(166) En el laberinto progresista: el modernismo como Minotauro
—¿Va ud. a hablar ahora del modernismo?
—Claro, es que si hablo del progresismo tengo que hablar del modernismo.
—No entiendo. ¿Cuál es su tesis?
—Mi tesis es que el progresismo eclesial, aun en sus dos vertientes, no es más que la forma posmoderna del modernismo.
—¡Toma ya! ¿No le parece un poco desfasado hablar, todavía, de modernismo, en plena posmodernidad? Hay evangelizadores que afirman lo contrario que ud.: que el catolicismo sigue empeñado anacrónicamente en una lucha contra el modernismo, sin entender que cambiaron las coordenadas, y que estamos inmersos en otra época: la muy líquida y delicuescente posmodernidad. Dicen que el modernismo pasó.
—El modernismo no ha caducado, ni para la mente occidental en general, ni para la mente católica en particular. No ha pasado porque está inmersa en su laberinto, que se confunde con la cultura posmoderna. El progresismo es el laberinto con que el modernismo mantiene extraviadas muchas mentes católicas actuales.
—Entonces, según eso, el modernismo es el señor del laberinto, su Minotauro.
—Es lo que pienso.
—¿Y quién será Teseo?
—El catolicismo autentico, bíblico-tradicional, sacramental, con buena doctrina de la gracia, con buena metafísica, con buena doctrina, sacral, adorador, venerador dúlico e hiperdulico.
I.- UN MINOTAURO CAMBIANTE, PROTEICO Y MULTIFORME
—Descríbame al Minotauro, tal como lo ve.
—El modernismo es un Cambiante, un Polimorfo, un Proteo de las ideas, además de un monstruo al que hay que derrotar dentro del propio laberinto.
—Y uno de sus disfraces es el progresismo.
—En efecto. Pero más que un disfraz, es una forma, o mejor dicha una biforma, un Biforme. Porque hay dos progresismos. El primero tiene en la mente el marxismo cultural. El segundo, el liberalismo burgués.
—O sea, que hay dos progresismos.
—Verá, todo esto proviene de la gran crisis renacentista. El nominalismo inoculó en la Cristiandad el virus deconstructivo y voluntarista, que irrumpió en dos enfermedades: por una parte, el protestantismo; por otra, lo que he denominado en este blog catolicismo reducido.
(Pero la toxina deconstructiva que produjo ambos males continuó actuando para combinarlos en un sistema de dos cabezas: produjo a George Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), es decir, el hegelianismo, uno de los constructores del laberinto actual.
El sistema hegeliano, monstruo de dos cabezas, derecha e izquierda, perfectamente compatibles con el protestantismo y con el catolicismo reducido, bajo la forma de biprogresismo, el gran Minotauro bifronte.)
—¿Cuál es la novedad actual, entonces?
—La novedad consiste en un movimiento convergente de ambos movimientos renacentistas, que se querencian mutuamente y se buscan a través del hegelianismo bifronte.
—Ah, entonces, por esto, por ejemplo, una parte del catolicismo actual es proluterano… Pero vayamos a la génesis de todo esto, por favor.
—Bien, la génesis está clara: la Modernidad. El modernismo se ha extendido tan fácilmente en la Iglesia, y aún pervive, en plena posmodernidad, bajo diversas formas de progresismo, porque el Occidente moderno, fragmentado en dos sistemas premodernistas, le preparó el terreno. Cuando irrumpió la crisis modernista, que fue combatido por un majestuoso y potente magisterio pontificio, Occidente estaba ya siendo modelado por ella.
—Unos ejemplos serían ilustrativos.
II.- MODERNISMO Y POSMODERNISMO, ÚNICO LABERINTO. HOBBES Y WITTGENSTEIN
—Numerosos e influyentes pensadores fueron preparando la mente occidental para los errores modernistas. Fueron produciendo una grave crisis de identidad. Esta crisis de identidad es, ante todo, una crisis de la armonía entre la fe y la razón, cuyos fundamentos deconstructivos fueron puestos por el nominalismo, como estamos repitiendo hasta la saciedad. Estos pensadores fueron auténticos constructores del laberinto modernista. Fíjese por ejemplo en Thomas Hobbes (1588- 1679), uno de los fundadores intelectuales de la Modernidad. Y en Ludwig Wittgenstein (1889- 1951) , uno de los fundadores intelectuales de la Posmodernidad. Las semejanzas esenciales entre ambos son profundas.
