(313) La mirada de la Gorgona
Inest periculo gloria, la gloria está en el peligro.— Así traduce Hernando de Soto, en sus Emblemas Moralizadas de 1599, el mote primero. Y nos remite a Perseo, cubierto con el casco de Hades, armado de acero y alado de sandalias, mostrando la cabeza de la Gorgona a Policletes petrificado.
Hernando de Soto, contador y veedor de la casa de Castilla, al declarar su mote y pictura, escribe además este epigrama:
Enviado fue Perseo
de quien le pudo enviar,
a deshacer y acabar
el encanto medúseo.
Alcanzó rara victoria,
y fama de valeroso,
que en todo lo peligroso
hallamos que está la gloria.
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Se preguntará el lector quién o qué personifica, en nuestra analogía, a la Gorgona. Y fácil es adivinarlo, si es lector de este blog.
Enseña con insistencia Danilo Castellano que la Modernidad no es divisible, sino de una pieza, y que no es posible al pensamiento católico incorporarse elementos conceptuales esenciales suyos sin grave daño. Este daño, que hemos definido como parálisis o petrificación, es tan evidente, que no admite discusión: no sólo el espíritu misionero, sino la misma función docente de la Iglesia ha sufrido un proceso de anquilosamiento. Se ha entumecido en conceptos inmovilizantes, que de tan espesos, han bloqueado la mente católica hasta hacerla incapaz de salir del atolladero, cediendo en exceso al ethos del nuevo orden mundial.
—Tales son un concepto reducido de dignidad humana, disminuida hasta el estado de naturaleza roussoniano; la libertad religiosa como sinónimo de autodeterminación; o el método fenomenológico experiencialista como sustituto del conocimiento por tradición, etc.
El principio fenomenológico, por ejemplo, que el personalismo ha aplicado sistemáticamente a la vida cristiana, puede resumirse así: poner entre paréntesis la tradición para poder tener una experiencia personal y actual de lo cristiano.
Esta aplicación es una proyección: la de la cosmovisión moderna. Y sobre un objetivo: la doctrina tradicional. Los resultados son una idiosincrasia, la personalista; una ideosincrasia: la nominalista; una política, el liberalismo constitucionalista de tercer grado. Y una teología: la Nueva Teología. También, aunque secundariamente, una psicología, la logoterapia.
Se trata, pues, de toda una cosmovisión importada desde dentro de la ortodoxia. No pretende explícitamente heterodoxia, sino hibridarse con el numen católico para adaptarlo a los tiempos y, sobre todo, a la centralidad moderna de la persona, con objeto de producir una actualización.
Utilizando un lenguaje de imágenes, como al principio de este post, podríamos decir que esta cosmo-visión actúa como Gorgona: su punto de vista, por muy bienintencionado que esté, petrifica. Lo hemos visto con la misiones, en general paralizadas. Lo hemos visto con la acción política católica, desactivada. Lo hemos visto con la teología moral, cosificada por el situacionismo, en un estado de sometimiento a la conciencia y de intoxicación kantiana.
Urge, por tanto, una cambio de mirada; una vuelta a la traditio. Dejar de mirar a la Gorgona para mirar hacia atrás con agradecimiento, temor y temblor, en busca del clasicismo perdido.
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La cuestión se ciñe a estos parámetros: existe un principio tradicional de subordinación cuya puesta entre parántesis (que no otra cosa es el método fenomenológico) conduce irremisiblemente al liberalismo de tercer grado y a la maximización de la conciencia.
Esta puesta entre paréntesis, esta epojé liberal, paralizante e infructuosa, podemos sintetizarla así:
—la autoridad temporal debe poner entre paréntesis la ley de Dios para poder gobernar neutralmente, respetando la libertad negativa de cada parte, sujeto o comunidad. Para ello necesita de un principio autárquico, por el cual el Estado se declara exento de obligaciones respecto a la religión revelada y sus tradiciones. La autoridad, para ello, deberá estar separada del orden de la redención.
Frente a esto, enunciamos el principio católico, tal y como lo expone, con meridiana claridad, la tradición política hispánica, a través de Alberto Caturelli:
«es obligatorio para todo sujeto de la autoridad temporal, someter su potestad a la ley de Dios. En la economía de la salvación, la autoridad no puede ser auto-suficiente y quienes son sus depositarios tienen la capacidad y la obligación de rendirla al único Dios verdadero y a la única Iglesia verdadera. Desde el punto de vista cristiano, la autoridad está asociada a la redención del hombre y ningún cristiano católico puede, sin pecado, renunciar a esta misión de la autoridad. El ejercicio de la autoridad debe ser santificadora desde el padre de familia al gobernante político porque en todos sus grados, debe ser ejercida según el Modelo de todo gobernante que es Cristo, Rey de Reyes.» (Liberalismo y Apostasía, Gratis Date, Pamplona 2008, p.28)
Retire su mirada, el católico de hoy, del rostro de la Gorgona, no caiga petrificado. No escudriñe sus principios, no congenie con sus nociones, no se incorpore sus paradigmas. Vuelva los ojos al Cristo Total, y sin mirar al Monstruo, vénzalo con las armas de la traditio, cual Perseo.
