la “diferencia". Modestamente, claro, porque todo es don de Dios.
¿Qué significa “servir a la Iglesia como Ella quiere ser servida“? Para un católico -para un hijo de Dios en su Iglesia- debería significarlo TODO. Ya… pero, más en concreto, ¿qué? Pues vamos a verlo.
En primer lugar, significa que, sin la Iglesia, nuestro encuentro con el Señor se nos hace imposible: el que crea se salvará, el que no crea se condenará . Por eso nos mandó Jesús bautizar a todos: porque en el Bautismo recibimos la Fe, como primera y fecunda Virtud Teologal -y tras ella, la Esperanza y la Caridad-, sin la que NADA nos puede llegar de Dios. Y esto se realiza y se hace y se vive en la Iglesia.
En segundo lugar, que la Iglesia Católica es “nuestra casa común": común, no solo entre nosotros, sus hijos, sino y en primer lugar, entre cada uno de nosotros y Dios mismo: por ser la Casa de Dios es “nuestra” casa, porque “a esa familia pertenecemos” -sigo citando a san Josemaría-; es la “casa” a la que Dios nos ha traído como primicia del Cielo, “nuestra” casa definitiva: la casa de Dios.
En tercer lugar, que la Iglesia Católica es “nuestra Madre”: en su seno materno nacemos hijos de Dios; en su seno somos alimentados, de su misma vida vivimos y en ella crecemos; finalmente, en su seno “morimos", en Dios y para Dios; es decir, NACEMOS -renacemos, resucitamos- a la Vida Eterna.
En cuarto lugar, que, exactamente y para un católico, “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Esta es una verdad absoluta, que no admite excepción. Insisto: para un católico, para uno que ha recibido el Bautismo.
Por todas estas cosas, y más que podríamos añadir, hemos de AMAR a la Iglesia por encima de nosotros mismos: después del amor a Dios y a la Virgen María, en nuestro corazón tiene que estar la IGLESIA.
Como es lógico, sin estar unidos al Papa, sea quien sea, no podemos estar unidos a la Iglesia -de la que es su Cabeza visible-, ni podemos estar unidos a Dios. Como acuñaron los Santos Padres con todo su sentido sobrenatural: ubi Petrus, ibi Ecclesia, ibi Deus! Y esto también es de un valor absoluto. Lo mismo que nuestra adhesión a los obispos, cabezas visibles de la Iglesia Católica en cada Diócesis.
Ahora bien: ¿qué pasa cuando un obispo no está en comunión con el Papa? No se le puede seguir: ni agua. Porque un obispo lo es en la medida de su unión con el Papa. ¿Y cuando un sacerdote no está en comunión con su obispo? Exactamente igual: ni agua. Y por la misma razón.
¿Es esto extrapolable a nuestra relacion de hijos con el Santo Padre en la Iglesia? Sí, y con total seguridad: si un Papa se separase de Cristo -y no es un supuesto hipotético, pues ya se ha dado en la Iglesia, y ha tenido que venir otro Papa y poner las cosas en su sitio; también en relacion con Concilios o Sínodos que se habían pasado de frenada-, no se le podría seguir.
Porque, una vez elegido válidamente por los electores, un Papa lo es en esa misma medida: en la medida en que encarna aquello de Jesús: tú eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia. Y sólo en esta medida: si edifica su Iglesia. Este también es el marco, cierto, seguro y válido de aquellas otras palabras de Jesús: Lo que atares en la tierra quedará atado en el Cielo; y lo que desatares en la tierra quedará desatado en el Cielo. Y solo en este horizonte.
Por tanto, siempre hemos de saber de qué estamos hablando: para “no coger el rábano por las hojas", o no quedarnos en palabrería vana y sin sentido; o para que nadie, del signo que sea y con la intención que sea, “nos dé gato por liebre"; o para no usar palabras fuera de su texto y contexto: así, por ejemplo, no se puede hablar “en católico” de “matrimonio” cuando estamos hablando de un mero “arrejuntamiento sexual bajo el mimso techo", por duradero que pueda ser, o parecerlo, y sean los sentimientos que sean los que hayan llevado a esa situación.
Por eso, un Papa -tampoco ningún obispo, sacerdote, religioso o laico- no puede hacer “lo que quiera", sino “lo que DIOS quiera, y la Iglesia necesite”. Un Papa es el primero que obedece en la Iglesia: a Dios, y a la misma Iglesia. Es el que tiene, en la Iglesia, el camino más estrecho, es el que ha de entrar por la puerta más angosta: no es un Jefe de Estado al uso y abuso. Y si se saliese de este marco, se estaría saliendo de su función y misión. Y, en esa medida y en esas cosas, no se le podría hacer ni caso.
