(170) La Gran Fragmentación de la mente occidental: los orígenes. (Con un Glosario añadido como complemento)
Como hemos visto en numerosos posts de este blog, es en el Renacimiento cuando la mente occidental consuma en su seno la ruptura entre la fe y la razón. Esta ruptura fue inoculada por el nominalismo, que deconstruyó, es decir, desmontó el sistema de conexión entre ambas, quedando descuajadas una de otra.
Como consecuencia, la filosofía dejó de ser sierva de la teología, y la teología dejó de ser señora suya. De esta enemistad surge el antiescolasticismo humanista, en cuyas entrañas se incuba la crisis.
Esta ruptura, pues, fue alimentada por el Humanismo, que desde el interior de la mente occidental, construyó un pseudocatolicismo de corte voluntarista, subjetivo, antitradicional, que he llamado catolicismo reducido. Pero de este humanismo deconstructivo, sustentado en la ruptura entra la fe y la razón, surge, también, la Reforma protestante.
Por tanto son dos los afluentes del humanismo, POR UN LADO el catolicismo reducido (por ejemplo el de Erasmo de Rotterdam (1466-1536) o el del sacerdote católico —anticipador de las doctrinas protestantes—Juan Reuchlin (1455-1522), amigo de Pico de la Mirandola (1463-1494), de quien tomaría su pasión por la Cábala), Y POR OTRO LADO el protestantismo, con todas sus variantes y metástasis.
Reuchlin, concretamente, fue un pesonaje que, aun permanenciendo católico, fue relevante para la Reforma, y aun hoy se le considera en su contexto un anticipador. El P. Ceferino González O.P. (1831-1894), en su Historia de la Filosofía, nos dice de él algo muy significativo:
«Análoga dirección siguieron dos escritores alemanes, que tuvieron más de literatos que de filósofos en el sentido propio de la palabra. El primero, llamado Juan Reuchlin, que nació en 1455 y falleció en 1522, se distingue por las doctrinas, o, mejor dicho, tendencias neoplatónico-cabalistas que ofrecen sus dos obras principales, que son De arte cabbalistica la una, y De verbo mirifico la otra. Esta última está escrita en forma de conferencia entre un gentil, un judío y un cristiano. Sus ataques contra las órdenes religiosas y contra Roma, junto con los de su contemporáneo Ulrico de Hutten, prepararon el advenimiento del protestantismo.»
Del otro humanista alemán mencionado por el P. Ceferino González, Ulrico de Hutten (1488-1523), gran propagandista del protestantismo en el Sacro Imperio, podemos decir, en síntesis, que además de frustrado monje (se fugó de la Abadía de Fulda, donde le había enviado su padre, en 1505), fue un escritor antiescolástico y antitradicional. Su antiguo mentor, por cierto, que fue Erasmo de Rotterdam, no quiso recibirlo en Suiza. Quien sí lo recibió, en cambio, fue Ulrico Zuinglio (1484-1531). Como sabemos, Zuinglio fue, aparte de una de las grandes mentes del protestantismo, bastante independiente por cierto, un seguidor de Erasmo de Rotterdam, del cual bebió su antitradicionalismo.
Como síntesis de lo dicho anteriormente, y centrándonos en Juan Reuchlin como paradigma de católico de doctrina heterodoxa, naturalista y paganizante, que no tomó partido por la Reforma, nos pueden valer, y mucho, estas palabras del gran Ceferino González:
«Reuchlin, humanista acaso el más notable del siglo XV, representa la reacción exagerada de las letras humanas contra los defectos y vicios de la escolástica en este concepto, defectos y vicios que a la sazón habían llegado a su apogeo con el dominio de la escuela nominalista, representada por entonces en la Alemania por Gabriel Biel, compatriota y amigo de Reuchlin. En honor de éste, es justo recordar que se mantuvo firme y murió en la fe católica, a pesar de las solicitaciones reiteradas y vivas de Lutero para atraerle a su partido, y a pesar de haber visto a su sobrino Melanchton apostatar del Catolicismo para convertirse en auxiliar y defensor de la falsa Reforma.»
El P. Ceferino cita como amigo del católico Reuchlin al teólogo católico y profesor de Tubinga Gabriel Biel (ca.1410-1495), seguidor tanto de su maestro Ockham como de Duns Scoto. Recordemos bien este nombre, porque fue quien introdujo en el deconstructivismo nominalista al hombre que consumó la crisis y escindió formalmente Occidente en dos: un personaje singular, hoy considerado testigo del Evangelio: Martín Lutero.
De los comentarios a las Sentencias del católico Biel aprendería Lutero, (además de una doctrina errada sobre la predestinación), el sistema occamista, y en él encontraría sustento metafísico para sus teorías: su doctrina de la sola gracia la fundamentaría en la anulación de las causas segundas; y su ataque a la razón y a la fe dogmática, en la deconstrucción de la ontología tradicional.
Pero de todo ello continuaremos hablando otro día, con el favor de Dios. Que es materia densa y problemática, y no conviene tomarla en dosis demasiado altas.
COMPLEMENTO. GLOSARIO CONCEPTUAL
Como recordatorio, y como ayuda a la comprensión de este asunto, incluyo este breve glosario conceptual que os será de ayuda.
Catolicismo reducido.- Catolicismo reducido a humanismo voluntarista, de corte subjetivo y naturalista. Es el germen del futuro MODERNISMO.
Deconstruccionismo.- Desmantelamiento de los principios de la razón católica.
Gran Fragmentación.- La ruptura de la síntesis escolástica, (organizada por Santo Tomás como unidad de la fe y la razón en un sólo compuesto intelectual), y su escisión en catolicismo reducido y protestantismo.
Gran Impostura.- La sustitución en la mente occidental del catolicismo bíblico-tradicional por el catolicismo reducido, que es aceptado como paradigma oficial de catolicismo. (Se constata, por ejemplo, en la consideración del concepto erasmista de libertad como el oficial de la Iglesia; o en la valoración de la nueva teoría molinista de la gracia como doctrina tan válida como la tradicional/tomista).
Gran Reducción.- La disminución conceptual operada en el cristianismo por el nominalismo, que fue consumada en el Renacimiento, dando lugar a la reducción del cristianismo a humanismo.
Nominalismo.- Deconstrucción de la capacidad natural de la razón para conocer las esencias y alcanzar verdades universales.
Razón católica.- La razón armonizada con la fe, que conoce las esencias con el auxilio de la Revelación.
Sistema occamista.- La sistematización que Ockham realiza de los principios nominalistas.
59 comentarios
Y si eso es cierto en los siglos XV y XVI, también lo es en el XX y XXI
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A.G.:
Muy cierto. Y no olvidemos que fue en esta época crítica cuando se dejó sin resolver, fatalmente, el problema del molinismo, que tantos males ha causado a la mente católica.
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A.G.:
Quede claro, además, que por caridad y obediencia a la autoridad, no llamamos herejía al molinismo, ni que sea semipelagianismo. Lo que sí creo es que hubo una desistencia de la autoridad, semejante a las que hubo en el postconcilio, a la hora de ejercer el derecho penal y la corrección docente contra doctrinas torpes y confusas. Reforma o apostasía.
Y esa desistencia no fue talmente hacia el molinismo mitigado de corte bellarminista, que fue el permitido bajo condición, sino al molinismo puro y duro, que se difundió rápidamente en contra de la permisión condicional, y que nunca fue corregido ni prohibido. Y ese, que no es el permitido, insisto, es claramente heterodoxo. Digo el de la Concordia, no el permitido.Porque el de la Concordia fue el que se difundió. ¿Por qué? Porque encajaba con el antopocentrismo renacentista, con el catolicismo reducido, voluntarista y fatalista.
Gracias, Alonso
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A.G.:
Gracias amigo Pedro. Creo que, ciertamente, como bien dices, es iluminador conocer las raíces de la crisis del cristianismo en Europa.
Iluminador.
Este es uno de los artículos de Alonso que deberían leerse en los seminarios.
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A.G.:
Gracias amigo Manuel. Creo que sí, que es uno de los conceptos cuya clarificación arroja más luz sobre los errores del protestantismo.
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A.G.:
Pues sí, coincido, creer en Dios y la verdad revelada, y enseñar a pensar, a tener la cabeza bien amueblada, son prioridad. Porque el cristianismo es razón y fe.
pero nadie lee la suma de Tomás porque dicen que es un lenguaje que no le dice nada al católico de hoy.
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A.G.:
Yo creo que tiene cosas buenas y santas, otras no tanto, y un poco confusa sí que es. Es devotio moderna, que tiene elementos buenos, con otros menos buenos. Sirvió para la lectura de grandes santos, pero también para alimentar la piedad voluntarista del catolicismo reducido, aunque aún conserva cosas santas y aprovechables.
