6.01.19

La Palabra del domingo - 6 de enero de 2019

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Mt 2, 1-12

 

“1 Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, 2 diciendo: ‘¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle’. 3 En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. 4 Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: ‘En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: 6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel’. 7 Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. 8 Después, enviándolos a Belén, les dijo: ‘Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle’. 9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. 11 Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. 12 Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.”

 

COMENTARIO

 

El que con fe busca, siempre encuentra

 

Es más que probable que el episodio que trae hoy el Evangelio de San Mateo sea más que conocido. Y es que la primera Epifanía del Hijo de Dios tiene todo que ver con la santísima Voluntad del Todopoderoso de hacer que su único hijo no engendrado fuese presentado al mundo de aquella manera tan singular. 

Tradicionalmente se suele representar a los Reyes Magos en el mismo Portal de Belén. Y tal ha de ser así para darle, digamos, unidad a todo el episodio del nacimiento del Hijo de Dios. Sin embargo, es más probable que aquellos Reyes venidos de oriente se presentasen en alguna casa donde, después de todo el trabajoso censo que entonces se estaba formando en Belén, pudiesen ocupar María, José y el Niño. 

Eso, sin embargo, no ha de importar lo más mínimo porque a quien cree en la realidad, que pasó de verdad, de todo aquello, poco le ha de importar que los Reyes Magos se postrasen ante Dios hecho hombre en la misma cueva donde nació el Hijo o lo hiciesen en la entrada de la habitación donde pudiese estar viviendo la Sagrada Familia. 

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5.01.19

Epifanía

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Esto se ha realizado, lo sabemos, en el hecho de que tres magos, llamados de su lejano país, fueron conducidos por una estrella para conocer y adorar al Rey del cielo y de la tierra. La docilidad de los magos a esta estrella nos indica el modo de nuestra obediencia, para que, en la medida de nuestras posibilidades, seamos servidores de esa gracia que llama a todos los hombres a Cristo”

 

San León Magno

Sermón en la Epifanía del Señor

 

Mañana, 6 de enero, es aquel en el que celebramos la primera Epifanía del Hijo de Dios. Y es que sí, en otras dos ocasiones, que también podemos llamar así, Jesucristo se manifestó al mundo: en su Bautismo en el río Jordán y, luego, en las bodas de Caná donde dio comienzo su Magisterio milagroso. Y, como es domingo y corresponde meditar o comentar el Evangelio del día, pues por eso mismo escribimos esto hoy. 

Pues bien, siempre nos ha parecido extraño que unos sabios, de lejanas tierras, acudieran a Belén en busca, o mejor dicho, para encontrar, a alguien que no conocían. ¿Qué les podía impulsar a ello?, ¿Qué extraña llamada fue la que les atrajo? 

Cuando no sabemos qué responde a algo que nos produce duda o perplejidad echamos mano, en muchas ocasiones, de lo tangible, de lo que puede demostrar aquello y, así, tranquilizamos nuestra conciencia y nuestras ansias de conocimiento. 

Y a esto también se le ha pretendido encontrar respuesta. Al parecer, por aquella época un cometa surcó el cielo, indicando el camino a seguir. Y es el que habrían seguido aquellos tres hombres. 

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4.01.19

Serie "De Resurrección a Pentecostés"- II- Los que esconden la verdad. 2. Los discípulos de Emaús

 

De Resurrección a Pentecostés Antes de dar comienzo a la reproducción del libro de título “De Resurrección a Pentecostés”, expliquemos esto.

Como es más que conocido por cualquiera que tenga alguna noción de fe católica, cuando Cristo resucitó no se dedicó a no hacer nada sino, justamente, a todo lo contrario. Estuvo unas cuantas semanas acabando de instruir a sus Apóstoles para, en Pentecostés, enviarlos a que su Iglesia se hiciera realidad. Y eso, el tiempo que va desde que resucitó el Hijo de Dios hasta aquel de Pentecostés, es lo que recoge este libro del que ahora ponemos, aquí mismo, la Introducción del mismo que es, digamos, la continuación de “De Ramos a Resurrección” y que, al contrario de lo que suele decirse, aquí segundas partes sí fueron buenas. Y no por lo escrito, claro está, sino por lo que pasó y supusieron para la historia de la humanidad aquellos cincuenta días.

 

 

Cuando Jesucristo murió, a sus discípulos más allegados se les cayó el mundo encima. Todo lo que se habían propuesto llevar a cabo se les vino abajo en el mismo momento en el que Judas besó al Maestro.

Nadie podía negar que pudieran tener miedo. Y es que conocían las costumbres de aquellos sus mayores espirituales y a la situación a la que habían llevado al pueblo. Por eso son consecuentes con sus creencias y, por decirlo así, dar la cara en ese momento era la forma más directa para que se la rompieran. Y Jesús les había dicho en alguna ocasión que había que ser astutos como serpientes. Es más, había tratado de librarlos de ser apresados cuando, en Getsemaní, se identificó como Jesús y dijo a sus perseguidores que dejaran al resto marcharse.

