Esto último debe ser como una especie de Epílogo, un necesario y anhelado Epílogo que, como es el caso, se pone aquí porque ha terminado un mes muy especial. El mes de noviembre lo es por lo que sabe cualquiera que sea católico y no lo sea sólo de bautizo y poco más…
Hemos dedicado todos los artículos publicados en este mes que hoy termina (a excepción del comentario del Evangelio del domingo) a los Santos y a las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio. Y es que creemos que vale más que mucho la pena tener en cuenta tanto a los que han alcanzado el Cielo (sea con proceso de derecho o sin él) como a las almas que pasan por el estadio intermedio que es el Purgatorio-Purificatorio a la espera de estar presentables ante Dios.
Ciertamente, hay artículos que, por decirlo así, se escriben solos por lo obvio que es su contenido. Sin embargo, no por eso vamos a dejar pasar la oportunidad para hablar, eso, de este mes pasado y de lo que hemos pretendido con lo publicado en esta santa casa.
El caso es que, quien esto escribe, ansía tener muy cerca a los que han mostrado y demostrado que se han ganado un lugar en el Cielo y ocupar alguna de las moradas que está edificando el Hijo de Dios, como dijo él mismo en una ocasión (cf Jn 14,2) Y lo ansía porque sabemos que pueden hacer mucho por nosotros pues Dios está muy cerca de ellos. Pero también ansía tener muy cerca a las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio, al menos, en la oración por ellas, en el ofrecimiento de lo que se pueda ofrecer a Dios en su beneficio y, en fin, de esa forma tan cercana que es la de las almas que han sido creadas por el Todopoderoso y que quisieran encontrarse en el Cielo.
Es casi seguro que haya quien no crea ni en los Santos ni en las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio. Sin embargo, nosotros sabemos que tantos unos como otras son Voluntad de Dios que existan y que nos sirvan de ejemplo: los primeros para saber qué debemos hacer; las segundas para lo contrario, para procurar no ensuciar nuestra alma y que no se vea la misma soportando el fuego, sí, purificador, pero fuego al fin y al cabo, del Purgatorio-Purificatorio. Y por eso todo esto escrito y publicado a lo largo de estos días, de estas semanas, de este mes de noviembre.
De todas formas, cuando mañana pasemos la hoja del calendario (como se hace cuando tal es la forma del mismo), arranquemos la del 30 noviembre (si tal es el caso) o cuando cualquier dispositivo electrónico indique que es 1 de diciembre (que es no es mal mes porque en él esperamos la llegada del Mesías y eso no es poca cosa sino mucha y más que mucha) no deberemos olvidar que tanto los Santos como las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio siguen estando ahí y que unos pueden interceder por nosotros y otras necesitan de nuestras oraciones.
Y sí, es cierto que el tiempo va pasando pero no es menos cierto que nuestras necesidades espirituales son siempre las mismas y se centran en una sola realidad: la salvación, nuestra salvación. Y, para eso, nada mejor que acordarse siempre de los que están en el Cielo como de las almas que están tocando la Bienaventuranza.
¡Bendito mes de noviembre y bendito sea Dios que nos ha regalado la oportunidad de no olvidar quiénes somos y hacia dónde vamos!
Eleuterio Fernández Guzmán
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Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Un mes para orar porque nos conviene.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.