—¿Hobbes fue una de las mentes que prepararon la mente europea para perderse en el laberinto?
—Sin duda. Es famosa su reducción de entendimiento a lenguaje: «El entendimiento, —dice Hobbes en De homine, 10, 1,— es una especie de imaginación que nace del significado de las palabras instituido a voluntad». Fíjese cómo esta reducción, que fue enunciada en el siglo XVII, permanece vigente hasta el siglo XX. Es prácticamente lo mismo que afirma Wittgenstein: la razón reducida a juego de lenguaje habilitado por la voluntad. Es nominalismo, moderno y posmoderno, Y es fundamento metafísico moral del progresismo, tanto del liberal como del marxista.
—Yo he estudiado a Hobbes en la Historia de la Filosofía de Nicolás Abbagnano. Y es sorprendente, porque incluso este autor, que es existencialista y nada sospechoso de catolicismo, atribuye a Hobbes, igual que ud, nominalismo ético. Deje que le cite:
«Como se ve, la ley natural de que habla Hobbes no tiene nada que ver con el orden divino y universal de los términos en que lo concibieron los estoicos, los romanos y toda la tradiciónmedieval (cristiana). Para Hobbes, lo mismo que para Grocio y para todo el yusnaturalismo moderno, la ley natural es un producto de la razón humana»
—En efecto, en esa máxima terrible se resume todo el problema de la Modernidad: la perversa consideración de la ley natural como simple norma arbitraria y convencional de la mente humana. Como simple regla de club convenida por el ser humano. Como juego de lenguaje aplicado a la ética por la sola voluntad. Esto será el sustrato del situacionismo contemporáneo.
—¿El progresismo es una crisis de identidad de la mente occidental?
—En efecto. Una vez desmontada la razón por el nominalismo, queda desmontada la identidad europea. Porque Occidente es, ante todo, armonía de la fe y la razón. Tanto la izquierda hegeliana como la derecha hegeliana se montarán más adelante sobre los efectos de esta ruptura.
—Pero siempre disonantes y malentendidas: la razón como dialéctica, la fe como fiducia. Bien entenderlas y armonizarlas era el objetivo de la Sagrada Escolástica. Era y es la esencia de Occidente.
—Así es. Y también queda afectada la forma en que entendemos la vida moral.
—Eso no lo comprendo.
—Sí, fíjese: la ley eterna, que es la misma sabiduría de Dios, es participada por la razón, que la aplica al caso a través del juicio de la conciencia. Pero el nominalismo desactiva esta función moral de la razón, desconectando la conciencia de la ley moral, y convirtiendo la moral es un constructo de la mente. Así, la razón queda a la intemperie, sin función propia en el orden moral, a expensas de la voluntad de los estados y de los individuos. La razón queda perdida en el laberinto de las ideas. La izquierda hegeliana monta sobre esta pérdida su sistema ético convencionalista y estatalista, su teoría de los valores. La derecha hegeliana monta sobre esta disonancia su moralismo pelagiano democratizante.
—Después de nuestra conversación anterior, me han quedado clara dos cosas: primera, que estamos como perdidos en un bosque de ideas e ideologías, del que es sumamente difícil salir. Segunda, que la mente católica necesita una brújula para orientarse y no quedarse perdida en el laberinto.
—Me parece muy apropiada, para referirnos a la crisis actual, la imagen del laberinto, más que la de un bosque en que la mente católica se halla perdida. Porque el laberinto ha sido ideado y construido. Y en él, la mente cristiana es retada a salir triunfante, perseguida por un Minotauro al que hay que derrotar.
—¿Cuál cree ud que es el hilo de salvación, para no perdernos definitivamente, y encontrar la salida?