Por eso, en tal sentido, lo que hicieron entonces sus apóstoles era lo mejor.

Aquella Pascua había sido muy especial para todos. Jesús se había entregado para hacerse cordero, el Cordero Pascual que iba a ser sacrificado para la salvación del mundo. Pero aquel sacrificio les iba a servir para mucho porque el mismo había sido precedido por la instauración de la Santa Misa (“haced esto en memoria mía”, les dijo el Maestro) y, también, la del sacerdocio a través del Sacramento del Orden. Jesús, pues, el Maestro y el Señor, les había hecho mucho bien tan sólo con arremangarse y lavarles los pies antes de empezar a celebrar la Pascua judía. Luego, todo cambió y cuando salieron Pedro, Santiago y Juan de aquella sala, en la que se había preparado la cena, acompañando a Jesús hacia el Huerto de los Olivos algo así como un gran cambio se había producido en sus corazones.

Pero ahora tenían miedo. Y estaban escondidos porque apenas unas horas después del entierro de Jesús los discípulos a los que había confiado lo más íntimo de su doctrina no podían hacer otra cosa que lo que hacían.

De todas formas, muchas sorpresas les tenía preparadas el Maestro. Si ellos creían que todo había terminado, muy pronto se iban a dar cuenta de que lo que pasaba era que todo comenzaba.

En realidad, aquel comienzo se estaba cimentando en el Amor de Dios y en la voluntad del Todopoderoso de querer que su nuevo pueblo, el ahora elegido, construyera su vida espiritual sobre el sacrificio de su Hijo y limpiara sus pecados en la sangre de aquel santo Cordero.

Decimos, pues, que todo iba a empezar. Y es que desde el momento en el que María de Magdala acudiera corriendo a decirles que el cuerpo del Maestro no estaba donde lo habían dejado el viernes tras el bajarlo de la cruz, todo lo que hasta entonces habían llevado a sus corazones devino algo distinto.

El caso es que los apóstoles y María, la Madre, habían visto cómo se abría ante sí una puerta grande. Era lo que Jesús les mostró cuando, estando escondidos por miedo a los judíos, se apareció aquel primer domingo de la nueva era, la cristiana. Entonces, los presentes (no estaba con ellos Tomás, llamado el Mellizo) se asustaron. En un primer momento no estaban seguros de lo que veían pudiese ser verdad. Aún no se les habían abierto los ojos y su corazón era reacio en admitir que su Maestro estaba allí, ante ellos y, además, les daba la paz y les hablaba. Todos, en un principio, actuaron como luego haría Tomás.

Todo, pues, empezaba. Y para ellos una gran luz los iluminaba en las tinieblas en las que creían estar. Por eso lo que pasó desde aquel momento hasta que llegó el día de Pentecostés fue como una oportunidad de acabar de comprender (en realidad, empezar a comprender) lo que tantas veces les había dicho Jesús en aquellos momentos en los que se retiraba con ellos para que la multitud no le impidiese enseñar lo que era muy importante que comprendieran. Pues bien, entonces no habían sido capaces de entender mucho porque su corazón no lo tenían preparado. Ahora, sin embargo, las cosas iban a ser muy distintas. Y lo iban a ser porque Jesús había confirmado con hechos   lo que les había anunciado con sus palabras y cuando le dijo a Tomás que metiera su mano en las heridas de su Pasión supieron que no era un fantasma lo que estaban viendo sino  al Maestro… en cuerpo y alma.

Sería mucho, pues, lo que pasaría en un tiempo no demasiado extenso desde que el Hijo de Dios volvió de los infiernos hasta que el Espíritu Santo iluminara los corazones y las almas de los allí reunidos. Era, pues, aquello que sucedió entre Resurrección y Pentecostés.” 

II- Los que esconden la verdad. 2. Los discípulos de Emaús

               

El Evangelio de San Lucas (Lc 24, 13-34) recoge el que, seguramente, es uno de los episodios más conocidos y alentadores del Nuevo Testamento (aunque, en principio, pudiera no parecerlo). Nosotros, para mejor entendimiento del mismo, lo vamos a dividir en tantas partes como parecen necesarias para la completa comprensión de tal episodio de sorpresa y conversión.

 

La decepción de los más débiles

 

“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.”

Es cierto que aquellos discípulos de Jesús iban a Emaús. Sin embargo, más acertadamente podríamos decir que volvían a Emaús. Y es que ellos, que habían estado en Jerusalén para celebrar la Pascua, y visto lo que habían pasado, deciden volver a sus casas y, lo que es peor, olvidar todo muy pronto.

