Meditación sobre la genialidad de un santo, Benito de Nursia
He aquí lo que encuentra un católico en un día cualquiera en Europa, y particularmente en España: el cinismo de un gobierno socialista para el cual el cuerpo es objeto de uso; la avanzada imparable del secularismo, que compite con el renacer de la superchería y la superstición; la presión de los medios de comunicación, vendidos al hedonismo barato y al comercio sin alma; la traición visible de un número de miembros del clero y de los religiosos, unido a la escasez de vocaciones; el laicismo rampante que parece no saciarse en su ansia de extinguir la vida débil, haciendo así de esta tierra un escenario grotesco y cruel; el abandono masivo de la práctica de la fe en los jóvenes; la fractura de la familia, que hace todo más duro, más sordo, más aciago; la complicidad mediocre de la mayoría de los centros de estudio, que a menudo consagran como única fuente de verdad el materialismo cientificista. No es para quedarse tranquilo.
Si ese católico toma en serio su fe tiene que sentir indignación. Su tristeza se volverá lamento pero también deseo de combatir, de gastarse, de entrar en la refriega y dar la cara por Cristo y su Iglesia. Su beligerancia, sin embargo, será interpretada de inmediato por el sistema como “fundamentalismo,” “ingenuidad infantiloide,” “nostalgia de Cristiandad,” y decenas de epítetos de los que ya conocemos, y que empiezan por “carca.” En resumen, un católico hoy solo puede esperar dolor por dentro y rechazo silencioso y asfixiante por fuera. ¿Qué se hace ahí?
Las respuestas que yo he visto son estas:
- Algunos se rinden. Se dejan resbalar y van cediendo aquí y allá, contemporizando en cosas de doctrina, de fe y de liturgia. Temen el rechazo, temen quedar aislados. Temen ser objeto de burla o ser atacados con argumentos a lso que no sabrían responder. Les molesta que el mundo sea como es; quizás quisieran vivir en otra época pero aceptan su destino, primero con resignación y luego encontrando las ventajas de la era moderna.
- Otros se unen a un grupo cálido, un refugio emocional y de fe en que puedan sentir que sí se vale ser cristiano y que no es tonto ni irracional orar. Hacen algunos intentos de avanzada misionera, pero lo suyo es sobre todo mantener vivo y cohesionado el grupo en que están.
- Otros toman la vía política: están seguros de que las cosas sólo cambiarán cuando cambien las reglas del juego. En España, por ejemplo, se sienten en el fondo traicionados o abandonados por el PP, y entonces intentan fundar movimientos o partidos que sean sanos doctrinalmente y claros en sus propuestas. Su esperanza es que una opción clara y sana puede alcanzar “masa crítica” un día no demasiado lejano, y entonces las reglas cambiarán, sobre todo en lo que tiene que ver con la defensa de la vida y la familia.
- Otros se encastillan. Tal cual. Se refugian en su teología, que sienten perfecta, o en su liturgia, que sienten perenne y segura. Con la Suma Teológica en una mano y el Misal de Pío V en la otra aguardan con estoico semblante a que pase este “invierno espiritual,” que ya decía Karl Rahner. De vez en cuando asoman a las almenas, sólo por asegurarse que, allá en la distancia, las cosas siguen igual de perversas. Disparan, pues, un par de salvas, y vuelven a su baluarte.
La lista, por supuesto, es incompleta. No la critico demasiado: tengo yo mismo un poco de cada una de esas opciones. Mi punto en esta ocasión es que me parece ver en uno de los patronos de Europa, San Benito de Nursia, una profunda inspiración sobre un enfoque diferente. desde que nuestro Papa eligió el nombre de este santo para sí mismo, y como marca de su pontificado, he venido reflexionando sobre este asunto, y creo que ha llegado el tiempo de compartirlo.
Aquí hay que recordar tres cosas. Primera: qué significaba perfección de la vida cristiana antes de Benito. Segunda: en qué contexto se desenvuelve la vida del santo. Tercera: el manejo particular de la dimensión institucional en la versión de Benito.
