2.05.11

Algún que otro puntapié laicista

Es bien conocido por todos que en España hay, en general, dos tipos de personas: aquellas que creen que la Iglesia católica es importante para el devenir social y aquellas que la odian con todas sus fuerzas y, en cuanto pueden, le endiñan un puntapié y se quedan tan frescos.

Suelen utilizar, siempre, la misma retahíla, a modo de mantra, para hacerse entender. Se resume en: la Iglesia católica es muy mala, mala, mala, pero requetemala y negativa para la sociedad.

Francamente, uno podría cansarse de traer, siempre, a colación, el mismo artículo de la, aún, Constitución vigente en España que no es otro que el apartado 3 del artículo 16. Pero, como parece que se hace necesario, pues ahí va:

Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

Ya está. Parece sencillo de entender: existe una creencia mayoritaria en España que es la católica y, por eso mismo, es imposible que los poderes públicos no tengan en cuenta a las personas que pagan sus impuestos y que, además, tienen unas determinadas creencias. Eso debería ser fácil de llevar a la parte del cerebro que reconoce las cosas como son no ser que se sea muy totalitario, excluyente y, en fin, hijo del Mal.

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1.05.11

La Palabra del Domingo - 1 de mayo de 2011 - Lo que es la fe

Biblia

Jn 20, 19-31. A los ocho días, llegó Jesús.

19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
21 Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» 22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» 25 Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.» 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.»27 Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» 28 Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» 29 Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.»
30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. 31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

COMENTARIO

Fe, lo que es la Fe

Seguramente los apóstoles tenían mucho miedo a lo que, con ellos, podían hacer aquellos que habían acabado, hacía pocos días, de crucificar a Jesús. Se escondieron porque no querían acabar como lo había hecho el Maestro.

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30.04.11

Serie José María Iraburu - 5- Evangelio y utopía

“¿Pero Señor, qué acción tendrán sobre la masa
los laicos que no son fermento,
distintos de la masa, sino pura masa?

Evangelio y utopía (E.y-u)
José María Iraburu

Continuemos

Evangelio y utopía

Podemos decir, es más, José María Iraburu dice que Evangelio y utopia “viene a ser una continuación de mi libro De Cristo o del mundo” (1) y es que, por lo importante del tema en cuestión no podía dejar de dedicarle el tiempo necesario a tal estudio. No vaya a pensarse que se trata de un exceso de voluntad pesimista de parte del P. Iraburu sino, mejor, una puntualización muy importante.

¿Qué es una utopía?

Dice el P. Iraburu que “Es, en primer lugar, el título de un libro escrito por el inglés Tomás Moro en 1516. Y en seguida, la utopía vino a ser un género literario bastante abundante, dedicado a criticar la sociedad presente y a diseñar otras ideales, no realizadas” (2).

Por lo tanto, es utópico aquello que, en general, puede ir contra lo establecido porque pretende instaurar una forma de ser y proceder que entiende mejor y más benéfica.

Es posible que más de una persona pueda pensar que una sociedad, digamos, evangélica o basada en principios evangélicos es, simplemente, imposible de hacer efectiva. Sin embargo, “Lo imposible se hace posible en Cristo” (3) porque “cuando entramos en el orden de la gracia, es decir, de la vida nueva en Cristo, el nuevo Adán de la nueva humanidad, ¿dónde podemos situar los límites de lo posible y de lo irrealizable? ¿Qué bien, personal o comunitario, por grande que sea, podrá ser considerado peyorativamente como utópico, en el sentido de irrealizable?” (4).

Por lo tanto, en Cristo es posible la utopía. Es más, “La vida cristiana, también la de los laicos, no ha de ajustarse, pues, al mundo tópico, sino al Evangelio utópico” (5) porque, como en muchas ocasiones dice José María Iraburu no se puede ser de Cristo y del mundo al unísono sino que para un católico sólo cabe ser, en efecto, de su Maestro.

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29.04.11

Beato Juan Pablo II.- Días de abril (y 4): 1 de mayo, Plaza de San Pedro, donde lo que tenía que ser, será.

