(131) Breve post contra la retorsión buenista, esta vez en una reflexión de Pagola
El buenismo teológico utiliza a menudo un arma muy sutil: la retorsión del significado. Mediante sutilezas casi inadvertidas, diluye lo bueno en tópicos y lugares comunes de intención deconstructiva, para que lo eterno e inmutable del bien, en este caso la Ley Natural, sea visto como algo meramente arbitrario y legalista, convencional y antievangélico.
De esta manera, el bien es arrojado contra sí mismo y queda anulado, disuelto en bondadismo.
Veamos un ejemplo muy elocuente.
En su reflexión dominical del 3 de marzo de este año, José Antonio Pagola afirma lo equivocado de nuestra manera de entender y titular las parábolas de Cristo, en concreto la del hijo prodigo:
«Sin duda, la parábola más cautivadora de Jesús es la del «padre bueno», mal llamada «parábola del hijo pródigo»
Pagola se centra en la figura del hermano mayor:
«la parábola habla también del «hijo mayor», un hombre que permanece junto a su padre, sin imitar la vida desordenada de su hermano, lejos del hogar. Cuando le informan de la fiesta organizada por su padre para acoger al hijo perdido, queda desconcertado. El retorno del hermano no le produce alegría, como a su padre, sino rabia: «se indignó y se negaba a entrar» en la fiesta.»
«Ha pasado toda su vida cumpliendo órdenes del padre, pero no ha aprendido a amar como ama él. Ahora solo sabe exigir sus derechos y denigrar a su hermano.»
Pagola interpreta al hermano mayor como aquel que sabe cumplir los mandamientos pero, cosa curiosa, no entiende de amor; en concreto, lo presenta como un cumplidor de órdenes:
«Nunca se ha marchado de casa, pero su corazón ha estado siempre lejos. Sabe cumplir mandamientos pero no sabe amar. No entiende el amor de su padre a aquel hijo perdido.»
Saber cumplir la ley natural y no saber de amor a Dios y al prójimo son identificados. Es la inversión producida por el convencionalismo ético: la consideración de los mandamientos de la ley natural como simples órdenes dictadas por la autoridad, y su cumplimiento como mera obediencia formalista y convencional. Es la gran toxina de la concepción nominalista de la Ley Moral, que tanto daño ha hecho en la Iglesia.
Ya vemos el mal sendero que se insinúa tras esta identificación: el hermano mayor es una especie de fariseo que clasifica y etiqueta a su hermano y se cree en posesión de la verdad. Al mismo tiempo, es convertido en figura del católico cumplidor de mandamientos que defiende doctrinas y normas. Nada tiene que ver, bajo esta perspectiva, guardar los mandamientos y amar.
Y Pagola insiste:
«Envueltos en la crisis religiosa de la sociedad moderna, nos hemos habituado a hablar de creyentes e increyentes, de practicantes y de alejados, de matrimonios bendecidos por la Iglesia y de parejas en situación irregular… Mientras nosotros seguimos clasificando a sus hijos, Dios nos sigue esperando a todos, pues no es propiedad de los buenos ni de los practicantes»
Así se identifica el corazón duro del hijo mayor con la actitud de los que en la Iglesia pretenden sobrevivir a base de doctrina y ley natural:
«El «hijo mayor» es una interpelación para quienes creemos vivir junto a él. ¿Qué estamos haciendo quienes no hemos abandonado la Iglesia? ¿Asegurar nuestra supervivencia religiosa observando lo mejor posible lo prescrito, o ser testigos del amor grande de Dios a todos sus hijos e hijas?»
Es un lugar común del buenismo. El cumplimiento de los mandamientos de la ley natural es visto como una simple práctica religiosa que nada tiene que ver con el amor.
Sin embargo es muy distinto lo que afirma el propio Jesucristo:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.» (Jn 14, 15)
Quien ama a Dios, cumple sus mandamientos. Aquí reside la gracia dada al hijo pródigo, al menor que volvió. La alegría de su Padre se debe a que, al reencontrarse con su hijo, recuperó a su hijo para la verdad y el bien queridos por Dios, recuperó a su hijo para su amor de Padre.
El hijo menor, al convertirse, ha descubierto el valor de los mandamientos de Dios y la dureza de corazón que produce irse de la casa del Padre y no guardar su Palabra.
Lo que el hijo menor descubre, precisamente, al volver a casa, es el inmenso amor que reside en el interior de los mandamientos dados por su Padre.