Respecto a la Suma de teología, es la gran ignorada, como bien dices, con las catastróficas consecuencias que todos conocemos.
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A.G.:
Buena idea, elaborar una lista de diez lugares comunes del nominalista, jeje. Lo haré. Gracias amigo.
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A.G.:
Está la de la BAC, que es la que yo tengo, aunque Néstor Martínez, amablemente, nos avisó de algunos errores de traducción. A mí me gusta la que está en PDF en la página de los Dominicos.
Si no hay causas segundas en realidad, ¿qué tipo de criaturas hay?
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A.G.:
Es una buena observación la suya. De hecho, hay formas de protestantismo, en especial sectas poco conocidas o ya desaparecidas, que derivaron en formas de panteísmo. Y fíjese la obra de William Blake, o de otros pseudomísticos, son de una especie de pietismo de corte panteísta. O el cuasipanteísmo tipo Eckhart que tal vez profesaba Jacob Böehme. Lo vemos, por ejemplo, en las versiones románticas del protestantismo, en que el panteísmo es como un peligro que se cierne.
¿Es tan así?
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A.G..
Sin duda hay cierta vinculación entre la devotio moderna y el humanismo, por un lado, y por otra con el nominalismo. No obstante, hay cosas buenas y aprovechables en ella, en especial en el kempis.
La gracia en el molinismo y en el bañecianismo. Eudaldo Forment.
Y me parece que hay un conflicto teológico y filosófico entre el "seréis como dioses" y el "sin mí nada podréis".
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A.G.:
Importante contribución al tema, la de Eudaldo Forment. Sus posts son magníficos. Algo de eso que ud dice hay, sin duda, en el molinismo puro, que en mi opinión no es más que antropocentrismo (propio de su época) aplicado a la doctrina de la gracia, y una sobrevaloración voluntarista de la causa segunda. Néstor Martínez también ha escrito en Infocatólica posts muy interesantes sobre el tema.
Respecto a Domingo Báñez, sólo puedo decir que, en mi opinión, era una mente preclara, de una inteligencia fuera de lo común, y que sus doctrinas representan fielmente la doctrina tomista, aunque se excediera un poco en algunas expresiones metafísicas.
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A.G.:
Pues no se que decirle, a mí personalmente me ha ayudado su lectura, aunque es verdad que hay cierto subjetivismo un poco insano, pero tiene muchas cosas buenas. Sé que ha habido santos muy aficionados al Kempis, y que en general hace bien al alma, salvadas ciertas precauciones, como ud dice. Pero tendría que estudiar el asunto y releerlo, para hablarle con propiedad. El P. Olivera, nuestro compañero de Infocatólica, o el P. Iraburu, seguro tienen una opinión más sólida sobre él que la mía.
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A.G.:
Confieso no tener una opinión formada sobre el Kempis, tendría que leerlo y estudiarlo. Hace muchos años que lo leí y tengo un recuerdo bueno de este libro. No creo que sea una mala lectura, la verdad, aunque no estoy seguro. Prometo estudiar el asunto y escribir sobre ello.
El P. Servais Pinckaers, O.P. muestra cómo el nominalismo afectó la teología moral diciendo: “Con el nominalismo, una fosa profunda se cavó entre los moralistas modernos y la tradición patrística”. (Ibídem, p.262), y además dice: “Dios es para Ockham la realización absoluta de la libertad, gracias a su omnipotencia. Dios no está luego sometido a ninguna ley, incluso moral; su voluntad libre es la única causa y origen de la moral”. (Ibídem, p.261). Y muestra la gran influencia que tuvo: “Las doctrinas de Ockham conocieron una muy larga difusión y dieron nacimiento al nominalismo que influenciará profundamente el pensamiento occidental en este tiempo final del medioevo”. (Ibídem, p.251).
El mismo autor al referirse al Kempis manifiesta: “También los espirituales, como por ejemplo Tomas de Kempis en la Imitación de Jesucristo, pondrán con frecuencia a sus lectores en guardia contra la vanidad de las especulaciones teológicas”. (Ibídem, p.265).
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A.G.:
Vaya! Es ilustrativo. Tengo muy buen concepto de Cornelio Fabro. Su juicio del nominalismo, además, es muy certero, la tragedia espiritual más grande en que ha caído la razón humana, y confirma lo que vengo exponiendo. Le agradezco mucho la cita sobre su crítica al Kempis. Ese menosprecio de lo doctrinal, desde luego, es nominalista. Por eso digo que debemos tener precaución, porque la fe católica es ante todo dogmática, y se basa en la contemplación de las verdades reveladas. No obstante, sigo pensando que la Imitación de Cristo tiene cosas buenas. Buena, también, la cita del P. Servais Pinckaers, O.P
Muchas gracias milton.
Me parece interesante que el error que el P. Servais Pinckaers señala de Okham, es exactamente el error que señaló Benedicto XVI del Islam en su famoso discurso de Ratisbona sobre fe y razón.
Recomiendo el prólogo de Gustavo Bueno a la conferencia de Ratisbona de Ratzinger que ls Ed. Encuentro ha publicado en el volumen "Dios salve a la razón" y que está disponible en la red.
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A.G.:
El deconstruccionismo nominalista, que tanto influyó al protestantismo, desemboca, sin duda, en el empirismo, en el positivismo, en el idealismo... tiene muchas metástasis.
En el fondo de todo ello se profesa la incapacidad de la razón para conocer las esencias. Por eso la primera afectada es la ley natural.
La razón católica (armonizada con la fe, capaz de aprehender las esencias) es eso, razón natural auxiliada por la fe. El protestantismo odia la razón como tal. Y no me cabe duda que la crisis del catolicismo es crisis de la razón católica.
El dios de Ockham es el dios de los musulmanes: despótico, caprichoso e irracional e impredecible. Un dios amasado al gusto y la necesidad política de tiranos y esclavistas.
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A.G.:
Es el dios de la potencia absoluta, capaz de hacer lo bueno y lo malo. He hablado de ello en otros posts. Es un concepto falso de libertad divina. Pura voluntad, tanto de bien como de mal. Es la concepción que heredó Lutero.
Hay personas para las que el razonamiento es una necesidad y, si éste tiene que desvincularse de la fe, ésta se resiente. Una corriente fideísta nunca hubiese producido personas como el Beato Franz Jägerstätter, que tuvo que dilucidar si una guerra era justa o injusta, para eso hace falta la ayuda de la razón, aunque ésta se vea iluminada por el Espíritu Santo. Hasta los protestantes que actúan en determinadas ocasiones están razonando, si no lo hacen se paralizan. Los mejores protestantes están dando muestras continuamente de que tienen libre albedrío y contradiciendo a Lutero.
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A.G.:
Bien, no es que renuncien a la razón, renuncian a la razón católica, es decir, a la armonía entre la razón y la fe, como un todo. Como muy bien dice, la razón se resiente en cuanto se desvincula de la fe, que la auxilia. Se queda como desamparada.
No obstante, está claro que hay cristianos protestantes que o no comparten del todo esta visión negativa de la razón, o van a su aire, actuando como se requiere para la ocasión. Pero lo que me queda claro es que el nominalismo mermó de tal manera la razón natural en su capacidad para conocer las esencias, que ésta ha quedado reducida a ser objeto de sospecha durante toda la Modernidad.
Y ya se sabe, la ruptura de la armonía fe razón conduce tanto al fideísmo como al racionalismo mismo.
Acerca de su observación anterior, relacionando la anulación de las causas segundas y el panteísmo. Es una observación acertada. Este panteísmo fue muy común en lo que llamo catolicismo reducido, común sobre todo en los humanistas italianos, y luego pasó al modernismo, (y también, como digo, a los pseudomísticos de procedencia luterana.)
La negación de las causas segundas, o su fusión con la causa primera, conduce a la visión inmanentista de Dios que se popularizó en el modernismo. Fue, por ejemplo, denunciada por San Pío X en la Pascendi:
«Qné opinan realmente los modernistas sobre la inmanencia, difícil es decirlo: no todos sienten una misma cosa. Unos la ponen en que Dios, por su acción, está más íntimamente presente al hombre que éste a sí mismo; lo cual nada tiene de reprensible si se entendiera rectamente. Otros, en que la acción de Dios es una misma cosa con la acción de la naturaleza, como la de la causa primera con la de la segunda; lo cual, en verdad, destruye el orden sobrenatural. Por último, hay quienes la explican de suerte que den sospecha de significación panteísta, lo cual concuerda mejor con el resto de su doctrina.»
Me parece que un error inocente le acredita Pascensi al papa equivocado ( ambos fueron extraordinarios vicarios de Cristo, un lujo de santidad ).
