(438) Defensa de la clasicidad
La clasicidad es la virtud de aferrarse firmemente a lo tradicional, en consonancia de fe y razón. Es el hábito de la tradicionalidad.
No consiste en construir museos, ni en reinterpretar el pasado, ni en reformarlo moderadamente, ni en inventarse otro acervo, ni en combinarlo y amalgamarlo con lo nuevo para agradar al novedoso y novelero; sino en entregar su legado (grecolatino y cristiano) de generación tras generación.
Como explica Álvaro d´Ors:
«La Tradición, en el sentido ordinario de transmisión de un determinado orden moral, político, cultural, etc., constituido por un largo proceso temporal congruente de generación en generación y dentro siempre de una comunidad más o menos amplia, incluso en la familia, es una acepción del concepto expresado por la palabra latina traditio, que pertenece al léxico técnico del derecho, y puede traducirse por “entrega”»[1].
«De las dos personas que intervienen en toda entrega hay una, aparentemente activa, que es quien entrega, y otra, aparentemente pasiva, que es quien recibe. Sin embargo, en la estructura real del acto de entrega se invierte la relación: el sujeto realmente activo es el que toma […]; el protagonista de toda traditio no es el tradens sino el accipiens»[2].
La mente moderna, sin embargo, renuncia a la condición de accipiens y tradens. El hombre sin tradición no quiere deberse a un tradens, quiere suplantar a sus ancestros, se niega a caminar sobre hombros de gigantes, no quiere deberle nada al orden antiguo. Quiere hacer borrón y cuenta nueva. Y si es moderado, borrar una mitad y reinventar la otra.
La Revelación también es traditio, entrega sobrenatural de verdades naturales y sobrenaturales. Entrega en que Dios es tradens, y el creyente, —por la fe, la verdad y la gracia que trae Nuestro Señor Jesucristo[3]—, es accipiens.
«La Revelación es la manifestación que Dios hace a los hombres, en forma extraordinaria, de algunas verdades religiosas, imponiéndoles la obligación de creerlas.
Se dice “en forma extraordinaria", para distinguirla del conocimiento natural y ordinario que alcanzamos por la razón»[4]
La Revelación entrega dos tipos de verdades: naturales, que se pueden conocer por la razón; y sobrenaturales, que no se pueden conocer por la razón. El motivo de comunicar sobrenaturalmente verdades naturales es la mucha dificultad que para conocerlas padece el hombre adámico, no sólo por la dificultad intrínseca de las mismas, sino por la ofuscación de su razón por el pecado, el influjo subjetivista de las pasiones, los defectos personales y en general la condición caída de la naturaleza actual del ser humano.
«Porque, aun cuando la razón humana, hablando absolutamente, procede con sus fuerzas y su luz natural al conocimiento verdadero y cierto de un Dios único y personal […] y, asimismo, al conocimiento de la ley natural, impresa por el Creador en nuestras almas; sin embargo, no son pocos los obstáculos que impiden a nuestra razón cumplir eficaz y fructuosamente este su poder natural. Porque las verdades tocantes a Dios y a las relaciones entre los hombres y Dios se hallan por completo fuera del orden de los seres sensibles; y, cuando se introducen en la práctica de la vida y la determinan, exigen sacrificio y abnegación propia.
Ahora bien: para adquirir tales verdades, el entendimiento humano encuentra dificultades, ya a causa de los sentidos o imaginación, ya por las malas concupiscencias derivadas del pecado original. Y así sucede que, en estas cosas, los hombres fácilmente se persuadan ser falso o dudoso lo que no quieren que sea verdadero»[5].
La mente sin tradición no se contenta con rechazar el legado grecolatino, sobre todo aristotélico, también quiere un principio de independencia respecto de lo sobrenatural. Prefiere la opinión caída, la propia teorización adámica, el cambio existencial, la libertad negativa de conciencia y religión, la adaptación, la mutación doctrinal, la novedad.
En su lucidísima crítica a la obra de Maritain, contrastándola con la de los polemistas católicos, concretamente Bossuet, el gran Leopoldo Eulogio Palacios comentaba que «la variación es signo del error. ¿Varías? ¡Luego yerras!»[9].
Por contra, la virtud de la clasicidad consiste en un rechazo heroico del cambio y de la variación, en defensa de lo que no cambia, en beneficio, siempre, de lo recibido, natural y sobrenaturalmente, de Dios. Defiende el crecimiento orgánico pero combate la transformación.
¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no lo hubieras recibido?»[10] La visión clásica del mundo no es otra: es la del Padre Nuestro: dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Y es que todo lo hemos recibido de Dios, somos deudores suyos, tanto en el orden natural como en el sobrenatural. Por eso explica Santo Tomás que
«El hombre es constituido deudor, a diferentes títulos, respecto de otras personas, según los diferentes grados de perfección que éstas posean y los diferentes beneficios que de ellas haya recibido.[…] Así, pues, después de a Dios, el hombre les es deudor, sobre todo, a sus padres y a su patria»[11]
El hombre tradicional aborrece el espíritu de independencia y la variación sustancial que lleva consigo, rechaza el mundo de las altas velocidades de la Ilustración y sus revoluciones. Renuncia a lo suyo para entregarse al legado, y hacerse tradición.
Sólo así, a hombros de gigantes, fortalecido por la gracia, navegando la corriente salvaje del Maelstrom, combate el espíritu huérfano de la Modernidad.
David González Alonso Gracián
[1] ÁLVARO D’ ORS, Cambio y tradición, Verbo, n. 231-232, 1985, pág. 113.
[2] Idem.
[3] Cf. Jn 1, 17.
[4] SADA y ARCE, Curso de Teología dogmática, Palabra, Madrid, 1993, pág. 33.
[5] PÍO XII, carta encíclica Humani generis, 12 de agosto de 1950, n. 1 y 2.
[6] Cf. Denz 1786.
[7] Cf. ARCE y SADA, Op. cit., pág. 36.
[8] SANTO TOMÁS, I, q, 1, a.1.
[9] LEOPOLDO EULOGIO PALACIOS, El Mito de la Nueva Cristiandad, Rialp, Madrid, 1952, pág. 12.
[10] 1 Cor 4, 7.
[11] S. Th., II-II, 101, 1.
112 comentarios
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A.G.:
Hay que tener cuidado de cómo se entiende eso de tradición viva. La vida de la tradición es la entrega misma del legado, en el caso de la Tradición, de las enseñanzas orales de Cristo a través del culto, los concilios, etc. En esta entrega hay un aumento de comprensión. O puede no haberlo, si la entrega no se hace con fidelidad. Por eso digo que hay que entender bien qué es tradición "viva".
"Esta permanente actualización de la presencia activa de nuestro Señor Jesucristo en su pueblo, obrada por el Espíritu Santo y expresada en la Iglesia a través del ministerio apostólico y la comunión fraterna, es lo que en sentido teológico se entiende con el término Tradición: no es la simple transmisión material de lo que fue donado al inicio a los Apóstoles, sino la presencia eficaz del Señor Jesús, crucificado y resucitado, que acompaña y guía mediante el Espíritu Santo a la comunidad reunida por él.
La Tradición es la comunión de los fieles en torno a los legítimos pastores a lo largo de la historia, una comunión que el Espíritu Santo alimenta asegurando el vínculo entre la experiencia de la fe apostólica, vivida en la comunidad originaria de los discípulos, y la experiencia actual de Cristo en su Iglesia. En otras palabras, la Tradición es la continuidad orgánica de la Iglesia, templo santo de Dios Padre, edificado sobre el cimiento de los Apóstoles y mantenido en pie por la piedra angular, Cristo, mediante la acción vivificante del Espíritu Santo".
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A.G.:
Presencia de Cristo, comunión de los fieles, experiencia de Cristo, continuidad de la Iglesia... son conceptos muy generales. Yo hablo, concretamente, de la entrega de verdades de una generación a otra. Hablo de la Tradición, en cuanto enseñanzas orales contenidas en los escritos de Padres y Doctores, en el culto, en los cánones de la Iglesia, etc., de la que, junto de la Escritura, se extraen las verdades reveladas; y de la tradición natural.
Yo diría mejor judeocristiano (Antiguo Testamento y Nuevo Testamento con la Tradición y Magisterio) y grecolatino-hispánico, pues es la cultura española, a través de Cisneros (primer reformista eclesial) y el Siglo de Oro (Quijote).
El gran Aquinate sumó en sí, en cierto sentido, la sabiduría y la verdad de todos los doctores católicos previos, y asumió lo bueno y desechó lo malo de las filosofías que alcanzó a conocer, cumpliendo en estas cosas, con el auxilio de la gracia, el mandato del Apóstol: «todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta» (Fil 4, 8).
El depósito de la verdad, sobrenatural y natural, debe ser custodiado fielmente por cada católico, de modo que no permita que salga nunca los tesoros allí habidos, ni que entre cosa alguna impura e indigna de tan nobílismo acopio.
Por eso, sólo los amadores de novedades y despreciadores de la verdad (cf. II Ti 4, 3-4) repudian los tesoros que se guardan en tal lugar. Por contra, los que se someten a la realidad y se subyugan a la verdad, encuentran allí el verdadero tesoro que su corazón anhela: la Verdad.
¿Y dónde se encuentra tan sublime y apreciadísimo depósito? Lo confiesa san Pablo: se encuentra en «la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad» (I Ti 3, 15).
Por eso, como dice santo Tomás de Aquino: «hasta la enseñanza misma de los grandes doctores de la Iglesia recibe de ella su peso de autoridad, y por esa razón hemos de atenernos más a la autoridad de la Iglesia que a la de San Agustín, San Jerónimo o de cualquier otro doctor» (STh II-II, q. 10, a. 12)
De tal modo que si es verdad, como dice el glorioso san Agustín, que: «No creería en el Evangelio, si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia católica» (Contra epistulam Manichaei quam vocant fundamenti; 5,6) habrá que decir lo mismo de la Sagrada Tradición: «No creería en la Tradición, si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia Católica».
Por otra parte, tiene mucha razón al poner la autoridad de la Iglesia por encima de la de cualquier doctor, incluido él, claro. En esto soy yo más tomista que muchos tomistas.
De tal modo que, puesto que hemos de atenernos a la autoridad de la Iglesia, como esta misma autoridad convalida el magisterio de santo Tomás, se sigue que el magisterio de santo Tomás está sostenido y convalidado por la Iglesia, porque la Iglesia, con su autoridad, lo ha dictaminado así.
Así, pues, no hemos de encontrar absolutamente nada contrario a la fe en la dcotrina de santo Tomás, sino todo lo contrario: la pura doctrina católica. Porque la «Iglesia, para decirlo brevemente, convalida con su autoridad la doctrina del Doctor Angélico».
Por eso, oponerse a la doctrina del Doctor Angélico, es oponerse a la autoridad de la Iglesia, que con su autoridad la ha respaldado.
Quién se opone, pues, a la doctrina de santo Tomás, se hace enemigo de la Iglesia.
Presencia de Cristo, comunión de los fieles, experiencia de Cristo, continuidad de la Iglesia... son conceptos muy generales. Yo hablo, concretamente, de la entrega de verdades de una generación a otra. Hablo de la Tradición, en cuanto enseñanzas orales contenidas en los escritos de Padres y Doctores, en el culto, en los cánones de la Iglesia, etc., de la que, junto de la Escritura, se extraen las verdades reveladas; y de la tradición natural.
...
Estoy plenamente de acuerdo. Benedicto XVI habla de abstracciones generales y formales, muy del gusto de la filosofía idealista alemana, pero que necesariamente se ha de completar con la materia substancial, que es el contenido concreto y específico, los Padres, los Doctores, la Liturgia, los Cánones, que es lo que de verdad importa e interesa, y que es propio de la filosofía y teología realista española.
Permítame una excelente referencia de un gran Papa, en la línea de lo que comentó Ecclesiam sobre santo Tomás:
«Su doctrina es tan vasta que contiene, como un mar, toda la sabiduría que emana de los antiguos; todo lo que se ha dicho de verdadero, todo lo que se había discutido sabiamente por los filósofos paganos, por los Padres y los Doctores de la Iglesia, por los hombres eminentes que florecieron antes que él, no sólo lo conoció a fondo, sino que lo acrecentó, completó y clasificó con tal perspicacia de las especies, con tal perfección de método y con tal propiedad de términos, que parece no haber dejado a los que le seguirían más que la facultad de imitarle, quitándoles la posibilidad de igualarle».
S.S. León XIII, Breve "Cum hoc sit" (4/8/1880)
"Admirables son las cosas que dices, nuevas son las cosas que dices, falsas son las cosas que dices" ("Mira sunt quae dicitis, nova sunt quae dicitis, falsa sunt quae dicitis" (Contra Juliano, III, 3, 9)).
En ese sentido el viejo Aristóteles, en las grandes verdades que expresó y el Angélico asumió, nunca fue "novedoso".
"Pero la mayor gloria propia de Tomás, alabanza no participada nunca por ninguno de los Doctores católicos, consiste en que los Padres tridentinos, para establecer el orden en el mismo Concilio, quisieron que juntamente con los libros de la divina Escritura y los decretos de los Sumos Pontífices se viese sobre el altar la Suma de Tomás de Aquino, a la cual se pidiesen consejos, razones y oráculos" (S.S. León XIII, Aeterni Patris).
Novedad:
1. Cualidad de nuevo.
2.
Cosa que es nueva, que antes no existía, no se usaba o no se conocía o que existe, se usa o se conoce desde hace poco tiempo.
De modo que lo que yo digo es que era una novedad o, si lo prefiere, algo nuevo, aplicar la filosofía de Aristóteles a la doctrina cristiana.
No se limita a transmitir la Tradición.
Y según Newman y San Vicente de Lerins los cristianos tenemos que creer "sólo y todo cuanto fue creído siempre, por todos y en todas partes".
Por supuesto yo no tengo nada en contra de que se utilice la filosofía para intentar explicar, en la medida de lo posible, la fe. La de Aristóteles o la que sea - tampoco Aristóteles era infalible. Pero sin confundir lo que es materia de fe con lo que no lo es.
Desde luego me parece muy bien que nos recomienden a Santo Tomás y yo hago caso de esa recomendación cuando muestro mi acuerdo con esa idea de que la autoridad de la Iglesia está por encima de cualquier doctor (incluyéndole a él)
Pero no creo que formen parte de la Tradición de la Iglesia teorías suyas que no han sido declaradas doctrina infalible, que pueden coexistir con otras teorías, que no forman parte de ese "todo cuanto fue creído siempre por todos y en cualquier lugar."
Y desde luego esto se aplica concretamente a las ideas expuestas por vds en los posts anteriores.
Bendiciones
En todo caso, yo no sé lo que habría dicho Santo Tomás en tiempos de calvinismo o de jansenismo. A lo mejor el planteamiento habría sido distinto - de modo semejante a lo que dicen que ocurrió con el dogma de la Inmaculada, que si no era partidario de la doctrina de la Inmaculada Concepción era por el modo en que se planteaba en su tiempo, pero eso no significa que hubiera estado en contra del dogma tal como se declaró en 1854.
Pero, en definitiva, Santo Tomás no ha sido declarado infalible por la autoridad, ha sido declarado doctor muy recomendable (pero teniendo en cuenta sus condicionamientos por el tiempo en el que le tocó vivir, pues si eso sirve para el dogma de la Inmaculada Concepción igual servirá para otros temas)
La predestinación y la gracia, por contra, ya fueron definidos correctamente por Concilios previos (como en Orange II y Valence III), por lo que si santo Tomás hubiera dicho algo contrario a estos concilios, jamás hubiera podido obtener el título de Doctor.
Por lo demás, que la Iglesia convalide con su autoridad el magisterio de santo Tomás significa al menos dos cosas: primero, que no hay absolutamente nada contrario a la fe en su enseñanza, y segundo, que todo lo que él propuso es enseñanza segura y saludable.
Y esto es inaudito en toda la historia: ni el divino y glorioso san Agustín de Hipona, doctor de la gracia y más grande padre de la Iglesia, ha merecido que la misma le convalide con su autoridad su magisterio.
Así que, si alguien prefiere seguir a santo Tomás en lo que es opinable, aún por encima de los otros doctores, es un acto de lo más sensanto y recomendable, pues tendrá la seguridad que lo que está sosteniendo no solamente no es contrario a la fe, sino que además de ser compatible, es seguro y saludable para el crecimiento y propagación de la misma.
Y al revés: quién se opone al Magisterio de santo Tomás en las cosas opinables, se pone en posturas peligrosas y temerarias. Para esto cabe traer el testimonio del Papa Inocencio VI recogido en la encíclica Aeterni Patris de León XIII:
«La doctrina de éste tiene sobre las demás, exceptuada la canónica, propiedad en las palabras, orden en las materias, verdad en las sentencias, de tal suerte, que nunca a aquellos que la siguieren se les verá apartarse del camino de la verdad, y siempre será sospechoso de error el que la impugnare».
También el de san Pío X en su encíclica Pascendi:
«A los maestros les exhortamos a que tengan fijamente presente que el apartarse del Doctor de Aquino, en especial en las cuestiones metafisicas, nunca dejará de ser de gran perjuicio» (46).
Y el del Papa Pío XI en la Studiorum ducem:
«los modernistas no temen a ningún otro Doctor de la Iglesia tanto como a Tomás de Aquino» (10).
Por eso, termino con una cita del mismo Papa en su misma encíclica justo delante:
«¡Id a Tomás! Así, pues, del mismo modo que se les dijo a los egipcios cuando estaban grandemente necesitados: Íd a José (55), para obtener de él abundancia de trigo y poder alimentar sus cuerpos, del mismo modo hoy, a todos los hambrientos de verdad, Nos les decimos: Id a Tomás para que os de él, que tiene tanta abundancia, el pasto de la sana doctrina y el alimento de las almas para la vida sempiterna. Que este alimento esté pronto y al alcance de todos fue atestiguado por la santidad del juramento, cuando se trató de inscribir a Santo Tomás en el catálogo de las santos: “En la escuela luminosa y abierta de este Doctor florecieron muchísimos maestros religiosos y seglares: por su modo sucinto, fácil y claro… hasta los legos y hombres de escasa inteligencia desean leer sus escritos”(41).
Claro que la Inmaculada Concepción no era dogma en su tiempo, por lo cual no creo que Santo Tomás sea culpable de negar ningún dogma. Pero según actúan algunos de ustedes, el dogma habría seguido sin definirse apoyándose en que santo Tomás no era partidario de encontrar lógico que la Inmaculada Concepción fuera una realidad; planteamiento que parte de un error, pues tal como fue formulado posteriormente no pudo negarlo en su tiempo, por lo cual no se le puede suponer esa negación.
Lo mismo puede aplicarse a un montón de cosas.
Respecto a Orange, ya he dicho que no hay nada que objetar a lo que dice, que mis objeciones son a Báñez. Y respecto a Valence, ya he dicho que hay mucho que objetar a cómo lo dice y al uso de la palabra "predestinación", pues reconoce que la reprobación es posterior a las obras de demérito, de modo que en realidad es post- y no predeterminación.
Pero además hay que tener en cuenta que se trata de un concilio nacional, no ecuménico, como Trento, que deja las cosas muy claras.
Y respecto a su absurda teoría de que la gracia suficiente es suficiente porque da la potencia aunque jamás el acto y todos esos ejemplos que le da a Cos, yo le diría que si bien lo cierto es que todos los niños sanos nacen con la potencialidad de hablar rumano, no lo hablarán si no se les da el plus de ponerles en contacto con el idioma. No sé qué justicia sería la suya si vd tuviera cuatro hijos y decidiera mandar a dos de ellos a Rumanía y a los otros dos aislarles sin la posibilidad de encontrar ningún vestigio de esa lengua y luego les condenara por no haber pasado de la potencia al acto, como sus hermanos, cuando no les ha dado lo que les hacía falta para que la potencialidad se actualizara. Esa acusación de que tenían toda la potencialidad de hablar rumano y por eso es usted justo al condenarlos por no hablarlo es una injusticia manifiesta y absurda.
Todo lo demás que dice ya está respondido y refutado en la entrada anterior.
Cuando Tomás de Aquino optó por seguir una teoría del conocimiento de corte aristotélico, lo que resultó es que la teoría del conocimiento agustiniana que dependía de la "iluminación divina" (que era a su vez, una cristianización de la reminiscencia platónica) era imposible de sostener al mismo tiempo. Sin embargo, santo Tomás no dijo "lo que pasa es que Agustín se equivocó en esto", sino que buscó una manera de ajustar los textos del Hiponense a su propia visión, lo usó para respaldarse en él. Si esto lo hacían los autores sinceramente o no, creo que es imposible de saber.
