(369) Problemas de la escisión personalista de individuo y persona. Guardini
La división del sujeto humano en individuo y persona, establecida por Jacques Maritain, como distinción fundante del personalismo, es desarrollada por Romano Guardini en términos de individualismo antropológico o existencialismo individualista. Creemos que Guardini quería evitar este individualismo, pero en nuestra opinión no lo consigue.
La propuesta guardiniana parece ubicarse confusamente en el ámbito del existencialismo (recordemos que la Humani generis,n.3, lamenta del existencialismo que «rechaza las esencias inmutables de las cosas y sólo se preocupa de la existencia de los seres singulares».
No es que Guardini rechace explícitamente las esencias inmutables, sino que las considera conceptos cosistas inaplicables al concepto de persona. No dudamos de sus intenciones intelectuales piadosas, sino del sistema intelectual que elige (el heideggeriano), que nos parece inadecuado.
Las categorías existencialistas, procedentes del nominalismo, son un inconveniente para el pensamiento católico actual. La razón es que, al ser dependientes del pensamiento moderno, contienen los mismos gérmenes de subjetivismo y anti-metafisicismo.
Los presupuestos teóricos de Guardini, que son los de la escuela personalista, aunque lo pretendan, no superan la órbita conceptual del existencialismo. Por ello, nos parecen inadecuados para elaborar un discurso católico que sirva para sanear la mente occidental, y liberarla del positivismo de género. Porque aunque evidentemente rechace sus conclusiones, parece partir de algunas de sus premisas, como el rechazo de la metafísica y la sobrevaloración de la subjetividad.
Para comprobarlo, citaré sólo algunos pasajes, a modo de ejemplo, de Cristianismo y sociedad, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1982.
Primero, su concepto de lo personal, si se extrema, puede servir para justificar el error situacionista, a la manera de Amoris laetitia:
«Ser persona significa autoposeerse en el plano de lo cualitativo: yo soy éste; soy sólo éste. No puedo ser imitado, no se me puede convertir en un “caso”»[1]
Para Guardini, la persona, mediante la autoposesión, se autoconvierte en un mundo espiritual autónomo que está más allá del orden de la naturaleza:
«La persona es, además, autoposesión en la conciencia, en la libertad y en la acción. El conocer, el decidir y el obrar no son todavía de por sí persona: ésta sólo aparece cuando, al conocer, al decidir y al obrar, soy dueño de mí. Mediante esto la persona se funda y se afirma como mundo propio, como mundo espiritual y referido al espíritu, que escapa al contexto de la naturaleza»[2]
(Esto puede confundir, porque, un feto, que ni se autoposee en libertad ni en acción ni en conciencia, ni es dueño de sí ¿no sería entonces persona?)
De nuevo, lo personal no es reductible a caso:
«Puedo contar abejas porque éstas son “ejemplares de la especie”. Los numero como casos de realización de la especie. Pero, por su esencia, la persona no es un caso, no es una realización de la especie, sino que es una unicidad. Así pues, si quiero realmente “contar”, tengo que prescindir de la persona»[3]
Existencialismo nominalista:
«El “hombre” es “ése”: un “ése” que sólo se da una vez. ¿Existe de verdad, en última instancia, un concepto universal de hombre? ¿Existe un concepto universal de persona? ¿No se resiste el hecho “persona” a su transformación en un concepto universal?». Si se intenta captar primero lo personal, «entonces no aparece ninguna imagen esencial»[4]
Misteriosismo. La persona le parece un todo incognoscible y misterioso, un misterio inaprensible:
«La persona es inaccesible. Lo es hacia “dentro”, en cuanto posee interioridad […] Pero la persona también es inaccesible hacia “arriba”, en la dirección transcendente de la dignidad»[5]
«[La persona] posee el carácter de la inaccesibilidad, de la incomprensibilidad. Escapa a toda captación. La persona es inaccesible[6]
Considera que el orden biológico está como desligado del orden personal:
«Estas cualidades no se integran en el concepto de organismo» […] «El orden biológico posee sin duda la dimensión biológico-psicológica de la profundidad; posee la transcendencia de la vida biológica y psíquica. Pero, una vez más, esto no tiene nada que ver con la interioridad y la dignidad basada en la persona»
«¿Pero es ya el “hombre” ese ser que he captado con la categoría “organismo”? Sin duda lo es en el sentido de una especie biológica. ¿Pero lo es en el sentido de la persona?»[7]
La «valiosidad» del hombre, dice, «no procede de ninguna de las cualidades que encontramos en el individuo biológico. Antes bien tiene su origen en el hecho de la persona misma»[8]
Su ser persona no coincide con su ser de la especie:
«Yo tengo sin dudas mis raíces hundidas en mi especie, estoy sustentado por ella, la encarno, pero no coincido con ella»[9].
