La Conferencia Episcopal Peruana (y otras parecidas)

Hace unos días el obispo de Arequipa publicaba para sus fieles una nota con motivo de las próximas elecciones en el país. Decía -rotundo- que votar a favor del aborto y del “matrimonio” homosexual era un pecado “mortal".

Le faltó tiempo a la CEP (Conferencia Episcopal Peruana) para salir al paso de tamaño “atrevimiento” por parte de dicho obispo, hermano suyo en el episcopado, por cierto. Y quiseron desautorizarlo remitiéndose a una nota anterior de la susodicha Conferencia, en la que daban una lista de líneas de conciencia que debían seguir los ciudadanos a la hora de emitir su voto: hacerlo en conciencia, optar por candidatos que defiendiesen la vida, el bien común y el bien social, que no estuviesen salpicados de corrupción, etc.

Es decir: señalan lo mismo que el señor obispo, hermano suyo; pero, eso sí, obvian la palabra “pecado”. Han hecho de la pusilanimidad su “modus docendi” -si a eso, tal como están las cosas, se le puede llamar “enseñar"-, y su “modus vivendi": “calladitos estáis mejor”, que es lo que les dice la progrez a los obispos, un día sí y otro también. Y ellos, a callar: ni molestar, ni molestarse: ¿para qué?.

Claro que por lo menos han hablado; y lo que han dicho, aún siendo tan “cortito", tan “apocadito", tan “nadita", por lo menos es algo. En España, y con el mismo motivo -las elecciones-, nuestros obispos en comandita bajo el paraguas de la CEE, ni se molestaron en decir nada. Sólo dos o tres, a título particular -como ha hecho valientemente el de Arequipa, en defensa del vivir “en católico” de sus “ovejas”-, dijeron públicamente que un católico, en conciencia, no podía votar a ningno de los partidos políticos al uso en nuestro país.

Por cierto, “no poder votar en conciencia” para un católico significa, exactamente, que si se vota en contra de la propia conciencia, formada rectamente en la Fe y en la Doctrina católicas, es un pecado grave; o sea, un pecado mortal.

¿Por qué? Porque es amparar con el propio voto -es decir, con la propia colaboración directa- el aborto, el divorcio, la eutanasia, el “matrimonio imposible", el desmadre social, la corrupción en general y de las conciencias en particular, etc.

Y ya que estamos con las Conferencias Episcopales: en mi opinión, han sido un intento bienintencionado -por parte de la Iglesia- de fomentar la colegialidad y la comunión entre los obispos. Había motivos, para montarlas. Pero, desgraciadamente, y los ejemplos traídos a colación -la peruana y la española, más otros muchos casos que podrían aducirse- son un ejemplo palpable de que el intento ha fracasado. Y habrá que replantearse el asunto por quien corresponda, pues es muy grave.

En la mayoría de los casos -las excepciones de obispos que hablan en nombre propio, aun cuando la Conferencia de la que forman parte haya dicho lo que haya dicho, son muy, muy minoritarias-, se han convertido en un rebajar todo lo rebajable -y también lo no rebajable- en orden y finalidad de un “consenso” que ha de ser necesariamente de mínimos. Y, necesariamente, no “cubre” ni “soluciona” ningún problema “real” de ninguna Diócesis.

Bajo ese “consenso” se refugian mediocridades episcopales, ausencias, dejación de deberes, irresponsabilidad personal en el gobierno de las diócesis…, cuando no abandono de las ovejas, “dejando el futuro de los españoles” en manos de los políticos y de los partidos. Más claro no lo pudieron decir Blázquez ni Sebastián: yo me limito a reproducirlo.

Por cierto, que cuando se crearon las Conferencias Episcopales, lo primero que dejó claro el Vaticano fue que la responsabilidad del gobierno de las Diócesis seguía siendo deber exclusivo de sus titulares, los obispos.

Me da que a muchos se les ha olvidado, o esa parte no la leyeron. Las prisas, ya saben.

13 comentarios

  
Ricardo de Argentina
"Por cierto, que cuando se crearon las Conferencias Episcopales, lo primero que dejó claro el Vaticano fue que la responsabilidad del gobierno de las Diócesis seguía siendo deber exclusivo de sus titulares, los obispos.Me da que a muchos se les ha olvidado, o esa parte no la leyeron. Las prisas, ya saben."
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Pues parece que ahora hasta en el mismísimo Vaticano andan de prisas.
Cuando no hace mucho tiempo se defenestró al entonces obispo de Cuidad del Este Mons. Livieres, el argumento de más peso en su acusación era que ¡¡no estaba en comunión con sus hermanos del episcopado!!
Las prisas, ya saben.
Bueno sería saber el porqué de tantas prisas.
Al conocer la medida, el obispo defenestrado le recordó al Papa Francisco que iba a tener que rendir cuenta ante Dios de tal decisión.
Cosa por demás de obvia, que no sólo el Papa sino todos de él para abajo por nuestras obras de acción y de omisión. Pero no obstante hubo quienes se molestaron y se escandalizaron por los dichos del obispo saliente.
Allá ellos.
05/04/16 8:41 PM
  
