Vírgenes, advocaciones – Nuestra Señora de Kevelaer (Alemania)
Corría el siglo XVII, en concreto el año 1642, cuando Heinrich Busman, que ejercía de viajante vendedor, en su viaje entre Weeze y Geldern pensó que le vendría bien un descanso. Ya podemos suponer que la forma de ir de un lado para otro en aquellos tiempos de guerra (la denominada de los 30 años) no era, digamos, de lo más cómodo o descansado.
Era cerca de Navidad y el buen señor Busman se sentó al pie de una de las cruces que abundaban en aquellas tierras, por ejemplo, en los cruces de caminos. Y estaba en las cercanías de Kevelaer.
Entonces escuchó una voz que le pidió que en aquel lugar se tenía que construir una capilla. En concreto le dijo: “Constrúyeme una capilla en este lugar”.
Pero el viajante, en un principio, no hizo mucho caso a lo que se le dijo creyendo que, a lo mejor, había sido producto de su imaginación aquello que había oído.
Sin embargo, como la Virgen María no suele darse por vencida a las primeras de cambio, volvió a insistir en el corazón de Heindrich en dos ocasiones más. Aquello ya no podía ser producto de algún tipo de fiebre espiritual sino que, en efecto, María le había pedido aquella capilla.
“Constrúyeme una capilla en este lugar”, “Constrúyeme una capilla en este lugar”, “Constrúyeme una capilla en este lugar” era una insistencia a la que había que prestar atención.