(368) Confuso concepto de revelación de von Balthasar
La Revelación desdibujada
En pleno posconcilio, azotado el Cuerpo de Cristo por las heterodoxias, herido por las disensiones y la fragmentación doctrinal, von Balthasar defiende que «la verdad cristiana es sinfónica», es decir, plural, y que proclamar esta pluralidad de la verdad cristiana es «la tarea más necesaria del momento actual.» ¡! (La verdad es sinfónica. Aspectos del pluralismo cristiano. Ediciones Encuentro, Madrid, 1979, pág.10).
Pero, ojo, que lo mismo dice de la filosofía: «El pensamiento humano es sinfónico, polifónico» (pág. 46).
Le parece además que esta pluralidad implica un dramatismo, una «acumulación y una resolución (a un nivel más elevado) de tensiones, de conflictos». Pero esto no le parece inconveniente, porque «la disonancia no tiene nada que ver con la cacofonía» (pág. 10).
Le parece que el Depósito, es decir, la verdad cristiana, la Revelación, constituyendo «"la profundidad de las riquezas de Dios” en Jesucristo», se expande como una «pluralidad inagotable, que fluye inconteniblemente».
En línea con el antiobjetivismo, anticosismo y antiextrinsecismo característicos de la escuela personalista, afirma:
«La verdad no es una cosa ni un sistema. Es Uno, mejor dicho, el Uno por antonomasia, que, en su infinita libertad, se posee y se determina a sí mismo. Y se autodetermina realmente, de tal manera que mantiene siempre su cohesión y no se funde en lo ilimitado de un mar sin contornos. […] Es totalmente ridículo pensar que una libertad de esta naturaleza se deja reducir a fórmulas o encerrar en ellas» (Pág. 15)
(Nótese cómo, una y otra vez, el concepto de autodeterminación se hace presente en la literatura personalista, esta vez aplicado a Dios mismo, en clave de potencia absoluta nominalista).
Von Balthasar concibe la Revelación como «irrepresentable (por soberanamente libre)», esto es, informulable inequívocamente en proposiciones. De este núcleo misterioso y oculto es lógico que surjan perspectivas disonantes y disidentes.No hay que preocuparse. La Revelación tiene un carácter prismático.
Al ser la Revelación un misterio oculto, es lógico que, como en una sinfonía, se produzca una «inquietante simultaneidad entre una pluralidad irreductible de revelaciones (¿?) y un centro irrepresentable» (pág. 16).
Le parece a von Balthasar que los nominalistas, en todo este tema, tienen razón: «Los “nominalistas” han vislumbrado aquí ciertas verdades», sólo fallan en cómo expresarlas, porque «no han conseguido darles una expresión correcta» (pág. 19).
Como identifica el Depósito no con un conjunto de verdades naturales y sobrenaturales, sino con la misma Persona concreta e individual de Cristo, la Revelación se identifica entonces con la Encarnación. Por eso la Revelación es «designio último de Dios que se revela a sí mismo: la encarnación» (pág. 16).
De nuevo el anti-intelectualismo de escuela
El anti-intelectualismo balthasariano aplicado a la Revelación conduce irrevocablemente al misteriosismo.
Se nota, primero, en que como respuesta del hombre a la Revelación, von Balthasar propone el amor, no la fe:
«Israel ha comprendido bien esto cuando, a través del “mandamiento fundamental", expuso la respuesta total del hombre a la revelación de Dios bajo la forma de amor» (pág. 20).
Asimismo, la Revelación, en su indeterminación, explicita el sentido de todas las religiones:
«Así, por iniciativa del mismo Dios, se ha explicitado lo que se trasluce en la religiosidad de todos los pueblos» (pág. 20).
Los dogmas y doctrinas son aproximaciones al misterio, en realidad no tienen eficacia cognitiva:
«El misterio de este yo [de Jesucristo], que incluye en sí la mayor distancia y la mayor cercanía [al hombre], nunca podremos encerrarlo en conceptos o fórmulas» (pág. 21).