Más adelante veremos esto, pero, al parecer, estos dos discípulos volvieron Emaús el domingo de la resurrección de Jesús porque, según podemos entender, no acabaron de creer lo que habían dicho las mujeres al respecto del sepulcro vacío y de la aparición de Ángeles.

El caso es que regresaban a su pueblo.

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3.01.19

El rincón del hermano Rafael - "Saber esperar" - Lo paradójico de la Fe católica

 

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

 

“Saber Esperar” – Lo paradójico de la Fe católica

 

“Primero se la pedimos, cuando no la lloramos, pero una vez que estamos en ella, ¡qué felices nos sentimos al vernos junto a Cristo!”

 

En efecto, la cruz, así dicha, en minúscula, es la que cada uno de nosotros llevamos porque es bien cierto que cada cuando tiene la suya cuando no las suyas.

Sabemos, de todas formas, que hay otra Cruz, escrito así con mayúscula, que es en la que murió Dios hecho hombre. Y a ella, creemos, se refiere el hermano Rafael en el texto aquí traído hoy. Y es que la queremos porque sabemos que es raíz sobre la que construir una realidad fiel a Dios Padre Todopoderoso.

Es posible que a alguien le resulte que haya quien le pida a Dios la cruz.

Ciertamente, no es algo común ni siquiera entre los creyentes católicos, no nos podemos engañar.

Hay, sin embargo, quien sabe a qué carta quedarse en materia de su fe y le pide a Dios la cruz.

San Rafael Arnáiz Barón lo dice con toda claridad y no se esconde nada de nada. Es un tema difícil, sí, de sostener porque se debe tener una fe grande que a uno lo sostenga pero imposible, lo que se dice imposible no es, como podemos ver en estas palabras, breves sí, pero clarificadoras de qué es cada cual.

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2.01.19

Reseña: ”El Reino y el reinado de Cristo”

 

   El Reino y el reinado de Cristo                                 El Reino y el reinado de Cristo

Título: El Reino y el reinado de Cristo.

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán.

Editorial: Lulu.

Páginas: 82.

Precio aprox.: 3. 99 € en papel – 0.99 € formato electrónico.

ISBN: 5 800131 932448 papel ;  978-0-244-44624-6 electrónico.

Año edición: 2018.

Lo puedes adquirir en Lulu. 

 

“El Reino y el reinado de Cristo” - de Eleuterio Fernández Guzmán

 

Para un hijo de Dios que, en el seno de la Iglesia católica, vive y sobrevive a las asechanzas del Maligno, el Reino de Cristo es, simplemente, lo mejor que se le puede anunciar pero, sobre todo, es el que debe vivir y existir desde que se reconocer hermano del Maestro. Por eso, hemos dedicado un pequeño texto al tema del Reino de Cristo y, claro está, a su reinado en el corazón del hombre y en el mundo.

Del mismo, traemos aquí la Presentación:

 

“¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Miradnos humildemente postrados; vuestros somos y vuestros queremos ser, y a fin de vivir más estrechamente unidos con vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.

Muchos, por desgracia, jamás, os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Santísimo.

¡Oh Señor! Sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, que no perezcan de hambre y miseria.

Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos; devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.

Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino.

Conceded, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

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1.01.19

María, siempre María

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Hoy es 1 de enero luego, el primer día del nuevo año 2019 contado desde que los cristianos hacemos lo propio tras el nacimiento del Hijo de Dios. Y nada mejor que empezar un nuevo curso temporal recordando a quien, con su respuesta de sí a Dios quiso ser su Madre. 

Sí, nos referimos a María, a la Virgen, Santísima e Inmaculada María. Y es que hoy es, como suele decirse, “su día”. Vamos, que celebramos su santo nombre. 

Seguramente, quien esto escribe no puede decir nada ni nuevo ni mejor de lo que se ha dicho sobre nuestra Madre del Cielo. Pero eso no quita, ni mucho menos que, como hijo, diga lo que creo debe ser dicho por muchas veces que se haya dicho, escrito, escuchado o leído. 

Hemos dado en titular el artículo de hoy “María, siempre María”. Y es que, en efecto, siempre es María a quien tenemos y tendremos por Madre, a quien podemos diriginos e implorar su auxilio y, por fin, su intercesión ante Dios, Padre suyo y nuestro pero, no lo olvidemos, hijo suyo… 

Sí, sabemos que esto de que María sea Madre de Dios e hija suya es algo difícil de comprender. Sin embargo, lo que  nos pasa muchas veces es que queremos comprender lo que ahora no puede ser comprendido y sólo lo será cuando, en el Cielo (Dios quiera que allí lleguemos y nosotros pongamos todo de nuestra parte) muchas cosas se nos expliquen y seamos capaces, entonces sí, de comprender. Ahora, pues, nos basta con la fe que, siendo como somos de pecadores… es más que suficiente.

