(461) Fratteli tutti, I: ¿A todos por igual?
Comentario 1
«El punto de partida debe ser la mirada de Dios. Porque “Dios no mira con los ojos, Dios mira con el corazón. Y el amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea. Y si es ateo es el mismo amor. Cuando llegue el último día y exista la luz suficiente sobre la tierra para poder ver las cosas como son, ¡nos vamos a llevar cada sorpresa!"» (Fratteli tutti, núm. 281)
En el contexto de este pasaje, decir que Dios no mira con los ojos, es como decir que Dios no hace distinciones de religión. Según el texto, para Dios no importaría la religión que se profese, amaría a todo el mundo por igual, sea cual sea su religión o su irreligión, como si la religión revelada no fuera obra de un don especialísimo, gratuito e incomparable de Dios.
Como si todas las religiones fueran bienes iguales, causados indistintamente por Dios independientemente del Sacrificio de su Hijo, fuente especial del mayor bien, que es la redención. La cita da a entender que ningún hombre se encuentra en estado de enemistad, es decir, que la redención no es necesaria, todo el mundo sería grato a Dios.
El hombre caído puede hacer algunas obras buenas, y en sus intentos de acercarse a Dios puede haber algunas verdades que descubre con su razón, a menudo a contracorriente de los dictados del culto religioso al cual pertenece. Pero aun así, está profundamente aquejado por diversos males y heridas producidas por el pecado original, que aunque no corrompen del todo su naturaleza, la enferman y oscurecen.
La mayor perfección de algo, sin embargo, se debe a un mayor amor por parte de Dios. La religión revelada no es sólo que sea incomparablemente más perfecta, es que es la única religión verdadera y hay un abismo infranqueable entre ella y las religiones adámicas. Luego es obra de un mayor amor divino. Cuanto mejor es algo, más amado ha sido por Dios.
El pasaje, además, padece de indiferentismo porque omite la necesidad de justificación que padece todo hombre en estado adámico. Se omite el carácter diferencial de la religión revelada, que consiste, precisamente, en aplicar eficazmente los méritos de la Pasión de Cristo; aplicación (sacramental) que distingue a ojos de Dios entre amigos y enemigos suyos. Dios no ama por igual a todos, y aunque a todos ama en cuanto criaturas, a muchos aborrece en cuanto pecadores. A muchos no considera amigos sino enemigos.
Pero he aquí que se dice que Dios no mira con los ojos, como si no distinguiera el pecado, la idolatría, la condición caída, y amara sin tener en cuenta el estado adámico del hombre.
Sin embargo, no se debe opinar que Dios tiene el mismo amor de amistad con los justificados que con los no justificados, porque los primeros han sido reconciliados con Él por la gracia santificante, pero los segundos aún no.
Y es que Trento enseña 1º) que el estado deficitario en que se encuentra todo hombre adámico reside en su situación de enemistad con Dios por el pecado:
«Habiendo perdido todos los hombres la inocencia en la prevaricación de Adán, hechos inmundos, y como el Apóstol dice, hijos de ira por naturaleza, según se expuso en el decreto del pecado original; en tanto grado eran esclavos del pecado, y estaban bajo el imperio del demonio, y de la muerte» (Trento, ses VI. cap. 1).
Y 2ª), que seguirán encontrándose en dicha situación de enemistad si no se aplican los méritos del Sacrificio de Nuestro Señor, pues: «aunque Jesucristo murió por todos, no todos participan del beneficio de su muerte».(Siendo el beneficio de su muerte la misma amistad con Dios, es decir, el estado de gracia)
Por tanto, se encuentran en estado de amistad con Dios «sólo aquellos a quienes se comunican los méritos de su Pasión» (Trento, ses VI, cap. 3). Porque si los hombres «no renaciesen en Jesucristo, jamás serían justificados» (jamás se reconciliarían con Dios, y no podrían pasar de enemigos a amigos mediante la gracia santificante). (Trento, ses VI, cap. 3).