Pagola convierte la parábola de la conversión en la parábola del buenismo. Por eso desplaza la atención de la conversión del hijo menor, a la incomprensión de la bondad del Padre bueno que padecen los cumplidores de órdenes-mandamientos.
Toda una inversión moralista que naturaliza e invierte el Evangelio de la Gracia según las claves del nuevo paradigma del bondadismo.
34 comentarios
1.- Micropost antibuenista
2.- Micropost contra el ternurismo excesivo
3.- Micropost contra la visión extrinsecista de la justificación
__________
A.G.:
El mensaje principal es que el hermano mayor no ama al Padre porque cumple los mandamientos.
----
Esto es un invento de Pagola, que no está ni se puede deducir del texto de la Escritura sin mentir con alevosía. De lo único que se queja el hijo mayor es de que el ternero cebado no haya sido para él sino para el hermano pródigo y relajado, lo cual considera una falta de justicia. Es un pataleo espontáneo y humanamente entendible, del que no se puede deducir que "no sabe amar" ni cosa que se le parezca, pues no sabemos si finalmente accedió a entrar en la fiesta o no. Y el escritor sagrado no lo aclara porque es un tema secundario traído para ilustrar el tema principal: el amor del Padre ante el desamor egoísta y desordenado de su hijo.
________
A.G.:
Así es Ricardo, Pagola relaciona el cumplimiento de los mandamientos con la falta de amor por una razón: para tachar de corazón duro a los que defienden la doctrina acerca de los mandamientos de la ley natural.
Sin embargo se supone que el futuro del hijo pródigo no será muy distinto de el del otro hijo, porque para eso ha vuelto.
Todos entendemos que el hijo mayor no es perfecto, que le falta amor hacia el hermano y la comprensión del padre, pero de eso a convertirlo en un cumplidor estricto de la ley que permanece junto al padre sin amarlo, hay un abismo.
Si nos ponemos a reflexionar en el modelo de Pagola los que hemos cuidado a nuestros padres tendríamos que correr al confesionario para acusarnos de cumplir el 4ª Mandamiento: "Honra a tu padre y a tu madre" y ponernos a pensar por que retorcido camino tomamos esa decisión. Dios sabe cuánto le hemos necesitado, tanto como el hijo pródigo, porque no es fácil y en ese camino también hay tentaciones que vencer.
_________
A.G.:
Sin duda Palas Atenea, como muy bien dice, es muy del estilo de Pagola esta interpretación. La lectura de sus libros-no he leído más que uno-siempre da la impresión de que Dios ama a los pecadores porque son pecadores y, cuando pierdan esa condición, se convierten en hijos resecos de la ley.
En ese sentido las palabras duras de Pagola sobre el hermano mayor tienen sentido.
Ahora bien, no olvidemos que el hijo menor llega arrepentido, y que incluso está dispuesto a soportar una pena especialmente dura -ser degradado a la condición de sirviente- "por haber pecado contra el Cielo y contra su padre". El hijo que llega es otro muy diferente del que salió, y no sólo porque salió rico y volvió pobre. Salió un hijo soberbio y licencioso, y volvió un hijo humilde y obediente.
Obviar o minimizar esto -como hace Pagola, aquí y en su "aproximación histórica"- es lo malo de su reflexión. Sin conversión -dice Jesús- no nos salvamos. Sin volver arrepentidos a Él, acabamos muertos de hambre en el cenagal de los cerdos (los vicios).
La manera segura de verificar si estamos amando correctamente, si no estamos engañados o escondidos en falso 'amor' no es otra que cotejar nuestros actos con los mandamientos. Eso desenmascara el falso bien. Por eso los mandamientos son tan incómodos para esa gente.
_______
A.G.:
Bien dicho Jesus Pereira, es una falsa contradicción amar y cumplir los mandamientos. Y sin duda está muy vulgarizada.
En realidad eso es el buenismo, la deconstrucción del bien para montar otro, pero falso. Es una transmutación nietzscheniana.
"Lo del hijo mayor es, si cabe, más triste y más difícil. No hay peor ciego que el que el que no quiere ver, ni peor enfermo que el que se cree sano. Es la pura estampa de los fariseos, que entendían de leyes y tradiciones, pero tenían seco el corazón y, por eso, ni entendían a Jesús, ni habían experimentado nunca la ternura del padre. Ley, culto y sacrificios, sin amor, sólo sirven entonces para engordar la vanidad y para la propia autojustificación.