El mensaje de Cristo no es objetivable:
«Hacer algo así con Jesucristo [elaborar un sistema de verdades y de leyes] sería estar fuera de la realidad, ya que no se pueden desligar sus palabras y acciones de su personalidad espontánea y soberana sin que aquéllas se vuelvan contradictorias. En efecto, ellas son “espíritu y vida", no grabado en piedra o escrito en pergamino, sino grabado en “corazones de carne"» (pág. 23).
En definitiva, viene a decir que la única manera de conocer la verdad es teniendo un encuentro personal con Jesús, porque
«el hecho de que en Jesucristo nos salga al encuentro un tú (que es a la vez humano y divino), nos ayuda a comprender el misterio» (pág. 25).
Parece que para von Balthasar la Revelación no es intelectualmente eficaz, al menos en la medida en que la necesita el hombre para conocer verdades naturales y religiosas. Por eso von Balthasar basa su teología en:
«El hecho de que el misterio, aun después de revelado, continúe siendo un misterio» (p. 25)
Cabe preguntarse entonces para qué la Revelación, si lo que estaba oculto al hombre caído, continúa estando oculto.
28 comentarios
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A.G.:
Van de la mano pero son virtudes distintas. A las verdades naturales y sobrenaturales comunicadas por Dios se responde con la virtud de la fe, con el asentimiento intelectual, movido por la voluntad movida por la gracia.
Los intentos por conocer la leyes de la realidad de forma absoluta derivan inevitablemente en la gnosis, Hegel, Marx, estructuralismo, Schopenhauer, materialismo, científismo, new age, etc, etc
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A.G.:
Nada tiene que ver el conocimiento sobrenatural de la fe, la comprensión, cada vez mejor, de las verdades reveladas, naturales y sobrenaturales, con la gnosis. Tampoco se trata de pretender un conocimiento absoluto, que es imposible, sino el conocimiento que Dios concede.
La fe es un asentimiento a verdades naturales y sobrenaturales, y obviamente a Cristo. Y esas verdades se pueden conocer en cierto grado y medida que Dios mismo dispone y mueve.
Respecto a la autodeterminación, Balthasar habla de ella como de libertad infinita, por lo que parece que habla de potencia absoluta, no sólo como de arbitrariedad, sino como de autodeterminación absoluta. La libertad divina no es una potencia absoluta sino ordenada, Dios no se puede determinar al mal.
Como indica el comentarista anterior están plagados de verborrea (mucha palabra altisonante sin contenido alguno).
Y para muchos los textos de este hombre son heréticos.
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A.G.:
Sin duda son erráticos y contradictorios, más bien ambiguos. Aunque eso no parece importarle, dado el carácter pluralista que otorga a la verdad natural y sobrenatural.
Es un autor sobrevaloradísimo que tiene poca sustancia y mucha labia. La influencia de Heidegger y del pensamiento moderno y existencialista es nefasta.
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A.G.:
Sí, es muy confuso, por decirlo suavemente. La definición exacta sería misteriosismo fideísta. Su idea de la Revelación, que comparte con los demás personalistas, consiste esencialmente en identificarla con un contenido oculto incognoscible, un misterio sólo aproximadamente verbalizable, que no coincide con proposiciones verdaderas naturales y sobrenaturales.
La consecuencia es el desprecio de lo doctrinal y el subjetivismo experiencialista. Que es lo que caracteriza a los nominalistas.
Además, lo que dice Von Balthasar puede aplicarse a cualquier sistema de creencias, incluido el panteísmo. Me suena también a cierta fraseología orientalista que habla del "autodespliegue del infinito" en "multitud de dimensiones" y en la formulación de ese "infinito" como voluntad que es "causa de la involución y efecto de la evolución consciente en la materia". Vamos, que si los herederos de la Taberna londinense de la Oca y el grillo (1717) piden una base ideológica para buscar y construir "lo común a todas las religiones", firman los de Balthasar sin pestañear. Sólo falta que Lucifer pase a ser considerado como ayuda eficaz para el "autodespliegue de la conciencia y el conocimiento" de los humanos.
