¿Generalitat de Cataluña o Generalitat de Babia?
Es bien sabido que cuando se dice, de alguien, que está en Babia (y no me refiero a aquella zona Leonesa) se quiere decir que está afectado por gran despiste y que tal situación le hace no enterarse mucho de lo que pasa a su alrededor. Por eso equivale a decir, también, que está en la inopia.
Sin embargo cuando eso le sucede a un Gobierno, aunque sea sólo autonómico, bien podemos decir que, en realidad, lo que pasa es que abunda más la soberbia que el sano entendimiento de la realidad y que, sobre todo, no tiene muy claro lo que quiere decir legitimidad ni derecho ni justicia ni nada de nada que tenga relación con una cabeza mínimamente amueblada, como suele decirse.
Lo que ha pasado con relación a los Bienes eclesiásticos pertenecientes a la hoy denominada Comunidad Autónoma de Aragón (aquí se muestran tres de ellos) y que, temporalmente, han estado en territorio catalán, es una muestra de hasta dónde puede llegar el estado de Babia en el que puede encontrarse una institución política y hasta dónde se puede llegar actuando sin el mínimo sentido que es dado en Cataluña llamar “seny” (o sea, el comportamiento recto y justo; con cordura, digamos)