(124) ¿Quién lo hará, si nosotros no lo hacemos? (Diarios de un católico II)
Viernes 22 de enero de 2016
La Iglesia de hoy se ve enfrentada a un gigante formidable, a un troll terrorífico, a un Goliat de proporciones dantescas, llamado Relativismo, llamado Buenismo, llamado Cultura de la Muerte, Nada, Ambigüedad. Su multiplicidad de nombres significa Apostasía. Por eso, hoy más que nunca, David con su honda es figura de la Iglesia en minoría, como repetía el arzobispo vietnamita F.X. Nguyen van Thuan.
Lo bueno de no ser nadie, es que se puede ser Cristo por participación, «participantes de la naturaleza divina» (2Pe 1,4), alter Christus, ipse Christus. Pero si uno se cree alguien muy importante, si presume de ser causa primera de su salvación, si confía ser más de lo que puede llegar a ser por propia mano, sin el auxilio del Señor, funesto destino le espera, fatal autodestrucción. Porque sin Él no podemos hacer nada (Jn 15, 5).
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En el tren. Desde la ventanilla, admiro el verde oliva de la marisma desfilar ante mis ojos, como pintado por Ruisdael o por Hobbema, sirviendo de sustento vegetal al mar, que parece brotar de los pinos y las salicornias.
Sábado 23 de enero de 2016
Hemos sido vestidos de la humillación de Cristo, y no nos da vergüenza. Antes bien es nuestra gloria.
Hay que iluminar la oscuridad. Una forma de iluminarla es mediante la confesionalidad explícita de todo cuanto hacemos. También en el arte, o la arquitectura. El verdadero artista cristiano anhela confesar a Cristo en todo. Los templos cristianos se distanciaban de los paganos, por ejemplo, por la planta cruciforme. El arquitecto renacentista Francesco di Giorgio Martini (+1502), escribe en su Tratado de Arquitectura:
«Suelen los fieles añadir con razón a los templos longitudinales un espacio transversal a semejanza y en memoria de la cruz».
Para Francisco Martini el templo cristiano es una hechura de la Jerusalén celeste.
La actitud de muchos cristianos de hoy día, sin embargo, es camuflar el signo de la cruz en sus actividades culturales, laborales, apostólicas. Han de saber, sin embargo, que el buenismo del camaleón no separa del mundo, más bien separa al católico de sí mismo y lo desidentifica.
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Somos arrebatados de la sugestión de una falsa paz, para ser transportados por gracia a la cruz de Cristo.
Somos trabados y hechos caer de bruces al suelo del mundo, para que la cruz de Cristo nos haga sangrar con Él, y que la gloria de su Santo Nombre lo impregne todo.
Rojo holocausto que sana en un esplendoroso amanecer, la vida cristiana es Sangre de Cristo y Cuerpo de Redención, llamado Iglesia.
Que su Santo Nombre sea el nombre de nuestra vida.
Atraídos por su Nombre a la gloria de la cruz, que nuestra vida sea pronunciarlo en todas partes, en todo momento, en toda circunstancia.
Domingo 24 de enero de 2016
Me encuentro con L*****. Me comenta que está pasando por una depresión, tras el fallecimiento de su madre. Le aonsejo que ore, que acuda a la Santa Misa, que se confiese, que va a quedar como nuevo. Pero me replica que está haciendo meditación zen por las tardes, para recuperar el equilibrio. Le digo que así lo que va a conseguir es estar cada vez peor, porque se va a alejar cada vez más de la fuente del verdadero consuelo, que es su Defensor, el Espíritu de Cristo.
Es un drama cuánta gente está buscando en cisternas agrietadas el agua que necesita para su sed.
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Con la descristianización toma fuerza el feísmo en arte. Lo feo en la forma musical se expresa como falta de logos, como infiltración de irracionalismo en el sistema tonal, que es conquista de la civilización europea. En “Audición estructural”, Félix Salzer intenta popularizar la doctrina armónica del gran Heinrich Schenker, el gran defensor del logos en la música, que fue quien me hizo amar la armonía. En esta obra, Salzer distingue entre acorde gramatical, (un acorde de estructura, de edificación, de construcción, de andamiaje, de vertebración tonal y modal), y acorde significante, (un acorde de sentido, de contenido, de expresión, de signficado).