Otros cayeron, de confiados. Se dejaron seducir, y miraron. Creyeron posible la amistad con ella, bajaron el puente de la Ciudadela y la dejaron entrar, con su mirada de muerte. Cuando quisieron levantarse ya eran de piedra, ya pensaban como ella, ya fueron dados a la Apostasía por ella, y casi sin darse cuenta.
Convertimini ad me, et salvi eritis, volveos a mí y os salvaréis. (Is 45, 22).— No ha de volverse el cristiano a la Gorgona, sino a Cristo, «puestos los ojos en el autor y perfeccionador de nuestra fe, Jesús; el cual, por el gozo que se le proponía, soportó la cruz, sin hacer caso de la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.» (Hb 12, 2)
Sea el cristiano, en esta Hora global del Hombre, católico Perseo. Se quedará solo, sufrirá marginación, tal vez martirio a fuego lento. Le tacharán de profeta de calamidades, de mal católico, de retrógrado reaccionario, y tendrá, quizá, que pasar por el Mundo del Dolor, hacia un refugio en que emboscarse. Pero será una ganancia, porque podrá vivir escondido con Cristo en Dios (Col 3, 3).
Inest periculo gloria, la gloria está en afrontar el peligro. Y el peligro se llama Modernismo, esa mala copia “a lo católico” de la Modernidad. Por eso hacemos un llamamiento al heroísmo, sobre todo de los pastores. Ignore el católico, del pensamiento moderno, sus encantos medúseos, y afronte una eficaz depuración de conceptos. Nos viene la vida en ello. No es imposible porque hay gracia. Sea el yelmo de Hades la doctrina clásica, invulnerable a la visión del topos moderno. Sea el acero la Palabra de Dios, en su interpretación tradicional. Sean las alas, en nuestros pies, los pasos que heredamos de nuestros ancestros.
Hemos de hacerlo, desde nuestra identidad. Porque todo lo que no es tradición es plagio, y quien plagia el ser de otros, tarde o temprano, dejará de ser lo que es.
David Glez. Alonso Gracián
9 comentarios
Miro hacia Europa, hacia mi Patria España, hacia su catolicidad tan combatida y sé que la llevo para siempre en mi corazón. Con Rubén Darío, puedo decir que "Hay mil cachorros sueltos del León Español."
La inestimable profundizacion en el pensamiento tomista que usted pone a nuestro alcance es una joya preciosa que, sin duda, es el punto de partida para dar sustento filosófico y racional a nuestra Fe. Si los católicos somos diezmados es, precisamente, porque carecemos de los fundamentos de la filosofía perenne de Santo Tomás de Aquino. Je sais, je crois.
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A.G.:
Como bien dice, la doctrina del Aquinate, y el pensamiento clásico en general, es un punto de partida muy necesario para revitalizar el pensamiento católico y emerger de esta crisis. Gloria a Dios.
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A.G.:
Gracias Virginia. Gloria a Dios. Por cierto, grande Caturelli.
Le confieso, estimado Don Alonso, que en este momento, mi comunidad y yo, somos testigos de la marginación que la jerarquía eclesial de nuestra ciudad ha emprendido contra un "católico Perseo" que armado de la Traditio ha decidido enfrentar al monstruo y ha sido condenado al ostracismo por el pecado de impartir la doctrina clásica a sus fieles, manteniendo y respetando "los pasos que heredamos de nuestros ancestros".
Así estamos y con dolor lo sufrimos, pero "hay Gracia"...Y a beneficio nuestro también hay posts como el suyo.
Siempre atento de usted.
Jaime Astudillo
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A.G.:
Muchas gracias Jaime Astudillo. Me alegra que mencione la obediencia, o mejor dicho el mal concepto de obediencia, que campea a sus anchas, heredado del protestantismo, que entiende la autoridad como potencia absoluta y no ordenada, y por ende la obediencia, como obediencia absoluta y no ordenada. Es un gran mal, porque deriva en ese oficialismo buenista que tanto daño hace.
Hay gracia, en efecto, y esto es motivo de esperanza, no carnal, sino teologal, porque la gracia viene de Dios, para suplir las deficiencias de los hombres. Y deficiencias hay muchas, pero se pueden vencer, con las debidas dosis de pensamiento tradicional y la ayuda de Dios, que no ha de faltar, sobre todo si es sacramental.
Católico Perseo. Es buen nombre y buen apellido para este combate. Gloria a Dios.