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A.G.:
Lo que propone von Balthasar es claramente una fiducia de barniz católico.
El elogio actual de Lutero es consecuencia lógica de la cosmovisión personalista francoalemana.
Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.
Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
Para venir a poseer lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.
Cuando reparas en algo
dejas de arrojarte al todo.
Para venir del todo al todo,
has de dejarte del todo en todo.
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A.G.:
San Juan de la Cruz no es misteriosista porque no es fideísta, no pretende apartar la razón sino subordinarla a la fe. No defiende que la Revelación sea plural, prismática, conceptualmente indefinida, ni que no exista doctrina católica eficaz. San Juan de la Cruz no enseña que la fe objetiva sea irracional sino que la fe es teologal. Que la razón necesita del auxilio de la fe, no que tenga que ser desactivada.
La explicación de Grego Bagon es clara, sencilla y certera. Y coincido plenamente con él.
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A.G.:
Confieso no haber leído ese libraco que menciona.
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A.G.:
Muy cierto lo que dice, cuanto más se estudia a Santo Tomás, y en general la philosophia perennis, más se comprende la superficialidad de estas teologías, que tanta confusión producen.
Iba a decir: De aquellos polvos, estos lodos, pero creo que me quedo corto.
Como siempre, Alonso, da gusto leerte.
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A.G.:
Von Balthasar, de Lubac, Rahner, y otros, están realmente sobrevalorados.Su pensamiento es confuso, ambiguo y muy débil. Añado, además, que son antitradicionales, y que tienen el grave defecto de contaminar la mente católica de filosofía moderna.
"Pues cuando el alma a Dios se acerca, más oscuras tinieblas siente y más profunda oscuridad por su flaqueza; así como el que más cerca del Sol llegase, más tinieblas y penas le causaría su gran resplandor, por la impureza de su ojo".
"Oh mísera suerte de vida, donde con tanto peligro se vive y con tanta dificultad la verdad se conoce!
Pues lo más claro y verdadero nos es oscuro y dudoso, y por eso huimos de ello, siendo lo que más nos conviene, y lo que más nos hace"
Me resulta muy relevante que San Juan de la Cruz relacione la Verdad Divina con la oscuridad y la duda.
Luego, quién sabe, quizás no vaya tan desencaminado el "misteriosista" Balthasar.
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A.G.:
Sí que va descaminado. San Juan de la Cruz y von Balthasar hablan de cosas muy distintas.
El primero se refiere a la oscuridad de la fe subjetiva, que al ser de no visión, es oscura y necesita purgación, para liberarla de las interferencias de las potencias no purgadas del sujeto. El oscuro es el sujeto, no la revelación ni Dios mismo.
El segundo se refiere a la revelación, al objeto creído, a la fe objetiva, a la cual despoja de su definición y de su inteligibilidad, oscureciendo el Depósito.
Von Balthasar se empeña en desdibujar las verdades naturales y sobrenaturales en su formulación conceptual, en des-definirlas y des-catolizarlas, para que queden difuminadas en un contenido oculto, en misterio no expresable en proposiciones, o sea, en doctrina.
La oscuridad de la que habla San Juan de la Cruz se debe a las limitaciones del sujeto, no a las limitaciones de la revelación.
No habrá que tener en cuenta la relación sujeto-objeto?
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A.G.:
La nueva teología pretende borrar esas diferencias y confundir sujeto/objeto. Sin embargo hay que distiguir cuidadosamente la revelación divina, es decir, la transmisión en forma extraordinaria de verdades naturales y sobrenaturales, del sujeto que las acepta por la fe. De lo contrario se cae en el subjetivismo, en la negación de la Revelacion misma. También es sano y recto distinguir la fe objetiva de la fe subjetiva, de lo contrario, el hombre mismo sería el objeto de la revelación, su subjetividad misma sería lo revelado por Dios.