He encontrado estas palabra de san Josemaría que no solo ilustran perfectamente, adelantándose una vez mas a su tiempo -los Santos “tienen la vista larga” y “saben trigonometría"-, la situación actual, sino que nos sitúan -desde y para Dios- en la realidad de las cosas, y nos señalan también el remedio:
Pero, ¿qué es la Iglesia? ¿Dónde está la Iglesia? Muchos cristianos, aturdidos y desorientados, no reciben respuesta segura a estas preguntas, y llegan quizá a pensar que aquellas que el Magisterio ha formulado por siglos -y que los buenos Catecismos proponían con esencial precisión y sencillez- han quedado superadas y han de ser sustituidas por otras nuevas. Una serie de hechos y de dificultades parecen haberse dado cita, para ensombrecer el rostro limpio de la Iglesia. Unos sostienen: la Iglesia está aquí, en el afán por acomodarse a lo que llaman tiempos modernos. Otros gritan: la Iglesia no es más que el ansia de solidaridad de los hombres; debemos cambiarla de acuerdo con las circunstancias actuales.
Es impresionante la actualidad y el exacto profetismo que destilan estas palabras: están escritas hace ya casi cincuenta años, o sin casi. Sobrecogen, espiritualmente hablando. Pero así son los Santos. Y estas cosas tienen los Santos.
Pero no se queda solo en esto: ahora -y sigo con él-, la Esperanza en Dios:
Se equivocan. La Iglesia, hoy, es la misma que fundó Cristo, y no puede ser otra. Los Apóstoles y sus sucesores son vicarios de Dios para el régimen de la Iglesia, fundamentada en la Fe y en los Sacramentos de la Fe. Y así como no es lícito establecer otra Iglesia, tampoco pueden transmitir otra Fe ni instituir otros Sacramentos; sino que, por los Sacramentos que brotaron del costado de Cristo pendiente en la Cruz, ha sido construida la Iglesia.
Finalmente, la seguridad:
La Iglesia ha de ser reconocida por aquellas cuatro notas, que se expresan en la Confesión de Fe de uno de los primeros Concilios (…): Una sola Iglesia, Santa, Católica y Apostólica. (…), la que nuestro Salvador, después de su Resurrección, entregó a Pedro para que la apacentara, encargándole a él y a los otros Apóstoles que la difundieran y la gobernaran, y que erigió para siempre como columna y fundamento de la Verdad.
Este es exactamente el marco en el que tienen y mantienen todo su sentido expresiones como: “el Papa es el Papa", “lo ha dicho el Papa"; y otras por el estilo. Lo mismo vale para los obispos y los sacerdotes, y para toda la Jerarquía.
Pero estas frases solo tienen sentido cuando estamos hablando de que, lo que dicen o hacen los miembros de la Jerarquía, es ORTODOXO. ¡Si no, NO! Y esto lo dejó meridianamente claro el Concilio Vaticano I. Porque “no podemos ser más papistas que el papa", como reza el dicho.
Por esto, y por mucho que nos pueda doler, no podemos “inventarnos” un Papa, un obispo, un sacerdote o una iglesia -"la nueva iglesia", repiten de concierto y ya también cansina y machaconamente, a ver si consiguen que alguien se lo crea-, obviando lo que hacen y dicen “exactamente y en concreto” cada uno:
Caridad, en la Iglesia Católica, no es ocultar lo que no nos gusta, o lo que “no nos conviene", o lo que va contra la Escritura Santa, y contra la Doctrina y el Magisterio perenne de la Iglesia.Y tampoco eso es ni puede ser Unión u obediencia. Es mero SERVILISMO, o algo peor: que pregunten a todos los que veían al rey desnudo por qué callaban; que no era precisamente por verlo “bien vestidito y bien compuesto".
La propia CONCIENCIA, en la Iglesia Católica, NUNCA es un CHEQUE en BLANCO a favor de NADIE, sea quien sea. Y esto lo enseña el Señor: el que tenga ojos, que vea; el que tenga oídos, que oiga; y el que tenga entendimiento, que entienda.
Por su parte, hasta la misma Iglesia enseña que: ab interius, nemo iudicat: nadie tiene derecho a juzgar la conciencia -las intenciones- de nadie. Por esto, nadie está obligado a entregar su propia conciencia a nadie, por muy “superior” que sea, o por muy encumbrado que esté en la Jerarquía. Porque nadie puede abdicar de su conciencia.