1. Martirio o ascetismo eran las características de la vida cristiana perfecta, antes de Benito. Terminada en cierta manera la época de las grandes persecuciones, los monjes del desierto mantuvieron tensa la espera y alerta el alma por medio de las más extremas penitencias. Emulando a San Antonio, Abad, e incluso superándolo en más de un aspecto, los estilitas, dendritas y ermitaños de toda especie hicieron de la búsqueda de la santidad una especie de Olimpiada perpetua en que solo los gigantes tenían verdadera opción. Por contraste con ellos, la propuesta de san Benito es notoriamente ordinaria: apunta más a las personas “normales,” aunque no rebaja el ideal de amor y la preponderancia absoluta de Cristo.
2. Por supuesto, la mayor parte de lo que rodea a Benito y a sus monjes, es el mundo pagano. Estamos en las “réplicas” de ese colosal terremoto que fue la caída del Imperio Romano de Occidente. La envidia y la celotipia llegan a extremos inauditos dentro de la Iglesia misma, como se nota en el intento que hacen de envenenar a Benito. Su respuesta es serena. Se dedica a sembrar con paciencia y eficacia, sin prisa y sin pausa. Su mirada no se concentra e resultados inmediatos sino en la calidad de la semilla. Los siglos le darán la razón.
3. Es obvio que el mundo institucional, o sea, la vigencia del Derecho Romano mismo, yace en pedazos por tierra. La Regla de San Benito es un modelo de equilibrio, un remanso de sensatez y una oportunidad de crecer en términos humanos también: cultura, tecnología y arte no son ajenas al monasterio. A la larga, se volverá casi un tópico decir que el monasticismo salvó a Europa.
El notable ejemplo de Benito, su manera de construir, más que criticar, y su capacidad de mirar a larga distancia, son sin duda un mensaje también para nosotros. No es desde la angustia o la crispación como podremos dar los mejores testimonios ni encontrar las soluciones más acertadas.
21 comentarios
Fray Alberto
Fray Alberto lo ha dicho muy bien, y tú también lo dices: el Derecho Romano, el Ordo Romanus (identificado por los Padres y por Newman como el obstaculo, el katejon que impide la venida del hombre de iniquidad) yace por tierra. "Primero ha de venir la apostasía", y luego, el hombre de iniquidad, aquel que se hace semejante a Dios y combate todo lo que es Cristo.
(Gracias Fray Nelson por recordarnos el ejemplo de Benito).
Buen punto. Yo tampoco. Eso lamentablemente es lo que muestran en las películas de Hollywood.
El fin de de los tiempos no será un tiempo malo para la Iglesia, sino de resurgimiento! habrá mucho sufrimiento, pero también reflorecerá la Fe. El mundo va a necesitar muchisimo a Cristo y a su Iglesia.
Para nosotros es fuente de esperanza saber que este mundo que se va descristianizando día a día, y que va imponiendo un nuevo orden donde Cristo está totalmente ausente no está fuera del plan de la Salvación.
Por qué digo esto? Porque sino parecería que Dios se ha olvidado de nosotros, lo que puede llevarnos a la pérdida de la fe, que es la mayor catástrofe.
Estos temas hay meditarlos a la luz de la Spe Salvi.
Fray Alberto
¿Qué hizo San Benito cuando lo enviaron a estudiar leyes? Abandonó el estudio para dedicarse a la oración. Se "encastilló".
¿Dónde se retiró? A una cueva inaccesible en Nursia. No pidió ser aceptado en el monasterio relativamente cercano. Se "encastilló".
¿Y qué hizo después? Fundó la orden benedictina, formada por hombres encerrados en sus monasterios. Se "encastilló".
¿Y qué logró?
1. Ser santo.
2. Dar mucha gloria a Dios.
3. Crear un nuevo camino de santificación.
4. Preservar la cultura clásica para que otros, como santo Tomás de Aquino, la pudieran cristianizar y transmitir a Occidente.
¿Qué hizo Santo Tomás de Aquino toda su vida? Meditar sobre la Palabra de Dios. Tan "encastillado" en sus meditaciones parecía a sus alumnos que le llamaban "el buey silente".
¿Qué hizo santa Teresa de Lisieux? Rezar "encastillada" en su convento.
Si no fuera por los "encastillados", siempre fieles al Magisterio de la Iglesia ¿quién me habría abierto a mi los ojos de la fe por medio de la sana doctrina? ¿Karl Rahnner? ¿La iglesia del cumbayá?
Ojalá el "encastillamiento" fuera una opción en la Iglesia postconciliar. Quizá sea de su ausencia de donde proceden muchos de los males que la aquejan hoy en día.