Saludos.
Y en cuanto a la doctrina de santo Tomás sobre la gracia y la predestinación, por ejemplo, que fue de lo que anteriormente estuvimos dialogando, lo que sostenemos es que está contenida en las definiciones del Magisterio. Que de hecho coexista con otras posiciones no significa que lógicamente puedan coexistir (incluso se excluyen: ergo no pueden ser al mismo tiempo verdaderas). La cuestión entonces estará en demostrar esto mismo: que la única explicación válida es la tomista, y esto es lo que sostienen los más sanos tomistas. Y entonces sí obligaría. E implícitamente sería "lo creído por todos siempre", aun cuando no todos los fieles sean de ello conscientes (como por ejemplo Molina, suponiendo que era fiel).
También habría que considerar qué se entiende por "teoría". Pero tomando la expresión, del hecho de que haya "otras teorías" no se sigue que no haya obligación de aceptar la tomista si esta es verdadera y las otras son erróneas, como sostenemos.
Respecto de la Inmaculada, sin meterme ahora en su exposición de la Summa, santo Tomás finalmente se declaró a favor de ella, como explica el P. Garrigou-Lagrange. Y la que siempre negó fue la misma que negamos: una Inmaculada "irredenta".
"...lo habría dicho limitado por la forma en que se exponían las cosas en su tiempo". ¿Por qué? Parece una afirmación gratuita, pues no toda expresión está limitada por la forma propia del tiempo. A no ser que uno sea historicista.
Es al menos muy discutible esa "imposibilidad" de que habla: basta leer la q. 84, a. 5 de la Summa, donde se habla de la participación en las razones eternas que es propia del intelecto agente. El P. Agostino Trapè, por ejemplo, un gran especialista en san Agustín, está en contra de dicha imposibilidad. Y decir que el Angélico "usó" a san Agustín no parece nada justo.
Sin la gracia suficiente no sé cómo se las arregla para conjugar la Omnipotencia de Dios con su Voluntad salvífica universal: alguna ha de caer...
De cualquier manera, parece que no se es consciente de todas las recomendaciones magisteriales a no apartarse del Angélico, que tan bien recogió Ecclesiam. Y aquí se va mucho más allá, llegando a calificar su sublime pensamiento de absurdo e injusto. Creo que Molina no llegó a tanto...
"Digan lo que digan quien no se resiste en principio se limita a no hacer nada. Si luego consiente y coopera será obra de la gracia que no ha resistido.
Si estoy en medio del mar y cuando vienen a salvarme nado en dirección contraria me estaré resistiendo a que me salven, haciendo eso. Pero si no hago nada no estaré resistiendome a que me salven, aunque no nade en direcciòn del barco ni pida ayuda ni haga nada. Puedo no hacer nada de momento, ni consentir. De modo que quien esté en el bote que se me acerca cuando llegue a mí me pedirá que suba y yo entonces consentiré en subir y luego hasta cooperaré a remar hacia la costa.
Pero mientras no haga nada no estoy haciendo nada. Y el que me salva es el del bote, no yo.
La cita del anatema sobra, puesto que yo no he dicho que no haga nada cuando me subo al bote."
Y mi contraargumentación aquí, en el comentario anterior, a sus ejemplos sobre la potencia y el acto sigue en pie. Así como todas las que le hizo Cos en el post anterior.
Muy interesante el comentario de Juan Manuel.
Federico,
Puesto que dicen que si se opuso a la Inmaculada fue porque en su tiempo la consideraban una Inmaculada irredenta, y él se oponía a eso, ahí tiene un ejemplo de cómo la forma de enfocar el tema en su tiempo fue la causa de que no aceptase la Inmaculada Concepción.
Supongo que lo que dicen que aceptó luego fue que no cometiera ningún pecado a lo largo de su vida, pero el pecado original pensaba que tenía que tenerlo, para que no fuera irredenta.
Que no tendría ningún problema con el enfoque que se le dio luego, lo supongo yo también, pero la cuestión es que en su tiempo no se planteó ese enfoque y él no aceptó la Inmaculada Concepción por ese motivo.
Respecto a la filosofía, puede que vd considere que Aristóteles acertó en todo, pero como no ha sido declarado más infalible que Platón, no tengo por qué tener fe en él. Puede que yo considere que Aristóteles tuvo muchos más aciertos que Platón, pero de ahí a hacer un acto de fe en sus teorías hay un abismo.
En filosofía siempre se ha hablado, se habla y se hablará de la filosofía de Heráclito, de Parménides, de Sócrates, de Platón de Aristóteles...de Descartes, de Kant, de......
Que, en según qué cuestiones, si tiene razón uno no la tendrá otro, desde luego, pero que está por ver en qué cuestiones tiene razón quién, también. De todas formas a veces se pueden explicar de distintos modos las cosas ¿la luz, ondas o partículas?
Y si el filósofo es un doctor de la Iglesia, como dijo Santo Tomás, lo que cuenta es la áutoridad de la Iglesia, no el doctorado, de modo que por muy recomendado que esté, seguiré siempre preguntando cuál es la doctrina infalible según el magisterio y cuál no lo es, porque ese es el quid de la cuestión.
Respecto a lo que discutíamos, me parece bien que señalen que lo que dijo Santo Tomás está dentro de la doctrina del magisterio, como también lo que dijeron otras personas lo está, por lo cuál sí pueden coexistir desde el punto de vista de la fe católica.
Dice vd que sin embargo todas las posiciones no pueden ser verdaderas, pues se excluyen.
Bien, pues está por ver cuál será la posición verdadera, y/o si se excluyen todas realmente o no. O si pueden aparecer otras posiciones que sean más adecuadas para explicar la doctrina infalible de la Iglesia.
Es más, está por ver si lo que dijo Santo Tomás es lo mismo que dicen vds, pero en cualquier caso, repito que no es infalible.
Bendiciones
Me parece que coincido: tomando su buena aclaración de "novedad" como falsedad o algo sospechoso, una cosa es considerar algo como "novedad" y otra que efectivamente lo sea. Cuando la expresión material es nueva, el pensamiento puede ser tenido por "novedoso", aunque en verdad no lo sea.
Que algunos textos aristotélicos hayan sido durante mucho tiempo desconocidos, es algo claro. Pero en la medida en que el mismo Aristóteles llegó a expresar verdades perennes, entonces es perenne su pensamiento, y no se puede hablar en este sentido de filosofía "de Aristóteles" como de una mera posición opinable entre otras. De lo contrario, caemos en el relativismo.
Si el Angélico asumió la filosofía perenne (no sólo de Aristóteles, vale aclarar, sino también algo de Platón), entonces no asumió algo "nuevo", en el sentido de falso. Sí, materialmente, la expresión era nueva, como Ud. dice, pero no y jamás la tan antigua y divina verdad.
En la atribución de la filosofía a un determinado autor no veo algo negativo se suyo, sino sólo cuando late el prejuicio relativista, o al menos agnóstico, en tal atribución. La certeza metafísica es superior a la matemática. Pero el hombre moderno, como bien decía Maritain, está tan volcado hacia la materia, que sólo este campo le parece seguro y cierto, mientras que lo que se separa de ella ya lo considera campo de "libre pensamiento" (cuando directamente no lo niega), en el que cualquiera puede válidamente opinar, como si todas las posiciones fueran igualmente válidas o distintos enfoques de una realidad imposible de alcanzar y expresar con precisión. Pues es la muerte de la metafísica que hoy padecemos y que tanto afecta a nuestra santa Fe católica.
El ejemplo cambia pero la substancia del argumento es la misma. Ya fue refutado.
Juan Manuel;
Creo que distinguiendo las acepciones del término "novedad" podemos estar todos de acuerdo, porque eso parece de lo que dice usted.
En cualquier caso, si se usa el término novedad como sinónimo de falsedad, esto último es lo que nos interesa.
Por otra parte, en filosofía, como en toda ciencia, hay cosas ciertas y hay cosas opinables. En las cosas ciertas de ordinario se obvia el señalar la escuela, porque se parten de principios evidentes y a través de ellos se concluyen aquellas, de modo que cualquier persona en cualquier parte en cualquier tiempo pueda ver la verdad de las cosas.
Pero en las cosas opinables, que son más, suele ser conveniente citar las escuelas y autores, para que así se tenga oportunidad de profundizar más estas corrientes y además, como en todo lo que es opinable, el peso de la autoridad pueda ser considerado, hasta que no se determine la verdad sobre lo que trata.
Y así, en matemáticas, o mejor, geometría, se habla de geometría euclidiana y no euclidiana; porque en esto parece que hay una legítima diversidad respecto de las geometrías.
Pero en general no se habla de matemáticas de tal o cual autor, porque como hay muchas cosas ciertas, se utiliza la pedagogía de partir solamente de los principios evidentes hasta sacar las conclusiones ciertas.
El por qué sucede esto en las matemáticas, hay varias razones, pero basta decir al menos dos. La primera es con respecto de nuestra facultad de conocer, puesto que las matemáticas no tienen tan alto grado de abstracción como la filosofía, lo que permite razonar de modo más eficiente. De este modo, las conclusiones y los principios son más evidentes y claros.
La segunda, por razón de la moral. Porque, como decía un autor, si de las conclusiones de los Elementos de Euclides se siguiera algo que implique el cambiar la moral, es decir, las costumbres y las obras, los Elementos sería un libro muy discutido. Y así, porque las matemáticas de suyo no implican un cambio de moral, de vida, como abstenerse de la mentira, fornicación y semejantes, los hombres no tienen problemas en aceptar cualquiera sean sus conclusiones. Esto no pasa en la filosofía, pues por la filosofía se demuestra con certeza la existencia de Dios, del alma y otros, de modo tal que implica el abandono del pecado, y los pecadores esto no lo desean. De ahí una de las causas de la multiplicidad de doctrinas filosóficas.
"Un ejemplo de cómo la forma de enfocar el tema en su tiempo fue la causa de que no aceptase la Inmaculada Concepción", no significa que en el tema de la gracia "aún si hubiera dicho lo mismo que Báñez, cosa que está por ver, lo habría dicho limitado por la forma en que se exponían las cosas en su tiempo" (las citas son suyas).
Que en un caso se dé un condicionamiento histórico, como Ud. sostiene, no autoriza a extender tal condicionamiento a otra cuestión, como Ud. hace.
Ese es el quid de la cuestión: cuál sea la verdad de las cosas.
Y ud no lo ha refutado, simplemente no contesta.
Y lo mismo digo respecto a la supuesta gracia suficiente que solo lo es en potencia pero nunca en acto. Claro q todos sus hijos podrían hablar rumano en potencia, pero no son culpables ni merecedores de ningún castigo los que no han podido actualizarlo porque no se les ha dado los medios. Será justo que les castigue si les puso un profesor de rumano y lo rechazaron.
Federico, he dicho repetidas veces que lo absurdo es lo que dicen uds. Es ud quien le pasa la pelota a Santo Tomás. Yo siempre he creído en que Dios da a todos la gracia suficiente para salvarse, pero suficiente de verdad, no como su "capacidad para hablar rumano" q desde luego es un motivo injusto y absurdo para castigar a quien de hecho no cuenta con lo necesario para actualizarlo.
Y yo no creo q Báñez tenga el monopolio de Santo Tomás. Pero me atengo a lo que se dice y no a quien lo diga.
Vale aclarar que luego, al final de su vida, santo Tomás aceptó la Inmaculada concepción de la Santísima Virgen, esto significa inmaculada del pecado original, no contraído (pero no libre del débito del mismo): si no no sería la concepción la inmaculada, sino sólo la vida de la Virgen. Pues si es por aceptar la Inmaculada concepción sin más, sin tener en cuenta el débito (negándolo), uno de los primeros que la defendió fue Pelagio, el heresiarca...
Nunca dije que consideraba que Aristóteles hubiera acertado en todo (tema no fácil), y para la cuestión que tratamos tampoco es algo sobre lo que debamos pronunciarnos. Me refería a las verdades filosóficas que el Estagirita expresó y santo Tomás asumió. Que Aristóteles tuvo aciertos nadie sensato podría negarlo.
La cuestión es que no se trata de poner de un lado lo declarado infalible y del otro lo que es opinable. Me parece que Ud. no lo hace, pero por momentos da la impresión. No todo lo que no ha sido declarado infalible es igualmente válido. En filosofía no todo está por ver. Hay muchas cosas que son verdades perennes, aun cuando no hayan sido declaradas "infalibles". De modo que el "quid" de la cuestión no es circunscribirse a lo expresamente declarado "infalible", pues eso significaría casi la muerte de las ciencias teológica y filosófica, y casi caer en el fideísmo. Que alguien no se sienta llamado a cultivarlas no autoriza a descalificarlas (tampoco, aclaro, digo que Ud. directamente lo haga).
Respecto de la insistente recomendación de la Iglesia sobre santo Tomás, es importante tener en cuenta que son sus principios los tan insistentemente recomendados, principios que contienen implícito todo su tratado de la gracia y de la predestinación, y no incluyen su afirmación, que es de mero hecho (o de facto) de si la Virgen contrajo o no el pecado original (que al final dijo que no), tema que los no (y anti) tomistas tienen particular predilección en traer a colación.
Entonces estimo que por más que encuentre oscuridades en su tratado de la gracia y de la predestinación (y siendo un tan gran misterio, ¿quién no las encuentra...?), al menos, como buena hija de la Iglesia, no se opondrá al mismo antes de una verdaderamente concienzuda, atenta y profunda investigación, teniendo en cuenta que grandes, verdaderamente grandes teólogos no lo despacharon en un par de días, sino que le dedicaron muchos años y muchas fatigas... Las objeciones que Ud. planteó y plantea respecto de la gracia suficiente y demás cosas no son nada nuevas..., y por eso ya han sido respondidas. El problema principal, o al menos se hace manifiesto el problema, si se sacan todas las consecuencias de lo que Ud. me parece que sostiene. Y las consecuencias, créame, son muy graves, verdaderamente muy graves. Los tomistas sostenemos que son absolutamente incompatibles con la fe católica. Por eso comprenda, por favor, nuestra "tenacidad" al respecto en defender el pensamiento de nuestro Maestro; en lo cual, además, reconocerá que somos fieles a la recomendación de la Iglesia, a su clara preferencia por el Angélico (los textos son clarísimos, y ningún Doctor se le iguala). Y si, como Ud. dice, es recomendable porque la Iglesia lo recomienda y no tanto por su doctorado, la Iglesia lo recomienda por lo que él dice. Ergo, la Iglesia ha visto "algo" en santo Tomás, aun cuando no haya "infalibilizado" todo su pensamiento..., "algo" que es lo que han visto los que somos profundamente tomistas, y que nos duele sobremanera en el alma ver que no todos ven, y hasta incluso algunos menosprecian, y hasta algunos, desgraciadamente, llegan a atacar o ridiculizar..., máxime en estos tiempos oscuros que corren (que pienso que no dejan de ser oscuros, en gran medida, por haber abandonado muchos de sus principios, como ya decía algún Papa).
Y Santo Tomás, con la ayuda divina, tiene razón en muchas cosas. Por eso la Iglesia jerárquica,a través de los siglos, nos exhorta a confiar en la obra y los principios de quien tienen razón en muchas cosas, aunque no sea infalible. Para infalible, la Iglesia.
Federico, tendré que leer al P. Trape, a quien no conocía (lamentablemente, mi italiano está un poco oxidado). Con respecto a la cita de la Summa... Bien, es terrible como dos personas pueden leer lo mismo e interpretar exactamente lo contrario. Para mi, la cita confirma exactamente lo que digo: santo Tomás interpreta, como mínimo, polémicamente a san Agustín para reforzar su postura.
Si se lee la gnoselogia agustinianan en Confesiones, libro X caps. 10-13,24-27 o en el final de De magistro se pueden ver lugares donde se sostiene que Dios nos enseña interiormente, que la ciencia es innata y que la experiencia sensible lo que hace es de alguna manera recordarnos esa verdad que Dios ya nos ilumina interiormente. Me parece insostenible con respecto a la gnoseología tomista.
Por otro lado, estas no son meras ideas mías. Etienne Gilson sostenía en una polémico y clásico artículo (Pourquoi Saint Thomas a critiqué Saint Augustin) que la polémica con las interpretaciones que Averroes y Avicena hacían del texto aristotélico, llevó a Tomás a desarrollar una doctrina integral que lo separaba profundamente, no solo de estas interpretaciones, sino de la doctrina agustiniana del conocimiento. Allí, Gilson califica a este traspaso de una base agustiniana platónica a otra aristotélica como el acontecimiento filosófico más grande del siglo XIII.
Saludos a todos
Por otra parte, si todo en filosofía fuera opinable, es necesario afirmar con Malebranche la absurdez de que sólo podemos conocer que el mundo exterior existe porque así consta por las Sagradas Escrituras. Es decir, el más irrestricto fideísmo.
Hay postulados filosóficos que son absolutamente necesarios aceptarlos, aunque no haya declaración dogmática, porque las mismas declaraciones dogmáticas la presuponen. Por ejemplo: el principio de no contradicción.
Si rechazamos este principio, sería lo mismo afirmar "Cristo sí es Dios y hombre" y "Cristo no es Dios y hombre". Lo cual es imposible.
Sin embargo, no existe ninguna declaración dogmática e infalible de que este principio filosófico es verdadero y todos los católicos deben aceptarlo. Y tampoco la habrá jamás: porque toda declaración infalible y dogmática presupone necesariamente este principio filosófico.
Ni yo ni Ecclesiam "le pasamos la pelota a santo Tomás", lo cual sería bastante presuntuoso por nuestra parte...
Relea, en cuanto pueda, la q. 23 de la I pars y lo constatará. Y si quiere un análisis más desarrollado, con más referencias al Angélico, que ya quita toda posibilidad de validez a su afirmación, tiene "La predestinación de los santos y la gracia", del P. Garrigou-Lagrange. Únicamente le pido, por favor, que trate de no pronunciarse sobre el asunto antes de haberlos leído e incluso más de una vez. Pues de lo contrario esto seguirá siendo el dar vueltas y vueltas sobre lo ya tratado. Gracias.
Quizá es un tema algo difícil para resolver en unos breves comentarios.
Únicamente me pareció bastante "fuerte" la afirmación de la "imposibilidad".
El tomo III de la Patrología de Quasten de la BAC (en realidad continúa la de Quasten, pues está dirigida por di Berardino y compuesta por varios autores) tiene un excelente capítulo sobre San Agustín (el VI), escrito por el P. Agostino Trapè: es una joya y allí reúne las posibles interpretaciones de la doctrina agustiniana de la iluminación, brevemente, pero creo recordar que al menos da algunas referencias bibliográficas. Siendo una autoridad en el agustinismo me parece que su posición al respecto es de considerar. Aunque también, como dice, la de E. Gilson, pero si no me equivoco, aunque no estoy del todo seguro, él no se caracteriza por poner mucho de relieve el influjo platónico-agustiniano en santo Tomás. Pero por otro lado Gilson decía que una filosofía cristiana no puede no ser agustiniana. Y la de santo Tomás es "cristianísima".
Que no dicen exactamente lo mismo es claro, pero me parece que no es forzar las cosas ver una continuidad sustancial, y así siempre he leído dicho artículo 5 de la q. 84. Santo Tomás, cuando era necesario oponerse a algún Padre, lo hacía y lo decía, como lo dijo respecto del Crisóstomo, a quien tanto apreciaba, acerca de la impecancia de la Virgen, donde dice que "se excedió" (al hablar del posible suicidio de la Virgen o de sus faltas).
También en san Agustín hubo una notable evolución, desde alabar a Platón hasta retractarse y llamarlo impío (cf. Retractaciones I, 4).
Saludos
El sentido común es el que niega que sea culpable de no aprender rumano un niño al q no se le dan los medios, por mucho que tenga la potencialidad de aprenderlo. No se le da la oportunidad de pasar de potencia a acto.
Y además se niegan a aceptar la existencia del cero.
Pero no se preocupen que no le doy más vueltas. Me basta con señalar que hay otras soluciones y ninguna es obligatoria para un católico.
Bendiciones
Por mi parte veré el artículo que me cita (Patricia (María Helena) fue mi profesora). Gracias.
El P. Ignacio Andereggen, por citar compatriotas, creo que estaba por la positiva.
Ya fue respondido y refutado el mismo argumento de ahora en la entrada anterior de este blog. Digo esto por aclarar, pues no te respondo aquí porque es llover sobre mojado y desviarse en demasía del tema de la entrada.