Así lo entiende y, fiel a su misión y a su lugar en la Iglesia, así lo dice públicamente -con dolor de corazón indudablemente, pero para bien de la misma Iglesia y de las almas todas-, el cardenal Burke: “Se ha producido un colapso de la autoridad magisterial central del Romano Pontífice”. “Se ha negado a ejercer su función de enseñanza y gobierno".
Y, por lo mismo, vale para todos los obispos, sacerdotes y superiores de órdenes y congregaciones que, en el mejor de los casos, callan… porque otorgan: lo pretendan o no. El mismo Señor lo denunció expresamente: el que no está conmigo está contra Mi.
Por tanto, un miembro de la Jerarquía no puede permitirse el lujo de “oír, ver y callar". Su misión es triple: enseñar, gobernar y santificar. “Callar” o “verlas pasar” como se ve una peli, no está contemplado.
Exactamente esto, hablar, denunciar -la “denuncia” en orden y servicio a la Verdad, es profética-, es Caridad. Y es Fidelidad. Porque es auténtica “Diaconía de la Verdad", en la que otro cardenal, Joseph Ratzinger, luego Benedicto XVI, situaba a la Iglesia. De la Verdad de Dios, que es la Verdad de la Iglesia. Y ni Ella ni nosotros podemos tener otra. Tampoco queremos: entre Dios y los “dioses", y entre “la” Iglesia Católica y los demás sucedános, todavia hay clases…
Fuera de esta “Diaconía de la Verdad", no hay Verdad, aunque uno se crea que, callando o desvirtuando o corrompiendo, hace el mejor servicio a la iglesia y a las almas. Pero, además del escándalo que provoca, se equivoca absoluta, trágica y penosamente.
Y nada de esto es católico, lo diga quien lo diga. Y, cuanto más alto esté, menos católico. Por la fuerza de lo que las cosas SON.
A seguir rezando: lo espera y lo desea “nuestro” Jesús, nuestro Dios y Señor.
19 comentarios
Volvamos a beber de esa santa fuente. Pongamos seso también, para no desvirtuar las cosas. Y oremos mucho!.
Rezo por Ud.
Porque, una vez elegido válidamente por los electores, un Papa lo es en esa misma medida: en la medida en que encarna aquello de Jesús: tú eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia. Y sólo en esta medida: si edifica su Iglesia.Hoy he aprendido algo; muchas gracias Padre y Dios lo bendiga por su valentía y por alumbrar en estos tiempos de oscuridad.
Así es el Papa Francisco para un verdadero hijo suyo que sabe que el padre es un don de Dios y, por tanto, que no se elige: Da pena, avergüenza e incluso escandaliza. Ojalá esa vergüenza se pudiese tapar con una misericorde capa de Noé pero sería una falsa misericordia.
Sólo queda amarle como padre, viceCristo en la tierra, y rezar por su santidad. Francisco pasará , la Iglesia no.
ypor mostrarnos El Camino por el que se llega A La Vida Eterna. Usted es sacerdote por siempre. Rezo por Usted. Por pura Caridad rece por toda mi familia.
Arzobispo Fulton Scheen: de la verdadera Iglesia surgirá la falsa iglesia del anticristo.
Ana Catalina Enmerich: Ví una gran oposición entre dos papas.
¿Cuando ocurrirá dicho cisma?
Cuando sean eliminadas las palabras de la consagración.
*Documento del conflicto a la comunión-Conmemoración conjunta luterano-católica romana de la reforma en el 2017. Página 72 nº. 154. Acuerdan eliminar el concepto de la terminología “transustanciación”, por lo tanto ya no habrá consagración, no habrá presencia real de Cristo. ESTA ES LA MAYOR DE LAS ABOMINACIONES.
www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/lutheran-fed-docs/rc_pc_chrstuni_doc_2013_dal-conflitto-alla-comunione
*Daniel 9,27: “A la mitad de la semana HARÁ CESAR EL SACRIFICIO Y LA OFRENDA”. Daniel-Capítulos 8-9-11 y 12.
S. Escrivá de Balaguer: Si se le quita la Transubstanciación a la Misa...Esta palabra es de una importancia capital, porque al suprimirla se omite la presencia real y deja por tanto de haber Víctima. No dejes de emplear dicha palabra.
Non Nobis
¿Es lícito obedecer y someterme siempre al magisterio de Francisco?