—Sin duda, el catolicismo bíblico-tradicional, auxiliado por un sano realismo tomista. Es el instrumento orientativo más potente. Nos aportará el criterio racional para encontrar los polos cardinales con que orientarnos. La brújula de los universales. El hilo de la ley natural es la clave.
—Interesante eso de la brújula de los universales y el hilo de la ley natural.
—Si Dios quiere, más adelante hablaremos de ello. Seguiremos aclarando la relación causa y efecto que existe entre el modernismo y el progresismo líquido y bipolar de la posmodernidad.
26 comentarios
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A.G.:
En efecto, amigo Pedro. El modernismo no ha caducado, está vivito y coleando, bajo la biforma del progresismo eclesial. Infocatólica está siendo en este sentido luz en las tinieblas. ¡Reforma o apostasía!
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A.G.:
Jeje, bueno vamos a intentarlo. Es una forma, además, de educar, de enseñar. Y son palabras importantes. Desde luego, Palas Atenea, es síntoma de crisis, de la crisis actual, que estos conceptos tan especiales para la identidad católica hayan sido silenciados. Nosotros no.
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A.G.:
Muy cierto. Yo creo que son signos de identidad católica. Porque del culto a los santos surge una gran cultura católica, arte, literatura, pensamiento; y además, no lo olvidemos, está íntimamente conectada con la teología de las mediaciones, que es central en el catolicismo; y con el concepto de lo sagrado y lo sacramental.
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A.G.:
Entiendo lo que dice Verónica. En esos casos, la verdad es que parece imposible la comunicación, sobre todo porque para el marxismo cultural (y para el liberalismo) la ley natural no existe, lo cual es una idea heredada del nominalismo, como vengo enseñando insistentemente.
Pero aun siendo difícil, creo que razonar y argumentar es un signo de civilización cristiana al que nos mueve la gracia. Dios puede actuar a través de un simple argumento, o de una palabra desconocida. Es verdad que, como bien dice, su esquema de pensamiento hegeliano hace difícil dialogar. Pero no olvide que no nos toca a nosotros evaluar los resultados ni dar el crecimiento, sino ser instrumentos del poder de Dios.
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A.G.:
Así es, muy cierto. El amor a la Santísima Virgen es signo de predestinación. El caso Lewis no lo conozco bien, a este respecto, pero nunca sabe, hay cosas que podemos no conocer, y que moran en lo secreto.
«El hombre debe entregarse, en la medida que le sea posible al estudio de las verdades inmortales y divinas» (De partibus animalium, c. 5). Aristóteles.
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A.G.:
Eso de la sociedad de la discontinuidad y del desapego da para mucho. Son buenas expresiones.
Por supuesto, el estudio de la doctrina, de la Palabra de Dios, de la buena filosofía (tomista), de la literatura y el pensamiento cristianos... qué buena e importante ocupación. Destaco, además, la importancia fundamental de la lectura espiritual para avanzar en la fe.
Gracias milton por las citas.
Como yo habrá muchos que en parte porque lo explica muy bien, en parte por intuición, o por atender en conferencias y cursos, nos estamos aprovechando de su buen hacer. Así que muchas gracias por su trabajo.
Ya dará abundante fruto a su tiempo. Por ahora, es muy interesante seguir todos los capítulos y comentarios.
Papa León XIII, Sapientiae christianae, # 14, 10 de enero de 1890: “Pero cuando la necesidad apremia, no sólo deben guardar incólume la fe los que mandan, sino que, como enseña Santo Tomás, ‘cada uno esté obligado a propagar la fe delante de los otros, ya para instruir y confirmar a los demás fieles, ya para reprimir la audacia de los infieles’. Ceder el puesto al enemigo, o callar cuando de todas partes se levanta incesante clamoreo para oprimir a la verdad, propio es, o de hombre cobarde, o de quien duda estar en posesión de las verdades que profesa”.
