(44) Que si te apoyas en ti mismo perecerás
1.- Llevamos demasiado tiempo aplaudiendo al hombre, pervirtiendo el humanismo, y repitiendo, con boca satisfecha de sí misma: sea el ser humano engrandecido. Sea rey el ser humano de sí mismo. Nosotros no queremos que el hombre sea indigno, sino que, como clama el salmista (Sal Vg 69,5), “Sea Dios engrandecido”, ¡Magnificetur Deus! ¿¿Por qué?? Te lo repite el salmista: -porque somos…
“un pobre mendigo”, ego autem miser sum et pauper (Sal Vg 69, 6)
2.- El pobre PIDE, no se gloría de sí mismo, y ruega con boca de lágrima:
“apresúrate, oh Dios, a prestarme auxilio, tú eres mi ayuda, y mi libertador, oh Señor, no tardes! (Sal Vg 69,6) Domine, ne tardaveris!
3.- Amigo, ¡deja ya de hablar como si fueras autosuficiente y te bastaras a ti mismo! Dile al Señor con lengua justa la verdad, que
“desde las entrañas de mi madre fuiste mi apoyo” (Sal Vg 70, 6)
Si te alejas del Señor perecerás. Si te alejas de Él estás muerto. Mira, yo no voy a ponerme a cantar las supuestas glorias del ser humano caído de su estado original, sino a decirle: si te alejas de tu Dios y Señor PERECERÁS. Y lo voy a repetir al hombre, a la mujer, al adolescente, a la familia, a la sociedad, a las naciones, a las instituciones, al orbe entero.
4.- Católico, has de reflexionar en qué sustentas tu apostolado, tu familia, tu empresa apostólica, tu labor eclesial, tu servicio a los pobres, tu pastoral, tu catequesis, tu movimiento, grupo, asociación, familia, todo. Si sustentas todo ello en ti mismo estás perdido y más que perdido. Si sustentas tu vida en ti mismo caminas hacia el absurdo. Si sustentas tu salvación misma en tu voluntad estás perdido.
5.- Si no te percibes a ti mismo como un ser que está en ruinas, no aniquilado, pero hecho inmundo por el pecado, como enseña el Tridentino, no tienes solución. El Espíritu Santo te mueve a adquirir conciencia de tu estado. Y sólo entonces podrás pedirle:
“Dirige tus pisadas hacia estas ruinas sin fin , Dirige gressus tuos ad ruinas perpetuas, (Sal Vg 73,3).
6.- Aquella pastoral familiar de un tiempo atrás, autocomplaciente consigo misma, y que no nombraba la gracia, el pecado, la salvación, jamás, ¡cómo gustaba de ensalzar lo humano, darle operatividad por sí mismo, como si lo tuviera! La salvación de la sociedad residía en la familia. Y la familia entonces se estrellaba una y otra vez contra sí misma, cegada por mirarse el ombligo. Tópicos pelagianos que ignoraban una tremenda verdad punzante, y astillada, que duele pero sana como preciso bisturí. Robert Spaemann lo sintetiza así, en “El rumor inmortal”, V:
“la situación histórica del hombre ya no se puede medirse en absoluto con referencia a su estado original”
En efecto, la situación actual del ser humano ha de evaluarse con relación a su Caída original, que ha infectado su estado originario hasta el punto de hacerlo inmundo, aunque sin destruir su bondad original ni aniquilarlo totalmente.
Esta deformación originada por el pecado no es total. Pero es suficiente para convertir al hombre en un mendigo de Dios, sin cuyo auxilio queda reducido a su propia indigencia originada.
7.- ¿Tiene sentido tomar partido por la Ley Natural, etsi deus non daretur (como si Dios no existiera)? En esta lucha bienintencionada podemos cometer sin darnos cuenta la impostura del antropocentrismo: se substituye el sustento divino por la arena de la propia autoconfianza. Como vacuna, hay que confesar al Señor:
“desde las entrañas de mi madre fuiste mi apoyo” (Sal Vg 70, 6)
Cristo sigue siendo nuestro único apoyo y nutriente en toda tarea apostólica.
