InfoCatólica / La Mirada en Perspectiva / Categoría: Postmodernidad

4.01.18

(235) Contra el funcionalismo de la Modernidad

1.- La suspensión teleológica de lo ético es un concepto clave en Søren Kierkegaard (1813-1855), tal y como explica, con dramáticas expresiones, en Temor y temblor. La idea es potente, pero errónea en su versión funcionalista: para cumplir la voluntad de Dios, en ocasiones, cree el danés, es preciso desactivar la ley moral, o como se diría hoy hacer una excepción a un acto intrínsecamente malo, para poder obedecer sin culpa al Todopoderoso. Abandonar lo general, en función de un paso trágico a un estado particular superior.

Puesto que si la ley natural es suspendida en el aire, por así decir, no es transgredida sino evadida, eludida inculpablemente. A Dios le agradaría la suspensión, pues es potencia absoluta, y no ordenada.

—La noción parte de una visión nominalista de la ley natural, que el protestantismo adquirió a través de Gabriel Biel (ca.1410 -1495); según ésta, la ley moral es considerada un valor separado de la naturaleza humana, puesto en función de la conciencia subjetiva; valor que puede ser dejado en suspenso en la esfera de lo general, como apartado de la existencia particular. Friedrich Schelling (1775 -1854) intentó superar esta dualidad, aportando una brillante solución: lo particular puede portar lo absoluto sin merma de absolutidad: la acción personal no puede renunciar a su valor eterno sin perder culpablemente lo absoluto participado.

Pero la idea kierkegaardiana, en su versión funcionalista, es falsa: no se puede poner en suspenso la ley natural en función del propio sentido de la vida, porque Dios no puede poner en suspenso su propia sabiuduría ni puede inhabilitar temporalmente el fin último sobrenatural del hombre. Dios no puede querer que el hombre salte por encima de su propio logos. Dios no puede querer que se transgredan sus mandamientos. Dios no hace excepciones a su razón en función de la conciencia subjetiva. Lo absoluto no está en función de lo particular.

 

2.- Este concepto de suspensión teleológica nos remite a una visión utilitarista de la ley moral, por la que ésta es buena si sirve para complacer la subjetividad. El funcionalismo engendra toda una cosmovisión pelagianísima, que puede fundamentarse con un Principio de Inmanencia, tal y como lo expone Maurice Blondel (1861 -1949). En la obra de este autor, parece que la naturaleza está en función de la gracia de una manera meramente instrumental.

—Lo matizó la Humani generisEsta Segunda Pascendi, de 1950, es una aviso monumental contra el funcionalismo existencial. La gracia no está en función de la naturaleza. Antes bien la supone y perfecciona gratuitamente. La ley moral no está en función de la inamencia, antes bien proyecta la acción voluntaria hacia la Tierra Nueva, para la gloria del Dios Uno y Trino. 

 

3.- Justificar al hombre es obra de la gracia, pero no en función de la voluntad, como insinúa el molinismo. En la obra de la gracia, que mueve la voluntad a moverse por sí misma, siempre hay un Principio de Gratuidad que anula toda necesidad y toda inmanencia, y que procede directamente del Corazón Crucificado del Señor, por su Iglesia.

La generosidad de Dios santificador se extiende, ante todo y sobre todo, a ser eficaz Causa Primera. Dios nunca actúa en función del hombre. La obra sobrenatural es obra cien por cien de la gracia, cien por cien de la voluntad, sin que se sumen en un doscientos por cien. Dios no espera al hombre, antes bien lo prepara para el fiat, sosteniéndole en su asentimiento.

 
4.- La visión funcionalista de la religión, que Joseph Ratzinger critica con mucha agudeza en Mirar a Cristo, calificándola de pelagianismo de los piadosos, consiste precisamente en justificar la propia vida cristiana en función de la gratificación natural que proporciona, la felicidad terrena que produce, o los recursos en general que moviliza en orden a un logro material.
 
Pero la ley no está en función de la autosatisfacción, ni del sentido individual de la vida, sino al servicio de una libertad saludable, hecha posible por la gracia, y ordenada al fin último.
 
Es la concepción secundaria de la vida cristiana, que diría el filósofo Romano Amerio,  centrada en la sola gratificación terrena, redundante de inmanencia eudemónica. La oración, según este enfoque, deja de ser interpretación de la esperanza, como enseña el Aquinate, para ser presunción de ganancia. Mediante la oración, enseña el Doctor Angélico, «el hombre hace entrega de su mente a Dios, sometiéndola a Dios por reverencia y, en cierta manera, poniéndola delante de sus ojos» (Suma II -IIae, 983, a3, ad.4). Ponerse delante de los ojos de Dios y confesar nuestra absoluta dependencia, es la mejor manera de no vivir la fe en función de nuestra personalidad, sino al servicio de Dios.
 
5.- Para el humanismo renacentista de Carolus Bovillus (1475 -1566), uno de los fautores del antropocentrismo piadoso, la Creación entera existe en función del hombre uno y trino, el homohomohomo.  Como explica en De sapiente, 8, el hombre, como Prometeo, se conquista a sí mismo, y de ser hombre substancial pasa a ser hombre adquirido, y «sólo el necio queda como deudor de la naturaleza».
 