Juan Pablo II

Para muchos católicos Juan Pablo II fue un Papa del que tienen un recuerdo no muy profundo porque la edad de los mismos (pongamos entre 15 y 20 años) cuando murió se encontraban en la edad en la que, salvo honradas excepciones, la fe que se recibió se encuentra en una situación de “parada técnica” y se encuentra, más o menos, en el limbo y sin saber qué fue de ella o qué será el porvenir de la creencia.

Sin embargo, para muchos otros católicos el Papa que viniera del otro lado del telón de acero significa mucho.

El que esto escribe se remonta, ahora mismo, al mes de noviembre de 1982. Hace casi 20 años, el 8 de noviembre de aquel año.

Esperábamos desde hacía unas cuantas horas en La Alameda de Valencia, que era el lugar escogido (por sus dimensiones) para acoger la ordenación sacerdotal que se había previsto para entonces. Y, entre las aclamaciones que se puede imaginar cualquiera, el Papa-móvil (usado desde que el 13 de mayo de 1981 Ali Agca tratara de llevarlo a la Casa del Padre antes de tiempo) pasó de donde estábamos nosotros y la figura del entonces muy joven Juan Pablo II pareció más grande de lo que físicamente era

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28.04.11

Beato Juan Pablo II.- Días de abril (3): Lo que dejó para siempre

Como es fácil entender, Juan Pablo II Magno fue un trabajador incansable. No sólo por lo que, a nivel doctrinal o magisterial aportó sino, por supuesto, por lo que eso ha supuesto para el diario vivir de la Esposa de Cristo.

Juan Pablo II

Por eso mismo, el deportista de Dios (como también fue llamado) ha dejado, ya para siempre, un legado que no puede ser desaprovechado.

Así, Juan Pablo II Magno, dejó su especial sello en lo siguiente:

-Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Santísima Trinidad en la vida de la Iglesia y del católico.

Tres encíclicas escritas con tal fin: “Dives in misericordia” (Dios Padre, Rico de misericordia), data el 30 de noviembre de 1980, “Redemptor hominis” (Jesucristo Redentor del hombre), con fecha de 4 de marzo de 1979 y “Dominum et vivificantem” (Espíritu Santo Señor y vivificador), con fecha de 18 de mayo de 1986.

-"Totus Tuus” como lema de un Papa que mucho amó a María.-

-Ejercicio del perdón como apóstol de la reconciliación.

Perdonando a Alí Agca, quien trató de asesinarle el 13 de mayo de 1981 demostró, a la perfección, hasta dónde ha de llegar el perdón.

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27.04.11

Beato Juan Pablo II.- Días de abril (2): Una obra impresionantemente gozosa

Juan Pablo II

Se puede decir que Juan Pablo II, a lo largo de su pontificado, no estuvo con los brazos cruzados sino que, muy al contrario, trabajó como si todo dependiese de él y rezó como si todo dependiese de Dios. Y esto es como decir que fue un infatigable trabajador de la viña del Señor (que fue lo que, cambiando infatigable por humilde dijo Benedicto XVI el día que fue elegido, precisamente, sucesor del Papa polaco).

A tal respecto, nada mejor que sea quien mucho sabe y conoce de la obra llevada a cabo por Juan Pablo II, es decir, Benedicto XVI, el quien manifieste lo que cree sobre tal cuestión. Así, en una Conferencia del que entonces era Cardenal Joseph Ratzinger en el marco del congreso “Juan Pablo II: 25 años de Pontificado. La Iglesia al servicio del hombre” dijo que iba a hacer un repaso por las Encíclicas publicadas por el entonces Papa. Sin embargo, se debería “incluir también los demás textos magisteriales del Papa, que a menudo son de gran trascendencia y pertenecen sin duda al conjunto de las afirmaciones doctrinales del Santo Padre.

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26.04.11

Beato Juan Pablo II.- Días de abril (1) : En un principio

Elección Juan Pablo II

Para cualquier católico del mundo que se precie de serlo y no quiera mirar para otro lado, esta semana es muy especial.

Tengo intención, por eso mismo, de dedicar, esta semana, cuatro artículos a la figura del próximo beato Juan Pablo II Magno porque fue grande en su vida entre nosotros y es grande, ahora, en su vida eterna.