Von Balthasar lo que hace es identificar lo revelado con que el que revela, identificar la revelación con Dios mismo, de forma que el Depósito ya no es un conjunto de verdades explícitas que hombre conoce en verdad por fe, sino Dios mismo.
Sin embargo, el hombre puede conocer a Dios, de forma natural y de forma sobrenatural.Dios no es incognoscible. Aunque lo revelado sobrenatural sea inaccesible a la razón natural, y necesite de la fe, sí que puede ser eficazmente conocido y creído, de forma teologal. Sin que esto implique que todo sea demostrable racionalmente. Lo sobrenatural necesita de una virtud al caso, que es la fe, que auxilie a la razón, que es natural y no puede alcanzar aquello que la sobrepasa pero no la contradice.
Y la razón sobrenatural sería el entendimiento una vez que se ha realizado el acto de creer.
Si esto es así, me parece una explicación demasiado voluntarista-mental o intelectual.
Pero quizás no le he entendido bien.
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A.G.:
Hay un conocimiento natural de verdades morales y religiosas, por la razón.
También hay un conocimiento sobrenatural de ellas, por la fe.
La Revelación transmite, además de verdades sobrenaturales que se conocen por la fe, verdades naturales que pueden ser conocidas por la razón natural, pero que debido a la ofuscación del pecado que nubla la razón, Dios mismo recuerda y repropone para ser conocidas sobrenaturalmente.
Es un despropósito, porque la libertad infinita es imposible, contradictoria. Una libertad infinita debería por eso mismo ser libre de ser libre o no ser libre. Debería poder elegir entre tener o no tener la capacidad de elegir. Y debería poder elegir entre existir o no existir, lo cual no puede hacerse coherentemente ni desde la existencia, porque se llega tarde, ni desde la no existencia, porque no se existe.
La autodeterminación ontológica es una contradicción, porque para poder darse el ser a sí mismo hay que previamente ya tenerlo, y entonces, es imposible autodárselo, se llega tarde, otra vez.
Balthasar opone su concepto de Dios, contradictorio en sí mismo y contrario a la gran tradición teológica católica, al concepto católico tradicional, y sobre esa base pretende declamar contra los conceptos en general.
En cuanto a la Revelación divina, hay que distinguir el acto divino de la Revelación, y el objeto de ese acto, lo revelado. El acto de revelar, como todo acto divino, se identifica con Dios mismo, por la Simplicidad divina, por la cual no puede haber accidentes en Dios ni nada realmente distinto de la Esencia divina.
El objeto revelado son las verdades necesarias para la salvación, acerca de Dios mismo, y acerca de su plan respecto del hombre y la creación en general.
El sujeto creyente no puede aportar nada a este contenido revelado, porque eso equivaldría a modificar la verdad recibida de Dios.
El teólogo trata de la Revelación objetiva y pública, el místico nos cuenta su experiencia íntima de Dios. No se pueden usar sin más las frases de los místicos para hacer teología.
Finalmente, la autodeterminación en el obrar es propia de las creaturas racionales, dotadas de libre albedrío, que eligen su curso de acción, y en ese sentido, lo determinan, y por ello, se determinan a sí mismas en el plano operativo, porque las operaciones son accidentes, los cuales no subsisten en sí mismos, sino como modificaciones o afecciones de la sustancia.
Por eso dice Santo Tomás en De veritate, q. 22 a. 6 ad 1:
“Ad primum ergo dicendum, quod esse animae non est ei determinatum a seipsa, sed ab alio; sed ipsa determinat sibi suum velle; et ideo, quamvis esse sit immutabile, tamen velle indeterminatum est, ac per hoc in diversa flexibile.”
“A lo primero hay que decir que el ser del alma no es determinado por ella misma, sino por otro, pero ella misma determina para sí su querer, y así, aunque su ser sea inmutable, sin embargo su querer es indeterminado, y por tanto, orientable a distintas cosas.”
Saludos cordiales.
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A.G.:
Néstor, dices:
El concepto de Dios que aparece en esa cita de Von Balthasar es un inmenso despropósito
Completamente de acuerdo, también con la explicación que das a continuación. Te agradezco además tus observaciones sobre la revelación, la fe objetiva y subjetiva, la utilización abusiva de las experiencias místicas, etc.