Es la diferencia que existe entre la composición técnica de un cuadro, y lo que muestra con ella. Esta diferencia es esencial para recuperar el logos del sistema musical frente a la disgregación abstracta y atonalista, y devolver la razón a la música. Una música sin logos, sin racionalidad, no tiene sentido.
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Por la tarde tras la Santa Misa. Teologia en música. Escucho las sublimes Sonatas del Rosario de Heinrich Ignaz Franz Biber (+1704), un tesoro de la música cristiana. Resulta incomprensible que esta maravilla de la música de cuerda pase tan desapercibida. Es un manjar no apto para paladares mundanos, de gusto fácil, o de consumo rápido.
La obra realiza un recorrido de extraordinaria belleza desde los Misterios gozosos a los gloriosos, pasando por una gran riqueza armónica y tonal. Para Biber, el violín es una lira de cuatro cuardas, como él decía. Mediante la llamada Scordatura, el instrumento recibe más de una docena de afinaciones diferentes, adaptadas a la espiritualidad de cada Misterio. El resultado es de una belleza impactante por su finura y delicadeza espiritual. También hay en las Sonatas del Rosario detalles de gran profundidad teológica. Por ejemplo, en la Sonata 3, el Nacimiento del Señor, hay una cita de la Sonata de la Crucifixión, anticipando la Pasión.
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No seamos como tantos cristianos que se arriman a Jesucristo para que les asegure los deseos y las ambiciones de su hombre viejo, como si nunca hubieran nacido de nuevo, y sus nuevas ambiciones y sus nuevos deseos no fueran, ahora, los de Cristo mismo en la cruz.
Seamos santos por la gracia de Dios. Que ser santos, amigos, es nuestro trabajo.
Martes 26 de enero de 2016
Por las calles, ir orando por todo aquel con quien nos topamos, conocido o desconocido, y “presentárselo” a Cristo, pidiéndole al Señor se le muestre con poder y soberanía y convierta su vida en vida cristiana.
Los cristianos. Los vivientes. Gran sinónimo.
En la gran “Síntesis de espiritualidad católica”, de José Rivera y José María Iraburu, hay un apartado muy bello dedicado a la “Espiritualidad de la inhabitación", 1ªP, 4. Aquí se nos recuerda una importante verdad:
«Toda la vida cristiana ha de vivirse y explicarse como una íntima amistad del hombre con las Personas divinas que habitan en él“.
«La conciencia de la inhabitación lleva a la oración continua y enseña a vivir siempre en la Presencia de Dios".
Cuán enfermo está el mundo, rendido de tinieblas. Cuánto necesita al Salvador. Y no el mundo abstracto, sino el de carne y hueso, el que encontramos día a día por ahí, a nuestro alrededor; que se concreta en este, en aquel, en aquella madre con su niño, camino de la escuela; en el dueño de la frutería, que dejamos atrás, al doblar la esquina; en la gente de todas las edades, que se dirige a diversos rincones del mundo caído, a trabajar, al colegio, al hospital, a la tienda, al autobús.
Nos encontramos como entre los pasajeros de un tren lleno de gente, en que seguramente nadie ora. Y si nosotros no oramos en estos vagones y en estos caminos, y en todas las esquinas del mundo, ¿quién lo hará?
La íntima amistad del hombre en gracia con Dios Uno y Trino nos empuja a orar y a vivir siempre en su Presencia. Ignorar la presencia de la Trinidad Santísima en el justo es descentrar la vida cristiana, que pierde su movimiento cristocéntrico y su tensión perfectiva. Ignorar la Presencia de Dios en el viviente en gracia es anular la fuerza apostólica de nuestra fe, y suspender el celo por la almas. Así se desperdicia el entusiasmo sobrenatural que suscita la inhabitación divina, dispersándola por entre los agujeros vacíos de un tiempo sufriente y desolado.
Por ello, una intensa vida eucarística es necesaria. Porque la unión con el Cuerpo y la Sangre del Cristo causa la inhabitación del Dios vivo en el alma en gracia del justo.
El Señor nos mueve a orar, y nos escucha cuando oramos. Su iniciativa inefable es que oremos. Él mismo nos da nuestra oración, nos da la calles que hemos de recorrer en su Nombre, nos da todos los vagones del Mundo Caído, para que oremos en ellos.