Y por otro lado, otro gran vicario de Cristo, Juan Pablo I murió con el libro "Imitación de Cristo" en sus manos. Que será lo que el Espíritu Santo quiso comunicarnos con ese hecho ?
Bendiciones
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A.G.:
jejeje fue un despiste, ya está corregido. Cuando escribí el comentario estaba pensando en la Humani generis, que también trata el asunto.
Como digo, creo que el Kempis tiene cosas buenas.
Saludos y gracias
¿A qué voy? Desdramaticemos al nominalismo. Ningún medieval creía que las esencias de las cosas pudiesen conocerse, eso es una presunción de la razón que iguala el ser con el pensamiento, y que tiene su mejor muestra en el idealismo alemán (aunque también Platón y Aristóteles van por ahí). A Hegel no me lo vendan como nominalista. El nominalismo fue una tendencia, dio un pensador de primer orden como Occam, y en su espíritu hubo hasta santos.
Soy tomista. Soy realista (aunque debo agradecerselo más a Pearce que a Tomás). Pero Tomás no es magisterio (aunque el magisterio recomiende enfáticamente su filosofía), no es carnet de catolicismo, y sus tesis no son dogmas de la Iglesia. La relación fe y razón, si encuentra su mejor expresión en Tomás, no por eso desautoriza a Agustín, o a Anselmo. ¡O a Pedro Damián, que se burlaba de hasta el principio de no contradicción! (usando genialmente de él, por cierto -aunque esas paradojas ya las anticipó Aristóteles en Metafísica IV.
Quien tiene picores intelectuales, que se rasque (si no conlleva pecado), pero no pretenda que todos jueguen su juego, o que es el único que hay. De hecho, los medievales siempre enfatizaron la idea de que, al fin y al cabo, la Revelación era la forma en que Dios tuvo de "democratizar" el acceso de todos (que quieran) a la verdad, pues la filosofía (¡y la teología!) son para pocos, y no están exentas de errores (problema de lenguaje ¿hace teología la Iglesia cuando enseña los dogmas?)
Un saludo a todos, Juan Manuel
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A.G.:
Obviamente no coincido. El nominalismo fue una toxina en la mente occidental, cuyo efecto ha sido la descristianización. Nadie negará que Occidente se ha secularizado, y que la armonía entre la fe y la razón se ha roto. Porque es un hecho. Y este hecho fue consumado por el sistema nominalista, cuyo objeto, precisamente es ese, separar la fe y la razón.
En su última frase sobre revelación y democratización de la verdad noto cierta confusión entre el plano natural y el plano sobrenatural. Ningún sabio supersabio podría haber llegado a conocer las verdades sobrenaturales reveladas, porque es algo que sobrepasa las fuerzas de la razón humana. Para conocer las verdades reveladas no está la razón sino la fe. Lo cual no implica que la fe sea irracional.
Abrazos y bendiciones para todos
Me deja perplejo. No sólo porque ignoró mis argumentos y simplemente repitió su tesis, dejando de lado incluso mis citas de Tomás.
Si no porque en la segunda parte de su respuesta parece ignorar que lo que digo, lo dice explicitamente Tomás, tanto en la Suma Teológica, como contra Gentiles o en su explicación del Credo que cite anteriormente. Se pregunta porque podría ser necesaria la Revelación y dice eso. También dice lo que señala usted, que la razón natural no llega al misterio (por ejemplo, la Trinidad).
Un saludo!
Á lo mejor es que no termino de entender bien su tesis. ¿Qué es lo que afirma ud exactamente?
He entendido que ud negaba la posibilidad de la metafísica, al afirmar que "Ningún medieval creía que las esencias de las cosas pudiesen conocerse, eso es una presunción de la razón"
Recuerde, sin embargo, que es propio de la razón dar definiciones esenciales de las cosas, y que tiene potencia para ello. Como dice el P. Ceferino González, en su Filosofía elemental:
b) La definición real se apellida esencial, si explica la naturaleza de la cosa por medio de sus principios esenciales o constitutivos: Oratio esplicans naturam rei per partes essentiales. Si estas partes esenciales son las físicas, como el cuerpo y el alma racional respecto del hombre, habrá definición esencial física: si son partes metafísicas o lógicas, [72] como la animalidad y la racionalidad, habrá definición esencial metafísica. Entre las partes físicas hay distinción real; entre las metafísicas, solo hay distinción de razón.
El nominalismo desmonta esta capacidad de la razón para dar definiciones reales de las cosas, porque no cree que la razón sea capaz de explicar la naturaleza de las cosas por sus principios esenciales. Y a esto me refiero en el post.
Respecto a lo que enseña Santo Tomás acerca de la revelación. La cuestión está en que la revelación contiene verdades de carácter natural, que Dios recuerda porque, aun siendo accesibles a la razón, debido al pecado, y a la dificultad de conocerlas, si Dios no las revelara, serían conocidas por unos pocos solamente. (A esto se refería ud, a las verdades reveladas naturales).
Pero no es ese el único tipo de verdades reveladas. Propiamente hablando, las verdades reveladas sobrenaturales, son inaccesibles a la razón si no es por revelación de Dios, y son conocidas por la fe.
Y me refería que no debe confundir ambos tipos de verdades. Pero en su último párrafo parece que ud se refiere a las verdades reveladas sólo como a las verdades naturales.
O al menos así lo he entendido yo. Tal vez no le comprendí bien.
Respecto a su juicio desdramatizador del nominalismo, no lo comparto, porque el nominalismo niega la metafísica, al negar la posibilidad de conocer los universales, la naturaleza de las cosas. Desmonta la razón natural, y la separa de la fe. Y eso no puede hacerse sin grave perjuicio para el cristianismo. Que es lo que ha pasado en occidente.
Ǥ II
La esencia y la existencia.
Hemos dicho antes que concebimos el ente como un concreto, en el cual la esencia es como el sujeto, y el ser o existencia es como la forma que se recibe en este sujeto. Cuando definimos el ente en común id quod habet vel potest habere esse, el id quod habet vel potest habere, significa y representa la esencia, y el esse el acto de existir. De aquí se infiere que estos dos conceptos son los elementos primordiales del ente, considerado en toda su abstracción y universalidad, y que la realidad objetiva que les corresponde se encuentra en todas las cosas. Esto indica, por otra parte, la importancia científica de estos conceptos, que vamos a analizar con la brevedad que exige un compendio elemental.
1º La esencia, como concepto simple y transcendental por su naturaleza, no es susceptible de definición rigurosa, sino de aclaraciones basadas sobre relaciones y puntos de vista diversos que nuestro entendimiento concibe en ella. Así decimos, por ejemplo, que la esencia es «aquello mediante lo cual, o por razón de lo cual, una cosa es o se constituye tal ser y no otro»: id quo res constituitur in determinatio entis genere: id quo res est id quod est, et non aliud; como la humanidad o la esencia humana es aquello por medio de lo cual se constituye el hombre, como ser determinado y distinto de los otros seres: o en otros términos, es la razón interna, primitiva y necesaria del ser y realidad que posee el hombre, distinguiéndole y separándole de todos los otros seres.
Por parte de su relación con la existencia, la esencia [23] puede definirse: «aquella cosa cuyo acto es el ser o existir»: id cujus actus est esse. Con relación a nuestro entendimiento: id sine quo res intelligi nequit; y también: id quo respondetur ad quaestionem quid est, aquello con que respondemos a la cuestión, ¿qué es tal o tal cosa? Con relación a los predicados, propiedades y accidentes que se le pueden atribuir: «aquello que es y se concibe como lo primario en la cosa y como raíz o razón suficiente de los demás predicados»: id quod est aut concipitur primum in re, et est radix caeterorum quae rei conveniunt.
2º Cuando definimos, no la esencia en general, sino las esencias determinadas de los seres, si las partes expresadas por la definición son partes lógicas que no se distinguen realmente prout existunt in re definita, la esencia definida se llama metafísica, como cuando se dice que la esencia del hombre consta de animalidad y racionalidad. Si por el contrario, la explicación y designación de la esencia se verifica por medio de partes físicas, es decir, que sean distintas realmente entre sí, según existen a parte rei en la cosa definida, como sucede cuando decimos que la esencia o naturaleza humana consta de alma racional y cuerpo, entonces la esencia definida se dice física.
Sin embargo, estas dos denominaciones, en la actualidad, se aplican más bien a significar y expresar los dos modos con que concebir podemos las esencias de las cosas. La esencia de una cosa, concebida o considerada con abstracción de su existencia actual, es la esencia metafísica: la misma esencia, considerada como existente o ejerciendo el acto de existir, es lo que ordinariamente se llama hoy esencia física, y en este sentido tomaremos aquí estas palabras.