El hombre esta tentado a pretender a cambiar el plan divino, le cuesta ser hombre de Pacto y de ese modo se "tiraniza", el hombre de hoy prefiere pensar que somos resultado de la evolución, de una moral cambiante, de una ley que se adecue a los vientos y corrientes actuales, pero por dentro no es la pretendida "adecuación evolucionista" sino mas bien es Creerse Dios. Yo diría que es la siembra malvada del enemigo de la parábola de la cizaña que falsea los frutos y hace parodia del amor y la alegría. Esta es sembrada mientras duerme el administrador. Ella y sus frutos tiene un solo destino "fuego eterno". y como nada sucede sin que Mi Padre Celestial lo sepa, Confiados debemos esperar que completado el numero mande los segadores a buscar los frutos, y la espiga.
Por supuesto que eso de "postmoderno" no hay tomarlo a la letra y que se trata de una fase más de la modernidad, más coherente, si se quiere, con el principio moderno fundamental que es subjetivista y relativista, derivado justamente del nominalismo.
Saludos cordiales.
Si a Lutero se lo considera el padre mediato de la tiranía liberal, al entregar en bandeja una seudo religión a pedido de los déspotas alemanes, a Hegel se lo debería considerar el padre filosófico del liberalismo. Porque es muy cierto que tanto el ala derecha como el ala izquierda de la tiranía liberal, son deudoras del idealismo hegeliano.
El comunismo y el capitalismo tienen no solamente un origen común, sino que -y esto es lo más peligroso- también tienen una finalidad común. Izquierdas y derechas son las pinzas de la misma tenaza. No es casualidad que ambos hayan luchado en el mismo bando en la IIGM. No es casualidad que se hayan repartido el mundo de común acuerdo. No es casualidad que ambos se pretendan "progresistas". No es casualidad que ambos odien a Cristo y a su Iglesia, y promuevan las aberraciones satánicas más inconcebibles como el aborto, la eugenesia, el feminismo o la ideología de género.
Tengo la impresión que confundes Renacimiento como una de las edades de la Historia. El Renacimiento ocurre dentro de una de ellas (la Moderna) pero no es una de ellas.
Que durante algunos de los años en los que se desarrolla el Renacimiento, se gesten a su vez otras manifestaciones humanas, como el Nominalismo, la Reforma, el Empirismo, el Racionalismo, etc, no significa que el Renacimiento sea causa de las mismas. No aprecio ninguna correspondencia causal entre el Renacimiento y el protestantismo, ni tampoco con aquello que llamas el catolicismo reducido.
Cabe señalar que gracias al Renacimiento se producen venturosamente los nuevos y verdaderos estados nacionales, como Francia, España, y los Países Bajos, por ejemplo, en oposición a las expresiones de formas imperiales como Bizancio, el Sacro Imperio o los Árabes.
Por otro lado, sí comparto la idea de que el liberalismo y el marxismo sean las piezas corpóreas que componen un minotauro, o sencillamente, sean como las caras de una misma moneda.
Pero profundizando, el marxismo es en realidad hijo natural del liberalismo, un hijo más perverso que el padre. No olvidemos que Marx redactó su Capital, en la capital del liberalismo: la ciudad de Londres.
Ahora, tanto el liberalismo como el marxismo, conciben la realidad humana sin necesidad del concepto de Estado Nacional; conciben la realidad humana como una gran y multiforme colección de individuos, una gran sociedad, sea capitalista, o comunista.
Para los liberales y los marxistas, les viene bien la ausencia de estados nacionales, pues sólo conciben sociedades del tipo laissez faire, o sociedades sometidas a un proletariado etéreo pero omnipotente, en otras palabras a una dictadura, dictadura de lo políticamente correcto.
Por ello, es evidente e innegable la gran afinidad entre las democracias occidentales (sobre todo europeas) y los experimentos comunistas (represión a las libertades religiosas, de expresión, de educación, la subordinación y sometimiento de la familia, etc).
