(40) Las tentaciones del católico, II: De la falsa fuerza del número, o del pelagianismo de la cantidad.
Son muchos los males que nos aquejan. ¿Cómo reaccionar contra ellos? En este post lo veremos, tratando de diagnósticar una tentación insidiosa en que podemos caer, si no estamos prevenidos:
Utilizar al ídolo cantidad, como lo llama León Bloy, para luchar contra el mal. Confiarnos a la falsa fuerza del número, a la guerra de cifras, al pelagianismo de la cantidad, a la pseudoseguridad de los muchos recursos y los numerosos medios.
Porque nunca venceremos al mal que nos aqueja a base de cuantificaciones pelagianas, sino con el poder de Dios..
A menudo esconde Cristo su poder en los corazones de los santos, para difundirlo cuando quiere y como quiere.
Por eso la Palabra de Dios te convence de esto: pensar en términos cuantitativos implica una reducción de confianza en la potencia del Dios de los Ejércitos.
Veámoslo.
LO QUE DICE EL MUNDO QUE HAY QUE HACER PARA DEFENDERSE DE UN ENEMIGO PODEROSO
Contra un enorme enemigo que nos ataca con intención de destruirnos, lo razonable parece ser armarse hasta los dientes y reunir unas buenas tropas, al menos para reunir el mismo contingente que iguale la contienda.
A esto apunta la sabiduría de este mundo, y lo confirma la historia, sobrecogida de guerras y sufrimiento.
El Pueblo Elegido se ha visto en situaciones de este tipo: unos cuantos, contra un poder maligno inmenso:
“19 Holofernes avanzó con todo su ejército, para preceder al rey Nabucodonosor y cubrir toda la superficie de la tierra, hacia Occidente, con sus carros de guerra, sus jinetes y sus soldados escogidos. 20 Lo seguía una multitud numerosa como las langostas y como los granos de arena de la tierra: su número era incalculable.” (Judit, 2)
Los israelitas contemplan esta amenaza con horror.
“2 Un pánico indescriptible cundió entre ellos ante la presencia de Holofernes y temblaron por la suerte de Jerusalén y la del Templo del Señor, su Dios.” (Judit 4)
¿Cómo entiende la postmodernidad esta batalla? Con parámetros cuantitativos: contra un gran enemigo, un gran ejército. Cantidad.
El católico empeñado en estas lides, por ejemplo en el sufrido y siempre bienintencionado apostolado de la Ley Natural, si se deja llevar por el espíritu cuantitativo, combatirá con armas ineficaces si pone en ellas su esperanza, que se resumen en la advertencia de León Bloy, Diario de mayo de 1910:
“La divinidad moderna, tanto para cristianos y judíos como ateos, es el ídolo CANTIDAD, el dios Quantum, con un culto más exigente, más implacable, que el que pudo tener el fatum antiguo".
Es decir, que hay una mentalidad cuantitativa que considera que el destino (el fatum) de las cosas es bueno o malo según su eficacia numérica.
En el mundo de hoy, en cualquier ámbito, la medida es el número, y el éxito depende de él. La fuerza del número es clave en el liberalismo, el comunismo, el socialismo… las grandes masas aclamando al líder, los entusiasmos colectivos, la presión del poder popular… El número determina las leyes, la ética de mínimos o máximos, la presión de la opinión pública capaz de transmutar valores y morales. Pero Dios actúa de otra manera.
Digamos de forma un tanto brusca para oídos buenistas:
La Postmodernidad inyecta la idolatría de la cantidad. Que consiste en preferir lo visible, la cantidad, a lo invisible (la cualidad divina, la gracia) como recurso decisivo y alimento de la acción moral. La fe sin embargo es potencia de no visión.
La acción de la gracia invisible da esplendor al testigo de Cristo, que hace visible el Amor del Señor en el mundo, y hace asomar la salvación que tanto se necesita.