«Yo no soy un “caso” de la especie “hombre”. Yo soy yo. El que la especie “hombre” se cumpla es algo que no ha resuelto para nada el sentido de mi existencia»[10]
Imposibilidad del bien común en sentido clásico, debido a la imposibilidad de subordinar a la persona al bien común como fin:
«El hombre es persona, y la persona es autoposesión. La persona quiere decir que nadie puede apoderarse de ella, ni utilizarla como medio, ni subordinada a un fin. La persona tiene un valor propio, en virtud de sí misma, y esa existencia por razón de sí»[11]
La realidad de lo personal se hace depender de la autodeterminación de la personalidad:
«Toda afirmación que se refiera al hombre en cuento hombre tiene que implicar en sí la determinación de la personalidad»
«La personalidad es una determinación real, que pertenece al hombre concreto. No significa sólo un carácter de valor sobrepuesto al ser, sino un carácter de ser; significa un ámbito de la realidad, una determinación que, desde él, se extiende al ser humano completo»[12]
Afirma que la determinación personal debe hacerse valer, incluso, en categorías biológica y psíquica:
«El problema del hombre en cuanto objeto de pensamiento consiste justamente en el modo como la categoría de lo personal, con todas sus determinaciones, se hace valer dentro de las categorías objetivas, mecánicas, biológicas y psicológicas, aplicables al hombre»[13]
La metafísica clásica le parece cosista en su entendimiento de la persona [se refiere, claro está, como todos los personalistas, a los conceptos de naturaleza, esencia, sustancia, orden, etc]:
«el pensamiento griego no llegó conocer la categoría especial de lo personal, sino que, más bien, designó con una categoría cosista a la persona»[14].
Como a Rahner, le parece el conocimiento cosista clásico una especie de triunfalismo fácil, porque, en realidad, el concepto de persona es inaccesible a conceptos universales:
«Es mucho más fácil pensar con categorías cosistas que con categorías personales»[15].
«Todos los conceptos de la cantidad y de la medida, de la cualidad, de la relación, de la causalidad, del orden, se dejan definir con precisión, y siempre concuerdan. Esto cambia en el instante en que el elemento persona penetra en el “concepto”. Es como si se introdujese en él algo inaprensible, algo que produce inquietud, que resulta explosivo. A veces es como si el “concepto” —en el sentido de una delimitación general— se volviese imposible»[16].
El concepto de persona tiene, para Guardini, una dialéctica interna, una «tensión dialéctica» que hace que se oponga «inmediatamente a la aprehensión intelectual»[17].
Es por esta tensión dialéctica que es imposible utilizar conceptos cosistas universales, incuso biológicos, para designar el plano interpersonal, dado que existe una
«dificultad de utilizar, para designar las relaciones entre personas, conceptos de orden que por su origen procedan de ámbitos de cosas, de ámbitos mecánicos, químicos, biológicos, psicológicos»[18].
Por eso a Guardini le parece necesario evitar el pensamiento clásico griego y escolástico, para eludir la «dictadura del pensamiento cosista»[19].
En resumen, el pensamiento personalista resulta insuficiente para una crítica sólida de los males intelectuales de la Modernidad. Porque comparte elementos conceptuales de la filosofía moderna, (aunque no coincida con sus conclusiones) y esto lo hace vulnerable.
El existencialismo antropológico, de raigambre nominalista, resulta de eficacia muy dudosa contra el positivismo (también el de género). Antes bien, es sano alejarse por completo de las premisas intelectuales del mundo moderno. Porque para evitar las conclusiones hay que evitar las premisas. Como diría Vázquez de Mella, la causa de los males no puede ser su solución.
La solución a los males que nos aquejan no está en introducir en el catolicismo elementos del pensamiento moderno, porque éste es imposible de catolizar. La solución pasa por recuperar la philosophia perennis y el pensamiento tradicional católico.