Juan Manuel;
En cualquier caso, en primer lugar hay que determinar de modo concluyente cuál sea la gnoseología de san Agustín y cuál la de santo Tomás, de manera tal que se vea con claridad y unívocamente qué afirman y qué niegan; y en segunda instancia, con las mismas proposiciones, compararlas y determinar ya si están completamente de acuerdo, ya si en algo están de acuerdo y en algo en desacuerdo, ya si están completamente en desacuerdo.
Pero el problema está precisamente en el primer paso, porque en el caso de san Agustín, él no posee la misma claridad expositiva que santo Tomás, por lo que veo que puede ser difícil determinar de modo concluyente cuál sea su gnoseología.
Sin embargo, es claro que es posible, como mínimo, exponer de modo contingente. Pero aquí, al ser la conclusión contingente, es casi inevitable que finalmente se afirme la opinión que con mejor dialéctica se defienda, y en cualquier caso, no pasará de una opinión, bien defendida, pero opinión.
2. Para decirlo brevemente, nunca resulta insuficiente. Nunca hemos dicho eso. Siempre es suficiente. Pero sólo eso: suficiente. Eso no es contradictorio. Es pura lógica.
3. El día que demuestre que las otras son efectivamente "soluciones", habrá superado a aquel cuya doctrina la Iglesia ha hecho suya y que ostenta el título de Doctor Común. Hasta entonces sus palabras se enfrentan a una secular y luminosa tradición que cualquier persona sensata, aun antes de considerarla detenidamente, preferiría con creces.
4. Muchas gracias, Alonso; muy buenos comentarios, Ecclesiam: un gusto compartir escuela y carisma.
El énfasis en la obligación demuestra una ética que se aleja de la católica, clásica y tomista centralidad de la virtud... Entre ellas, la prudencia es "auriga virtutum".
La preocupación por conocer cuál es la doctrina definitiva y los límites que no se pueden cruzar es prudencia.
La recomendación de santo Tomás incluye esa acertadísima opinión sobre la autoridad de la Iglesia por encima de los doctores.
La Tradición de la Iglesia comienza en el siglo I, incluye a los Padres anteriores a San Agustín, precede al uso de Aristóteles, y parece claro que, aunque se profundice en la comprensión, solo es Tradición lo creído por toda la Iglesia en todo momento y en todo lugar.
Se puede seguir profundizando en la comprensión.
Es incomprensible que se llame suficiente para salvarse a una gracia que no salve nunca por no capacitar para pasar de potencia a acto.
Yo creo con la Iglesia que Dios da la gracia realmente suficiente para salvarse con tal que no se rechace.
Yo repaso y repasaré continuamente lo que la Iglesia Católica dice que debemos creer, y no añadiré ideas que contradigan esa fe, como la falsa idea de que Dios ha predeterminado a nadie a la condenación, que está en contradición con la doctrina definitiva de la Iglesia.
Me parece importante.
Y no, no han refutado lo expuesto en este post ni en el anterior.
No existe ninguna razón para que nieguen el valor cero de no resistir a la gracia, ni tampoco para que afirmen que se es culpable de no pasar de potencia a acto cuando se carece de lo necesario para pasar de potencia a acto.
Bendiciones.
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A.G.:
"No existe ninguna razón para que nieguen el valor cero de no resistir a la gracia"
No se puede no resistir la gracia sin ser movido por la gracia. Lo cual es un acto positivo de aceptación que realiza el hombre, y por eso, si está en estado de gracia, es meritorio. La gracia es necesaria para no resistir, lo cual es de fe divina y católica. Cuando no se resiste, es decir, se acepta, la voluntad hace algo, colaborar, no permanece inerte, y esto es de fe divina y católica.
Así que es evidente que estoy de acuerdo con la fe divina y católica.
Pero por si se pudiera malentender, gracias por recordarla.
_________
A.G.:
Es que la voluntad no puede estar sin hacer nada, no puede estar en momento cero, sino que la gracia misma debe prepararla para que acepte. Esa preparación sobrenatural es para que la gracia no resista. La voluntad por sí sola no puede prepararse.
A.G.:
Nadie, nadie se condena por falta de gracias. A todos ama y a todos quiere salvar y a todos da gracias suficientes. Pero al permitir el pecado, consiguientemente, debe castigar a los malos y hacer justicia.
02/09/20 8:20 PM
A.G.:
Si no quiere la gracia, Dios no va a obligarle a que la quiera. Porque debe ser libre. El pecado es lo mismo que no querer la gracia. El pecado aparta de Dios, que no deja de mandar gracias que son despreciadas voluntariamente.Quien peca elige el mal.
03/09/20 3:06 PM
A.G.:
Dios no abandona a nadie, es el hombre quien abandona a Dios. Cuando el ser humano rechaza la ayuda divina, Dios, con toda justicia, puede negarle como castigo las gracias eficaces que, ojo, ya fueron rechazadas con el pecado. Porque el pecado es eso, rechazar la ayuda de Dios.
03/09/20 4:16 PM
A.G.:
Dios no abandona si no es abandonado primero. El pecado es un rechazo del auxilio divino y la autoglorificación del hombre. Dios quiere que todos se salven y a todos da la gracia que necesitan para poder, en verdad, salvarse. El problema es que el hombre al pecar no quiere salvarse, quiere pecar, quiere rechazar a Dios.
03/09/20 5:18 PM
Alonso Gracián
Para que no quede duda voy a exponer el valor doctrinal de las tesis implicadas:
1. Con la sola fuerza natural de la voluntad no se puede realizar ninguna acción saludable. Es necesaria la gracia para todo acto referido a la salvación. Valor doctrinal: de fe divina y católica. La negación de esta tesis supone herejía.
2. El hombre caído con sus fuerzas naturales no puede merecer la gracia ni disponerse para recibirla. Valor doctrinal: de fe divina y católica. Y su negación es herejía.
3. Dios concede algunas gracias que por su eficacia propia tienen un efecto infalible en el consentimiento. Valor doctrinal: teológicamente verdadero. Y su negación, error teológico.
4. El hombre, bajo el influjo de la gracia eficaz infalible, sigue siendo libre, pudiendo elegir otra cosa, De fe divina y católica y su negación es herejía.
5. Dios da gracias que son verdaderamente suficientes para hacer aquello para lo cual se dan. Valor doctrinal, de fe divina y católica definida y su censura es herejía.
Puede consultarse en "Dios santificador, la gracia", Ibáñez y Mendoza, editorial Palabra
05/09/20 12:57 PM
A.G.:
Dios da a todo el mundo la gracia que necesita para salvarse. El que uno se condene es culpa exclusivamente suya. Cuando una persona rechaza estas gracias suficientes para salvarse, rechaza también las gracias eficaces que éstas contienen como en semilla, o como en promesa, como explica hermosamente Garrigou-Lagrange. Porque con el pecado se rechaza la gracia con todo el proyecto de salvación que conlleva.
21/08/20 8:55 AM
Pero Garrigou-Lagrange, como todos los bañecianos están metidos en un círculo vicioso, puesto que añaden que no se puede no resistir la gracia suficiente sin la gracia eficaz, de modo que eso de que recibirán la gracia eficaz si no resisten a la suficiente pasa a no tener ningún sentido.
La única forma de salir de su círculo vicioso es que la gracia actual se pueda resistir o no, y que la gracia sea eficaz con tal de que no se resista, porque Dios omnipotente así lo ha decidido.
Y que no resistirla, en principio, no es lo mismo que la aceptación positiva, de modo que no resistir tiene en principio valor cero, porque no es hacer nada ni bueno ni malo, antes de pasar a tener valor positivo cuando se acepta, que es cuando se puede aplicar lo de que todo lo bueno viene de Dios, incluyendo la aceptación.
No veo que lo que digo choque con la doctrina de la Iglesia ni con el principio de no contradicción, ni con nada.
En caso de contradecir alguna doctrina definitiva de la Iglesia, cosa que no veo, me gustaría que me lo hiciera saber.
Bendiciones.
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A.G.:
La voluntad por sí sola no puede no resistir, necesita que la gracia la prepare y predisponga a aceptar.
En todo caso no hay ninguna doctrina que prohiba que la voluntad en un momento dado no decida nada ni haga nada.
Y de "no hacer nada" viene a depender nada menos que la salvación eterna... Es un nihilismo sumamente extravagante.
2. La "preocupación" de que habla no se manifiesta en tachar de absurda e injusta una doctrina sin una prueba firme contra ella, y poniendo en su lugar otra inconsistente. Tampoco aquí aparece la prudencia.
3. No es una "opinión", como dice, el que la autoridad de la Iglesia esté por encima de los doctores. Y aun así no hace caso a su viva recomendación. No hay aquí prudencia.
4. La profundización en la comprensión de lo creído permite explicitar lo que implícitamente se ha creído por todos y siempre. El mismo san Agustín, contra los pelagianos, que le reprochaban algo similar a lo que Ud. parece decir, se ocupó de demostrar su continuidad con los Padres que lo precedieron. ¿Prudencia?
5. Lo que es incomprensible es que Ud. quiera ver en lo que es suficiente algo más que lo suficiente, y que por no verlo niegue que es suficiente y acuse a tal noción de contradictoria. Idem.
6. Queda por ver si sus ideas, tal como las ha expuesto, contradicen la fe. Esto es muy grave. Si siguiera la recomendación del Magisterio de seguir las enseñanzas del Angélico no correría tal peligro. Pero sus ásperas críticas a su doctrina son un muy mal signo.
7. Se es culpable por una culpa, no por el "no pasar de potencia a acto", sino por cometer una culpa.
a todos gratis, sin ningún mérito previo por nuestra parte. Del no hacer nada pasaremos luego a cooperar con la gracia.
Más extravagante me parece el círculo vicioso contradictorio bañeciano.
1. Hay varias teorías. Su bañecianismo no es la única, por mucho que a vd se lo parezca. Es prudente reconocer esa verdad.
2. Yo he señalado el circulo vicioso bañeciano, si a vd no le parece absurdo resuélvalo y si le parece justo explíquese. Es prudente no meterse en círculos viciosos.
3. La autoridad de la Iglesia está por encima de los doctores, exacto, eso digo yo también desde mi primer comentario, y desde luego que soy consecuente.
4. La profundización en lo que siempre se ha creído me parece muy bien, como he dejado absolutamente claro. Lo de acusar falsamente de pelagianismo le va mucho a los calvinistas que de eso acusaban a Trento. Afortunadamente yo de pelagiana no tengo nada y a la vista está.
Y respecto a la Tradición, como se puede ver en mis comentarios, tampoco se me puede objetar nada.
5. Lo que yo he dicho es muy comprensible, a diferencia de su círculo vicioso bañeciano. Si no lo comprende vd no sé cuál será su problema.
6. Lo primero de lo que me preocupo es de que mis ideas no contradigan la fe de la Iglesia. Se puede ver que he pedido repetidas veces que se deje claro cuál es la doctrina infalible de la Iglesia.
7. Se es culpable cuando no se hace el bien de hecho cuando realmente se tenía todo lo que hace falta para hacer el bien de hecho, incluyendo la forma de pasar de potencia a acto. Si no se tiene lo que hace falta para actualizar la potencia no se es culpable de no actualizarla.
Me parece muy bien que vd opine de otra manera, pero eso no le da derecho a insinuar falsedades sobre mi catolicismo. Que soy católica y que creo lo que la Iglesia Católica dice que hay que creer está muy claro.
Si de lo que se me ha dicho aquí, aplicando la lógica he sacado esas conclusiones, como me he preocupado de mantenerme dentro de los límites de lo que cree la Iglesia infaliblemente sobre este tema, lo que pienso está dentro del catolicismo, sobran sus insinuaciones.
De todos modos también está claro que el catecismo dice lo que dice, que es lo que hace falta que se diga a los creyentes, y no se mete en los berenjenales que se meten vds. Pero puestos a meterse seamos consecuentes.
Quedó claro que para usted yo soy incomprensible y para mí el incomprensible es vd, eso es todo.
Por mi parte,
Bendiciones.
De que se haya preocupado de mantenerse dentro de los límites de lo que cree la Iglesia no se sigue que necesariamente lo que piense esté dentro del catolicismo, a no ser que Ud. sea infalible, que no lo es. Es una inferencia incorrecta la que hace.
Pido disculpas por contribuir a ese mal rollo. Mi.atenuante puede ser que me molesta mucho que se ponga en duda gratuitamente mi catolicismo.
En cualquier caso no era mi intención molestar a nadie, ni veo ninguna razón para que nadie se moleste. Simplemente y honestamente yo he intentado contestar a las preguntas que me planteaba lo que exponían uds.
Gracias por las diversas contribuciones y no se tomen a mal que disienta en algunas cosas.
Al fin y al cabo no tiene importancia que no me convenzan.
Bendiciones.
Se comprende entonces su posición al no haber llegado a ver que precisamente no son "varias teorías". Y por eso no le debe parecer "muy bien" que otro sostenga "otra teoría", cuando evidentemente alguna es errónea. Entonces no habría prudencia en reconocer "esa verdad", que no la hay en este caso. Se explica también que se quede relativamente tranquila con el "dato infalible" y lo otro la tenga casi sin cuidado. Su misma expresión, entonces, la delata.
El círculo no es vicioso, pues es Ud. la que pretende que la gracia suficiente sea algo que ella no es. Es Ud. la que se ha metido en él inventándolo donde no lo hay, y ahí está la imprudencia. Y por tanto, luego de las numerosas explicaciones que se le han dado, Ud. tendría que justificar su novedosa posición, y no lo ha hecho y a nadie ha convencido. No hemos de seguir justificando ni explicando lo que no es absurdo porque a alguien le parezca injustificadamente que lo sea, y cuando además no propone ninguna alternativa válida.
Respecto de la autoridad de la Iglesia, lo dije porque Ud. misma lo calificó como una opinión: "La recomendación de santo Tomás incluye esa acertadísima opinión sobre la autoridad de la Iglesia por encima de los doctores" (sic).
Es el problema del mal, y de la inclinación al mal de una voluntad humana herida por el pecado, el hace que la gracia que es suficiente sea dada en vano.
No es que sea un defecto de gracia, es un defecto de la criatura, que Dios permite. Porque la gracia se puede rechazar, Dios lo permite, y se rechaza no porque esa gracia sea defectuosa, sino porque el hombre rechaza a Dios.
Por eso el misterio de la gracia suficiente se explica a la luz de la permisión del mal.
Con la gracia eficaz ocurre algo muy distinto. Incumbe al misterio de la misericordia divina. Y es que Dios no quiere que el mal que permite sea total, no quiere una difusión absoluta del mal, porque, cuando lo cree justo, no permite el mal, y lo hace auxiliando de tal forma a la criatura que ésta da lo mejor de sí, "causando", como enseña Trento, su obra buena. ¿Qué pensaríamos de un Dios que permite que el mal sea absoluto y campee por toda la tierra? No, porque es bueno que Dios impida que, en ciertas ocasiones, el mal triunfe en la voluntad humana. Y para eso, da libertad a través de su Hijo, mediante la gracia que nos ganó en la Cruz.
-No pretendo en absoluto convencer a nadie, simplemente he encontrado contradictoria la exposición bañeciana sobre la gracia y la salvación y he planteado mi perplejidad al respecto.
-Yo no pretendo que la gracia suficiente sea nada.
Yo entiendo la doctrina de la Iglesia de que Dios da a todos la gracia suficiente para salvarse de un modo literal, como que nadie es abandonado a priori y todos reciben la gracia que necesitan para actuar bien si no la rechazan. Por tanto si no lo hacen es culpa de ellos por rechazar la gracia.
Son vds los que dicen que hay dos tipos de gracia:
- la suficiente que no da más que la potencia que no se actualizará jamás, porque para que no se resista y hacer el bien de hecho necesitan el otro tipo de gracia:
- la eficaz, que no se resiste jamás y es la que permite pasar de potencia a acto.
El círculo vicioso lo señalé en mi comentario:
"Garrigou-Lagrange, como todos los bañecianos están metidos en un círculo vicioso, puesto que añaden que no se puede no resistir la gracia suficiente sin la gracia eficaz, de modo que eso de que recibirán la gracia eficaz si no resisten a la suficiente pasa a no tener ningún sentido."
No veo que haya resuelto ese círculo vicioso.
Y lo que he dicho sobre que en un primer momento "no resistir" es no hacer nada, no veo que tiene de problemático, cuando he dejado bien claro que en un segundo momento la gracia siguiendo su curso llevaría a la aceptación positiva y la cooperación.
En todo caso, repaso la doctrina católica sobre este asunto y no encuentro nada que se oponga a ella en lo que he dicho.
Y por tanto no comprendo todas esas frases que me ha dedicado sobre la supuesta gravedad y las consecuencias de lo que he expuesto.
Bendiciones.
Respecto al de Alonso, me parece muy bien la mayor parte de lo que dice, pero no todo.
Aparentemente tiene razón, pero siempre que la gracia suficiente que Dios ofrece a todos también sirva en algunos para pasar de la potencia al acto y pueda aceptarse de hecho y en ese caso ser eficaz.
Si lo plantea como Garrigou-Lagrange tenemos el círculo vicioso que señalé anteriormente.
La gracia eficaz extraordinaria que nunca se resiste sería en casos extraordinarios.
Creo que esto que digo no contradice nada de lo expuesto como doctrina católica sobre la gracia.
Bendiciones.
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A.G.:
Es que el hombre al pecar no quiere que pase de la potencia al acto y la frustra. Por eso digo que la gracia suficiente sólo se entiende a la luz del misterio de la iniquidad. Podría pasar perfectamente de la potencia al acto, tiene todo lo necesario, pero no pasa porque el hombre la frustra.
El Bien elige al hombre antes que el hombre se incline a realizar el bien.
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A.G.:
En efecto, así es, es por culpa del pecado que el don divino es frustrado.
Es evidente que en esta teoría de vds que expone ahora, es Dios quien abandona primero.
Está diciendo que existen dos tipos de gracia que se ha decidido a priori que se repartirán a dos grupos diferentes de personas (a las que, indudablemente, se predetermina a condenarse o a salvarse según el grupo en el que les toque - la razón es, según parece, que el hombre es un misterio de iniquidad y todos merecen condenarse, aunque se salvará a unos cuantos a pesar de todo si les cae en suerte)
Los que reciban la gracia mal llamada "suficiente" nunca pasarán de potencia a acto (porque los hombres son un misterio de iniquidad que ni siquiera con la gracia "suficiente" harán el bien jamás, por eso se les da este tipo de "gracia", para que al frustrarla demuestren lo malos que son, no para salvarles.) La supuesta potencia nunca se actualizará sin el otro tipo de gracia que no se les va a dar más que a unos cuantos.
Los que se ha decidido que no tengan el otro tipo de gracia (eficaz), por tanto, han sido predestinados a la condenación (¿se diferencia en algo de la predestinación calvinista, salvo en pequeños detalles?)
Según esto la voluntad salvífica universal de Dios y la reconciliación y redención por medio de Jesucristo son metafóricas cuando hablan de "todos" y no hay que tomarse literalmente lo que dicen las escrituras.
En realidad ni Dios quiere que todos los hombres se salven ni Jesucristo murió por todos, según los calvinistas y según vds.
No creo que sea esa LA doctrina de la Iglesia,. Afortunadamente hay otras explicaciones diferentes dentro de la Iglesia Católica.
Es más, la Iglesia prohibe la doctrina de la reprobación positiva antes de los deméritos y aunque hagan malabarismos para negar que su reprobacion es positiva, lo cierto es que si no lo es, lo parece inevitablemente - eso sí que es un misterio.
Mejor será que nos atengamos a creer lo que la Iglesia ha declarado definitivamente como doctrina infalible y en lo demás que cada cual se quede con lo que le parezca más acorde con la imagen de Dios que se nos ha revelado en Jesucristo.
En todo caso, gracias por señalar anteriormente los límites puestos por la Iglesia sobre lo que se debe creer. Gracias a eso sé que no tengo por qué creer lo que está diciendo ahora.
Bendiciones
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A.G.:
Dios da la gracia. El hombre la rechaza. Es claro que es el hombre quien abandona primero a Dios.
Si quisiera que se salvaran les daría el tipo de gracia adecuado.
Es evidente que uds no creen en la voluntad salvífica universal de Dios.
Afortunadamente lo que dicen no estamos obligados a creerlo.
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A.G.:
Es una gracia muy adecuada. No pasa al acto porque el hombre la resiste. La gracia se puede resistir, y no por ello es gracia defectuosa.
Dios quiere que todos se salven (1 Tim 2, 4). Pero, como se comprueba con sólo echar un vistazo a las noticias, permite el mal.