Pero en el pasaje se dice que Dios no mira con los ojos, como si no diferenciase entre justificados y no justificados. Y así, se hace objeto a todos los hombres del mismo amor de Dios, como si a través del Sacrificio de su Hijo Dios no causara en unos mayores bien que en otros, y por tanto amara más.
Este indiferentismo silencia la importancia y necesidad del bautismo como vehículo sacramental de mayores y mejores y necesarios dones divinos, sin los cuales el hombre caído no pasaría de ser enemigo a ser objeto de un amor especial de Dios. Porque la traslación del estado de enemistad al estado de amistad «no puede hacerse sin el bautismo, o sin el deseo de él; según está escrito: no puede entrar en el reino de los cielos sino el que haya renacido del agua, y del Espíritu Santo» (Trento, ses. VI, cap. IV).
La explicación es simple: el Bautismo es «causa instrumental [de la justificación del pecador] sin la cual ninguno jamás ha logrado la justificación» (Trento, ses. VI, cap. 7). Por contra, al final de la cita se insinúa lo contrario, que todos indistintamente serán justificados y se salvarán, de ahí la sorpresa reservada para el último día.
La necesidad del bautismo es evidentemente cuestionada con este tipo de indiferentismo, que vuelve innecesaria la Pasión de Cristo. Pues, si Dios ama a todos los hombres por igual, y todos serán justificados, ¿para qué aplicar los méritos de la Cruz de Cristo? Todos serían hijos, todos serían igualmente amados, nadie tendría que reconciliarse con Dios, nadie sería, en definitiva, hijo de la ira.
¿Para qué, entonces, murió Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz?
34 comentarios
al estilo de Lutero o se los admita con Trento y la definición dogmática del Concilio Vaticano I, no habría problema.
Sería atribuir al "buenismo divino" la negación del "principio de no contradicción", ya que posturas tan opuestas como judaísmo, Islam, cristianismo y catolicismo y tantas más serían igualmente aceptables ante el Creador y Salvador.
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A.G.:
Exactamente, así es, sería atribuir al buenismo divino una irracionalidad absurda que puede cuadrar con el protestantismo, pero no con el catolicismo.
2- Dios no ama a todos los hombres por igual.
3- Ni siquiera Dios ama a todos sus hijos, los bautizados, por igual. Ama más a los santos. Y cuando más amor, más santidad.
Los puntos 2 y 3 los explica muy bien el P. Iraburu en este post:
https://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/1003151127-71-gracia-y-libertad-vi-santo
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A.G.:
El padre Iraburu, ciertamente, lo deja muy claro. En efecto Luis Fdo, cuanto más amor más perfección.
Es recomendable leerse la Apocalipsis, donde se ve claramente quien abre y cierra. Y ese es Jesucristo. Y me remito a ella, porque cuando lees ciertas afirmaciones piensas que estamos en los últimos tiempos. Se ve claramente como se desplaza a Jesucristo, se le esconde, no entro en los motivos.Todo es palabrería humana:vacía y falsa.
"Al que nos ama, y nos ha ab suelto de nuestros pecados por virtud de su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes de Dios, su Padre, a El la gloria y el imperio, por los siglos de lis siglos" Apoc1 5-7. Para esto murió Nuestro Señor. A algunos se les olvida, porque esto se nos enseñó a todos.
Yo me pregunto, en que momento se inició este descamino hacia la nada.....
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A.G.:
Comenzó en el Renacimiento, hasta hoy.
Esto, además de lo dicho, me recuerda en algo aproximado a Lutero, cuando dice que, si recuerdo bien, Dios ha tirado un velo sobre la inmundicia nuestra, y que la sola fe ya te da una entrada segura al cielo, hayas hecho las obras que hayas hecho.
ya arreglé la errata al publicar su comentario. Gracias.
Si la afirmación de que todos somos hermanos e hijos del mismo Dios fuera una verdad revelada por Dios, entonces debería ser válida siempre y desde siempre. Pero he aquí que el Señor, en Juan 8:44 les dice a los escribas y fariseos lo siguiente:
Vosotros sois hijos del diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay nada de verdad en él. Cuando profiere la mentira, habla de lo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira.Que también nos lo dice expresamente en la parábola del trigo y la cizaña ("La cizaña son los hijos del maligno". Mateo 13:38). ¿Cómo pues entonces somos TODOS hijos del mismo Padre si el mismo Dios nos dice lo contrario? Así que la tesis de Fratelli Tutti se ve derrumbada por las palabras del Señor. Fratelli Tutti encarna ni más ni menos, OTRO EVANGELIO.