Respecto a la autodeterminación de las criaturas racionales, el asunto es que el concepto personalista nada tiene que ver con el tomista, aunque pretenda su lenguaje.
La voluntad se mueve a sí misma movida por la moción divina, sea natural o sobrenatural, por lo que es una "auto" determinación que sólo en virtud de la causa primera es "auto" moción auténtica, es decir, no es una autodeterminación de causa primera, sino condicionada a la moción de ella, que la mueve a moverse segús propias potencialidades. Dios mueve a sus criaturas a moverse por sí mismas, luego si por autodeterminación entendemos que la causa segunda deja de depender de la moción de la causa primera, y es autosuficiente, entonces el concepto pierde el sentido por completo.
La autodeterminación personalista, aunque utilice conceptos metafísicos, es una autodeterminación antropológica y moral, en el sentido en que lo utiliza por ejemplo Hegel, es decir, la libertad negativa, que es el mismo concepto de los humanistas, como Pico de la Mirandola, y de la filosofía moderna en general.
Además, en la autodeterminación personalista no hay movimiento de la voluntad hacia el bien que le propone la razón, sino hacia el valor que ella misma desea, y en este sentido es autodeterminación del sujeto hacia sí mismo, autoelección. Porque, en definitiva, según los personalistas, la autodeterminación es siempre reflexividad, auto-definición, autodisposición del yo, elección del yo, movimiento hacia sí mismo, hacia la propia subjetividad.
"El acto de revelar, como todo acto divino, se identifica con Dios mismo, por la Simplicidad divina, por la cual no puede haber accidentes en Dios ni nada realmente distinto de la Esencia divina"
Según Ratzinger "Revelación es de hecho un concepto de acción: el término define el acto con que Dios se muestra, no el resultado objetivo de ese acto. Y porque esto es así, del concepto de revelación forma siempre parte el sujeto receptor: donde nadie percibe la revelación, allí no se ha producido ninguna revelación porque allí nada se ha desvelado".
Yo por mi parte quisiera poner el ejemplo del Fiat de la Virgen María.
(John henry Newman, Apologia pro vita sua, 5).
El beato Newman, prontamente santo, era más católico siendo un joven anglicano de 15 años que lo que Hans Urs von Balthasar ha sido durante su vida como teólogo.
Hay que distinguirlos, porque ni el hombre, ni nada que suceda en el hombre, puede ser parte de un acto divino.
Un jarrón que está en una pieza sin que nadie lo vea, de suyo se está manifestando, en el sentido de que está poniendo todo lo que de su parte se requiere para que alguien lo pueda ver.
Cuando alguien lo ve, se produce además la manifestación a ese sujeto de lo que el jarrón es y manifiesta en sí mismo, pero ambas cosas no se identifican: el jarrón ni se entera de que alguien lo está viendo ni es modificado ni afectado en nada por ello.
En la Revelación divina histórica, aunque no haya un momento previo en que está sólo la manifestación divina y otro posterior en que ésta es recibida por el hombre, de todos modos hay que distinguir realmente entre ambas cosas, en modo análogo a como sucede con el jarrón.
De lo contrario estaríamos identificando a Dios con la subjetividad humana, o mezclándolo de algún modo con ella, o haciéndolo depender de algún modo de ella.
De nuevo, en Dios no hay distinción real entre la sustancia y los actos, porque no hay distinción real alguna en Dios fuera de la que hay entre las Personas divinas. Como dice San Agustín, Dios es todo lo que tiene: es su Amor, es su Inteligencia, es su Intelección, es su Voluntad, es su Volición, etc. Y es también su Revelación.
Por tanto, la Revelación como acto divino es Dios mismo, y Dios no forma parte ni depende de ni es afectado por la subjetividad humana.
