(132) Una gran impiedad (Micropost V)
Gran impiedad comete quien se creyó ya salvado por su mucha piedad y sus muchos afectos superreligiosos, pero hace lo que Dios aborrece y cree que castigo no merece, sino agasajo y caricias de Dios.
Gran impiedad comete quien quiere mandar dentistas al infierno, para anestesiar contra la voluntad de Dios todo justo rechinar de dientes. Que una cosa es implorar misericordia y otra muy diferente es impugnar Su justicia.
Gran impiedad comete el pastor que asegura a los fieles no hay peligro de condenación por muchos pecados que se cometan sin arrepentirse. Más le valiera abandonar el sacerdocio y dedicarse a otros menesteres, tal vez montar una papelería o un almacén de ultramarinos, quizá un restaurante vegano o un puesto de chimichangas…. ¡cualquier OTRA cosa!
CATECISMO:
1034 Jesús habla con frecuencia de la “gehenna” y del “fuego que nunca se apaga” (cf. Mt5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que “enviará a sus ángeles […] que recogerán a todos los autores de iniquidad, y los arrojarán al horno ardiendo” (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación:” ¡Alejaos de mí malditos al fuego eterno!” (Mt 25, 41).
1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, “el fuego eterno” (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.
El infierno existe. Las personas que se autoexcluyen del cielo encontrarán, como consecuencia y como castigo, penas de daño y de sentido, eternas, horrorosas e irremediables.
Pasarán un millón de años de dolor en el infierno y todavía no habrá transcurrido sino un instante de horror, una partícula de arena en una inmensa playa inacabable.
Por eso arrepiéntete y confiésate. Todavía estás a tiempo. No escuches a quien te asegura que no hay peligro de condenación.
«Porque así como ninguna persona piadosa debe dudar de la misericordia divina, de los méritos de Jesucristo, ni de la virtud y eficacia de los sacramentos: del mismo modo todos pueden recelarse y temer respecto de su estado en gracia, si vuelven la consideración a sí mismos, y a su propia debilidad e indisposición; pues nadie puede saber con la certidumbre de su fe, en que no cabe engaño, que ha conseguido la gracia de Dios. » (trento ses. VI, IX)
«no obstante que todos deben poner, y asegurar en los auxilios divinos la más firme esperanza de su salvación. Dios por cierto, a no ser que los hombres dejen de corresponder a su gracia, así como principió la obra buena, la llevará a su perfección, pues es el que causa en el hombre la voluntad de hacerla, y la ejecución y perfección de ella. No obstante, los que se persuaden estar seguros, miren no caigan; y procuren su salvación con temor y temblor, por medio de trabajos, vigilias, limosnas, oraciones, oblaciones, ayunos y castidad: pues deben estar poseídos de temor, sabiendo que han renacido a la esperanza de la gloria, mas todavía no han llegado a su posesión saliendo de los combates que les restan contra la carne, contra el mundo y contra el demonio; en los que no pueden quedar vencedores sino obedeciendo con la gracia de Dios» (Trento ses. VI, XIII)
Sólo Cristo puede salvarte.
¡Santidad o muerte!
13 comentarios
1.- Micropost antibuenista
2.- Micropost contra el ternurismo excesivo
3.- Micropost contra la visión extrinsecista de la justificación
4.- Micropost contra la retorsión buenista en una reflexión de Pagola
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Esta casi todo ya dicho
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A.G.:
Gran don necesario es la contrición. Peeero la atrición es necesario y gran don, aunque no tan perfecto, pero muy bueno y saludable.
1453 La contrición llamada "imperfecta" (o "atrición") es también un don de Dios, un impulso del Espíritu Santo. Nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la conciencia puede ser el comienzo de una evolución interior que culmina, bajo la acción de la gracia, en la absolución sacramental. Sin embargo, por sí misma la contrición imperfecta no alcanza el perdón de los pecados graves, pero dispone a obtenerlo en el sacramento de la Penitencia (cf Concilio de Trento: DS 1678, 1705).
En el Monte Tabor Jesús se transfiguró y, por un momento, Pedro, Santiago y Juan vieron su Divinidad y ¿qué hicieron? Cayeron de hinojos porque no pudieron soportar la visión.
