25.04.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” – El misterio es lo que importa

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

El misterio es lo que importa

 

“Pero no me contestes. Nuestra fe tiene una exigencia de silencio tuyo. El misterio es así y debe bastarnos.” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 47)

  

Poco antes de estas palabras, Manuel Lozano Garrido le pregunta a Dios acerca de su luz, de cómo es posible que tenga que dar tanta siendo él, como así lo considera, tan poca cosa… 

Sin embargo, no se cree nada importante nuestro amigo y, acto seguido, comienza lo siguiente diciendo que no, que no hace falta que le conteste su Creador a la pregunta que antes le ha hecho. 

Lo que viene luego tiene que todo que ver con la fe y, así, con la confianza que el creyente, quien de verdad lo es, tiene en Quien lo ha creado y mantiene en el mundo. Y es que muy fácil, siempre lo es, dirigirse a Dios en modo exigencia y esperar, del Todopoderoso, la correspondiente respuesta manifestando de tal manera que se tiene muy justa la confianza en El Señor. Es decir, muchas veces no tenemos demasiada fe y se nos olvida que, precisamente, la fe supone, como decimos arriba, confianza y eso, se diga lo que se diga, es puro misterio. 

¿Misterio? Una palabra así nos lanza a lo desconocido pues, para eso lo es el misterio: algo que no comprendemos, algo que, en fin, no acabamos de tener claro pero ante lo cual sólo se puede manifestar lo que manifiesta el Beato de Linares (Jaén, España) en estas pocas pero enjundiosas palabras. 

Sabemos que tener fe, se lo dijo Cristo a Mateo cuando el mismo manifestó su duda ante Su Resurrección, es “creer sin ver” y eso tiene que ver más que mucho con la confianza. Y eso es, simplemente, el misterio. 

Que sea, eso, misterio, supone, para empezar, que no lo vamos a conocer así como así. Es más, que no lo vamos a conocer y ya está. Y entonces nos debe bastar con el silencio que Dios pueda tener al respecto de la fe que tenemos porque el Creador no se nos manifiesta así, de palabra y en acto como si se tratase de una persona más que tenemos delante o, como mucho, al otro lado de cualquiera de los muchos medios de comunicación que hay hoy en día. No. Dios espera de su descendencia que tenga la suficiente confianza en Él como para aceptar Su Voluntad sin ser tiquismiquis al respecto de que no lo vemos o no lo escuchamos con los ojos u oídos físicos… Ahí, pues, está el misterio y al mismo lo debemos aceptar porque es una manifestación evidente de Dios mismo. 

“Debe bastarnos”. ¿Verdad que en demasiadas ocasiones a nosotros no nos basta con saber que se trata del “misterio”? Sin embargo, a Lolo le basta porque sabe que más allá de lo que pueda ser su voluntad, sí, de poder escuchar o ver a Quien todo lo hace está lo que quiere Quien todo lo hace: que sus creaturas tengan tal confianza en Su Creador que les baste con saber que, en efecto, los escucha y los ama. Y eso, para Lolo, era más que suficiente.

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

23.04.22

La Palabra para el Domingo - 24 de abril de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 24 sino sábado 23 de abril de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

Jn 20, 19-31
 
“19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar  donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros.’ 20  Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. 21      Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.’ 22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. 23  A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’ 24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor.’ 25  Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.’ 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.’ 27 Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.’ 28 Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’ 29 Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído’. 30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. 31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre”.
 

COMENTARIO


Todo se confirmó


Para que  todo lo que hizo tuviera sentido tuvo que aparecerse, Jesús, a sus discípulos que, con miedo, estaban escondidos.
Miedo que era, no podemos negarlo, plenamente justificado conociendo, como conocían, el pensar de sus hermanos en la fe judía. Sólo así comprendieron todos los, para ellos, extraños mensajes  que habían recibido de Él y que, en su tiempo, no entendieron. 

Y se presentó ante ellos con la paz por delante,
como deseándoles lo mejor, la tranquilidad del alma, la mejor forma de manifestarse, la expresión pura y simple de su ser. 

Para que acabaran de creer, les enseñó las marcas de su Pasión. Así, todo se cumplía, la comprensión de sus seguidores fue total. 

Pero no bastó con esto.
Era fundamental que, sobre ellos, exhalara el Espíritu Santo; que, como prometió, fuera conveniente, para ellos que Él se fuera, se marchara al Padre, porque enviaría otro paráclito, otro defensor, ese Espíritu que les iba a guiar, dirigir, marcar el camino hacia Dios. 

Y también llevó a cabo el primer envío después de darles a aquel. Una misión: predicar el Evangelio, esa buena noticia que debían de llevar a todos
,  con el poder de perdonar pecados, y de retener los que creyeran que debían ser retenidos. Todo un poder legítimo, significativo, creador de un nuevo mundo basado en su ejemplo, en su amor, en la Verdad que Él trajo, otros brazos para Dios. 

Y como era esencial llevar a cabo una definición,
el establecimiento de un concepto claro y diáfano de Fe, lo hace en cuanto Tomás, llamémosle el incrédulo, duda de su presencia ocho días antes, ante sus apóstoles, allí, entre ellos, ante sus hermanos de fe. 

Señor mío y Dios mío!

Y como este Apóstol debía tocar para creer, ver para creer, mirar para creer, le conmina a lo que todos sabemos: trae tus dedos, mira mis manos, etc., ante lo cual no pudo salir otra cosa de su boca que la tan conocida expresión de Señor mío y Dios mío pues comprendió, en aquel justo momento, que el Maestro era no sólo Maestro sino Señor y Dios. 