Frente a esa cita que se atribuye a Ratzinger, entonces, yo diría que precisamente, la Revelación como resultado del acto divino es la que implica al hombre como receptor de la misma (no tampoco como modificador de su contenido), mientras que es la Revelación como acto divino la que no tiene al hombre ni a la subjetividad humana como componente suyo.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
El término creado no es el acto divino ni es parte suya, pero es por así decir su complemento necesario, supuesto que Dios ha querido libremente revelarse.
Tampoco el mismo acto divino creador se concibe sin la creatura, no porque la creatura forme parte del Acto Puro, que es idéntico al acto creador mismo, sino porque la creatura deriva necesariamente del acto creador divino libremente puesto por Dios, que sin ella, seguiría siendo Acto Puro, pero ya no sería acto creador.
En ese sentido, la Revelación divina sí va unida necesariamente al destinatario de la misma, es decir, a su término creado. Dios no puede revelarse si no hay creaturas racionales que acojan esa Revelación.
La Revelación divina no alcanza su plena realidad hasta que no es recibida por el destinatario. Pero es que su plena realidad incluye por así decir un menos, que es la creatura. Hay allí en juego más entes, pero no más ser. Lo que hay “además” de lo numérico en la creatura es un menos, es la potencialidad de ser.
La creatura no le agrega nada al Creador, fuera de lo numérico y lo potencial, que de suyo no agrega nada, precisamente, actual. El acto divino de la Revelación alcanza su plenitud en la creatura, sólo porque en ella se trata por así decir de una plenitud negativa, del orden de la potencialidad que se actualiza y que por tanto queda infinitamente por debajo del Acto Puro, sin poder sumarle ni restarle nada. Pues al ser un menos, está infinitamente por debajo del Acto Puro, sin afectarlo en nada.
Dicho en forma más escolástica: la Revelación como acto divino no depende de la creatura si consideramos ese acto divino en sí mismo, simplemente como Acto Puro, pero sí depende de la creatura si consideramos el término creado que caracteriza necesariamente a ese acto divino.
Y esa misma dependencia es muy peculiar, porque en vez de poner potencialidad y pasividad en Dios, las pone precisamente en el término creado, de modo análogo a como el escultor depende de la estatua que está moldeando. O sea que la única dependencia real que hay allí es la de la creatura respecto del Creador.
Es decir, la creatura, frente al Creador, no representa un más, sino un menos, generosamente suscitado por el Más, a fin de comunicarse a él. Porque lo más no puede salir de lo menos, pero lo menos sí puede proceder de lo más.
Saludos cordiales.
Leyendo las barbaridades en el pensamiento teológico de Hans Urs Von Balthasar expuestas en este artículo tuyo, tan esclarecedor por cierto, me intriga saber porqué Su Santidad Juan Pablo II le habrá otorgado un reconocimiento teológico (Premio Internacional Pablo VI) en el año 1984.
Cuando leí, hace años, la frase "verdad sinfónica" en el título del libro de Von Balthasar en una librería católica local, mi interpretación al momento fue que debía referirse al como las diversas verdades tanto sobrenaturales como naturales se armonizaban perfectamente en la complementariedad y congruencia perfecta de la Revelación.
Como un gran paisaje hermoso en el que hay nubes, cielo, césped, arboles, casas, personas, animales, etc. todos ellos diversos pero armónicos y, en conjunto, significativos en la belleza, unidad y diversidad del paisaje.
Paralelamente, en la Revelación descubrimos que hay verdades de orden ontológico, sacramental y moral en perfecta jerarquía y unidad.
