2.09.17

Aprenda a responder a los que usan textos de la Iglesia contra la misma Iglesia

Un caso interesante, que no dudo se repetirá con otros formatos en el futuro, se ha dado en Colombia. Una periodista conocida, Claudia Palacios, ha publicado un artículo en el diario de mayor circulación en mi país, EL TIEMPO. El título es: “Atenuantes del pecado de abortar” Y el subtítulo es este: La Iglesia debe reconocer que el derecho canónico perdona el aborto en 10 causales.

El artículo de Claudia Palacios está aquí. El mismo artículo lo he guardado el día de su publicación en mi libreta de Evernote, para controlar si el texto es cambiado posteriormente. El enlace público a ese artículo en mi libreta está aquí.

En su momento preparé una respuesta en video al escrito de la Sra. Palacios:

Voy a presentar aquí una síntesis de los recursos que ella utiliza porque es útil conocerlos, y como dije, estoy seguro de que van a replicarse en otros escritos que quieren minar la enseñanza de la Iglesia en temas de tanta trascendencia como es la defensa de la vida del no-nacido. Mi presentación, con todo el respeto hacia ella como persona y como comunicadora, debe llamar las cosas por su nombre y por eso no es extraño que hable de “mitos” y “mentiras” porque ahí están.

1. Mito: La autora quiere que pensemos que al Papa Francisco no le dejan decir todo lo que él quisiera. Se supone que “el problema no es Francisco, sino la pesada estructura eclesial.” La verdad es que el Papa ha sido diáfano sobre el tema del aborto. Ver por ejemplo este video.

2. Tergiversación de un texto pontificio y mentira subsiguiente: La misericordia que predica el Papa sirve para autorizar el aborto. El Papa ha facilitado el perdón para quien comete el crimen del aborto, exactamente con estas palabras: “En virtud de esta exigencia, para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado del aborto.” (Carta apostólica Misericordia et misera, n. 12). El lenguaje no es ambiguo: se trata de la “absolución” de un “pecado” no de una declaración de inocencia. En el mismo lugar agrega el Papa: “Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre.” [subrayado nuestro]

3. Mito: La Iglesia Católica oculta información para dominar la conciencia de las personas. Mito derivado: La verdad de la Iglesia sólo se conoce a través de “filtraciones.” La señora Palacios presenta su artículo en el tono de una revelación que ha obtenido de modo secreto. Estas son sus palabras: “Yo no lo sabía, me lo dijo un sacerdote teólogo, que me pide no revelar su nombre para no meterse en líos con su comunidad.” Es el estilo típico de las películas a lo Dan Brown (“Código de Da Vinci”) Parte del uso de novela es agregar motivaciones completamente especulativas para ensuciar a la Iglesia: “hablar de esto no es estar a favor del aborto ni promoverlo, sino decir esa verdad que la mayoría de los sacerdotes y la alta jerarquía de la Iglesia, según él, se niegan a divulgar por miedo a perder el control sobre la conciencia de las personas.” Esa clase de lenguaje tiene buena aceptación hoy, tristemente. Por supuesto, todo esto es falsedad sobre falsedad: los textos que ella utiliza hace años están disponibles para todo el mundo, católicos y no católicos desde hace muchos años. Más veracidad y menos ficción por favor.

4. Inexactitud grave: los atenuantes del Derecho Canónico son equiparables a los casos en que la ley colombiana permite abortar. En uno de los párrafos centrales la autora menciona que el Derecho Canónico nombra 10 atenuantes en la aplicación de una pena; recuerda también ella que la Corte Constitucional de Colombia (obrando como Tribunal Supremo) ha autorizado el aborto en tres casos específicos, que son enunciados en la página web de Profamilia, que promueve el aborto en este país. Dice así:

Desde el 2006, la Corte Constitucional en Colombia abrió la puerta al IVEs [Aborto: Interrupción Voluntaria del Embarazo. Nota de la redacción], permitiendo realizar el procedimiento cuando se incurre en alguna de estas tres circunstancias: (1) Cuando el embarazo pone en peligro la salud —física o mental— de la mujer, o su vida. (2) Cuando el embarazo es resultado de una violación o de incesto. (3) Cuando hay malformaciones del feto que son incompatibles con la vida por fuera del útero.

Pues bien, la señora Palacios ve mayor amplitud de aceptación en el Derecho Canónico de la Iglesia Católica porque considera 10 atenuantes de una pena mientras que la Corte colombiana sólo nombró 3 causales. Para ella atenuantes canónicos y causales penales son lo mismo, y según esa equiparación la Iglesia estaría más que dispuesta al aborto.