Ante esta expresión de sumisión a Cristo, éste, define, de una manera radical (de raíz), básica, imperecedera, lo que es la Fe:
creer sin haber visto; sin haber visto, dijo. Ahí reside el elemento fundamental de nuestra expresión como cristianos y como hijos de Dios: asentimos ante unos hechos, unas realidades que no somos capaces de comprender. Sin embargo, creemos, tenemos Fe. Y otra cosa que no sea eso, el cuestionar estos hechos y estas realidades con el pretexto de no ser demostrables es, ciertamente, la mejor manera de permanecer alejados del Mesías y, por tanto, de Dios, al que no vemos, pero oramos, seguros, como estamos, de que nos escucha pues, para esto resucitó Cristo.

PRECES

Por todos aquellos que no confían en Dios y en su poder.

Roguemos al Señor.
 
Por todos aquellos que no tienen esperanza en Cristo.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a tener siempre en nuestro corazón  la salvación que nos has procurado.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.


El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

La fe y tenerla es una gracia de Dios.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

20.04.22

Prime Video, de Amazon e hirientes blasfemias

Respeta mi fe +” Éste es el título de una campaña que acabamos de recibir  por e-mail, y a la que desde “Noticias Cofrades del SUR” nos unimos. -  Portada - SevillaPress

Realmente, y en honor a la verdad, no me extraña nada de nada esto que me ha pasado. Y es que según están las cosas en este mundo sin Dios tampoco es cosa ilógica que pase esto. Sin embargo, es seguro que no conviene callarse porque, de otra forma, podrían hablar las piedras.

Resulta que tengo por costumbre, porque me gusta más que mucho el cine, ver todas las noches una película de las muchas que están a mi alcance en las diversas plataformas que, a tal efecto, el mercado pone en la mano de cualquiera.

Pues bien, como llevaba varios días viendo una serie (de título Mr. Robot) dedicada al mundo de esos individuos que se dedican a ir por la parte más negra de la web para cumplir algún tipo de misión o para hacer daño, me pareció adecuado ver una película referida a tal tema.

Bien. El caso es que acudí a Prime Video, de Amazon, para ver una de  título “Dark Web” cuyo contenido ya podemos imaginar. Y, sin embargo, no sin sorpresa vi u oí (o al revés) lo que sigue.

En un momento determinado (entre los segundos del minuto 8 que van desde el 28 al 31) escuché esto que sigue.

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18.04.22

Burri King y la falta de vergüenza, el desahogo, la mala sombra y la cobardía

El cartel de la discordia

Estamos seguros de que el Beato Manuel Lozano Garrido, conocido por Lolo (de Linares, Jaén, España) se enfadará lo justo porque le haya quitado el día en el que, habitualmente, escribimos sobre sus escritos, para tocar un tema que es, como poco, sangrante.

Decimos eso de que se “enfadará lo justo” porque estamos, también, más que seguros de que él, este tema, lo habría encarado con mucho amor y mucha comprensión. Sin embargo, nosotros no vamos a hacer eso mal que nos pese (porque sabemos que es lo que debe hacer un discípulo de Cristo pero…)

Bueno, vayamos con la cosa.

El caso es que hay una empresa dedicada al mundo de la hamburguesa que es más que conocida por todos. Y vamos a decir su nombre para que se sepa a quién nos referimos: Burger King.

No. No hemos equivocado el titular del artículo-varapalo de hoy lunes. Y es que creemos, de verdad, que aquellas personas que se han encargado de esto lo han hecho (con perdón para tan abnegadas bestias) como verdaderos burros, zopencos, asnos, etc. Por eso lo de “Burri” y sentimos, la verdad que lo sentimos, que parezca un diminutivo algo así como cariñoso porque es todo lo contrario.

Esto está hecho, verdaderamente, con mala idea. Es decir, se trata de una campaña que, a lo mejor y dada su praxis burra y zopenca, la podían haber hecho en cualquier momento del año. Sin embargo, a alguna lumbrera que buscaba notoriedad (negra la misma) y oportunismo, ha tenido la (mala)idea de prepararla para Semana Santa pues la cosa trata de eso: de inmiscuirse en la fe de millones de españoles para hacer mofa de determinada verdad de nuestra fe católica.

La imagen que ensucia este artículo la vio el que esto escribe en alguna red social de las que tanto abundan ahora. Y es seguro que debió correr como la pólvora pues las cosas, hoy día, son así.

(Esperen un momento que la voy a poner en el móvil para que el texto sea el apropiado)

Pues bien. Aunque estamos seguros de que, a la altura en la que estamos de día y de hora todo el mundo sabe de qué hablamos, ponemos aquí el texto del anuncio que, al parecer, ha sido puesto en una marquesina de esas que hay en las paradas de autobús. Dice lo que dice:

“Tomad y comed todos de él. Que no lleva carne.”

Y estas letras tan mal puestas así, de tal forma y en tal contexto, vienen acompañadas con una hamburguesa que, al parecer, es 100% vegetariana que es, como sabemos, la antítesis de la verdadera hamburguesa aunque esto se lo podemos achacar a la modernidad de la cosa, a la voluntad de ser un borrego más en la masa de borregos adocenados y adoctrinados por el Nuevo Orden Mundial y sus simplezas e idioteces particulares. Y en eso no podemos hincar mucho el diente porque son lo que son y no les conviene, para nada, salirse del redil en el que pastan o, mejor, en la cochinera donde se refocilan en su basura.

¿Qué decir ante esto?

