"...una inyección intravenosa en el torrente circulatorio de la Sociedad"
Así describía al Opus Dei san Josemaría, su Fundador por inspiración divina. Precisamente, el pasado 2 de octubre, si no me equivoco, se cumplían 91 años de tal suceso sobrenatural: el Opus Dei venía a ser como “una inyección intravenosa en el corriente circulatorio de la sociedad".
Descripción que, con otras palabras y a modo de parábola -lo mismo que esta-, está perfectamente en línea con lo que los Santos Padres habían acuñado para la Iglesia: venía a ser, era, “el alma de la sociedad".
En ambas locuciones está encerrada la misma idea: tanto la Iglesia como, en su medida y nivel, el Opus Dei, han sido queridos por Dios para que Él llegue -la Vida divina en su plenitud de Amor y Gracia- a las almas todas y a toda sociedad hecha, precisamente, por hombres y para los hombres. Porque sin Dios -sin la Iglesia, y el Opus Dei es una parte de Ella- la Sociedad -toda empresa humana-está literalmente MUERTA. Un cuerpo sin alma, sin vida, es un cuerpo muerto, y queda abocado a la corrupción.
Exactamente esto es lo que, de un modo tan increiblemente patético es lo que estamos viendo en la Iglesia Católica: en lugar de “vivificar", por ser vivificante desde su mismo origen, se ha convertido en una pseudo maquinaria superflua, sin influjo alguno, mortecina… y casi casi agonizante. Basta mirar el “tórrido” espectáculo del Vaticano estos días, o contemplar tantas iglesia vacías casi todo el día, o el cierre inmisericorde de tantas y tantas casas religiosas y tantos conventos…¿Cómo se ha llegado a esto? Pues ha sido Ella misma, desde su miembros más encumbrados, la que se ha metido en este berenjenal. Ha habido excepciones: por ejemplo, con san Juan Pablo II y con Benedicto XVI: pero sus esfuerzos, que les llevó a agotarse en la tarea, no alcanzaron lo que pretendieron, porque nadie gobierna solo en la Iglesia. Pero lo intentaron, y muchísimo evitaron, hasta el punto de que, por ejemplo y a nivel mundial, no se había conocido tal reconocimiento de la Iglesia Católica desde hacía siglos.
Pero, ¿por qué llegó a dar ese paso? ¿Cómo? Porque RENUNCIÓ, de propósito y con un neto sentido del “borrón y cuenta nueva” y para comenzar a construir UNA NUEVA IGLESIA -así se lo propuso, y así lo ha llevado a cabo desde el mismo inicio del Concilio Vaticano II-, a su papel fundacional: ser SAL, ser LUZ, ser LEVADURA que HACE FERMENTAR TODA LA MASA.
De las almas todas, en primer lugar y de modo directo: Id por todo el mundo, predicad el Evangelio, bautizad, perdonad los pecados… Y, como consecuencia lógica, humana y sobrenaturalmente hablando, de las sociedades que construyen los hombres, empezando por la sociedad familiar,.que es la célula primordial de la misma.
A unos, les ha parecido que la Iglesia ha tardado demasiado en llevarlo a cabo; y, de hecho, habían perdido la esperanza de verlo realizado algún día; a otros, les ha parecido que ha sido un “visto y no visto"; y, desde luego, para lo que es la edad de una persona, casi ha sido así: no ha tardado casi nada.
El camino estaba trazado: El “diálogo con el mundo", de igual a igual, pasando por “con un lenguaje que entienda la gente", hasta llegar a “desconfiar” de la Verdad que Dios nos había entregado para nuestra Salvación en su Hijo Jesucristo; así se acabó rechazando esa misma Salvación de Cristo con su Pasión y Cruz, hasta el punto de negar la propia divinidad de Jesúcristo. Y nuestra condición de Hijos.
De este modo, con ese curriculum alumbrado en y desde la misma Iglesia en sus cenáculos más oscuros y tortuosos, la Iglesia, para tantísima gente, ciudadanos católicos de países de más que milenaria tradición católica, ¿para qué les sirve? No les llega, no les dice ya nada: porque lo que lleva años diciéndoles no les ha servido para nada.