3º En toda esencia nuestro entendimiento distingue y concibe, además de las determinaciones esenciales, otras secundarias que corresponden a realidades o aspectos de la realidad, las cuales, aunque no entran en el concepto de la esencia de la cosa, tienen íntima y necesaria conexión con la misma, y por esta razón son apellidadas propiedades, atributos, y con alguna frecuencia entre los antiguos, pasiones de la [24] esencia. Algunos llaman física a la esencia, en cuanto acompañada y perfeccionada por estas propiedades y también por las modificaciones puramente accidentales; reservando la denominación de metafísica para los conceptos o determinaciones pura y rigurosamente esenciales.
4º Estas propiedades y accidentes, junto con las acciones y manifestaciones sensibles a que dan origen, sirven de medio al entendimiento humano para llegar al conocimiento más o menos completo de las esencias de las cosas. Por lo mismo que no tenemos intuición ni percepción inmediata de estas esencias, es muy reducido el número de las que conocemos de una manera exacta y completa. Por otra razón dice también santo Tomás, que nos vemos obligados a designar las diferencias esenciales por medio de nombres que expresan las diferencias accidentales; pues las verdaderas diferencias esenciales de las cosas nos son con frecuencia desconocidas, y por lo mismo no tenemos nombres propios para expresarlas. Esto, sin embargo, no habla con los panteístas, y en especial con los hegelianos, que tienen el privilegio de la intuición transcendental, por medio de la cual conocen todas las esencias, y poseen la verdad absoluta, y crean o ponen la ciencia universal.
5º Toda vez que la esencia metafísica de una cosa prescinde de la existencia actual, y sólo incluye el conjunto de los predicados o determinaciones primitivas que constituyen el ser íntimo de la cosa y la distinguen de los demás seres, es preciso admitir que las esencias metafísicas de las cosas son inmutables absolutamente. Así es que cualquiera mutación que se suponga en ellas destruye su concepto. Si de la esencia del hombre quitamos la animalidad, o la racionalidad, o la sustancia, ya no será esencia del hombre, sino otra cosa. Por eso santo Tomás compara las esencias a los números, en los cuales la adición o sustracción de la unidad basta para cambiar la especie (1). [25]
El "mérito" de Ockham, compartido en cierta forma por el Beato Scoto, fue introducir la erradísima idea de que la mente humana es incapaz de llegar al conocimiento de los universales -o naturaleza de las cosas, o esencias - a partir del conocimiento sensible de las cosas particulares.
Eso es un embuste, es una trampa burda. Es una falsedad.
Porque llegar a afirmar tal cosa implica hacer un juicio sobre la naturaleza de, al menos, una cosa: la capacidad de conocer de la mente humana.
Dar credibilidad a esa sentencia exige reconocer la capacidad humana del conocimiento de los universales, porque si no, esa idea -que versa justamente sobre universales- carece de sentido.
Pero dar credibilidad a una sentencia universal que niega los universales, es cosa propia de dementes, de enajenados.
Como muy bien dices, Alonso, éste fue propiamente un TUMOR, el cual se instaló en la alta edad media de manera casi desapercibida, esquivando hábilmente todas las condenas de la Iglesia. Tanto es así, que uno de sus impulsores ha sido beatificado recientemente...
Las numerosas metástasis que ha tenido ese tumor (multitud de "ismos" filosóficos, religiosos, políticos y hasta económicos) dejan bien a las claras que se trataba de un tumor maligno, que destruyó una buena parte del cuerpo visible de la Iglesia (protestantismo) y afectó seriamente la doctrina que explica su razón de ser (modernismo).
Todos los "ismos" nominalistas - ideologías o herejías -
parten de creerse, de una manera absolutamente irracional, el postulado fundacional del Ockham. Pivotan alrededor de él. No tiene nada de extraño, pues, que los sistemas de cualquier orden que se construyan sobre tal presupuesto irracional, terminen volviéndose contra la razón misma.
Yo casi me animaría a decir que es de cajón.
Pero hay más, y de mayor importancia para los creyentes: el lenguaje que Dios emplea en su Revelación, ¿presupone o no presupone la capacidad humana de conocer los universales?
¡Sí la presupone, por supuesto!
Dios, que nos ha creado, nos habla de tal manera que exige de nosotros la capacidad de conocer la naturaleza de las cosas para poder mínimamente entender qué es lo que nos quiere decir.
De lo que se deduce que el nominalismo es un absurdo no solamente lógico, sino también y especialmente, un absurdo teológico.
Que eso se haya colado en al Iglesia y circule exhibiendo carnet de católico, es una "hazaña" que sólo se entiende si reconocemos en ella el padrinazgo de Satanás.
Pero tranquilos, que Juan Manuel viene a decirnos que hay que "desdramatizar"...
¡Ay!
me ha gustado mucho cómo lo ha expresado:
El "mérito" de Ockham, compartido en cierta forma por el Beato Scoto, fue introducir la erradísima idea de que la mente humana es incapaz de llegar al conocimiento de los universales -o naturaleza de las cosas, o esencias - a partir del conocimiento sensible de las cosas particulares.
Eso es un embuste, es una trampa burda. Es una falsedad.
Porque llegar a afirmar tal cosa implica hacer un juicio sobre la naturaleza de, al menos, una cosa: la capacidad de conocer de la mente humana.
Especialmente acertada es esta observación suya:
«el lenguaje que Dios emplea en su Revelación, ¿presupone o no presupone la capacidad humana de conocer los universales?
¡Sí la presupone, por supuesto!
Dios, que nos ha creado, nos habla de tal manera que exige de nosotros la capacidad de conocer la naturaleza de las cosas para poder mínimamente entender qué es lo que nos quiere decir.»
Pero hay otras que me cuestan, por ejemplo: ¿cómo se enlazan el nominalismo y el voluntarismo pelagiano? Sé que tienen una relación causal, pero no la percibo.
Sé que si a la razón se le quita su fundamento metafísico, o sea al conocimiento de las esencias o naturalezas, deviene inútil. "Prostituta", le llamaba Lutero a esa razón mutilada y descafeinada. De allí al fideísmo hay un paso. Eso lo entiendo, hasta ahí llego.
Lo que no veo es cómo y porqué aparece el voluntarismo, supuestamente como consecuencia de esos errores nominalistas.
creo que has estado brillante en este parrafo de tu comentario anterior:
«el lenguaje que Dios emplea en su Revelación, ¿presupone o no presupone la capacidad humana de conocer los universales?
¡Sí la presupone, por supuesto!
Dios, que nos ha creado, nos habla de tal manera que exige de nosotros la capacidad de conocer la naturaleza de las cosas para poder mínimamente entender qué es lo que nos quiere decir.»
Realmente, el lenguaje de los universales, el lenguaje de la naturaleza de las criaturas creadas por Dios, es el lenguaje con que el Creador se comunica con nosotros, es el lenguaje de la realidad misma, el lenguaje que participamos mediante la razón. Sin él, tenemos serios problemas para entender a Dios, tanto como Creador, como Redentor de esa naturaleza cuyo orden universal y eterno, e inmutable, llevamos escrito dentro.
Y es que en nuestro interior llevamos escrita la sabiduría de Dios, y la participamos, podría decirse, mediante el lenguaje de los universales. Mediante la razón, que no está separada del ser, ni mucho menos.
El nominalismo desmonta el lenguaje que tenemos para hablar de la naturaleza común de las criaturas. Una vez que falta ese lenguaje, caemos en la sospecha nihilista: nada hay que nos una, nada esencial que nos haga ser, objetiva y universalmente. Luego entonces sólo queda lo que cada cual quiera ser, en su mismidad, en su individualidad, en su particularidad. Y aquí empieza el voluntarismo. Todo, asumido que no existe naturalezas comunes, depende de lo que cada cual quiera ser. Es lo que el nominalismo llama potencia absoluta. La voluntad, y solo la voluntad, determina lo bueno y lo malo. Es la imagen de Dios que aprendió Lutero. Un dios que es voluntad absoluta, tanto de mal como de bien, un dios que no instaura un orden, sino que su sola voluntad, sea buena o mala, es el orden. Lo que Dios quiere es lo bueno, sea bueno o malo. Si Dios quisiera el mal, el mal sería bueno. esta es la potencia absoluta y la esencia del nominalismo. El lenguaje por el cual comenzamos a incomprender a Dios.
En fin, prometo hablar más sobre tan apasionante tema.
Los problemas que tiene el nominalismo para el conocimiento de Dios son EXACTAMENTE LOS MISMOS que tiene para el conocimiento de cualquier otro ser individual externo a su conciencia. De hecho, ¿cómo sabe el nominalista que existen los seres individuales externos a la propia conciencia?