La presencia visible del cristiano en el mundo descristianizado de hoy es tanto más necesaria cuanto más se proscribe la acción de la gracia invisible en las almas.
Pero esta presencia sería infecunda si no se sustenta en la gracia invisible que opera en los corazones. Cristo ha de ser ensalzado, porque es el Salvador. Por eso la santidad es la clave. La santidad determina la calidad de nuestro apostolado, por así decir: El Espíritu Santo difunde a través de ella, de esa calidad vital, la acción de Cristo que salva.
León Bloy da en el clavo al relacionar la sobrevaloración de lo cuantitativo con la adoración de lo visible en forma de falta de fe, de infidelidad, de idolatría incluso. Como dice en el Diario de julio de 1893:
“La idolatría consiste en preferir lo visible a lo Invisible".
Y pone como modelo y remedio la espiritualidad medieval:
“Si hubo una época en que los hombres descuidaron la Cantidad para dirigirse exclusivamente hacia la Calidad, esa es indiscutiblemente la Edad Media". “La cantidad es esencialmente destructora de la calidad, si a ésta no obedece y se rebela". “Igualar, nivelar, es para la cantidad de una importancia vital y exige la aniquilación de todo lo que aventaja. Es una sucesión indefinida de cantidades perpetuamente iguales".
Los cristianos, ante los horrores de la Cultura de la Muerte de la Postmodernidad apóstata, no hemos de reaccionar con este pánico, producto del espíritu de vértigo y de la falta de fe. Hemos de darnos cuenta de la formidable amenaza del Nabucodonosor de la apostasía liberal, y combatirlo con las buenas armas de Cristo.
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Es una gran tentación para el católico confiar en el número como si el número diera la victoria; asegurarse el éxito en la cantidad, en los recursos, en el número de firmas conseguidas por la causa, en la guerra de cifras de las manifestaciones, en el número de votos, de objetivos y programas, en la abundancia de recursos humanos o materiales o técnicos.
Nos parece que cuantas más firmas reunamos, más poder va a tener nuestro apostolado. Por eso no nos importa hacerlo aconfesional.
Nada de eso.
El espíritu de pobreza y debilidad es condición para seguir a Jesús y hacer fecunda la gracia del apostolado.
Con esto no queremos en modo alguno decir que no sea lícito usar medios humanos. Lo que decimos es que no podemos confiar en estos medios. Sólo Cristo es el vencedor.
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UN ENEMIGO CONTRA EL QUE ESTAMOS EN GUERRA.
El icono malo del mundo, de la Cultura de la Muerte, es el rey Nabucodonosor y su lugarteniente Holofernes.
Pero ¿qué quiere Nabucodonor? Veamos qué quiere, y reflexionemos si es posible o no la conciliación, llevarse bien, o imaginar que se le puede vencer con cantidad de recursos, medios, programaciones, firmas, etc.
Nabucodonorsor envía a Holofernes para esto:
destruir “toda la tierra de Occidente” (Judit 2, 19)
Los cristianos vivimos inmersos en esta época de muerte pacifista, en que el nasciturus, el enfermo, el débil, el inocente en general es el principal atacado, y el enemigo una fuerza poderosa capitaneada por el diablo.
Hay muchos católicos buenistas que niegan que estemos en guerra. Quieren llevarse bien con Holofernes, porque la guerra es cosa mala y molesta. Pero es bueno recordarles lo que nos recuerda la Gaudium et spes 37, que nos enseña una verdad que muchos católicos conciliadores con el espíritu del mundo parecen haber olvidado. Recordemos la enseñanza:
(37) “A través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final. Enzarzado en esta pelea, el hombre ha de luchar continuamente para acatar el bien, y sólo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de establecer la unidad en sí mismo.”