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A.G.:
jajaja no sabes cuánto me alegro te contente y consuele, que contento y consuelo son frutos que manda Nuestro Señor, en este caso a través de mis escritos. Gracias Maricruz.
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A.G.:
Yo también digo basta, maru.
El modernismo es un enemigo interior, por eso cuesta tanto corregirlo y extirparlo. Pero no es imposible, porque hay gracia, y hay doctrina de sobra para ello.
Cuando dice: "La autoridad como potencia absoluta y no ordenada, y por ende la obediencia, como obediencia absoluta y no ordenada."
Entiendo lo de "absoluta" pero no la de "ordenada" ¿que quiere decir con no "ordenada" ? Entonces cuál es el pensamiento católico sobre esto.
Mi entorno cree que la obediencia es una debilidad del carácter, yo no lo creo así pero carezco de los argumentos de fe para explicarlo.
Muchas gracias D. Alonso.
Isaías 40, 14
¿A quién pidió consejo y {quién} le dio entendimiento? ¿{Quién} le instruyó en la senda de la justicia, le enseñó conocimiento, y le mostró el camino de la inteligencia?
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A.G.:
Pues que la obediencia es una virtud pero ordenada al bien, no a cualquier cosa. NO se ha de obedecer al superior cuando éste manda algo contrario a la ley moral, por ejemplo.
Sin embargo, el pensamiento protestante entiende la autoridad como potencia absoluta, que significa que Dios puede mandar el mal (y de esta forma el mal sería bueno) y habría que obedecerle. Este concepto de autoridad como potencia absoluta se ha pasado al catolicismo, por influencia del nominalismo (que fundamenta el protestantismo). Así, el católico nominalista entiende que ha de obedecer en todo, aunque lo que le manden sea malo. Es, bajo este punto de vista, el simple hecho de ser mandado, al margen de si es bueno o malo, lo que hace bueno el mandato. Gran disparate.
La obediencia está ordenada al bien, no al mal. No es absoluta, sino ordenada por la ley moral, la autoridad legítima, la virtud de la prudencia, etc. No es ciega, sectaria, irresponsable.
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A.G.:
Gracias Mariano. Seguiré en el combate, con la ayuda de Dios.
La frase maravillosa Todo lo que no es tradición es plagio yo la conozco también por Eugenio D´Ors y por su hijo Álvaro D´Ors, cuya lectura recomiendo encarecidamente.
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A.G.:
Muy interesante, desde luego. Excelente artículo de Juan Manuel de Prada, con el que desde luego estoy en sintonía. Parece que venimos a decir lo mismo, cada cual en su estilo. Yo, por mi parte, desde que empecé este blog.
Está claro, Juan Andrés, que la actualización modernizante, la adecuación a la Modernidad, es no sólo un gran fiasco, un castillo de naipes, sino, sobre todo, una petrificación; de las misiones, de la función docente de la iglesia, de la vida cristiana en general.
Hay que recuperar la traditio. Todo lo que no es tradición es plagio -del mundo moderno.
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Y si me permites David, una "iglesia", la falsa iglesia fundada circa 1.965. Al respecto de lo cual va esta anécdota:
Durante los últimoa años del milenio mandábamos a nuestros hijos a un grupo juvenil de nuestra parroquia animado por unas religiosas. De pronto me entero que la superiora de las tales religiosas les enseña una barbaridad doctrinal a las niñas, referida a los Novísimos. Consulté entonces al sacerdote que dirigía el colegio adonde concurrían mis hijos, y éste me dio un texto irreprochable para que fundamentara mi argumentación, así que pedí una entrevista. Concretada la cual, expliqué mis reservas a la superiora y le mostré el libro que avalaba mi postura, a lo cual la superiora, dando por terminada la entrevista, me espetó: "¡Pero usted se ha quedado en Trento!"
Pues a lo dicho: yo me he quedado en Trento, en la Iglesia fundada en el año 33, mientras que estas religiosas tan "avanzadas" han de pertenecer a alguna fundada después de Pío XII...
Y no sólo ellas: hay muchos sacerdotes y obispos que de tanto citar e invocar al CVII, al tiempo que silencian todo el Magisterio y la Tradición previas, parecieran dar a entender que todo lo anterior al CVII está "superado", o bien debe releerse en la onda rupturista del "espíritu del Concilio".
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A.G.:
Más que una falsa Iglesia, expresión que como sabes no me convence, es el Modernismo, el enemigo interior que, desde dentro, intenta la autodemolición.
La Iglesia, siendo una, necesita, en su elemento humano, reforma, depuración y corrección.
El Concilio tiene pasajes de doctrina tradicional, y otros defectuosos y ambiguos. Está claro que no hubiera trascendido de no haber habido detrás una filosofía y una teología interpretándolo por la vía rupturista.
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