17.04.22

La Palabra para el Domingo - 17 de abril de 2022

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Jn 20, 1-9


“El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.”

 

COMENTARIO

¡Resucitó!

No resulta demasiado difícil imaginar la situación en la que, en aquel primer domingo después de la muerte de Jesús, se encontraban sus discípulos más allegados e, incluso, su Madre María aunque la Virgen, en su corazón, siempre guardaba la esperanza…

Lo que había sucedido apenas unos días antes debía ser insoportable para ellos: habían visto entrar en gloria al Maestro en Jerusalén y apenas unos días después lo vieron maltrecho, colgado en una cruz como si se tratase de un malhechor y, para acabarlo de arreglar, muerto sin solución posible…

Eso era lo que pensarían muchos de ellos. Sin embargo, también podemos imaginar que otros creían en lo que les había dicho. Y lo creían porque se había cumplido todo lo que les dijo: lo apresarían y lo condenarían a muerte. ¿Había, pues, alguna razón para que, como les había dicho, no regresara del mundo de los muertos a los tres días?

Y así estarían con su congoja: unos pensando que todo estaba perdido; otros esperanzados.

Pero María de Magdala acudió al sepulcro para ver, quizá, al Maestro o, también, para acabar de arreglar su cuerpo porque es posible que pensara que, con las prisas del viernes, no había sido bien preparado. El caso es que aquella mujer, que tanto amaba al Maestro por lo que había hecho por ella, acude al sepulcro.

Si es fácil imaginar la situación por la que pasaban los discípulos en aquellos días, aun es más fácil el terror que debió sufrir María Magdalena cuando, primero, ve que la piedra estaba quitada y que la tumba estaba al descubierto; luego, al mirar dentro del sepulcro vio ¡qué allí no estaba Jesús! 

Casi la podemos ver corriendo rauda para avisar a sus amigos. Deben saber que el cuerpo de Jesús no está donde debía estar.

10 Razones de porque la Resurrección de Cristo | ibbhonduras.com

En este texto del evangelio de san Juan no se nos dice pero sabemos que, en un principio, no creyeron lo que decía. En realidad, debían pensar que esta, ella, muy afectada por todo lo que había pasado. Pero ¿y si sí? 

Por si aquello era cierto los dos discípulos más significativos de entre los que lo eran salen corriendo. Pedro y Juan corren pero, como es de imaginar el más joven de ellos, Juan, llega el primero.

De todas formas, Juan no iba a entrar primero. Y no lo iba a hacer porque no podía hacer eso ante quien debía respeto. Por eso cuando llega Pedro entra el primero. 

Pedro no duda lo más mínimo en entrar. Ya lo había pasado bastante mal negando al Maestro tres veces habiéndole dicho el mismo que, en efecto, eso iba a pasar, y ahora no se iba a quedar en la puerta. Y lo ve todo allí… dejado como bien puesto. No parecía que se hubieran llevado el cuerpo del Maestro, que lo hubieran robado. Y no lo parecía porque estaba todo demasiado ordenado.

Y entonces aquel discípulo, él mismo se llama el amado en este su evangelio, entra y lo ve todo. Y, como si se le hubiesen abierto los ojos, no sólo ve aquello sino que, entonces, cree.

Podemos suponer que a Pedro le pasó algo parecido porque el texto, quizá con mucha bondad por parte de su autor, atribuye a todos la creencia a partir de tal momento. Luego se podría ver que aún no lo tenían todo tan claro como ahora parecía. Por eso nos dice san Juan que “según la Escritura” Jesús debía resucitar al tercer día.

Y es que, en definitiva, todo estaba escrito y bien escrito. Sólo hacía falta saber leerlo y entenderlo y ellos, la gran mayoría, eran algo cortos de entenderás, tardos en comprender y, en fin, alejados muchas veces de las palabras del Maestro.


Pero ahora, justamente ahora, se colocaron bien todas las piezas del puzle espiritual de aquellos discípulos que escogió Cristo y que tanto enseñó y amó. Todo, pues, estaba claro. Bueno, al menos en principio porque ya sabemos qué pasará cuando se aparezca por primera vez a los que, por miedo a los judíos, se habían escondido… 

Muerte… ¿Dónde está tu victoria?

PRECES

Por todos aquellos que no creen en la Resurrección de Cristo.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que sólo creen cuando ven.

Roguemos al Señor.


ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a creer sin ver, a saber con total certeza que eres el Mesías resucitado.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.


El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

16.04.22

Triduo Pascual: Sábado Santo

Semana Santa 2022: Sábado Santo - ACI Prensa

El tercer paso que damos nos acerca mucho, ya, al domingo en el que se demuestra que Cristo venció a la muerte. En este sábado, Santo a más señas, parece como si reinase el silencio: han quedado lejos los ecos de las palabras de Cristo en la Última Cena, también apartados de nuestro corazón, los sufrimientos del Maestro en su Santa Pasión y, sobre todo, como olvidada aquella muerte en la cruz, su Cruz.

Pero las cosas no son tan fáciles como podemos imaginar. Y es que hoy tampoco podemos dejar de aprender lo que vale la pena de este día, en apariencia, tan neutro por ser de espera. Nosotros, como la Madre y los discípulos que estaban escondidos por miedo a los judíos, debieron orar mucho aquel día, especialmente aquel día en el que todo parecía quedar muy lejos.

Debemos, pues, orar. Y debemos hacerlo con perseverancia porque Dios espera de sus hijos que le pidan lo que necesitan y lo hagan así, insistiendo y siendo, así, “cabezones” espirituales. Y es que la blandenguería de nada nos sirve de cara al Todopoderoso. Vale, pues, la santa cabezonería como entendió, por ejemplo, San Josemaría a la que bien puede ser tenida por virtud.