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A.G.:
Somos hijos adoptivos por la gracia santificante, que nos hace partícipes de la naturaleza divina. Lo fundamental, es que la redención es necesaria para justificarse, para ser grato a Dios, y de hijo de la ira pasar a ser hijo adoptivo suyo.
Gracias Rubén.
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A.G.:
Exactamente, es que nadie sería más santo que otro si no hubiera sido más amado por Dios.
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A.G.:
Realmente, es que tenemos que cambiar gran parte de la perspectiva que llevan decenios enseñándonos. Hay que volver a la manera clásica, tradicional, de interpretar los misterios divinos.
Como en otras ocasiones usted parte de supuestos que son interpretaciones exclusivamente suyas pero que expone como hechos que el lector debe aceptar.
Vamos por partes.
En la cita que usted elige transcribir de la encíclica se dice que:
"el amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea"
Es decir, nunca y en ningún momento se afirma que Dios ama a todos los hombres con el mismo grado de amor.
Lo que afirma es que pertenecer a una determinada religión o incluso ser ateo, no condiciona el amor de Dios. Y esto es exacto y veraz.
Luego para mayor confusión, establece porque sí, que esa cita está diciendonos que "ningún hombre está en enemistad con Dios y que por lo tanto la Redención no sería necesaria". ¿Dónde dice esto? Cómo llega usted a esa elucubración?
Y además en repetidos lugares expresa que la encíclica propone "que todas las religiones son iguales", deducción que también usted extrae de la misma primera cita.
Vuelvo a preguntar: ¿dónde. y cuándo se afirma esto?
Hay una serie de asociaciones que usted establece libremente, pero que basicamente son erroneas.
1) Pertenecer a la Iglesia Catolica, con salvación, o por lo menos, amistad con Dios y objeto de una preferencia de amor. Esto es falso. La salvación se encuentra en la Iglesia, pero se condiciona a la fidelidad a esa fe que se profesa. Es decir, es amado con predilección y eventualmente se salva no el que fue bautizado y no cumple los mandamientos, como si tuviese un derecho de membresia, sino el que persevera en el bien y muere en gracia de Dios.
2) Pertenencia a otra fe, con enemistad con Dios. Esto tampoco es exacto. Los méritos de Jesucristo, como bien sabe, se aplican a todo hombre que, sin culpa, busca en conciencia hacer la voluntad de Dios.
3) Acción salvifica de Dios, con los sacramentos. Aquí la confusión estriba en vinculación querida por Dios, con reducción limitativa. Dios siempre es "mas grande" que los sacramentos.
4) Estado de pecado (enemistad), con :no amor de Dios". Esto es quizá el error más grave. Dios odia al pecado pero no al pecador. Su amor no es limitado por el número o la gravedad de los pecados, sino más bien por la disposición del pecador, abierto o no, a su "insondable Misericordia infinita", y por el amor que hayamos tenido con nuestros hermanos más pequeños.
En definitiva, puede suceder que en el paraiso ingrese una prostituta musulmana, que pecó mucho pero que se le perdonó mucho porque amo mucho. Y se quede afuera un "católico" comentarista como este servidor.
Y aunque alguno se rasgue las vestiduras, lo siento mucho, pero puede suceder. Y estas son las sorpresitas de las que nos avisa el Santo Padre.
Bendiciones!
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A.G.:
Las otras religiones no son "otra fe", pues fe solamente hay una, que es la fe teologal, que es exclusiva de la religión revelada, esto es, la católica. Las demás religiones son fruto del estado de pecado, son inventos del hombre adámico, en estado de enemistad con Dios, en su mayor parte idolatrías, supersticiones, errores de diferente índole, que la mayor de las veces dificultan que el hombre siga su conciencia y conozca a Dios con su razón, pues dificultan el conocimiento de la ley natural dando culto a falsos ídolos.
