(133) Que ha de entenderse rectamente qué cosa es el don de Dios
En algunos contextos en que se habla contra el pelagianismo o el semipelagianismo se emplea a menudo muy confusamente el concepto de don, como opuesto al de virtud, por ejemplo. Así, se habla de un orden del don compatible con el estado de pecado, o del concepto genérico de don sin distinguirlo de los llamados Dones del Espíritu Santo. En este post vamos a precisar algunas cosas al respecto.
I.- DON EN GENERAL Y GRATUIDAD
¿Qué es un don?
—En general, don es aquello que alguien da a otro por pura liberalidad.
¿Qué significa por pura liberalidad?
Según la RAE, liberalidad significa
«1. f. Virtud moral que consiste en distribuir alguien generosamente sus bienes sin esperar recompensa.
2. f. Generosidad, desprendimiento.
3. f. Der. Disposición de bienes a favor de alguien sin ninguna prestación suya.»
Es decir, por pura liberalidad significa que el donante da al donado algo que no le debe en modo alguno, y se lo da sin cobrarle lo que estrictamente vale; se lo da aun sabiendo que el donado no podrá jamás pagarle en estricta justicia lo que el don dado vale.
Es, diríamos, un obsequio. El donado recibe el don del donante sin poder pagárselo, porque le resulta imposible pagarlo. Y es que el ser humano no tiene capital por sí solo para pagar, ni por asomo, ni la pequeña parte de lo que Dios le da por pura generosidad y desprendimiento.
Dios no es deudor del ser humano, no le debe, estrictamente hablando, sus dones. Por eso decimos que el don es gratuito, porque no nos es debido, porque se nos da a la manera de un obsequio, de un regalo, de una merced, de un beneficio que no merecemos como se merece estrictamente un salario, una recompensa o el pago de una deuda.
II.- LA GRAN RIQUEZA DE LOS DONES DIVINOS
Como dice Royo Marín (“Teología de la perfección cristiana”, 67): «El primer gran don de Dios es el propio Espíritu Santo, que es el Amor mismo con que Dios se ama y nos ama. » Como dice la Liturgia: «Altissimi donum Dei». Y es don, también, por estar en nosotros por misión y envío.
En sentido general, todo cuanto recibimos de Dios son dones de Dios, tanto en el orden natural como en el sobrenatural. Pero hemos de precisar y distinguir, siguiendo casi literalmente a Royo Marín:
—Dones creaturales de Dios, que Dios concede a sus criaturas en el orden natural.
—Dones de Dios que no exigen el estado de gracia:
-las gracias gratis dadas.
-Las gracias actuales previnientes.
-El temor servil de Dios y la atrición.
-La fe y la esperanza informes.
—Dones de Dios en sentido propio, que incluyen el primer gran don del Espíritu Santo, y presuponen el alma en estado de gracia:
-la gracia santificante misma.
-La caridad.
-La fe y la esperanza informadas por la caridad.
-Las virtudes morales infusas.
-Los siete dones del Espíritu Santo, que son propiamente, en sentido estricto, los dones del Espíritu Santo.
Vemos, pues, que en un sentido no estricto, pero propio, las virtudes son también dones de la liberalidad divina.
III.- EL DON Y LA GRACIA
La gracia actual es también un don, entendido como «favor o auxilio que no se nos debe y que se nos concede por benevolencia», (…) «la gracia es un don sobrenatural concedido gratuitamente por Dios» (“Dios santificador, I.- la gracia”, Ibáñez y Mendoza. Palabra, págs. 11-12).
La gracia es pues un don sobrenatural, es decir,
«aquello que es indebido a la naturaleza creada, no correspondiéndole ni constitutiva, ni consecutiva, ni exigitivamente, lo que implica que es algo sobreañadido a la naturaleza superando su esencia, sus fuerzas y sus exigencias. Concedido gratuitamente, y esto tanto por lo que se refiere a Dios no obligado a ello ni aun supuesta la creación, como lo que se refiere al ser racional, que no puede exigirlo» (Idem., pág. 12)
Por eso, decimos que
—Gracia creada es todo don gratuito de Dios y distinto de Él.
—Gracia creada en sentido amplio son todos los dones gratuitos de la Creación.
—Gracia creada en sentido estricto son los dones sobrenaturales que solemos denominar habitualmente como “la gracia”
—La gracia gratum faciens es la que hace al ser humano agradable a Dios y lo ordena a Él mediante obras saludables. Si estas obras requieren esfuerzo, la gracia misma lo da, lo contiene. Forma parte del don.