5. Lenguaje engañoso: El Derecho Canónico exime de toda pena a los menores de edad. Este sí que es un asunto grave. Palacios alude a las causales establecidas por el Derecho Canónico como atenuantes de la pena, y cita: “No queda sujeto a pena quien cuando infringió una ley o precepto aún no había cumplido 16 años.” Si hablamos de la pena en sentido general, eso es simplemente falso porque la gravedad del aborto (un ser humano inocente asesinado) no cambia. Lo que puede cambiar es el tipo de pena: que la persona no quede excomulgada, si tal fuera el caso, no quiere decir que no ha cometido un gravísimo pecado. Es pertinente recordar aquí un aparte del número 62 de Evangelium vitae de Juan Pablo II:

La disciplina canónica de la Iglesia, desde los primeros siglos, ha castigado con sanciones penales a quienes se manchaban con la culpa del aborto y esta praxis, con penas más o menos graves, ha sido ratificada en los diversos períodos históricos. El Código de Derecho Canónico de 1917 establecía para el aborto la pena de excomunión. 69 También la nueva legislación canónica se sitúa en esta dirección cuando sanciona que « quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae »,70 es decir, automática. La excomunión afecta a todos los que cometen este delito conociendo la pena, incluidos también aquellos cómplices sin cuya cooperación el delito no se hubiera producido: 71 con esta reiterada sanción, la Iglesia señala este delito como uno de los más graves y peligrosos, alentando así a quien lo comete a buscar solícitamente el camino de la conversión. En efecto, en la Iglesia la pena de excomunión tiene como fin hacer plenamente conscientes de la gravedad de un cierto pecado y favorecer, por tanto, una adecuada conversión y penitencia. Ante semejante unanimidad en la tradición doctrinal y disciplinar de la Iglesia, Pablo VI pudo declarar que esta enseñanza no había cambiado y que era inmutable. 72 Por tanto, con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos —que en varias ocasiones han condenado el aborto y que en la consulta citada anteriormente, aunque dispersos por el mundo, han concordado unánimemente sobre esta doctrina—, declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal.

En resumen de esta parte: el hecho de que no haya excomunión “automática” no quiere decir que ha cesado el desorden moral grave porque implica la eliminación de un ser humano inocente. Equiparar que no hay excomunión (para el caso de los menores de 16 años) con que no hay pena, en general, como si no hubiera consecuencias, es inducir a un engaño en materia gravísima.

6. Inexactitud gravemente falaz: la aplicación de los atenuantes en una pena canónica es automática de modo que debe suponerse que siempre se aplican. En ninguna parte dice el Derecho canónico que los atenuantes son de discernimiento y aplicación subjetiva, que finalmente lleva a una especie de auto-perdón automático. Pero eso es lo que sugiere la autora: “si una mujer decide abortar por temor a las consecuencias para su vida de traer un hijo no deseado al mundo –expulsión de la familia, posibilidad de retirarse del estudio, incapacidad para mantenerlo, o la que sea–, no es imputable” El Código de la Iglesia dice exactamente lo opuesto: “Cometida la infracción externa, se presume la imputabilidad, a no ser que conste lo contrario” (Código de Derecho Canónico, 1321 § 3). Y es evidente que lo que “consta” no es simplemente lo que consta “ante mis ojos,” como sugiere Palacios.

Por cierto, vemos aquí a dónde conduce esa teología moral que disocia “pecado objetivo” y “responsabilidad subjetiva” hasta el punto de guardar la fachada de una norma que sin embargo cada uno puede considerar inaplicable por propio deseo o decisión. Es algo que hemos visto suceder con Amoris laetitia, del Papa Francisco, y artículos como el que estamos comentando deben advertirnos adónde se llega por ese camino: si un adúltero puede discernir que puede comulgar, una mujer que aborta, o un médico que hace abortos, puede llegar a la conclusión de que lo suyo ni siquiera tiene que ser confesado ( ya eso llega Palacios).

7. Mito de uso de nombre: Palacios difunde la agenda de la ONG “Católicas por el Derecho a Decidir,” que es claramente abortista, y que ha sido descalificada por la Iglesia Católica, por ejemplo, por la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos. Véase amplia información aquí.

8. Mitos históricos trasnochados para lograr impacto emocional: por ejemplo, citar a Galileo y la Inquisición, caballos de batalla de continuo uso para intentar desacreditar todo lo que la Iglesia hoy haga o enseñe.

* * *

Resulta arduo entrar en el detalle de tantos sofismas y medias verdades utilizadas con cierta inteligencia para lograr un objetivo. pero es nuestro deber buscar claridad, siempre con respeto pero sin dejar de respetar la verdad de los textos y de la dignidad de la vida humana, sobre todo.