8.- No hemos de seguir un falso camino. Nuestra fidelidad es para el Señor, el Señor es nuestro único camino, no tú mismo. Y sólo en este sendero hallamos el nuestro, para participar de sus pasos. Como afirma Spaemann:
“Permanecer fiel a sí mismo s una máxima bien conocida. ¿Pero qué quiere decir eso? Esa forma de hablar es extraña al cristianismo. este más bien de abnegación por fidelidad a Dios. Y de forma correspondiente, de la fidelidad de Dios” (El rumor inmortal, VI)
¿Acaso no justificó Renan su apostasía, en su Autobiografía, como un camino de fidelidad a sí mismo, como un continuar seguir siendo su propio apoyo? Todos los conversos, sin embargo, coinciden en su cambio total de rumbo, en su no-continuidad con el camino propio, en su renacer, en su transformación, y nunca en un continuar siendo fiel a sí mismos. ¡No te conviertes para seguir igual! No retornas a ti mismo, sino al Señor de la Vida.
7.- No podemos renunciar a producir conversiones. No nosotros, sino Dios con su poder en su Hijo, a través de nuestra misión, guiados por el Espíritu Santo. Olvidar esto es afirmar que un ser humano puede vivir sustentado en sí mismo y que no nos importa su perdición.
8.- Desde aquí llamamos al combate sobrenatural, con las buenas armas de Cristo, contra todo engrandecimiento indebido del hombre o de su sola voluntad. Llamamos a la resistencia contra todo culto impropio al ser humano.
9.- Del absurdo de un cristianismo sin Cristo, reducido a pura ética, quiera el Señor apartarnos y mantenernos despiertos contra su sueño mortal. La máxima de Chamfort, que nos dedicó para herirnos, no ha de resonar jamás entre nosotros:
“M…decía: no me importaría ser cristiano, pero…me sería IMPOSIBLE creer en Dios”.
Ya el malvado Voltaire se burlaba de los cristianos citando otra anécdota de este tipo, que también recoge Chamfort para atacar a los hijos de Dios:
“Luis XIV, tras la batala de Ramilies, cuyos resultados acaba de conocer, dijo:
– Dios se ha olvidado de todo lo que he hecho por Él”.
No, hermanos, nosotros no hemos de fijarnos en lo que nosotros hacemos por Dios, para pedirle nos pague lo que nos debe. Nosotros nos fijamos en todo cuanto hace Dios por nosotros, para darle gracia. ¡Magnificetur Deus!
10.- No nos coronemos de flores a nosotros mismos. Como enseña el Catecismo, con bellas palabras:
2011 La caridad de Cristo es en nosotros la fuente de todos nuestros méritos ante Dios. La gracia, uniéndonos a Cristo con un amor activo, asegura el carácter sobrenatural de nuestros actos y, por consiguiente, su mérito tanto ante Dios como ante los hombres. Los santos han tenido siempre una conciencia viva de que sus méritos eran pura gracia.
No se autocorone de flores la familia. Ni los jóvenes por el mero hecho de ser jóvenes, ni el católico por el simple nombre de católico. Que de nosotros, fieles de Cristo, no se ha de decir lo que canta Hölderlin de los griegos, en su religión natural:
“los fieles se coronaban de flores en las festividades”.
Nosotros no cantamos, como ellos, “la felicidad de los fuertes”, sino la tribulación de los débiles, de los mendigos de Dios, nutridos por la fortaleza del Vencedor, del Bello, del Viviente! Por eso no nos coronamos de flores en nuestras festividades. Sino adoramos a Dios. ¡Magnificetur Deus!
11.- Sabemos que la fe conlleva una correspondencia a la gracia que es movida y activada por la gracia misma, y que a menudo se transparenta en múltiples formas de cruz. Esta crucifixión del cristiano produce horror al que confía en sí mismo.
De aquí procede el horror al martirio, que es común a todo apostolado antropocéntrico y voluntarista, que vicia toda labor apostólica. De aquí el superhumanismo del que quiere ser hijo del hombre antes que hijo de Dios.