La gracia gratum faciens se divide en:
-La gracia habitual que confiere el estado de gracia, cualidad permanente que se pierde por el pecado mortal, y
-La gracia actual que es auxilio suficiente o eficaz para el ser humano en orden a la realización posible o de hecho de actos saludables.
IV.- LA GRACIA QUE NOS HACE GRATOS GRATUITAMENTE
La gracia es un don transformante. La gracia que hace grato al ser humano a los ojos de Dios es dada, pues, a la manera de un don gratuito, que no es debido inicialmente al hombre por estricto pago a obras naturales que adámicamente hace el hombre, y por eso se dice que Dios hace grato al hombre ante sus ojos como por un regalo que el hombre no puede estrictamente exigir.
Santo Tomás explica esto con luminosa doctrina:
«Contra esto: está que el Apóstol atribuye a la gracia estas dos notas: que nos hace gratos a Dios y que se nos da gratuitamente. Sobre la primera de ellas dice en Ef 1,6: Nos hizo gratos en su amado Hijo. Y sobre la segunda se expresa así en Rom 11,6: Pero si por la gracia, ya no es por las obras, que entonces la gracia ya no sería gracia. (Suma I-IIae, c111, a1)
Es decir, que Dios no envía la gracia como algo que DEBE al hombre por algo que el hombre hace por sí solo y que exige precio, saldo o recompensa. No es por obras naturales del hombre adámico, pues entoces no seria don, sino paga.
V.- EL ESTADO DE GRACIA ES INCOMPATIBLE CON EL PECADO MORTAL
La gracia dada gratuitamente hace grato al ser humano a ojos de Dios. Pero si el estado de pecado es un estado en que el ser humano es “inmundo” ante Dios (Trento ses. VI) , se entiende que el que está en estado de pecado no puede estar en estado de gracia, está al margen del orden de los dones sobrenaturales, sea la gracia santificante de la justificación, sean los dones del Espíritu Santo. El pecado es, pues, enemigo del orden del don.
Lo estudiaremos con detalle en el próximo post.
6 comentarios
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A.G.:
Gracias Juan Andrés por valorarlo.
Gloria a Dios y a su Madre.
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A.G.:
Bien dicho Roblete. Hay un verdadero abismo entre estar en gracia y no estarlo.
Eso es lo que no entienden ni semipelagianos ni luteranos.
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A.G.:
Justo eso. No entienden que el esfuerzo propiamente nuestro es don de Dios.
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A.G.:
Las virtudes morales son naturales. Las infusas son sobrenaturales. Próximo post trata justamente sobre ellas.
Todo está ya en el Evangelio. Pero son muy claras las explicitaciones que Dios nos regala con la enseñanza de la doctrina de La Divina Voluntad a Luisa Piccarreta, cuyos 36 volúmenes ya se están estudiando... y fueron dados a conocer a todos los fieles desde WWW.Zenit.org dede el 7 de Febrero del año 2012 en que los bajé de la Red. Gracias a Dios! También encontramos explicaciones en los vídeos sobre La Divina Voluntad en You Tube... Son excelentes!!! Se resume en: Querer formar parte del Reino de La Divina Voluntad, es solicitarle humildemente a Dios nos regale el DON DEL DIVINO QUERER. Es, dice Luis Piccarreta, "La llamada a la criatura para que regrese al orden, a su puesto y a la finalidad para la cual fue creada por Dios"
Pidamos para toda la humanidad el DON DEL DIVINO QUERER. Esa llamada personal, y esa respuesta que nos pidió San Juan Pablo II en el tercer misterio de Luz: La predicación del Reino de Dios en el Evangelio y LA LLAMADA A LA CONVERSIÓN PERSONAL"
Muchas gracias, de antemano a Dios y a Ustedes
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A.G.:
Voy a explicárselo de manera llana:
Fe informe es fe muerta, sin la vida de la caridad, sin fruto, deformada. No sirve para salvarse.
Fe informada por la caridad es fe con sentido, con vida, como Dios quiere, llena de caridad.
Ahora más filosófica:
Fe informe es la fe que no posee la perfección que le corresponde.
Fe informada es la que sí posee la perfección que le corresponde. La que tiene forma sustancial.
Espero haberle ayudado.
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