El hijo mayor es el hombre de la medida y la balanza, del cálculo y las cuentas. Le molesta la vuelta del hermano y le enfurece la generosidad del padre. Cuando la fe se vive sin alegría, más como carga que como gracia, se vive con mentalidad de jornalero cumplidor y exigente, no con conciencia de hijo o de hermano".
Quién es Pagola para hacer distingos y valoraciones sobre pecados, actitudes... Sí Dios perdona, perdona todo y si Dios espera nos espera a todos. Esto es como la manía que nos ha entrado últimamente de canonizar a los pobres y condenar a los ricos, así, a las bravas.
________
A.G.:
Eso es, Almudena 1, la ternura, que no el ternurismo, jeje.
Canonizar, solamente la iglesia, y a los santos.
Me parece que es una cosa muy actual ese tipo de interpretaciones. En tiempos de Jesús había muchos falsos justos que presumían de serlo-eso les permitía entrar en un grupo de cumplidores de la ley que estaba reconocido socialmente- lo que justifica este tipo de parábolas; pero, hoy en día, los falsos justos no abundan porque socialmente no están bien vistos. Es imposible cumplir la ley como lo hacían los fariseos porque alguien que vaya presumiendo de eso más parece un tonto que otra cosa. El que cumple la ley en la actualidad lo hace por obediencia a Dios y nadie se va a enterar, ni tampoco va a ir a la Iglesia a dar gracias al Señor por ser justo, ni va a subir un peldaño en la escala social como ocurría en tiempos de Jesús que se medía a las personas por un cumplimiento sumamente estricto de una ley cargada de obligaciones y tabúes.
Así que no entiendo por qué cargar el asunto sobre algo que en una sociedad como la nuestra no se da. En una sociedad que ya no reconoce el pecado ¿qué sentido tiene hablar de falsos justos? ¿cuándo fue la última vez que oímos a alguien presumir de ello? Honradamente yo no conozco a nadie que lo haga pero sí a un buen número de pecadores que niegan serlo.
Ni una sola vez.
Vivimos una etapa de la historia de la Iglesia en la que se presenta un Dios Papá Noel buenista que perdona a todos por igual, tanto si se arrepienten como no.
Pues bien, ese no es el Dios del cristianismo.
Por cierto, del hermano fiel no se dice que no aceptara las explicaciones del padre. Ya está bien de presentarle como el malo malísimo de la película. Al fin y al cabo, el padre le dice "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo".
__________
A.G.:
Así es, Luis Fernando, desde luego. Lo has clavado.
Gracias
Esta claro que guardar los mandamientos es señal de que amamos a Dios, pero desde el Amor genuino a Dios por la Gracia, desde un corazon de carne, es obra de Cristo; desde la ley, obra de nuestra voluntad, los mandamientos no nos pueden vivificar. Esta esla teologia de San Pablo.
La Paz de Cristo.
Pagola no dice que el hijo mayor no sepa amar "por que cumple los mandamientos" sino que no sabe amar "a pesar de que cumple los mandamientos", que es muy distinto.
Pone de manifiesto algo (evidente al leer el texto) que frente al pecado evidente del hijo menor y el menos evidente paro también pecado del mayor (ambos, cada uno a su manera, sólo se ama a si mismo. Las razones por las que uno desobedece y el otro obedece son las mismas; egoísmo, amor por uno mismo), está la misericordia y el verdewdero amor del padre.
Por eso ayer el Papa denomino la parábola como la del padre misericordioso y no del hijo pródigo.
¿Por qué se niegan ustedes a ver algo tane vidente? ¿No será que se ven reflejados en la crítica del Pagola?
Ustedes mismos.......
Yo creo que las cosas se dicen por algo , y todos los que se empeñan en crear una confusion sobre si la ley , hay que cumplirla o no , es por que no la cumplen y quieren justificarse.
Ya quedó bien claro: si me amas , cumpliras mis mandamientos.
Nada dice de los que cumpan los mandamientos sin amarle, pues estos son los que hacen el tonto o estan mal informados.
¿Por qué esforzarme en decir todo lo que pienso al respecto cuando Ratzinger lo dice mucho mejor y más clarito? Firmo entusiasmado cada una de las palabras que usa:
"Al meditar esta parábola, no debemos olvidar la figura del hijo mayor. En cierto sentido, no es menos importante que el hijo más joven, de suerte que se podría hablar también –y acaso fuera más acertado- de la parábola de los dos hermanos...