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A.G.:
En efecto, Tulkas. Si la razón no puede definir las cosas por su esencia, no puede conocer las cosas en lo que son. Si la razón no sabe qué es algo, qué le hace ser eso y no otra cosa, cae en el agnosticismo radical. Es decir, en el nominalismo.
Deje las predigistaciones verbales. Lo que el nominalismo niega no es que no conozcamos lo universal, sino que lo universal no tiene existencia fuera de la mente humana. Occam se hubiera reído de lo lindo de tu comentario y te hubiera respondido: "¡Ricardo! Si lo que yo digo es que justamente, no se puede conocer otra cosa". Porque la ciencia humana trata de las "intenciones", no de las cosas, las cosas en todo caso, son parámetro con el cual comparamos nuestros contenidos intencionales. Le repito de nuevo, lo que el nominalismo niega es que haya tales esencias, su juego de lenguaje de "niega con que podamos conocer lo universal con un presupuesto universal" es por tanto, falsa. Y no trate de jugar a reducir el "los universales no existen fuera de la mente" a "lo hace con un presupuesto universal" porque no tienen que ver, porque justamente no se está fundando en nada universal fuera de las palabras. Si lo único que hay son seres individuales y únicos, lo que hace el lenguaje es englobarlos a partir de similitudes (que, si querés, podés admitir como únicas e individuales, reunidas a su vez por el lenguaje según similitudes: así, no hay rojo, sino infinitas tonalidades distintas de color, y así con respecto con cada cosa que digas. Porque lo que estamos discutiendo son las palabras, los contenidos intencionales, no las cosas).
Occam es un pilar de la filosofìa occidental, y deberíamos estar orgullosos de contarlo entre nuestras filas, pues su pensamiento no podría salir sin el presupuesto de la doctrina católica (puntualmente, de la creatio ex nihilo, paradigma que escapa a la filosofía antigua y que ignora la filosofía moderna).
El nominalismo tiene otros problemas, y se ven mucho más a la luz de las matemáticas o de la lógica contemporánea. Yo soy, repito, realista.
Y con respecto a Alonso, trataré de responderle mañana. No sé a qué se refiere con "negar la posibilidad de la metafísica", parece un comentario kantiano. En lo personal, reafirmo lo que dije: para el pensamiento medieval la esencia de las cosas nos es desconocida (o, si quieren, nos es parcialmente conocida), y cité dos textos (entre otros que podría traer) de Tomás al respecto. La clave está en la creatio ex nihilo... los antiguos lo desconocían y los modernos prefieren ignorarlo, y por eso tienden a igual ser con pensamiento, y por eso a ellos sí les compete el "conocer la esencia de las cosas" (presuntamente...). Kant y Hegel, en especial el último... ¡hay que hacer malabares para catalogarlos como nominalistas!
Saludos.
La conexión del nominalismo en general con el idealismo en general es palmaria. Están conectados en muchos puntos, en especial, en el voluntarismo.
Juan Fernando Sellés, por ejemplo, ha estudiado estas conexiones internas en un excelente estudio, llamado "La sombra de Ockham es alargada".
Le cito:
Ockham y Kant:
«III. Ockham en la ilustración y en el idealismo
Si tomamos en cuenta las claves de la filosofía de Kant, el mejor representante de la Ilustración, notamos que para este pensador el método filosófico mejor es la intuición. Pero Kant no admite más intuición que la sensible. Ahora bien, como considera que la sensibilidad es pasiva, ésta no alcanza a conocer la realidad tal cual ella es, sino tal cual se manifiesta a la sensibilidad. Con eso el agnosticismo queda asegurado. Ambas filosofías –kantiana y ockhamista– son también equiparables en cuanto al método, porque ambos autores dotan a las ideas del mismo estatuto y ambos les niegan la intencionalidad. Por otra parte, tan claro como que Ockham subordina la inteligencia a la voluntad, es que Kant subordina la razón pura a la práctica y ésta a la voluntad. Admite, además, que la voluntad es autónoma e independiente; única fuente de la moralidad. Que esa tesis es ockhamista, es palmario. Por eso se puede hablar en ambos autores de voluntarismo; de un voluntarismo, además, muy semejante, pues la nota clave de la voluntad es para Ockham la espontaneidad, y es claro que esa noción está presente en Kant. Atendamos ahora a los temas principales: si las ideas –según ambos pensadores– no remiten a la realidad, es obvio que la existencia no será más que la posición empírica de una cosa pensada. Además, tanto en Ockham como en Kant lo único real extramental que se puede conocer es lo singular sensible. El resto de realidades quedan, pues, para ambos autores relegados al ámbito de la sola fides (fiducialmente entendida en ambos casos). En este punto tan claro como que Kant depende de Lutero es que éste depende de Ockham
Okham y Hegel:
«Atendamos brevemente a Hegel, e indaguemos si este adalid del idealismo también depende de la filosofía ockamista. Si desde Ockham se admite que lo pensado no es intencional respecto de lo real, y frente al Venerabilis Inceptor se declara que importa más la verdad de lo pensado que la índole de lo real empírico, se intenta alcanzar un sistema veritativo completo. En este sentido Hegel continúa a Espinosa y a Leibniz. En efecto, si para Ockham lo singular se corresponde únicamente con la intuición, y la intuición también es singular(un hecho psíquico), real por tanto, ésta no es intencional. De ello deriva que la intuición supone por la realidad singular,o sea, que no remite a ella y que con la intuición no conocemos la índole de lo real. Hegel, lejos de conformarse con esta interpretación depauperada de la verdad, intenta alcanzar la verdad completa. Pero para llegar a ese resultado arbitra –como es sabido– un método infatigable: la dialéctica. Ahora bien, a ésta le es inherente el movimiento de
la voluntad, pues sin ella no se entiende ni el inicial desencadenamiento de ese movimiento, ni tampoco la pertinaz marcha del espíritu hasta llegar al resultado. En rigor, la interpretación dinámica de la operación de negar hegeliana es, paradójicamente, voluntarista. En efecto, «en La ciencia de la lógica, Hegel invierte el planteamiento de Schelling. El núcleo de la razón es voluntario». Por otra parte, en cuanto al tema, también Hegel depende de Ockham. En efecto, en la interpretación del ser, Hegel se enfrenta a Ockham usando sus mismas armas, pues afirma que si las cosas no cumplen el modo de ser de las ideas: ¡peor para las cosas!. En suma, «la solución idealista del problema de los universales es la antítesis del nominalismo en su mismo plano. Salvar la verdad a toda costa no significa que el ser es verdadero, sino que la verdad no necesita del ser». En cambio, para Ockham no interesa tanto la verdad como la realidad empírica (que no el ser), pero –de modo similar a Hegel– no considera a ésta como verdadera.
«Mientras que para el nominalismo, no sólo todo lo que existe es individual, sino que además todas las características de lo existente son individuales de suyo, sin necesidad de un factor individuante realmente distinto del individuo mismo. Las “semejanzas”, por tanto, entre los diversos individuos, en la medida en que significan algo común a ellos, son pura obra de nuestra mente.
Para el realismo, al menos, para el realismo moderado, la mente tiene la capacidad de abstraer las notas o características separándolas del elemento individuante en cuestión, y así, contemplarlas solamente según aquello que les corresponde “per se”, por ellas mismas, que no incluye la individualidad como tal.
Eso común, que la mente contempla en estado abstracto, no es una pura invención de la mente misma. Son características reales de las cosas, sólo que por el estado de abstracción en que se encuentran, no hacen referencia a ninguna cosa individual en particular, sino en general a todas aquellas en las que dichas características se realizan.
Y pueden realizarse en todas ellas, precisamente porque de suyo no incluyen individualidad alguna, porque la individualidad les viene, en cada individuo, de un factor individuante realmente distinto del individuo en cuestión, del modo en que se ha dicho.
O sea, que mientras que para el nominalismo todo es individual de suyo, para el realismo todo es individual, pero no necesariamente de suyo. En la realidad no existen cosas universales, pero sólo gracias a que la naturaleza misma de algunas cosas exige que junto con la esencia, de suyo común a todos los individuos de la especie, exista siempre el principio de individuación: la materia en el tomismo, la “haecceitas”, en el escotismo.
En el nominalismo no hay esencias, sólo hay individuos. En el realismo, sólo existen los individuos, pero tienen esencias, y esas esencias sólo existen individualizadas cada vez, pero no por sí mismas, sino por el principio de individuación.
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Lo universal, por tanto, en el realismo, no es un mero resultado fáctico y contingente de nuestra experiencia, un promedio accidental dependiente de la experiencia variable de cada uno, como es en el nominalismo, sino algo que tiene unidad en sí y por sí mismo, con anterioridad a la intervención de nuestra mente.