Mi madre decía siempre que ella esperaba ir al Purgatorio, para lavar sus culpas y prepararse para ver a Dios cara a cara. Y me decía que no llorara por eso porque en el Purgatorio hay esperanza, ya que Dios es alguien que ni siquiera podemos imaginar. Algo parecido pensaba C.S.Lewis, en extraña coincidencia con ella, que nunca lo leyó.
Ambos tenían en cuenta la Grandeza, la Magnificencia y el Poder de Dios junto con su Amor. No esperamos encontrarnos con un ser humano compasivo sino con una Justicia, una Misericordia, un Poder y un Amor que no son humanos, sino Divinos. Eso nos hace amarle, en primer lugar por ser Él Quién Es, pero siempre teniendo en cuenta quiénes somos nosotros.
El antropocentrismo dominante ha perdido de vista la idea del Todopoderoso, aunque lo repitamos como loros en el Credo-"Creo en Dios PadreTodopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra"-para pretender hacerlo a nuestra medida humana. Nos ama mucho porque envió a su Hijo, a cuyo precio fuimos comprados, pero no es uno de nosotros.
es.zenit.org/articles/a-dios-no-le-interesa-nuestro-pasado/
De la que entresaco el párrafo que más me ha llegado al alma.
"El predicador, padre Ronchi, recordó las palabras de Jesús “ve y de ahora en adelante no peques más”. Son las palabras que bastan para cambiar una vida. Lo que está detrás ya no importa. Ahora lo que cuenta es el futuro. “El posible bien cuenta más que el mal de ayer”, aseguró. Dios perdona “no como un olvidadizo, sino como un liberador”. El perdón no es buenismo, “sino poner de nuevo en camino una vida".
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Esta lectura me ha recordado una charla que tuve con mi hermano mayor, poco antes de morir, en la que apesumbrado me decía que temía que Dios no le perdonaría todos los pecados de su vida, ya que fueron, según él, muchos y gordos. Gracias a Dios tuvimos un padre en la tierra que fue un verdadero padre, y le pregunté a mi hermano si papá le perdonó todas la "gamberradas" que le hizo, que le dolió en el bolsillo y sobre todo en el corazón a nuestro padre, y mi hermano contestó que sí, que papá se lo había perdonado. Entonces le aseguré que si papá nos perdonó todo lo malo nuestro, Dios, que es mucho más Papá que nuestro papá de la tierra, nos perdonaría, si nos arrepentíamos, con mayor seguridad.
Mi hermano murió confesado y comulgado. Ahí se ve la Gracia de Dios y su Paternidad.
Atrición me produce leer lo que escribe Gracián, atrición y no contrición perfecta, porque sé que aún soy muy mundano.
Pero al mismo tiempo que esa atrición, siento un deseo loco de mandarlo todo a la porra: profesión, preocupaciones, ambiciones, echarme en lo alto un_hábito de saco y largarme por ahí, andariego y mendicante, a predicar esto, como un don Quijote de la penitencia. No puede uno, por obligaciones familiares.
Pero al menos imprimiré este artículo y se lo daré al cura para que lo ponga en la puerta de la iglesia, y la gente que no entra aquí lo lea.
LF: No creo que se aun troll. Un Troll busca la cizaña por la cizaña, y ciertas ideas y hábitos metidos en el tuétano durante toda una vida solo salen mediante una gracia especial de Dios. Eso nos pasa a todos en mayor o menor medida.
Además las contestaciones de Alonso son muy adecuadas y nos sirven a todos los demás. Espero que no lo tome como adulación, no va con esa intención.
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A.G.:
Gracias amigo pepiño. Gloria al Señor y a su Madre. Seamos por gracia embajadores suyos, sobre todo de las doctrinas silenciadas durante siglos.
Todo lo que escribes son lo que han vivido los Santos, de todas las epocas, y me atrevo a indicar fidelidad total al Magisterio, he vuelto a leer la Veritatis Splendor, gran enciclica de todos los tiempos, leeerla y reelerla.