Porque en el primer caso no habría problema, pero en el segundo está claro que les da algo que sabe que no les va a servir de para hacer el bien porque la van a resistir.
En ese caso ha decidido a priori que estos no se salven y no tiene ninguna voluntad salvífica respecto a ellos.
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A.G.:
Todos los seres humanos pecamos, y cuando pecamos, rechazamos la gracia que Dios nos envió para que no pecáramos. ¿O acaso hay algún ser humano que no peque nunca? Unos más, otros menos, todos pecamos, es decir, todos rechazamos algunas o muchas veces la gracia que Dios nos da para no pecar.
Igualmente, es una alegría encontrar a otro semejante. Considerar que es una gran gracia de Dios el ser aspirantes a hijos de santo Tomás, y una gran tarea a alcanzar, con el auxilio de la gracia, pues la sabiduría de él no es la de este mundo, aquella que denuncia el Apóstol: «si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural, demoníaca» (St 3, 14-15), sino que es aquella sabiduría de lo alto, como más adelante dice: «la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además, pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía» (3, 17).
Respecto de la disputa actual, hay que considerar brevemente que el hecho de la voluntad de Dios que quiere que todos los hombres se salven y el hecho de que algunos no se salvan, tiene la inexorable dificultad de conciliarla con su omnipotencia y su omnisciencia.
Por su omnipotencia. Si Dios quiere que todos los hombres se salven y no todos se salvan. Dios puede o no puede salvar a todos los hombres. Si no puede, no es omnipotente. Si puede, ¿por qué no todos se salvan?
Por su omnisciencia. Si Dios quiere que todos los hombres se salven y no todos se salvan. Dios sabe, antes si quiera de crearlos, quién se condenará y quién se salvará. Si Dios crea a los que sabe que se condenarán, es o porque quiere que existan los condenados o porque no quiere que existan. Si no quiere, no los crearía y no existirían. Pero existen los condenados. Luego, quiere que existan. Pero, si quiere que existan los condenados, ¿cómo es que quiere que todos se salven?
Esto es inexorable. Si Dios quisiera absolutamente la salvación de todos, o bien los salvaría a todos por su omnipotencia, o bien, si decimos que Dios no puede salvarlos a todos, no crearía a los que sabe que se condenarán.
En cualquier caso, se cae en la dificultad necesaria de que Dios sí quiere de algún modo a los condenados. Ya porque pudiendo evitarlo no lo hace. Ya porque, incluso en el falso supuesto de que no puede evitarlo, sin embargo, Dios los crea a sabiendas que estarán condenados por la eternidad.
Y repito esto por si no queda claro: Dios crea a los que se condenarán sabiendo antes de crearlos que un día estarán condenados por la eternidad.
Es un hecho que ningún cristiano podrá obviar ni eludir.
Por eso el padre y doctor de la Iglesia san Juan Damasceno distinguió entre la voluntad antecedente y consecuente de Dios. Sin esta distinción, hay que quitarle la omnipotencia y la omnisciencia a Dios, y Dios ya no sería Dios.
La cuestión es si vd mantiene que hay dos tipos de gracia diferentes y que cuando peca es porque ha recibido la "suficiente" que se resiste siempre y cuando no peca ha recibido la "eficaz" que no se resiste nunca.
Para mí está claro que Trento dice que la gracia actual se puede resistir o no resistir de hecho, pero no habla de que se den dos tipos de gracias diferentes según se quiera dejar que el hombre peque o se le quiera impedir. Si la llamamos eficaz cuando no se ha resistido no hay ningún problema, porque eso no implica que haya dos tipos de gracia diferentes.
La cuestión es que según esa teoría de las dos gracias se predetermina también a los condenados a los que se les niega la gracia que sirve para no pecar de hecho.
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A.G.:
La gracia se puede rechazar, y si se rechaza por el pecado, es evidente que esa gracia no ha sido eficaz, porque el hombre la ha resistido. Era gracia suficiente para hacer la obra, aunque no la llegó a causar, porque el hombre la rechazó y eligió el pecado.
La gracia que se rechaza, obviamente, no es eficaz, la voluntad humana no la quiso, prefirió el mal.
Son embargo, Dios, que es bueno, no siempre quiere permitir que esto pase, de lo contrario, el mundo estaria invadido por el mal.Entonces, según su justicia y su misericordia, concede un don mayor, que causa la obra buena, como dice Trento ses. VI cap 13.
Y es que si Dios permitiese siempre que el hombre rechazara la gracia, el mundo sería un infierno anticipado.
La voluntad de Dios es que todos los hombres se salven con tal de que no se resistan a ser salvados. Si se resisten no les va a obligar a salvarse.
Y eso es así porque en su omnipotencia ha decidido que así lo sea, de modo que no veo el problema por ninguna parte.
Mientras que la persona no esté predeterminada a resistirse o no, poco importa que Dios lo sepa o no lo sepa.
El problema empieza cuando vds dicen que es Dios el que ha decidido de antemano que alguien resista a la gracia.
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A.G.:
Lo que estoy diciendo es algo constatable día a día con sólo mirar las noticias: Dios permite el mal. Dios permite que muchos le rechacen.
Porque en su omnipotencia así lo ha decidido.
Que él tenga presente y por tanto conozca el futuro da lo mismo en tanto en cuanto no lo predetermine.
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A.G.:
Obviamente, los que obstinadamente hasta el final no quieran salvarse, y mueran en pecado mortal, se condenarán.
-la suficiente que se puede resistir o no resistir de hecho, a la que se podría llamar suficientísima cuando no se resiste de hecho y no se ve frustrada su eficacia, ya que no la quieren llamar eficaz.
-la eficacísima que sería esa gracia eficaz infalible que no se resiste nunca de hecho. Esta sería una gracia extraordinaria, que se daría a veces a algunos, pero que no sería necesaria para salvarse.
En ese caso no habría predeterminación a la condenación puesto que con la suficiente que resulta suficientísima se podrían salvar todos excepto los que pongan obstáculos libremente y conscientemente.
Estoy a la expectativa en este tema de suma gravedad de la predestinacion a la condenación, que no creo aceptable desde el catolicismo.
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A.G.:
La predestinación a la condenación la defienden los protestantes, y es una impiedad. No hay predestinación a la condenación.
Como ya explique en comentarios a otros de sus post me muevo en el mundo de las "perogrullada". Por supervivencia. Trato de apuntalar el edificio de mi fe. Estoy siguiendo este post y el anterior y me recuerda, en la práctica, a aquello que nos decía el profesor de filosofia:ESTA ESTRUCTURA LA MENTE PARA PENSAR Y NOS ADECUA PARA HACER LAS PREGUNTAS CORRECTAS (la filosofía) De lo expuesto, por unos y otros, se ve claramente esta MÁXIMA. Es evidente la influencia en la forma de pensar, y su profundidad, en unos y otros.
El debate está muy interesante, pues todo esto se puede llevar a la vida de piedad, en definitiva, el conocimiento de Dios, por la razón, hasta donde podamos llegar con ella, nos permite que amemos a Dios de acuerdo a cómo El desea. Desde la verdad revelada.
De todo lo debatido yo llego a varias conclusiones, que creo no son erroneas:
En todo lo expuesto se percibe la misericordia de Dios y la libertad que nos otorga. No se pensarlo es ponerte de rodillas, mentalmente hablando, ante El.
Acaso no somos tentados? Acaso unos dicen no y otros si?.... Aquí estaría la"gracia suficiente". Dios no permite una tentación mayor a nuestras fuerzas. Pero en lo profundo elegimos si o no.Todos hemos vivido esta realidad.
Acaso no existe la santidad? Acaso muchos con su vida testimonian una conducta que refleja la mano de Dios en ellos?. Entiendo aquí esta la gracia eficaz.Y pienso tb esta realidad se percibe
Y no es que unos sean de primera o segunda división, como bien dicen Dios "quiere que todos los hombres se salven". Más unos dícen sí, otros: no. Unos se convierten y otros cierran su corazón. Todo esto en la más profunda interioridad del hombre es visto por Dios.
El da lo que considera conveniente y tb ama como su Voluntad determina. Hasta entre los doce unos tenían más cercanía con Nuestro Señor que otros.
Solo cabe la humildad para aceptar algunas cosas, que nuestra razón no llega a calibrar.
A mi me gusta la frase de San Agustín, que oí por primera vez al Sr Llera: DAME LO QUE PIDES, PIDE LO QUE QUIERAS.
Gracias a todos, con los que estoy de acuerdo y con los que discrepo, reconozco estos dos post me están dando muchas "luces interiores".
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A.G.:
Soledad, me alegro mucho que este post le esté dando luces interiores. Yo creo que, en el fondo, la cuestión de la gracia se resume en esto: dependemos absolutamente de Dios para decirle sí, y para vivir ese sí.
Y, como contrapartida: 1) Dios quiere que todos se salven, 2) Dios permite que muchos pequen rechazando su gracia, y 3) Dios no siempre permite que se peque, no siempre deja que se caiga en la tentación.
Por eso no comparto su bañecianismo, porque veo que su resultado lógico es la doble predestinación que rechazo.
Menos mal que también ha expuesto la doctrina definida como infalible sobre este tema, de modo que desde esa seguridad puedo rechazar sus ideas y preferir otras soluciones perfectamente católicas que no me parece que caigan en círculos viciosos ni contradicciones.
Gracias por todo
PD
Con las conclusiones de Soledad estoy de acuerdo, solo que yo llego a esas conclusiones gracias a que rechazo el bañecianismo, sabiendo que otras soluciones son posibles.
También llegaba a esas conclusiones desde el catecismo, antes de conocer el bañecianismo.
Porque sin duda el catecismo es más que suficiente para creer rectamente la fe católica.
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A.G.:
La predestinación al mal no tiene nada que ver con todo esto, y es, como digo una impiedad, porque hace a Dios causa del pecado del hombre.
La gracia es que, sea suficiente sea eficaz, se puede resistir. Es un hecho. Como también es un hecho que hay gracias que anteceden causalmente al consentimiento y causan la obra buena, como enseña Trento ses.VI cap 13, y por eso son gracias infalibles, in actu primo, eficaces, lo cual tiene la cualificación doctrinal de verdad teológica, y su censura, error en teología.
Aquí, de lo que se trata es de que quien se condena es por su propia culpa, y el que se salva libremente, es por el don divino.
Los catecismos son desde luego más que suficientes para tener doctrina, no todos tienen que tener vocación filosófica ni todos tienen que tener formación tomista en metafísica, etc.
Y por supuesto creo que quien se condena es por su culpa.
Desde luego que no es obligatorio estudiar filosofía.
Pero no hace falta escudarse en estudios filosóficos para darse cuenta de que al mismo tiempo que hace, en lenguaje comprensible para todos, comentarios como todos esos que señalé con los que estoy totalmente de acuerdo, sin embargo cuando expone el tema más a fondo habla de dos tipos de gracia, una que nuna se resiste y otra que siempre se resiste.
Por tanto la responsabilidad del pecado estaría en la negación del tipo de gracia adecuado.
Dijo en una ocasión que no dar la gracia eficaz era consecuencia de resistir la suficiente. Pero de hecho para no querer resistir la
suficiente se necesita una gracia eficaz, según uds.
Eso es un círculo vicioso.
Respecto a lo que indica que es doctrina de fe no tengo ningún problema ni tiene nada que ver con ese círculo vicioso que no solucionan.
Además dice que Dios no abandona si el hombre no abandona primero, algo que yo creo, pero su doctrina bañeciana contradice.
No parece que haya esas contradicciones en los planteamientos de otros teólogos católicos no bañecianistas.
No parece que haya esas "contradicciones"..., que Ud. cree ver a pesar de que eminentes teólogos no las vean y no las hay en lo que le hemos abundantemente manifestado. Y sin embargo, de rechazar ese "círculo vicioso" que Ud. dice, se siguen graves contradicciones, reales, aunque a Ud. no le parezca. Y sigue insistiendo...
Por eso no se puede hablar de la voluntad de Dios que quiere que todos se salven de modo absoluto. Y lo de que quiere que todos se salven siempre que los hombres no resistan, bueno, en el post anterior ya se refutó el argumento.
De ahí el hecho de que Dios quiso elegir a algunos a la salvación y no quiso elegir a otros para la misma. Lo dice santo Tomás de Aquino:
«Dios condena a algunos. Ya se dijo anteriormente (a.1) que la predestinación es parte de la providencia. Y a la providencia, como también se dijo (q.22 a.2 ad 2), pertenece permitir la existencia de algún defecto en las cosas que le están sometidas. Por eso, como por la providencia divina los hombres están ordenados a la vida eterna, también pertenece a la providencia divina permitir que algunos no alcancen este fin. Y a esto se llama condenar. Por lo tanto, así como la predestinación es parte de la providencia con respecto a aquellos que, divinamente, están ordenados a la salvación eterna, así también la condenación eterna es parte de la providencia con respecto a aquellos que no alcanzan dicho fin. De ahí que la condenación incluya, además de la presciencia, la providencia según nuestro modo de entender, como ya se dijo (q.22 a.1 ad 3). Así como la predestinación incluye la voluntad de otorgar la gracia y la gloria, así también la condenación incluye la voluntad de permitir a alguien caer en culpa y recibir la pena por la culpa» (STh I, q. 23, a. 3).
Veamos las objeciones y respuestas que se dan a la postura del Aquino en el mismo lugar:
Primera objeción: «Nadie condena a quien ama. Pero Dios ama a todos los hombres, según aquello de Sab 11,24: Amas todo lo que existe, y no odias nada de lo que hiciste. Luego Dios no condena a ningún hombre».
Respuesta: «Dios ama a todos los hombres y también a todas las criaturas en cuanto que les desea algún bien; y, sin embargo, no quiere cualquier bien para todos. Cuando no quiere para algunos el bien de la vida eterna, se dice que los odia o los condena.»
Segunda objeción: «Si Dios condena a algún hombre es necesario que la condenación sea para los condenados lo que la predestinación para los predestinados. Pero la predestinación es causa de salvación para los predestinados. Luego la condenación será causa de perdición para los condenados. Y esto es falso, pues se dice en Os 13,9: Israel, tú mismo te pierdes; de mí viene tu auxilio. Luego Dios no condena a nadie».
Respuesta: «En cuanto causa, la condenación no es lo mismo que la predestinación. Pues la predestinación es causa de lo esperado en la vida futura por los predestinados, esto es, la gloria; y es causa, también, de lo que se recibe en la vida presente, esto es, la gracia. En cambio, la condenación no es causa de lo que se da en la vida presente, esto es, la culpa, en la que Dios no tiene parte. Y, sin embargo, es causa de lo que se le retribuirá en el futuro, esto es, la pena eterna. Pero la culpa proviene del libre albedrío por el que se condena y se separa de la gracia. Este es el sentido de lo dicho por el profeta: Israel, tú mismo te pierdes».
Tercera objeción: «No puede imputarse lo que no puede ser evitado. Pero si Dios condena a alguien, no puede evitar que perezca, pues se dice en Eccl 7,13: Contempla las obras de Dios, porque nadie puede corregir lo que El despreció. Luego no hay que imputar a los hombres que perezcan. Por tanto, Dios no condena a nadie».
Respuesta: «La condena de Dios no merma la capacidad del condenado. Por eso, cuando se dice que el condenado no puede alcanzar la gracia, no hay que entenderlo como una imposibilidad absoluta, sino condicionada. Al igual que es necesario que el predestinado se salve, como ya dijimos (q.19 a.8, ad 1), con necesidad condicionada, esto es, que no se anule su libertad de albedrío. Por eso, si bien el condenado por Dios no puede alcanzar la gracia, sin embargo, el que incurre en éste o aquel pecado, lo hace siguiendo su libertad de albedrío. Por eso, con razón se le imputa la culpa».
A esta última respuesta uno puede pensar que santo Tomás está diciendo que la predestinación es falible. Pero el Aquino responde:
«La predestinación es absolutamente segura y su efecto tendrá lugar infaliblemente. Sin embargo, tampoco impone necesidad, como si su efecto proviniera por necesidad. Ya se dijo (a.1) que la predestinación es parte de la providencia. Pero no todo lo que está sometido a la providencia es necesario; sino que algo sucede de forma contingente, dependiendo de las causas próximas a las que les destinó tales efectos la providencia divina. Y, sin embargo, como ya se demostró (q.22 a.4), el orden de la providencia es infalible. Así pues, también es seguro el orden de la predestinación; y, sin embargo, no se anula la libertad de arbitrio de la que proviene contingentemente el efecto de la predestinación. A todo esto hay que aplicar también lo dicho anteriormente (q.14 a.13; q.19 a.8) sobre la ciencia y la voluntad divinas, que, aun cuando sean absolutamente seguras e infalibles, no anulan la contingencia en las cosas» (STh I, q. 23, a. 6).
Y en el artículo siguiente lo aclara todavía más, cuando habla del número de los predestinados: «Pero hay que advertir que se dice que en Dios es seguro el número de los predestinados no sólo por razón del conocimiento, es decir, porque sepa cuántos son los que se han de salvar (pues en este sentido conoce también el número de gotas de lluvia o de granos de arena del mar); sino por razón de elección y de una determinada selección».
Y todo esto es coherente con la enseñanza infalible de la Iglesia, pues el Concilio de Trento dice:
«Ninguno tampoco, mientras se mantiene en esta vida mortal, debe estar tan presuntuosamente persuadido del profundo misterio de la predestinación divina, que crea por cierto es seguramente del número de los predestinados; como si fuese constante que el justificado, o no puede ya pecar, o deba prometerse, si pecare, el arrepentimiento seguro; pues sin especial revelación, no se puede sabe quiénes son los que Dios tiene escogidos para sí» (C. XII, Decreto sobre la justificación)
Ojo a la palabra: "el justificado". Porque, si bien todo predestinado será justificado, no todo justificado es predestinado. Por eso Trento no dice "como si fuese constante que el predestinado, o no puede ya pecar, etc". Y más adelante declara con claridad que «sin especial revelación, no se puede sabe quiénes son los que Dios tiene escogidos para sí», porque san Francisco de Asís, por ejemplo, recibió la revelación divina de que era un predestinado.
Y eso afirma el Concilio de Quiersy:
«Dios omnipotente creó recto al hombre, sin pecado, con libre albedrío y lo puso en el paraíso, y quiso que permaneciera en la santidad de la justicia. El hombre, usando mal de su libre albedrío, pecó y cayó, y se convirtió en “masa de perdición” de todo el género humano. Pero Dios, bueno y justo, eligió, según su presciencia, de la misma masa de perdición a los que por su gracia predestinó a la vida [Rom. 8, 29 ss; Eph. 1, 11] y predestinó para ellos la vida eterna; a los demás, empero, que por juicio de justicia dejó en la masa de perdición, supo por su presciencia que habían de perecer, pero no los predestinó a que perecieran; pero, por ser justo, les predestinó una pena eterna. Y por eso decimos que sólo hay una predestinación de Dios, que pertenece o al don de la gracia o a la retribución de la justicia» (Cap. 1, DS 621).
Para la distinción y justificación de la gracia suficiente y la gracia eficaz a partir de las definiciones magisteriales, se puede fijar en el cap. 1 de la parte III de "La Predestinación de los santos y la gracia" (pp. 275ss.). Es largo para tratar en comentarios. Estimo que quizá Alonso mismo lo habrá tratado en algún post: ahora veo que Néstor lo trató en uno del 14/08/2014.
Respecto del conocimiento de Dios de lo futuros reales no alcanza la llamada "vía de eternidad" independientemente del libre decreto divino de mover o no mover eficazmente las voluntades libres creadas. Por la sola vía de eternidad (sin tal decreto) Dios sólo puede conocer lo posible y no lo que efectivamente realizarán las creaturas libres.
No, no se refutó ese argumento. La suposición suya de que eso mermaba la omnipotencia de Dios no es válida, puesto que Dios omnipotente es quien decide permitir que los que quieran rechazar la salvación no se salven.
Esa es la única condición que Dios ha puesto para que la voluntad real antecedente de que todos los hombres se salven deje de cumplirse en algunos casos. La nota explicativa que añadió Alonso no me parece mal.
Pero respecto a lo que vd dice, por mucha filosofía que le eche, le respondo que Dios realmente no quiere que haya condenados, Dios permite que haya condenados, que no es lo mismo y lo permite porque ellos se empeñan y Dios ha decidido que todos tendrán lo que elijan, la vida o la muerte.
Y vd mezcló esto con el hecho de que Dios sabía que iban a condenarse, ante lo que afirmo que lo que sepa da igual para el caso, puesto que realmente se han condenado porque han preferido la muerte a la vida y no porque Dios les haya creado para condenarse, que los creó para que se salvaran si aceptaban la salvación, sino que ellos la rechazaron.
