(80) De la humildad de Cristo, y un perrillo faldero
—Quiero hacer un post hermoso sobre la humildad —le dije al Señor.
Y pensé que casi me respondía:
—Pues hazlo breve, menudito.
1.- LA HUMILDAD COMO TIERRA BUENA CON QUE CIMENTAR
La humildad es terrosa, porque es realista, pero no terrenal, como virtud alada que nos inclina hacia la tierra, para luego poder volvernos a lo alto.
San Isidoro de Sevilla lo recuerda en sus “Etimologías”, LX:
“Humilis (humilde), como si dijéramos inclinado a la tierra (humus).”
Y el Corominas lo confirma:
“HUMILDE, h. 1400. (…) deriva de humus, suelo, tierra”. El mismo Diccionario nos recuerda que primero, a principios del s.XIII, se decía humildoso.
A Nuestro Señor le agradaba hablar de buena tierra, de humildad. Por eso, cuando nos dice
“El sembrador siembra la Palabra” (Marcos 4, 18), explicándonos su parábola, parece que nos habla también de ella, como si nos anticipara la humildad que quiere obrar en nosotros:
“los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno». (Marcos 4,20)
Como si nos dijera: los que reciben la semilla en humildad. Y es que, como precisa el Angélico en uno de los pasajes más excelsos de la Suma:
“se dice que Dios resiste a los soberbios y da la gracia a los humildes. En este sentido se dice que la humildad es el cimiento del edificio espiritual. (Suma, II, IIae, q161, a5)
San Agustín en De Verb. Domini, también trata de la humildad como cimiento:
“¿Piensas construir un edificio muy alto? Piensa primero en el cimiento de la humildad.”
Y es cimiento porque es tierra buena, y es tierra buena porque recibe la gracia, y la gracia obra en ella la salvación.
Es por esta gran razón que Santiago 4, 6 concluye, tras citar la Palabra de Dios:
“Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.”
San Antonio María Claret no dejaba de pedir la humildad, haciéndose tierra:
“1859. En el día 6 de enero del año 1859, el Señor me dio a conocer que yo soy como la tierra; en efecto, tierra soy. La tierra es pisada y calla; yo debo ser pisado y debo callar. La tierra sufre el cultivo: yo debo sufrir la mortificación. La tierra, finalmente, necesita Agua para producir, yo necesito la gracia para hacer obras buenas”.
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2.- QUE LA HUMILDAD ES COSA DE NIÑOS QUE PIDEN Y AMIGOS INOPORTUNOS
En el orden de la gracia eres como un chiquillo que aprende a leer. Descubres cada palabra, y te sientes un encuentramundos. Te sorprende cada socorro del Señor, y tras cada uno de ellos cantas victoria. Toda perla fina es para ti, que parece te esperaba; vas andando y tropezando, y te embriagas eucarísticamente de fragancia de la Tierra Nueva: ese romero azul que huele a Cristo, y que refresca el sendero.
Y qué contento te pones cuando lees, por ejemplo, “asombro", y comprendes que se refiere al Señor, y se te caen los tirantes, porque eres un zagalillo en el establo de Belén. Que apenas llegaste, y ya te entretuviste con la mula, repeinándole el flequillo.
“Cargad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontraréis alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana” (Mateo 11, 29)
Por eso,
“En efecto, ¿con qué derecho te distingues de los demás? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? ¡Será que vosotros ya estáis satisfechos! (..) Pienso que a nosotros, los Apóstoles, Dios nos ha puesto en el último lugar” (1 Corintios 4, 7-9)
No, no estamos satisfechos de nosotros mismos. Pedimos, y nuestro Defensor nos mueve a ello, a ser inoportunos, y no parar de pedir. Y la humildad consiste en eso: en que pedimos, porque no nos autoabastacemos, pero no con reproche de privilegio, sino boca en tierra.
y 3.- QUE LA GRACIA TE REBAJA HASTA ELEVARTE A LA HUMILDAD DE CRISTO
El Doctor Angélico sigue exponiendo su maravillosa doctrina sobre la humildad:
“Como ya dijimos (ad 1), la humildad, en cuanto virtud, lleva consigo cierto laudable rebajamiento de sí mismo.”
Rebajamiento de sí mismo. La gracia, configurándonos con Cristo, nos rebaja de nosotros mismos, tanto, que lleguemos a decir:
“ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.” (Gálatas 2, 20)
Sea tu corazón perrillo que no sirve para nada, salvo para menear la cola cuando llega el Señor, y querenciarse a su mano agujereada, que algo le dará de comer.
Que es eso rebajarse. De creerte el rey del mundo, y capaz de autosalvación, a saberte perrillo faldero en el orden sobrenatural. Pero no un doberman, eh, no seas soberbio también en esto.
