Amigo de Lolo – Gozar leyendo a Lolo
Resulta de todo punto normal que cuando a una persona se le otorgan determinadas bendiciones espirituales es que, en verdad, podemos estar seguros de que tiene merecimientos para que eso sea así. Y en el caso del Beato Manuel Lozano Garrido ha de ser cierto y verdad que en su subida a los altares no sólo jugó un papel crucial el sentido de la fe que tenía y todo lo que tiene relación con su sufrimiento físico sino que aquello que dejó escrito debió tener su peso en oro, también, espiritual.
En realidad, esto que decimos aquí lo puede comprobar cualquiera con tan sólo acercarse a uno de los libros que dejó escritos en vida en el mundo o a los que luego, de forma póstuma, por recopilación o “encuentro “ (caso, por ejemplo, de “Las siete vidas del hombre de la calle”, publicado por la Fundación Beato Lolo en 2016 después de su aparición dos años antes) han ido apareciendo.
Leer al Beato Lolo no es cosa baladí. Y es que pudiera dar la impresión de que nos encontramos ante un escritor más y que luego, su especial sentido de la fe y todo lo que eso le supuso a sí mismo enriqueció lo que escribía cuando, en realidad es casi seguro que el camino fue al revés: escribió lo que escribió y eso fundamentó una raíz desde la que construir una forma de ser que quedaba reflejada en las palabras que, a veces, muy perseverantemente, conseguía que fueran fijadas en el papel pues su enfermedad, como es sabido, acabó por hacerle imposible, siquiera, escribir con un lápiz…
Pues bien, el gozo de leer a Lolo es muy fácil de entender si aquí traemos algunas de las miles y miles de palabras que conforman sus libros o sus escritos periodísticos, que de todo hay en esa viña del Señor.
Así, por ejemplo, en su libro “El sillón de ruedas” (p. 159) (y que, ya de paso, debemos decir que resulta de todo punto humilde que le ceda la importancia a la silla de ruedas que lo llevaba…) nos dice algo como esto:
“La órbita de la Gracia está ceñida literalmente al itinerario de la voluntad., Para incorporarla a lo íntimo y nutrirse con la riqueza de lo sobrenatural, basta únicamente con un leve intento de aproximación. Es entonces cuando Dios derrama sus maravillas como una catarata y nos inunda con todos los matices que se le enraízan en el amor”.
Como podemos ver, Lolo nos habla dulcemente de aquello que debería ser tenido tan en cuenta por los hijos de Dios: la Gracia del Todopoderoso a la que, en efecto, nos acercamos si queremos…
Pero es que en “Dios habla todos los días” quizá nos baste, para entender lo que es gozar al leer a Lolo, con poner aquí una entradilla muy corta al propio libro:
“Cuando se sufre, es que viene un ángel y con el pulgar nos signa una cruz sobre la frente.”
Y es que el Beato de Linares (Jaén, España) que sabía mucho de sufrimientos físicos, tenía más que claro que, en realidad, todo sufrimiento debemos tenerlo en cuenta con un ámbito que va más allá del que lo es físico: el sobrenatural. Y sólo desde el mismo se puede entender su propia vida y, por extensión, la nuestra.
Estamos viendo como es verdaderamente gozoso leer a Lolo y que llevarnos a nuestro corazón las palabras que supo más bien unir para zurcir, en el sentido de unir sutilmente, su alma con la del Padre Dios es un regalo que nunca vamos a ser capaces de agradecer todo lo que merece el mismo.
De todas formas, no queremos terminar estas letras sin aportar otro ejemplo de esto que decimos y que nos puede ayudar más que bien a comprender que es gozar con Lolo. Y es que su libro “Mesa redonda con Dios” (p. 27) dice esto:
“La plegaria es, pues, como una segunda Encarnación, de vuelta; como una semilla de hombre que se hace raíz en el Belén del corazón de Dios y allí se nutre de su vitalidad. Rezar es la gran panacea contra el vértigo y la problemática de nuestra hora y, como la oración va al hilo de los pasos de los hombre, he aquí que por entre las hileras de rascacielos se abren camino esas plataformas rodantes que son las almas con posibilidad de oración”.
En realidad bien podemos ver, con estos pocos ejemplos, que Manuel Lozano Garrido estaba dotado de la gracia de la escritura pues sólo así se puede entender que nos lleguen tan dentro sus palabras y que podamos hacerlas nuestras para siempre sembrando en el alma gozos y bienes.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Entender el sufrimiento es un bien más que importante.
Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor“ (119)
“Si el firmamento al alcance lo sentimos tan infinito, ¿por qué no la bondad, la misericordia y la esperanza en nosotros de un Dios que lo ha creado para que nos sirva en nuestro fin?”
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Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.