¿Eres sacerdote? ¿Quieres ser sacerdote?
21 pensamientos provechosos
1. Descuidar la oración es la derrota de la que nacen las demás derrotas.
2. Ten presente que lo que esperas de la Eucaristía mide exactamente lo que amas de tu vocación y tu ministerio. Nos lo han enseñado y es verdad: celebra cada Eucaristía como si fuera la primera, la última, la única.
3. Amar a Cristo con gratitud y servir a la Iglesia con prontitud: hacen rima y son inseparables.
4. Predica con la fuerza del León de Judá; escucha con la mansedumbre del Cordero de la Pascua.
5. Ama la doctrina sana; ama y profundiza sobre todo en aquellas partes que más te molestan, te denuncian o te desacomodan.
6. El primero y mejor manual del sacerdote fue escrito con Sangre en el Calvario hace ya muchos siglos; cualquier versión de sacerdocio que no sea compatible con el amor y el modo del Calvario es engaño del demonio y, cuando menos, te hará perder tiempo.
7. Que la Sangre del Señor sea tus anteojos para ver a cada persona que tratas, independientemente de toda otra consideración.
8. Sea tu alegría que quienes te conozcan dependan cada vez más de Cristo y, en lo posible, cada vez menos de ti.
9. Que el único “ascenso” que te interese sea el de las gradas que conducen al altar de Dios; los demás “ascensos” solo te traerán distracción, idolatría, ruido o caída.
10. La liturgia no te pertenece; ni la moral; ni las almas: todo es de Cristo, y tu paz está en recordar esto todos los días.
11. Los amigos que hagas debilitando el mensaje del Evangelio son los mismos que te harán débil y manipulable a ti mismo.
12. Pocos estarán tan agradecidos contigo como aquellos que al principio hicieron mala cara simplemente porque te oyeron decir que lo malo estaba mal.
13. El amor por la controversia exacerba el deseo de imponerse, que a su vez alimenta la vanidad y enfría la caridad. Entra en las discusiones sólo forzado por el amor a la verdad divina y por la búsqueda del mayor bien de las almas. Pero no te acostumbres a esos aires enrarecidos.
14. Sabrás que estás viviendo bien tu celibato si mucha gente te quiere en Cristo y por eso mismo nadie querría ser tu único amor.
15. Mucha gente te verá sólo como una etapa en su vida; como un analgésico o un simple escalón para apoyarse y seguir su camino. Y después no se sentirán mal por verte así. Aunque parezca extraño, ello es bendición para tu vida y tu ministerio: tales son los “tesoros en el Cielo” de que habló el Maestro.
16. Sé agradecido con todos, especialmente con los humildes, que a menudo serán tus mejores maestros. Y si alguien te detesta o habla mal de ti, pregúntate en qué tiene razón, trabaja en ello, y deja a los pies del Señor todo lo demás.
17. Cultiva la alegría interior y exterior: haz bella y grata, en lo posible, la vida de los que están a tu lado.
18. Tu generosidad depende de tu esperanza y tu esperanza de la certeza del bien futuro, que sólo reconocerás valorando lo que tienes y buscando lo que te hace falta: no dejes de formarte en Cristo cada día.
19. Vigila sobre ti mismo, empezando por el conocimiento de tus propias debilidades y tendencias desordenadas; vigila al mismo tiempo tus sentidos y tus deseos, sobre todo los que pretenden entronizar tu “yo” como es el caso de la codicia, el placer, la relevancia o el poder. Pasa luego a custodiar tus palabras revisando si son útiles a la gloria de Dios y el bien del prójimo. Y en todo asegúrate de tener tu corazón libre y gozoso por el llamado que ha recibido.
20. Con la misma fuerza con que has de procurar disculpar a otros, rehuye el camino de la fácil excusa a tus pecados y tibiezas; recibe por ello, con la debida frecuencia, el sacramento de la confesión.
21. Reserva tiempo para la contemplación y la adoración; prepara así tu corazón para el Cielo y tus oídos para escuchar el llamado: “Ven, siervo bueno y fiel.”
- Fr. Nelson Medina, O.P.
6 comentarios
"La liturgia no te pertenece; ni la moral; ni las almas: todo es de Cristo, y tu paz está en recordar esto todos los días". Amén, amén, amén.
Todo le pertenece. Suyos son el poder, el honor y la gloria... ¡por siempre!
Muy agradecida, Padre. Dios nos dé santos sacerdotes. Están en mis oraciones igual que nos sabemos incluidos en las de ustedes.
Despues vendrá el reinado de Cristo y de Nuestra Señora, pero que tiempos estamos viviendo.
Podría hacer recomendaciones sobre como deberia un seminarista o sacerdote lidiar con contextos tóxicos, superiores malos? temo por mi hijo, si algún dia Dios le llama al sacerdocio; sobre como lidiar con situaciones que ni yo conozco y podría tener en una iglesia aún más degradada.
Muchas gracias por su artículo me gusto mucho.
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