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31.12.18

Hoy es el final y, casi, el principio

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En efecto, hoy es 31 de diciembre y eso viene a querer decir que se termina otro año de la vida del mundo y, claro, de nosotros mismos. Y eso, sabiendo que, en cualquier momento podemos ser llamados por Dios a dar cuentas de lo que hemos sido en su Tribunal… pues está bien aunque, claro, nunca sabemos qué es lo mejor. 

Bueno. El caso es que hoy termina este año que es el 2018 desde que se cuenta en el “después de Cristo”. Por tanto, nuestra existencia tiene todo que ver con la de aquel Dios que quiso hacerse hombre y nació hace muchos, muchos, siglos. Pero nosotros, que no olvidamos lo bueno de todo aquello, contamos el tiempo desde aquel momento en el que, en una noche más que buena y tras ella vino al mundo el Mesías. 

Y hoy es 31 de diciembre. Se acabó, se terminó otro periodo de doce meses humanamente hablando porque ya sabemos que una cosa es eso y otra, muy distinta, lo que a nosotros nos ha pasado en el corazón. 

Sí, el Cielo (Dios quiera y nosotros pongamos todo de nuestra parte) está más cerca que el pasado 1 de enero. Y los pasos que hayamos dado en tal sentido tienen consecuencias, como bien sabemos. Y las mismas tienen todo que ver con nuestra salvación eterna. 

Todo, en tal sentido, termina hoy pero todo, también empieza mañana, 1 de enero. Y, por decirlo así, todo está por ver y todo por pasar. Y como mañana vamos a dedicar estas letras a la Virgen María, de la cual celebraremos un día muy especial, digamos hoy lo que nos parece lo que ha de venir, vamos, el porvenir.

Bien podemos preguntarnos qué es lo que este nuevo año puede plantearnos y qué, sobre todo, podemos responder atendiendo, en primer lugar, a la voluntad de Dios.

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30.12.18

La Palabra del domingo - 30 de diciembre de 2018

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Lc 2, 41-52

 

“41 Los Padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. 42 Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta 43 y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. 44 Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; 45 pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.46        Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; 47 todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. 48       Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: ‘Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.’ 49 El les dijo: ‘Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?’ 50 Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. 51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.52 Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.”

 

COMENTARIO

Siendo Hijo

Cumpliendo con sus tradiciones, los judíos, y con el comportamiento ordinario de todo miembro del pueblo elegido, Jesús, María y José, acudían, regularmente, a Jerusalén, desde Nazaret, a celebrar la fiesta de la Pascua. El respeto a la Ley era, pues, elocuente. De hecho Jesús, en su vida, nunca se alejó del verdadero sentido que de Dios partió para que su semejanza, la que había creado, se condujera por el camino correcto. 

Ante este hecho, el que Jesús se “pierda”, por así decirlo, de su familia, y se quede en Jerusalén, donde le encuentran, bien podemos ver tres formas distintas de encarar la situación que son la de María, la de José y, por último, la del mismo Jesús.

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29.12.18

Serie “Al hilo de la Biblia” - Despedida y hasta pronto y siempre

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia? “(Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: una carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

 

Despedida y hasta pronto y siempre

 

No. En este artículo no es que se despida del blog de InfoCatólica quien esto escribe. Y si eso molesta a algún lector que pueda tenerle manía… en fin, ¡qué se le va a hacer! En realidad, soy demasiado insignificante como para que pase eso y no creo tener enemigo alguno que quiera tal cosa. 

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28.12.18

Santos e Inocentes o al revés

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Es bien triste que se aproveche cada año el recuerdo que se trae hoy mismo a la memoria para hacer chanza y chistes al respecto del espíritu del mismo. Y aún es más triste que haya católicos que participen de eso o que gocen viendo como otros lo hacen… 

Hubo, entonces, muchos inocentes que fueron santos porque dieron su vida, protomártires, por Cristo sin saber siquiera razones de tal suceso. Santos que de seguro subirían a la Casa de Dios para morar eternamente en las praderas de su Reino cuando se abrieron las puertas del Cielo. ¿Qué tiene eso de gracioso, tales muertes de diversión? 

Aquello lo describe el evangelista Mateo en los versículos 13 al 18 del capítulo 2 de su Evangelio. Y lo hace así:

 

“Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al  niño para matarle.’El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: ‘De Egipto llamé a mi hijo’. Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos  los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: ‘Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse,  porque ya no existen.”

 

Este texto del Evangelio de San Mateo muestra, por ejemplo, hasta dónde puede llevar el ansia de poder al ser humano. Pero también muestra, nos enseña, que antes de todos los mártires hubo quienes entregaron su vida por Quien acababa de nacer. 

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