Permita Dios que termine la aberración del aborto en todo el mundo. Amén.

28.08.17

¿Cómo se hace para amar?

Fray, Còmo se hace para amar? si uno se reconoce imposibilitado y ademàs de eso no logra atisbar en el otro ( cualquier humano) algún indicio de que es amable. Còmo es que se tiene el deseo de amar sabièndose incapacitado. No sè si me hago entender. –LV

* * *

Si entendemos el amor como sentimiento agradable que nos hace disfrutar de la presencia de otra persona, ese tipo de amor no tiene uno cómo producirlo de la nada. Ese tipo de amor podemos decir que depende de su “objetivo” o “meta,” o sea, depende de que la persona a que se dirige sea “amable.” Observemos que la palabra “amable” tiene la misma estructura de palabras como “pensable,” “dibujable,” “construíble” y las de ese género. Todas esas palabras indican algo que se puede hacer. “Amable” quiere decir entonces: alguien a quien se puede amar; y la idea va más allá: que no sólo se puede amar sino que invita a ser amado.

Entendemos entonces que el amor-sentimiento depende de lo que uno vaya a amar y por consiguiente es en la práctica imposible hacerlo surgir. Es como si a uno le dijeran: “Tiene que enamorarse de tal persona, y además tener detalles de amor y ternura con ella.”

La Biblia tiene un enfoque diferente, en tres aspectos:

(1) El amor de que nos habla la Biblia sólo existe en aquellos que se han descubierto amados, intensa, infinitamente amados por Dios. La fuente no está en el ser humano porque el ser humano básicamente responde a estímulos, como hemos visto con el amor-sentimiento. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados” (1 Juan 4,10). Por ello mismo, el modelo de amor, según la Biblia, no implica reciprocidad ni mérito. Cristo nos llama a amar de esa manera: “…para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.” (Mateo 5,45)

(2) La expresión máxima del amor no está en las palabras o las caricias sino en buscar con toda fuerza el bien de la persona amada, hasta entregar la propia vida si es necesario. “No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos [que debiera mejor traducirse: los que uno ama, con amor como el de Cristo]” (Juan 15,13). El amor “bíblico” se concentra en las obras, en el bien que es posible y apropiado hacer en favor de la persona amada. Por eso Cristo nos dice: “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5,44). Claramente al mandarnos que amemos así, Cristo no nos está diciendo: “Sentid cosas bonitas por los que os tratan mal;” ese amor más bien es: “Haced el bien posible y apropiado por aquellos que lo necesiten, incluso si son vuestros enemigos.”

(3) El amor de que nos habla la Biblia no se concentra en lo que yo siento sino en lo que la otra persona necesita. Por eso Cristo, cuando le preguntan, ¿quién es mi prójimo?, o sea, ¿Quién es ese al que se supone que debo amar?, responde con la historia de una persona en grave necesidad. Es lo que está en la parábola del buen samaritano (Lucas 10,25-37). Este aspecto del amor, según la Biblia, implica que amar no necesariamente significa complacer. En muchas circunstancias amar puede implicar contradecir, corregir, oponerse o denunciar; porque uno lo que está buscando es el bien necesario a la otra persona, incluso si ella no lo conoce o no lo desea. Es como cuando la mamá pide que sea vacunado su bebé aunque el bebé llore un poco.

¿Ese tipo de amor, que hemos llamado “bíblico,” es posible? Por supuesto, si recordamos el orden de los puntos expuestos: empezar por la experiencia del amor de ese Dios que nos ha creado, perdonado, ungido y que nos llama a la plena comunión de vida y gozo en Él. Por eso nos dice San Juan: “Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y que se nos ha manifestado. Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” (1 Juan 1,2-3).

15.08.17

Diez pensamientos sobre la fe

¡La hermosa riqueza del don de la fe!

  1. Nuestra fe no es autoconvicción, programación neuronal o autosugestión. Es el don de responder al regalo de un Dios que se revela.
  2. La fe no es un poder que Dios te da para lo que tú quieras; es la posibilidad bendita de ser disponible para su plan, que es mejor.
  3. La fe no es una renuncia al conocimiento, a la razón o a la evidencia; sino una lectura mucho más profunda de lo que vemos y sabemos.
  4. La fantasía o el pensar con el deseo empiezan en el hombre y por eso también proyectan sus defectos. Eso tenían los paganos y eso NO es fe.
  5. La fe no es simple repetición de ideas palabras aunque brota de la predicación de la Iglesia; sólo existe como un don fresco en cada creyente; como si Dios lo creara para cada persona.
  6. La fe es regalo que rehace a la persona y a la vez construye a la comunidad: completamente personal y totalmente comunitario.
  7. El conocimiento que da la fe no es una apuesta ni es fruto de anhelos, ignorancias o miedos; es certeza pero no construida sino recibida.
  8. No se puede propiamente tener fe sino en Dios y por don suyo; lo demás es impostura de la imaginación o de la cultura dominante.
  9. La fe es un regalo inmerecido pero irrevocable–desde Dios; aunque frágil y amenazado–desde el hombre.
  10. La fe es árbol que crece en su raíz, por la escucha; en su tronco por la coherencia; y en sus frutos, por la caridad.