Es un don muy grande, muy grande, que muestra un mayor y especial amor divino, que una persona reciba la gracia santificante por el Bautismo y la fe católica, un don por el que hay que estar agradecidos, porque se recibió gratuitamente, y hay un amor mayor en ello. Y esto debe impulsarnos a la misión, a ser instrumentos del amor de Dios, no a confiar temerariamente en las posibilidades del hombre caído, ni creer que a Dios no le importa que el hombre dé culto a los ídolos. Dios aborrece al idólatra o al apostata en cuanto idólatra o apóstata, aunque lo ame en cuanto hombre creado a su imagen y semejanza. Por eso los tomistas, para explicarlo, enseñan una doble voluntad en Dios, antecedente y consecuente.
Es evidente que aunque Dios ama al pecador en cuanto que es hombre, creado a imagen y semejanza, aborrece al pecador en cuanto pecador, y por eso dice Trento que es hijo de la ira e inmundo a ojos de Dios. Es urgente predicar, por eso, la necesidad de los sacramentos para recibir la justificación, porque nadie, sin fe, puede agradar a Dios.
Omitir, ocultar estas verdades, causa un gran daño en las almas, y hay que descartar toda predicación que silencia la verdad necesaria. Y verdad necesaria es que fuera de la Iglesia no hay salvación, que los méritos se aplican por el Bautismo, que la fe es necesaria para salvarse, porque sin ella es imposible agradar a Dios (Hb 11, 6).
El hombre en estado de pecado es amado en cuanto hombre, pero aborrecido en cuanto pecador.Por eso es necesario aplicarse el Sacrificio de Nuestro Señor, para que, por los méritos de su Pasión, el hombre en pecado sea justificado, y Dios lo mire con amor de Padre.
Porque Dios no ama con amor de Padre sino a sus hijos adoptivos, a los cuales hace participar de su naturaleza divina por la gracia santificante. Y esto es un amor que no reciben los que no reciben la gracia santificante. De ahí la urgentísima necesidad de predicarlo, porque lo normal, lo lógico, es que quien vive en las tinieblas muera en las tinieblas. Salvo que llegue un misionero a anunciar la verdad, u otro medio que Dios disponga para dar la fe, mostrando un amor muy grande y especial por ello, dando acceso a los sacramentos de la Iglesia, (que es el vehículo normal por el que Dios quiere transmitir su amor, no a través de idolatrías, mitos y supersticiones).
Dios ama más a sus hijos adoptivos, porque es su Padre. Por eso, para que Dios ame más a todo hombre, hay que llevar el amor paternal Dios a quien aún no lo ha recibido por culpa de impedimentos puestos por sus religiones, sectas, pecados y errores, o porque no tuvo acceso al bautismo y a los sacramentos.
Y esto es posible no por tener el nombre de católico, sino porque la satisfacción ofrecida por Cristo en la Cruz fue sobreabundante, tanto, que a través del Bautismo (y de la Confesión) es capaz, con mucho, de aplacar la ira del Padre y reconciliar al hombre con Dios.
En mi post distingo entre justificados y no justificados, porque lo primero, justificar, es obra del amor divino; lo segundo, permanecer en el mal, es obra del hombre. Y es una muestra de amor mayor ser justificado que ser endurecido con toda justicia. Es de sentido común sobrenatural que Dios ama más a quien santifica que a quien con todo merecimiento y justicia endurece (aunque lo siga amando en cuanto criatura, y aunque, antecedentemente, Dios quiera que todos se salven).
Le he contestado con amplitud, ya que usted pudo exponer su crítica con amplitud. Por lo cual acaba aquí el debate.
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A.G.:
De nada. Un saludo en Cristo.
Sabemos por Santo Tomás que Dios es impasible (aunque no se desentiende del hombre), acto puro, no sufre estados de animos.
Por lo tanto, más que decir que Dios ama más a unos que a otros, sería más correcto decir que el Amor infinito de Dios es rechazado por aquellos que se obstinan en el pecado, es decir, por los que ignoran que el hombre para ser verdaderamente hombre debe estar en relación con Dios y cohabitar la vida trinitaria.