El domingo 1 de mayo, día del trabajo (también espiritual) se va a beatificar a Juan Pablo II Magno. Es, además, el día de la Divina Misericordia que él mismo instituyó para celebrar el Segundo Domingo de Pascua. No es, pues, casualidad lo que sucederá tal Dies Domini (título, por cierto, de una Carta Apostólica del mismo Papa polaco).

Pero, conviene, para empezar de forma correcta, volver al principio.

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25.04.11

Hay obispos que admiten herejías

En efecto, el título del artículo de hoy es tan cierto como la resurrección de Cristo y como la decisiva importancia que la cruz tiene para la salvación del cristiano.

No exagero cuando escribo lo que escribo porque hace ya demasiado tiempo que hay algunos pastores que parece que les importa muy poco la salud espiritual de sus ovejas. Es más, da la impresión de que les importa, exactamente, un bledo.

Repito afirmando: hay obispos y arzobispos que consienten con la herejía y nada hacen en contra de ella. Y esto es muy grave como, fácilmente, puede concluir cualquiera que tenga dos dedos de frente católica.

Aquí el que calla otorga y quien otorga la herejía habrá que estar de acuerdo que es cómplice de la misma. Así de simple y de duro. Y no valen medias tintas ni no poner el punto sobre tal “i”: el que calla otorga. Y otorga el que calla. Creo que está claro.

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24.04.11

La Palabra del Domingo - 24 de abril de 2011 - Emaús

Biblia


Lc 24, 13-35. Quédate con nosotros, Señor, porque atardece.

13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, 14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. 15 Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; 16 pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. 17 El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. 18 Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» 19 El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. 21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. 22 El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, 23y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía.

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23.04.11

Serie José María Iraburu - 4- De Cristo o del mundo

El título de esta obra sugiere una idea
central: que los que son de Cristo no son del mundo, y que,
por el contrario, los que son del mundo no son de Cristo

De Cristo o del mundo (Cto.-M)
José María Iraburu

Mejor dicho de tal forma

De Cristo o del mundo

La cita que encabeza este artículo lo dice todo con bastante claridad. Además es lo primero que puede leerse en el libro de José María Iraburu titulado “De Cristo o del mundo”. Por si fuera poco el apartado I de la Introducción lo titula, para que no haya dudas, “Verdades previas” porque es, en efecto, lo que se debe saber antes de continuar o, mejor, dicho, lo que se debe conocer para que nadie se lleve a engaño. Y es, por si no fuera ya suficiente con lo dicho, el anticipo de una gran verdad que, poco a poco, iremos viendo y conociendo.

Lo que hoy pasa

Es bien cierto que el mundo que nos ha tocado vivir goza, en general, de “buena salud” material pero, en realidad, coincide en el tiempo una situación que consiste en “considerar que puede el hombre realizarse a sí mismo, sin necesidad de auxilios sobrenaturales” (1). Y esto, sobre lo que puede recaer el apelativo de pelagiano es, seguramente, el quicio sobre el que se apoya la descristianización (interior y exterior a la creencia en Cristo) que, por desgracia, abunda.

Cuando alguien entiende que se puede valer por sí mismo deja de tener sentido la existencia misma del pecado. Eso le hizo expresar (en un Radiomensaje de fecha 26 de octubre de 1946) a Pío XII que “El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado” (2). Esto, si lo relacionamos con lo dicho arriba, nos lleva a la conclusión de que “Los cristianos pelagianos de hoy tienen, sin duda, una dificultad insuperable para reconocer la gravedad de los males mundanos, su raíz diabólica, su incurabilidad al margen de la gracia del Salvador” (3).

Y así, en general, están las cosas. Y a aquellos que piensen que, a lo mejor, peca de exageración el P. Iraburu y que debería haber “suavizado” lo que en este libro explica con datos y detalles, les explica su autor, que “Parecen ignorar, en primer lugar, que los cristianos en los que ellos piensan no van a leer siquiera este escrito; circunstancia que no debe ser ignorada. Y en segundo lugar, que de todos modos han de rechazarlo, haya en él expresiones fuertes o suaves. Con mucho menos que esas expresiones –con resolver, por ejemplo, una cuestión dudosa alegando el Catecismo de la Iglesia– tienen bastante para rechazar inapelablemente un libro. Así las cosas, ¿sería prudente echar agua al vino en atención a los que de ningún modo piensan beberlo, ni solo ni con agua?” (4).

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