Esperaban, pues, todos. Seguramente con más miedo que vergüenza la gran mayoría de ellos por la actitud espiritual que habían mostrado en los momentos más difíciles de la Pasión de su/nuestro Señor Jesucristo. Y, aunque el miedo es muy libre y humano, no podemos negar que aquellos hombres (también habría mujeres, suponemos, además de la Santísima Virgen María) no podían creer lo que había pasado. ¡Aun no podían creerlo después de las veces que el Maestro les había dicho que iba a pasar!

Pero también llorarían. Aquellos que estaban escondidos debieron llorar mucho por la muerte de Jesús. Lo harían por la propia persona del Maestro pero también, seguramente, como decimos, por la forma particular de proceder de cada uno de ellos. Es más, uno en especial, Pedro, lloraría más que el resto porque se había cumplido lo dicho por Cristo mientras cenaban: lo iba a negar tres veces, ¡tres! Y fue lo que pasó. Tan sólo luego sería capaz de limpiar aquella terrible mancha manifestando al mismo Cristo, tras su resurrección, que bien sabía que lo amaba y decírselo tres veces, las mismas que lo había negado.

Debemos, pues, nosotros, hacer lo mismo: llorar. Y hacerlo por nuestros pecados, por las veces que colaboramos en que  a Jesús lo vuelvan a crucificar y vuelva a ser sábado santo en nuestras vidas. Y es que con cada pecado volvemos a cargar el corazón del Hijo de Dios con un peso que no merece. Por eso debemos llorar, tan amargamente como graves sean nuestros pecados.

Por otra parte, por nuestra fe y su símbolo, el Credo, sabemos que Cristo ha bajado a los infiernos a liberar a las almas que en el libro de Abrahám se encontraban. Y que entonces, en aquella primera Semana Santa de la historia, muchas iban a subir al Cielo que había sido abierto con la muerte del Hijo y la benevolencia y misericordia del Padre.

Santa María, Reina de los Apóstoles: La Señora que alienta en la Espera del  Espíritu Santo - Santoral - COPE

Este, por tanto, es un tiempo de vigilia. Por eso la Vigilia Pascual abunda en lo que supone tener esperanza, en que nunca la pierda quien se considera hermano de Cristo e hijo de Dios. Y se fomenta una virtud teologal que es la que permite que nuestro corazón no se arrugue ante lo que nos acaece, que no nos vengamos abajo del todo cuando nos trastabillamos al caminar y nos salimos del camino que lleva al definitivo Reino de Dios. Entonces, la esperanza nos sirve y más que bien.

Ellos esperaban. Seguramente muy pocos de los que estaban escondidos creían que Cristo volvería a la vida a hablar con ellos. María, su Madre, que había guardado todo en su corazón, tenía la esperanza intacta; a lo mejor Juan, el llamado discípulo amado, también la tenía. Pero el resto… el resto no había caído en la cuenta de que todo se estaba cumpliendo, exactamente, como lo había dicho Jesús en más de una ocasión. ¡Es que, además, lo había dicho muchas veces!

Este sábado, también, bien puede ser tenido por uno que lo es de meditación y silencio: lo primero porque debemos tener muy en cuenta todo lo que ha pasado en estos últimos días; lo segundo por evitar el descrédito excesivo de nuestras malas acciones, para que no hablen mal de unos discípulos de Cristo que, año tras año, recuerdan esto mismo ¡porque no han sido capaces de comprenderla verdad del amor de Cristo por ellos! Y se hace necesario tal recuerdo.

Esperamos, pues, una victoria, la victoria Pascual que nos salve para siempre. Y mientras, en este tiempo de espera, podemos pedir a Dios para que su Hijo vuelva de su descenso a los infiernos. Es cierto, claro, que volvió porque es lo que pasó pero no es menos cierto que pedir eso a Dios es seguir teniendo confianza en su Amor y en su Misericordia. Entonces, ahora y ya para siempre, siempre, siempre. 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

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15.04.22

Triduo Pascual: Viernes Santo

Celebración del Viernes Santo - Diario de Noticias y Actualidad de Loreto -  Iquitos - Ucayali - Requena - Datem del Marañon - Mariscal Ramon Castilla -  Alto Amazonas - Loreto - Maynas - El Diario Judicial de Loreto

El siguiente paso que damos lo damos con Cristo que, como culminación a la misión para la que había sido enviado al mundo por Dios, muere por cada uno de aquellos que lo confiesen hijo del Todopoderoso.

Nosotros, por el mismo, que en este segundo paso quedamos mirando hacia el domingo de Resurrección, debemos tener en cuenta algunas cosas y aprender otras o, mejor, recordarlas todas y no dejarlas escondidas debajo de cualquier celemín.

Cristo se entrega por sus amigos.

Cristo perdona a sus enemigos.

Cristo muere para que nos salvemos.

Cristo muere porque cumple con la misión que tenía encomendada.

Cristo muere porque era fiel a Dios.

Cristo muerte porque sabía lo que le iba a pasar.

Cristo muere…

Cristo, en efecto, tras una horrible Pasión que hemos tenido tiempo más que suficiente como para asimilar cómo fue, muere en la cruz. Tal fue su Cruz, aquella que llevó cargando no sólo con la madera que la formaba sino con los pecados de la humanidad toda y entera. Por eso le pesaba tanto y por eso la santificó, limpiando los pecados que cargaba con las gotas de su divina y santa sangre.

Lo que aquí debemos tener muy en cuenta es que Cristo muere por nosotros. ¡Sí!, por cada uno de sus hermanos da su sangre porque somos sus amigos y no hay, como dijo Él, nada mejor que dar su vida por ellos.