Cuando el hombre rechaza el amor divino, este amor no se puede patentizar.
Sin embargo, por la parábola del hijo pródigo, también sabemos que Dios Padre ve venir de lejos a los hijos descarriados arrepentidos y corre a su encuentro para introducirlos en la casa paterna.
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A.G.:
Dios, al amar al hombre, causa perfecciones en él. Por eso nadie sería mejor que otro si no hubiera recibido un mayor amor.Esto se debe a que el amor divino, a diferencia del humano, es causa primera del bien que hace toda criatura, y por tanto, Dios, al amar, perfecciona.
Ud se expresa, me imagino que sin saberlo y con buena intención, en términos semipelagianos, creyendo que es la verdad católica. Y no lo es. Porque si como dice ud "más que decir que Dios ama más a unos que a otros, sería más correcto decir que el Amor infinito de Dios es rechazado por aquellos que se obstinan en el pecado, es decir, por los que ignoran que el hombre para ser verdaderamente hombre debe estar en relación con Dios y cohabitar la vida trinitaria.", entonces la causa de la perfección estaría en el hombre, que no rechaza, y no en Dios, que da un don mayor.
Sin embargo, nada tenemos que no hayamos recibido antes. Aceptar a Dios es fruto de la gracia divina, es decir, de un mayor amor; rechazarlo, del pecado, no tanto de la ignorancia, sino del pecado.
Por eso, el que es más santo no es por nada que él haya hecho por sí solo respecto a Dios, sino porque fue más amado y recibió más gracia.
Dios da la gracia pero el hombre debe colaborar, sino tuviera ningún tipo de iniciativa o respuesta a esa gracia no sería hombre y la gracia de Dios no fructificaría.
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A.G.:
Para eso da la gracia, para que pueda colaborar y de hecho colabore. No puede el hombre colaborar con la gracia si Dios no le mueve a ello. La respuesta libre del hombre es obra de la gracia, y es totalmente libre por ser obra totalmente de la gracia. Pero el hombre, por sí solo, nada de nada. Ni siquiera decir que sí, ni pensar que sí, nada. Necesita de la gracia de Dios para poder colaborar con la gracia. Por eso la colaboración libre del hombre con la gracia es muestra de mayor amor divino, un don mayor por el que hay que estar agradecidos.
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A.G.:
Lo importante en realidad es el ministerio petrino en sí mismo considerado, no la persona concreta de cada Pontífice, pues lo personal es sólo personal. Por eso es bueno despersonalizar y limitarnos a lo autoritativo no a lo personal o privado de cada Pontífice. Y distiguir el magisterio de las reflexiones personales de los Papas, que no pasan de ser eso, reflexiones.
ciertamente lo importante es el Ministerio Petrino, Distinguir el Magisterio de las reflexiones personales....Sin duda es el mejor modo de enfrentar el sinsentido....por esta vía, veo un modo de llegar a un entendimiento, sin duda esta perspectiva podría ser conciliadora, si ambos frentes lo tuviéramos claro...
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A.G.:
María no hay nada que conciliar, simplemente hay que aferrarse a la recta doctrina siempre enseñada, y desechar toda doctrina extraña la diga quien la diga.
Aquí se aplica lo de NSJC: «erráis, porque no conocéis las Escrituras» (Mt 22, 29).
Las Páginas Sagradas dicen otra cosa:
"Que también el Altísimo odia a los pecadores, y de los impíos tomará venganza."
Eclesiástico 12, 6
"Dios detesta igualmente al impío y su impiedad; ambos, obra y artífice, serán igualmente castigados."
Sabiduría 14, 9-10
Es claro que, como dejan entrever estas sentencias divinas y Alonso lo explicó, Dios odia al pecador en tanto es pecador y merecedor de castigo eterno.
Por eso nadie puede comprender el abismo de la misericordia de Dios si no sabe, o peor, lo sabe pero no cree, que Dios lo detesta en tanto es pecador. Porque si Dios lo ama en tanto es pecador, al perdonarlo no estará siendo misericordioso, sino justo, dando la justicia que merece y no la misericordia que no merece, y ya no sería don gratuito, sino pago debido.