Porque si nosotros no lo hacemos, ¿quién lo hará?
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
14 comentarios
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A.G.:
Gracias por leerlo. Gloria al Señor y a su Santísima Madre.
No estoy de acuerdo con que fuera de el empiece el feismo.
Ni siquiera todo lo moderno es feo.
Ni mucho menos lo clásico o lo no occidental.
El cristianismo tiene su alfa y su omega pero no es el alfa y la omega de la humanidad.
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A.G.:
Amigo gringo,
no se dice en el post que el feísmo empiece con lo no cristiano, o fuera del cristianismo, sino que toma fuerza, se hace potente, se hace intencional con la descristianización.
El auge del feísmo intencional es uno de los malos frutos de la apostasía occidental, pues surge explícitamente como reacción antitradicional, como empuje nihilista contra la belleza tradicionalmente defendida por la cultura cristiana.
:)
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A.G.:
Yo creo que sí, que lo es, jeje. Gracias.
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A.G.:
Gracias Ivan. Gloria a Dios. Que sirva para edificación de mi prójimo.
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A.G.:
Interesante todo ello.
Por desgracia, ya Stravinsky es ampliamente superado en feísmo. Yo diría que la música fea empezó con el postromanticismo, y luego ha caído en picado, salvo excepciones.
Tendré que leer ese libro. Por cierto, los Ensayos filosóficos de Spaemann le gustarán.
Bendiciones.
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A.G.:
Gracias, Álex, me alegra mucho que estas meditaciones sirvan de ayuda y consuelo. La belleza es importante, desde luego, y por eso procuro, cuando Dios me lo concede, utilizar lenguaje de imágenes que alcance la sensibilidad.
Gloria a Dios.
Stravinsky no está inmerso en el feísmo musical imperante hace más de medio siglo. La Sinfonía de los Salmos, Petruchka, el Pájaro de fuego, la Consagración de la Primavera, son una maravilla de ritmos cambiantes, melodías, orquestación formidable. De ningún modo son composiciones irracionales. Tienen un logos musical de gran valor.
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A.G.:
jejeje Manuel de Falla, además de gaditano, portento musical y un santo como la copa de un pino, era un gran admirador de Stravinsky.
A mí reconozco no me gusta, se me crispan los nervios... me sienta mal el café, jeje
Lo que sí es cierto es que su música tiene logos, excepto la etapa atonalista y serialista. Como se sabe, Stravinsky en un principio era contrario al atonalismo abstracto, aunque luego en cierta obras se acercó a él, como en el Monumento a Gesualdo, y otras obras en que la abstracción ocupa un lugar, aunque efímero. ¿Por qué ilustrar textos bíblicos con técnica dodecafónica? Es lo que me irrita de este autor. A mí esas obras me estresan, jeje. Pero tiene otras que están bien. Gracias a Dios reaccionó contra ello y rectificó el rumbo de su obra.
Abrazo
"¿Qué había pues de tan escandaloso, provocativo y sorprendente en La Consagración?
El tema estaba desprovisto de un objetivo moral fácilmente identificable. El hombre primitivo, pre-ético, pre-individual era retratado al natural. Renacimiento, vida y muerte se pintaban sin ningún comentario ético obvio, sin ninguna "salsa" moral, por tomar prestada la analogía típicamente gala de Jacques Rivière. En ese retrato de la continuidad de la vida brutal, fundamental y trágico, más allá del destino individual no se sugería sentimiento alguno. Había solamente energía, exultación y necesidad. A la víctima no se la lloraba, sino que se la honraba. La virgen elegida se unía al ritual automáticamente, sin signos de comprensión ni de interpretación. Se sometía a un destino que la trascendía. El tema era básico y al mismo tiempo brutal. Si había alguna esperanza estaba en la energía y la fertilidad de la vida, no en la moralidad, Para un público engalanado en todo su refinamiento, el mensaje resultaba discordante. La música era igualmente discordante. Le faltaba ornamentación, insinuación moral e incluso, en su mayor parte, melodía." Ibídem. pág. 67
Y sigue con cosas como "no mantenía ninguna relación evidente con la tradición decimonónica, ni siquiera con el impresionismo"; "Parecía que las leyes de la armonía y el ritmo habían sido violadas"; "se habían elegido intencionadamente instrumentos carentes de vibrato con objeto de eliminar toda traza de sentimentalismo"; etc...