Aquella Vía de la Cruz que se recuerda hoy mismo tuvo mucho de lo que deberíamos aprender. Así, por ejemplo, hubo muchos que se burlaron del Maestro, que hicieron mofa y escarnio de una su persona a la que tanto daño se le había inferido. Otros, sin embargo, lloraron. Y lloraron porque conocían a Quien llevaban atado como un animal y del cual tiraban como si lo fuera. Y, seguramente, pidieron a Dios que abreviara aquel camino de sangre y de luz.

Y  es que es cierto que entre la sede del Procurador y el monte de la Calavera apenas había un kilómetro de separación. Es decir, humanamente hablando apenas unos diez minutos podría haber invertido cualquier ser humano en llegar de un lado a otro. Sin embargo, para quien tanto había sido maltratado (ya se había producido la flagelación y la colocación de la corona de espinas) aquellos escasos mil metros supondrían, valga la expresión, un Calvario anticipado.

En efecto, entre Jerusalén y el Gólgota (aquel lugar de la Calavera donde crucificaron a Jesús junto a Dimas y Gestas) pasó mucho que muestra hasta dónde el ser humano puede ser cruel y hasta dónde puede ser misericordioso y dirigirse al Padre en busca de consuelo.

Y, al final de aquel camino, Jesús muere. Eso es lo que recordamos cada Viernes Santo que es aquel día en el que se recoge que el Hijo de Dios dio su vida en cumplimiento de su misión y que, por eso mismo, santificó a Dios y se santificó a sí mismo.

Por lo apenas aquí dicho pero por la importancia sublime que tiene la Cruz para los discípulos de Cristo, desde entonces la misma es símbolo de mucho. Es cierto que hay quien tiene por necedad o por locura una muerte así pero para aquellos que hemos asumido que es la manifestación suprema del amor (¡Y es Amor de Dios!) nada mejor que tener a la Cruz como instrumento espiritual para nuestra salvación, roca firme sobre la que construir una existencia bien humana y bien divina y, sobre todo, la mejor forma de mostrar y demostrar a Dios que, cargando cada uno la nuestra, vamos en pos de Cristo con intención de completar en nuestra carne lo que falta a las tribulaciones del Mesías (cf. Col 1, 24).

Su Cruz, por tanto, es nuestra Cruz y su sufrimiento es el nuestro. Por eso no podemos, sino, agradecer a Dios que permitiese aquella santa inmolación y que la sangre del Cordero sirviese para lavar nuestras culpas y pecados. 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

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14.04.22

Triduo Pascual: Jueves Santo

Jueves Santo: Qué y cómo se conmemora este día

Durante este mismo jueves, mañana viernes y el próximo sábado vamos a procurar vivir el Triduo Pascual como lo que es: una unidad. Es decir, no hablamos de Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo sino de Jueves Santo-Viernes Santo-Sábado Santo porque uno es el camino que lleva a Cristo a morir y a resucitar y uno ha de ser el camino que nosotros sigamos para lo mismo y por lo mismo.

Para eso, vamos a tomar el mismo como un camino en el que damos pasos, tres en concreto: el primero lo daremos hoy jueves, Santo a más señas; el segundo, mañana viernes, Santo día en el que Jesús entrega su vida; por fin, el tercero, lo daremos el sábado, Santo día de espera de la Iglesia de Cristo.

En realidad, lo que hacemos en el Triduo Pascual es dejar que el Creador pase por nuestra vida lo mismo que pasó por la vida del pueblo elegido (Ex 12,1-8.11-14) para poder ser salvados, para ser liberados de la esclavitud del mundo, del demonio y de la carne. Es decir, lo que hacemos es algo así como manifestar a Dios que queremos que pase por nuestra vida porque queremos que cambie, que nos ayude a cambiar, lo malo que hay en nosotros, la tendencia al pecado de la que parece no podemos librarnos.

El primero de estos días es hoy mismo, Jueves Santo, primer paso de este nuestro camino.

¿Qué debemos tener en cuenta de este día?

Semana Santa – Triduo Pascual: Jueves Santo de fraternidad y de servicio

Las Sagradas Escrituras nos hablan de lo mucho que pasó en la Última Cena. De todas formas, algo nos queda meridianamente claro: Jesús se puso a lavar los pies a sus discípulos porque quería servirles. Era, además, un ejemplo de cómo ellos debían actuar. Así lo dice en un momento determinado después de haberles lavado los pies y decir, casi sin palabras, lo que era más importante: entregarse por el prójimo, echar una mano al prójimo, ser hermano del prójimo. Por eso a este jueves, Santo, se le llama del “amor fraterno” porque nada hay de más amoroso que dar la vida por amigos y aquella Cena, la Última era el principio de la entrega máxima, extrema, de parte del Hijo de  Dios.

Pero otras cosas debemos tener en cuenta en este primer paso. Y es que Cristo constituye sacerdotes a los apóstoles que cenaban con Él. Luego, como sabemos, el sacerdocio ha ido aumentando según las necesidades de la Esposa de Cristo. Por eso debemos tener a los que deciden entregarse  a Dios y a los hombres de una manera tan sagrada y especial como hermanos nuestros que nos hacen múltiples favores espirituales (nos llevan por el camino, nos perdonan los pecados en nombre de Jesucristo, nos administran los Sacramentos, etc.)

De todas formas, aquel jueves, Santo, Cristo perpetuó su memoria para siempre, siempre, siempre. Y es que constituyó la forma de recordarlo y que tal forma pasara de generación en generación. Constituyó, así, la Santa Misa, aquella Acción de Gracias con la cual Él mismo nos entregaba su Cuerpo y su Sangre para que lo trajéramos a la memoria, para que hiciéramos memoria suya. Y es que, eran, en verdad, su Cuerpo y su Sangre cuando bendijo aquellas especies de pan y de vino y las transformó, ya para toda la eternidad, en instrumento espiritual de salvación y de vida eterna. Y lo hizo porque quiso y porque podía hacerlo, con el poder de Dios, Él mismo hecho hombre pero, entonces, en cuerpo de ser humano mortal, se entregó en aquella misa a modo de altar sagrado donde se iba a inmolar el Cordero de Dios. Y se inmolaría, y moriría y nos salvaría.