[1] Ibid., pág. 32.
[2] Ibid., pág. 33.
[3] Ibid., pág. 36.
[4] Ibid., pág. 37.
[5] Ibid., pág. 39.
[6] Ibid., pág. 39.
[7] Ibid., pág. 39.
[8] Ibid., pág. 41.
[9] Ibid., pág. 42.
[10] Ibid., pág. 42.
[11] Ibid., pág. 41.
[12] Ibid., pág. 45.
[13] Ibid., pág. 45.
[14] Ibid., pág. 46.
[15] Ibid., pág. 46.
[16] Ibid., pág. 47.
[17] Ibid., pág. 47.
[18] Ibid., pág. 48.
[19] Ibid., pág. 48.
31 comentarios
No es la biología lo determinante, ni siquiera la especie. Es la autodeterminación propia, que obviamente se da uno a sí mismo. Si no, no sería auto.
Veneno puro. Ni más ni menos.
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A.G.:
Es que no se pueden aceptar las premisas y rechazar las conclusiones.
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A.G.:
NO se duda de sus cualidades y virtudes personales y sacerdotales. Sí se duda de lo benéfico de la influencia de Heidegger y otros. Como filósofo estaba un tanto confundido. Los textos hablan por sí solos.
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A.G.:
Gracias Juan. Es una labor ingrata pero necesaria.
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A.G.:
Eso parece en efecto. Lo vemos sobre todo en el concepto de autodeterminación de Karol Wojtyla o en la imagen de Dios como potencia absoluta de von Balthasar. También el pecado original brilla por su ausencia.
Porque para Jesucristo cada persona es única e irrepetible.
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A.G.:
Me parece un tópico. En realidad, es al contrario. Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Es lo que se llama voluntad antecedente de Dios.
Pero Dios quiere que esta o aquella persona concreta se salve libremente (en virtud de su gracia) o se condene por sus deméritos (para que brille su justicia).
A la hora de referirnos a cada persona concreta, es la voluntad consiguiente de Dios la que juzga cada caso. Para unos querrá la salvación libre, para otros, por sus culpas personales, querrá la condenación justa.
En cuanto a la voluntad antecedente, como digo, que es una voluntad general, inconcreta, Dios quiere la salvación de todos y a todos da gracia suficiente, realmente suficiente y válida para salvarse.
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A.G.:
NO lo dudo, por supuesto. En sus obras espirituales, además, hay bellos y piadosos pasajes.
Su obra filosófica, sin embargo, tiene lagunas y defectos, por la influencia negativa de Heidegger y la fenomenología. Él nunca llegó a estar conforme ni seguro de la utilizacion de estas filosofías, creo yo, pero estaban de moda en la época, incluso hoy están de moda. Incluso hoy, tras el desastre de Amoris laetitia, se siguen sobreestimando y difundiendo de manera irresponsable e imprudente, dando por sentado sus bondades, e incluso proponiéndolas como alternativa superior a la philosophia perennis.
No entiendo por qué la gente pierde el tiempo leyendo estas cositas y deja de lado a Santo Tomás o San Agustín, que son agua clara y refrescante.
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A.G.:
Es una filosofía que tuvo su época, la del auge de Heidegger, Husserl y compañía a través de los personalistas, sobre todo Rahner y Maritain, que son los más dañinos. Es una filosofía muy sobrevalorada, que tuvo su momento. Hay que volver a la philosophia perennis y a la tradición local hispánica.
Como ejemplo te pondría el de una sonrisa, no la podemos explicar pero si la podemos compender.
También podríamos poner como ejemplo las dificultades que encuentran los místicos para explicar con palabras su Encuentro con Dios.
Por ejemplo tienen que hablar de desposorios espirituales, matrimonio espiritual, etc.
En este sentido te diría también que Guardini, siguiendo la estela de San Buenaventura, quiere rescatar el pensamiento simbolico que se perdió bastante después de la Edad Media, y por ello desarrolla su teoría de los contrastes.
Si alguien quiere conocer con detalle y más profundamente el pensamiento de Guardini yo le recomendaría que leyera alguna obra de López Quintás en la que trata a fondo a este pensador católico (tiene varias)
Un saludo
Por cierto, ya que menciona usted a los místicos, diré que se está "abajando" mucho la experiencia mística, que de siempre ha sido limitada y solo concedida por Dios a unas pocas almas -pocas en relación con la gran masa de bautizados-, mientras que ahora parece que está al alcance de cualquiera.