En ese sentido, veo difícil inferir que el Renacimiento haya sido la madre del liberalismo (que luego produjo el marxismo) sino todo lo contrario; éstos últimos corresponden más bien a una expresión reaccionaria siempre latente de totalitarismo e imperialismo que a través de Persia, el Imperio Romano, los Árabes, Bizancio, y más recientemente a través del Imperio Británico, la URSS, y hoy la ONU (lo que se conoce como Unión Europea cae dentro de este grupo) , tratan de eliminar la independencia de los Estados Soberanos (originados gracias al Renacimiento), y someter así a los pueblos a una dictadura global.
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A.G.:
Estimado jorge,
Mi tesis no es que todo en el Renacimiento sea malo, por así decir. En concreto, en España el Renacimiento tuvo en gran medida un carácter reactivo contra los excesos del Renacimiento europeo. Podemos que decir que todavía en el Renacimiento la Cristiandad es cristiana, respeta y cree en la ley natural, etc.
El problema es que es en el Renacimiento cuando se difunde masivamente y se consolida la toxina nominalista voluntarista, que irrumpe en dos frentes: la reforma protestante, y un seudocatolicismo voluntarista cuyo desarrollo, con el tiempo, conducirá al modernismo. Esto es un hecho indudable, y lo vengo demostrando en numerosos post.
Para ilustrar esto, copio unas palabras de la Historia de la Filosofía del P. Ceferino Gonzalez O.P.:
Tres son los caracteres generales que nos ofrece el Renacimiento, considerado desde este punto de vista, que son:
a) La reaparición o renovación de la literatura antigua, y principalmente de la greco-romana, en todas sus fases y ramas.
b) La hostilidad, ora manifiesta, ora latente, contra la Iglesia y las instituciones eclesiásticas, y la tendencia a sustituir las ideas, costumbres e instituciones católicas de la Europa cristiana con las ideas, costumbres e instituciones de Grecia y Roma. [157]
c) Los grandes descubrimientos y progresos que se verificaron en las ciencias físicas y naturales.
Lo que hemos señalado como segundo carácter del Renacimiento, representa y constituye, en nuestra opinión, el defecto capital de éste, el virus radical que vició y esterilizó el movimiento renaciente en casi todas sus manifestaciones. Porque fue esa hostilidad contra la Iglesia y sus instituciones, fue el espíritu anticristiano el que, si no fue causa única del protestantismo, contribuyó eficazmente a su origen, progresos y funestos resultados. Fue también ese espíritu anticristiano, incubado por el Renacimiento, el que en el terreno propiamente filosófico inspiró y dio cuerpo a la incredulidad latente o manifiesta de los Pomponazzi, Vanini, Bruno y tantos otros de aquella época; y en el terreno filosófico-literario dio origen a esas diatribas calumniosas y soeces que, para vergüenza eterna de Hutten y de sus amigos, se conservan en las famosas Epistolae obscurorum virorum, como dio origen también a esos libelos en que los citados renacientes, con otros varios, incluso Erasmo, se desataron en injurias y calumnias contra el Papa y las órdenes monásticas. Fue también ese espíritu anticristiano el que dio calor y vida y fuerza y grande desarrollo a esa política, a la vez cesarista y anticristiana, cuyos efectos y lógicos resultados presenciamos y experimentamos hoy todos, y más que todos, esos mismos reyes y poderosos, que se sirvieron de ella para esclavizar a la Iglesia, para destruir sus instituciones salvadoras.
El espíritu anti-cristiano, que constituye el segundo carácter general del Renacimiento, además de dar origen a los excesos, extravíos y errores de ciertos literatos y filósofos, según se acaba de indicar, fue, si no la causa única, la principal, al menos, del protestantismo, con todas sus lógicas y naturales consecuencias hasta hoy, que son las guerras religiosas y sociales del siglo XVI y primera mitad del siguiente, y después de éstas, en los siglos siguientes, el escepticismo e indiferentismo religioso, el racionalismo científico, el cesarismo político, la incredulidad volteriana, y, como síntesis de todas esas corrientes engendradas por el protestantismo, la revolución universal y radical que se cierne hoy sobre nuestra cabeza, y que amenaza [160] ahogar con sus brazos a los mismos que antes la llamaron en su auxilio para despojar y vencer a la Iglesia, a los mismos que antes le dieron protección, calor y vida."