Sin embargo, en nuestro actual estado caído, sólo siendo, primero, hijos de Dios, podemos ser en verdad hijos del hombre. Tras la Caída, el hijo de Adán necesita ser restaurado, sanado, mediante la filiación sobrenatural. Sólo en Cristo podemos ser verdaderamente humanos, porque, como clama la Redemptor hominis, 7:
“la única orientación del espíritu, la única dirección del entendimiento, de la voluntad y del corazón es para nosotros ésta: hacia Cristo, Redentor del hombre; hacia Cristo, Redentor del mundo.”
Y esto es así porque:
“(Como) enseña el Concilio Vaticano II: «En realidad el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado”
Por eso:
“La Iglesia no cesa jamás de revivir su muerte en Cruz y su Resurrección, que constituyen el contenido de la vida cotidiana de la Iglesia. En efecto, por mandato del mismo Cristo, su Maestro, la Iglesia celebra incesantemente la Eucaristía, encontrando en ella la «fuente de la vida y de la santidad»,36 el signo eficaz de la gracia y de la reconciliación con Dios, la prenda de la vida eterna. La Iglesia vive su misterio, lo alcanza sin cansarse nunca y busca continuamente los caminos para acercar este misterio de su Maestro y Señor al género humano”
12.- No puede ser “solamente nuestra” nuestra labor apostólica. Sólo siendo labor de hijos de Dios podrá ser labor de hijos del hombre. ¿O acaso nuestra lucha por la vida humana, por el bien, por la verdad, por la belleza, puede entenderse bajo otra óptica que la del Verbo Encarnado, que es la piedra de toque para entender el misterio de lo humano? El antropocentrismo es superhumanismo. El superhombre de Nietzsche no es más que el icono del ser humano sustentándose en sí mismo y sin entenderse a sí mismo, porque ha rechazado al Verbo de Dios, que pronuncia las palabras que definen lo que el hombre mismo ha sido, es y será.
13.- NO puede haber peor maldición que ser miembro muerto, sin fe viva, ignorante de la gracia, habitante del pecado, embajador de sí mismo. Ser cáncer en el Cuerpo del Señor, que no podrá llevarlo a la extinción, pero sí herirlo; ser cómplice de una pandemia pavorosa, la del culto al hombre caído; fachada pavorosa de un vacío terrible pero aparentemente moralizador: la de la ausencia del Dios Vivo. Muerte. Apostasía.
14.- El ataque de Bloy a los católicos tibios, burgueses y mundanizados, pero superhumanistas de su época, con toda la potencia de su mirada indignada, incide siempre en lo mismo:
“Han suplantado la Revelación por la moral, y ya nadie entiende nada de las Escrituras”
Ya sabemos que el moralismo pelagiano con apariencia de piedad idolatra la técnica, como la muleta de la falta de gracia.
“Sus gustos burgueses los habían hecho más accesibles a la técnica”,
comenta Bouyer.
Técnica y moral antropocéntrica van de la mano, como la pezuña de dos dedos del culto pelagianísimo a nuestra humanidad caída. Por eso el católico tibio no duda en tecnificar su vida conyugal mediante la anticoncepción, sus deseos mediante la fecundación in vitro, etc., etc.. Y es que a menudo el católico moderado, tibio y mundano es tecnócrata de la voluntad, y moralista para no tener que tener fe viva. Moralista autorredentivo, simplemente, para no tener que ser santo.
15.- Hermanos, he hablado con dureza en este post, para que nos demos cuenta de la centralidad absoluta de Jesucristo y de la necesidad absoluta que tenemos de Él. Dejémonos de tanta moderación, tibieza, mundanidad, burguesía y superhumanismo homolátrico. Disculpad si os molesto siendo anunciador de desgracias y faro de sombras, pero es que es necesario.
Católico, entérate de una vez, ¡estamos en guerra!
Recuerda la máxima de León Bloy:
“Este mundo actual es incomprensible sin considerar la acción del diablo”.