De hecho, no les ha servido ni para defenderse de lo que, como era previsible, se les ha venido encima. ¿Datos? Están publicados por los medios de comunicación que aún les interesan estos temas, aunque sea muy de pasada o muy hipócritamente; a la vez han sido ninguneados por los demás, que son la mayoría.
Pero ahí están: niños con 12 años -ha leído muy bien: 12 años- ENGANCHADOS YA a las drogas, a la pornografía, al alcohol, al sexo… todo mezclado y prácticament a la vez, porque son eslabones que no van nunca sueltos ni por libre.
El resumen de todo esto: PAISES ENTEROS DESCRISTIANIZADOS. O sea: más paganos que las vacas.
¿De qué podemos extrañarnos a estas alturas de la peli? Ni de los títulos, ni del guión, ni de los decorados, ni de las interpretaciones…, ni siquiera de la música. TODO HA SIDO PÉSIMO.
Y esto se ha hecho a conciencia, por unos; sin saber por dónde les daban y, por tanto, sin saber qué hacer, otros; callados como muertos, muchos más; y sin querer implicarse, dejando las ovejas “a la buena de Dios"; como auténticos mercenarios profesionales, una inmensa mayoría. Solo una minoría ha intentado y sigue intentando ser Pastores segú el Corazón de Cristo. Pero son muy pocos, a día de hoy. El silencio parece más el de un campo de concentración que el de un ambiente vivo y con ganas de “dar guerra".
¿Cómo puede un obispo llamarse siquiera católico, después de abogar en público y con publicidad, delante del propio Papa y pretendiendo que propone algo positivo dentro de un sínodo de la Iglesia Católica, abogando, repito, por el sacerdocio “femenino", obviando que es “un tema cerrado en la Iglesia"?
Pequeño “detallito” lo de “caso cerrado"; que, quizá la edad, le ha llevado a decir lo que ha dicho aunque a lo mejor no quería decir lo que parece que ha dicho, o no le hemos entendido bien lo que sí ha dicho, pero que no es lo que decimos que ha dicho. Bueno, no le hemos entendido ni bien ni mal, a lo que parece. Es más: da la impresión de que ni el propio Papa le ha oído siquiera.
O volvemos al camino de donde no debimos salirnos, ahora sí que pidiendo perdón por culpas personales ciertas, reales, con nombres y apellidos, que han traído esta desolación, o se nos podrán aplicar, especialmente a los miembros más encumbrados, aquello de san Agustín: bene curris, sed extra viam!
Y, la verdad: para ese viaje… Que, además, ya sabemos donde va, porque ya estamos ahí: a la muerte pelá.
Vamos a rezar, fuerte, fuerte. Nos hace tanto bien…
11 comentarios
El problema de la Iglesia en España es que depende de la X y de las subvenciones que recibe del Estado porque con lo que recauda no le llega. Y se ha convertido en una Iglesia secularizada, dependiente del mundo por lo que no atrae.
Con las ordenes religiosas sucede un poco lo mismo. Además el voto de pobreza se ha convertido en algo simbólico porque la realidad es otra. Aunque es una generalización de mi parte, ya que hay congregaciones religiosas que dependen del banco de alimentos y demás para subsistir como muchas familias españolas.
El futuro de la Iglesia pasa por convertirse en una Iglesia pobre, de mínimos como ya predijo en su momento el papa emérito Benedicto XVI pero con una fe más profunda, real y no tan superficial.
Es necesario fomentar la formación en las parroquias y crear una cultura evangelizadora y de discernimiento espiritual así como acompañamiento de las propias familias cristianas.
Usted padre le arrea donde más duele: proclamar las verdades de la fé con una sonrisa.
La idolatría es un pecado muy grave, así lo ha dicho el cardenal Müller.
Catecismo 2112.
Non Nobis.
Si Padre: el único consuelo:
Rezar fuerte, fuerte, sin cansancio y sin descanso...
Veinte viejas, tres ancianos, un joven despistado...pues bien, todos somos soldados de Cristo y estamos aquí para que sea notorio que no hay nada que hacer, que no somos nadie y que, precisamente por eso, el Señor no nos va a dejar.
Hermosos tiempos, se lo digo en serio. Nuevamente hemos sido escogidos lo peor de la tierra. Y ya sabe para qué.
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