Es el comienzo la Modernidad como suspensión teleológica de la ley moral, y a través de ella de la soberanía de Dios. 

 

David G. Alonso Gracián

 

8.12.17

(229) Ráfagas e incisiones -II: La moral cristiana exige obedecer los mandamientos del Señor

La fenomenología de la persona tiende a enfocar los problemas morales bajo un punto de vista experiencial o axiológico. Es decir, centrándolos en la teoría de los valores, o en experiencias subjetivas. Ello conlleva una des-naturalización de la ley, que deja de ser considerada una participación del logos divino, para ser vista a la manera convencional, como una norma general arbitraria dada extrínsecamente. 

En ello insisten en general los formadores y divulgadores del personalismo. Configuran sus propuestas pastorales de futuro bajo perspectivas historicistas, o experienciales, deshabilitando el papel de la conciencia como función de la razón práctica, que aplica la sabiduría de Dios al caso. Coinciden más o menos, todos, en una instrumentalización de lo natural, para resaltar unilateralmente la experiencia religiosa subjetiva como fundante de la respuesta moral del sujeto. Se pretende, pues, reducir la moral cristiana a una valoración ética de los fenómenos de la experiencia religiosa, contraponiendo Evangelio a ley moral y oponiendo gracia y naturaleza. La moral cristiana deja de ser un conjunto de enseñanzas de la Iglesia (en nombre de Jesucristo, Logos de toda moral) para ser una experiencia de los valores del encuentro religioso.

 

En esto, como digo, coinciden en general los divulgadores del personalismo teológico. Veamos sólo algunos ejemplos entre muchos posibles:

«La moral del Nuevo testamento goza de una novedad radical, pues no es primariamente una enseñanza, sino una persona» (A. FERNÁNDEZ, Pensar el futuro. Apostar por la verdad y el bien: la Moral en el siglo XXI, Palabara, Madrid 2003p. 189)

«La moral cristiana no deriva de la ley natural.- A partir de lo dicho en el capítulo 5 (evitar reducir el cristianismo a un programa moral, pero tambien  admitiendo que el mensaje moral  forma parte integrante de la revelación), se ha de partir del hecho de que la moral cristiana no es una moral que deriva de la ley natural. La “inflación naturalista", como queda consignado, ha sido una vieja característica de los viejos manuales, anteriores al Concilio vaticano II. Pero una cosa es aceptar la ley natural interpretada con rigor y otra muy distinta es constituir esta ley como fundamento y razón última de la conducta del creyente.» (Ib., p. 187-188)

Leer más... »

14.05.15

(78) Más Ocurrencias Inmoderadas

I.- OCHO CAVILACIONES

1.- A veces te despiertan en plena noche las campanas de la iglesia en que te bautizaron. Y te embarga el dolor de haberte alejado del dulce Señor Jesús, y arrojado a las garras de los ídolos. Y con esta gracia tan grande tu Dios y Señor te avisa que eres suyo todavía, y te da aliento para levantarte e incorporarte a la verdad de nuevo, y tener vida. Y lo gris ya es pasado.

 

2.- Nos lo recuerdan los Papas, y los buenos amigos. Después de la muerte hay un juicioEsto lo saben todos, hasta los curas más distraídos. ¿Por qué será entonces que apenas se predica? Yo creo que es por falta de hierro. ¡Anemia crónica! Y es que andan los predicadores neotéricos tan cansados, que aunque la primogenitura de Cristo malvendieron por lentejas, llevan siglos malalimentados. Y así es difícil reanimarse.

27.01.15

(61) Sobre el principio de estabilidad, y las grandes velocidades de la autodestrucción

Contra el espíritu de vértigo de la mentalidad nihilista, el principio de estabilidad,
con su potencia desmundanizante:

Liturgia, oración, ayuno, limosna.

Desde la perspectiva sobrenatural se pierde el miedo al Maelstrom y su tremenda potencia de acelaración.

Para oponerse a la atracción del Mundo Caído, se obtienen de la Iglesia fuerzas sobrenaturales que manan de Cristo, y son su gracia.

Leer más... »

17.01.15

(56) De nuevo sobre el avestruz pelagiano, mascota de Arrio

Siendo el avestruz un gorrión casi tan grande como un camello, creo conveniente al menos veinte aforismos más para retratar el optimismo ciego que simboliza.

No deja de ser muy práctico para mostrar la impostura del irrealismo pelagiano, tan querido por el relativismo y sus antecedentes y secuaces varios.

Mi respeto, no obstante, para struthio camelus. El pobre y bello avestruz no tiene culpa de nada.

Ruego buena voluntad al leer esta nueva serie de máximas avestrúcicas, si es posible. Creed que es por buena causa, y siempre con caridad y buen humor, también con el dramatismo que emerge de esta época.

En este post reflexionamos, una vez más, sobre síntomas de descomposición, saltando de uno a otro con soltura y libertad, con una idea motriz de fondo: no podemos cerrar los ojos a los problemas que nos aquejan.

Abstenerse sujetos enfadados o políticamente correctos hasta el extremismo, que es un tanto cansino andar siempre justificando la ironía y dando cuenta de la buena fe con que se escriben las cosas.

Leer más... »