Hay quien sostiene, en redes sociales, que son muy “listos” porque no han utilizado palabras como “Cristo”, “Eucaristía”, etc. que, a lo mejor, los podría haber llevado ante los tribunales por hacer uso tan blasfemo de una frase dicha así y en su tiempo cuando fue dicha. Pero nosotros pensamos que es, justamente, lo contrario: ha habido una maquinación tal como para no hacer uso de tales palabras por si acaso…

A nosotros nos parece muy mal que se haga uso de una expresión así (“Tomad y comed todos de él”) en una situación que tan lejos está, precisamente, de lo que la misma significa. En realidad, no se trata más que de una ocasión más (más, más y más) en las que se ha preferido mofarse de una verdad grande como las palabras dichas así y en tal momento dichas y no usar el caletre y exprimirse las neuronas para hacer algo mejor y, además, en Semana Santa. Y, aunque, seguramente, es que no dan para más… en fin, como que a uno le molesta que se haga eso.

La verdad… al que esto escribe le importa un rábano que a la hora de publicar esto se haya quitado tal anuncio o que, debido a presiones del gentío se quite pronto de donde está puesto porque, además, la campaña debía estar pensada a tan corto plazo (la Semana Santa y ya está pues después deja de tener sentido la misma en su verdadera intención) como corto es el cerebro que la ha planteado.

Esto de arriba lo decimos porque hubo un personaje que dicho esto cuando le dijeron que hiciera el favor de quitar determinado cartel puesto en determinada Cruz en la que colgó quien dijo la frase que han utilizado aquí para zaherir y malmeter: Pilato. Sí, aquel que dijo, sobre el cartel puesto sobre la Cruz en la que murió Cristo, que “lo que está escrito, escrito está”. Y es que ¿saben ustedes que cuando se mancha algo con aceite resulta muy difícil hacer como si nada hubiera pasado?

Por cierto, en redes sociales siempre sale, ahora también, que eso no se atreverían a hacerlo con las personas de fe musulmana o con alguna de sus verdades y que por eso podríamos decir que son cobardes. Y al que esto escribe eso le parecería tan mal como esto que ahora denunciamos pues sería lo mismo pero con otra fe en Dios y eso, se diga lo que se diga, sería igual de impresentable, ruin, asqueroso e indecoroso…

Quede, pues, para manifestación de hasta dónde se puede llegar siendo necio y mala persona, lo que aquí ha pasado y para que nadie olvide en manos de quien ponen el estómago de sus hijos…

“Tomad y comed todos de él” lo dijo Aquel que había venido al mundo a entregar su cuerpo para la salvación del mundo y, como sabemos, para la que es de “muchos” pero no de “todos” pues eso hay que ganárselo y algunos, como es fácil ver por este ejemplo, tienen bastante ganada la fosa de la que tanto habla el salmista porque Dios tiene una memoria más que grande y por eso, esto, en verdad, lo dejamos en sus sabias y justas manos.

De todas formas, tampoco se preocupen mucho los que han pergeñado esta campaña porque eso, en España, sale casi siempre o siempre gratis. Ya pueden ir pensando en la otra porque seguro que han tenido la atención que han querido buscar con esta de la que pronto se dejará hablar. De todas formas, como decimos arriba, a nosotros nos basta con la justicia de Dios. A ustedes, a lo que se ve, no. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hay cabezas que, en fin, lo justo para peinarse les de la cosa.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

17.04.22

La Palabra para el Domingo - 17 de abril de 2022

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Jn 20, 1-9


“El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.”

 

COMENTARIO

¡Resucitó!

No resulta demasiado difícil imaginar la situación en la que, en aquel primer domingo después de la muerte de Jesús, se encontraban sus discípulos más allegados e, incluso, su Madre María aunque la Virgen, en su corazón, siempre guardaba la esperanza…

Lo que había sucedido apenas unos días antes debía ser insoportable para ellos: habían visto entrar en gloria al Maestro en Jerusalén y apenas unos días después lo vieron maltrecho, colgado en una cruz como si se tratase de un malhechor y, para acabarlo de arreglar, muerto sin solución posible…

Eso era lo que pensarían muchos de ellos. Sin embargo, también podemos imaginar que otros creían en lo que les había dicho. Y lo creían porque se había cumplido todo lo que les dijo: lo apresarían y lo condenarían a muerte. ¿Había, pues, alguna razón para que, como les había dicho, no regresara del mundo de los muertos a los tres días?

Y así estarían con su congoja: unos pensando que todo estaba perdido; otros esperanzados.

Pero María de Magdala acudió al sepulcro para ver, quizá, al Maestro o, también, para acabar de arreglar su cuerpo porque es posible que pensara que, con las prisas del viernes, no había sido bien preparado. El caso es que aquella mujer, que tanto amaba al Maestro por lo que había hecho por ella, acude al sepulcro.

Si es fácil imaginar la situación por la que pasaban los discípulos en aquellos días, aun es más fácil el terror que debió sufrir María Magdalena cuando, primero, ve que la piedra estaba quitada y que la tumba estaba al descubierto; luego, al mirar dentro del sepulcro vio ¡qué allí no estaba Jesús! 

Casi la podemos ver corriendo rauda para avisar a sus amigos. Deben saber que el cuerpo de Jesús no está donde debía estar.

10 Razones de porque la Resurrección de Cristo | ibbhonduras.com

En este texto del evangelio de san Juan no se nos dice pero sabemos que, en un principio, no creyeron lo que decía. En realidad, debían pensar que esta, ella, muy afectada por todo lo que había pasado. Pero ¿y si sí? 