Negativamente, entonces, esas unidades inteligibles carecen de la contingencia propia de todo origen puramente empírico, ya que son anteriores e independientes respecto del trabajo de nuestra mente a partir de los datos sensibles. Positivamente, vemos que son necesarias, simplemente porque intuimos la necesidad absoluta de determinados nexos, empezando por el que toda cosa tiene consigo misma, expresado en el principio de no contradicción.
La universalidad deriva precisamente de esa unidad inteligible y necesaria que es independiente de nuestra mente, porque entonces tiene sentido el razonamiento que dice que obviamente, ninguna de las realizaciones individuales de esa unidad va a escapar a esa unidad misma.
Las esencias son universales, lo son “de derecho”, simplemente porque por definición configuran la naturaleza de todos los individuos en los que se realizan.
Esto no es una mera tautología, porque supone lo anterior, es decir, que estamos hablando de unidades inteligibles independientes de nuestra mente, y hablamos de los individuos dados en la experiencia como realizaciones necesariamente individuales de alguna de esas unidades inteligibles: hombres, perros, caballos, árboles, estrellas, etc.
La necesidad de las esencias es el fundamento de la universalidad: lo que no puede no ser lo que es, no puede no serlo en ningún caso.»
«La filosofía moderna, por su parte, desde su base nominalista, no ha podido conciliar los extremos de ese modo, y entonces, lo ha querido de hacer de otro modo distinto, ésa fue la obra de Kant.
Kant parte de la base nominalista según la cual lo universal y necesario no está dado en la experiencia sensible de ningún modo y no puede proceder por tanto de ella. Pero quiere sintetizar el racionalismo y el empirismo, y para ello, les da la razón a ambos: en nuestro conocimiento existe lo universal y necesario (racionalismo); todo nuestro conocimiento procede de la experiencia (empirismo).
¿Y entonces cómo? Porque lo universal y necesario, dice Kant, es puesto en la experiencia por nuestro entendimiento.
Éste es el “giro copernicano” de Kant. No es el objeto conocido el que determina al sujeto cognoscente, como ha sido hasta él en toda la filosofía occidental, sino el sujeto el que determina al objeto.
Lo universal y necesario no procede de la experiencia, de donde no puede proceder, según el nominalismo. Es puesto en la experiencia por nuestra mente, y sólo así llegamos a la ciencia propiamente dicha. Pero la experiencia sigue siendo la fuente de todo conocimiento, como dice el empirismo, porque el elemento universal y necesario que hay en nuestra mente es una pura “forma vacía”, que sólo adquiere “contenido” gracias al material empírico.
En frase de Kant: “conceptos sin intuiciones son vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegas”, donde “intuición” quiere decir la intuición sensible, única que Kant admite, y “concepto”, la forma “a priori”, de suyo vacía, que nuestra mente impone a la experiencia.
Las formas “a priori” del sujeto imponen orden y regularidad en el caos empírico, elevándolo a la categoría de ciencia, por su parte, ese material empírico da contenido a esas formas “a priori” que sin él serían puros casilleros vacíos.
Kant entiende que de este modo salva la universalidad y necesidad de la ciencia newtoniana, amenazada por el relativismo empirista, sin recurrir a principios metafísicos que cree vedados para él luego de que se ha dejado convencer por la crítica empirista de Hume a la Metafísica.
En realidad, la raíz está en el planteo nominalista que Kant tiene en común tanto con Descartes como con Hume.»
Si no existe un ORDEN creado por Dios que nosotros, sus creaturas, podamos conocer, entonces mi voluntad es ley.
¡Ahí es donde se ve cómo el nominalismo lleva al voluntarismo!
Si mal no he entendido, desde que Ockham había postulado la inexistencia de las esencias - lo que implica la inexistencia de un Orden Natural creado directamente por Dios-, en el campo nominalista se estaba echando en falta una fundamentación filosófica que explicara de dónde surgía lo universal y necesario. Que no se podía negar sin caer en el absurdo, pues es imposible articular un discurso sin referirse a conceptos universales.
Le tocó a Kant a llenar ese vacío: a lo universal y necesario no lo aportaría Dios mediante un Orden en la naturaleza de las cosas (cosa que descartaban absolutamente y a priori), sino... ¡el hombre!, ¿qué tal?
¿Y como haríamos nosotros para aportar lo universal y necesario a fin de ordenar el caos de las experiencias sensibles que vamos recibiendo cotidianamente?
Kant se inventa al efecto lo que él llama las "formas a priori", unos casilleros vacíos provistos de fábrica, en los cuales nuestra mente iría almacenando y ordenando, por semejanzas, los datos que le vienen de la percepción sensible.
Según esta tan imaginativa tesis, a la naturaleza no la ordena Dios sino el hombre. O mejor dicho el "Hombre" con mayúsculas, que ocuparía así el lugar que la tradición siempre le había reservado a Dios.
Antropocentrismo puro y duro, sin duda. Con otras connotaciones filosóficas, como el voluntarismo mencionado en comentarios anteriores.
Y también connotaciones morales (soberbia) y hasta teológicas, pues nos retrotrae el pecado de nuestros Primeros Padres en el Paraíso: querer ser como dioses, dueños del bien y del mal.
Una cosa que me ha llamado poderosamente la atención es la persistencia del nominalismo, con una incidencia creciente desde la lejana alta Edad Media hasta nuestros días, cuando se ha colado en todas las esferas, habiendo logrado llevar a un mínimo histórico a la influencia social de la Iglesia.
¿Qué motor lo ha impulsado con tanta perseverancia?
Yo me atrevo a postular que detrás del nominalismo y sus doctrinas derivadas, está el interés de los tiranos y de los ricos. Los cuales siempre vieron en la Iglesia un obstáculo a sus ambiciones. Porque el Orden NAtural que enseña y defiende la Iglesia tiene imperativos morales que los limitan severamente.
Según tengo entendido, los filósofos, ideólogos y herejes ligados al nominalismo tuvieron poderosos mecenas en vida, así como poderosos divulgadores de sus obras, algunos en vida, otros ya muertos.
Por ahí vamos entendiendo mejor cómo cuestiones que se presentan con ropajes académicos o teológicos, esconden tras de sí un trasfondo sumamente pedestre.
Para santo Tomás el universo puede ser eterno o creado, la Creación es de Fe. Para los idealistas el universo puede o no existir, la Realidad es de Fe.
«Por otra parte, es preciso reconocer que el vigor, la solidez, la fecundidad y el espíritu propio de la Filosofía escolástica padecieron grande eclipse durante los siglos XIV y XV, gracias a la escuela de Occam y al predominio que sus doctrinas, sus tendencias y sus doctores adquirieron en las escuelas, especialmente en [422] el siglo XV. Así es que desde este punto de vista, también puede decirse que la Filosofía escolástica concluyó en dicho siglo, viéndose atacada exteriormente por los partidarios y admiradores del Renacimiento, y minada a la vez sordamente en su interior por los representantes de la escuela escéptico-nominalista de Occam. El predominio que esta escuela adquirió por aquel tiempo fue por demás funesto a la religión y a la Filosofía. En religión, preparó el terreno al protestantismo, y fue el pedagogo de Lutero, el cual, como hemos visto arriba, se formó en la escuela de Occam y adoptó sus principios teológicos. En Filosofía, contribuyó eficazmente al descrédito de la antigua y fecunda Filosofía escolástica, y a su desaparición de las universidades y escuelas públicas, preparando el campo de esta suerte, y facilitando la entrada a la Filosofía pagana y racionalista, iniciada por el Renacimiento, la cual, si no llegó a apoderarse completamente de los espíritus y reinar sin obstáculos en los siguientes siglos, fue porque el cardenal Cayetano y los teólogos del siglo XVI se encargaron de restaurar la Filosofía escolástica, representada por los grandes filósofos y escritores del siglo XIII, y principalmente por Santo Tomás, antítesis la más perfecta de la escuela occamista.»
Si no se entiende que el Idealismo (culmen que es del Nominalismo) representa la oposición más enconada, frontal y fontal al Orden Natural y por ende a Dios, su creador, es que no se entiende nada.
Y si hablamos de oposición absoluta a Dios, entonces estamos hablando de su Enemigo.
Por todo lo cual -mal que les pese a los idealistas que presumen de meros "filósofos"- ya hemos entrado con armas y bagajes en el campo de la religión.
En el caso de los idealistas se trata de la Religión del Hombre, cuya mente sostiene la realidad y cuya voluntad es la que decide el Bien y el Mal.
"Yo creo en el hombre", ¿te suena?
La apostasía de Europa es un mal permitido por Dios quién sabe si para purgar ese empacho de pseudodivinidad voluntarista.
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A.G..