3.07.17

Conceptos fundamentales sobre ideología de género

 
Apuntes básicos para seguir la conferencia
 
Desplazamiento semántico
 
  Enseñanza tradicional Énfasis actual e imposición
Sexo Diferenciado y determinante Fluido y no determinante
Género Hecho gramatical Construcción personal y vehículo de transformación social
Matrimonio Complementariedad, estabilidad, célula de la sociedad Afecto, placer, punta de lanza pasta el cambio social
Familia Escuela de humanidad y cultura de cara a la sociedad Resultado de las preferencias de una pareja
Edu. Sexual ¿De dónde vienen los bebés? ¿Dónde y cómo se da y recibe placer y afecto?
Iglesia Maestra sobre la verdad de la sexualidad humana Cómplice que no estorba
 
 
Guerra semántica
 
Palabras bandera:
 
Tolerancia, diversidad, inclusión, justicia, misericordia-complicidad, libertad, mente abierta, progreso, puesta al día
 
Palabras dragón:
 
Homofobia, intolerancia, dogmatismo, exclusión, edad media, imposición

28.06.17

Sobre algunos usos pedagógicos actuales

Es interesante utilizar de un modo pedagógico y catequístico aquellos elementos que la gente de nuestro tiempo ya siente cercanos. El ritmo de moda, el personaje bien conocido, la tecnología de punta o el juguete que está en manos de todos son algunos de estos elementos cercanos. Sin embargo, sugiero tener algunos cuidados a partir de las siguientes preguntas:

1. ¿La asociación mental con el uso primero de ese elemento quizás es más fuerte que el uso derivado (catequético) que queremos darle? Por ejemplo: la melodía de una canción obscena como “Despacito” puede quedar tan asociada a su letra repugnante que luego, aunque se use otra letra, la cabeza vuelva a las imágenes que quiso el escritor o compositor original, con lo cual se daña el uso nuevo que se quería.

2. ¿El elemento cultural que queremos usar supone algún tipo de división social, por raza, clase social o económica? Piénsese en algunas de las tabletas o teléfonos inteligentes de marcas costosas, que sólo están al alcance de una parte de la población. Al referir ejemplos que apuntan directamente a esos aparatos se refuerza un patrón de exclusión que no favorece la catequesis.

3. ¿Hay riesgo de trivialización? Un peligro constante en la exposición de la fe es presentarla como abstracta y distante de la vida. Pero está el otro peligro también: presentarla como algo trivial, superficial, que en el fondo no impacta el pensamiento, el corazón o la vida. Es el caso cuando se reduce la Misa a una “fiesta” o a un “banquete.” ¡Toda la dimensión de redención queda perdida! Pasa también con algunas exposiciones sobre el misterio trinitario, como cuando se presenta a Dios como una repetición de Jesucristos, casi como si fueran clones del Señor. En el mismo sentido, creo que fácilmente sucede si el fidget spinner se pretende usar para poner a las Tres Personas a dar vueltas.

4. ¿Hay riesgo de indignidad? No hace mucho fue la memoria litúrgica de San Antonio de Padua, franciscano, magnífico predicador, taumaturgo notable y doctor de la Iglesia. Tristemente, hay prácticas indignas que se han asociado con San Antonio, como poner su imagen cabeza abajo, u otras cosas semejantes. En general, como se ha demostrado tristemente con la recepción del Eucaristía en la mano, lo que llega a nuestras manos siempre parece estar bajo nuestro poder. Lo cual es una razón adicional para no usar un juguete completamente manual, como es el fidget spinner, para referirse a Dios o a la divinidad.

Las comparaciones, símbolos, parábolas y ejemplos, así como otros recursos de la pedagogía son importantes para comunicar la fe. Pero necesitamos siempre humildad, sensatez, ardor por el Evangelio, sentido de Iglesia y espíritu de contemplación para que los recursos que usamos no resulten trabajando en contra nuestra sino que presten de verdad su propósito.