Que explica la Escritura:
“el mundo entero está bajo el Maligno” (1Jn 5,19)
Deja de mirarte a ti mismo y pon los ojos fijos en la promesa de Cristo. Mira que vas a perderte. Y no pierdas de vista el futuro, que te muestra el Catecismo con su bella palabra de la Iglesia:
1042 Al fin de los tiempos el Reino de Dios llegará a su plenitud. Después del Juicio final, los justos reinarán para siempre con Cristo, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo será renovado:
La Iglesia […] «sólo llegará a su perfección en la gloria del cielo […] cuando llegue el tiempo de la restauración universal y cuando, con la humanidad, también el universo entero, que está íntimamente unido al hombre y que alcanza su meta a través del hombre, quede perfectamente renovado en Cristo» (LG 48).
1043 La sagrada Escritura llama “cielos nuevos y tierra nueva” a esta renovación misteriosa que trasformará la humanidad y el mundo (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1). Esta será la realización definitiva del designio de Dios de “hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra” (Ef 1, 10).
1044 En este “universo nuevo” (Ap 21, 5), la Jerusalén celestial, Dios tendrá su morada entre los hombres. “Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado” (Ap 21, 4; cf. 21, 27).
CONCLUSIÓN
Ora sin descanso, nutrido por la santa Eucaristía, con nuestra Madre Inmaculada, Madre de Gracia, y signo de predestinación.
Pide con insistencia ser contado entre los elegidos, porque tú por ti mismo no puedes.
No te centres en lo que sientes por el Señor, sino en lo que el Señor hace en tu vida a través de su Iglesia. Sé objetivo en tu piedad.
No eres capaz. Mentalízate. Por eso, para ser capaz, pide el auxilio divino, que hará que lo seas.
Quien ha de mendigar es el ser humano, no Dios.
Pídele a Dios lo que Dios mismo quiere darte en su Hijo. Róndale como mendigo de su auxilio.
Como enseña y recuerda a menudo el P. Iraburu en numerosos textos, la devaluación de la oración impetratoria que sufrimos hoy día se debe a esto:
a que se cree, pelagianamente, y en sentido autorredentivo, que es Dios el que pide y el hombre el que da a Dios de lo suyo,
y que lo que el hombre da de sí mismo es lo que le salva,
y no lo que Dios le da. -Como si tuviera algo que no hubiera recibido.
Nosotros sin embargo decimos: Que el hombre pida sin cesar, para que Dios le dé al hombre lo que el hombre debe dar.
Pidamos a Dios, en todo tiempo y a toda hora
Y no olvidemos que el Espíritu Santo, moviéndonos a cruz, disuelve todo horror al martirio. ¡Magnificetur Deus!
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
¡Santidad o muerte!
Alonso Gracián
11 comentarios
Muchísimas gracias.
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A.G.- Muchas gracias a ti por ello. Saludos en el Señor, con su Madre.
No se puede seguir a Cristo al paso que mira para atrás, no hay lugar en el Reino de Dios para los que no caminan con la disposición que Cristo nos pide. El desconocimiento voluntario de la Palabra de Dios, también yo lo llamaría "apostatar del conocimiento de Dios", porque es un rechazo obstinados, como eso que aprendieron en escuelas religiosas y luego se enfrentaron y se enfrentan contra la Iglesia Santa de Dios.
El Siervo de Dios, Antonio Royo Marín, cuando escribió sobre el tenebroso Voltaire, "el hombre de las carcajadas", nos relata como fue el tremendo fin de este anticristo. Antes de enfermar, se había convencido sugestionado por el demonio, que "el infierno no existe, y no entraré en él", pero enfermó, y Dios permitió cuando agonizaba que revelase la existencia del infierno: "veo el infierno, tapadlo", Fue tan tremenda la impresión, que la imagen que vio del infierno, se horrorizaba por momentos, cada vez más, ya sabía que estaba a punto de entrar en él y para siempre. Para la eternidad. Pasó por este mundo en vano, pero llevándose consigo a muchos seguidores incluso en el presente, al infierno, y lo mismo otros perseguidores de la Iglesia Católica. Ahora son felices, pero el tiempo de que sean juzgados se aproxima cada vez más. Si no se convierten, no saldrán del infierno. Y en el infierno nadie puede convertirse.
