(103) De las aguas de la muerte y de la vida
1.- El hombre exterior ha de ser crucificado, para que el hombre interior sea imagen perfecta de Cristo.
CATECISMO 1214: la “inmersión” en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él (cf Rm 6,3-4; Col 2,12) como “nueva criatura” (2 Co 5,17; Ga 6,15).
2.- Es liberado quien muere a su hombre viejo:
“porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado.” (Romanos 6, 7)
Sepultado con Cristo en las aguas de su muerte, para renacer a la vida de la gracia:
“Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.” (Romanos 6,4)
3.- Las aguas oscuras han entrado por dentro, calando hasta el alma. Pero tú, cristiano, espera en Jesús tu Señor, aunque te arrastre la corriente y no hagas pie en tu pequeñez.
4.- Te consuela saber que el Padre quiere reducir tu yo caído a escombros, y que desaparezca tu condición adámica bajo las aguas primigenias, para reconstruirte a hechura del Primogénito de toda creación. Y eso duele.
“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El , para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado” (Romanos 6, 6)
“No mintáis los unos a los otros, puesto que habéis desechado al viejo hombre con sus malos hábitos” (Colosenses 3,9)
5.- La nada del hombre, y el todo de Dios. Es triunfo de humildad, por gracia.
Santa Ángela de la Cruz, en sus ejercicios espirituales de 1887:
“Dios mío, dame la gracia para cumplir el propósito de reducirme a la nada.
La nada calla; la nada no se disgusta; la nada no se disculpa;
la nada no se justifica; la nada todo lo sufre; la nada del pecado es la vergüenza, la confusión; nada merece, más que el infierno;
nada se le debe, sólo el infierno.
La nada no se impone; la nada no manda con autoridad; la nada, en fin, en la criatura, es la humildad práctica".
7.- Estás tranquilo, porque el Crucificado, en su Sacrificio, es el centro de todo. En él golpea todo mal, de Él procede todo bien.
8.- Tu Defensor te mueve a contracorriente. Y a contramuerte.
9.- Los Hijos de Adán han de nacer de nuevo. No tienen otra alternativa. La encrucijada está abierta en dos: o ser creados de nuevo por la gracia, o sucumbir en las ciénagas, en la sombra líquida, densa hasta la muerte.
10.- El sacramento eficaz se abre como una florescencia, y de su cápsula de gracia emerge un orden nuevo, inasequible a la nada del mal, aunque en primicia todavía.
Por eso el Hijo del Hombre nos llama atravesando milenios, y le escuchamos, y ya no hay otra opción que comulgarle, para escucharle por dentro. Y VIVIR.
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3 comentarios
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A.G.:
Eso, no hay victoria sin sacrificio. Sin El Sacrificio.
Dios destruye lo feo para que nazca lo bello, lo malo para que nazca lo bueno, lo falso para que nazca lo verdadero.
¡Oh, feliz culpa, que mereció tan grande Redentor!
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A.G.:
Manuel, voy a tener que ir haciendo una recopilación de tus comentarios...
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