La apostasía de Europa es un mal permitido por Dios quién sabe si para purgar ese empacho de pseudodivinidad voluntarista.
Gran frase. Coincido.
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Tulkas, de acuerdo siempre y cuando coincidas en que no se trata del Dios único existente, uno y trino, sino de un dios inventado según la conveniencia de los poderosos de turno.
Y sí, hacer pasar a ese dios inventado por el Dios verdadero, para hacer creíble lo que a mí me conviene que los demás crean, es un terrible pecado que clama al Cielo.
La apologética antiprotestante más sólida que conozco en la actualidad procede del ateísmo católico. Véase "Protestantismo y democracia" de Atilana Guerrero Sánchez.
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A.G.:
Con del ateísmo catolico te refieres a Gustovo Bueno y su materialismo filosófico? Coincido con que es autor inteligente que tiene buenas cosas, como su crítica a las teorías protestantes. Pero con eso del ateísmo católico me deja Gustavo Bueno perplejo. jeje ¿cómo es posible un ateísmo católico?
Es, dentro de todo, una cita suave. En otros lados, directamente niega "quamuis earum differentie proprie nobis occulte sint (habla de las sustancias separadas) [...] In rebus enim sensilibus etiam ipse differentie essentiales ignote sunt" (De ente et essentia, V, 42).
La esencia de las cosas nos es problemática. Conocemos, no la esencia de las cosas, sino la especie inteligible que abstraemos de ellas. Estoy diciendo mal: entendemos las cosas, no mediante su esencia, sino por medio de la especie inteligible. Claro, el intelecto agente "actualiza" la inteligibilidad potencial de las cosas, forma la especie inteligible que recibe el intelecto posible: es por esto que en Tomás, al contrario de Occam, la ciencia versa, no sobre los contenidos intencionales, sino sobre las cosas, encontramos allí porqué Néstor dice que los universales son tales por derecho.
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A.G.:
Juan Manuel, ese pasaje no se refiere a la supuesta incapacidad de la razón para conocer de alguna manera lo universal; interpreta ud mal a Santo Tomás. Santo Tomás niega, contra el racionalismo, que el entendimiento humano autónomamente pueda captar a la total perfección la naturaleza, no ya de un insecto, sino de cualquier ser creado. Pero que la razón no sea perfecta ni todopoderosa no implica que sea una nulidad, sino que es débil, y para eso necesita la fe. El conocimiento de las esencias no es total ni absoluto, pero aun en su limitación es capaz de conocer en parte. Santo Tomás en definitiva enseña que la razón es limitada, pero capaz de captar esencias, aun de forma limitada, y que por esta endeblez necesita de la fe, del dato revelado.
Lo que santo Tomás niega, además,es que las esencias tengan existencia separada, como afirma el realismo extremo, es decir, niega el platonismo. Con ello, sin embargo, no enseña que la naturaleza de las cosas no pueda de alguna manera conocerse ni exista en nuestra razón. Es una posición intermedia, conocida como realismo moderado.
Sin embargo, entre Aristóteles y los medievales, pesa la Revelación. SI hay un Dios creador y el mundo no es eterno, no es posible identificar acto y forma, pues, a la forma hay que pensarle todavía un acto (que no puede ser forma a la vez) que lo lleve de la nada a la creación. Esta es la distinción típica entre esencia y existencia, que atraviesa a todos los pensadores cristianos y que está a la base de la genial doctrina del ser en Tomás de Aquino. Como al interior de la forma hay un acto, un resto que no se deja “formalizar” en la proposición “S = P”, pues no es posible que el sujeto quede completamente expresado en el predicado.
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A.G.:
Santo Tomás no niega que podemos alcanzar conocimiento de la naturaleza de las cosas. No niega los universales, ni la posibilidad de conocerlos, aun de forma limitada, como corresponde a nuestra condición de criaturas.
Vemos así que proceden tanto el occamismo como el tomismo de la misma familia y problemática. No son antitéticos, esas son visiones más o menos ideologizadas que quieren hacernos creer al margen de las investigaciones históricas que hubo algo así como una época de oro terrenal en la cual se sintetizo el pensamiento.
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A.G.:
Claro que son contrarios el occamismo y el tomismo.
5. A Ricardo que habla de los mecenas del nominalismo, le tiro el dato de que en las disputas entre conciliaristas y los “papistas” (por llamar así a los que creían en la primacía del Papa), los nominalistas eran los buenos que sostuvieron la doctrina católica.
6. Entre Kant y el nominalismo hay más bien, parecidos de familia. Sin duda Kant bebe de Hume el cual bebe del nominalismo sin lugar a dudas. Ahora, hay que forzar demasiado para hacer de Hegel un nominalista: el quid del nominalismo es que los universales no tienen realidad, el punto del idealismo es que los singulares son momentos del universal, que propiamente hablando, solo lo universal tiene realidad.
8. Menos “O.P.”; más Gilson, Maritain, Ascombe, Geach, Suárez y Copleston. Pero mejor, menos comentaristas y más fuentes: Tomás de Aquino es sencillo y claro.
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A.G..
Juan Manuel, saca ud conclusiones demasiado precipitadas, y lleva al extremo sus tesis.
Las citas de santo Tomás que ud ha traído no exponen las ideas que ud mismo está tratando de expresar. En primer lugar, está muy claro que la Escolástica tradicional sí enseña la posibilidad de conocer naturalezas. Y santo Tomás obviamente también. Las citas que ha traído no exponen que Santo Tomás niegue el conocimiento metafísico. Tratan, simplemente, de la debilidad creatural de la razón y de su necesidad de armonizar con el dato revelado. Y de la forma del conocer humano, que no es directo tal como en Dios, sino por participación, analógico, figurativo, etc.
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A.G.
Feliz y Santa Pascua, Ricardo.
le copio de la crítica a Ockham del P. Ceferino González O.P.:
En resumen y en realidad, el discípulo de Escoto produjo una gran desviación en la Filosofía escolástica, comunicándole una dirección menos sobria, y, sobre todo, menos cristiana que la que antes tenía. La Filosofía del franciscano inglés representa y entraña, no solamente la degeneración y el falseamiento de la Filosofía escolástica, sino el origen primero, los antecedentes lógicos más o menos latentes de la moderna Filosofía anticristiana, considerada en sus tendencias crítico-escépticas, en sus conclusiones positivistas y ateístas, en su moral utilitaria y variable, en su psicología materialista, en su política secularizadora y cesarista, y hasta en su elemento revolucionario y en su levadura anárquica.
Porque la verdad es que cuando Occam decía y proclamaba en alta voz que era, no solamente lícito, sino obligatorio, resistir y oponerse a las disposiciones y mandatos del Sumo Pontífice; cuando sometía el juicio de éste al juicio de sus inferiores; cuando afirmaba que todos los fieles, ora fuesen príncipes o súbditos, ricos o pobres, simples sabios o prelados, podían y debían erigirse en jueces del Papa y de sus errores, y oponerse y resistir con todas sus fuerzas y por todos los medios, no hacía más que proclamar el principio de insurrección, la tesis revolucionaria y anárquica. Mientras que esta doctrina contra el Papa sirvió para menoscabar su autoridad y sus derechos, los reyes y magistrados, los magnates, los legistas y los políticos la aplaudieron con ambas manos y la llevaron a la práctica. Arrastrados por el orgullo, la ambición de mando, la codicia y la soberbia, no pudieron o no quisieron comprender, no acertaron a prever que sus aplausos y sus empresas contra la autoridad del Papa eran aplausos y empresas contra su propia autoridad y contra toda potestad social. En su imbecilidad e imprevisión, no [380] comprendieron que el grito de guerra lanzado contra el Papa por el cortesano de Luis de Baviera, era a la vez el grito de guerra lanzado contra los reyes. Que si los fieles cristianos tienen derecho para juzgar al Vicario de Jesucristo y rebelarse contra él, con mayor razón podrán los pueblos juzgar a los reyes y rebelarse contra ellos, y quedar rotos los lazos que constituyen y afirman el orden social. En el fondo de la doctrina de Occam sobre esta materia, palpita y resuena la voz de Proudhon, proclamando la anarquía universal: a la palabra del antiguo enemigo de la potestad pontificia, responde como eco y corolario legítimo, aunque lejano, la del autor de las Contradicciones económicas cuando escribe: Je suis anarchiste.
le resumo la tesis cierta de la cual se ha de partir, tal y como ha sido definida por el magisterio de la Iglesia:
la razón natural humana puede alcanzar verdades ciertas acerca de Dios.
De aquí se desprende la posibilidad de alcanzar, aun limitadamente y con necesidad de dato revelado, verdades acerca del ser y de la jerarquía y orden de los seres.