Estamos en guerra con el maligno y el pecado. Es el tema central del Señor de los Anillos. Tolkien estaba empeñado en que nos diéramos cuenta de que, en el Mundo Caído, en esta Tierra Media azotada por el evento primigenio de nuestra caída en la sombra, es preciso librar batalla con armas espirituales. No son las tropas de Aragorn las que aportan la victoria decisiva, sino un pequeño hobbit y su fiel cirineo.
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Y QUE HAY QUE COMBATIR ANTE TODO NO CON LA CANTIDAD DE LAS ARMAS DEL MUNDO, SINO CON LA CALIDAD DE LAS ARMAS DE CRISTO.
Como hemos dicho, la calidad de Cristo está escondida en ciertos corazones: en los corazones de los santos. Y la difunde cuando quiere y como quiere. Con santidad es como debemos combatir. Y no serán muchos los soldados. A lo mejor es uno solo, unos cuantos, un puñado, los que sean. La cantidad no importa.
¡Santidad o muerte! Repetía el beato Spínola.
Sorpréndete de esto. Es la enseñanza de la Palabra de Dios. .
El Señor aconseja la pobreza voluntaria y sobrenatural. No hemos de confiar en la guerra de cifras.
“Poned toda vuestra esperanza en la Gracia” (1 Pe 1, 13)
Judit 4 nos enseña el camino:
“9 Todos los hombres de Israel clamaron insistentemente a Dios y observaron un riguroso ayuno.”
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A LA MANERA DE JUDIT, QUE VENCIÓ A HOLOFERNES
Judit habla con el poder de Dios:
Non enim in multitudine virtus tua, "tu fuerza no está en el número".
También se dice en
Samuel 2, 9: el hombre no triunfa por su fuerza
Y fijaos en el poder material del mal. ¿¿Quién podría igualarlo??:
Judit 1, 16: Nabucodonosor posee “una inmensa multitud de soldados".
Con este ejército, capitaneado por el temible Holofernes, planea
“cómo llevar a cabo su idea de venganza contra toda la tierra” (Judit 2, 1)
¡Venganza contra toda la tierra!
Es una ingente fuerza de potencia nihilista, secularizadora, des-sacralizadora.
Nabucodonosor y Holofernes, su servidor, representan al Anti-Dios, el Anti-cristo, el Maligno y sus servidores, las fuerzas del mal.
Envía a Holofernes a destruir “toda la tierra de Occidente” (Judit 2, 19) Con su temible servidor va una
“confusa muchedumbre, incontable como plaga de langosta o la arena de la tierra".
Contra este enemigo tremendo, Israel cuenta con… una mujer viuda, sabia, bella y piadosa, que ora..
En 8, 17, dice al pueblo atemorizado:
” pidamos (al Señor) su ayuda, esperando pacientemente su salvación, y él nos escuchará si esa es su voluntad.”
Es una prueba. Una prueba de confianza. Y para mostrarlo acude a la Escritura, y compara la situación en que se encuentran con otras pruebas de fidelidad:
8, 25 Más aún, demos gracias al Señor, nuestro Dios, que nos somete a prueba, lo mismo que a nuestros padres.
26 Recuerden todo lo que hizo con Abraham y en qué forma probó a Isaac, y todo lo que le sucedió a Jacob en Mesopotamia de Siria, cuando apacentaba las ovejas de Labán, hermano de su madre
La victoria sobre este enemigo portentoso no reside en la equiparación (imposible para ellos) de fuerzas, sino en la confianza. Una cuestión de confianza en el poder de Dios.
Judit exhorta a la fidelidad. Ellos no adoran sino al Dios verdadero, no han caído en la idolatría de sus antepasados, que fueron masacrados por diversos enemigos. Ellos son fieles y adoran al único Dios, y en esta fidelidad se fundamenta la esperanza en el auxilio del poder de Dios contra Nabucodonosor y Holofernes, que odian al Señor y a su Pueblo, porque Israel no quiere vivir conforme a sus dictados, conforme a su imperio idólatra.