Cuando se ama de verdad a Jesucristo, el alma ya deja de ser para sí misma y es todo de Dios, por lo que cuando dices: «Hermanos, he hablado con dureza en este post» . Pienso en aquellas palabras de San Jerónimo: «Todo cuánto decimos, parece duro al que no ama a Cristo». Eso sí, es duro, pero para los que se aferran así mismo y no a Cristo, es tremendo para los hijos de este mundo, para los semipelagianos, que no soportan al Espíritu Santo, y solo se confían en sus conocimientos erróneos.
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A.G.-- Dices una cosa que a la gente carnal le choca, pero que es verdad:
"Cuando dejamos de ser "nosotros mismos"; cuando vencemos con la ayuda de Dios a "nuestro propio yo", es cuando así comprendemos el sentido de la verdadera libertad, cuando nos negamos, Cristo nos acoge, si caemos, el Señor está a nuestro lado y nos ayuda a levantarnos y a seguir caminando con Él."
Es decir, cuando somos nosotros mismos, es precisamente cuando no somos nosotros mismos. Es preciso que el Señor previamente nos libere, y sólo así se restaura lo que somos, sólo así somos en verdad nosotros mismos. Recuperamos nuestra identidad.
No querer conocer a Cristo, no queriendo conocer la Escritura, es como bien dices una apostasía.
Gracias por el comentario, y un abrazo en Cristo con su Madre amantísima.
Hola Alonso, tus post me están sirviendo de mucho en la oración personal, en la comunitaria que humildemente animo, en la catequesis. Todo ello gracias a Dios.
La frase que te traigo a colación es para preguntarte una cosa,y perdóname porque lo has repetido hasta la saciedad en los 44 post que llevas, Pero es algo que de pronto veo claro y de pronto se me va y es como si lo tuviera siempre en la punta de la lengua, pero no acaba de salir del todo:
¿si mi respuesta a la gracia es activada por la gracia misma, donde queda mi libertad personal?
Y me digo, que esa respuesta es mi libertad verdaderamente sanada por la gracia (mejor dicho lo dices tú, o mejor aún, lo dice el Espíritu). Pero entonces me asalta la duda, ¿el que no responde a la llamada de Dios, es que desprecia la gracia, y si desprecia la gracia, es verdaderamente libre para hacerlo, o es esclavo de su naturaleza caida?
Por tanto, el acto de acogida o rechazo de la gracia, es obra exclusiva del hombre? Si lo es me cuadra que unos sí y otros no. Pero si esta respuesta es también producto de la gracia, me inquieta preguntarme por qué unos si y otros no.
No se si me explico, y no se si voy bien encaminado, pero quiero creer lo que hay que creer más allá incluso de que lo entienda. Siempre pido al Señor ser su voluntad y como efecto, hacer su voluntad.
Gracias, un saludo
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A.G.- Amigo, dices:
"¿si mi respuesta a la gracia es activada por la gracia misma, donde queda mi libertad personal?"
Te respondo: Gracias a que la gracia activa tu voluntad, tu libertad personal es eso, libertad. Dios es tu aliado. Cuando más te mueva Dios, más libre serás. Cuanto más te alejes de Dios, menos libre.
Tal vez pueda verse claro así: cuanto más liberado por la gracia, más libre es el ser humano. El ser movido por la gracia es liberador-
El pecado lo que supone es una esclavitud, una enajenación voluntaria.
En el primer post sobre Predestinación escribí algo que puede ayudarte a verlo claro. Te lo copio:
"Como afirma el tomista Étienne Gilson, en “El espíritu de la Filosofía medieval", siguiendo a san Agustín:
“No basta decir que (la gracia) se “agrega” (al libre albedrío) como un poder complementario, sino que modifica su estado, en que lo confirma o cura. Con la gracia, no tenemos nuestro libre albedrío más el poder de la gracia (¡semipelagianismo-añado yo) , sino que el libre albedrío, por la gracia, se hace potencia y conquista su libertad” (Obra cit., cap.15, pág. 290)
Y más adelante, explica que la posibilidad de pecar no es un rasgo propiamente de libertad, sino de esclavitud, y que la gracia reduce la posibilidad de pecar, y por tanto aumenta la potencia de voluntad, aumenta la libertad, radicando así la eficacia de la gracia.