Como el concilio de Quiersy no es ecuménico no creo que nadie haya declarado infalible esa curiosa interpretación de San Pablo de que Dios decidió condenar a todos menos a unos cuantos por una supuesta justicia debida al pecado original, como si Jesucristo no hubiera muerto por todos y como si el bautismo no tuviera ningún valor y como si en vez de decir Dios: "ante ti pongo la muerte y la vida elige", dijera: "a los primeros padres les puse ante ellos la muerte y la vida y como ellos eligieron mal os castigo a todos menos a unos cuantos."
No me parece que sea esa la doctrina de la Iglesia.
En cuanto a mi perplejidad, consiste precisamente en eso, en comprobar que lo que sostienen vds nos llevaría lógicamente a pensar como Calvino, con quien sé que no quieren tener nada que ver.
Me causa también perplejidad ver que vds no consideran absurdo e injusto que un padre castigue a su hijo porque tenía, como todos, la potencialidad de hablar rumano y no la actualizó, cuando de hecho no tenía los medios para actualizar esa capacidad porque le negó el contacto con el idioma que era necesario para aprenderlo.
Gracias a Federico por su consejo sobre donde leer la distinción entre gracia suficiente y eficaz.
Procuraré buscar el libro de Garrigou - Lagrange, pero veo que no cita directamente a Tomás de Aquino sino a ese tomista que, según lo que han dicho de su doctrina vds, observo que cuando habla de estas dos gracias cae en ese círculo vicioso citado. Aunque desde luego procuraré leerlo en vivo y en directo.
Su último párrafo no lo entiendo. Tengo entendido que Dios lo conoce todo, porque para él todo es presente, conoce, por tanto, todo lo que realizan las criaturas libres, lo que para nosotros es pasado, presente o futuro, pero para Él está todo presente. Y por supuesto conoce también todo lo posible porque es omnisciente y lo sabe todo.
Y ya leeré cuando tenga tiempo el siguiente post. Con el título estoy de acuerdo: nada tenemos que no hayamos recibido. Con el resto ya veremos.
Bendiciones.
Efectivamente, así es. Esto es por un decreto de su voluntad. Si Dios quisiera, no permitiría que rechacen la salvación. Si Dios quisiera que absolutamente todos se salven, todos se salvarían.
"Pero respecto a lo que vd dice, por mucha filosofía que le eche, le respondo que Dios realmente no quiere que haya condenados, Dios permite que haya condenados, que no es lo mismo y lo permite porque ellos se empeñan y Dios ha decidido que todos tendrán lo que elijan, la vida o la muerte."
No es cuestión de que Dios realmente no quiere que haya condenados, porque eso es verdad, eso es una realidad, la cuestión es distinguir en qué sentido Dios no quiere que haya condenados.
El que Dios permita que haya condenados es porque quiere permitir. Porque si no quisiera permitir, no sucedería. Pero si quiere que no suceda pero no puede, no es omnipotente.
Así como Dios quiere permitir que un terrorista haga su atentado, porque Dios puede impedirlo, pero no lo hace porque no lo quiere. Así Dios no impide, pudiendo hacerlo, que alguien caiga en el pecado y merezca ser condenado.
"Y vd mezcló esto con el hecho de que Dios sabía que iban a condenarse, ante lo que afirmo que lo que sepa da igual para el caso, puesto que realmente se han condenado porque han preferido la muerte a la vida y no porque Dios les haya creado para condenarse, que los creó para que se salvaran si aceptaban la salvación, sino que ellos la rechazaron. "
No he dicho que los creó para que se condenen. Sino que creó a los que sabía que se habrían de condenar. Para esta consideración da igual incluso si aceptamos, no ya el semipelagianismo, sino el pelagianismo como verdadero. Incluso en un "universo pelagiano", donde uno se salve sin necesidad de ninguna gracia, está el hecho de que Dios crea a los que sabe se condenarán, merecerán la condenación por su culpa, claro, pero los crea sabiendo de antemano ello. Si no quisiera absolutamente ningún condenado, no los crearía y ya.
"Me causa también perplejidad ver que vds no consideran absurdo e injusto que un padre castigue a su hijo porque tenía, como todos, la potencialidad de hablar rumano y no la actualizó, cuando de hecho no tenía los medios para actualizar esa capacidad porque le negó el contacto con el idioma que era necesario para aprenderlo."
Ya está refutado en la entrada anterior.
"Como el concilio de Quiersy no es ecuménico no creo que nadie haya declarado infalible esa curiosa interpretación de San Pablo de que Dios decidió condenar a todos menos a unos cuantos por una supuesta justicia debida al pecado original, como si Jesucristo no hubiera muerto por todos y como si el bautismo no tuviera ningún valor y como si en vez de decir Dios: "ante ti pongo la muerte y la vida elige", dijera: "a los primeros padres les puse ante ellos la muerte y la vida y como ellos eligieron mal os castigo a todos menos a unos cuantos."
No me parece que sea esa la doctrina de la Iglesia."
El Concilio es parte del Magisterio de la Iglesia. El resto es interpretación suya.
De todos modos, decir que los textos de santo Tomás no son filosofía. Acudir a la objeción de que por mucha filosofía que le eche, etc es despreciar la razón y caer en puro fideísmo. No se pude omitir la consecuencia absolutamente necesaria de considerar la revelación a la luz de la razón.
Por lo demás, si usted quiere decir que el magisterio de santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico, Doctor Común y Universal, recomendado por decenas de Papas, puesto como maestro por el Código de Derecho Canónico, recomendado dos veces en el Concilio Vaticano II; si usted quiere decir que él nos lleva lógicamente al calvinismo, además de que es una absurdez desproporcional, es insultante a la misma Iglesia asistida por el Espíritu Santo. Al final será verdad lo que dijo LF en la entrada del padre Jorge.
Supongo que le restará decir que santo Tomás es bañeciano, para salvar. Aunque me pregunto cómo adjudicará esas citas de santo Tomás a Báñez. Más aún, porque no me he detenido a explicarlas e interpretarlas, el Aquino es bien claro.
Finalmente, decir que puede a alguno parecer inútil lo que parece un intento de tratar de convencer al usuario GAB. Pues no, porque en realidad no tenemos la obligación de convencer a nadie, pero al darle batalla a sus errores con la verdad, por la gracia de Dios ilumina a las ovejas de Cristo, a aquellas predilectas que son de la verdad y escuchan su voz, y por ellas, vale la pena.
" ¿La gracia eficaz es ofrecida en la suficiente, dada a todos, como el fruto es ofrecido en la flor? Todos los tomistas están de acuerdo en que, si el hombre no resistiese a la gracia suficiente, recibiría la gracia eficaz para el cumplimiento del deber. Pero aquí reaparece el misterio en el sentido de que resistir a la gracia suficiente es un mal que no puede provenir sino de nosotros, mientras que no resistir a la gracia suficiente es un bien, que no puede provenir únicamente de nosotros, sino que debe derivar de Dios, fuente de todo bien."
En realidad es un círculo vicioso.
Porque si de hecho la gracia suficiente es por definición la que siempre se resiste, no tiene sentido que diga que si no se resistiera recibiría la eficaz, puesto que previamente necesitaría la eficaz para no resistirla.
En cambio en las citas de Trento que conozco no veo esa diferencia como si fueran dos tipos de gracias la suficiente y la eficaz. Habla de la gracia actual que puede resistirse o no.
Tal como lo ve un creyente de a pie que no niega ninguna verdad definitiva de la Iglesia:
La gracia actual se puede resistir o no. Si se resiste, está claro que es por nuestra culpa porque se podría realmente no resistir esa gracia. Si no se resiste, en un primer momento no se hace nada ni bueno ni malo, y en un segundo momento la gracia actúa eficazmente sobre el querer y el obrar, con la cooperación de la voluntad. Por supuesto la eficacia es de la gracia y no de la voluntad que la acepta y coopera precisamente porque tiene esa gracia que no tendría si la hubiera resistido.
Yo no creo que esto que digo sea problemático o vaya contra nada.
Yo no he dicho que Tomás de Aquino lleve al calvinismo, ni he dicho que no haga filosofía, he dicho que vd no soluciona el problema con esas citas de Tomás de Aquino, que están además llenas de referencias a otras cuestiones tratadas por lo visto anteriormente.
De esas respuestas, algunas me parecen claras y estoy de acuerdo, como en las diferencias de condenación y predestinación y otras no son claras.
Desde luego me parece un contrasentido que diga que Dios ama a todos los hombres deseándoles diversos bienes pero que a los condenados además de "amarlos" los odia. Supongo que no serán condenados antes de la previsión de sus deméritos, al menos.
Pero en todo caso, está claro que Santo Tomás no ha sido declarado infalible y si bien yo lo tenía en mucha consideración y esperaba bastante del tomismo respecto a aportar razón a la fe, en la línea de las pruebas de la existencia de Dios etc. lo cierto es que puede que acaben consiguiendo demostrarme que estaba equivocada al tener una imagen tan positiva de Santo Tomás. Mientras tanto y en atención a las recomendaciones procuraré recordar lo poco que conocía de él y apreciaba en vez de quedarme con la imagen que vd me proporciona.
En cuanto al valor magisterial de un concilio local no tiene nada que ver con el valor magisterial de un concilio ecuménico. Tampoco veo que ningún papa haya declarado doctrina infalible esa intepretación de San Pablo del concilio de Quersay.
La Verdad nos hará libres. La Verdad de Jesucristo: Camino, Verdad y Vida. No la "verdad" especulativa de la razón sin corazón que se las da de infalible sin serlo.
Yo escucho SU voz, la que no escucho es la de vd, por muy elegido que vd se crea y por poco que le importen a vd los que supone que están destinados a la condenación.
Mi fe se basa en la revelación del Padre "Este es mi Hijo amado. Escuchadle"
"Todo el que me da el Padre viene a mí y yo no lo echaré fuera."
A Él sí le escucho. A vd no tengo por qué. Si le escucho y le contesto es ante el temor de que conduzca a otros al ateísmo o a la falta de fe de esperanza y caridad, con esa imagen falsa y cruel de Dios que vd nos muestra.
Lo que le dije de la acusación de "herejía" hay que matizarlo: le confieso que no tenía el nivel de censura a mano. De todos modos no deja de ser algo grave porque como mínimo serían proposiciones próximas a la herejía (me refiero a la doble acusación). Pues si, según Ott, tanto la Voluntad salvífica universal de Dios como que Cristo murió por todos los hombres son "sentencias próximas a la fe", sus negaciones serían "proposiciones próxima a la herejía" y no "herejía" a secas. Mis disculpas. Lo que sí sería herético es sostener que la gracia suficiente no es dada a todos los hombres (lo cual parece suponer la muerte de Cristo por todos los hombres, y por tanto, en ese sentido esto último estaría en el mismo grado de certidumbre teológica). En fin, lo digo para ser preciso y justo.
Yendo a lo otro, sucede que Dios no puede depender en su conocimiento de lo creado, como es obvio... Conociéndose conoce todo lo posible y de entre lo posible, lo que pasa realmente a la existencia es conocido por Dios como efectivamente existente en cuanto lo conoce en su decreto libre de causarlo, pues si existe es porque Él lo causa: nada puede existir fuera de Dios que no sea por Él causado. Entonces lo conoce en cuanto conoce su decreto de libremente causarlo. Así es que por la sola "vía de eternidad" no podría conocer nada más que lo posible, y no lo efectivamente existente, como los actos libres de las creaturas. Podrá apreciar que por aquí va otra de las críticas al molinismo.
¿Ya leyó todo lo que le referí? Lo problemático es ese "no hacer nada" de que habla, que está casi presentado como un presupuesto para que la gracia no sea resistida. Pero el no resistir es por la gracia. Además no es posible lo que supone: que Ud. atribuya más entidad al resistir (que es un mal), como acto positivo de la creatura; que al no resistir (que es un bien), y por tanto tiene más entidad.
¿Dios podría hacer que el que se resiste no se resista? Por supuesto.
¿Y cómo lo haría? ¿Haciendo que no haga nada? Es insostenible.
Los "ataques" van a las afirmaciones, GAB, al menos esa es mi intención y me parece que me he mantenido en ese campo (y se lo expliqué, me parece, en el comentario del 11/09/20 9:13 PM). Y de nuevo le digo que en el fondo hay preocupación por el otro y obviamente por la verdad de nuestra Fe.
Agradezco sus aclaraciones. Obviamente mi comentario anterior no iba dirigido a ud.
Respecto a los problemas que ve vd en no hacer nada, yo no los veo.
Si hubiera algún inconveniente de fe para decir esto, sí me preocuparía, pero me está poniendo pegas "filosóficas" y mientras que estén en ese terreno, las pegas no afectan a mi fe aunque sí intente comprenderlas y aclararlas.
Me temo que mis conocimientos de filosofía son de cultura general, pero Socrates parecía creer que cualquier persona puede razonar si se le hacen las preguntas pertinentes.
Hay que tener en cuenta que a veces desde la filosofía se plantean aporías como la de que Aquiles nunca alcanzará a la tortuga, pero alcanzarla la alcanza. No sé de qué modo lo resolvieron filosóficamente, pero sí sé que lo resuelven las matemáticas y mucho antes de eso el sentido común.
Por eso no pretendo acercarme a la altura de vd en filosofía, me da reparo hablar desde el mero sentido común, pero creo que debo hacerlo, con todo el respeto, porque si no se entiende algo hay que decir que no se entiende. Lo cual no quiere decir que haya que creerlo, a menos que sea una materia de fe.
Respecto al conocimiento de Dios, no conozco los "tecnicismos", pero lo que creo ver claro es que no estando limitado por el tiempo conoce lo que para nosotros es futuro, que para Él es presente, lo cual no quiere decir que lo predetermine Él, como parece que vd sugiere. Aunque desde luego sí lo permite, incluyendo la autonomía del mundo - no está continuamente interviniendo con milagros- y el libre albedrío humano. No pretendo conocer la mente de Dios, pero sé desde mi fe cristiana, que Dios es Amor, supremo Bien, tanto cuando entiendo lo que Él permite como cuando no lo entiendo. El Misterio me parece muy bien, el "destripamiento" del Misterio que algunos hacen, no tanto.
Aunque puede estar seguro de que comprendo su buena intención y la agradezco.
Yo no conozco a fondo el molinismo ni me declaro molinista, es más que posible que sus críticas estén bien fundadas, no lo sé.
Las que me pone a mí no las comprendo. No es que dé más valor positivo al hecho de resistir a la gracia. De hecho le doy un valor muy negativo. Aceptar la gracia, en cambio es positivo. Pero entre lo negativo y lo positivo está el cero que es el primer momento de no resistir.
Naturalmente que Dios puede impedir lo que quiera cuando quiera, pero no se pasa la vida impidiendo que las cosas sigan su curso natural. Intervenciones extraordinarias puede hacer, pero no suele hacerlas, y yo no pretendo averiguar cómo en su Sabiduría decide en qué casos lo hará.
Me gustaría que se me plantearan las pegas desde el punto de vista de la fe, si es que las hay. Las que se me plantean desde el punto de vista de la filosofía, me pueden parecer retos interesantes para resolver, pero no vitales para la fe, ni convierte lo que digo en herejía ni nada por el estilo.
Por supuesto reflexionaré sobre lo que dice de la menor o mayor entidad de todos modos. Aunque lo que me preocuparía realmente es que hubiera alguna pega desde el punto de vista de la fe.
Gracias por su comentario.
Pues usted ha dicho "En cuanto a mi perplejidad, consiste precisamente en eso, en comprobar que lo que sostienen vds nos llevaría lógicamente a pensar como Calvino" (13/09/20 10:16 PM)
Y lo que decimos, como se puede comprobar en la citas de santo Tomás de Aquino, es lo que dice el Aquino.
"Desde luego me parece un contrasentido que diga que Dios ama a todos los hombres deseándoles diversos bienes pero que a los condenados además de "amarlos" los odia. "
Efectivamente, es un contrasentido, porque eso es lo que usted ha entendido, santo Tomás dice otra cosa:
«Dios ama a todos los hombres y también a todas las criaturas en cuanto que les desea algún bien; y, sin embargo, no quiere cualquier bien para todos. Cuando no quiere para algunos el bien de la vida eterna, se dice que los odia o los condena».
No voy a explicarlo, basta lectura comprensiva.
"En cuanto al valor magisterial de un concilio local no tiene nada que ver con el valor magisterial de un concilio ecuménico. Tampoco veo que ningún papa haya declarado doctrina infalible esa intepretación de San Pablo del concilio de Quersay."
Es un Concilio aprobado por el Papa contra unos errores de la fe: "Contra Gottschalk y los predestinacianos". Es imposible que no sea infalible, porque en cuestiones de fe, por el poder de la cátedra de san Pedro, al declarar la Iglesia qué es verdad y qué no, es imposible el error.
"con esa imagen falsa y cruel de Dios que vd nos muestra. "
Que es la del glorioso y divino santo Tomás de Aquino, el más grande doctor de la Iglesia, recomendado por decenas de Papas, el Sagrado Concilio, cuya Suma teológica estuvo al lado de la Sagrada Escritura durante el Concilio de Trento, cuya doctrina en dogmática está mandado por el Código de Derecho Canónico de 1983, aquél que san Pablo VI afirma: «La Iglesia, para decirlo brevemente, convalida con su autoridad la doctrina del Doctor Angélico» (Carta Lumen Ecclesiae), etc.
Le recomiendo que lea la Suma teológica, primera parte, cuestión 23 al 24.
Si aún mantiene su perversa opinión, es claro que tiene usted un problema gravísimo, porque injuria al mismísimo Espíritu Santo que ha recomendado vivamente por decenas de Papas y hasta por un Sacrosanto Concilio Universal al Doctor Angélico.
Respecto del “no hacer nada”:
1. El que resiste es de hecho peor que el que no resiste (aun suponiendo que este no haga nada), y este último, por tanto, es mejor que el primero.
2. Pero nadie puede ser mejor que otro si no es más amado por Dios.
3. Luego, el que no resiste, en cuanto no resiste, es más amado por Dios.
4. Pero el amor de Dios infunde bondad en las cosas.
5. Luego, en cuanto no resiste, es más bueno, y tiene más entidad que el que no resiste.
6. Esa entidad, ese no-resistir, es causado por Dios.
7. Entonces ese “no hacer nada” es algo producido por Dios: nada menos que la no-resistencia efectiva a la gracia.
8. Eso es la gracia eficaz, realmente distinta de la suficiente, pues esta última fue dada al que resistió de hecho (y es dada a todos los hombres).
9. No otra cosa viene a decir el II Concilio de Orange, en la línea de san Agustín vía san Cesáreo, a quienes continúa santo Tomás.
10. Por último, el que la explicación que Ud. da sea aparentemente “más lógica” desde el lado del mal que desde el lado del bien es a mi entender un signo de que está mal planteada, pues la potencialidad y la privación sólo son inteligibles por el acto y el ser. El ser es lo de suyo inteligible, pues nada es inteligible sino en cuanto está en acto.
Respecto de lo que Ud. dice:
1. La gracia suficiente no es “por definición la que siempre se resiste”. Sí se puede resistir y de hecho se resiste a veces. Pero no siempre. Se resiste voluntariamente por la creatura. No es Dios el que hace que no se resista. El que se resista no significa que ella no sea suficiente, pues la suficiencia como tal no significa no-resistencia ni tampoco efectividad de hecho. Ergo, aun cuando se resista de hecho, como a veces se hace, no por eso deja de ser suficiente y real como capacidad.