Ni la escolástica ni por supuesto santo Tomás han negado nunca que el ser humano pueda alcanzar verdades acerca del orden creado por Dios y de la naturaleza de las criaturas, siquiera analógicamente, por participación, figurativamente, o como quiera que denominemos ese conocimiento cierto aunque limitado.
El nominalismo, en sus distintos representantes, mutaciones y grados, niega la existencia de naturalezas comunes, afirma la existencia sólo de individuos, y por extensión, niega que sea posible, por absurdo, un conocimiento de naturalezas comunes, por ser un mero juego de lenguaje, como diría Wittgenstein, o bien por sernos esas naturalezas sin dato empírico, si existieran, innaccesibles o extrañas a la razón (como afirma el positivismo o el empirismo) o sólo confinables al ámbito de la fe.
De las citas que ha traído de Santo Tomás no se deduce que santo Tomás niegue la posibilidad de definiciones esenciales, o de los preámbulos de la fe, conocidos por la razón. Por contra, es el nominalismo el que niega la posibilidad de los preámbulos de la fe y lo confina todo al conocimiento intuitivo o de la fe no dogmática.
Entre las cosas buenas es que es un materialista puro, por lo tanto nada de pseudoespiritualidades, y un ateo puro, nada de agnosticismo disfrazado de ateísmo tipo Dawkins y además su sistema del cierre categorial es una teoría del conocimiento seria que excluye el subjetivismo y el cientificismo de divulgación.
Un purgante, un lavado de estómago.
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A.G.:
Lo leeré, y ya le contaré.
«como una luz inmaterial, esclarece y actualiza lo inteligible contenido en potencia en las cosas sensibles (lect. 10), y lo imprime en nuestra inteligencia para que ésta lo capte por la primera aprehensión seguida del juicio y del razonamiento (lect. 11). Santo Tomás escudriña este misterio del conocimiento natural en su comentario del libro III del De anima, donde precisa (lect. 8) el objeto propio de la inteligencia humana: el ser inteligible de las cosas sensibles, en cuyo espejo conocemos las cosas espirituales: la propia alma y Dios.»
Y a continuación prosigue:
«Así como la inteligencia es esencialmente distinta de los sentidos, de la memoria sensitiva y de la imaginación, ya que alcanza lo necesario y lo universal»
«El objeto propio de la metafísica es el ser en cuanto ser de las cosas, y desde este punto de vista superior, considera numerosos problemas que la física ha considerado ya desde el punto de vista del devenir. Esta introducción concluye con una defensa, contra los sofistas, del valor real de la razón y en especial del primer principio de la razón y de la realidad: el principio de contradicción»
«(...) trata de la unidad y de la identidad, por lo mismo del principio de identidad (forma afirmativa del de contradicción) : "lo que es, es". "Todo ser es uno y el mismo." Este principio muestra la contingencia de todo lo que carece de identidad perfecta, y por lo tanto la contingencia de todo compuesto así como de todo movimiento.»
Las condiciones de vida de los seres humanos cambiaron en el Renacimiento.
La teología cristiana, es decir, la comprensión de la Revelación, no es algo que terminó en el siglo XIII con Santo Tomás o en el V con San Agustín.
Esa comprensión todavía continúa pues nuevos acontecimientos históricos nos interpelan, como así ocurrió en el siglo XIV.
Del mismo modo que el tomismo conlleva una cierta crítica al agustinismo, hay toda una serie de filosofías posteriores contra el aristotelismo tomista, que desde la física, pasando por la biología, recorriendo la matemática, la ética o la metafísica, señalan los errores de aquella síntesis cristiana, como se hizo siempre en el pasado con otras, incluida la filosofía cristiana, como bien demuestra Gilson, y como siempre habrá que hacer, pues la comprensión de la Revelación aún continúa.
Decir que el nominalismo o el humanismo fragmentaron la mente occidental es un error de perspectiva, pues aquella mente medieval había sido previamente fragmentada por los acontecimientos históricos de los siglos XIV y XV.
Nominalismo y humanismo son en primer lugar los albaceas testamentarios de la fragmentación del tomismo que no da respuestas al hombre moderno que vive el siglo XIV, el XV, y el XVI. Y en un segundo lugar - pero en un muy segundo lugar -, están todas aquellas críticas de aquellas nuevas filosofías, con sus aciertos, y sus propios errores, algunos mayores que los propios errores tomistas.
Que el nominalismo o el humanismo se hayan pasado de frenada criticando los errores y las insuficiencias del tomismo aristotélico no puede servir para desplazar el foco del problema, que era si aquella síntesis cristiana del siglo XIII del tomismo tenía que valer tal cual para el siglo XVI o el XXI.
Que el nominalismo y el humanismo tengan errores graves no puede servir para ocultar que el tomismo aristotélico también los tenía, y los sigue teniendo, todavía más acuciantes.
Insistir hoy con el tomismo es como hacerlo en el XIII con el agustinismo.
Del agustinismo al tomismo van 8 siglos. Los mismos que entre el tomismo y la fecha presente.
Ni podemos renunciar al agustinismo ni al tomismo, pero esperar que una síntesis cristiana del siglo V o del XIII vayan a salvarnos los muebles del incendio que se transmite por la Iglesia es de una ingenuidad total.
Ni Augustín ni Tomás son de especial importancia, más bien atacados, en la teología de la Iglesia Ortodoxa, y ahí siguen ellos los ortodoxos, a trancas y a barrancas, después de 2.000 años.
Allí ni hubo tomismo, ni agustinismo, ni nominalismo, ni humanismo, y la vida sigue igual.
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T_Paz, lo que afirmas es un error mayúsculo, mejor te asesoras.
Todos los papas del XX recomendaron a Santo Tomás y llamaron a su doctrina "Filosofía Perenne".
Sus a veces sorprendentes "salidas" y sus conclusiones (no siempre acertadas, por supuesto) implican haber captado las esencias de las cosas sobre las que discurren.
La crítica a Ockham del P. Ceferino González OP que has puesto arriba viene muy a cuento para recordar que cuando te topas con un sofista (y Ockham lo fue), antes de romperte la cabeza intentando refutarlo hay que preguntarse: "¿Quién le pagó?". Y ahí se aclara una buena parte del asunto, si no todo.
Porque desde siempre los sofistas fueron los mercenarios del pensamiento. Ya en la Grecia clásica ofrecían sus muy lucrativos servicios presentándose como capaces de demostrar cualquier cosa que el cliente les pidiese, aunque fuese la más ostensible falsedad.
A tal punto que los grandes pensadores Sócrates, Platón y Aristóteles se la pasaron batallando contra ellos, con diversa suerte: a Sócrates lo mataron, Platón zafó, y a Aristóteles casi le pasó lo mismo que a Sócrates pero se salvó porque se expatrió a tiempo a Macedonia.
No es que los sofistas fueran asesinos, pero los tiranos que les pagaban sus servicios sí lo eran, y no se andaban con chiquitas.
Ockham fue cagatintas de Luis IV de Baviera, enemigo a muerte del papado. Un tirano, como todos los que luego de él favorecieron a los sofistas nominalistas a fin de socavar las enseñanzas del Aquinate.
Las cuales enseñanzas tomistas dejaban en evidencia a los tiranos como lo que son: enemigos de Dios y del hombre, al punto que Santo Tomás justificó expresamente el tiranicidio cuando se daban determinadas condiciones.
Como para que lo amen los tiranos...
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A.G..
Se lo digo respetuosamente. Me violenta mucho que se hable de los Vicarios de Cristo sin la debida consideración, aun sabiendo que son humanos y muchos han tenido defectos, pecados graves etc. Pero en este blog no publico calificativos excesivos sobre los Papas. Se lo edito, con su permiso. Es por asepsia.
Las cuales enseñanzas tomistas dejaban en evidencia a los tiranos como lo que son: enemigos de Dios y del hombre, al punto que Santo Tomás justificó expresamente el tiranicidio cuando se daban determinadas condiciones.
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A.G..
Se lo digo respetuosamente. Me violenta mucho que se hable de los Vicarios de Cristo sin la debida consideración, aun sabiendo que son humanos y muchos han tenido defectos, pecados graves etc. Pero en este blog no publico calificativos excesivos sobre los Papas. Se lo edito, con su permiso. Es por asepsia.
Y como Santo Tomás habló del tiranicicio, Ockham escribió un libro llamado Sobre el gobierno tiránico del Papa, publicado en España en tecnos, por ejemplo, y de lectura muy recomendable.
Los escolásticos escribían sobre lo que otros escolásticos habían escrito previamente. De ahí que Ockham construyera sobre Tomás.
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A.G.:
Debe profundizar más en el asunto, se lo digo amistosamente. Santo Tomás es la ANTÍTESIS de Ockham.
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