“20 Nosotros no reconocemos otro Dios fuera de él; por eso esperamos que no nos despreciará”
Con esta esperanza, Judit invoca el poder de Dios:
“9, 4: ¡Dios, Dios mío, escucha ahora la plegaria de este viuda!”
9, 5:14 contiene lo más impresionante de su oración. Todo un tratado de apostolado cristiano y confianza en la potencia de Dios.
” Tú has hecho el pasado, el presente y el porvenir; Tú decides los acontecimientos presentes y futuros, y sólo se realiza lo que Tú has dispuesto.
6 Las cosas que has ordenado se presentan y exclaman:‘¡Aquí estamos!’.Porque preparas todos tus caminos, y tus juicios están previstos de antemano.
7 Mira que los asirios, colmados de poderío, se glorían de sus caballos y sus jinetes, se enorgullecen del vigor de sus soldados, confían en sus escudos y sus lanzas, en sus arcos y sus hondas, y no reconocen que Tú eres el Señor, el que pone fin a las guerras.
8 ¡Tu nombre es ‘Señor’! Quebranta su fuerza con tu poder, aplasta su poderío con tu ira, porque se han propuesto profanar tu Santuario, manchar la Morada donde habita la Gloria de tu Nombre, y derribar tu altar a golpes de hierro.
9 Mira su arrogancia, descarga tu indignación sobre sus cabezas:
concédeme, aunque no soy más que una viuda,
la fuerza para cumplir mi cometido.Por medio de mis palabras seductoras
10 castiga al esclavo junto con su jefe y al jefe junto con su esclavo.
¡Abate su soberbia por la mano de una mujer!
11 Porque tu fuerza no está en el número ni tu dominio en los fuertes,
sino que Tú eres el Dios de los humildes, el defensor de los desvalidos, el apoyo de los débiles, el refugio de los abandonados y el salvador de los desesperados.
12 ¡Sí, Dios de mi padre y Dios de la herencia de Israel, Soberano del cielo y de la tierra, Creador de las aguas y Rey de toda la creación: escucha mi plegaria!
13 Que mi palabra seductora se convierta en herida mortal para los que han maquinado un plan siniestro contra tu Alianza y tu Santa Morada, la cumbre de Sión y la Casa que es posesión de tus hijos.
14 ¡Que toda tu nación y cada una de sus tribus reconozcan que Tú eres Dios, el Dios de toda fuerza y de todo poder, y que no hay otro protector fuera de ti para la estirpe de Israel!”.
Nosotros, armados con esta confianza, movidos por la gracia, ponemos todo nuestro empeño en adorar al único Dios verdadero y pedir su ayuda y su divino auxilio, para vencer con su poder las fuerzas que nos asedian.
En nuestra batalla contra las fuerzas del mal, con las buenas armas de Cristo, no olvidemos que el maligno se vale del pecado para construir su Anti-iglesia, con la que quiere devastar toda la tierra, como Nabucodonosor.
Y que nosotros, Pueblo Santo por la gracia, podemos hacerle frente, en nuestra debilidad, si imploramos fielmente su divino auxilio,
confiados en que el poder de su brazo no mengua en aquellos que le son fieles.
15 comentarios
Los santos, al menos aquellos que están reconocidos como tales por la Iglesia, no son mayoría. Salvo los mártires, nunca fueron una multitud en sus épocas. Pero bien que iluminaron las tinieblas.
Una simple vela ilumina una estancia "llena" de oscuridad antes de que fuera encendida.
Seamos velas minoritarias, no mayorías tenebrosas.
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A.G.- Muy cierto, sólo así podemos reflejar al Señor y poner luz en las tinieblas.
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A.G.- Bien lo dice. Y me alegra cite a los Macabeos, porque es otro ejemplo de confianza en el Dios de los Ejércitos.
Suya es la victoria. Lo de Lepanto fue un modelo de oración de súplica, toda la cristiandad unida. Así sí.