 La Pasión de Cristo, de Mel Gibson – Jóvenes Católicos

Servicio, pues; sacerdocio, pues y, por fin, Santa Misa. Estas tres formas de manifestar la gloria de Dios en el Amor del Padre, son las que Jesucristo proclamó en aquella Última Cena.

Y nosotros, que tantos siglos después recordamos aquello en un momento en el que el mundo quiere olvidarse de Dios, no podemos, ¡qué menos!, que agradecer a Dios por haber hecho, con su descendencia, una merced tan grande como aquella. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

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11.04.22

De Ramos a Resurrección

Semana Santa 2022: 9 datos sobre el Domingo de Ramos

En el Plan de Dios existía un tiempo en el que su más perfecta creación iba a pasar por un mal momento. Y no es que el creador dispusiera que así sucediera sino que el don de la libertad podría conllevar la toma de decisiones en un sentido equivocado. Y, ciertamente, así aconteció. La buena voluntad de Dios se había manifestado con un hombre como abrám. Entre ídolos paganos vivía aquel que iba a ser amigo del creador. Y no vivió en malas condiciones: ni era pobre ni estaba en vías de serlo. Al contrario: disponía de muchos bienes y bien podemos decir que era un hombre de ciertos poderes económicos.

Decimos que era buena la voluntad de Dios porque cuando le propuso a abrám que lo dejase todo (incluso su propio nombre) y fuese allí donde le dijera, quería que el ser humano (con aquel pequeño grupo) iniciase el camino de salvación. Es fácil imaginar que muchos de los que vivían con abrahám (ya abrahám) no estaban de acuerdo con aquello de seguir lo dicho por un Dios al que no conocían, del que no tenían noticia y, por último, del que no sabían siquiera el nombre. Por eso algunos de ellos prefirieron seguir en aquel mundo de seguridad personal (con sus bienes a buen recaudo) y no andar por el desierto hacia no sabían dónde. Tal hizo, en aquel momento, su hermano Nacor. Otros, sin embargo, aceptaron el reto que no era otro que iniciar una existencia tan nueva como suponía dejarlo todo a cambio de una promesa. 

Aquellos hombres, mujeres y niños, de más o menos edad, fueron los primeros que siguieron, conscientemente, la voluntad de Dios. Quisieron hacer lo propio con abrahám, en quien confiaron para ser su pastor por aquellos lugares ciertamente inhóspitos. Y se propusieron ser fieles a la palabra de Quien, con él, había hablado como si de un amigo se tratase.

Tendrían, sin embargo, que pasar muchos siglos para que aquella historia de salvación llegara a su culminación. Y es que hubo un tiempo en el que Dios quiso enmendar los muchos errores en los que los hombres habíamos incurrido y optó por enviar a su Hijo al mundo. Y entonces, conforme estaba escrito, el cordero de Dios iba a ser llevado al matadero.

Jesús era consciente de que los últimos días de su vida, de su primera venida al mundo, no iban a ser muy agradables. Es decir, humanamente hablando lo iba a pasar muy mal: iba a ver, los demás también, cómo culminaba la persecución que había recaído sobre su persona desde que empezara a predicar tras su venida del desierto y haber vencido las tentaciones del maligno; se iba a comprobar cómo era posible torcer las cosas de tal forma que se le inculpara de lo que no tenía culpa y se le acusara, con falsedad, sobre lo que no era cierto. Muy a pesar de lo que cualquiera podría haber hecho en tales circunstancias (conocimiento de todo lo que tenía que pasar) el Hijo de Dios no se arredró ni quiso que pasara aquel cáliz que debía beber. Al contrario fue lo que hizo: entró en Jerusalén en loor de multitudes. Y aquella semana, que empezó el domingo que entrara en gloria en la ciudad santa, iba a tener un recorrido que culminaría con un humano fracaso pero con un espiritual triunfo.

De todas formas, la mayor victoria estaba aún por llegar. Vendría de su voluntad de cumplir la de Dios. Y sería como un espejo donde, en lo sucesivo, todo discípulo suyo debería mirarse para no errar en la forma de caminar hacia el definitivo Reino de Dios. El caso es que todo el recorrido espiritual que se había iniciado con su bautismo en el Jordán por parte de Juan el Bautista, debía tener un final. Los últimos tiempos, inaugurados con su nacimiento en Belén, iban a tener una rúbrica, un final, ciertamente glorioso. E iban a ser recordados como unos que lo serían de sangre y luz: de sangre por la que vertería el Hijo engendrado de Dios y con la que regaría, abundantemente, la tierra desde entonces santa; de luz porque iluminaría la vida del ser humano hasta la segunda venida de aquel que, en aquel escaso tiempo, iba a demostrar hasta dónde puede llegar alguien que ama a Dios Padre. En un modo más que cierto, si miramos con atención aquellos días nos daremos cuenta de que fueron muy pocos. En apenas una semana lo malo culminó su malicia y lo bueno, su bondad. Todo sucedió, digamos, de domingo a domingo, de Ramos a Resurrección.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

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9.04.22

La Palabra para el Domingo – 10 de abril de 2022

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Como es obvio, hoy no es  domingo 10 sino sábado 9 de abril de 2022.  Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

  

Lc 23, 1-49

  

“Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato. Comenzaron a acusarle diciendo: ‘Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.’ Pilato le preguntó: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ El le respondió: ‘Sí, tú lo dices.’ Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: ‘Ningún delito encuentro en este hombre.’ Pero ellos insistían diciendo: ‘Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.’ Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén. Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera. Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato. Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo y les dijo: ‘Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis. Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte. Así que le castigaré y le soltaré.’ Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: ‘¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!’ Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato. Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús, pero ellos seguían gritando: ‘¡Crucifícale, crucifícale!’ Por tercera vez les dijo: ‘Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.’ Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes. Pilato sentenció que se cumpliera su demanda. Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad. Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.