Es todo lo que los maximos exponentes de la busqueda de la perfección cristiana, han escrito es el camino.El temor de Dios es el comienzo de la Sabiduria.Royo Marin, Garrigou,Philipon etc.San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Santa Catalina etc.
Que Dios te bendiga y lo haga con la Iglesia.
Muchas Gracias, todos los problemas que se escriben relacionados, con Nuestra Madre la Iglesia, es apartarse del camino de esta espiritualidad.
Estoy de acuerdo con vd., A.G., en la valoración positiva del dolor de atrición. La atrición presupone el reconocimiento de la soberanía de Dios y de su justicia y la necesidad que tenemos de su misericordia. Es un antídoto contra el pelagianismo, inspira en el alma la toma de conciencia de nosotros no podemos salvarnos, de que necesitamos que Dios se apiade de nosotros y de que acuda en nuestro auxilio con el poder de su gracia. Nos previene contra la tentación de confiar en nuestras posibilidades. Todo ello, en efecto, aunque sea menos perfecta que la contrición. Me ha parecido muy oportuna la mención de Palas Atenea al temor de Dios, que ha sido borrado de la cosmovisión cristiana, pero que es uno de los siete dones del Espíritu Santo. La pérdida del sentido del temor de Dios y de su significado es expresión de la soberbia humana, la negación a reconocer la soberanía del Creador y, como señala Palas Atenea en su -como siempre- agudo comentario, una muestra del antropocentrismo dominante cuyas raíces tantas veces ha señalado vd. en este blog. Recomiendo vivamente a todos los lectores del blog -particularmente a nuestro hermano Javier Ejías- la lectura de la breve alocución que dirigió San Juan Pablo II en el Ángelus del 11 de junio de 1989. Habló sobre el significado del temor de Dios con brevedad pero profundamente.
Y me parece muy importante algo que vd. señala, A.G.: al infierno se va por autoexclusión. Para salvarnos necesitamos, 'sine quae non', del auxilio poderoso de la gracia, pero a la condenación se va por el uso-abuso de nuestra libertad. También a propósito de esto recomiendo la lectura de una catequesis de Juan Pablo II el Magno, la que impartió en la audiencia general del 4 de agosto de 1999 y que forma parte del ciclo de sus catequesis sobre el Credo (VI, 62). Y, por supuesto, también es muy recomendables leer las numerosas referencias que el Papa Francisco ha hecho al infierno y al diablo desde el primer día de su pontificado.
Muchas gracias, A.G., por recordar la existencia de las penas de daño y de sentido. Nos recuerda vd. la belleza de la doctrina de la Iglesia, el -parafraseando a San Juan Pablo II- esplendor de la verdad, 'splendor veritatis'. ¡Qué hermosa es la doctrina de la Iglesia!
Un fuerte abrazo en el Señor y en su Madre Santísima, María Virgen.
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A.G.:
José Diaz, gracias por su enriquecedor comentario.
Coincido con su análisis, del que destaco en especial este pasaje iluminador:
Para salvarnos necesitamos, 'sine quae non', del auxilio poderoso de la gracia, pero a la condenación se va por el uso-abuso de nuestra libertad.
Es muy importante darse cuenta de la muerte espiritual que produce el pecado mortal, cuya acción, esencialmente, no procede propiamente de la libertad en sí misma, sino que es un abuso voluntario y radical de ella. En el fondo, es una enajenación, como dice León XIII en la Libertas. Abuso que si permanece sin arrepentimiento, y es grave, conduce directamente al infierno.
Gracias por sus recomendaciones, a tener en cuenta.
Un abrazo en el Señor con su Madre Inmaculada
Nuestra vida es tiempo para la Misericordia del Señor. Con nuestro último suspiro se termina esa Misericordia para quienes son castigados con el Infierno o bien premiados con la Gloria.
Pero quienes padecen el Purgatorio pueden todavía beneficiarse de la Misericordia mediante la reducción de penas, y es por eso que rezamos por los difuntos.
Pero rezamos bajo condición de que no estén en el Cielo o en el Infierno, en cuyo caso esa intención es aplicada por Dios a otras almas.
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