2. Parece que llama Ud. “círculo vicioso” a aquello en lo que no es fácil ver la armonía: cómo puede ser gracia suficiente si para llegar al acto efectivo se necesita la gracia eficaz, con la cual efectivamente se realizará el acto y sin la cual no se realizará de hecho. Sucede que no cabe otra explicación posible. Porque la gracia suficiente es dada a todos. Y ni por sí misma ni por el mero y solo hombre puede llegar a ser gracia eficaz, pues la gracia eficaz, en cuanto da el acto efectivo, es distinta de la suficiente, y tiene que ser causada por Dios. Así como es presentada por los tomistas la explicación no vulnera ningún dato de fe ni ningún principio lógico: al contrario, los compatibiliza en lo que cabe. Mientras que sí ocurre esta vulneración si se niega alguna de las partes. Que la plena armonía entre las mismas no sea naturalmente visible a nuestro intelecto es lo normal tratándose de un misterio sobrenatural. Pero no se puede atribuir a eso “círculo vicioso”. Otro principio que puede ayudar a ver mejor en el claroscuro es el de que “causae ad invicem sunt causae sed in diverso genere”: “las causas son recíprocamente causas, pero en diverso género”. La creatura es la sola culpable de su culpa. No tuvo la gracia eficaz, pero dicha no-causación o no-colación no es causa de la culpa. La culpa es sólo de la voluntad creada, permitida por Dios, que no confiere la gracia eficaz. Y la creatura sí pudo poner el acto, pues para eso capacita la gracia suficiente. No lo puso de hecho: ¿por qué? Visto desde la creatura, por un defecto voluntario. No tuvo la gracia eficaz, pero no dar la gracia eficaz no es producir el mal, es sólo permitir el mal. Y eso es lo querido por Dios: la permisión del mal. ¿Por qué Dios permite el mal? Por un bien. ¿Cuál? O altitudo…! (Rom 11, 33). Vea de todos modos la q. 23 de la prima pars, donde bastante se dice. Y yendo más arriba, el misterio está en no poder comprender cabalmente, para una inteligencia creada ni creable, la plena e íntima armonía entre la infinita Misericordia y la infinita Justicia de Dios, armonía que sólo es dado contemplar en la visión intuitiva de la Esencia divina. En esto insiste el P. Garrigou-Lagrange en otro de sus excelentes libros: “El sentido del misterio y el claroscuro intelectual”; mire particularmente del mismo, por favor, el cap. 6 de la Parte II, titulado: “La predilección divina y la salvación” (pp. 247 y ss.). Le transcribo algo del principio del capítulo:
«Hemos dicho antes (cap. IV), que en cuestión tan dificultosa Santo Tomás, siguiendo las huellas de San Agustín, sostiene firmemente, contra el pelagianismo y el semipelagianismo, que “nadie sería mejor que otro si no fuera más amado por Dios, causa de todo bien”; y por otra parte afirma con no menor decisión aquello que el protestantismo y el jansenismo ignoraron, que “Dios nunca manda lo imposible”, y que hace real y prácticamente posible hic et nunc a los adultos el cumplimiento y guarda de sus preceptos. Cosa que el Concilio de Trento declara con las mismas palabras de San Agustín.
Es cierto de toda certeza que, en el Calvario, fue real y prácticamente posible al mal ladrón el cumplimiento de su deber; y que el bueno, que de hecho cumplió el suyo, fue más amado y más socorrido por Dios. “Quis enim te discernit? Quid autem habes quod non accepisti?” (1 Cor 4, 7).
Mas en la medida que cada uno de estos principios es cierto, es oscura su íntima conciliación. Para comprenderla con claridad, sería preciso ver cómo se concilian en la eminencia de la Deidad o vida íntima de Dios, la infinita Justicia, la infinita Misericordia y la soberana Libertad, que quiso tener misericordia del uno más bien que del otro, sin que por eso dejara de hacer posible al malo el cumplimiento del deber.
Vamos a examinar aquí los textos más notables de Santo Tomás acerca de los dos aspectos opuestos de este misterio, y sobre todo aquello que, al pretenderlos conciliar, está oculto a la humana inteligencia, y aun a la angélica, antes de haber llegado a la visión beatífica» (pp. 247-248).
Paciencia y Gracias
Supongo que son "problemas técnicos". Ahora leeré su respuesta, en cuanto pueda.
Cuando dije: "No es Dios el que hace que no se resista", debe decir: "No es Dios el que hace que se resista".
Es demasiado extenso y me llevará un tiempo que en este momento no tengo.
Pero podía empezar por plantearle que eso que dice usted en 1) sobre la gracia suficiente me desconcierta, porque contradice todo lo que han dicho sobre la gracia suficiente hasta ahora: ¿Cómo que la gracia suficiente no se resiste de hecho a veces? Han estado asegurando que la gracia suficiente daba la potencia, pero nunca el acto.
Sin aclarar esto es imposible continuar.
Sobre lo de si Dios ama más a uno que a otro, tendré que repasar lo que dice para ver cuál es el problema. Yo creo que Dios nos ama a todos con todo el amor que podemos contener. Que unos seamos dedales y otros barriles no me parece ningún problema respecto a nuestra entidad. Uno puede ser un dedal lleno de Dios y otro una piscina llena de Dios pero no creo que la existencia de piscinas tenga que afectar a la entidad de los dedales. Si no ponemos obstáculos Dios nos llenará hasta rebosar sea cual sea el tamaño. Pero es evidente que esto que digo no debe tener nada que ver con lo que vd me quería decir. Lo reeleré.
En todo caso por ahora no veo el problema de la existencia del cero entre lo negativo y lo positivo.
Lo que si podría ir aclarando es lo que he señalado sobre la gracia suficiente, si es tan amable.
Ecclessiam,
A primera vista y leyendo en diagonal he podido comprobar su uso de la calificación de "perversa" aplicada supuestamente a mi opinión.
Eso me lleva a comprender que ud sigue en sus trece, convencido de que es un elegido encargado de arrancar la cizaña. Pues le repito que yo escucho SU voz, la del Señor, y que ya dejará Él claro en su día lo que es trigo y lo que es cizaña. Lo que pueda decir, desde esa actitud que mantiene, no me interesa.
Si es un Doctor de la Iglesia, no puede presentar una imagen falsa y cruel de Dios; si lo afirmamos, atentamos contra la misma Iglesia y su autoridad, que por asistencia del Espíritu Santo lo ha nombrado doctor. El don de piedad nos lleva a reconocer esto en todos los doctores; a reverenciarlos y estimarlos, aunque no estemos de acuerdo con todo lo que digan, pues por la autoridad de la Iglesia, que es infalible, sabemos que en sus escritos nada habrá de pernicioso ni contrario a la fe. Pero además, no estamos hablando de cualquier doctor, sino del mismísimo santo Tomás de Aquino.
Si en algo está en desacuerdo, deberá presentar argumentos.
Precisamente: cuando es dado el acto entonces la gracia suficiente no se resiste de hecho, por más que ese acto no esté incluido en la gracia meramente suficiente (que dejaría de serlo si lo incluyera).
Si uno tiene una capacidad real, la tiene y punto. Si uno ejerce el acto correspondiente a esa capacidad, entonces no resiste a aquello a que se ordena la capacidad como tal. Pero ejercer el acto:
1. No puede estar de suyo incluido en la sola capacidad (pues entonces no sería sola capacidad sino actualidad).
2. Ni puede ser efectuado por el solo agente segundo sin ser él mismo actualizado (que eso significa "pre-moción"), sea en el orden natural, sea en el orden sobrenatural: pues "todo lo que se mueve, es movido por otro".
No resistir a la gracia suficiente es algo bueno, es un acto, es causado por Dios, necesariamente: y eso hace la gracia eficaz: que no se resista a la gracia suficiente. Y no es un juego de palabras: es la única explicación válida que cabe. Y la analogía del "0" (cero) que Ud. trae me parece que no ayuda para esclarecerlo. Aquí tratamos de actos, en los que se juega la salvación. Ninguno es "cero" o nada.
Sí: el dedal y la piscina están llenas, cada uno según su modo o capacidad, y tal plenitud viene de Dios. Pero también son distintos. Esa distinción es entidad (no es la nada). Esa entidad viene de Dios. Ergo, esa distinción viene de Dios. En este sentido Dios no ama a todos "igual". Sí en cuanto a su acto de amar, que se identifica con Él mismo. Pero no en cuanto a lo querido para cada cual: el que es mejor es más amado por Dios. Esto es básico e importantísimo, y aquí se contiene, como ya le cité, todo el tratado de la gracia y de la predestinación. Y cada cual es mejor precisamente porque Dios lo ama más (a Jesucristo, a la Santísima Virgen, a los santos): esa es la razón más honda. De lo contrario haríamos a la creatura Creador. Y si le atribuimos entidad a un pecado (no en cuanto a mal, sino en cuanto a lo que de entidad tiene, lo que se llama "acto físico", pues todo mal supone un bien como sujeto), con más razón debemos atribuírsela al "no resistir" que Ud. decía es un no hacer nada, y no puede serlo.
Volviendo a lo primero, la gracia suficiente, y lo que me parece que late en sus objeciones: si no puede pasar por sí misma al acto, ¿es verdaderamente suficiente? Sí. Negarlo sería contradictorio. Pero, me parece, aquí se detiene la inteligencia. Pues negar este principio trae consecuencias desastrosas... Y ¿entonces la creatura tiene culpa cuando peca? Sí, pues voluntaria y libremente la comete. ¿Podía no cometerla? Claro, porque tenía el poder, que es la gracia suficiente. Y negarlo sería hacer que el pecado no fuera pecado (también contradictorio). Pero hacer el bien es un acto, tiene entidad, se distingue realmente de la sola capacidad, y no puede no venir de Dios: que produce tal entidad (que se actúe de hecho) con la gracia eficaz: o dicho de otra manera: la gracia eficaz da el hecho de no resistir y de actuar.
Tantos Papas y grandes teólogos que han recomendado por siglos al Angélico han visto que casi no se puede ir más lejos que lo que fue él... Bien lo decía León XIII en la Aeterni Patris. Todos los intentos, hasta donde sé, han encontrado mayores obstáculos y problemas, y de ellos se siguen conclusiones inaceptables. Es, valga la imagen, como un laberinto, donde no queda otra salida, mientras permanecemos en el claroscuro de la fe, que la doctrina de santo Tomás, porque todas las otras "salidas" se revelan a la larga erróneas, pura apariencia... Pero del laberinto no saldremos perfectamente sino cuando, Deo volente, podamos contemplar cara a cara a la Santísima Trinidad.
Y si quiere una aplicación espiritual, tiene por ejemplo el precioso texto de la Imitación: "Yo soy el que crié a todos los santos, yo les di la gracia, yo les he dado la gloria, yo sé los méritos de cada uno, yo les previne con bendiciones de mi dulzura, yo conocí mis amados antes de los siglos, yo los escogí del mundo y no ellos a mí, yo los llamé por gracia, los traje por misericordia, yo los llevé por diversas tentaciones, yo les envié grandísimas consolaciones, yo les di perseverancia, yo coroné su paciencia. Yo conozco al primero y al último, yo los abrazo a todos con amor inestimable, yo he de ser alabado en todos mis santos, yo he de ser bendecido sobre todas las cosas, y debo ser honrado en cada uno de cuantos he engrandecido gloriosamente y predestinado, sin preceder algún merecimiento suyo" (III, 58).
Sobre las citas de santo Tomás se puede comprobar que no he dicho nada de eso.
Claro que no me extraña que se crea que es Santo Tomás de Aquino, pues llega a decir que no estar de acuerdo con él equivale a no escuchar la voz del Señor.
Como ya he dicho, la de Jesucristo claro que la conozco y la escucho, la de este comentarista no tengo por qué.
En cuanto pueda leeré y contestaré a Federico.
Si lo que yo expongo no concuerda con la doctrina de santo Tomás, demuéstrelo.
Pongo más citas del Aquino de la cuestión 23:
«Tal como la entendemos, la predestinación presupone elección; y la elección, amor. El porqué de esto está en que la predestinación, como se dijo (a.1), es parte de la providencia. Y la providencia, como la prudencia, es la razón presente en el entendimiento, preceptiva de la ordenación de algunos al fin, como ya se dijo (q.22 a.1). Y nada se predetermina ordenarlo a un fin si no hay voluntad previa del fin. Por eso, la predestinación de algunos a la salvación eterna presupone, tal como lo entendemos, que Dios quiere su salvación. Y a esto pertenece la elección y el amor. El amor en cuanto que quiere para ellos el bien de la salvación eterna; pues amar es querer el bien para alguien, según dijimos (q.20 a.2 y 3). Y la elección, en cuanto que quiere este bien para unos y no para otros a quienes condena, según dijimos también (a.3). Sin embargo, la elección y el amor no indican lo mismo para Dios y para nosotros. En nosotros, la voluntad de amor no causa el bien, sino que, por el bien preexistente, la impulsamos a amar. Y así elegimos a quien amamos. Por eso en nosotros la elección precede al amor. Pero en Dios sucede al revés. Pues su voluntad, por la que amando quiere el bien para alguien, causa que unos alcancen el bien y otros no. Así, tal como lo entendemos, el amor presupone la elección; y la elección, la predestinación. Por eso, todos los predestinados son elegidos y amados» (a. 4)
«En la misma bondad divina puede encontrarse la razón de la predestinación de algunos y de la condenación de otros. Pues se dice que Dios hizo todas las cosas debido a su bondad, para que la bondad divina estuviera representada en todas las cosas. Por lo tanto, es necesario que la bondad divina, una y simple, en las cosas esté representada de múltiples formas, debido a que las cosas creadas no pueden alcanzar la simplicidad divina. De aquí que para la plenitud del universo se precisen diversos grados en las cosas, ocupando unas el lugar más alto y otras el más bajo. Y para que se mantenga la multiformidad de grados en las cosas Dios permite que haya algunos males a fin de que no se impidan muchos bienes, como ya se dijo anteriormente (q.2 a.3 ad 1; q.22 a.2).
Por lo tanto, tomaremos todo el género humano como la totalidad de las cosas. Y así, Dios quiso representar su bondad en algunos hombres, los que predestina, a través de su misericordia, con el perdón; y a otros, los que condena, a través de su justicia, con el castigo. Y ésta es la razón por la que Dios a unos predestina y a otros condena. A esta misma causa se refiere el Apóstol en Rom 9,22s. cuando dice: Queriendo Dios mostrar su ira (esto es, su justicia vindicativa), y queriendo dar a conocer su poder, contuvo (esto es, permitió) con mucha paciencia los vasos de la ira preparados para la condena a fin de dar a conocer la riqueza de su gloria contenida en los vasos de la misericordia preparados para la bienaventuranza. Y en 2 Tim 2,20, dice: En una casa de altura no sólo hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro; unos, para servicios honrosos; otros, para servicios más bajos». (a 5, ad 3)
Santo Tomás es bien claro. No tengo si quiera que explicar nada.
Por eso no podrá sostener de que esto es lo que yo sostengo y no Santo Tomás. No, es evidente: esto es lo que el Aquino sostiene.
Y lo que pueda o no decir ahora no me interesa nada. Desde el comentario en el qie acabó diciendo que no le interesaba convencerme y se erigió en voz de Dios por Loreal, dejó de interesarme tamboén a mí lo que ud pueda decir.
Gracias por su contestación.
Deja claro que la noción de gracia suficiente sigue siendo la que creía yo que era. Y yo sigo pensando lo mismo que ya dije sobre el círculo vicioso que supondría decir que no se da la gracia eficaz porque no se ha aceptado la suficiente cuando la suficiente para aceptarse necesitaría la gracia eficaz.
Comprendo que no esté de acuerdo conmigo, pero no veo las terribles implicaciones que dice que tiene lo que yo digo de considerar que existe un momento de valor cero, en el que la voluntad no hace nada, entre la resistencia y la aceptacion. Como no me parece que vaya en contra de ninguna doctrina segura y cierta de la Iglesia, lo seguiré manteniendo mientras tanto porque me parece que es más lógico y me parece una posibilidad acorde con la doctrina infalible sobre este tema.
Buscaré también entre los teólogos de la Iglesia los que me parece que pueden ir más en esa línea. Ninguno está condenado mientras no nieguen nada de lo definido.
Lo que me ha dicho del amor de Dios a unos más que a otros no me parece que tenga nada que ver con eso del momento cero.
Ya digo que no tengo ningún problema con que se diga que Dios quiere más a unos que a otros, pero supongo que el amor que Dios tiene a alguien no es fluctuante. Es lo que me desconcierta ¿le quiere más o menos Dios a vd según se resista a la gracia o la acepte? Le querrá lo que le quiera independientemente de que vd responda a su amor o lo rechace. No creo que le quiera menos cuando está dormido que cuando está rezando en la Iglesia. Y cuando está dormido su voluntad no quiere ni rechaza nada. Tampoco creo que el amor de Dios varíe si vd rechaza su gracia, es vd el que pone obstáculos a ese amor. Aunque no sé si vd dirá que eso le sirve de señal de que Dios no le quiere tanto como vd creía porque si no, le habría mandado gracia efectiva. Yo no creo que para la vida espiritual sea ese el mejor enfoque.
En realidad siempre he pensado que el amor de Dios es infinito, lo que le quepa de amor a cada cual ya es otra cosa y por eso es cierto que a unos los ha hecho contenedores mas grandes y a otros más pequeños y en ese sentido a unos los quiere más que a otros.
Gracias por su interés por que yo no llegue a conclusiones que le parecen graves. Releeré sus comentarios y me documentaré mejor, aunque ya digo que por ahora no lo veo como ud.
Ecclessiam,
Exponga vd lo que le parezca pero sin aludirme para nada. Desde que manifestó su falta de interés por mí y sus pretensiones de ser la voz de Dios dejó de interesarme lo que pueda decir. No lo pienso leer. Si veo de refilón que me nombra le recordaré que no lo haga y eso es todo.
Dios no conoce nada de otro modo que conociéndose a sí mismo. No "ve" las cosas que están "afuera" de Él, es decir, todo lo que existe, en sí mismas, sino en Sí mismo. No "sale" afuera de Él para conocer las cosas ni "recibe" una determinación de lo que conoce.
Porque si las conociera en sí mismas sería determinado en su conocer por lo creado, lo cual claramente atenta contra la perfección divina y es estrictamente imposible.
Ergo, la imagen de la eternidad como una cima elevada desde la que se ven todos los tiempos, hay que entenderla bien..., y no es raro que se entienda mal.
Dios, conociéndose, conoce todo lo que es posible que existe: porque todo esto está incluido en su Omnipotencia, que es Él mismo, y la cual se extiende a todo lo posible.
¿Puede conocer entonces que de entre dos posibilidades una existirá y otra no? (por ejemplo, si Ud. se hará tomista de la "estricta observancia" o no). No de este solo modo llamado "vía de eternidad". Es decir, no puede conocer esto, que una será y otra no, independientemente (o antes) de determinar Él mismo que efectivamente una exista y la otra no.
Porque todo lo que existe, sea libre o no, todo lo finito, depende en su existencia de Dios creador, que le da o participa activamente el ser y la existencia.
Entonces, antes de determinar libremente que algo exista, Dios no puede conocer si efectivamente existirá. Digo "no puede" no porque sea impotente para ello, sino porque ello es imposible en sí, porque significaría dar entidad a algo independientemente de Dios, de su libre decreto de causarlo, producirlo, crearlo.
Entonces, su conocimiento de los futuros libres (para ir a lo que nos interesa), que los conoce con toda certeza y perfección, sólo es posible
en la medida en que los mismos son causados por Dios.
Así como Dios determinó que en el año 354, el 13 de noviembre, naciera de santa Mónica el gran san Agustín, así también determinó que se convirtiera un día señalado y a una hora señalada. Pero esto no quita en absoluto, claro está y de más decirlo, la libertad de los acontecimientos libres: porque es tan poderoso que no sólo causa lo que causa, sino que causa según el modo propio de cada cosa y hasta el modo mismo: causa así el modo libre en que san Agustín se convirtió en el 386 (aunque el proceso fue largo). Esto lo dice explícitamente santo Tomás, y Molina no lo aceptaba, porque es difícil de entender, y él creía que atentaba contra la libertad, porque partía de un concepto distinto y erróneo de libertad.
Pero, yendo a lo nuestro: los actos libres de las creaturas, todo lo que tienen de entidad, necesariamente han de ser causados por Dios, pues de otra manera no podría conocerlos... Y si hubiera algo de entidad o algo positivo en lo creado que Él no causara, no podría conocerlo, a no ser que le atribuyamos imperfección y el ser determinado por lo que conoce, cosa impía.
Entonces, todo lo que hace la creatura es causado por Dios. Sus actos libres, son causados por Dios.
Cuando se habla de "pre-determinación física no-necesitante" no se quiere dar a entender en el fondo otra cosa, por más rara que suene la expresión. Es lógicamente previa, porque es por parte de la Causa primera. Es determinación, porque es lo que Dios así ha decretado. Es física, es decir, en el orden de la causa eficiente: Dios causa el causar. Es no-necesitante respecto de lo libre, porque si no no sería libre. Y por parte de la creatura personal ¡sigue siendo libre! Y, cosa curiosa, Molina, que pretendía salvar la libertad (que no hacía falta, porque bien entendida está salvada en santo Tomás), termina, paradójicamente, negándola... A esto me refería con las "aparentes salidas" del laberinto: no salen por ningún lado...