Además la segunda persona de la Santísima Trinidad en los Evangelios amaba de forma bastante concreta.
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A.G.:
Dios quiere que todo el mundo se salve, pero permite el pecado, y al permitirlo, deja que muchos le rechacen hasta el final por su propia culpa, y con esos quiere mostrar la justicia debida. Desde el momento en que Dios permite el mal, debe, también, mostrar su justicia con este o con aquel otro que merecen castigo en bien de todo el conjunto.
En definitiva, Dios no puede querer lo mismo para todos, porque entonces sería injusto.
Hay un libro de J. Ratzinger que explica muy bien la diferencia entre la mística Cristiana y la mística oriental. El libro se llama "fe, verdad y tolerancia".
Básicamente la mística oriental es un vaciamiento cuyo objetivo es fundirse con el todo (en el caso del hinduismo) o con la nada (en el budismo).
Para la mística oriental lo importante es la mera experiencia fusional. Por ejemplo hay mucho de esto en la New Age.
En el caso de la mística Cristiana lo importante es el Encuentro con el Dios vivo que nos da preceptos a través de la Iglesia con el Papa a la cabeza.
Santa Teresa nos cuenta que la Unión con Dios (que no fusión) es como una llamita en medio de un gran fuego, la llamita sigue distinguiéndose del Gran fuego aunque los dos fuegos poseen la misma naturaleza.
Este Encuentro con Dios realizaría la Transfiguración del alma mediante la Unión Transformante. El paso no es fácil porque supone la purgación de nuestro yo dominador , lo que supone experimentar una enorme tiniebla (a modo de un Getsemaní personal), para posteriormente recibir como un don una gran dicha (se experimenta la Salvación como un regalo de Dios)
El sacerdote Pablo d Ors intenta conciliar ambas místicas a partir de la experiencia de los Padres del desierto, sin embargo a mi no me acaba de convencer, le he escuchado algunas ideas que no se ajustan al depósito de la fe. Además, lo importante es querer cumplir en todo la voluntad de Dios ( que se manifiesta en la conciencia recta y en los preceptos de la Iglesia) y no tanto buscar experiencias conmovedoras.
Entre el hinduismo y el budismo, y la religión cristiana, hay un abismo. Y es el abismo de la gracia. Las primeras permanecen en el mundo caído; la tercera es la religión divina, su característica principal es la gracia, fuera de ella sólo existe la sombra y la ofuscación; y su rechazo culpable significa un destino horripilante.
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Ese "momento", que fue bastante prolongado, fue un incendio voraz que afectó y afecta a lo más visible de la Iglesia. Como en Notre Dame, donde quedó lo más firme y anclado, pero desapareció todo lo que dependía del apoyo mundano.
¿Una purificación quizás?
Yo no seré quien lo descarte, porque es llamativo cómo se propagó ese incendio, demostrando que los sarmientos estaban secos y prestos a arder. Tanto en la jerarquía como en la feligresía.
Y los bomberos que intentaron apagarlo vinieron desde el llano o casi (quedando algunos bastante chamuscados, como Castellani), mientras que desde lo alto se avivaba el incendio con invitaciones super solemnes a "no condenar", o meras advertencias de que estaba entrando humo. Luego de lo cual entraron ya directamente las llamas a quemarlo todo, porque nadie cerró la brecha.
Según el Papa, la mística Cristiana comparte con la Oriental una parte del camino, todo lo que se refiere a la purificación del excesivo apego a lo que nos es dado por los sentidos, pero luego, como usted bien señala existe una gran fractura, debido a que el vacío psicológico-espiritual que logra la mística oriental no es llenado por la presencia eficaz amorosa de un Dios personal.
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A.G.:
Amigo Andrés, las religiones adámicas no surgen del anhelo de verdad, bien y belleza, sino del pecado, del estado de enemistad. El hombre adámico es enemigo de Dios, vive en estado de enemistad y es inmundo a sus ojos, su libertad está herida aunque no extinguida, su corrupción es grande (aunque no total, como piensan los protestantes.)
Puede hacer algunas obras buenas sin influjo de la gracia, cumplir efímeramente algún que otro mandamiento, su razón ofuscada, aunque no ciega, tiene difícil acceso a las verdades morales y religiosas.