 

Jesús, volviéndose a ellas, dijo: ‘Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos! Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?’ Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: ‘Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.’ Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: ‘A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.’ También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: ‘Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!’ Había encima de él una inscripción: ‘Este es el Rey de los judíos.’ Uno de los malhechores colgados le insultaba: ‘¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!’ Pero el otro le respondió diciendo: ‘¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.’ Y decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.’ Jesús le dijo: ‘Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.’ Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: ‘Padre,’ en tus manos pongo mi espíritu y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: ‘Ciertamente este hombre era justo.’ Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho. Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.”

 

 

COMENTARIO

 

Pasión de Cristo; una eterna Pasión

 

Es evidente que, aunque sea con humildad, corresponde, al que esto escribe, hacer, siquiera, mención de lo que al fin y al cabo supone esta semana que hoy, por decirlo así, comienza. La llamamos grande porque, para el cristiano, el tiempo que discurre entre la entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén, hoy mismo, hasta que fuera encausado de forma inicua, acusado, cumplida la sentencia de muerte en cruz y ocurrida su Resurrección es, en esencia, lo más importante que nos ha ocurrido como creyentes. Es más, somos creyentes al aceptar todo eso…

Es, por eso mismo, una Pasión eterna, una Eterna Pasión.

Muy a pesar de lo que pueda pensarse, Jesús no encuentra en Dios a un Padre que lo abandonaDecía el, entonces, Cardenal Joseph Ratzinger (1) que “Jesús no constata la ausencia de Dios, sino que la transforma en oración”. Y aquí radica la fuerza que podemos obtener también nosotros para cargar con nuestra cruz. Él lo hizo, el primero, con la suya.

Entonces bien podemos preguntarnos por qué hablamos de una Pasión que es eterna, la razón por la cual el camino que recorrió Jesucristo en aquellos escasos días es, exactamente, la misma senda que cada cual caminamos hasta que, en el Reino de su Padre, podamos reencontrarnos con el Amor de forma definitiva y, claro, eterna.

¿Cuántas veces no entramos triunfales por los quehaceres de nuestra vida y, a pesar de lo malo que pueda sucedernos nos sentimos algo más felices? Sin embargo, como dice S. Josemaría (2): “El cristiano no debe esperar, para iniciar o sostener esta contienda, manifestaciones exteriores o sentimientos favorables”. Por tanto, la interioridad de nuestra fe, muy a pesar del decir y entender del mundo ha de prevalecer por sobre el siglo.

Por tal causa padecemos, como lo hizo Cristo. Sin embargo, bien sabemos, como dijo el naví Ezequiel (3) (y bien podemos poner estas palabras en la boca santa de Cristo) “Yo mismo apacentará mis ovejas. Yo mismo las llevaré a la majada. Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré a la que esté herida, curaré a las enfermas… Habitarán en su tierra en seguridad, y sabrán que yo soy Yavé, cuando rompa las coyundas de su yugo y las arranque de las manos de los que las esclavizaron”

He aquí, pues, remedio a nuestra pasión (pequeña frente a la Pasión de Cristo) porque ¿Cuántas veces no nos extraviamos por el mundo y sus llamadas y nos alejamos de Dios? Entonces enfermamos de fe, perdemos la savia que antes nos vivificaba, somos ovejas sin pastor, extraviados del redil del Padre.

Sin embargo, a sabiendas de ser atacados por causa de nuestra fe (hemos de ser, por eso, dichosos por bienaventurados), acusados de ser lo más retrógrado que en el mundo hay; habiendo visto zaherido a Dios, insultado a Cristo, hermano nuestro y Dios mismo; rememoradas las persecuciones antiguas con los métodos modernos; poniendo en lugar inmerecido al sucesor del depositario de las llaves de la Iglesia y viéndonos, esto hay que decirlo, caricaturizados como algo risible cuando no deplorable, “hoy, como ayer, del cristiano se espera heroísmo /…/ Cuando se pelea de continuo, con Amor y de este modo que parece insignificante, el Señor está siempre al lado de sus hijos, como pastor amoroso” (4).

Por eso, el hoy que vivimos, también es (aunque no sólo) semana de Pasión.

Sin embargo, al igual que siguieron a las palabras de Jesús en la cruz (últimos momentos de su vida de hombre) a aquel “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (5) Lo que, al fin y al cabo, siguió lo que tenía el destino mismo de su decir y sentir:

“Los confines de la tierra lo recordarán, y volverán al Señor” Contará su justicia al pueblo que ha de nacer: ¡Todo lo que hizo el Señor!” (6)

Imágenes de Domingo de RamosY, como muy bien dice José Bortolini “la imagen más hermosa de Dios en este Salmo es, por tanto, la de Dios que escucha el clamor del pobre que padece injusticia y lo libera, haciéndole cantar himnos de alabanza…”(7).

De aquí que en la pasión nuestra, también eterna porque va con el ser humano, hemos de buscar consuelo en Dios, en la oración, en su cercanía; pensar, al fin y al cabo, “El Señor, en su misericordia, nos ha elegido, nos ha perdonado, nos ha abrazado una y otra vez. Ha cargado con todos nuestros pecados, hemos sido ya perdonados” (8). Con estas palabras, Luigi Guissani, quien fuera fundador de Comunión y Liberación, consuela nuestro corazón.