El Barón Apor de Altorja no fue un ilustrado, ni un místico, ni un esteta, ni un teólogo y le costó bastante llegar a obispo, así que la mayor parte de su vida fue un simple sacerdote. ¿Cuál fue su carisma principal? Ser el Buen Pastor. Se pasó toda su vida combatiendo el capitalismo y el nazismo y, cuando se disponía a combatir el comunismo, unos soldados soviéticos borrachos le mataron por proteger a un grupo de mujeres de la violación. Fue el Viernes Santo de 1945 y agonizó hasta el lunes de Pascua, día en que murió. Aunque nosotros no lo conozcamos es mártir y beato de la Iglesia Católica, héroe de Hungria (porque fue la única autoridad que quedó en Gÿor ante la llegada de los soviéticos y la población se refugió en el palacio episcopal) y justo entre las naciones para el Yad Vashem de Jerusalén porque intercedió numerosas veces ante las autoridades nazis a favor de la comunidad judía de su población. Pero todo el mundo conoce al teólogo y nadie al santo fuera de Hungría. Eso me hizo meditar mucho y, desde luego mi opción siempre ha sido por el desconocido obispo de la desconocida ciudad de Gÿor en Hungría, por aquello de que el testimonio vale más que las palabras y, además, es claro y prístino como agua del arroyo. El tio-abuelo se pareció mucho más a los apóstoles que su celebérrimo sobrino-nieto.
Lo segundo, el texto de Ratzinger es de su libro: "Mi vida" (Ediciones Encuentro, pág. 126)
Tercero, una matización, los ejemplos del jarrón y la estatua hacen referencias a meros objetos, las personas, en la jerarquía del ser, estamos mucho más alto. Dios es capaz de comunicarse con el hombre. La Biblia está plagada de llamadas de Dios y respuestas ( a veces buenas, otras no tanto)
Finalmente, el siguiente texto:
"Es decir, la creatura, frente al Creador, no representa un más, sino un menos, generosamente suscitado por el Más, a fin de comunicarse a él. Porque lo más no puede salir de lo menos, pero lo menos sí puede proceder de lo más."
Creo que no se ajusta a la Virgen María, pues toda la humanidad dependió del sí de una jovencita.
No olvidemos que la Iglesia la considera Corredentora.
Hay que contar con la libertad humana que es un misterio, de lo contrario podemos convertir a Dios en un resplandor lógico frío, tal como lo hizo Spinoza.
Soy un seminarista diocesano español que estudia en una universidad eclesiástica de "buena doctrina". Sin embargo, en clase no paran de marearnos con autores personalistas, existencialistas, fenomenólogos y neomodernistas como Zubiri, von Balthasar, de Lubac, Husserl, Kant, etc.
He descubierto su blog hace poco y le agradezco profundamente su labor al desmontar a todos esos autores que tienen mucha fama pero muy poca sustancia. Rezo por usted para que el Señor le conceda valentía y sapiencia para rebatir los venenosos errores neomodernistas.
Un fuerte abrazo, saludos en Cristo.
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A.G.:
Ánimo, Paco. Sin duda, como bien dice, son errores venenosos, que van deteriorando la fe progresivamente, hasta desenfocarla y diluirla en pensamiento moderno. Por eso hay que perseverar en la buena doctrina, y volver a lecturas tradicionales, claras y vigorosas. Gracias por el comentario.
Esto no es lo que von Balthasar refiere cuando dice:
«El hecho de que el misterio, aun después de revelado, continúe siendo un misterio».
No es lo mismo «continúa estando oculto» que «continúe siendo un misterio». Porque en la primera frase tal parece que no ha sucedido nada, que nada ha sido revelado o que la Revelación es ineficaz, no produce nada en el hombre, no le afecta. Sin embargo, en la segunda frase, la de von Balthasar, se dice antes, a modo de aclaración, que el misterio ha sido revelado. Si obviamos esto y también el hecho de que es un misterio divino, es decir, infinito, entonces podemos entender erróneamente que la Revelación es ineficaz. Pero si tenemos en cuenta la infinitud e insondabilidad del misterio, lo cual no quiere decir que no pueda conocerse hasta donde a la naturaleza humana le es posible conocer cuando el misterio se le autorrevela, entonces no hay dificultad alguna de aceptar que sigue siendo un misterio. Porque si no siguiera siendo un misterio, entonces Dios no es Dios porque sería finito, agotable, aprehensible y totalmente comprensible por la inteligencia humana.
Si esta frase de von Balthasar está mal, entonces la noción católica de Dios y de su autorrevelación está mal.
Bendiciones.
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