Por si aquello era cierto los dos discípulos más significativos de entre los que lo eran salen corriendo. Pedro y Juan corren pero, como es de imaginar el más joven de ellos, Juan, llega el primero.

De todas formas, Juan no iba a entrar primero. Y no lo iba a hacer porque no podía hacer eso ante quien debía respeto. Por eso cuando llega Pedro entra el primero. 

Pedro no duda lo más mínimo en entrar. Ya lo había pasado bastante mal negando al Maestro tres veces habiéndole dicho el mismo que, en efecto, eso iba a pasar, y ahora no se iba a quedar en la puerta. Y lo ve todo allí… dejado como bien puesto. No parecía que se hubieran llevado el cuerpo del Maestro, que lo hubieran robado. Y no lo parecía porque estaba todo demasiado ordenado.

Y entonces aquel discípulo, él mismo se llama el amado en este su evangelio, entra y lo ve todo. Y, como si se le hubiesen abierto los ojos, no sólo ve aquello sino que, entonces, cree.

Podemos suponer que a Pedro le pasó algo parecido porque el texto, quizá con mucha bondad por parte de su autor, atribuye a todos la creencia a partir de tal momento. Luego se podría ver que aún no lo tenían todo tan claro como ahora parecía. Por eso nos dice san Juan que “según la Escritura” Jesús debía resucitar al tercer día.

Y es que, en definitiva, todo estaba escrito y bien escrito. Sólo hacía falta saber leerlo y entenderlo y ellos, la gran mayoría, eran algo cortos de entenderás, tardos en comprender y, en fin, alejados muchas veces de las palabras del Maestro.


Pero ahora, justamente ahora, se colocaron bien todas las piezas del puzle espiritual de aquellos discípulos que escogió Cristo y que tanto enseñó y amó. Todo, pues, estaba claro. Bueno, al menos en principio porque ya sabemos qué pasará cuando se aparezca por primera vez a los que, por miedo a los judíos, se habían escondido… 

Muerte… ¿Dónde está tu victoria?

PRECES

Por todos aquellos que no creen en la Resurrección de Cristo.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que sólo creen cuando ven.

Roguemos al Señor.


ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a creer sin ver, a saber con total certeza que eres el Mesías resucitado.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.


El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

16.04.22

Triduo Pascual: Sábado Santo

Semana Santa 2022: Sábado Santo - ACI Prensa

El tercer paso que damos nos acerca mucho, ya, al domingo en el que se demuestra que Cristo venció a la muerte. En este sábado, Santo a más señas, parece como si reinase el silencio: han quedado lejos los ecos de las palabras de Cristo en la Última Cena, también apartados de nuestro corazón, los sufrimientos del Maestro en su Santa Pasión y, sobre todo, como olvidada aquella muerte en la cruz, su Cruz.

Pero las cosas no son tan fáciles como podemos imaginar. Y es que hoy tampoco podemos dejar de aprender lo que vale la pena de este día, en apariencia, tan neutro por ser de espera. Nosotros, como la Madre y los discípulos que estaban escondidos por miedo a los judíos, debieron orar mucho aquel día, especialmente aquel día en el que todo parecía quedar muy lejos.

Debemos, pues, orar. Y debemos hacerlo con perseverancia porque Dios espera de sus hijos que le pidan lo que necesitan y lo hagan así, insistiendo y siendo, así, “cabezones” espirituales. Y es que la blandenguería de nada nos sirve de cara al Todopoderoso. Vale, pues, la santa cabezonería como entendió, por ejemplo, San Josemaría a la que bien puede ser tenida por virtud.

Esperaban, pues, todos. Seguramente con más miedo que vergüenza la gran mayoría de ellos por la actitud espiritual que habían mostrado en los momentos más difíciles de la Pasión de su/nuestro Señor Jesucristo. Y, aunque el miedo es muy libre y humano, no podemos negar que aquellos hombres (también habría mujeres, suponemos, además de la Santísima Virgen María) no podían creer lo que había pasado. ¡Aun no podían creerlo después de las veces que el Maestro les había dicho que iba a pasar!

Pero también llorarían. Aquellos que estaban escondidos debieron llorar mucho por la muerte de Jesús. Lo harían por la propia persona del Maestro pero también, seguramente, como decimos, por la forma particular de proceder de cada uno de ellos. Es más, uno en especial, Pedro, lloraría más que el resto porque se había cumplido lo dicho por Cristo mientras cenaban: lo iba a negar tres veces, ¡tres! Y fue lo que pasó. Tan sólo luego sería capaz de limpiar aquella terrible mancha manifestando al mismo Cristo, tras su resurrección, que bien sabía que lo amaba y decírselo tres veces, las mismas que lo había negado.

Debemos, pues, nosotros, hacer lo mismo: llorar. Y hacerlo por nuestros pecados, por las veces que colaboramos en que  a Jesús lo vuelvan a crucificar y vuelva a ser sábado santo en nuestras vidas. Y es que con cada pecado volvemos a cargar el corazón del Hijo de Dios con un peso que no merece. Por eso debemos llorar, tan amargamente como graves sean nuestros pecados.

Por otra parte, por nuestra fe y su símbolo, el Credo, sabemos que Cristo ha bajado a los infiernos a liberar a las almas que en el libro de Abrahám se encontraban. Y que entonces, en aquella primera Semana Santa de la historia, muchas iban a subir al Cielo que había sido abierto con la muerte del Hijo y la benevolencia y misericordia del Padre.