"Y a vista de todo esto, a vista de los resultados tan funestos como innegables que ha producido, por lo que hemos señalado como segundo carácter del Renacimiento, excusado parece decir que en este concepto, y desde este punto de vista, el Renacimiento no merece las simpatías ni la aprobación del católico, ni del hombre imparcial y de sano criterio, porque, en este concepto, fue un mal grande, origen de males mayores."
Nominalismo, paganismo, "autodemolición" traidora, rebeldía, hostilidad hacia la Iglesia y sus ministros, entronización del Hombre en lugar de Dios, se rastrean con nitidez desde esa época de la Historia.
Si Dios nos pone ante el imponente desafío de desandar ese camino de traición -todo es posible si Él lo quiere-, o si esto no tiene vuelta atrás y se viene la Parusía, es cosa que veremos en "el próximo capítulo".
De acuerdo con tu comentario. Coincido en que, como dices:
En cuanto al progresismo, me parece que tiene una fase moderna y otra postmoderna, porque en realidad nace de la contaminación del catolicismo por el marxismo, que se manifestó sobre todo a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Esto me parece indudable. Y añado que esta contaminación se produjo muy especialmente además en el posconcilio, porque pilló a la Iglesia con las defensas bajas.
Es verdad que me remonto mucho en el tiempo, y eso puede desconcertar, pero comprenda que es necesario para detectar el mal y su desarrollo. Sé que es duro, sé que es difícil. Pero no hay más remedio que tener claro dónde está el mal que nos aqueja, cómo se gestó y se hizo fuerte, para poder remediarlo, con la ayuda de Dios. Si queremos reformar santamente la Iglesia, y ayudar corregir la crisis con el auxilio divino, es urgente darse cuenta de que el problema viene de atrás, y saber en qué consiste.
Hay que partir de la realidad de los hechos. Y por supuesto confiar en Dios, porque su poder no mengua, y sin duda está al control, suscitando hostias vivas, holocaustos, mártires, testigos.
En este blog, por otra parte, podrá encontrar muchos posts dedicados al esplendor de la doctrina, otros con buen humor, y muchos sobre la gracia. Prometo ser más frecuente en ellos. Gracias por la observación, la tendré en cuenta.
Lo ha expresado muy bien en esta frase:
Dios nos pone ante el imponente desafío de desandar ese camino.
En efecto, en el Renacimiento, a pesar de cosas buenas, se gestaba una enfermedad que se hizo fuerte y potente, y que todavía no se ha sanado. La enfermedad se ha hecho crónica, y se llama modernismo. Que no nos distraiga el término Posmodernidad, con el que se agua el mal. Es cierto que ha mutado, porque es proteico. Pero es el mismo mal con forma diferente. Es un Cambiante.
A mí me quedan serias dudas de que Dios lleve a la Historia hacia una renovada Cristiandad. Que puede ser, por supuesto, aunque yo ahora no lo distingo.
Pero de lo que no me caben dudas es que Dios nos manda desandar ese camino en nuestra vida personal, lo que nos lleva a nadar contracorriente. Y en nuestra vida familiar en la medida de nuestras posibilidades.
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A.G.:
Pues sí, camaleónico, mutante. Yo tampoco creo, Ricardo, que Dios nos lleve a una renovada Cristiandad. Los signos de los tiempos, como se suele decir, no indican eso. Más bien indican una gran tribulación para los defensores de la doctrina del Señor y apostasías sin cuento. Es la hora del martirio, diría Bloy.
Eso no quiere decir que todos los intelectuales de la época fueran así pero había un número de ellos que, como simiente maligna, se infiltraron sibilinamente creando el clima propicio para lo que vino después y esos intelectuales tuvieron muchísimo prestigio y han quedado en la historia.