Si en 1913 esta obra suscitó rechazo y hoy día, incluso entre los cristianos parece ser comprendida, es porque la gran falla de la Gran Guerra nos cambió a todos. A todos.
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A.G.:
Yo con las obras que cita el P. Iraburu no tengo tanto problema. Le encantaban a Falla, y eso las legitima, jejeje.
Pero con las obras de texto bíblico escritas con técnica serialista, dodecafónica, atonal, no puedo, me crispan. Y que convierta la música del gran polifonista Gesualdo en un cuadro abstracto, eso me pone de los nervios, jeje
Los títulos de sus obras son absolutamente maravillosos, pero en cuanto comienzo a escuchar la musica siento un desasosiego envuelto en una desgana y acompañado todo ello con un sudor frio.
Una pena de titulos... Habría que aprovecharlos para algo mejor...
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A.G.:
Coincido Tikhon. La música explícitamente católica de Messiaen me parece, simplemente, mediocre. Promete pero defrauda. Es fea, ininteligible, y pobre pobrísima.
/EDITADO/ No digo que dejes de oir a BB King, pero no sabes lo que te pierdes, en tantas cosas. Especialmente en la música clásica. Además puedes empezar por los llamado clásicos populares.
Por que a uno le guste la música clásica no significa que no pueda gustarle la otra.
GRINGO
Vale que no todo el arte o lo bello se encuentra dentro del cristianismo, pero si Dios existe, y vive Dios que existe, el catolicismo es el Alfa y Omega de la humanidad. Cualquier otra cosa es secundaria.
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A.G.:
Disculpa que te edite, pero prefiero, y ruego, evitar alusiones demasiado personales.
«Desde el punto de vista de Dios, el elemento prescriptivo de la Ley es un ofrecimiento que invita a vivir en conformidad a la proximidad concedida por la Alianza. Sin embargo, esta ofrenda gratuita no es sino el primer acto de una actividad salvífica que no encontrará su perfección sino en Cristo. Esperándola, esta actividad descubre, al mismo tiempo que la precisión (positiva) de la respuesta pedida, lo inadecuado (negativo) de la capacidad de responder, permaneciendo la respuesta, tanto antes como después del don de la Ley, como el objeto de la promesa.
«La falla abierta así, que hubiera debido ser sencillamente aceptada en la paciencia de una fe llena de esperanza, es experimentada por el hombre, al revés, como algo insoportable, y durante el curso de la historia él trata de esquivar esta situación de dos maneras:
a) En primer lugar, ha elevado la Ley al rango de un absoluto abstracto, que usurpa el lugar del Dios vivo. Esforzándose por cumplir literalmente la letra abstracta, el fariseo piensa realizar esta imposible respuesta. De esta construcción de un deber abstracto y formal derivarán muchos sistemas éticos: por ejemplo, el sistema neokantiano de un campo de «cotaciones» o de «valores absolutos», la ética estructuralista y fenomenológica (Scheler). Todos estos sistemas tiende a hacer del hombre, a fin de cuentas, su propio legislador, ya que él es el sujeto idealmente autónomo que se limita a sí mismo a fin de poder realizarse. La preparación de estos sistemas se encontraba ya en el formulismo ético de Kant.
b) Por otra parte, se ha diluido la Ley, que ha llegado a ser un cuerpo extraño dentro del movimiento de la promesa y la esperanza. Siendo la Ley una cosa impuesta desde fuera y que declara la culpabilidad en el corazón del hombre (Kafka), no puede ser ya la emanación de un Dios fiel y misericordioso, sino sólo la de un demiurgo tiránico (de ahí la alianza de Ernst Bloch con la gnosis; cf. el «super-yo» de Freud). Por eso se cree preciso sobrepasar la Ley así concebida, como una ilusión del pasado, en virtud de una esperanza orientada hacia el futuro que el hombre saca de su propia autonomía.»
Con Jesucristo.
Hace unos días pusieron música de un tal compositor Prieto, feista y asonante a más no poder, y tuve que apagar las radio. A este paso los pobres no vamos a poder escuchar buena música por Radio Clásica, pues los nuevos jefes políticos de la radio, cada vez mas descritianizados, se empeñarán en aumentar la dosis de feismo musical.
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