Santa María, Reina de los Apóstoles: La Señora que alienta en la Espera del  Espíritu Santo - Santoral - COPE

Este, por tanto, es un tiempo de vigilia. Por eso la Vigilia Pascual abunda en lo que supone tener esperanza, en que nunca la pierda quien se considera hermano de Cristo e hijo de Dios. Y se fomenta una virtud teologal que es la que permite que nuestro corazón no se arrugue ante lo que nos acaece, que no nos vengamos abajo del todo cuando nos trastabillamos al caminar y nos salimos del camino que lleva al definitivo Reino de Dios. Entonces, la esperanza nos sirve y más que bien.

Ellos esperaban. Seguramente muy pocos de los que estaban escondidos creían que Cristo volvería a la vida a hablar con ellos. María, su Madre, que había guardado todo en su corazón, tenía la esperanza intacta; a lo mejor Juan, el llamado discípulo amado, también la tenía. Pero el resto… el resto no había caído en la cuenta de que todo se estaba cumpliendo, exactamente, como lo había dicho Jesús en más de una ocasión. ¡Es que, además, lo había dicho muchas veces!

Este sábado, también, bien puede ser tenido por uno que lo es de meditación y silencio: lo primero porque debemos tener muy en cuenta todo lo que ha pasado en estos últimos días; lo segundo por evitar el descrédito excesivo de nuestras malas acciones, para que no hablen mal de unos discípulos de Cristo que, año tras año, recuerdan esto mismo ¡porque no han sido capaces de comprenderla verdad del amor de Cristo por ellos! Y se hace necesario tal recuerdo.

Esperamos, pues, una victoria, la victoria Pascual que nos salve para siempre. Y mientras, en este tiempo de espera, podemos pedir a Dios para que su Hijo vuelva de su descenso a los infiernos. Es cierto, claro, que volvió porque es lo que pasó pero no es menos cierto que pedir eso a Dios es seguir teniendo confianza en su Amor y en su Misericordia. Entonces, ahora y ya para siempre, siempre, siempre. 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

15.04.22

Triduo Pascual: Viernes Santo

Celebración del Viernes Santo - Diario de Noticias y Actualidad de Loreto -  Iquitos - Ucayali - Requena - Datem del Marañon - Mariscal Ramon Castilla -  Alto Amazonas - Loreto - Maynas - El Diario Judicial de Loreto

El siguiente paso que damos lo damos con Cristo que, como culminación a la misión para la que había sido enviado al mundo por Dios, muere por cada uno de aquellos que lo confiesen hijo del Todopoderoso.

Nosotros, por el mismo, que en este segundo paso quedamos mirando hacia el domingo de Resurrección, debemos tener en cuenta algunas cosas y aprender otras o, mejor, recordarlas todas y no dejarlas escondidas debajo de cualquier celemín.

Cristo se entrega por sus amigos.

Cristo perdona a sus enemigos.

Cristo muere para que nos salvemos.

Cristo muere porque cumple con la misión que tenía encomendada.

Cristo muere porque era fiel a Dios.

Cristo muerte porque sabía lo que le iba a pasar.

Cristo muere…

Cristo, en efecto, tras una horrible Pasión que hemos tenido tiempo más que suficiente como para asimilar cómo fue, muere en la cruz. Tal fue su Cruz, aquella que llevó cargando no sólo con la madera que la formaba sino con los pecados de la humanidad toda y entera. Por eso le pesaba tanto y por eso la santificó, limpiando los pecados que cargaba con las gotas de su divina y santa sangre.

Lo que aquí debemos tener muy en cuenta es que Cristo muere por nosotros. ¡Sí!, por cada uno de sus hermanos da su sangre porque somos sus amigos y no hay, como dijo Él, nada mejor que dar su vida por ellos.

Aquella Vía de la Cruz que se recuerda hoy mismo tuvo mucho de lo que deberíamos aprender. Así, por ejemplo, hubo muchos que se burlaron del Maestro, que hicieron mofa y escarnio de una su persona a la que tanto daño se le había inferido. Otros, sin embargo, lloraron. Y lloraron porque conocían a Quien llevaban atado como un animal y del cual tiraban como si lo fuera. Y, seguramente, pidieron a Dios que abreviara aquel camino de sangre y de luz.

Y  es que es cierto que entre la sede del Procurador y el monte de la Calavera apenas había un kilómetro de separación. Es decir, humanamente hablando apenas unos diez minutos podría haber invertido cualquier ser humano en llegar de un lado a otro. Sin embargo, para quien tanto había sido maltratado (ya se había producido la flagelación y la colocación de la corona de espinas) aquellos escasos mil metros supondrían, valga la expresión, un Calvario anticipado.

En efecto, entre Jerusalén y el Gólgota (aquel lugar de la Calavera donde crucificaron a Jesús junto a Dimas y Gestas) pasó mucho que muestra hasta dónde el ser humano puede ser cruel y hasta dónde puede ser misericordioso y dirigirse al Padre en busca de consuelo.

Y, al final de aquel camino, Jesús muere. Eso es lo que recordamos cada Viernes Santo que es aquel día en el que se recoge que el Hijo de Dios dio su vida en cumplimiento de su misión y que, por eso mismo, santificó a Dios y se santificó a sí mismo.

Por lo apenas aquí dicho pero por la importancia sublime que tiene la Cruz para los discípulos de Cristo, desde entonces la misma es símbolo de mucho. Es cierto que hay quien tiene por necedad o por locura una muerte así pero para aquellos que hemos asumido que es la manifestación suprema del amor (¡Y es Amor de Dios!) nada mejor que tener a la Cruz como instrumento espiritual para nuestra salvación, roca firme sobre la que construir una existencia bien humana y bien divina y, sobre todo, la mejor forma de mostrar y demostrar a Dios que, cargando cada uno la nuestra, vamos en pos de Cristo con intención de completar en nuestra carne lo que falta a las tribulaciones del Mesías (cf. Col 1, 24).