Un breve comentario a Jorge: querido amigo, la creación de los Estados modernos no es un producto del Renacimiento, sino un fenómeno coincidente con éste. Había comenzado mucho antes, en plena Edad Media, al margen, ciertamente -como vd señala- de los poderes universales como Bizancio o el Sacro Imperio, pero en estrecha conexión con las monarquías surgidas en el solar de las antiguas provincias del Occidente romano, muy en especial la Francia de los Capetos, sobre todo a partir de Luis VI, esto es, a finales del siglo XI.
En segundo lugar, en la construcción del Estado moderno, que fue un proceso de varios siglos, convergieron otros dos fenómenos: el redescubrimiento del derecho romano tardío -es decir, el de los siglos III a V- y la llegada a las universidades europeas del aristotelismo. El romanismo o redescubrimiento del derecho romano data del siglo XI, tuvo como marco la Universidad de Bolonia y consistió principalmente en el hallazgo del Corpus iuris civilis de Justiniano. En cuanto al aristotelismo, fue un fenómeno sobre todo del siglo XIII, y ahí tuvo mucho que ver Santo Tomás de Aquino, que trató el tema político y la concepción cristiana del Estado en algunos pasajes de la Summa Theologica y, muy especialmente, en el De Regimine Principum. Fíjese, querido amigo Jorge, que estos dos fenómenos tuvieron lugar entre los siglos XI y XIII, varios siglos antes del Renacimiento.
La construcción del Estado moderno eclosiona, efectivamente, durante el Renacimiento, pero no por causa suya. No obstante, le doy la razón en algo: el Renacimiento ejerció un influjo sobre el fenómeno de creación de los Estados modernos, pero fue una influencia negativa, porque por la vía del nominalismo, que desvincula el orden natural del sobrenatural y la fe de la razón, la Modernidad renacentista eliminó toda correspondencia entre el estado de la razón y la razón de Estado. La traición del Occidente renacentista a la genuina identidad europea -ese fenómeno que el blogger denomina la Gran Impostura- encuentra su expresión política en la quiebra de esa relación entre ley natural y ley positiva. El Renacimiento y la Modernidad, a causa precisamente de su carga nominalista, substituyen la verdad por la voluntad y de esa forma se inocula un peligroso germen bacteriano: el liberticidio. La concepción luterana de la política bebe de estas fuentes. A partir de ellas se desencadena un hilo de continuidad que desemboca en los totalitarismos del siglo XX, pero también en las democracias liberales, que niegan la verdad para afirmar la superioridad de una voluntad "democrática" que cuenta entre sus efectos la negación del derecho a la vida a los nasciturus, a los enfermos, a quienes sufren, etc.
Un fuerte abrazo y bendiciones de Cristo y de María Virgen Inmaculada. ¡Santa Cuaresma!
Entonces ya poco a poco a ver si razonamos.... Un saludo y gracias por sus post.
La batalla por lo tanto, es contra los enemigos de la Iglesia, hoy "unidos en magnifico consorcio" en las logias masónicas de matriz judeo-cabalistica y en todas sus instituciones satélites. El modernismo es el virus que ellos han inventado para inocular con el error a la Iglesia, y desde ahi, a los legos.
Es curioso comprobar cómo Hobbes, Kant, Heggel, Platón... tienen una influencia inmensa en personas que no podrían escribir media cuartilla sobre ninguno de ellos.
Y es un deleite, además, porque algunos que amamos la filosofía tomista hemos sido literalmente "silenciados" y echados de nuestros trabajos en investigación, como seres indeseables y (supongo) "peligrosos". Es una injusticia cuyo dolor ofrezco al Señor con toda mi humildad, pero sin dejar por eso de reconocerla como tal.
Ya le digo, poder leer sus posts es un oasis en mi particular desierto.
Muchas gracias!!
Indudablemente, y de manera especial, les estoy muy agradecida, porque con su instrucción y nuestro estudio constante aprenderemos a reconocer quién es quién en el medio que nos rodea, y qué es lo que se proponen con las ideas, innovaciones y ánimos reformistas a todo nivel.
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A.G.:
Gracias a ud, Piedad.
Como bien comenta, el estudio constante de la doctrina y sus disciplinas auxiliares es muy importante para diagnosticar los males que nos aquejan y orientarnos en la crisis actual.
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