Cuaresma 2009 y la Crisis Financiera Global
Queridos Amigos en la Fe,
Si preguntamos a los diarios, a los periódicos, cuál es la mayor diferencia entre el mundo de hace un año y nuestro mundo actual, creo que un buen número de respuestas apuntarían hacia la palabra recesión. Es el término que está todos los días en las noticias, por estas fechas, y con él, una lista penosa de males: desempleo, quiebra, baja en la inversión, pérdida de vivienda, etc. Dos hechos hacen más sombrío el panorama: saber que la crisis tiene proporciones globales y comprender que sencillamente nadie tiene una solución a corto plazo, una “receta” para salir del mal momento.

Sí, ya sé que no es buena idea hablar en términos políticos de la Iglesia, cuya realidad es esencialmente teológica. Y sí, tengo claro también que para nadie que ame a Cristo puede ser una buena noticia que los discípulos y los ministros de Cristo sean ocasión de escandalo. Pero también veo con claridad que el silencio es una forma de complicidad, a veces, y veo del mismo modo que tenemos que aprender a sacar las lecciones de la historia, según aquello de que ignorar la historia es repetirla.
Al comienzo de la Misa confesamos públicamente que somos pecadores de pensamiento, palabra, obra… y omisión. Siempre he creído que la parte de la omisión la omitimos demasiado en demasiadas consideraciones relativas a nuestra fe y nuestra vida cristiana. por definición lo omitido es aquello a lo que uno no ha prestado la atención, el cuidado o el esfuerzo que se merece; ello mismo hace que uno esté como predispuesto a seguir ignorando lo que ya ha empezado a ignorar, y así las omisiones se apilan unas sobre otras, endureciendo de paso la conciencia.