La necesidad de la Revelación cristiana es total para conocer verdades sobrenaturales, y moralmente necesaria para conocer con facilidad y sin error las verdades morales y religiosas naturales. Y es necesaria porque las religiones adámicas surgen de los intentos de autorredención del hombre caído, surgen del estado de enemistad, son intentos deficitarios de autoiluminación que a menudo dificultan el cumplimiento de la ley natural.
Respecto a la meditación budista, nada tiene que ver con la mística cristiana, ni por asomo, no es más que desconstrucción nihilista e idolatría de la nada.
El personalismo confía demasiado en las posibilidades del hombre adámico, y tiene una visión sobreoptimista de las religiones caídas. El anhelo sobrenatural del bautizado, fruto de la gracia, está absolutamente ausente en el que no está en estado de gracia, porque entre las religiones adámicas y la religión revelada hay un salto imposible de realizar por la criatura, que es la gracia.
¿No será acaso el personalismo, un cripto-antropocentrismo blindado especialmente para penetrar las murallas católicas?
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A.G.:
Sin duda que parece eso, una razón negativa, un espiritualismo basado en la exaltación del hombre, que pone la gracia al servicio de la subjetividad.
Entonces si de lo que se trata es del cumplimiento de normas, no entiendo como se puede enlazar esta fría objetividad con la cálida devoción al Corazón de Jesús (precisamente hace unos días celebramos el centenario de la Consagración de España).
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A.G.:
Se trata de hacerle caso al Corazón de Jesús, que nos dice:
Si me amáis, guardaréis mis mandamientos (Jn 14,15)
el Papa San Juan Pablo II aborda el tema de las religiones orientales en su libro "Cruzando el umbral de la Esperanza".
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LF:
Nada de particular en quien organizó el engendro de Asís.
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A.G.:
Es un libro de doctrina privada, no es magisterio, evidentemente, y su forma de tratar las religiones deja mucho que desear. Recuerdo que la primera vez que lo leí me causó malestar.
En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
1 Jn 2,3-5
Y por cierto, no se trata de que Dios da una ley y luego deja al hombre solo para que se las apañe para cumplirla. No. Dios mismo le da al bautizado el querer cumplir su voluntad y el cumplirla (Fil 2,13).
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A.G.:
Muy oportuno. Gracias Luis Fernando.
Luis Fernando: abunda hoy una pseudomística que por falta de conocimiento eleva a rangos divinos emociones humanas, muy humanas. Los sentimientos y las emociones son hoy de un color y mañana de otro y nunca pueden ser referencia para juzgar la salud, santidad o grado de elevación del alma.
Gracias a los dos por los comentarios. No dejéis de enseñar.
Para finalizar: al Corazón de Jesús le duelen infinito nuestros pecados. No olviden que uno de los pilares de esa devoción es la reparación. Nada tiene que ver la devoción al Sagrado Corazón de Jesús con la misericordia floja de moda en nuestros días....
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A.G.:
Me ha dado mucha alegría tu comentario, porque hacia tiempo que no comentabas. Muy oportuno lo que mencionas de la reparación.
Muy de acuerdo con todo lo que dices.
Ahora ustedes no se equivocan nunca. Esto me recuerda al protestantismo donde cada uno interoreta la biblia a su manera.
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A.G.:
Cruzando el umbral de la esperanza es un libro personal, no es magisterio. Se puede disentir, como de cualquier otro libro de ideas.
José Ignacio, yo no soy nadie, ni soy importante ni valgo nada. Simplemente digo lo que pienso, lo que me chirría, lo que me parece confuso a la luz de la doctrina católica y de la philosophia perennis, lo que no me encaja. Dada la confusión actual, es sano ir viendo en qué apoyarnos o qué es confuso. Por si ayuda a otros.
De San Juan Pablo II me quedo con lo que tengo que quedarme, porque es magisterio: sobre todo, con Veritatis splendor, hoy despreciada.
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A.G.:
Es por el pecado original:
"es necesario conozcan todos y confiesen, que habiendo perdido todos los hombres la inocencia en la prevaricación de Adán, hechos inmundos, y como el Apóstol dice, hijos de ira por naturaleza" (Concilio de Trento, ses.VI, cap. 1)
Las religiones orientales, como todas las religiones adámicas, vienen de aquí, de la ruptura del plan original de religación que Dios tenía pensado para el hombre, al crearlo elevado al orden sobrenatural.
