"Teniendo ojos, no ven..., y teniendo entendimiento, no entienden".
Es Jesús quien habla, dedicando sus palabras especialmente a los principales entre los judíos, a los que les recuerda la profecía de Isaías en contra de los propios judíos: “Les hablo en parábolas porque viendo ojos, no ven; y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, (…) no sea que con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.” (Mt 13, 13-15).
No hay mejor misericordia -no la puede haber- que la que anida en el Sacratísimo y Misericordioso Corazón de Jesús. Pero cuando hace falta decir la Verdad.y defenderla, y encarar a los que no lo hacen, sino que la ocultan, la pervierten y la tergiversan; es decir, cuando está en juego “la Casa de mi Padre” -"el celo de tu Casa me consume” cfr. Jn 2, 16-18), recordarán los Apóstoles-, al Señor se le entiende todo. Clarito, clarito. Porque no se corta un pelo.
¿A dónde voy con esta entrada? Acabo de leer una entrevista -ya vieja, de hace unos meses- al Sr. Secretario de la Congregación para la Vida Religiosa -mons. Fernández Carballo-, donde se despacha -a gusto, supongo- con una serie de lugares comunes, y con otra serie de afirmaciones que, la verdad, lo primero que me ha venido ala cabeza son las palabras con las que titulo y abro el artículo. Para ser misericordioso diré que el buenismo le consume, o le ha sorbido el seso. No hallo otra explicación. Y daré unos datillos.
De un plumazo se quita de encima a todos los que escriben -escribimos- sobre la realidad de lo que está pasando en la Iglesia, en España y en el mundo. Se nos quita de encima, o eso pretende, tildándonos de “profetas de desventuras”, palabras que pone en boca de Juan XXIII, con motivo de la convocatoria del Concilio Vaticano II, y de Benedicto XVI, con no sé qué motivo. Él sabrá si son ciertas.
Y para desenmascararnos, se marca la siguiente machada: “Los que piensan que la vida religiosa en España está muerta, solo tienen que abrir los ojos”. Da por sentado que la vida religiosa, en general, y la vida consagrada más en particular, ni está desapareciendo ni va a desaparecer. Y cuando el entrevistador le hace notar la cantidad de colegios, conventos, etc., que se están cerrando en España, se lo salta a la torera, como si no pasara nada y estuviera todo previsto; y fuese, además, buenísimo: “Es que estábamos acostumbrados a unas cifras insostenibles".
O sea, unas cifras que se han mantenido durante siglos, que se dice pronto -¿por qué habrá sido? ¿Por dirigentes eclesiásticos como el sr. Carballo?-, ahora son insostenibles: “habrá que vender conventos"; pero todo va bien: ¡¡¡no paaaassssaaaa nnnaaaaddddaaaa!!! Y de hecho se tira a matar: "Hay un gran futuro”,
¡"Ni oye, ni ve, ni entiende” como se dice coloquialmente!
Pero hay más. Cuando le preguntan por el Sínodo de las Familias, y la pretensión de algunos, dentro de la Iglesia, de que los divorciados vueltos a recasarse por lo civil accedan a la Comunión -con Confesión o sin ella, que les da lo mismo a lo que se ve-, larga lo siguiente: ¿"Por qué condenar a un inocente a que tenga que vivir al margen de los Sacramentos de la Iglesia"?
Y pone el ejemplo de una señora, divorciada y recasada sin mediar declaración de nulidad, y que, según a él le parecía, la culpa fue más del marido; y claro, tal como estaban las cosas, ahora no podía ni confesar ni comulgar, sufriendo mucho por eso. la pobre. Y después de calificarla de “inocente", se descuelga con que es inhumano no atender “pastoralmente” -"la doctrina no se va a tocar": ¡si ya se ha tocado con ese planteamiento!- estas inquietudes, y no darles solución.
Este buen hombre, franciscano por más señas -¡si san Francisco levantara la cabeza!- es que no entiende nada de nada: lo mezcla todo, y aboga por una injustica mayor que la que se pretende atender y solucionar.
Porque, vamos a ver. Una señora -o un señor, que es igual- católica, con ansias infinitas de confesión y comunión, es decir, de llenarse de Cristo y de ser fiel al Señor en su Iglesia, ¿se lía la manta a la cabeza y se arrejunta marital y civilmente con un señor, sabiendo que eso va contra el 6º Mandamiento de la Ley de Dios, que eso va contra la Ley de la Iglesia que rechaza ese arrejuntamiento como matrimonio por ir contra el Sacramento del Matrimonio -que es el ordenamiento querido por Dios en SU Iglesia-, por ser una injusticia con el primer marido y con los hijos -si los ha habido-, y que, por tanto, “se tienen que ‘casar’ por lo civil"?