José Luis Aberasturi
Para Ricardo:
Muy bien traído lo de mons. Livieres. Me acordé de su caso: al final, no lo puse en la lista de ejemplos desastrosos del "modus operandi" de las Conferencias Episcopales que tantos desgarros y descosidos están trayendo a la Iglesia en general y a las almas en particular: también a los de los mismos obispos. Lo que sobran son ejemplos. Pero el de mons. Livieres se me hizo especialmente penoso porque lo conocí personalmente.
Por cierto: el cardenal de Lima, mons. Cipriani, y otro obispo más, han salido en defensa pública de la postura y de la pastoral del obispo peruano orillado por su propia CEP. Como pasó, exactamente, con Livieres, que fue, además, acusado ante el Vaticano; y no quisieron ni recibirle cuando se personó en Roma.
05/04/16 10:03 PM
  
Trabucaire
Gracias a Dios que el este Obispo tiene el apoyo del Cardenal Cipriani que dicho sea de paso es lo mejor por goleada, que hay en toda Hispanoamerica.
06/04/16 1:03 AM
  
David Quiroa
¿Cómo puede ser pecado (y mortal, además) algo que hacemos forzados y en contra de nuestra voluntad?

El voto lo emitimos por obligación -en muchos países- y cuando no estamos legalmente forzados a hacerlo, se nos obliga a elegir al "menos malo" entre una parvada de corruptos y sinvergüenzas que, metidos en una licuadora, no sacarían ni uno decente.

Me parece que la conferencia episcopal tiene la razón al reducir la malignidad del hecho, porque no puede ser calificado el acto como fornicación cuando uno es violado. Si existiera la opción "decente" entre todos los candidatos, entonces otro gallo cantaría. Pero no existe, en todo el mundo redondo, NI UN SÓLO POLÍTICO al que se pueda votar sin "cometer pecado" de una u otra especie. Y votar nulo significa avalar al más pícaro, así que tampoco es opción.
06/04/16 3:49 AM
  
Juan Mariner
Esto de las Conferencias Episcopales, de facto, concentra el poder en unas pocas manos; tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Cada obispo debe ser responsable de su Diócesis, y, sólo para el caso de intereses comunes frente al Estado, hacer uso de la asamblea.
06/04/16 11:29 AM
  
Miguel Antonio Barriola
¡Pobre San Atanasio, si hubiera tenido que atenerse al común de sus hermanos obispos, sujetos a Constantino o Constancio!
Sufrió cinco exilios, mientras tantos de los "pastores de la Iglesia", gozaban de los privilegios imperiales.
Coincido en el fracaso de las conferencias episcopales, tal como se las ha encarado después del Vaticano II.
Si bien ha habido también buenos frutos en casos como la Conferencia Plenaria Iberoamericana celebrada en Puebla.
Los obispos deberían tomar conciencia de su reponsabilidad personal para con sus respectivas diócesis, sin diluirse en acciones corporativas.
Sí que se ha de cultivar la colegialidad, pero sin olvidar que la verdad no reside en las meras "mayorías", porque hubo decisiones muy democráticas erradas de medio a medio. Así, la democrática Atenas condenó a Sócrates a la Cicuta y todo el mundo gritó: "Crucifícale".
Volviendo a los comienzos: no olviemos al casi solitario Atanasio y tantos, abandonados hasta por sus hermanos en la fe.
06/04/16 2:05 PM
  
Juan
Ni una letra que agregar a lo dicho por Ricardo de Argentina.

Saludos desde Ciudad del Este
06/04/16 2:31 PM
  
José Luis Aberasturi
Para David Quiroa:
Ciertamente, cuando un ciudadano está "obligado" al voto por la legislación de su país su responsabilidad moral está muy amortiguada, cuando no prácticamente anulada. Habrá que ver en cada caso. Pero cuando el voto no es "obligatorio" por los poderes públicos la solución no es el optar por el "mal menor" cuando el "mal menor" se refiere al aborto, a la eutanasia, al "matrimonio" homosexual, a la adopción de hijos por parte de parejitas homosexs, etc.
Porque en todas estas cuestiones no existe el mal menor. Por ejemplo, entre "vida" o "muerte" no hay "mal menor", máxime cuando la única solución, en este caso el aborto o la eutanasia, es una imposición injusta, por inhumana y cruel, en primer lugar, y porque hay otras soluciones que no sea la de matar, en segundo lugar. Siempre resonará en nuestros oídos, o debería resonar, aquel "dádmelos a mi" de la Madre Teresa.
¿Cómo resolver el tema? Dos o tres obispos españoles, con motivo de las últimas elecciones, dijeron precisamente esto: que lo de acogerse al "mal menor" no cabía como justificante para votar a unos partidos o a unos candidatos a los que no se les podía votar en conciencia.
Se puede "no votar", tomada esta resolución "en conciencia". Se puede votar en blanco, y así uno no se ensucia la conciencia. Y se puede y se debe luchar para que haya candidatos honestos, íntegros, con principios humanistas, como mínimo, de respeto a la dignidad de la persona empezando por "dejarla vivir".
Nadie votaría a un partido que propusiese matar a los niños y niñas en cuanto cumpliesen los 10 años si habían tenido el sarampión o la varicela. ¿Por qué vamos a tener la "obligación" de votar a unos partidos que proponen matarlos en el vientre de su madre? Y si votamos a favor, nos estamos haciendo cómplices de todos esos crímenes.
06/04/16 8:22 PM
  