“El hombre es libre, y hace el mal por su albedrío ,pero no por aquello que hace que su albedrío sea libre. Creado libre, el ser humano pecó por el poder que tenía de pecar, pero ese poder no forma parte de su verdadera libertad, que era la de no pecar. En otras palabras, la libertad del hombre era la de un querer creado libre de la servidumbre del pecado, su libre albedrío era, pues, al mismo tiempo, un poder eficaz. Ese albedrío abdicó de su poder pecando. ¿Diremos que esa abdicación es consititutiva de su libertad? Una libertad que se disminuye, aun libremente, es infiel a su esencia” (Obra cit. cap cit. pág 291)
Gilson recoge aquí la tesis del Doctor Angélico, que recuerda León XIII en ese documento maravilloso que es la encíclica Libertas. La gracia restaura el poder eficaz de que gozaba la libertad, que cuando elige el mal se prostituye y esclaviza aniquilándose. La eficacia de la gracia, pues, consiste en rehacer la libertad herida del ser humano a imagen de la libertad divina. La gracia reduce la posibilidad de pecar, fortalece la voluntad de manera que le otorga eficacia, y esa eficacia de la libertad humana es fruto del auxilio divino. Es locura, pues, atribuir a la gracia una eficacia extrínseca, cuando lo que sucede es, precisamente, que por la eficacia propia e intrínseca de la gracia se hace eficaz la libertad en orden al acto, al ser sanada y restaurada. Antes de ser sanada, la libertad no puede darse a sí misma la eficacia. Y si ni siquiera puede darse así misma su eficacia, cuanto menos a la gracia que ha de sanarla.
Espero haberte ayudado. No obstante, prometo escribir más sobre ello.
Un abrazo en Cristo con su Madre Inmaculada
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A.G.-- Ser santos es lo único importante. Lo demás, por añadidura.
Gracias, y saludos cordiales en Jesús y María
Digamos que el hombre nace esclavo de las consecuencias del pecado y por el bautismo re-generador en Cristo,es readmitido a la Comunion con Dios,cancelando asi,la pena-paga intrinseca del pecado original,pero la inclinacion al yo-concupiscente no le es quitada en razon de que descubra su impotencia y levante los ojos a la Cruz,reconociendo su necesidad; El que fue levantado por nosotros,tiro nuestro yo al suelo.
Agradecimiento inenarrable por el conocimiento indecible de un Salvador tan grande,de una salvacion tan inmerecida,de una condicion tan miserable.
Asi que yo creo que pecamos porque,como dice la Escritura;"en pecado me concibio mi madre"(Salmo;51;5), y contra mas pecamos mas nos esclavizamos ,para que mas necesitados nos veamos de liberacion; el pecado es obra nuestra,pero de las consecuencias para solucion,esta detras el Señor.
Peco porque soy esclavo y me hago mas esclavo al pecar,pero eso no nos quita ni un apice de responsabilidad ,porque si bien no fue voluntad mia nacer en pecado,voluntariamente me hago esclavo de el,sabiendo que hay Quien nos hace verdaderamente libres.
Cristo nos hace verdaderamente libres,porque no eramos enteramente esclavos,porque de igual manera que una vez libres por la gracia de Dios ,tenemos la posibildad de pecar y de hecho a veces consetimos en la tentacion,asi cuando viviamos sometidos por la inclinacion de las bajas pasiones,teniamos la posibilidad de no consentirlas y de hecho alguna vez superabamos la tentacion.
La Paz de Cristo.
pd;¿Cuanto de error hay en esto,Alonso? .
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A.G.-- A ver, aclaremos.