La respuesta está en el artículo; x eso no h contestado nada al respecto
¿Puede un católico desobedecer al Papa?
¿Puede el Papa enseñar el error?Evidentemente no leíste el artículo, porque el Padre respondió esos cuestionamientos de una manera notable. Pero ante tu reiterada pregunta, te contesto:
¿Puede un católico desobedecer al Papa?
1) Sí, el Papa puede enseñar un error. El único magisterio protegido por el Espíritu Santo es el magisterio extraordinario, cuando un Papa se expide ex-cathedra. En todos los demás casos un Papa puede equivocarse como cualquier hijo de vecino y enseñar un error. Ya ha pasado en la historia de la Iglesia. El Papa Virgilio quiso imponer la herejía monofisista y fue resistido practicamente por todos los obispos y cardenales de occidente. El Papa Honorio I fue declarado hereje por TRES CONCILIOS por su débil defensa de la fe frente a la herejía monotelista. Y el Papa Juan XXII quiso imponer su particular doctrina respecto de la "visión beatífica" (en realidad una herejía) y se arrepintió de ello en su lecho de muerte, un día antes de fallecer. Así que, SÍ, un Papa puede enseñar un error (ya pasó y puede volver a pasar).
2) Un católico puede desobedecer al Papa. El Padre Aberasturi lo expuso de una manera brillante, utilizando —entre otros argumentos— a Mateo 16:18-19 (es la primera vez que veo utilizar a ese pasaje del Evangelio para enmarcar nuestra obediencia a un Papa). Es más, se tiene que desobedecer al Papa si lo que el Papa dice es contrario a las Escrituras, la Tradición y el Magisterio bimilenario de la Iglesia (como hicieron los obispos y cardenales con el Papa Virgilio y con el Papa Juan XXII sin que por ello dejaran de ser católicos). Y al respecto dice Santo Tomás de Aquino:
El hombre sólo está obligado a obedecer a Dios interna y externamente, mientras que la obediencia hacia los superiores eclesiásticos y civiles está meramente condicionada por su propia autoridad sobre la comunidad que dirigen y por la que deben responder ante Dios. Esto es por lo que puede ser necesario rechazar en conciencia obedecer una orden concreta, sin poner en duda la institución de los superiores eclesiásticos.Todo eso que dijo Santo Tomás, está expuesto en el artículo del Padre Aberasturi y lo sabrías si te hubieras tomado la molestia de leerlo.
—Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica II-II q. 104 a. 5.
Cuando San Pablo se opuso cara a cara a San Pedro - que era claramente su superior en la jerarquía - no fue una «correctio fraterna» en el ámbito privado, sino más bien una defensa pública de la fe en su plenitud y a la luz de sus consecuencias internas y externas. Por lo tanto, en cuanto se refiere a la defensa de la fe, todos apóstoles y obispos, tenemos las mismas responsabilidades, el mismo San Pablo pudo, como apóstol, corregir públicamente al apóstol San Pedro, al mismo nivel, sin poner en duda su cargo, que le fue confiado a él por Cristo en persona.
—Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica II-II q. 33 a. 4.
«Creerse en todo mejor que su superior parece presuntuosa soberbia; pensar, en cambio, que es mejor en algo no tiene nada de presunción, ya que en esta vida no hay nadie sin defecto. Pero hay que tener en cuenta también que quien amonesta con caridad a su superior, no por eso se considera mejor, sino que va en auxilio de quien está en un peligro tanto mayor cuanto más alto puesto ocupa».
—Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, II-II, q. 33 a. 4.
Y siga así, por favor.
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Tanto luteranos como católicos pueden afirmar en conjunto la presencia real de Jesucristo en la Cena del Señor: «En el sacramento de la Cena del Señor, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, está presente total y enteramente, con su cuerpo y su sangre, bajo los signos del pan y del vino» (Eucaristía 16). Esta declaración en común afirma todos los elementos esenciales de la fe en la presencia eucarística de Jesucristo sin adoptar la terminología conceptual de «transus-tanciación». De esta forma, católicos y luteranos entienden que «el Señor exaltado está presente en la Cena del Señor, en el cuerpo y la sangre que él ofreció, con su divinidad y su humanidad, mediante la palabra de promesa, en los dones del pan y del vino, en el poder del Espíritu Santo, para su recepción mediante la congregación».
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Dónde está la "trampa"?
Gracias
Exactamente en lo q has citado.
Que santa Lucía t conserve las meninges y demás adminículos.
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