Palas Atenea
No tenía ni idea de que el voto fuera obligatorio en algunos países, me parece algo que no casa con la democracia. ¿Cómo se puede entender tal cosa? A mi eso me parece mucho peor que no tener derecho al voto, en el segundo caso queda uno al margen de lo que haga el gobierno pero en el primero le obligan a uno a ser cómplice de gobiernos que detesta. Entre Trump y Clinton lo mejor es no votar, pero en EE.UU esa opción existe. Tampoco yo voté en las últimas elecciones en España.
06/04/16 10:21 PM
  
Pepe
Cuando el voto es obligatorio, como el caso de Perú, y no hay candidatos que sean votables (Aunque Ántero flores es una excepción en este caso) el voto nulo o viciado es lo que corresponde.
07/04/16 6:09 AM
  
Carlos
Tiene usted toda la razón. Las conferencias episcopales se han convertido en el refugio de obispos mediocres que no se atreven a gobernar su diócesis si eso supone estar mal vistos en su conferencia.
Cuando no es el paraguas que cobija al obispo de turno si su opinión puede ser perseguida por el mundo.
Realmente es un fracaso.
La opción de no votar no me parece realista. Si todos los católicos no votamos en manos de quien dejamos nuestro país? El hecho es que al final tenemos que votar al menos malo de todos. No veo en conciencia otra opción. Si no votamos ....
07/04/16 8:32 PM
  
David Quiroa
José Luis Aberasturi:

Votar en blanco significa apoyar al más pícaro, usualmente el más corrupto, el peor de los candidatos.

Le explico: Entre más pícaro y sinvergüenza es un candidato, más atrae a las multitudes. Si usted vota en blanco, no le resta ni un voto a ese candidato. Votar por el "menos malo" al menos crea un balance que quizás, remotamente, podría en el mejor de los casos lograr alguna débil oposición al peor en la legislatura. No es que sea muy eficaz, pero es más eficaz que rendirle todo el poder al peor.

En otras palabras: si un candidato apoya el aborto y otro apoya el "matrimonio" homosexual, ¿por quién vota? Votar en blanco es darle dos votos al abortista: el que ya recibió y el que no se le opuso. Votar por el segundo es al menos quitarle el segundo voto al abortista. Ninguno de los dos es bueno, pero la segunda opción es ligeramente menos mala que la primera.

Hasta que el voto nulo o blanco sea vinculante, es decir, que se pueda rechazar a TODOS los candidatos, entonces votar blanco o nulo será una opción. Mientras el voto nulo o blanco sea inválido, es la peor opción de todas, es la opción de Pilatos: el que pudiendo hacer algo, decide no hacer nada.
08/04/16 8:34 AM
  
Luis I. Amorós
David Quiroa:

Estimado amigo, es bueno no confundir la honradez personal con un programa de gobierno. Es imposible garantizarse que uno no votará a un sinvergüenza personal, máxime cuando ordinariamente uno no conoce personalmente a los candidatos de vota (otro fallo de la democracia liberal partidista) y carece de elementos de juicio para emitir una opinión sólida sobre la persona.

Pero es muy diferente lo que ocurre con los programas de gobierno (las promesas electorales): los hay buenos, regulares y malos. Y ahí sí entra nuestra capacidad de discernimiento para no votar en conciencia contra las leyes de Dios, para no elegir candidatos que aseguran van a hacer (o mantener) leyes y reglamentos contra Dios.
Que luego cumplan o no lo que se han comprometido, eso ya es asunto de ellos con Dios.

Lo que no se puede predicar es el aislacionaismo social, con el pretexto de que como hay tanto pecado, hemos de retraernos de la acción política. Pecado en los gobernantes siempre ha habido, y eso no ha sido nunca excusa. Es un puritanismo político extremo, que luego, en lo dogmático y moral se torna tolerancia general hacia el pecado ajeno.

Y en el caso de que realmente no haya ninguna opción política válida, es deber del cristiano añpoyar y alentar a las asociaciones que respeten la ley natural y divina para que entren en la política activa.
Y pagar la multa por no ir a votar es también una forma de testimonio, antes que apoyar el mal.
10/04/16 11:26 AM

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