Vivimos, pues, en una eterna pasión pero, en consonancia con ella, tenemos una esperanza que nos vivifica. Cristo dará, dio, su vida por nosotros y gracias a él estamos, somos, salvados.

Y el Domingo de Resurrección también nosotros, en cierto modo, volvemos a la vida; dentro de una semana, pues.

Nunca hemos de olvidar la causa de tal realidad espiritual ni lo que supone que Cristo hoy entre en gloria y bendiciones en Jerusalém y en una semana cambien tanto las cosas y las circunstancias como para que acabe como acabó…

Tampoco el para qué debemos olvidar.

Notas:

1. En “Via Crucis”, de Editorial Encuentro. Introducción
2. En “Es Cristo que pasa”. Concretamente, en la homilía titulada “La lucha interior”, del Domingo de Ramos de 1971. Editorial Rialp, p. 176.
3. Ez. XXXIV, 15-17; 27.
4. S. Josemaría, ob.cit., p. 191.
5. Salmo 22.
6. Ídem anterior.
7. En “Conocer y rezar los Salmos” (Comentario popular para nuestros días). Editorial San Pablo, p. 120.
8. “Via Crucis”, ob.cit., p. 58.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

6.04.22

Lo que está por venir

Semana Santa

Ahora, que estamos apenas a unos días de que, tras el domingo llamado de Ramos, empiece lo que, verdaderamente, es la Semana Santa (hasta el domingo llamado de Resurrección) es conveniente recapitular. 

Sí, ciertamente, se recapitula cuando se ha terminado algo. Sin embargo, nosotros tenemos muchas Semanas Santas a nuestras espirituales espaldas y no es, ésta, aquella primera en la que aún muchas cosas no se sabían y lo que sabía iba a quedar obsoleto en pocos días… Es decir, que ya sabemos el qué y el cómo y eso nos hace la labor más fácil pues no tenemos que tratar de comprender las razones por las cuales a nuestro Maestro lo pusieron en una cruz de madera, lo clavaron a ella y allí lo dejaron morir. No. Nosotros ya sabemos mucho acerca de eso o, al menos, eso es lo que creemos. 

El caso es que lo que está por venir es algo muy importante en la historia de la humanidad que acabó siendo la de salvación de la misma previa muerte del Hijo de Dios. 

¡En efecto! Todo lo que sucederá a partir de la triunfal entrada de Jesucristo en Jerusalén tiene todo que ver con la incontrovertible verdad según la cual Dios quería que su descendencia se salvara. Y por eso envió al Mesías al mundo. Y lo envió por eso y no para instaurar un Reino que sostuviera su poder en las armas del momento como algunos de sus contemporáneos esperaban… 

Por eso, desde el día siguiente al de Ramos, aquel primer domingo de Ramos, se van a ir sucediendo circunstancias que entonces sucedieron pues nosotros nos limitamos a repetir gozosamente lo que los pies de Jesucristo recorrieron, lo que su Palabra dijo y, en fin, lo que acabó siendo su victoria sobre la muerte (¿Dónde está muerte tu victoria?) 

Nada de lo que pasará la semana que viene, después de Ramos, tendrá poca importancia sino que, al contrario, todo ira in crescendo desde el segundo día, el lunes, hasta que el jueves se lleve a cabo la Última Cena y luego… y luego venga todo lo que vino. 

¿Qué significa o, mejor, qué sentido tiene para nosotros la llamada Semana Santa? 

En primer lugar, un momento en el que Dios salva al hombre en el que debemos agradecer un hacer sí y un actuar así pues es muy desprendido con Quien más quiere, su Hijo engendrado y no creado. Y lo hace en bien de cada uno de sus hijos, creados y no engendrados. 

En segundo lugar, un momento en el que podemos ver y admirar hasta dónde es capaz de llegar un hombre para cumplir la Voluntad de Dios. Y no nos vale con decir que sí, que era un hombre, pero que era Dios hecho hombre pues murió como hombre y como hombre entregó su Espíritu a su Padre del Cielo. Y eso debería decirnos algo tan importante como que no es imposible hacer lo que Dios quiere para nosotros y en nuestra vida. 

Y, ya, en tercer lugar, la Semana Santa tiene para nosotros un sentido profundo que llena los recovecos más recónditos de nuestro corazón. Y es así porque nos damos cuenta de algo fundamental: Jesucristo pudo haber hecho otra cosa aunque, en verdad, ni podía ni quería: primero, porque todo aquello ya estaba escrito pero, sobre todo, sobre todo, porque era lo que Dios quería. Y ya está. 

En resumidas cuentas: lo que está por venir es cosa tan nuestra como nuestra propia vida; es más, es, exactamente nuestra vida… eterna.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Está por venir la misma historia de la salvación.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

4.04.22

A menos de una semana de Ramos

Semana Santa 2021: Domingo de Ramos: ¿Cuál es el origen y significado de  esta celebración? | MARCA Claro Colombia

“Al día siguiente, al enterarse la numerosa muchedumbre

que había llegado para la fiesta, de que Jesús se
dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera
y salieron a su encuentro gritando:
‘¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del señor,
y el Rey de Israel!’ Jesús, habiendo encontrado
un borriquillo, se montó en él, según está escrito:
‘no temas, hija de Sión; mira que viene tu
Rey montado en un pollino de asna’.
esto no lo comprendieron sus discípulos
de momento; pero cuando Jesús fue glorificado,
cayeron en la cuenta de que esto
estaba escrito sobre él,
y que era lo que le habían hecho”
(Jn 12, 12-16)


Todo estaba escrito. Esto se dice muchas veces cuando nos queremos referir a lo que estaba pasando con Jesús. Es más, desde el propio nacimiento del Mesías (se decía en las sagradas escrituras que sería en Belén y así fue como se recoge en Mt 5, 1-3) hasta lo que estaba a punto de pasar, todo, en verdad, estaba escrito. El caso es que el pueblo elegido por Dios llevaba muchos siglos esperando que el mesías fuese enviado por el creador. Muchos habían sido los que habían dejado dicho, por inspiración divina, que en un momento determinado de la historia de la humanidad, llamado los “últimos tiempos”, el Todopoderoso enviaría a Quien salvaría a la humanidad de la dejación y el olvido al que habían sometido a Quien los había creado. Era, así, un intento de salvar lo que estaba perdido.