Tras la ruptura de ese orden, lo que viene después no son más que los malos frutos del pecado. Tiene que venir el Primogénito a dar la vida para RECONCILIAR al hombre con Dios. Luego las religiones adámicas, incluidas las orientales, no reconcilian, no valen como re-ligaciones.
Si un señor llega a la conclusión de que no es posible contar personas, la hipótesis de la que parte es falsa, porque su consecuencia es absurda.
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A.G.:
Exactamente.
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A.G.:
Me refería, claro está, a lo que pienso basado en la doctrina de la Iglesia. Porque es lo que me interesa, que el pensamiento católico tradicional brille y recupere su solidez. Por supuesto, no hemos de ser embajadores de opiniones propias, salvo en materia opinable.
Guardini es sólo uno de los representantes de este personalismo que, en líneas generales, es cristiano. Hay otros autores: Maritain, en primer término (que es de algún modo la figura más destacada y la que ejerció una enorme influencia en las demás), Marcel y, especialmente, Mounier.
Este personalismo tiene aspectos valiosos, sin duda. pero su falencia central reside en su falta de una recta metafísica de la persona. Por eso rechaza la visión escolástica porque no entiende sus principios y los confunde. En rigor es un persoanlismo sin persona. Carece de las nociones sillares de substancia, de naturaleza y, por encima de todo, no entiende el principio escolástico de la individuación cosa sorprendente en un tomista como Maritain. A decir verdad, nunca entendí como un hombre profundamente conocedor de Santo Tomás (me refiero a Maritain) haya podido caer en un error tan grueso como separar individuo de persona.
Para ser justos, el primero que advirtió entre nosotros ese error fue el Padre Julio Meinvielle en su notable ensayo "Crítica de la concepción de la persona en Maritain".
En cuanto a que la doctrina de Guardini (y de los otros personalistas) pueda dar pie a aberraciones como la ideología de género no me parece un cargo justo. La ideología de género no se inspira en ningún personalismo. Sí, puede decirse que el personalismo exhibe una cierta debilidad para enfrentarse a esta ideología. Y esa debilidad obedece a su falta de solidez metafísica.
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A.G.:
Le agradezco el comentario y sus observaciones. Me alegra que mencione Ud. la muy sólida crítica del P. Meinvielle, que tengo muy presente en líneas generales.
No quise decir que el personalismo conduzca directamente a la ideología de género, obviamente, antes bien pretende combatirla. (Lo precisaré mejor en el artículo).
Lo que ocurre es que lo hace ineficazmente, porque comparte elementos conceptuales del pensamiento moderno, que es la raíz de la ideología de género. Por ello, es necesario alejarse mucho más de las premisas intelectuales de la Modernidad, y no intentar catolizarlas, porque es en vano.
El pensamiento de la Modernidad, cuya esencia es el subjetivismo y la indefinición metafísica, y el pensamiento católico, son incompatibles. Por eso es sano alejarse de sus premisas. El no haberse alejado lo suficiente, es la causa de los males que aquejan a la Iglesia contemporánea, como apreciamos en la presente crisis eclesial.
Como comentáis si solo hay Salvación en la Iglesia , no acabo de entender por qué habla de Ley Natural San Pablo, y porque el esfuerzo de varios Papas de Ecumenismo ,,. Aun sabiendo que la revelación verdadera es la Católica
Comentabais que esta idea había paralizado las vocaciones misioneras... y os doy la razón...
Este punto para mí es complicado, porque me cuesta creer que fieles de otras religiones no se salven pero por otra parte veo claramente la Fe católica como la verdadera
Es Donde entra un personalismo entre Dios y el
Hombre vs una salvación en la Iglesia
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A.G.:
Siempre se ha enseñado que los que inculpablemente no conocen a Cristo y su Iglesia pueden salvarse guardando la ley natural, iluminados por las luces de una fe que Dios les hará llegar por caminos extraordinarios de su Providencia. Sin fe es imposible agradar a Dios (Hb 11, 6). Confiando en la providencia divina, creemos que Dios se la hará llegar a los que quiere salvar por los medios que Él conoce.
Y no solo a la ideología de género, pero lo dejo aquí-
Y la ideología de género es su horripilante retoño.
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