Pero es todavía más amplio el significado de este hermano mayor. En cierto sentido, representa al hombre fiel; es decir, representa a aquellos que se han mantenido al lado del Padre y no han transgredido sus mandamientos. Con la vuelta del pecador se enciende la envidia, aparece el veneno hasta entones oculto en el fondo de sus almas. ¿Por qué esta envidia? La Envidia revela que muchos de estos “fieles” ocultan también en su corazón el deseo de la tierra lejana y de sus promesas. La envidia muestra que semejantes personas no han llegado a comprender realmente la belleza de la patria, la felicidad que se expresa en las palabras “todos mis bienes tuyos son”, la libertad del que es hijo y propietario; así se hace patente que también ellos desean secretamente la felicidad de la tierra lejana; que, con el deseo, han salido ya hacia esa tierra, y no lo saben ni lo quieren reconocer. La pérdida de la verdad es en este caso muy peligrosa: no se percibe la urgencia de la conversión. Y, a lo último, no entran a la fiesta...
La figura del hermano mayor nos obliga a hacer examen de conciencia; esta figura nos hace comprender la reinterpretación del Decálogo en el Sermón de la Montaña. No sólo nos aleja de Dios el adulterio exterior, sino también el interior; se puede permanecer en casa y, al mismo tiempo, salir de ella. De este modo comprendemos también la “abundancia”, la estructura de la justicia cristiana, cuya piedra de toque es el “no” a la envidia, el “sí” a la misericordia de Dios, la presencia de esta misericordia en nuestra misericordia fraterna."
EJERCICIOS ESPIRITUALES DADOS EN EL VATICANO POR EL CARDENAL RATZINGER EN PRESENCIA DE S.S. JUAN PABLO II,sábado de la primera semana de Cuaresma.
Hay que decir que el hijo menor SÍ llegó ARREPENTIDO (ya fuera su arrepentimiento por una verdadera contrición -dolor de haber ofendido al Cielo y a su padre-, o por una simple atrición, por el hecho de que se moría literalmente de hambre, y ambos motivos según el evangelista movieron su arrepentimiento); pero el hecho cierto que es que volvió otra persona diferente de la que salió, y Dios tanto en uno como en otro caso acoge al pecador, y su acogida excede todo lo que nos podamos imaginar.
Lo que ya va siendo indignante es que a todos los cristianos que intentan tomarse en serio su fe, no sólo en la práctica frecuente de los sacramentos sino sobre todo en su vida familiar, laboral, social o en su intimidad, a esos cristianos se les esté un día y otro ¡desde la propia Iglesia! insultándoles, llamándoles fariseos, hipócritas, almas secas y lindezas de todo tipo, y por supuesto identificándoles sin más con el fariseo que rezaba orgulloso en el templo junto al publicano, o junto a este hijo mayor.
Parece que debemos renunciar al mandado de Nuestro Señor de buscar la perfección evangélica en nuestras vidas ¡para no molestar a los que han renunciado a cambiar sus vidas!. Es sencillamente aberrante, dos mil años de cristianismo se remueven con tamaña barbaridad..
Parece que debiéramos seguir como antes de nuestra conversión, parece que no debiéramos hacer, un día y otro, examen de nuestras vidas para erradicar de una vez por todas las conductas que no agradan al Señor.
Ese cristianismo actual no es el mío. Tampoco obviamente el del fariseo o el hijo mayor. Terribles tiempos en los que se estigmatiza a los cristianos que quieren vivir coherentemente -pese a sus errores e incongruencias tantas veces- el cambio de vida radical que nos exige el Señor.
¡Si obedece a Dios lo ama, si cumple sus mandamientos lo ama porque el primero le pide que lo ame sobre todas las cosas!
Yo no veo en él a un fariseo, a un hipócrita, ciego y enfermo, con el corazón seco como dice don Ciríaco. Pudiera ser un personaje mejor que nosotros si Dios lo dotase de vida real. Yo imagino que esta parábola se vuelve una película y el final que podría tener es que el padre y los hermanos se unen en un abrazo porque el mayor ha escuchado al padre y le hace caso, lo que no hizo el pequeño.
Pero como decís, intentar ser justo está muy desprestigiado dentro y fuera de la Iglesia porque como dice un cura de por aquí " todos somos imperfectos" y " Todas las cosas deben supeditarse a la misericordia divina" con lo que el pecado no es de los pecadores, débiles y queridas personas amadas por Dios, sino de los que buscan la santidad que son en el fondo unos falsos y merecen el desprecio y el infierno. Me parece que con un esfuerzo tendencioso se retuerce la parábola para intentar sacarle un fruto que no tiene.
La Paz de Cristo.