Su Cruz, por tanto, es nuestra Cruz y su sufrimiento es el nuestro. Por eso no podemos, sino, agradecer a Dios que permitiese aquella santa inmolación y que la sangre del Cordero sirviese para lavar nuestras culpas y pecados. 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.    

 

14.04.22

Triduo Pascual: Jueves Santo

Jueves Santo: Qué y cómo se conmemora este día

Durante este mismo jueves, mañana viernes y el próximo sábado vamos a procurar vivir el Triduo Pascual como lo que es: una unidad. Es decir, no hablamos de Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo sino de Jueves Santo-Viernes Santo-Sábado Santo porque uno es el camino que lleva a Cristo a morir y a resucitar y uno ha de ser el camino que nosotros sigamos para lo mismo y por lo mismo.

Para eso, vamos a tomar el mismo como un camino en el que damos pasos, tres en concreto: el primero lo daremos hoy jueves, Santo a más señas; el segundo, mañana viernes, Santo día en el que Jesús entrega su vida; por fin, el tercero, lo daremos el sábado, Santo día de espera de la Iglesia de Cristo.

En realidad, lo que hacemos en el Triduo Pascual es dejar que el Creador pase por nuestra vida lo mismo que pasó por la vida del pueblo elegido (Ex 12,1-8.11-14) para poder ser salvados, para ser liberados de la esclavitud del mundo, del demonio y de la carne. Es decir, lo que hacemos es algo así como manifestar a Dios que queremos que pase por nuestra vida porque queremos que cambie, que nos ayude a cambiar, lo malo que hay en nosotros, la tendencia al pecado de la que parece no podemos librarnos.

El primero de estos días es hoy mismo, Jueves Santo, primer paso de este nuestro camino.

¿Qué debemos tener en cuenta de este día?

Semana Santa – Triduo Pascual: Jueves Santo de fraternidad y de servicio

Las Sagradas Escrituras nos hablan de lo mucho que pasó en la Última Cena. De todas formas, algo nos queda meridianamente claro: Jesús se puso a lavar los pies a sus discípulos porque quería servirles. Era, además, un ejemplo de cómo ellos debían actuar. Así lo dice en un momento determinado después de haberles lavado los pies y decir, casi sin palabras, lo que era más importante: entregarse por el prójimo, echar una mano al prójimo, ser hermano del prójimo. Por eso a este jueves, Santo, se le llama del “amor fraterno” porque nada hay de más amoroso que dar la vida por amigos y aquella Cena, la Última era el principio de la entrega máxima, extrema, de parte del Hijo de  Dios.

Pero otras cosas debemos tener en cuenta en este primer paso. Y es que Cristo constituye sacerdotes a los apóstoles que cenaban con Él. Luego, como sabemos, el sacerdocio ha ido aumentando según las necesidades de la Esposa de Cristo. Por eso debemos tener a los que deciden entregarse  a Dios y a los hombres de una manera tan sagrada y especial como hermanos nuestros que nos hacen múltiples favores espirituales (nos llevan por el camino, nos perdonan los pecados en nombre de Jesucristo, nos administran los Sacramentos, etc.)

De todas formas, aquel jueves, Santo, Cristo perpetuó su memoria para siempre, siempre, siempre. Y es que constituyó la forma de recordarlo y que tal forma pasara de generación en generación. Constituyó, así, la Santa Misa, aquella Acción de Gracias con la cual Él mismo nos entregaba su Cuerpo y su Sangre para que lo trajéramos a la memoria, para que hiciéramos memoria suya. Y es que, eran, en verdad, su Cuerpo y su Sangre cuando bendijo aquellas especies de pan y de vino y las transformó, ya para toda la eternidad, en instrumento espiritual de salvación y de vida eterna. Y lo hizo porque quiso y porque podía hacerlo, con el poder de Dios, Él mismo hecho hombre pero, entonces, en cuerpo de ser humano mortal, se entregó en aquella misa a modo de altar sagrado donde se iba a inmolar el Cordero de Dios. Y se inmolaría, y moriría y nos salvaría.

 La Pasión de Cristo, de Mel Gibson – Jóvenes Católicos

Servicio, pues; sacerdocio, pues y, por fin, Santa Misa. Estas tres formas de manifestar la gloria de Dios en el Amor del Padre, son las que Jesucristo proclamó en aquella Última Cena.

Y nosotros, que tantos siglos después recordamos aquello en un momento en el que el mundo quiere olvidarse de Dios, no podemos, ¡qué menos!, que agradecer a Dios por haber hecho, con su descendencia, una merced tan grande como aquella. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

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11.04.22

De Ramos a Resurrección

Semana Santa 2022: 9 datos sobre el Domingo de Ramos

En el Plan de Dios existía un tiempo en el que su más perfecta creación iba a pasar por un mal momento. Y no es que el creador dispusiera que así sucediera sino que el don de la libertad podría conllevar la toma de decisiones en un sentido equivocado. Y, ciertamente, así aconteció. La buena voluntad de Dios se había manifestado con un hombre como abrám. Entre ídolos paganos vivía aquel que iba a ser amigo del creador. Y no vivió en malas condiciones: ni era pobre ni estaba en vías de serlo. Al contrario: disponía de muchos bienes y bien podemos decir que era un hombre de ciertos poderes económicos.

