(444) No es tiempo de grises
No la imposible fraternidad caída, ni la moderna y revolucionaria, sino la sobrenatural, la que Cristo consiguió con su Sangre, para nosotros, expertos en cainismo y venganza. No la falsa fraternidad decimonónica, ni la de los adoradores de becerros. Sino la otra, la que fue lavada con agua y sangre y no probó vinagre, la de los que han muerto a sus concupiscencias y sangran a hechura del Crucificado. La de la Comunión de los Santos. La de los hijos de Dios, por gracia y sólo por gracia hermanados.
No temas, que hay roca suficiente en la Iglesia para hacerte un refugio, y Dios es bueno.
No es tiempo de escala de grises sino de la Inmaculada Concepción, que pisa la serpiente. No es tiempo de escala de grises sino de la escala de Jacob. No es tiempo de tablas de náufrago a la medida de cada uno, sino del Arca de Noé, que es nuestra Iglesia, en crisis o no. No es tiempo de grises sino de estar en vela; marque el creyente con punta de plomo, si hace falta, la línea de la templanza, que existe el gris pero no lo queremos en esta traza. Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto y nadie se queje de nada.
Traditio. Pavesas y lascas de murícidos, en muros de casas, de iglesias, de antiguos edificios. De luz, de claridad de ornato de piedra, de mina excavada en la gracia.
Te conservó la vida para Él, para que completaras su cruz y conquistaras la herida redentora a base de plegaria, para que fueras hijo adoptivo y no sólo criatura. No hay filiación gratuita sin muerte de cruz. Que no te engañe este mundo caído. Nadie es hijo si no muere y renace con el Hijo.
No hay forma de silenciar la voz esplendorosa que atraviesa milenios, que pronuncia tu nombre con sal y claridad, y te llama, para que tengas palmas en las manos y huesos en los pies, con que entregarte contento a los clavos. No dudes, eres carne de Cristo si estás en gracia, y no te mereció la vida para desperdiciarla.