Rebajarse en concreto consiste en darte cuenta que en tu camino de perfección NO eres tú quien vive en ti y eres capaz y te mereces el cielo por lo santo que eres por ti mismo y por la estimación de otros. No te gloríes, tontajo, que es Cristo quien vive en ti, y te hace participar de su santidad, para que sea tuya, y en verdad seas santo.
(Rebajarse en concreto, jeje, porque rebajarse en abstracto no vale para nada, sino para hacer el canelo.)
Rebajarse por gracia en Cristo que se rebajó hasta el extremo nos eleva a los mismos sentimientos de Cristo, que hemos de tener para ser hijos en el Hijo:
“Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión, les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por rivalidad o vanagloria, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.” (Filipenses 2, 1-4)
Y para eso
“Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor” (Filipenses 2, 5-7)
El Espíritu del Señor nos habla de aquel aciago día en que en el Edén nuestros Padres se levantaron con el pie izquierdo y tropezamos con su tropezar, deformando el universo con nuestro batacazo original;
nos habla de la realidad, de nuestra condición adámica, de nuestra vergonzosa desnudez originada tras caernos de la gracia.
Por eso la humildad es un saber realista, y Cristo, además de Salvador de caídos, es sastre de vergüenzas.
Como tejido fino, bañado de púrpura, cubre el socorro del Señor tu incapacidad de ser tú mismo, y viste con la humildad del Hijo la vergüenza de nuestro deseo inmoderado y ancestral de alabanza.
Por eso, que pudiendo el Hijo ser el rey que adornara un palacio, siendo rey verdadero, naciera desconocido en un establo, nunca lo habrás de olvidar.
Y que pudiendo ser guerrero que ganara el mundo avasallando auroras, sólo fuera para unos cuantos un bebé que llora, nunca lo habrás de olvidar.
Jesús viviendo en María, viviendo en nosotros. Es un vivir eclesial, una ciudadanía celeste, en que el deseo carnal de ser estimado y alabado por los demás, es substituido por el anhelo de la cruz, y la perfecta alegría que proporciona. Una alegría que precede al conocimiento de la propia condición, de la incapacidad propia, de la radical necesidad de la gracia para la santificación. ¡La excelencia pertenece a Cristo!
Como explica Santo Tomás con su diamantina precisión:
“la soberbia es el deseo inmoderado de la propia excelencia, es decir, el que está fuera de la recta razón” (Suma, II,IIae,q162,a2,ad1)
Quien en su vida cristiana pretende atribuirse a sí mismo la excelencia que corresponde a la gracia, cae en la soberbia del diablo. Se cae de nuevo, una y otra vez, de la gracia, como si nunca hubiera dejado de caerse.
AÑADIMIENTO:
Sea tu alma la del mendiguillo inoportuno, que aguarda en los recodos la llegada del Señor, y se le arrima y de su trato vive, y de esa migajilla de su arrimo se alimenta y va contento, para siempre.
El Espíritu del Señor te conduce a veces a aquel remanso pequeñito e insignificante del camino, para que le esperes pasar, y al cruzarte con Él, tus horizontes se dilaten y la explanada de tu vida quede abierta de puerta a puerta, como un futuro atravesado de ventanas hasta la última esquina.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
16 comentarios
Me encanta, :D
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A.G.:
Mendigos de la gracia...cómo cambia nuestra vida cristiana, bajo esta perspectiva
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A.G.:
Encuentramundos....si es que hallamos tantas cosas extraordinarias cuando es el Señor quien conduce nuestra vida. Y la mula, los burrillos, el asno...que criaturas tan encantadoras.
Muchas gracias, gloria siempre a Dios.
Amén.
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A.G.:
Gloria a Dios, y a su Madre.
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A.G.:
Qué bien, qué regalo del Señor, formar remansos pequeñitos, en medio del tumulto de la vida cotidiana. Hay que pedirlo. Y lo haré, pero suavemente, que no se despierte el Niño, que descansa.
"Por la pobreza en la que vivieron papá y mamá, por los fracasos que tuvimos, porque se arruinó el molino, por haber tenido que cuidar niños, vigilar huertos frutales y ovejas y por mi constante cansancio..., te doy gracias, Jesús.
Te doy gracias, Dios mío, por el fiscal y por el comisario, por los gendarmes y por las duras palabras del padre Peyramale...
No sabré como agradecerte, si no es en el paraíso, por los días en que viniste, María, y también por aquellos en los que no viniste. Por la bofetada recibida y por las burlas y ofensas sufridas, por aquellos que me tenían por loca, y por aquellos que veían en mí a una impostora; por aquel que trataba de hacer un negocio..., de doy gracias, Madre.
Por la ortografía que jamás aprendí, por la mala memoria que siempre tuve, por mi ignorancia y por mi estupidez, te doy las gracias.
Te doy las gracias porque si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido, tú lo hubieses escogido.
Porque mi madre haya muerto lejos. Por el dolor que sentí cuando mi padre, en vez de abrazar a su pequeña Bernardita, me llamó "hermana María Bernarda",... te doy las gracias. Te doy las gracias por el corazón que me has dado, tan delicado y sensible, y que colmaste de amargura.