No todos los actos del pecador son pecados. Los actos del pecador, por el hecho de carecer de gracia santificante, no son necesariamente pecados. San Pío V condena una proposición de Bayo que decía que
"El libre albedrío, sin la ayuda de Dios, no vale sino para pecar".
Y asimismo, otra que afirmaba erróneamente que "Todo lo que hace el pecador o siervo del pecado es pecado".
Igualmente, en la misma Bula Ex omnibus afflictionibus, se condena el error de Bayo que insiste en que
"en todos sus actos el pecador sirve a la concupiscencia dominante".
Por otra parte, como bien dice, Cristo nos hace libres, nos libera con su auxilio. Y es obra de la gracia santificante hacernos pasar de enemigos a amigos de Dios.
Cuanto más se peca, más esclavo se es del pecado, y del maligno. Como bien dices: "voluntariamente me hago esclavo de el,sabiendo que hay Quien nos hace verdaderamente libres."
La libertad no está del todo destruida en el estado caído, por lo que es posible realizar algunos actos honestos sin el auxilio sobrenatural, aunque no desde luego sin el concurso divino.
Saludos cordiales, y un abrazo en el Señor, con su Madre
Shalom.
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A.G.- Mil gracias. Me alegro en el Señor que sirva lo que escribo.
Gracias por leer y por comentar, es un placer.
Un saludo en el Señor con su Madre
El tema que estaba, buscando la añadidura, creía que ya era libre, pero quede atrapado, sin dudas a uno, lo lleva en sus caminos el Señor.
Con gran perdición del alma, y en la vida cotidiana, buscar estrategias de mercado, eso no es de Dios
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A.G.-- Cuando existe confusión hay que orar mucho, para que el Espíritu del Señor nos ilumine y ayude. Gracias y un saludo en Cristo con su Madre
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A.G.-- La Santísima Virgen se presenta como la esclava del Señor. Esto escandaliza al mundo necio, cegado por el pecado. Como bien dice, nadie más libre que el que es esclavo del Señor a hechura de María.
Y Saludos como le digo a Bruno y Luis Fernando a la que estamos sometidos, sumisos , y a tus niñas.
Santa Teresa de los Andes, decía y con toda razón que para los seglares, les era muy difícil practicar la humildad en el mundo.y es cierto.
Menos mal que por gracia , de Dios, tengo dos a falta de uno, y uno me hace besar el piso por la humildad, sin humidad, la vanagloria acecha, continuamente.
Por otra parte la Oración antes de cada acto que hagamos, y dar gracias, no aleja, no digo que no está al acecho, de la presunción.
Sin Espiritu de Oración no hay apostolado que valga, es asistencialismo.Reuniones sin sentido.Ya en la Historia de Nuestra Madre,:Está todo, que hacia san Francisco javier:Oraba.san Juan Bosco:Sacar los niños de la Calle, Oraba, no hay que buscar otra, es Cristo, el que evangeliza, el que saca los niños de la calle.Los santos Lo tenían muy en claro.Ya Está todo, hay que volver a las fuentes.
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A.G.-- Muchísimas gracias por su amable comentario.
Como muy bien apunta, sin oración no hay apostolado. Es Cristo el que evangeliza a través nuestra. Hemos de imitar a los santos en esto, desde luego. De su unión con el Señor brotaba toda su actividad.
Gracias de nuevo y un abrazo en Cristo, con su Madre
Cuando se filtre un comentario, que pareza difamación ,juicio temerario, o una burrada como está borrelo, como le digo a Luis Fernándo.Tirelo a la papelera.
Que Dios Nuestro Señor, y la Santisima Virgén Maria, lo acompañén, a usted y su familia.
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A.G.-- Tranquilo, amigo, lo que quería que borrara lo he borrado.
Todo bien, pues.
Un abrazo fuerte en Cristo, con su Madre.
Igualmente ,un abrazo muy grande, como le digo a Luis Fernando somos amigos y más que amigos, hermanos en la sangre del Señor, que nos perdona y nos levanta , en cada acto de reconciliación.
Bendito y Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo.
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A.G.-- Sea siempre y en todo momento bendito y alabado Nuestro Señor.
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