"La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal
¡gloria a Caín! hoy el vicio
es lo que se envidia más"
Los virtuosos, muchos santos, han sido objeto de la acusación de cumplir los preceptos por soberbia o faltos de amor. No hay cosa que peor se soporte que tener que admitir que alguien es mejor. Y, sin embargo, este tipo de personas justifican a los demás. Pagola nunca habla de esas personas, las ningunea. A mi me causan admiración y estímulo pero no envidia, como a Caín.
Hay que tener en cuenta que el santo no sabe que lo es y puede pasar inadvertido, no para Dios, pero sí para nosotros. Tengo una lista de personas que me rodean a las que admiro por sus obras y lejos de mi la tentación de pensar que hacen lo que hacen por un seguimiento de la ley de Dios desprovisto de amor. De algunos me consta que aman, de otros no, pero no tengo porque suponer lo contrario.
No es el caso del hijo mayor de la parábola, seguramente, pero se da. Me temo que los santos no son objeto de la atención de Pagola, ni los novísimos tampoco.
_____________
A.G.:
Palas Atenea no sé cómo se las apaña para escribir cada día comentarios mejores y más brillantes.
Un fuerte abrazo en el Señor y en su Madre Santísima.
P.D. Gracias, A.G., por los últimos microartículos (Ricardo de Argentina dixit). Hasta hoy no los leí y son magníficos, incluso hermosos -en el fondo y en la forma- por lo que dicen y por cómo se dice.
__________
A.G.:
Mi querido amigo, estoy por borrar mi microartículo (Ricardo de Argentina dixit) y poner su comentario, de tan magnífico.
Gracias amigo. Sus comentarios son siempre un regalo.
El fariseísmo hoy es jactarse pecador y sentir bonito. Y pronto acusar a los demás de fariseos, de no tener el Espíritu Santo y otras lindezas. Y aún sentirse muy cómodo en lo figurín del publicano arrepentido.
__________
A.G.:
Se retuercen las parábolas no para arremeter en contra los fariseos, y los que condenan los pecadores - se las retuercen para agredir los que no aceptan tener el pecado como cosa normal, sin importancia, y no callan ese engaño.
Da ud en el clavo amigo.
No había prestado atención al texto del entonces Card. Ratzinger que nos ha traído Antoniouno. Me llama poderosamente la atención. ¿De dónde saca que el hermano mayor tiene nostalgia de tierras lejanas? ¿O que finalmente no entró a la fiesta? ¿O que actuó movido por la envidia? (Antes bien, es el hijo menor quien envidiaba la situación de los jornaleros de su padre). Eso parece interpretación libre, pero no son cosas que necesariamente se deduzcan del texto sagrado.
De tanto querer ver un hermano "bueno" y otro "malo", dejamos de prestarle atención a un hecho que para mí es muy importante: el hermano mayor representa a la justicia sin la misericordia, a la justicia estricta, técnica, legal, reivindicativa. Se puede decir que él "tiene razón": el padre no ha querido darle a él el ternero cebado y en cambio se lo ha dado al hijo disipado. En eso él ve una injusticia y protesta. Es lo que hace cualquier hijo de vecino, lo que hacen los gremios, lo que se reclama en la mayoría de las manifestaciones políticas.
El padre entiende el planteo y no se enoja, sino que trata de explicarle que sin faltar a la justicia ("todo lo mío es tuyo"), es la misericordia lo que lo mueve a actuar como lo ha hecho: "mi hijo estaba perdido y ha sido hallado". Justicia y Misericordia, ambos atributos de Dios que Él dosifica según su divina voluntad.
Todo ello en una parábola bellísima, didáctica y muy aplicable en nuestro día a día.
""En el relato de la parábola aparece la realidad del pecado: ante un padre tan bueno, los hijos… uno le abandona y el otro le obedece refunfuñando. Uno busca una libertad sin obediencia; y el otro obedece sin libertad, sin amor. Verdaderamente el pecado es un mysterium iniquitatis (misterio de iniquidad)."
San Juan Pablo II
"“Cuando uno se siente un pecador, se siente de verdad poca cosa o ‘sucio’ es uno el que va al Padre, pero cuando uno se siente justo y piensa que siempre hace las cosas bien, también el Padre le busca porque es un pensamiento malo, es la soberbia, es del diablo. El Padre espera a aquellos que se reconocen pecadores y va a buscar a aquellos que se sienten justos. Este es nuestro Padre”.
Papa Francisco.