Y es que Zacarías ya había escrito cómo entraría en Jerusalén el rey de Sión. Entonces dijo que lo haría montado en un asno, “en una cría de asna” (Za 9, 9) y que no sería un rey inactivo sino que, por ejemplo, “proclamará la paz a las naciones” (Za 9, 10). Aquellos que, entonces, proclamaban su júbilo lo hacían de una forma muy concreta: gozaban de aquel momento diciendo “¡Hosanna!”. Además, acompañaban con ramas de palmera aquella expresión de alegría. En realidad, como hemos dicho arriba, todo lo que estaba pasando respondía a la expresión de la voluntad de Dios. Así, por ejemplo, lo expresa el salmo 118, 26 cuando dice “¡Bendito el que viene en el nombre de Yahveh! Desde la casa de Yahveh os bendecimos”. Aquel salmo se recitaba durante la fiesta de los tabernáculos y se sostenía sobre connotaciones mesiánicas que es, según puede apreciarse, el significado que quiso dar el autor del evangelio aquí traído y, también, el que escribiera el de San marcos (11,9-10).

Y, en cuanto al uso de las palmeras para tal menester se suele sostener, porque seguramente será verdad, que era lo que entonces tenían a mano aquellos que aclamaban a Jesús por ser la vegetación de la zona. Pero hay algo más que no debe concurrir aquí por casualidad:

“Entraron en ella el día veintitrés del segundo mes del año ciento setenta y uno con aclamaciones y ramos de palma, con liras, címbalos y arpas, porque un gran enemigo había sido vencido y expulsado de Israel”.

El Libro Primero de los Macabeos (13, 51) recoge, en un momento determinado, la victoria de Simón Macabeo sobre sus enemigos. Eso posibilitó la reconquista de la ciudadela de Jerusalén. Y, entonces, como dice el texto, se sirvieron de “ramos de palmera”. Y es por eso que, recordando aquella victoria y la entrada del Rey de Sión recogida en Zacarías, los entonces allí presentes hicieron patente lo que ya se había dicho.


Y sobre aquel “Hosanna” que se incorporó a la liturgia, ya, de los primeros cristianos, es palabra hebrea que quiere decir “salva, te suplicamos” y expresaba muy bien el sentir de aquellos que, dándose cuenta de que había llegado el Mesías a la vida del pueblo de Israel, no podían sino festejarlo diciendo aquello que, en palabra tan escasa, tanto quería decir. 

Todo esto dicho arriba ocurrió y ha de ocurrir el domingo que viene, 10 de abril, que será el llamado “De Ramos”. Y es que, como es verdad, todo estaba escrito y debía cumplirse palabra por palabra que es, como bien sabemos, lo que ocurrirá desde tal domingo al siguiente, en el que recordaremos y celebraremos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. 

En realidad, todo esto ya lo vivimos cada año. Y lo hacemos porque el mismo Cristo nos dijo, en lo que sería su Última Cena, que lo recordáramos y que lo hiciéramos según Él lo estaba haciendo. Sin embargo, eso quería decir (a nuestro modesto entender) que también recordáramos todo lo que había pasado antes o, lo que es lo mismo, que no olvidáramos su triunfal entrada en Jerusalén y, luego, lo que fue pasando día a día pues todo forma parte de los Últimos Tiempos en los que se iba a constatar el triunfo de la Vida sobre la muerte.  

Y nosotros, como fieles discípulos suyos, no olvidamos ni olvidaremos que menos de una semana después de hoy (de aquel “hoy” de entonces) seguramente Jesucristo andaba por los caminos aleccionando a sus Apóstoles sobre lo que pronto iba a pasar. Y estamos seguros de que alguno de ellos no acabó de entender casi nada o, al menos, aún le faltaba mucho (en tan poco tiempo) para entender. Vamos, como a nosotros hoy mismo…

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

A menos de una semana de la Semana más crucial de la historia de la salvación deberíamos tener en cuenta qué significa eso para nosotros.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

2.04.22

La Palabra para el domingo - 3 de abril de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 3 sino sábado 2 de abril de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

  

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario. 

Como es obvio, hoy no es domingo 3 sino sábado 2 de marzo de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente. 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

Jn 8, 1-11

 

1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. 3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio 4 y le dicen: ‘Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?’ 6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. 7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: ‘Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.’8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. 10 Incorporándose Jesús le dijo: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?’11 Ella respondió: ‘Nadie, Señor.’ Jesús le dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.’”

 

COMENTARIO

Una lección de amor y justicia de parte de Cristo

Hay que reconocer que el Mal es perseverante. Es decir que las intenciones que tiene de provocar en los hijos de Dios daño que sea irreparable no cesan con nada. Siempre está al acecho para ver si nos hace caer en sus trampas y, así, atraernos a su redil.

A Jesús, como podemos imaginar, le tenía mucha inquina el Maligno. Y se adueñaba de los corazones de aquellos que no lo querían nada de nada. Y si eso no era suficiente, les ponía en bandeja casos como, por ejemplo, el de aquella mujer sorprendida en adulterio.  