Nadie quién no sepa que ante Dios es aborrecible por ser pecador jamás podrá apreciar la misericordia que tiene Dios al darle su gracia para perdonarlo.
Gracias por el post estimado Alonso. Dios lo bendiga.
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A.G.:
Clarísimo. Gracias por las oportunas e ilustrativas citas. No todas las obras del pecador son pecados, porque la naturaleza humana no está del todo corrompida. Pero al que permanece obstinado en el mal, y rechaza la justificación, Dios lo ama en cuanto hombre, pero lo aborrece en cuanto pecador, como bien expresan las citas que Ud ha traído.
Que Dios le bendiga!
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A.G.:
Sin duda, de un universalismo protestante de raigambre liberal, que más que universalismo es un globalismo. Pues no se basan en lo común, en lo universal, sino en la cantidad de individuos, en lo general.
¿Podría, por favor, aclarar algo sobre la cuestión de los llamados “elementos de verdad” de las religiones falsas? Gracias.
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A.G.:
Pues que el hombre caído puede hacer algunas obras buenas, y en sus intentos de acercarse a Dios puede haber algunas verdades que descubre con su razón, a menudo a contracorriente de los dictados del culto religioso al cual pertenece. Pero aun así, está profundamente aquejado por diversos males y heridas producidas por el pecado original, que aunque no corrompen del todo su naturaleza, la enferman y oscurecen. Algunas religiones adámicas incorporan estas verdades naturales a su sistema doctrinal, otras en cambio las oscurecen aún más.
Estas verdades son fruto de la razón, por la cual se participa de la lay eterna, no de supuestas virtualidades propias de los cultos falsos.
Pd. Entiendo que si hay hijos predilectos, es porque hay hijos que no lo son.
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A.G.:
En efecto amigo es amor de predilección.
Don Alonso, sabría Ud el alcance o limites del numeral 87 del catecismo basado en las palabras de nuestro Señor:
"87 Los fieles, recordando la palabra de Cristo a sus Apóstoles: "El que a vosotros escucha a mí me escucha" (Lc 10,16; cf. LG 20), reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que sus pastores les dan de diferentes formas."
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A.G.:
Esa docilidad no es conveniente respecto a las opiniones personales y las reflexiones privadas de los Papas, aún estando insertas en textos magisteriales. De lo contrario se caería en un positivismo que no es católico. Tenemos derecho a textos que confirmen la doctrina sin intromisiones ideológicas privadas.
"... las opiniones personales y las reflexiones privadas de los Papas, aún estando insertas en textos magisteriales...".
Dios le bendiga.
Yo creo que está frase que usted ha escrito no es del todo exacta.
En el Catecismo de la Iglesia pone esto
1731 La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.
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A.G.:
No es lo mismo por sí solo que por sí mismo.
Por sí solo el hombre no puede aceptar la gracia ni colaborar con ella. Negarlo es semipelagianismo Lo que hace la gracia es mover al hombre a que pueda aceptar la gracia por sí mismo. Que es distinto. Porque cuando el hombre acepta la gracia por sí mismo eso es obrado por la gracia. Pero la ha aceptado por sí mismo, no por si solo, pues la gracia le ha movido
Santo Tomás lo explica enseñando que la gracia mueve a la voluntad a moverse por sí misma.
Nada bueno puede hacer el hombre por sí solo. Pero movido por un auxilio divino, puede hacerlo por sí mismo
En ningún caso.
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A.G.:
Que uno ame más que otro es efecto de un mayor amor de Dios, porque Dios no reparte sus gracias por igual, sino desigualmente. Y a muchos, con justicia, se las niega. En definitiva, nadie sería más perfecto que otro si no hubiera sido porque fue más amado por Dios.
He de confesar que estas frases, tras leerlas varias veces, no sé muy bien qué quieren decir.
Evidentemente todo nuestro existir está sostenido por Dios, si por un momento desapareciera ese sostenimiento volveríamos a la nada más absoluta.