Gracias
Sí quería, sin embargo, hacer una pequeña precisión. Cuando comenta que: "Estamos en guerra con el maligno y el pecado.
Es el tema central del Señor de los
Anillos".
Estoy en desacuerdo. Tolkien en sus cartas publicadas dejó escrito que el "tema" de su obra no era la lucha del bien contra el mal, ni siquiera el dominio y el poder, sino algo más profundo y difícil: el paso del tiempo, la muerte y el anhelo de inmortalidad. No me extenderé cómo se refleja esto en la nostalgia elfica (véase la canción de Galadriel Namarië) y en las otras razas.
El mismo autor definió su obra como: "un ensayo de estética lingüística sobre la muerte y la inmortalidad".
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A.G.- Gracias por su felicitación, me alegro le haya gustado el post.
Respecto a lo que dice de Tolkien, me he basado en la primera frase que escribe el propio autor en su Prefacio al Señor de los Anillos:
"Esta narración nació mientras se narraba, hasta convertirse en una historia de la Gran Guerra del Anillo"
Otra cosa es la hermenéutica del autor sobre su propia obra, significados principales, definiciones, etc. Esto da para mucho. Pero que el Señor de los Anillos es la historia de una Guerra, me parece obvio. Y que esta Guerra es entre buenos y malos, igualmente obvio, más allá de las definiciones y la propia exégesis del autor.
Pero bueno, admito otras opiniones, incluida la de Tolkien, jeje
Saludos cordiales y gracias
"El 30 de enero de 1933 apostatamos como pueblo. Desde entonces caminamos como pueblo por un camino falso, en una falsa dirección. Incluso hoy (1941) hay pocos en este pueblo que presientan lo que significa ir por un falso camino, en dirección falsa"
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A.G.- Muy oportuno. Desde luego, la verdad no es democrática. No se construye por consensos, ni por el número.
Dramático y significativo lo que cuenta de Theodor Haecker: "pocos en este pueblo que presientan lo que significa ir por un falso camino, en dirección falsa". Tremendo. Lo que ocurre hoy día.
Gracias y saludos cordiales
No es bueno despreciar al número como si todo número estuviera manchado de pecado. Las leyes naturales también se rigen por fórmulas que describen con (total o casi) perfección la naturaleza creada por Dios. También hay gracia en los números que Dios regula y en la ciencia de los cristianos fieles no pelagianos.
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A.G-- El post no trata del número en cuanto proporción, que sin duda es bueno en tanto que muestra de alguna manera el orden creatural.
El post aborda algo muy diferente a la estructura armónica del mundo. Se trata de la pobreza voluntaria, de no poner nuestra confianza en la riqueza de medios materiales o en la cantidad de recursos para asegurarnos con ellos la victoria, sino en el poder de Dios. A eso se refiere la Escritura cuando dice tu fuerza no está en el número.
Saludos cordiales
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A.G.- Si se refiere al número en cuanto número, no veo qué problema hay. Ya me contará.
Gracias y saludos cordiales
En cuanto a que 'tu fuerza no está en el número' se refiere al poder que Dios despliega en sus obras y que no puede medirse por una cantidad, como por ejemplo, el número de estrellas que ha creado, pero nos puede hacer una idea de su poder. También se refiere a que la fuerza de un ejército no se mide por el número de sus soldados, armas, etc. pues el valor de una sola persona puede poner en fuga a una multitud amenazante.
Cordialmente
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A.G.- En cuanto a proporción y número, lo discutiremos en un post relativo al tema, si Dios quiere. Es interesante. De esta relación surge la armonía musical, la proporción estética, la figuración matemática del mundo, que tanto fascinaba a los renacentistas....Ahora, tras el cálculo de fluxiones, que es como el alma de la Modernidad, el número se volatiliza en función. No sé si habrá leído las reflexiones de Spengler sobre la variación del concepto de número. Seguro le interesarán.