"La parábola pone en escena también al hermano mayor que rechaza su puesto en el banquete. Este reprocha al hermano más joven sus descarríos y al padre la acogida dispensada al hijo pródigo mientras que a él, sobrio y trabajador, fiel al padre y a la casa, nunca se le ha permitido —dice— celebrar una fiesta con los amigos. Señal de que no ha entendido la bondad del padre. Hasta que este hermano, demasiado seguro de sí mismo y de sus propios méritos, celoso y displicente, lleno de amargura y de rabia, no se convierta y no se reconcilie con el padre y con el hermano, el banquete no será aún en plenitud la fiesta del encuentro y del hallazgo.
El hombre —todo hombre— es también este hermano mayor. El egoísmo lo hace ser celoso, le endurece el corazón, lo ciega y lo hace cerrarse a los demás y a Dios. La benignidad y la misericordia del Padre lo irritan y lo enojan; la felicidad por el hermano hallado tiene para él un sabor amargo. También bajo este aspecto él tiene necesidad de convertirse para reconciliarse.
La parábola del hijo pródigo es, ante todo, la inefable historia del gran amor de un padre —Dios— que ofrece al hijo que vuelve a Él el don de la reconciliación plena. Pero dicha historia, al evocar en la figura del hermano mayor el egoísmo que divide a los hermanos entre sí, se convierte también en la historia de la familia humana: señala nuestra situación e indica la vía a seguir...si se lee la parábola desde la perspectiva del otro hijo, en ella se describe la situación de la familia humana dividida por los egoísmos, arroja luz sobre las dificultades para secundar el deseo y la nostalgia de una misma familia reconciliada y unida; reclama por tanto la necesidad de una profunda transformación de los corazones y el descubrimiento de la misericordia del Padre y de la victoria sobre la incomprensión y las hostilidades entre hermanos."
Por cierto, del hermano fiel no se dice que no aceptara las explicaciones del padre. Ya está bien de presentarle como el malo malísimo de la película. Al fin y al cabo, el padre le dice "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo".
Y lo diré las veces que haga falta. El texto bíblico dice lo que dice. Y no dice lo que no dice.
Me ratifico pues en lo dicho: una parábola bella y densísima. Pero como bien dice AG, muy estropeada por la retorsión buenista.
Es que el que persigue la ley de la justicia por el camino de las obras, como es el caso de Israel, no reconociendo la justicia de Dios en Cristo por la Fe y buscando establecer su propia justicia, tropiezan con el Amor. Y eso es lo que pasa con el hijo mayor, que tropieza con el Amor; y lo mismo le pasa a todo hombre que no ha sido justificado por Cristo, que su justicia procede de su corazon de piedra, que es un corazon no regenerado y todavia sometido por un amor que demanda retribucion por los servicios prestados y que aborrece la Gratuidad de Dios. Un amor natural,voluntarista y manifiestamente egoista, es decir, el amor caido, que no se puede elevar de su propia justicia a la de Dios en Cristo.
El hermano menor entra por el camino del arrepentimiento y de la Fe, que es el Camino de la Gracia, el Camino de Cristo ;"porque el fin de la ley es Cristo para justificacion de todo el que cree"
La Paz de Cristo.
Nadie dice que el padre reproche a su hijo estar siempre a su lado, y que le quiera también.
Pero el padre trata a los dos con la misma misericordia. Al egoísta que se fue con "su parte" y se la gastó, y al egoísta que se quedó, no por amor al padre sino por amor a si mismo esperando una ¿justa? recompensa.
¡Ay! Si leyéramos más a menudo ese soneto anónimo atribuido a Santa Teresa (No me mueve mi Dios para quererte.........) y lo rezáramos de vez en cuando.
/EDITADO/
_________
A.G.:
Vamos a tratarnos con el debido respeto. Nada de comentarios despectivos.
al egoísta que se quedó, no por amor al padre sino por amor a si mismo esperando una ¿justa? recompensa.
---
¿Y eso dónde lo dice la Escritura? ¿Ahora va a resultar que juzgamos las intenciones del hermano que se quedó donde debía? ¿Lapidemos al justo porque no entiende en un primer momento la misericordia con el pecador?
No, no es cierto que el padre trató con igual misericordia a los dos hijos. Al hijo pródigo le trató con más misericordia.... porque NECESITABA más misericordia. Y eso era lo que el hermano fiel no entendía. Y eso fue lo que su padre, le explicó. Como quiera que la Escritura se queda ahí, sacar conclusiones sobre lo demás es rizar el rizo.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.