No sé qué le parecerá todo esto. Ya le dije que una exposición ordenada, clara y excelente es todo el libro "La predestinación de los santos y la gracia", el cual culmina con un hermoso himno litúrgico, el de la Dedicación de la Iglesia, pues ese es el término de la predestinación de los santos. Y esta es la razón más honda del santo abandono de que hablan los grandes maestros espirituales, y de la suma importancia de la oración (no crea que no rezo por Ud.), la cual recurre por sobre todo a Quien todo lo puede y todo lo hace (excepto el mal moral, que no conoce sino en su libre decreto permisivo).
Termino con un sublime pasaje del gran san Agustín, en una de sus últimas obras, contra los semipelagianos (El don de la perseverancia, XXII, 62):
“No obstante, esta exposición del dogma de la predestinación, que recomendamos, no me parece suficiente cuando se habla al pueblo cristiano, a no ser que se añadan estas o parecidas palabras: “Y vosotros debéis esperar del Padre de las luces, «de quien procede todo don perfecto», y pedírsela en vuestras cotidianas oraciones; y haciendo esto, confiad en que sois de sus elegidos, porque Él es quien obra y produce en vuestro corazón estas buenas disposiciones. Pero lejos de vosotros el perder la esperanza, porque se os manda que confiéis en Él y no en vosotros, pues «maldito quien pone en el hombre su esperanza» y «mejor es confiar en el Señor que en el hombre», porque «bienaventurados lo que esperan en Él». Asidos a esta esperanza, «servid al Señor con temor y cantad sus alabanzas con temblor», porque nadie puede estar seguro de la vida eterna que el Dios no mentiroso prometió a los hijos de promisión antes de todo tiempo hasta la terminación de esta vida, «que es tentación continua sobre la tierra», pero nos hará perseverar hasta el fin en Él, a quien todos los días decimos: «No nos dejes caer en la tentación»”. Al decir estas cosas, ya sea a unos pocos, ya a toda la multitud de los fieles, ¿por qué hemos de temer predicar el dogma de la predestinación de los santos y la verdadera gracia de Dios, esto es, la que se nos da no según nuestros méritos, como nos enseña la Sagrada Escritura? ¿O es que hemos de temer que el hombre desespere cuando se le dice que ponga su esperanza en Dios y que no desesperaría si, lleno de soberbia, el infeliz la pusiera en sí mismo?”.
Parece lógica esa exposición filosófica, pero también parece lógico que Aquiles no alcance nunca a la tortuga y sin embargo lo hace. Desconfío un poco de todas esas pretensiones de la filosofía de saber cómo tiene que conocer Dios para no contradecir la lógica del filósofo por inteligente y santo que sea el filósofo en cuestión.
Y sigo sin conocer aún las soluciones de Molina.
Pero continuando con esa lógica se llegaría a la conclusión de que Dios decreta que el pecador peque, aunque se pretenda evitar decirlo, porque resultaría blasfemo, cosa que a mí sí que me parecería grave. Para evitarlo se recurre a situar en este punto el misterio y se habla del misterio de iniquidad. Para eso yo prefiero situar el misterio antes de toda esa especulación sobre el conocimiento divino.
En mi versión, Dios sigue siendo omnipotente, omnisciente y perfecto, si eso ocurre porque no soy tan "lógica" y tan lista, bienvenida sea mi estupidez.
Me parece providencial que la Iglesia decidiera no definirse por ninguna teoría. Se ve que el Espíritu la guía.
De momento prefiero atenerme a la doctrina de la Iglesia expresada en el catecismo y en los límites señalados para la doctrina definida como cierta. Puedo prescindir de las especulaciones añadidas.
Sin embargo sigo sin ver cuál es el problema con el momento cero.
Pero le agradezco mucho esta brillante exposición.
Y el hecho de que vd manifieste su preocupación y su oración por mis posibles errores lo agradezco muchísimo más aún.
Bendiciones.
Nunca he comprendido el porqué de esa extraña asociación entre la jactancia y la supuesta confianza en uno mismo que atribuyen los deterministas a los que no lo son. Todo lo contrario, la actitud no determinista es mucho más proclive a la confianza plena en Dios.
Creemos que todo el mundo puede salvarse poniendo su confianza en Dios y no en sí mismos y que todo bien procede de Dios. Lo que no creemos es que haya determinado a priori el destino de las personas. Y ciertamente esto es un misterio que el hombre nunca podrá comprender del todo.
Respecto de lo que dice:
"Le querrá lo que le quiera independientemente de que vd responda a su amor o lo rechace. [...] Tampoco creo que el amor de Dios varíe si vd rechaza su gracia, es vd el que pone obstáculos a ese amor. Aunque no sé si vd dirá que eso le sirve de señal de que Dios no le quiere tanto como vd creía porque si no, le habría mandado gracia efectiva. Yo no creo que para la vida espiritual sea ese el mejor enfoque".
No me parece bien formulado, pues precisamente es el amor de Dios la razón de que haya más gracia, más ser o más entidad en cualquier creatura, sea una persona u otra cosa. Nada puede haber fuera de Dios que no sea causado por Dios. Nada es "independiente" de Dios. Y Él no nos puede querer "independientemente" de lo que somos. Porque todo lo que somos, en cuanto al ser, es lo que Él quiere, pues de lo contrario no sería. Únicamente no quiere lo que no es: por eso no es. Por eso el mal es privación, no-ser, desorden. Por tanto todo lo que de ser o perfección hay en lo creado es producido por Dios: eso es el amor de Dios. El amor de Dios crea e infunde la bondad en las cosas, y toda bondad o ser de las cosas. Y esto es doctrina católica. De modo que el acto libre bueno no puede no ser causado por Dios. Todo esto no anula la causalidad de las creaturas: al contrario, la funda.
Entonces el bueno es bueno porque actúa bien, sí, y libremente, y hasta tiene mérito. Nadie lo niega. Pero es bueno y actúa bien porque Dios le da ese actuar bien y en ese sentido lo ama más que al que no actúa bien. Pero no por eso hay injusticia: porque a todos los ama. Ama todo lo que existe, porque el hecho de existir es precisamente porque quiere su existencia.
Y precisamente, esta es la razón más honda de la humildad: todo bien viene de Dios. Y del abandono y de la oración. Así la espiritualidad se mantiene en su más perfecta pureza. Cuanto más se atribuye a Dios, más confianza puede haber en Él y menos presunción de uno mismo. Si todo se atribuye a Dios (sin negar, repito, la causalidad segunda), entonces la confianza en él es suma, y la presunción, nula. Esto es lo que han vivido todos los santos, y la teología de santo Tomás, formulada en el principio de predilección, lo respalda de modo perfecto.
Respecto de lo de Aquiles (tiene su solución, que manejan mejor los que entienden de la filosofía de la naturaleza, que no es precisamente mi campo): no hay que separar teoría y práctica como si fueran dos mundos paralelos. Si su planteo fuera válido, llevándolo al extremo, las ciencias no tendrían casi ningún sentido. La teología, por el contrario, y la filosofía, llegan a lo más hondo. Y no se trata de ver si es o no el mejor enfoque para la vida espiritual, sino de ser consecuentes con la verdad. Y la verdad siempre es el mejor enfoque, el que verdaderamente hace libres. Y estoy convencido además que de hecho es el mejor enfoque. El Magisterio ah recomendado a santo Tomás explícitamente en lo que hace a la teología ascética y mística, que precisamente es lo que ahora ha venido a llamarse "espiritualidad". Y este principio de predilección, de la omnímoda causalidad de Dios, es claramente tomista.
Decir que Dios decrete que el pecador peque sin duda es erróneo, como Ud. dice, e impío. Pero decir que Dios decreta permitir que el pecador peque es lo correcto y lo único válido. Y Dios jamás es la causa del pecado: esto lo sostiene todo católico. Pero no cabe sino hablar de permisión: no cabe otra explicación del mal moral. Y esto es lo que decimos, con expresión más o menos clara, con expresión más o menos feliz. Y de esto no se sigue lo primero, que además es estrictamente imposible.
Sí, hay que atenerse al Catecismo y a lo definido explícitamente, por supuesto. Eso tampoco es negado, obviamente. De lo que se trata es de ir al fondo, posible, del asunto, que es lo que pretende hacer la teología. Y esto ayuda a desterrar posiciones que, muchas veces sin darse cuenta, no respetan lo primero. Ud. misma tiene una interpretación que también va más allá de la mera letra (eso del momento "cero" nunca lo vi en ningún documento). Es un intento de explicación. El Magisterio, volviendo a lo que se ha dicho ya mucho, recomendando vivamente a santo Tomás, pide primeramente que a la hora de interpretar se lean sus escritos respectivos (y sus mejores comentadores). San Agustín, asimismo, también es una autoridad reconocida en este tema, y santo Tomás lo asume.
El misterio está, y es grande, y aquí abajo no se puede resolver perfectamente, pues dejaría entonces de ser misterio. No es que se sitúa por conveniencia donde convenga, sino que la razón humana llega hasta un punto en donde debe detenerse... Situar el misterio antes de toda especulación significa renunciar a la labor teológica. No todos tiene vocación de teólogo, es claro. Pero tampoco se debe excluir ni menospreciar a la teología ni la aplicación del conocimiento a la fe y a las grandes verdades, como si fuera algo carente de sentido o valor. Es el uso más noble que puede hacerse de la razón: aplicarla a la verdad divina.
Las Controversias De auxiliis duraron casi 10 años... Le pido que al menos lea el capítulo que le sugerí, que no es muy extenso, de "El sentido del misterio y el claroscuro intelectual" (cap. 6 de la Parte II, titulado: “La predilección divina y la salvación” (pp. 247 y ss.)). Es muy lúcido. A veces las apariencias engañan. Le paso una cita del mismo. Y no hay nada que agradecer.
“Este principio explica que ciertas alturas y sublimidades de la verdad parezcan a muchos vecinas de los mayores errores. Tal confusión radica en que no se presta suficiente atención a la fórmula exacta de esas supremas verdades. La menor desviación cometida en esas alturas arrastraría a una catástrofe, de la misma manera que un mal paso en lo alto de la montaña puede arrastrar al turista imprudente hasta el abismo. Así se comprende que las objeciones contra tan elevadas verdades parezcan a veces más evidentes que la respuesta justa y precisa que se les da. Acontece en esto que la objeción reposa sobre nuestra manera inferior, superficial, mecánica de ver, esclavos como somos de las cosas y seres sensibles; mientras que la respuesta se funda en lo que hay de más excelso en el misterio inefable contra el que se ha formulado la objeción. Compréndese esta sin mayor dificultad; mientras que para comprender la respuesta se necesita a veces reposo y mucha reflexión” (p. 266).
Es que esa es precisamente la actitud lógica desde mi postura, mucho más que desde la de los predeterministas que piensan que de cualquier manera todo está decidido de antemano y se limitan a buscar signos de que no se les ha colocado a priori en el grupo de los condenados.
Naturalmente que todo lo bueno viene de Dios, por eso podemos abandonarnos en Dios, confiar en Dios, orar a Dios con agradecimiento o para pedir fuerzas...
No es preciso que se empeñe en convencerme de que todo lo bueno viene de Dios, eso es lo primero que he dicho desde el principio y no lo he dejado de decir. Lo cual no tiene nada que ver con afirmar que hay personas a las que ha decidido desde la eternidad abandonar a la condenación, cosa que me parece un disparate.
Veo que estamos de acuerdo con que nada pasa si nos remitimos al catecismo sin más. Y a los límites que la doctrina definida como infalible nos pone, si es que decidimos profundizar.
Que la Teología sea un intento de profundización y de explicación no quiere decir que consiga explicar realmente el misterio de Dios. Y mientras no sea doctrina infalible, no tengo por qué aceptar una profundización que me parece que destripa el misterio de forma inadecuada.
No me convence esa división de la gracia en dos tipos, una suficiente y otro eficaz. Además ni siquiera ha hecho esa división Santo Tomás, sino Báñez.
Yo creo que las gracias actuales se pueden resistir o no, tal como dice el concilio de Trento, sin ese truco de la potencia que nunca se actualiza, que ya he explicado por qué no me convence. Y a las pegas que vds me han puesto he replicado que entre la resistencia a la gracia y la aceptación positiva de la gracia, está el momento cero en el que no se resiste ni se hace nada, anterior a su aceptación.
Gracias por su información y sus buenas intenciones, yo seguiré buscando qué es lo que me puede convencer más, en las exposiciones de Marín o de Muñiz o de William Most o de quienes voy encontrando por ahí.
Y mientras que no sea nada que esté en contra de la doctrina de la Iglesia, puede valerme cualquier explicación que me parezca convincente.
Pero reconozco que esa búsqueda no hace falta teniendo el catecismo y la doctrina infalible y asumiendo el misterio.
Esa búsqueda solo la hago para ver si hay teólogos que contrarrestan la doctrina que aquí se ha expuesto de los dos tipos de gracias y los dos grupos de personas decididos a priori, que no me convence nada porque parece que lleva a afirmar que existe un decreto a la condenación antes de prever el demérito.
De todos modos sus comentarios no habrán caído en saco roto.
Muchas gracias.
Cabe añadir que lo que es lógico no puede ir nunca contra el dogma y misterio de la fe. Porque nuestra capacidad lógica de razonar también proviene de Dios. Y Dios no puede contradecirse.
Así habla la constitución dogmática Dei Filius del Concilio Vaticano I en el capítulo 4:
"Y ciertamente la razón, cuando iluminada por la fe busca persistente, piadosa y sobriamente, alcanza por don de Dios cierto entendimiento, y muy provechoso, de los misterios, sea por analogía con lo que conoce naturalmente, sea por la conexión de esos misterios entre sí y con el fin último del hombre. Sin embargo, la razón nunca es capaz de penetrar esos misterios en la manera como penetra aquellas verdades que forman su objeto propio; ya que los divinos misterios, por su misma naturaleza, sobrepasan tanto el entendimiento de las creaturas que, incluso cuando una revelación es dada y aceptada por la fe, permanecen estos cubiertos por el velo de esa misma fe y envueltos de cierta oscuridad, mientras en esta vida mortal «vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión»(35). Pero aunque la fe se encuentra por encima de la razón, no puede haber nunca verdadera contradicción entre una y otra: ya que es el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe, quien ha dotado a la mente humana con la luz de la razón. Dios no puede negarse a sí mismo, ni puede la verdad contradecir la verdad".
Por eso, lo que la razón descubre con certeza, no puede ir nunca contra la fe.
Y también por esto, precisamente, la fábula de la tortuga y Aquiles tiene errores lógicos. Porque para que algo se concluya lógicamente, tiene que partir de premisas ciertas con un razonamiento correcto, en conjunción: premisas verdades y razonamiento correcto. Si se cumple estos dos requisitos, la conclusión es absolutamente verdadera. Y estos dos requisitos no se cumplen en la fábula. Por eso, propiamente, la fábula no es lógicamente concluyente. La refutación ya se había hecho poco después, sino recuerdo mal, por Aristóteles, pues Zenón no logró ver la distinción entre la división actual y la división potencial de la materia.
La "filosofía moderna" o la que se enseña en la mayor parte de institutos de educación, no es más que un ejercicio continuo de escepticismo. Por eso no es de extrañar que se considere que todo lo filosófico es opinable o dudoso, y por lo tanto, rechazable. Al contrario, de entre las ciencias humanas, la más cierta y absoluta es la filosofía. Hasta tal punto que el mismo Concilio Vaticano I declaró como dogma de fe una parte de la filosofía:
«Si alguno dijere que Dios, uno y verdadero, nuestro creador y Señor, no puede ser conocido con certeza a partir de las cosas que han sido hechas, con la luz natural de la razón humana: sea anatema.» (Can. 1 sobre la Revelación)
La ciencia de la razón humana que se encarga de demostrar con certeza la existencia de Dios es la teología filosófica o teología natural. Es por medio de esta parte de la filosofía que alcanzamos la certeza de la existencia de Dios.
El Concilio III de Valence:
628 Dz 322 Can 3. Mas también sobre la predestinación de Dios plugo y fielmente place, según la autoridad apostólica que dice: "¿Es que no tiene poder el alfarero del barro para hacer de la misma masa un vaso para honor y otro para ignominia?" (Rm 9,21), pasaje en que añade inmediatamente: "Y si queriendo Dios manifestar su ira y dar a conocer su poder soportó con mucha paciencia los vasos de ira adaptados o preparados para la ruina, para manifestar las riquezas de su gracia sobre los vasos de misericordia que preparó para la gloria" (Rm 9,22 s): confiadamente confesamos la predestinación de los elegidos para la vida, y la predestinación de los impíos para la muerte; sin embargo, en la elección de los que han de salvarse, la misericordia de Dios precede al buen merecimiento; en la condenación, empero, de los que han de perecer, el merecimiento malo precede al justo juicio de Dios. «Mas por la predestinación, Dios sólo estableció lo que El mismo había de hacer o por gratuita misericordia o por justo juicio» (3), según la Escritura que dice: "El que hizo cuanto había de ser" (Is 45,11; LXX); en los malos, empero, supo de antemano su malicia, porque de ellos viene, pero no la predestinó, porque no viene de El.
629 La pena que sigue al mal merecimiento, como Dios que todo lo prevé, ésa sí la supo y predestinó, porque justo es Aquel en quien, como dice San Agustín (4), tan fija está la sentencia sobre todas las cosas, como cierta su presciencia. Aquí viene bien ciertamente el dicho del sabio: "Preparados están para los petulantes los juicios y los martillos que golpean a los cuerpos de los necios" (Pr 19,29). Sobre esta inmovilidad de la presciencia de la predestinación de Dios, por la que en El lo futuro ya es un hecho, también se entiende bien lo que se dice en el Eclesiastés: "Conocí que todas las obras que hizo Dios perseveran para siempre. No podemos añadir ni quitar a lo que hizo Dios para ser temido" (Qo 3,14). Pero que hayan sido algunos predestinados al mal por el poder divino, es decir, como si no pudieran ser otra cosa, no sólo no lo creemos, sino que si hay algunos que quieran creer tamaño mal, contra ellos, como el Sínodo de Orange, decimos anatema con toda detestación [v. 200].
Y como ya cité a Trento, también este Concilio -como no puede ser de otra forma- reconoce el dogma de la predestinación, pues afirma que sólo mediante revelación divina uno puede saber si está en el número de los predestinados.
La diferencia está en que "la elección de los que han de salvarse, la misericordia de Dios precede al buen merecimiento; en la condenación, empero, de los que han de perecer, el merecimiento malo precede al justo juicio de Dios"
Si esta afirmación del Concilio no significa que los predestinados a la salvación lo son antes de los méritos previstos, no sé que puede significar.
Y recordar: un Concilio aprobado por el Papa, cuando afirma cosas tocantes a la fe, por muy regional que sea, es infalible.
Se puede comprender por qué el término "predestinación" no es el más recomendable, en qué caso es aceptable y qué tipo de "predestinación" es inadmisible.
También se ve que existen diversos grados de magisterio en los concilios locales y que no son equivalentes a los ecuménicos.
Y por otra parte queda también clarísima la actitud del magisterio respecto a las distintas teorías sobre la gracia.
Orange:
"Que algunos, empero, hayan sido predestinados por el poder divino para el mal, no sólo no lo creemos, sino que si hubiere quienes tamaño mal se atrevan a creer, con toda detestación pronunciamos anatema contra ellos"
El Concilio II de Orange es el concilium arausicanum, sólo que uno designado en español y otro en latín, Fue una pequeña reunión de 14 obispos en el 529, dirigidos por san Cesareo de Arlés, que con ocasión de la consagración de una basílica recordaron una serie de enseñanzas sobre la gracia, en forma de cánones tomados literalmente de san Agustín, a la que añadieron el texto que se ha citado, en el que se excluye, con san Agustín, que exista una predestinación al pecado.
...En ese mismo concilio se recuerda que tanto el inicio de la fe (el hecho de que alguien comience a creer) como la perseverancia final, son una gracia de Dios. Prefirieron no emplear demasiado el término predestinación, pues algunos pensaban que había esa predestinación al pecado, por lo cual la negaron de manera explícita. De todos modos el mismo san Agustín sólo usa este término "predestinación" en sus últimas obras, pues en general prefiere la expresión "elección de gracia" (electio gratiae), para indicar lo mismo. Posteriormente en el siglo IX los concilio de Quiercy y Valence trataron con más amplitud el tema, sólo que el concilio II de Orange sí fue confirmado de manera explícita por el papa Bonifacio II en el 531.