Aquí no se nos dice que Jesús diga que aquella mujer no fuera adúltera. No. La realidad era la que era pero, por encima de la misma, había algo más: Dios, su misericordia, el amor y el perdón. Y todo eso era, seguramente, demasiado para según qué tercos y duros corazones.

De todas formas, podemos imaginar los pensamientos de aquellos que habían llevado ante el Maestro a la mujer a la que había cogido, por decirlo así, in fraganti, cometiendo adulterio. En su mente sólo había una acción: apedreamiento. Y es que no lo decían por ellos sino que otro, Moisés, ya había establecido tal pena para tal acción. Y ellos, ¡hala!, a aplicar la ley y aquí paz y allá gloria.

¡Qué obtusos eran!, debió pensar Jesucristo. Aunque, a lo mejor, bastaría con mostrarles sus propios corazones. No como ellos se veían sino como, en realidad, eran. Sí, eso debía estar para solventar una situación que era verdaderamente difícil de sacar adelante.

Todo lo que pasa a continuación es muestra de hasta dónde es capaz Jesús de entender la situación por la que está pasando aquella mujer. A ellos, a sus acusadores, debía hacerles ver que no era la realidad como ellos la pintaban: sí la de la adúltera por el pecado cometido pero no con respecto a ellos mismos. 

Ellos tenían piedras. A punto de ser lanzadas sobre aquella mujer. Pero Jesús consiguió que se las lanzasen, interiormente, contra ellos mismos. Y es que es más que cierto que ellos, que tan íntegros se tenían como para acusar a aquella mujer de cometer un grave pecado, parecía no darse cuenta de aquellos en los que ellos míos caían, a lo mejor, diariamente. Y cuando se dan cuenta, cuando Jesús les dice aquello de tirar la primera piedra quien no tenga pecado, pasa lo más sorprendente: todo se van.

El Evangelio del 30 de marzo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera  piedra" - Evangelio - COPE

Sin embargo, no queda ahí la cosaSe van primero los más viejos porque era más que seguro que hubieran tenido más años para pecar… ¡y lo hubieran hecho!

Entonces, quedaron solos la mujer y Cristo. 

Podemos imaginar que aquella mujer que acababa de librarse una muerte segura estaría muy agradecida a Jesús. Pero no iba a desaprovechar Cristo la ocasión para dejar de enseñar.

Muchas veces se dice que, en efecto, Jesús perdonó a la pecadora. Y ahí queda la cosa. Lo que pasa es que no quedó ahí sino que hubo algo más, mucho más.

Jesús, sí, la perdona, pero le dice que no peque más. Es decir, no es suficiente, con ser importante, con perdonarla sino que le encomienda que no siga por aquel camino y, en general, por el que lo es del pecado. Le dice que todo queda perdonado pero que “en adelante” no debe pecar.


No podemos negar que si alguno de los allí presentes miró hacia atrás tras irse y vio cómo se alejaba aquella mujer debió pensar que aquello había sido una buena lección de amor y justicia de parte de Cristo.

 

PRECES 


Pidamos a Dios por todos aquellos que se creen mejores que los demás.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no son capaces de perdonar.

Roguemos al Señor.

  

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a no alejarnos nunca de Ti.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Está más que bien darnos cuenta de nuestros errores. 

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

30.03.22

Ventana a la Tierra Media – Cartas a Christopher – 9. Cuando realidad y ficción son lo mismo

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Como suele ser habitual en J.R.R. Tolkien, para alguien que quiere escribir sobre su obra, es la misma una fuente y corriente inagotable de temas. Y, en concreto, sus “Cartas” (Edición de Minotauro, debemos decir para hacer justicia) son una que, como dice el Salmo 41 ("Como busca la cierva corrientes de agua…), es de agua vivificante para todo lector y admirador del maestro de Oxford y, en concreto, para su alma. 

Como se trata, por tanto, de una posibilidad más que amplia, hemos pensado que sería buena cosa, elegir algunas de las que dirigió a su hijo Christopher cuando se encontraba el mismo en plena Segunda Guerra Mundial de la que, gracias a Dios, volvió con vida como hizo su padre en la otra, la Primera, de la que no sólo salió parte de su obra sino mucho del sentido que le dio a la misma. Y la cosa durará, como podemos imaginar, hasta que dure, si ustedes nos entienden… 

Pues bien, el 12 de mayo del año 1944 nuestro autor le escribe una carta pero algo especial (de la que ahora diremos algo) en la que le dice a su hijo Christopher esto que sigue:

 

“Tienes todo mi cariño, y mis pensamientos y plegarias. ¡Cuánto deseo saber! ‘Cuando vuelvas a las tierras de los vivos, y volvamos a contar nuestros cuentos sentados junto a un muro al sol, riendo de nuestras viejas desdichas, entonces me dirás’ (Faramir a Frodo)”

 

Como hemos dicho arriba, algo vamos a decir del método con el que se ha comunicado, en este caso y en otros muchos, J.R.R. con C. Y es que no ha hecho uso de la común misiva vía carta sino que lo ha hecho del “airgraph”. ¿Y qué es eso? 

El que esto escribe reconoce que no sabía lo que significaba tal palabra aunque pudiera parecer algo así como algo que se escribe y se envía por el aire. Y lo decimos por la separación de las palabras que pueden querer decir eso, a saber, “air” y “graph”. 

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En realidad, eso es de lo que se trata, pero investigando algo más hemos sabido que era un método de comunicación utilizado en la II Guerra Mundial (ámbito en el que todas estas cartas se enmarcan) y que consistía en fotografiar las cartas en miniatura y, luego, enviarlas por airmail… (aquí al lado ponemos un ejemplo de eso)

Pues bien, eso lo hace J.R.R. cuando cree oportuno que debe hacerlo y es, a lo largo de sus cartas a su hijo, en muchas ocasiones… 

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