Porque la madre Josefa anunciase que no sirvo para nada, te doy las gracias. Por el sarcasmo de la madre maestra, por su dura voz, por sus injusticias, por su ironía y por el pan de la humillación ..., te doy las gracias.
Gracias por haber sido como soy, porque la madre Teresa pudiese decir de mí:"“No sé cómo te las apañas para combinar tantos desastres".
Doy las gracias por haber sido una privilegiada en la indicación de mis defectos y que otras hermanas pudieran decir: "Qué suerte que no soy Bernardita".
Agradezco haber sido la Bernardita a la que amenazaron con llevar a la cárcel porque te vi a ti, Madre ... Agradezco que fui una Bernardita tan pobre y tan miserable que cuando me veían, la gente decía: "Esa cosa es ella", la Bernardita que la gente miraba como si fuese el animal más exótico.
Por el cuerpo que me diste, digno de compasión y putrefacto..., por mi enfermedad que arde como el fuego y quema como el humo, por mis huesos podridos, por mis sudores y fiebre, por los dolores agudos y sordos que siento..., te doy las gracias, Dios mío.
Y por el alma que me diste, por el desierto de mi sequedad interior, por tus noches y tus relámpagos, por tus rayos... por todo. Por ti mismo, cuando estuviste presente y cuando faltaste..., te doy las gracias, Jesús... "
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A.G.:
He leído esa maravilla muchas, muchas veces. Es algo muy especial, cómo el Señor se complace en sus pequeñuelos.
Gracias.
Seréis felices con plenitud si os hacéis como niños.
Gracias, precioso tu post.
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A.G.:
Qué bello eso. Hacerse como niños es prácticamente como nacer de nuevo. Je, nos resulta imposible, pero tenemos un Defensor, que lo hace por nosotros. Gloria.
Que maravilla. En efecto,caimos, porque quisimos ensalzarnos , asi pues,para santificarnos,nada mejor que cuando nos pisan,callarnos.
Nada hay mas contrario a nosotros mismos que la Humildad, por eso, para volver a Dios, nada como humillarnos.
Cuanto nos cuesta renunciar a buscarnos a nosotros mismos, mas, sin embargo,es la manera que ha elegido Dios para encontrarnos.
Que dificilisimo es seguir a Cristo cada dia hasta la Cruz y morir con EL(imposible sin la Gracia). mas,sin embargo,es el unico sitio donde encontramos el descanso.
Dice la Escritura que sin Fe es imposible agaradar a Dios , pero del todo imposible,lo es sin Humildad.
La Paz de Cristo.
Personalmente sobre la humildad frente la soberbia , orgullo , el honor ,.... me ayudaron la meditación de las 2 banderas de los EEde San Ignacio y e sermon del Cura d Ars sobre la soberbia .
Muchas gracias
La Madre enseña como seguir al Hijo. ¡Gloria a María!
La oración y la Eucaristía nos necesarios a ser posible, cada día, pues no ayuda a ir creciendo en la humildad para poder complacer a Dios nuestro amado Padre.
Cuando leemos vidas de santos, vemos en ellos como también se parecían cada vez más a Cristo Jesús.
Seamos mendigos de la Misericordia de Dios, cuando más amemos la oración, más humildes y misericordiosos seremos con nuestro prójimo. La verdadera devoción a María Santísima, es mejor que un atajo para que también seamos misericordiosos, pidamos a la Madre de Dios que nos ayude a ser humildes de corazón.
Nuestro enemigo el demonio, lo que más le hace padecer, es encontrarse con corazones humildes y misericordiosos. No lo puede soportar y se rinde. Por el contrario, este enemigo infernal, se siente muy cómodo, muy relajado, cuando encuentran corazones que se resisten al Espíritu Santo de Dios, se complace en esas almas, que no buscan refugio en los Sagrados Corazones de Jesús y María Santísima.
Muchas gracias Alonso, por tus meditaciones, es un bien para todos.
Nos gusta gustar, agradar , ser reconocidos de diversas maneras: física, mental y espiritualmente...atraer , que nos tengan en cuenta, que nos estimen.Todo porque en el fondo de nuestro ser estamos hechos para el amor y necesitamos sentirnos amados, confundiendo el verdadero amor ,que recibe y se da, con un amor propio que se repliega enturbiandose .Preferimos brillar con nuestra luz que reflejar la luminosidad del Amor, el gran pecado angélico.
No nos quejemos si cuando pedimos humildad el Señor nos hace caso , es duro soportar calumnias, burlas, rechazos, indiferencia.Quien de amor que espere Cruz, sabiduría del humilde.
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A.G-
Gracias a ti Mª Virginia, gloria a Dios. Todo lo que trata de la gracia, es aire fresco y puro para respirar. Gran verdad.
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