¿Esto es ser “inocente", ser “católica", “tener hambre y sed de Cristo", y encima pretender que sufren horrores con la temática en la que se han metido por sus pistolas? ¿Arregla algo su situación de planteamiento, su estatus de “recasada por lo civil", su irregularidad en la Iglesia, su “ir por libre" en la conducta que debería ser más ejemplar -su vocación y su vida matrimonial- el que se le deje comulgar?
Precisamente esa “pastoral” es lo que lo va a estropear todo y más.
Y al ser preguntado si “temía” un cisma a causa de esa “solución pastoral", contestó: “Por supuesto que no". Y se quedó tan ancho.
¡¡¡No paaaassssaaaa nnnaaaaddddaaaa!!! Talmente seráfico, ¿no creen?
31 comentarios
(Pienso mucho en este "gran personaje" Mariano, fallecido recientemente, y amigo común)
Saludos cordiales.
Otra cosa es la atención mediante una pastoral parroquial a personas en estas situaciones. ¡Debe animarles a cambiar su situación! ¿Cómo? Comunicando 2 realidades:
1. Transmitiéndoles el amor de Dios, a pesar de sus pecados, de la misma forma que a mí me ama a pesar de los míos, sabiendo siempre que no soy mejor que ellos ¿qué habría hecho yo en su situación y con todos sus condicionantes? Pues sinceramente creo que yo lo habría hecho aún peor. De ahí emana la máxima del Papa, "¿Quién soy yo para juzgar a mi hermano?"
2. Haciéndoles ver el mal de su situación, que no radica en una cultura eclesial, sino que realmente es un mal. Desde mi punto de vista esto es lo más difícil de hacer.
"Palabras y gestos duros y moralistas corren el riesgo hundir más a quienes querríamos conducir a la conversión y a la libertad, reforzando su sentido de negación y de defensa.
Algunos piensan que una visión de la sociedad enraizada en la misericordia es injustificadamente idealista o excesivamente indulgente. Pero probemos a reflexionar sobre nuestras primeras experiencias de relación en el seno de la familia. Los padres nos han amado y apreciado más por lo que somos que por nuestras capacidades y nuestros éxitos. Los padres quieren naturalmente lo mejor para sus propios hijos, pero su amor nunca está condicionado por el alcance de los objetivos. La casa paterna es el lugar donde siempre eres acogido (cf. Lc 15,11-32). Quisiera alentar a todos a pensar en la sociedad humana, no como un espacio en el que los extraños compiten y buscan prevalecer, sino más bien como una casa o una familia, donde la puerta está siempre abierta y en la que sus miembros se acogen mutuamente.
Para esto es fundamental escuchar. Comunicar significa compartir, y para compartir se necesita escuchar, acoger. Escuchar es mucho más que oír. Oír hace referencia al ámbito de la información; escuchar, sin embargo, evoca la comunicación, y necesita cercanía."
Todo el texto es maravilloso, no sólo está parte. Debería formar parte del libro de estilo de todos los medios de vomukicación católicos.
Me duele el abandono pastoral en el que viven.
Está por escribir la historia de los solteros y su contribución a la familia porque el soltero/a a la antigua usanza solía tener disponibilidad para padres, hermanos, sobrinos, etc... y siempre en segundo plano.
Saludos cordiales.
Increible con el curriculum que presenta piense asi.
Dice el Concilio de Trento, sesión XIV, Cap. 5:
"Consta, en efecto, que los sacerdotes no hubieran podido ejercer este juicio sin conocer la causa, ni guardar la equidad en la imposición de las penas, si los fieles declararan sus pecados sólo en general y no en especie y uno por uno. De aquí se colige que es necesario que los penitentes refieran en la confesión todos los pecados mortales de que tienen conciencia después de diligente examen de sí mismos, aun cuando sean los más ocultos y cometidos solamente contra los dos últimos preceptos del decálogo [Ex. 29, 17; Mt. 5, 28] , los cuales a veces hieren más gravemente al alma Y son más peligrosos que los que se cometen abiertamente. Porque los veniales, por los que no
somos excluídos de la gracia de Dios y en los que con más frecuencia nos deslizamos, aun cuando, recta y provechosamente y lejos de toda presunción, puedan decirse en la confesión [Can. 7], como lo demuestra la practica de los hombres piadosos; pueden, sin embargo, callarse sin culpa y ser por otros medios expiados. Mas, como todos los pecados mortales, aun los de pensamiento, hacen a los hombres hijos de ira [Eph. 2, 3] y enemigos de Dios, es indispensable pedir también de todos perdón a Dios con clara y verecunda confesión."
Saludos cordiales.