Decimos que era buena la voluntad de Dios porque cuando le propuso a abrám que lo dejase todo (incluso su propio nombre) y fuese allí donde le dijera, quería que el ser humano (con aquel pequeño grupo) iniciase el camino de salvación. Es fácil imaginar que muchos de los que vivían con abrahám (ya abrahám) no estaban de acuerdo con aquello de seguir lo dicho por un Dios al que no conocían, del que no tenían noticia y, por último, del que no sabían siquiera el nombre. Por eso algunos de ellos prefirieron seguir en aquel mundo de seguridad personal (con sus bienes a buen recaudo) y no andar por el desierto hacia no sabían dónde. Tal hizo, en aquel momento, su hermano Nacor. Otros, sin embargo, aceptaron el reto que no era otro que iniciar una existencia tan nueva como suponía dejarlo todo a cambio de una promesa. 

Aquellos hombres, mujeres y niños, de más o menos edad, fueron los primeros que siguieron, conscientemente, la voluntad de Dios. Quisieron hacer lo propio con abrahám, en quien confiaron para ser su pastor por aquellos lugares ciertamente inhóspitos. Y se propusieron ser fieles a la palabra de Quien, con él, había hablado como si de un amigo se tratase.

Tendrían, sin embargo, que pasar muchos siglos para que aquella historia de salvación llegara a su culminación. Y es que hubo un tiempo en el que Dios quiso enmendar los muchos errores en los que los hombres habíamos incurrido y optó por enviar a su Hijo al mundo. Y entonces, conforme estaba escrito, el cordero de Dios iba a ser llevado al matadero.

Jesús era consciente de que los últimos días de su vida, de su primera venida al mundo, no iban a ser muy agradables. Es decir, humanamente hablando lo iba a pasar muy mal: iba a ver, los demás también, cómo culminaba la persecución que había recaído sobre su persona desde que empezara a predicar tras su venida del desierto y haber vencido las tentaciones del maligno; se iba a comprobar cómo era posible torcer las cosas de tal forma que se le inculpara de lo que no tenía culpa y se le acusara, con falsedad, sobre lo que no era cierto. Muy a pesar de lo que cualquiera podría haber hecho en tales circunstancias (conocimiento de todo lo que tenía que pasar) el Hijo de Dios no se arredró ni quiso que pasara aquel cáliz que debía beber. Al contrario fue lo que hizo: entró en Jerusalén en loor de multitudes. Y aquella semana, que empezó el domingo que entrara en gloria en la ciudad santa, iba a tener un recorrido que culminaría con un humano fracaso pero con un espiritual triunfo.

De todas formas, la mayor victoria estaba aún por llegar. Vendría de su voluntad de cumplir la de Dios. Y sería como un espejo donde, en lo sucesivo, todo discípulo suyo debería mirarse para no errar en la forma de caminar hacia el definitivo Reino de Dios. El caso es que todo el recorrido espiritual que se había iniciado con su bautismo en el Jordán por parte de Juan el Bautista, debía tener un final. Los últimos tiempos, inaugurados con su nacimiento en Belén, iban a tener una rúbrica, un final, ciertamente glorioso. E iban a ser recordados como unos que lo serían de sangre y luz: de sangre por la que vertería el Hijo engendrado de Dios y con la que regaría, abundantemente, la tierra desde entonces santa; de luz porque iluminaría la vida del ser humano hasta la segunda venida de aquel que, en aquel escaso tiempo, iba a demostrar hasta dónde puede llegar alguien que ama a Dios Padre. En un modo más que cierto, si miramos con atención aquellos días nos daremos cuenta de que fueron muy pocos. En apenas una semana lo malo culminó su malicia y lo bueno, su bondad. Todo sucedió, digamos, de domingo a domingo, de Ramos a Resurrección.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

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Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

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9.04.22

La Palabra para el Domingo – 10 de abril de 2022

Resultado de imagen de SAnta Biblia

 

Como es obvio, hoy no es  domingo 10 sino sábado 9 de abril de 2022.  Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

  

Lc 23, 1-49

  

“Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato. Comenzaron a acusarle diciendo: ‘Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.’ Pilato le preguntó: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ El le respondió: ‘Sí, tú lo dices.’ Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: ‘Ningún delito encuentro en este hombre.’ Pero ellos insistían diciendo: ‘Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.’ Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén. Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera. Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato. Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo y les dijo: ‘Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis. Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte. Así que le castigaré y le soltaré.’ Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: ‘¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!’ Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato. Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús, pero ellos seguían gritando: ‘¡Crucifícale, crucifícale!’ Por tercera vez les dijo: ‘Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.’ Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes. Pilato sentenció que se cumpliera su demanda. Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad. Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.

 

Jesús, volviéndose a ellas, dijo: ‘Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos! Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?’ Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: ‘Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.’ Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: ‘A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.’ También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: ‘Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!’ Había encima de él una inscripción: ‘Este es el Rey de los judíos.’ Uno de los malhechores colgados le insultaba: ‘¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!’ Pero el otro le respondió diciendo: ‘¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.’ Y decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.’ Jesús le dijo: ‘Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.’ Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: ‘Padre,’ en tus manos pongo mi espíritu y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: ‘Ciertamente este hombre era justo.’ Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho. Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.”

 

 

COMENTARIO

 

Pasión de Cristo; una eterna Pasión

 

Es evidente que, aunque sea con humildad, corresponde, al que esto escribe, hacer, siquiera, mención de lo que al fin y al cabo supone esta semana que hoy, por decirlo así, comienza. La llamamos grande porque, para el cristiano, el tiempo que discurre entre la entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén, hoy mismo, hasta que fuera encausado de forma inicua, acusado, cumplida la sentencia de muerte en cruz y ocurrida su Resurrección es, en esencia, lo más importante que nos ha ocurrido como creyentes. Es más, somos creyentes al aceptar todo eso…

Es, por eso mismo, una Pasión eterna, una Eterna Pasión.