Respecto a lo que dice sobre tu fuerza no está en el número, refiriéndolo al poder de Dios, por ahí va bien la cosa. Aunque no se trata sólo de hacernos una idea, ni de expresar una realidad inmensa. Se trata de expresar el poder de la gracia, que es independiente de cantidades, y que tiene que ver con el consejo evangélico de la pobreza. Es una realidad, la del poder efectivo de Dios, que actúa a través de los débiles, de los desvalidos, de la pequeñez, de la debilidad, de la pobreza.
Saludos cordiales
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A.G.- Es verdad, muy oportuno...
Saludos.
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A.G.- Me alegro le haya parecido clara esta parte. La primera era más densa, ciertamente. Prometo explicar las cosas con la mayor claridad posible.
Gracias y saludos cordiales
No hay otra forma de Seguirlo.
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A.G.- Así es, Antonio, visto con ojos carnales, del hombre viejo, el Crucificado murió en vano. Pero por la fe, con el auxilio divino, sabemos de la eficacia de la redención, cuando nos es aplicada voluntariamente por los méritos de Cristo, y del triunfo final de la restauración de todo en el Señor.
El tema que humanamente Hablando el triunfo más grande que existio en la Humanidad, es (Sigue en la Santa Misa),y o fué un hombre derrotado.
El resto del artículo es excelente, claro que no está en la cantidad, te felicitó.Y nuestra esperanza, está en EL.Aunque estemos rodeados de enemigos. Porque EL EXISTE.
Saludos
Que Dios te bendiga, tus artículos son muy buenos.
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A.G.- Gracias a ti, por tus amables palabras y tu comentario.
¡La cruz sostiene el mundo! La mayor prueba del triunfo del que murió en la cruz fue que el universo sigue en pie, esperando.... Los santos nos preceden en la verificación por el testimonio de la eficacia redentora de la cruz. ¡LAUS DEO!!!
Es interesante notar en la oración de Judit cómo la confianza en el poder de Dios viene del conocimiento de las Escrituras. Algo similar se observa por ejemplo en el Magnificat de la Virgen María. Se predica muy pobremente la Palabra de Dios en nuestras parroquias, falta más "hacer hablar a las Escrituras", como se observa en los sermones de los grandes santos. Es significativo que aquel que fue enviado para preparar un pueblo bien dispuesto para recibir al Salvador sea llamado "la Voz del Verbo". Y no hablo de la necesidad de grandes dotes de oratoria, pues al final ese es un don que el Señor regala a quien quiere. Hablo de que falta más amor por las Escrituras... como si lo nuestro fueran los sacramentos y procesiones, y a la predicación de la Palabra que se dediquen los protestantes. Deberían tomar más en cuenta la Dei Verbum (y la reciente Verbum Domini) en nuestros seminarios.
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A.G.-- Fundamental es conocer la Escrituras, dese luego. Y la Tradición. Por supuesto los sacramentos son esenciales, pues de ellos nos viene la gracia. Y sin duda el amor a la Escritura es fundamental, leerla, memorizarla, estudiarla, como quería el CVII. Pidamos al Señor que aumente nuestro amor a la Escritura y a la Tradición.
Un saludo cordial en Cristo y su Madre Inmaculada, y gracias por su comentario.
La tentación de sentirnos haciendo la voluntad de Dios por tener masividad en los actos litúrgicos, congresos, encuentros, etc. aquí en Argentina, ha sido la trampa para no discernir al planificar pastoralmente, sólo se ha buscado logros y resultados, cuando «uno es el que siembre, otro es el que riega pero Dios es el que da el crecimiento».
Siempre será la obra de Dios, no la nuestra la que provoque los signos de su Reino. Nosotros somos simples siervos inútiles que no hacemos (si lo hacemos) más que lo que debemos hacer.
Saludo desde «el fin del mundo».
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