Ahora bien, como el Catecismo dice: el hombre posee libre arbitrio. La gracia viene en nuestra ayuda pero no toma decisiones por nosotros, si lo hiciera desaparecería nuestra responsabilidad. Bien es cierto que hay momentos en la vida en que parece que la gracia nos lleva con en volandas, pero aún en esos momentos el hombre conserva intacta su voluntad.
Por lo tanto, decir que la gracia nos mueve, es correcto siempre que no se entienda de forma absoluta.
Al igual que los estructuralistas dicen que el hombre está determinado por las estructuras materiales, sociológicas o psicológicas; podríamos caer en el extremo opuesto y decir que el hombre está determinado por una estructura espiritual llamada gracia.
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A.G.:
"He de confesar que estas frases, tras leerlas varias veces, no sé muy bien qué quieren decir."
Es una cuestión metafísica: el ser humano no es dios, es una criatura, una causa segunda, no puede actuar como Causa Primera. Por eso, necesita ser movido por un Primer Motor, que es Dios, tanto al bien natural como al bien sobrenatural, sea con gracias sobrenaturales, sea con mociones creaturales, o concurso divino.
No puede por tanto el hombre hacer ningún bien por sí solo, porque no es Causa Primera.
Pero Dios, que es Todopoderoso, puede mover a las criaturas a moverse según su propia naturaleza, sin coaccionarlas, sino liberándolas, de manera que mueve al hombre a moverse libremente, y en el orden sobrenatural, con libertad cristiana, con libertad sobrenatural. Por eso Dios causa, con gracias sobrenaturales o con mociones naturales, que el hombre se mueva a sí mismo libremente. Esto nos hace comprender la absoluta dependencia del hombre para con Dios, tanto en orden natural como en el orden sobrenatural. Dependemos, para ser libres, de la ayuda divina. No somos autónomos ni autosuficientes, porque no somos dioses. Por eso cuando el hombre es movido por Dios es cuando es libre.
El hombre no puede moverse al bien por sí solo. Pero sí puede por sí mismo, cuando Dios le mueve. Dios mueve al hombre, sea con mociones creaturales o con gracias sobrenaturales, a moverse por sí mismo.
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A.G.:
Gracias por la cita, viene muy bien. En efecto el II C de Orange expone con mucha claridad la doctrina de la gracia, y es bueno acudir a él, como al de Trento. Siempre bajo las explicaciones seguras del Aquinate.
Libertad y gracia. La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando ésta corresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Al contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la oración, a medida que somos más dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecientan nuestra íntima verdad y nuestra seguridad en las pruebas, como también ante las presiones y coacciones del mundo exterior. Por el trabajo de la gracia, el Espíritu Santo nos educa en la libertad espiritual para hacer de nosotros colaboradores libres de su obra en la Iglesia y en el mundo.
Y también los siguientes:
1743 Dios [...] ha querido “dejar al hombre [...]en manos de su propia decisión” (Si 15,14), para que pueda adherirse libremente a su Creador y llegar así a la bienaventurada perfección (cf GS 17, 1).
1744 La libertad es el poder de obrar o de no obrar y de ejecutar así, por sí mismo, acciones deliberadas. La libertad alcanza su perfección, cuando está ordenada a Dios, el supremo Bien.
1745 La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Hace al ser humano responsable de los actos de que es autor voluntario. Es propio del hombre actuar deliberadamente.
Un cordial saludo
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A.G.:
Las citas del Catecismo que Ud trae son la misma doctrina de Orange y Trento. Por eso no debe Ud interpretarlas de manera semipelagiana, sino católica. El hombre no puede actuar libremente si Dios no le ayuda con mociones naturales y sobrenaturales. Las citas que Ud trae no demuestran que el hombre sea autónomo en el orden del bien, sino que es libre. Y sabemos que es libre porque Dios le mueve.
«Este catecismo está concebido como una exposición orgánica de toda la fe católica. Es preciso, por tanto, leerlo como una unidad. Por ello, en los márgenes del texto se remite al lector frecuentemente a otros lugares (señalados por números más pequeños y que se refieren a su vez a otros párrafos que tratan del mismo tema) y, con ayuda del índice analítico al final del volumen, se permite ver cada tema en su vinculación con el conjunto de la fe.
