(129) Otro micropost, esta vez contra el ternurismo excesivo
Me pregunto si con tanta caricia de Dios el pecador se convierte, o sigue pecando sin temor, cual niño mimado que como respuesta a sus trastadas encuentra, como bonificación, una carantoña.
Es propio de Dios, cuando quiere, mostrarse como Padre bueno y cariñoso. Pero esta ternura ni es su única pedagogía, ni la muestra más importante de su amor, ni se produce al margen de la cruz del Verbo.
El centro de la pedagogía divina es la cruz del Hijo, el centro del amor divino es el sacrificio de su Primogénito.

1.- Contemplas el fervor apostólico de los santos y te quedas pasmado. ¿Cómo tantos y tantos, a diferencia suya, afónicos de bondadismo, pueden caer tan bajo? ¡Cómo dejan de anunciar a Cristo y lo acallan, cegados de buenismo extremo, encarcelando el temor de Dios entre barrotes de optimismo temerario, o bajo piedras de aconfesionalidad!
Estos veinte aforismos sobre la gracia son glosas que he escrito sobre Filipenses 2, 13, un pasaje central en la Escritura, fundamento de la doctrina de la gracia del tomismo:
1.- El poderoso virus del Nominalismo sigue activo en la Posmodernidad. El supuesto fin de la Modernidad, y la aurora del buenismo posmoderno, no lo han destruido, antes bien lo han rehabilitado. Ha mutado en moralismo naturalista pelagiano (“todos juntos lo conseguiremos”), para seguir existiendo adaptado a la nueva actualidad eclesial.
No es talmente un misterio que el número de mediocres sea casi infinito. Siglos de cultura centrada en el hombre no pasan en vano.