"Mas los que de otro modo obran y se retienen a sabiendas algunos, nada ponen delante a la divina bondad para que les sea remitido por ministerio del sacerdote. «Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo
que ignora»
D-917 Can. 7. Si alguno dijera que para la remisión de los pecados en el sacramento de la penitencia no es necesario de derecho divino confesar todos y cada uno de los pecados mortales de que con debida y deligente premeditación se tenga memoria, aun los ocultos y los que son contra los dos últimos mandamientos del decálogo, y las circunstancias que cambian la especie del pecado; sino que esa confesión sólo es útil para instruir y consolar al penitente y antiguamente sólo se observó para imponer la satisfacción canónica; o dijere que aquellos que se esfuerzan en confesar todos sus pecados, nada quieren dejar a la divina misericordia para ser perdonado; o, en fin, que no es lícito confesar los pecados veniales, sea anatema [cf. 899 y 901].
Saludos cordiales.
Eso equivale a decir que no está definido si el adulterio es pecado mortal !!!!! ????
¿Hace falta una tal definición? Es obvio que no.
Y entonces, el que quiere confesar todos sus pecados mortales menos el de adulterio, porque no está dispuesto a dejar de practicarlo, está exactamente la situación que aborda el canon señalado de Trento.
Saludos cordiales.
En realidad no veo dónde está la dificultad, y es que no creo tampoco que la haya.
Partiendo, obviamente, de que el adulterio es pecado mortal, cosa que supongo pacíficamente aceptada.
Si confiesa todos los pecados mortales, entonces confiesa también ese adulterio, y si lo confiesa bien, lo confiesa con propósito de enmienda, o sea, de no pecar más y por tanto de no tener más relaciones sexuales adúlteras, lo cual quiere decir o bien separarse o bien vivir como "hermano y hermana".
Y si no hace eso, o bien hace una confesión sacrílega, porque no confiesa TODOS los pecados mortales de que es consciente, y comunión posterior idem., o bien no se confiesa.
Más precisamente, el Concilio dice "TODOS Y CADA UNO".
Saludos cordiales.
Porque como dice Trento:
"Mas los que de otro modo obran y se retienen a sabiendas algunos, nada ponen delante a la divina bondad para que les sea remitido por ministerio del sacerdote. «Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora".
"Nada ponen". No que ponen lo que confiesan, o aquello de lo que se arrepienten, y no ponen lo que no confiesan o aquello de lo que no se arrepienten.
Porque obviamente que es lo mismo confesar algo sin arrepentirse que no confesarlo, y cuando Trento dice que hay que confesarlos todos, es claro que se refiere a confesar con arrepentimiento:
"D-914 Can. 4. Si alguno negare que para la entera y perfecta remisión de los pecados se requieren tres actos en el penitente, a manera de materia del sacramento de la penitencia, a saber: contrición, confesión y satisfacción, que se llaman las tres partes de la penitencia; o dijere que sólo hay dos partes de la penitencia, a saber, los terrores que agitan la conciencia, conocido el pecado, y la fe concebida del Evangelio o de la absolución, por la que uno cree que sus pecados le son perdonados por causa de Cristo, sea anatema."
En la primera parte establece la necesidad de la contrición o arrepentimiento para la confesión.
Como se ve por el canon siguiente, la "contrición" de que habla aquí incluye también la "contrición imperfecta" o "atrición".
Saludos cordiales.
Y un posterior sacrilegio recibiendo al Señor en la Eucaristía en pecado mortal. Con lo cual, dice San Pablo, come y bebe su propia condenación eterna.
Aquí no se trata de estigmatizar en particular a nadie, sino que en particular la situación del "divorciado" y "vuelto a casar" (ambas cosas no existen en realidad, por eso van entre comillas) es una situación en la que públicamente, por el "matrimonio civil", se está manifestando la falta de propósito de enmienda y por tanto de arrepentimiento respecto del pecado de adulterio, que es pecado mortal como cualquier otro pecado mortal.
Y el ministro está obligado a negar la comunión a los pecadores públicos que se acercan a la misma no solamente no dando muestras de arrepentimiento, sino manifestando además públicamente, por su estado de "matrimonio civil", su falta de arrepentimiento.
Realmente, es una doctrina demasiado clara como para encontrar en ella dificultad alguna, y es que no creo que la haya, además.
Saludos cordiales.
La Iglesia ha tenido 37 antipapas, el Cardenal Pell se pregunta si es el 38...? Apoc 13, Miren a ver... y hacen el favor de comentarlo? Porque el pueblo, pueblo de a pie, está confundido.
Esta mañana antes de ir a la Santa Misa, escuché por TeleAmiga... "Et non confundas me..."
Ven Espíritu Santo! Oremos por La Iglesia para que todos los de buena voluntad, veamos la Luz de la estrella que vieron los Magos de oriente "vidimus stellam ejus"
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