Nacionalismo y Límites del Lenguaje
Mi post anterior sobre el Nacionalismo recibió un número apreciable de comentarios, de los cuales la mayor parte han expresado incomodidad o rechazo al estilo nacionalista catalán. A lo largo de la vida he descubierto que cuando se condena demasiado alguna cosa, hay siempre el riesgo de evitar esta pregunta: ¿Y había algo de bueno en ella? Con mucha frecuencia Jesús nos enseñó poniendo como modelo a los que podían ser más rechazados. Los samaritanos, los extranjeros, las mujeres, los niños, los publicanos… la lista no es corta y revela algo fundamental: Dios gusta de revelarse allí donde la opinión pública se ha consolidado en contra o en desprecio de algo. Según eso, cabe preguntarse por el bien, por el lado bueno del nacionalismo también cuando se da al estilo de Cataluña. Es lo que hago aquí, y mi primera conjetura es que el solo hecho de ayudarnos a recordar la diferencia entre nación, país y estado es un bien en sí mismo.