Es igual a cómo hay que entender las obras de santo Tomás de Aquino, en unidad, pues para entenderlas no sólo hay que entender sucesivamente, cuál problema matemático (primero sumar 2+2, luego el resultado multiplicar por 5, luego etc), sino también entender orgánicamente, como las relaciones de unas ciencias con otras (el murciélago tiene orejas grandes para escuchar mejor, pues según la acústica a mayor área mejor captación de ondas sonoras). Es decir, que las verdades del catecismo están conectadas unas con otras, cual red de pesca o malla de metal, y es, por tanto, necesario conocerlas todas en sus relaciones que tienen unas con otras.
Así, hay que entender aquellos textos del libre arbitrio según la verdad de estos numerales:
2001 La preparación del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta es necesaria para suscitar y sostener nuestra colaboración a la justificación mediante la fe y a la santificación mediante la caridad. Dios completa en nosotros lo que Él mismo comenzó, “porque él, por su acción, comienza haciendo que nosotros queramos; y termina cooperando con nuestra voluntad ya convertida” (San Agustín, De gratia et libero arbitrio, 17, 33):
«Ciertamente nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que trabaja. Porque su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos sigue todavía para que, una vez sanados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos según la piedad, nos sigue para que vivamos por siempre con Dios, pues sin él no podemos hacer nada» (San Agustín, De natura et gratia, 31, 35).
2002 La libre iniciativa de Dios exige la respuesta libre del hombre, porque Dios creó al hombre a su imagen concediéndole, con la libertad, el poder de conocerle y amarle. El alma sólo libremente entra en la comunión del amor. Dios toca inmediatamente y mueve directamente el corazón del hombre.
Así, a la vez que es verdadero que el hombre tiene libre arbitrio, a la vez es verdad que Dios «comienza haciendo que nosotros queramos» (2001) y Él «toca inmediatamente y mueve directamente el corazón del hombre» (2002), es decir, su libertad, inteligencia y afectos.
Además, dice el numeral 21:
«Las citas, en letra pequeña, de fuentes patrísticas, litúrgicas, magisteriales o hagiográficas tienen como fin enriquecer la exposición doctrinal. Con frecuencia estos textos han sido escogidos con miras a un uso directamente catequético».
Y en el 2001 que he expuesto arriba el Catecismo cita las obras de san Agustín "De natura et gratia" y "De gratia et libero arbitrio", por lo cual es claro que habrá que leerlas para comprender mejor lo que allí se ha dicho, pues se ha citado a esas obras porque tienen «como fin enriquecer la exposición doctrinal» (21).
Y si con principios semipelagianos respecto del acto libre se quiere luego explicar la doctrina de la predestinación y la ciencia de Dios respecto de los actos libres..., entonces se manifiesta bastante a las claras el error. Sin Dios el hombre, todo lo libre que sea, no puede absolutamente nada (salvo la "nada" del pecado, que aun necesita del divino decreto permisivo, y en lo que tiene de entidad el acto pecaminoso es causado por Dios).
Como todos sus escritos derrama luz sobre el caso.
Se que me vas a responder que peco menos porque Dios me ama mas, pero ¿Me ama mas Dios si peco menos?
Si ahora mismo estoy en pecados y los dejo ¿Significa que Dios me ha amado más y por eso los he dejado?
¿Podemos hacer que Dios nos ame más?
Es que ese lenguaje da a entender que da igual intentar amar a Dios como lo hicieron los santos , ya que aunque lo intente si Dios no me lo concede no voy a poder, y es cierto. Pero si me lo concede, significaría que ha aumentado su amor por mi.
La pregunta clave, como te he dicho antes, es si Dios puede pasar, por ejemplo, de amar a A más que a B a armarles por igual o incluso amar más a B que a A
¿Se puede conquistar el amor de Dios?
Saludos y buen floro
Si es así a Santa Faustina le cayeron varios azotes al llegar arriba
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