Y finalmente, sobre esos intentos de excluir otras explicaciones:
"Tú sabes que en las célebres cuestiones sobre la predestinación, la gracia y sobre el modo de conciliar la omnipotencia de Dios con la libertad humana, hay en las escuelas multiplicidad de opiniones. Los tomistas son expuestos como destructores de la libertad humana y como seguidores ya no sólo de Jansenio, sino incluso de Calvino; pero satisfaciendo ellos en primer lugar lo que se les objeta y no habiendo sido nunca reprobada su opinión por la Sede Apostólica, los tomistas pululan en ella sin peligro, y no es lícito a ningún superior eclesiástico, en el presente estado de estas cuestiones, alejarlos de su opinión. Los agustinianos son expuestos como seguidores de Bayo y de Jansenio. Responden ellos que favorecen la libertad humana y rechazan, conforme a sus fuerzas, las cosas que se les oponen; y puesto que hasta ahora su opinión no ha sido condenada por la Santa Sede, no hay nadie que no vea que no puede pretenderse apartarlos de su opinión. Los seguidores de Molina son proscritos de forma semejante como si fueran semipelagianos; hasta ahora los Romanos Pontífices no han deliberado sobre este sistema molinista, por lo cual [los seguidores de Molina] continúan en su defensa y pueden continuar. En una palabra: los obispos y los inquisidores no deben atender a las notas que oponen entre sí quienes combaten, sino que deben atender si acaso las notas que oponen entre sí han sido reprobadas por la Sede Apostólica. Ésta [Sede], que favorece la libertad de las escuelas, hasta ahora no ha reprobado ninguno de los modos propuestos de conciliar la libertad humana con la divina omnipotencia. Por lo tanto, los obispos y los inquisidores, cuando se da la oportunidad, ocúpense del mismo modo, aunque como personas privadas sean seguidores de una opinión más que de otra. Nos mismos, como doctores privados en cuestiones teológicas, favoreceremos una opinión; pero como Sumos Pontífices no reprobamos la opuesta, ni permitimos que sea reprobada por otros..."
Bendicto XIV, Carta al Supremo Inquisidor de España, 1748.
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Bueno Gab, no parece tener mucho sentido continuar entonces. Ya hemos dicho bastante. Quizá es más bien ahora hora de "reposo y reflexión", como finalizaba la cita que le pasé. No son temas fáciles. Lecturas donde se tratan estos temas también ya tiene.
Se me ocurre que en realidad para sostener con fundamento que algo no está en santo Tomás se tendría que haber leído a santo Tomás. Y si se trata de realidades más que de meras expresiones, también sería preciso llegar a comprenderlo, en lo que nos cabe. Y cuando se considera a todos los autores graves que así lo sostienen al menos se debería momentáneamente suspender el juicio al respecto. In pace.
Si ellos dicen que Santo Tomás no utilizó ese binomio y vds no aportan ninguna cita en que utilice Santo Tomás esos términos refiriéndose a esos dos tipos de gracia, la deducción está servida.
En cuanto a mí está claro que nada de lo que he dicho está en contra de la doctrina católica -preocupación que siempre he tenido- y que si me parece más lógico y menos contradictorio otro enfoque, no hay ningún problema.
Constato que no tengo nada de pelagiana, ni de calvinista o jansenista. Me gusta el lenguaje del catecismo y el de Trento. Respeto los límites doctrinales que se han señalado. Voy descubriendo, gracias a mis diferencias con vds que existen otros teólogos católicos cuyo enfoque me parece más lógico que el de vds.
Pues todos contentos.
Bendiciones.
Tampoco importa si es regional o ecuménico, pues toda la fuerza de la autoridad de un concilio, cualquiera sea, lo tiene por el Papa. Por eso el Papa sólo y sin ningún concilio puede decretar doctrinas definitivas, por ejemplo.
Respecto de santo Tomás, la noción de gracia suficiente y gracia eficaz, aunque no sé si está de este modo nominalmente hablando, con todo, sí está esencialmente. Así como la Santísima Trinidad no está nominalmente en las Escrituras, pero sí está esencialmente.
Y, para muestra de ello, pondré el artículo 3 de la Quodlibet XI de santo Tomás, que fue recomendado providencialmente por el comentarista "Juan Manuel" en la entrada posterior a ésta (439), que también, causalmente, trata de la predestinación. La traducción al español que coloco aquí es regular, pero cumple con lo justo.
¿La predestinación impone necesidad?
Así parece:
1. Una persona predestinada se salva sin importar nada. Pero eso solo sería el caso si una persona predestinada se salvara necesariamente. Por tanto, la predestinación parece imponer necesidad.
2. En Romanos 9, el Apóstol dice: “No se trata de voluntad o esfuerzo, sino de la misericordia de Dios”. Por tanto, la salvación de cualquier hombre parece depender únicamente de la predestinación de Dios, no de otra cosa. Por tanto, la predestinación parece imponer necesidad.
Pero al contrario: San Agustín dice: «El que te creó sin ti no te justificará sin ti» (Sermón 170, 9)
Respuesta: La predestinación es segura y, sin embargo, no impone necesidad. De hecho, hay tres cosas a considerar sobre la predestinación. Dos de ellas son presupuestos por la predestinación, a saber, la presciencia de Dios y el amor de Dios (es decir, la voluntad de Dios de salvar a los predestinados). El tercero es la predestinación misma, que es simplemente el hecho de que Dios dirija las cosas que Dios ama hasta el fin que Dios quiere para ellas. Por tanto, cada una de estas tres cosas es segura y, sin embargo, no impone necesidad.
Está claro que la presciencia de Dios es cierta. Porque Dios conoce las cosas de una manera más noble que nosotros. Nuestro conocimiento está en el tiempo y, por lo tanto, nuestro conocimiento de las cosas se basa en la naturaleza del tiempo: pasado, presente y futuro. Por lo tanto, conocemos las cosas pasadas como pasadas, las cosas presentes como presentes, las cosas futuras como futuras y, naturalmente, así es. Pero el conocimiento de Dios está por encima del tiempo y solo se mide por la eternidad. Por tanto, Dios no conoce las cosas como son en el tiempo, sino como son en la eternidad, es decir, presentes a Dios, ya sean necesarias o contingentes. Por tanto, Dios sabe que todas las cosas están presentes en el propio presente de Dios. Y puesto que nuestro intelecto conoce las cosas presentes con certeza, mucho más Dios conoce todas las cosas presentes a Dios con certeza. Sin embargo, eso no impone ninguna necesidad a las cosas que Dios sabe. Para ver por qué no, compare la certeza de una persona parada en un punto alto mirando hacia abajo a una fila de viajeros en una carretera, que solo ven lo que tienen presente. Tal certeza no impone ninguna necesidad a esos viajeros porque la persona que se encuentra en el punto más alto los ve a todos como presentes, aunque algunos de ellos son pasados, (los que están detrás), algunos están presentes (los que están directamente al otro lado) y algunos son futuros (los de delante).
También está claro que la voluntad de Dios es cierta y, sin embargo, no impone necesidad. Porque la voluntad de Dios es la causa eficaz y perfecta de todas las cosas (voluntas enim Dei est efficax et perfecta causa omnium rerum), ya que “el Señor todo lo que quiere lo hace” (Sal 134, 6). Cuya perfección y eficacia de Dios se desprende del hecho de que Dios no solo mueve y causa las cosas, sino que también les da una cierta forma de causarlas. Además, Dios le da a cada cosa una forma determinada de producir sus propios efectos. Dado que Dios quiere que el universo contenga tanto cosas necesarias como contingentes, Dios ha creado algunas causas con el don de producir efectos necesariamente, y otras con el don de producirlos de manera contingente. Por tanto, Dios no sólo quiere que exista tal o cual efecto, sino que también exista de cierta manera, es decir, de manera contingente o necesaria. Por ejemplo, Dios quiere que Pedro no solo corra sino que corra contingentemente. Asimismo, Dios quiere que este o aquel ser humano se salve, pero de una manera que no destruya su libre elección. Por tanto, hay dos causas de la salvación de Pedro o Martín. Una es la voluntad de Dios, que es segura; la otra es su libre elección, que es contingente. Y lo mismo ocurre con otras cosas: su contingencia resulta de su causa próxima, mientras que su certeza o necesidad resulta de su primera causa. Por tanto, la primera causa de las cosas, la voluntad de Dios, es cierta incluso sobre las cosas contingentes. Sin embargo, esa certeza no impone ninguna necesidad a las cosas en sí mismas, ya que Dios quiere que no solo existan, sino que existan de cierta manera, es decir, necesaria o contingentemente, como acabamos de decir.
También es claro que la predestinación es segura y, sin embargo, no impone necesidad. Porque el mover o dirigir o plan de Dios para llevar una cosa a un fin (que es la predestinación) se hace de acuerdo con la naturaleza y el orden de las causas creadas por Dios. Ahora bien, siempre que hay dos causas ordenadas, una de las cuales es necesaria y la otra contingente, su efecto es siempre contingente. Y la predestinación involucra dos causas, una de las cuales es necesaria (Dios) y la otra es contingente (libre elección). Por tanto, el efecto de la predestinación debe ser contingente. Por consiguiente, la predestinación es segura, ya que Dios sabe y quiere que tal o cual persona alcance tal fin. Pero la certeza de la predestinación no impone ninguna necesidad, ya que Dios quiere dirigirlos a tal fin por su libre albedrío.
1. Entonces, a la primera objeción: el hecho de que una persona predestinada sea salvada sin importar qué, es una función de la certeza de la predestinación de Dios. Sin embargo, esa certeza no es absoluta sino condicional: si la persona está predestinada, entonces la persona se salva necesariamente, pero esto no es absolutamente necesario.
2. A la segunda objeción: Lo que dice el Apóstol no debe entenderse que significa que nuestra propia voluntad o esfuerzo sea innecesario, sino que la primera fuente de nuestras buenas acciones no somos nosotros mismos, sino la misericordia de Dios infundiendo gracia en nosotros. Sin embargo, nuestras buenas acciones también deben tener realmente su fuente en nosotros.
Santo Tomás de Aquino reconoce que "la voluntad de Dios es la causa eficaz y perfecta de todas las cosas (voluntas enim Dei est efficax et perfecta causa omnium rerum)" Así que es claro que, sea que cause por medio de la gracia o de cualquier otro medio, el Aquino sostiene que, de todos modos, la voluntad de Dios es causa eficaz.
Federico María;
Hago mías tus palabras. Si Dios quiere, puede y quizá un día lleguemos a encontrarnos, y si así lo dispone, igual podríamos establecer alguna disputa, en el sentido escolástico del término, pues estoy persuadido que sería sumamente entretenida y edificante, siendo, además de fuente de consuelo en este valle de lágrimas, un modo de honrar a nuestro buen maestro.
No sé si has leído, pero sino, te recomiendo (y a todos los que nos leen) el libro "Id a Tomás. Principios fundamentales del pensamiento de Santo Tomás" del Dr. Eudaldo Forment. Está completamente gratis para leer o descargar desde la web de la fundación GratisDate. Es oro de alto quilate. Sobre todo por el hecho de mostrar el avance que ha tenido la doctrina teológica y filosófica de santo Tomás a nivel Magisterial en el último siglo. El salto es gigantesco, y podemos estar hablando de que, en un futuro quizá no lejano, muchas de las doctrinas del Aquinate lleguen a ser declaradas como de fe, incluso doctrinas filosóficas. El Catecismo de san Juan Pablo II fue un gran punto de inflexión en este aspecto, después del Concilio Vaticano II, la promulgación de las 24 tesis tomistas y el haber sido establecido como maestro en el CDC.
Por eso, aunque no tenga mucho que ver, opino que aún falta algunos siglos para la parusía, porque creo que santo Tomás tiene aún mucho que progresar en el Magisterio de la Iglesia, y eso no se hace en dos decenios.
También, muy recomendado la serie "Aquinas 101" del canal de YouTube "The Thomistic Institute", algunos vídeos ya están subtitulados al español, pero si uno tiene un nivel medio de inglés y nivel básico de tomismo, se entiende fácilmente todo.
Por la gracia de Dios, poco a poco hay un resurgimiento del tomismo en muchas partes. Recemos para que se mantenga y aumente, y la voluntad eficaz de Dios realice la propagación por todo el mundo de los mugidos del Buey Mudo, el más sabio de los santos y el más santo de los sabios.
La cuestión es ¿Tiene todo el mismo valor magisterial? No.
Pues no nos pretenda engañar respecto a eso.
Sigue vigente lo que realmente es magisterio infalible y lo q no.
Respecto al resto, no tengo tiempo de leerlo, pero apuesto a que sigue sin mostrar las inexistentes citas de Aquino sobre los dos supuestos tipos de gracia que predeterminan a algunos al mal, lógicamente, algo que sí está prohibido por la Iglesia afirmar y por tanto nadie afirma, pero algunos presentan afirmaciones que conducen precisamente a esa doble predestinación no admisible.
Tienen permiso para mantener sus teorías mientras intentan eludir esas consecuencias, lo consigan o no. Pero no tienen permiso para imponer a los demás su explicación.
Bendiciones.
Por supuesto, tienes toda la razón, y de hecho, jamás nadie podrá mostrar esas citas de santo Tomás, porque los dos tipos de gracia que predeterminan a algunos al mal es una idea suya. No es la de santo Tomás ni niguno de nosotros.
Y bueno, hasta donde sé, los tomistas no suelen llevar un revólver en el bolsillo para imponer sus ideas a los que no las aceptan.
Pero sí llevan algo mucho más efectivo que un revólver, y hasta más que una bomba atómica: la verdad. Porque la verdad se impone de modo absoluto y necesario, la queramos o no, la aceptemos o no, la conozcamos o no. Como dijo la Verdad Encarnada: «El que caiga sobre esta piedra se estrellará, y sobre el que ella caiga será triturado» (Mt 21, 44)
Ya está expuesto más arriba el contrasentido de su teoría de la gracia mal llamada suficiente y la gracia eficaz, tal como la exponen vds, y el círculo vicioso de Garrigou Lagrange.
Está comprobado que en su sistema Dios es el primero en abandonar, contradiciendo esa idea de que Dios no abandona si el hombre no le ha abandonado primero. Su sentido de la justicia, el de vds, es injusto. Por lo tanto su teoría no es verdadera, es falsa.
Vd no tiene puesta su confianza en Dios, la tiene puesta en su sistema filosófico . Y aunque no ponga una pistola a nadie, miente acerca de su infalibilidad y pretende erigirse en juez de la verdad y la falsedad. Así que lo primero es que abandone esa falsedad y vaya con la verdad por delante, cosa que no hace.
Hay otras formas de acercarse desde la razón al Misterio de Dios aparte de la suya, mucho más razonables y mucho más respetuosas con la revelación.
La Verdad que nos hará libre es Jesucristo: Camino, Verdad y Vida.
Dios se ha revelado en Jesucristo como un misterio de Amor trinitario, sus intentos de destripar el misterio atentan contra la imagen de Dios que se revela en Jesucristo. Hay otras explicaciones razonables que no lo hacen.
Por supuesto que la razón debe intentar explicar el misterio hasta dónde pueda, eso pretenden vds y eso pretenden otros que no piensan como vds. Los que respeten al Dios revelado en Jesucristo serán los que se acerquen más a la Verdad.
Vd pretende ocupar el lugar de la piedra, en esa cita de Mateo.
Ya me di cuenta, en el comentario que dijo que vd habla para quiénes escuchan la voz del Señor, de que su ego está muy hinchado.
Descuide que la voz del Señor sí la escucho, pero no tiene nada que ver con la de vd.
Por lo demás puede vd pensar como quiera y exponerlo, pero sin la pretensión de que sus teorías son la Verdad, con la humildad de quien intenta acercarse a ella y reconociendo la legitimidad de otros que se acerquen a ella humildemente desde otros enfoques.
La Verdad será siempre el misterio de Amor que se ha revelado en Jesucristo.
Bendiciones.
En el "ustedes", cuya doctrina acusa de ser injusta y falsa, me siento con razón incluido, de modo que a Ud. me dirijo.
Moralmente hablando la acusación que hace de "mentir" es injusta: a lo sumo se podrá acusar de errar (y ni siquiera, obviamente). Es una distinción importante para no juzgar temerariamente acerca de las personas. En ese sentido su acusación es objetivamente injusta, a no ser que se haya metido en la mente de Ecclesiam para constatar una inadecuación entre lo que piensa y lo que dice.
Para tratar estos temas en profundidad, comentarlos y pretender enmendar la plana a grandes teólogos, cuyas páginas no ha frecuentado, son necesarias ciertas nociones elementales y cierta formación filosófica y teológica que Ud. ha reconocido, si no me equivoco, que no tiene, ni tampoco pareciera pretender adquirir.
Sostener que porque muchos teólogos dicen algo, por eso eso que dicen es así, no es una inferencia correcta. Eso fue lo que le observé. A lo sumo habría que decir que muchos teólogos lo dicen y punto. Y lo más llamativo es que no parece tampoco manifestar mucho interés en ir a leer al Angélico.
Al respecto, es decir sobre santo Tomás y Báñez, puede mirar los excelentes comentarios de Néstor al siguiente post de Alonso.
El tono de su último comentario deja bastante que desear, Gab... Es en verdad una pena. Quizá sería lo más sensato terminar con toda esta serie de comentarios.
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Ecclesiam:
Nuevamente gracias, ex toto corde, también por las recomendaciones.
Te reitero mi alegría. Sería bueno, sin duda, no perder contacto, mientras seguimos en la escuela del Angélico profundizando en la divina Verdad.
El resto está en singular. Y si acuso a ese comentarista de mentir al decirnos que es infalible lo que no lo es, es porque alguien que está tan documentado tiene que saberlo.
El tono mío era el correspondiente a quien había hecho las declaraciones previas con alusiones a mí a las que me he referido.
A vd no le incluía porque no sabía que compartiera esas opiniones y actitudes. Pero vd mismo.
Y descuide que a pesar de que ciertos tomistas estén dando esa pésima imagen de Santo Tomás, comprobar que otros teólogos, tomistas incluidos, no piensan como uds, hace que mi interés en la filosofía del aquinate no se apague.
No creo que haga falta añadir más.
Bendiciones
Por supuesto se puede ver que he agradecido a Alonso mil veces en estos posts que aclarase cuál era la doctrina infalible de la Iglesia que había que tener en cuenta al tratar este tema.
Y desde luego que haya tomistas que tengan otra visión del asunto, como que haya teólogos no considerados tomistas a los que se les permite dar otras explicaciones sobre la gracia y el libre albedrío, lo único que creo que prueba es que este es un tema abierto sobre el que cada uno puede pensar lo que le parezca más lógico a la luz de la doctrina infalible de la Iglesia.
Eso es lo que pretendo que quede claro y no lo perviertan.
Y desde luego cuando leo a otros teólogos veo que también citan a Tomás de Aquino, como Tomás de Aquino citó a San Agustín y este citó a otros. En la medida que lo crea necesario iré viendo de Santo Tomás lo que me parezca pertinente. yo no pretendo ser tomista, pretendo ser cristiana y católica.
Por lo pronto lo que he constatado es que la teoría de la gracia suficiente y la gracia eficaz de Báñez no se encuentra en Santo Tomás, por mucho que él pretenda deducirla de él. En cualquier caso, mi crítica es a esos conceptos tal como los exponen vds, y si fueran de Santo Tomás, que no lo son, los criticaría igual.
Y no se apoyen en que son unos "entendidos" en filosofía para pretender descalificar el sentido común ajeno y el principio de la no contradicción que vds incumplen.
Sobre todo no citen el Evangelio en vano sin venir a cuento, intentando utilizarlo contra los demás porque eso precisamente se vuelve en contra de vds mismos.
Y desde luego creo que esta conversación la han llevado vds a un punto desde el que no se va a ninguna parte, así que también creo que se podrían cerrar los comentarios de este post.
El problema es que Dios permite el mal, y consiguientemente, permite que su gracia sea resistida también para el mal, y por lo tanto, con voluntad consiguiente a esta permisión, quiere hacer justicia, castigar a los malos y poner orden, en función del bien común.
Pero Dios no permite que el mal sea absoluto. Cuando quiere, en justicia y misericordia, envía auxilios eficaces, que van ligados infaliblemente al entendimiento, y causan, como dice Trento, la buena obra. Y la existencia de estas gracias eficaces es verdad teológica importantísima. Son un don mayor. Y es que Dios no quiere a todos por igual. Reparte sus gracias desigualmente, según su beneplácito, sin cometer injusticias ni acepción de personas.
Los conceptos de gracia suficiente y gracia eficaz, como veremos en sucesivos artículos, son conceptos claramente tomistas y católicos, y vale la pena recuperarlos, porque ponen mucha luz en la oscuridad, una luz que el Señor nos concede, y que no hemos de despreciar.
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