InfoCatólica / La Mirada en Perspectiva / Categoría: Mapa de la Crisis

8.12.17

(229) Ráfagas e incisiones -II: La moral cristiana exige obedecer los mandamientos del Señor

La fenomenología de la persona tiende a enfocar los problemas morales bajo un punto de vista experiencial o axiológico. Es decir, centrándolos en la teoría de los valores, o en experiencias subjetivas. Ello conlleva una des-naturalización de la ley, que deja de ser considerada una participación del logos divino, para ser vista a la manera convencional, como una norma general arbitraria dada extrínsecamente. 

En ello insisten en general los formadores y divulgadores del personalismo. Configuran sus propuestas pastorales de futuro bajo perspectivas historicistas, o experienciales, deshabilitando el papel de la conciencia como función de la razón práctica, que aplica la sabiduría de Dios al caso. Coinciden más o menos, todos, en una instrumentalización de lo natural, para resaltar unilateralmente la experiencia religiosa subjetiva como fundante de la respuesta moral del sujeto. Se pretende, pues, reducir la moral cristiana a una valoración ética de los fenómenos de la experiencia religiosa, contraponiendo Evangelio a ley moral y oponiendo gracia y naturaleza. La moral cristiana deja de ser un conjunto de enseñanzas de la Iglesia (en nombre de Jesucristo, Logos de toda moral) para ser una experiencia de los valores del encuentro religioso.

 

En esto, como digo, coinciden en general los divulgadores del personalismo teológico. Veamos sólo algunos ejemplos entre muchos posibles:

«La moral del Nuevo testamento goza de una novedad radical, pues no es primariamente una enseñanza, sino una persona» (A. FERNÁNDEZ, Pensar el futuro. Apostar por la verdad y el bien: la Moral en el siglo XXI, Palabara, Madrid 2003p. 189)

«La moral cristiana no deriva de la ley natural.- A partir de lo dicho en el capítulo 5 (evitar reducir el cristianismo a un programa moral, pero tambien  admitiendo que el mensaje moral  forma parte integrante de la revelación), se ha de partir del hecho de que la moral cristiana no es una moral que deriva de la ley natural. La “inflación naturalista", como queda consignado, ha sido una vieja característica de los viejos manuales, anteriores al Concilio vaticano II. Pero una cosa es aceptar la ley natural interpretada con rigor y otra muy distinta es constituir esta ley como fundamento y razón última de la conducta del creyente.» (Ib., p. 187-188)

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30.11.17

(227) Modernismo, paradigma personalista y crisis de fe

El semipelagianismo ha parido una semiortodoxia de la que va a ser difícil librarse. Una especie de humanismo que pretende ser plenamente católico. Y es que la mentalidad voluntarista ha engendrado un paradigma bonachón de dos cabezas: el personalismo y su paralelo teológico, la Nueva Teología: Maritain, Teilhard de Chardin, Rahner, Blondel, Mounier y tantos otros, han suministrado al nuevo modelo su acervo de tópicos. Por desgracia, pocos dudan de su catolicidad, se da por supuesta.

 

1.- No más de ciencuenta años de fenomenología han bastado para hacernos entrar en crisis; para amalgamarnos a un nuevo sistema de error, que hace urgente la reforma, o su conclusión será la apostasía.

Nos toca a nosotros, por sentido de la responsabilidad, señalar el mal; y a la autoridad correspondiente, que es la Iglesia jerárquica, disolver la nube tóxica y sanear el ambiente, hacerlo respirable, devolver a la mente católica su lustre y su brillo tradicional.

Se precisa Escritura, Tradición y tradiciones, Magisterio y mucho Santo Tomás, para deshacer el entuerto. 

 

2.- Porque el catolicismo está en crisis.- Y no una crisis cualquiera, sino una crisis de identidad, una crisis de fe, una crisis de indigestión de tópicos. 

—Un paradigma de lugares comunes. Pero, ¿difundidos por quién? Se preguntará el lector. Y yo respondo según lo visto: además de por los propios modernistas, por los existencialistas antisustancia, los antiaristotélicos, los antiescolásticos de toda condición; por los alérgicos al polen tomista, herederos de Scoto y Ockham.

—La crisis es evidente en dos sentidos: 1º) algo va mal en la mente de la Iglesia —de lo contrario, no se generalizaría la heteropraxis; y 2º) hay una toxina filosófico-teológica que lo provoca de lo contrario, no se generalizaría la heterodoxia. 

 

3.- La evidencia de la crisis se manifiesta en lo que he denominado paradigma personalista de la Nueva Teología. ¿En qué consiste este paradigma? En una idiosincrasia de valores humanistas, en que se hibridan lo natural con lo sobrenatural, y de esta hibridación piadosa surge un nuevo modelo de “ortodoxia".

Y es que si autores como Maritain, Mounier, Rahner, Teilhard de Chardin o Blondel, por ejemplo, son considerados autores de sana doctrina y pensamiento confiable, es que, como decimos, algo va mal en la mente católica.

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30.04.17

(175) Elaborando un Mapa de la Crisis, I.- Duda sistemática y modernismo

Con esta nueva tanda de aforismos pretendemos contribuir a la confección de un mapa de la crisis. Es fundamental saber orientarnos en la intrahistoria de la decadencia de la mente católica occidental, eso que eufemísticamente se llama secularización, y que no es más que una autodescomposición. ¿De qué? De la esencia grecorromana y cristiana de Occidente. Nosotros, por eso, no lo aplicamos talmente a la Iglesia en cuanto tal, sino a la mente católica. 

Es la tesis que venimos exponiendo, desde hace tiempo ya, en este blog, a través del estudio de tres grandes síntomas que hemos denominado:

La Gran Impostura, la Gran Reducción, y la Gran Fragmentación, y que se pueden resumir perfectamente con una poderosa imagen, que escribimos así:

BABEL NO SE CONSTRUYE EN UN DÍA.

En pocas palabras, y simplificando mucho: la crisis de la mente católica (nominalismo) produjo una crisis de la mente occidental (cartesianismo, racionalismo y sus metástasis: empirismo, positivismo…) que influyeron, como en un círculo vicioso, en la mente católica (modernismo).

Es importante, pues, saber quién es quién en este proceso de descomposición. Que enmarcamos en el contexto de la brutal batalla producida entre la via antiqua (la Escolástica tradicional) y la via moderna (el nominalismo voluntarista). Ya sabemos que esta guerra la ganó, y la sigue ganando, la vida moderna. Su victoria en la mente occidental dio lugar a lo que conocemos como secularización de Occidente, descristianización, y aún más, por extensión, secularización eclesial, descristianización eclesial.

Y esta crisis tiene un nombre, como decimos: MODERNISMO. Alma tanto de la modernidad como de la posmodernidad.

Es duro decirlo, pero es la realidad. Reforma o apostasía.

Por tanto, a la pregunta: ¿adónde van los pedazos de la mente occidental? Respondemos: a la Nueva Babel, a la crisis eclesial actual. Esos pedazos son piedras de la torre de la división de la gran comunidad cristiana, donde entenderse es difícil, donde se hablan lenguajes conceptuales, filosóficos, teológicos, distintos, tan opuestos, en ocasiones, como molinismo y tomismo, por ejemplo.

Ilustramos, pues, este post, con un recopilatorio de imágenes de Babel. Cuando las iba dibujando, tenía en mente la crisis eclesial en que nos movemos y existimos actualmente. En este post veremos cómo la duda sistemática, en cuanto tiene de burguesa y antitradicional, prepara el camino del futuro Modernismo. La crisis fue preparada. BABEL NO SE CONSTRUYE EN UN DÍA.

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