Amigo de Lolo – Frases que bien valen la pena – El momento exacto de la iniquidad
PRESENTACIÓN
Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.
El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.
Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible.
Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que mucho. Y, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro “Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.
Frases que bien valen la pena –El momento exacto de la iniquidad
“El sufrimiento vino del tropezón conjunto de un hombre y una mujer. Ningún dolor hollaba antes el Paraíso. A una fruta se le golpea y en el punto de maceración brota al día siguiente la podredumbre.” (Beato Lolo, de su libro Cartas con la señal de la Cruz)
Dios, por decirlo pronto, lo tenía todo muy bien pensado. Y es que cuando, en su Creación, llegó el momento de darle forma, vida y espíritu al hombre quiso que fuera a su imagen y semejanza. Y podemos decir que la cosa no salió nada mal porque todo lo que sale de las manos y el corazón del Todopoderoso sale, en principio, con todas las de la Ley… la suya.
Hay un dicho que reza que “El hombre propone y Dios dispone”. Pero entonces, en aquellos primeros albores de la humanidad, la libertad que el Creador dio al hombre y a la mujer le jugó una mala pasa al Mismo que todo lo había hecho. Y es que, como sabemos, fueron “engañados” por un animalillo que, en aquel entonces, aún tenía patas o se desplazaba de otra forma pero que, por su forma de tratar a la Verdad, las perdió para arrastrarse (Cf. Gn 3,14)
Pues bien, Dios, que había dispuesto para Adán y Eva una vida verdaderamente buena sin tener que preocuparse por nada de nada salvo por vivir, tuvo que enfrentarse al incumplimiento de aquella orden expresa de no comer de aquél árbol… Y ellos comieron, como sabemos. Y entonces se lio bien liada como, desde entonces, se ha podido comprobar con la entrada en el mundo de la muerte y otras desgracias varias.
Todo estos antecedentes, aunque más que conocidos por cualquiera, los ponemos aquí a colación de lo que Manuel Lozano Garrido nos dice en esta parte de su libro Cartas con la señal de la Cruz.
Podemos empezar diciendo que Lolo tenía muy claro que antes de la entrada del pecado en el mundo no había nada, como antes hemos dicho, que alterara la existencia de nuestros Primeros Padres. Y por eso dice el linarense universal que “ningún dolor hollaba antes el Paraíso”. Y es seguro que nos quiere decir con ello que no había habido ninguno porque no había dejado huella alguna o señal de la existencia del dolor. Y por eso, Adán y Eva vivían, nunca mejor dicho, en el mejor de los mundos hecho, precisamente, para ellos.
Nada, pues, era obstáculo para la vida de los que iban a traicionar a Dios.
Pero hasta lo más bueno puede llegar a estropearse por propia acción o por acción de otro. Y eso, lo primero, es que pasó de aquel fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (Cf. Gn 2, 17)
Al hombre le golpeó, por seguir las palabras de Lolo aplicadas al caso concreto de que trata, la ambición y el egoísmo, querer lo que no se podía querer y, en fin, ser en exceso libre sin acabar de comprender que la libertad tiene límites que son, además, más que importantes si los pone Quien allí te ha puesto…
Entonces, al ser golpeado por aquella forma de comportarse, el hombre acabó pudriéndose. Así de sencillo. Y la podredumbre debió empezar por su corazón porque se había violado el templo del Espíritu Santo incumpliendo lo que nunca debieron incumplir.
Dice el Beato de Linares (Jaén, España) que fue al “día siguiente” cuando empezó la podredumbre aunque es verdad que para entonces todo estaba más que podrido por el nivel de inconsciencia a que había llegado el hombre al pretender ser como Dios lo cual es, por decirlo pronto, propio de verdaderos necios y de ciegos…
Y desde entonces hay sufrimiento en el mundo. Y es que se lo había buscado, y bien buscado, el hombre y fue el “premio” que obtuvo por haber comido de aquel árbol. Aunque, a fuer de ser egoístas, podemos decir que “no hay mal que por bien no venga”. Y que Lolo nos perdone.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Entender el sufrimiento es un bien más que importante.
Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (1)
“Los sabios llevan las cuentas del rosario, repasando con el corazón estrellas y átomos.”
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.