Muy a pesar de lo que pueda pensarse, Jesús no encuentra en Dios a un Padre que lo abandonaDecía el, entonces, Cardenal Joseph Ratzinger (1) que “Jesús no constata la ausencia de Dios, sino que la transforma en oración”. Y aquí radica la fuerza que podemos obtener también nosotros para cargar con nuestra cruz. Él lo hizo, el primero, con la suya.

Entonces bien podemos preguntarnos por qué hablamos de una Pasión que es eterna, la razón por la cual el camino que recorrió Jesucristo en aquellos escasos días es, exactamente, la misma senda que cada cual caminamos hasta que, en el Reino de su Padre, podamos reencontrarnos con el Amor de forma definitiva y, claro, eterna.

¿Cuántas veces no entramos triunfales por los quehaceres de nuestra vida y, a pesar de lo malo que pueda sucedernos nos sentimos algo más felices? Sin embargo, como dice S. Josemaría (2): “El cristiano no debe esperar, para iniciar o sostener esta contienda, manifestaciones exteriores o sentimientos favorables”. Por tanto, la interioridad de nuestra fe, muy a pesar del decir y entender del mundo ha de prevalecer por sobre el siglo.

Por tal causa padecemos, como lo hizo Cristo. Sin embargo, bien sabemos, como dijo el naví Ezequiel (3) (y bien podemos poner estas palabras en la boca santa de Cristo) “Yo mismo apacentará mis ovejas. Yo mismo las llevaré a la majada. Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré a la que esté herida, curaré a las enfermas… Habitarán en su tierra en seguridad, y sabrán que yo soy Yavé, cuando rompa las coyundas de su yugo y las arranque de las manos de los que las esclavizaron”

He aquí, pues, remedio a nuestra pasión (pequeña frente a la Pasión de Cristo) porque ¿Cuántas veces no nos extraviamos por el mundo y sus llamadas y nos alejamos de Dios? Entonces enfermamos de fe, perdemos la savia que antes nos vivificaba, somos ovejas sin pastor, extraviados del redil del Padre.

Sin embargo, a sabiendas de ser atacados por causa de nuestra fe (hemos de ser, por eso, dichosos por bienaventurados), acusados de ser lo más retrógrado que en el mundo hay; habiendo visto zaherido a Dios, insultado a Cristo, hermano nuestro y Dios mismo; rememoradas las persecuciones antiguas con los métodos modernos; poniendo en lugar inmerecido al sucesor del depositario de las llaves de la Iglesia y viéndonos, esto hay que decirlo, caricaturizados como algo risible cuando no deplorable, “hoy, como ayer, del cristiano se espera heroísmo /…/ Cuando se pelea de continuo, con Amor y de este modo que parece insignificante, el Señor está siempre al lado de sus hijos, como pastor amoroso” (4).

Por eso, el hoy que vivimos, también es (aunque no sólo) semana de Pasión.

Sin embargo, al igual que siguieron a las palabras de Jesús en la cruz (últimos momentos de su vida de hombre) a aquel “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (5) Lo que, al fin y al cabo, siguió lo que tenía el destino mismo de su decir y sentir:

“Los confines de la tierra lo recordarán, y volverán al Señor” Contará su justicia al pueblo que ha de nacer: ¡Todo lo que hizo el Señor!” (6)

Imágenes de Domingo de RamosY, como muy bien dice José Bortolini “la imagen más hermosa de Dios en este Salmo es, por tanto, la de Dios que escucha el clamor del pobre que padece injusticia y lo libera, haciéndole cantar himnos de alabanza…”(7).

De aquí que en la pasión nuestra, también eterna porque va con el ser humano, hemos de buscar consuelo en Dios, en la oración, en su cercanía; pensar, al fin y al cabo, “El Señor, en su misericordia, nos ha elegido, nos ha perdonado, nos ha abrazado una y otra vez. Ha cargado con todos nuestros pecados, hemos sido ya perdonados” (8). Con estas palabras, Luigi Guissani, quien fuera fundador de Comunión y Liberación, consuela nuestro corazón.

Vivimos, pues, en una eterna pasión pero, en consonancia con ella, tenemos una esperanza que nos vivifica. Cristo dará, dio, su vida por nosotros y gracias a él estamos, somos, salvados.

Y el Domingo de Resurrección también nosotros, en cierto modo, volvemos a la vida; dentro de una semana, pues.

Nunca hemos de olvidar la causa de tal realidad espiritual ni lo que supone que Cristo hoy entre en gloria y bendiciones en Jerusalém y en una semana cambien tanto las cosas y las circunstancias como para que acabe como acabó…

Tampoco el para qué debemos olvidar.

Notas:

1. En “Via Crucis”, de Editorial Encuentro. Introducción
2. En “Es Cristo que pasa”. Concretamente, en la homilía titulada “La lucha interior”, del Domingo de Ramos de 1971. Editorial Rialp, p. 176.
3. Ez. XXXIV, 15-17; 27.
4. S. Josemaría, ob.cit., p. 191.
5. Salmo 22.
6. Ídem anterior.
7. En “Conocer y rezar los Salmos” (Comentario popular para nuestros días). Editorial San Pablo, p. 120.
8. “Via Crucis”, ob.cit., p. 58.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Una Semana verdaderamente crucial en la historia de la salvación.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.