(485) Antisacramento, antimatrimonio y NOM
Paráfrasis 4
«El discernimiento de la presencia de los semina Verbi en las otras culturas también se puede aplicar a la realidad matrimonial y familiar. (Amoris laetitia, 77)
Entre los males de esta época, uno de los más graves son los afectan al matrimonio sacramental. Porque aunque es normal que una sombra se cierna sobre el matrimonio adámico, (considerado “meramente natural” por los optimistas, siempre tan pelagianos, como si lo natural no estuviera caído), es normal; pero que afecten al matrimonio sacramental, es más grave.
Pues, ya se sabe, la corrupción de lo mejor es lo peor. La irreligión globalista está penetrando en el matrimonio con más intensidad que nunca. Y lo peor es que, desde la Iglesia docente, se está favoreciendo.
El P. Castellani, con la cabalidad que le caracteriza, avisaba de esto en su sermón de domingo segundo despues de epifanía (1966):
«Pues bien, la falta de religión ha tocado al Matrimonio, que es un Sacramento. Ya era una especie de Sacramento entre los hebreos. Ahora en algunos es un Antisacramento»
La pastoral pro-amoris-laetitia, en estos momentos, parece difundir el antisacramento del matrimonio; y de dos maneras: una, mas atrevida, dice y hace lo que dice y hace Amoris laetitia. Otra, más moderada, dice y hace lo que dice Amoris laetitia, pero introduciendo en ella un condimento atemperador: la filosofía personalista. No es que Amoris laetitia no sea personalista, que lo es; sino que, en la forma moderada de implementarla, utiliza el personalismo como suavizante.
Ironía: que el adulterio ya no sea tan grave, puesto que a partir del 19 de marzo del año 2016, se puede adulterar oficialmente sin perder el estado de gracia; que el uso de anticonceptivos ya no sea tan grave, puesto que, por los mismos motivos, se pueden usar anticonceptivos sin perder el estado de gracia; que las uniones de cualquier otra forma distinta de la sacramental, sin importar la religión (AL 77), cuenten también con la acción del Espíritu Santo; son indicios de que algo sucede: la irreligiosidad de esta época está oscureciendo gravemente el matrimonio sacramental, lo está globalizando. El indiferentismo religioso, el sincretismo y el fraternalismo universal afectan al matrimonio cristiano, lo eclipsan. Pues si se oculta, detrás de las idolatrías, la unión de Cristo con su Iglesia, se oculta la esponsalidad cristiana. Y una vez escondida ésta, se vuelve irreconocible lo sobrenatural, que queda “fraternizado", equiparado con lo natural/caído. Ya todo es natural, ya todo es objeto de la mirada de Cristo (AL 78), ya todo es agradable a Dios, porque todo, sea la idolatría, el sectarismo religioso, o el adulterio, contiene supuestamente semillas del logos.
El personalismo está confundiendo gravemente la noción de matrimonio, al igualarlo al amor conyugal; de sexualidad, al sobrevalorarla y convertirla en productora de gracia, y minimizar en ella el papel del pecado original; y de conyugalidad, al convertir a cada cónyuge en un fin en sí mismo, en plan kantiano.
Pero no se queda aquí. La mala cosmovisión personalista de AL, disimulada por tantos pastores, y tanto la radical como la moderada, parece haber olvidado que los pecados contra el matrimonio son analogía de los pecados contra el primer mandamiento. Y que una mala doctrina sobre el matrimonio conduce a la apostasía.
Y de esta forma, hablan de semillas del logos en las ofensas contra el matrimonio, como analogado de las supuestas semillas del logos en las ofensas contra la verdadera religión. Es lógico, pues, que la (falsa) libertad liberal para elegir la forma de culto, (hoy lamentablemente reconocida por muchos católicos), sea equiparada a la (falsa) libertad para elegir la forma de cohabitación, hoy también reconocida por muchos de los mismos. La deducción es irrefutable: si todas las religiones son queridas positivamente por Dios, entonces también todas las “formas de matrimonio” (incluyendo aquí las “irregulares", las paganas o cualquiera que invente la conciencia subjetiva) son también positivamente queridas por Dios. Este es, en definitiva, el mensaje que se transmite.
Forma parte del proyecto de globalización del matrimonio, que comentábamos en el post anterior, asemejarlo a la globalización de las religiones, en pos de la fraternidad universal. La Anticristiandad que pretende construir el nuevo orden, a la manera de una ciudad inmanente y autodeterminada, no admite, ni admitirá, la santa doctrina católica del matrimonio indisoluble natural y sobrenatural, figura viva de la unidad excluyente con que Cristo desposa y vive con su Iglesia.
Sincretismo en lo religioso, sincretismo en lo matrimonial. Así son las cosas. La libertad de culto liberal conduce a la libertad de unión conyugal. Lo más grave es que muchos crean, engañados, que se puede ser idólatra y adúltero y estar en gracia de Dios.