Yo, por mi parte, mantengo la esperanza cuidando todo lo que puedo el "castillo" que Dios me ha dado. El "castillo" de la vida interior.
Es claro que el "encastillamiento" es necesario; tal vez el riesgo es mirarlo como nuestra única respuesta.
Como se puede arrastrar a los otros, si primero no se ha "encastillado" en las "contemplata"?
Emi
Primero contemplar, después, como en un exceso de lo contemplado, llevar a los demás a eso.
Primero el desierto, el castillo interior para escuchar a Dios.
Luego, comunicar a los demás. Ese es el ideal dominico.
En mi caso, tiendo al aislamiento. Pero este aislamiento no ha sido tanto una opción elegida como una consecuencia. Repetidas frustraciones muy profundas y muy tempranas me hicieron reservado y cauto. Las peores expectativas en mi vida siempre se cumplieron y apenas contadas aquéllas más optimistas. Pero con los años veo que fue el camino que el Señor escogió para mí a través del cual he conocido mucho de mí mismo y de lo que es el hombre y la vida. Ahora estoy en la fase, por decirlo así, de comenzar a romper ese aislamiento y comenzar a dar u ofrecer lo poco bueno que he conocido en este trayecto silencioso y de soledad. Y tras años de sequedad ya no me da miedo la sed que nuevas frustraciones me provoquen. Lo que pareció una consecuencia de una vida dura se está transformando hoy, por gracia de nuestro Señor Jesucristo, en las condiciones de una nueva vida abierta al servicio. Todavía me atenaza el miedo de nuevas heridas que sin duda me provocará el contacto con la banalidad, pero ya siento en mí la certeza de que mi vida será una vida de servicio, aunque ahora desconozca la forma concreta del mismo. Mi camino, como véis, no es nada original; primero la soledad, el dolor, incluso no elegidos, y después la entrega fraterna. ¡Que Dios me ayude...!
Luis: Como tu debes saber bien, el carisma dominico no puede exigirse a todos los cristianos.
Te invito a que contemples lo que está ocurriendo en nuestra tierra, en San Nicolás (por la forma en que escribes, deduzco que eres argentino).
Gente sencilla, llena de fe que no tiene ni idea de filosofía. Su castillo es su Fe en Nuestra Señora.
Pero de todas formas, si eres argentino, echale una mirada a San Nicolás.
no la erraste de todos modos. Te cuento que ahora estamos fascinados con el rito romano extraordinario, y esperando que la Orden dominica retome el rito tradicional. Más que en las manifestaciones populares, me fio de la tradicion, que es la voz del Espìritu Santo a lo largo de la vida de la Iglesia.
Toto corde
Por cierto, cuando se da devoción popular con claridad en la fe, estamos en el mejor de los mundos. Pero puestos a optar, me quedo con mi misa tridentina, antes que con las guitarras y las concentraciones populares.
BTW, voy al rito extraordinario a San Miguel (Mitre y Suipacha)
No esquivemos las discusiones tensas, porque son señal de que estamos vivos. Siempre con el debido respeto, vale aclarar.
Luis: Me parece bien que actúes de acuerdo a tus convicciones. Eso si, seamos cautos en juzgar al prójimo, porque tú sabes lo que dice el Señor...
No creas que la gente cree en cualquier cosa. Lo principal se aprende en la familia, se hereda.
No hay que confudir aparicion con aparicionismo...
Lamentablemente, no estamos en el mejor de los mundos, y así debemos tener cuidado en creer que tal o cual manifestación de Fe no es Dios porque no está dentro de nuestras categorias. El viento sopla donde quiere.
Pero, repito, me parece muy bien que optes según tus convicciones.
A propósito, linda parroquia la tuya!
Yo no vivo en Buenos Aires, asi que mucho no conozco.
en realidad no es mi parroquia, vivo lejos. Pero por lo menos formalmente la arquidiocesis no desobedece el Motu Proprio del Papa. Ojalá pudieramos tener rito extraordinario en todas las parroquias, como corresponde.
Respecto del aparicionismo, soy agnostico. Bastante trabajo me da creer en el Credo de Nicea como para hacer "extras". Y tengo poca fe, qué le vamos a hacer, mejor invertirla bien. Y no me gustan las desilusiones. Me quedo, pues, con Lourdes y Fátima solamente.
Toto corde
Luis
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