Volver a empezar no es sólo un título
En determinadas ocasiones se nos presenta la posibilidad (no siempre esto es posible) de decidir sobre algo y, también, en determinadas ocasiones, podemos hacer una cosa o la otra.
Ahora mismo, a partir de ya, el que esto escribe puede repetir el título de aquella película de José Luis Garci y que no es otro que “Volver a empezar” con un sentido algo extraño.
La extrañeza del caso no es que se vuelva a empezar sino que, en realidad, se siga haciendo lo mismo pero con un espíritu que es, más que nunca, libre.
La libertad, don de Dios, sólo se tiene cuando se alcanza. Como un valor fundamental de la existencia de un ser humano define, a la perfección, la dignidad del mismo. Así, cuando somos libres porque no nos sometemos a nada ni a nadie que nos fuerce a ser sometidos, manifestamos una dignidad propia de un hijo de Dios.
Somos, así, hijos de Dios… ¡y lo somos!, como dice el evangelista Juan en una expresión acertada y gozosa.
Sin embargo, y al contrario, cuando decidimos que de nuestra vida y comportamiento, ser libres es, sólo, un traje espiritual que nos ponemos a nuestra conveniencia y a nuestro gusto nos quitamos, entonces no somos libres sino que, al contrario, manifestamos la peor de las esclavitudes que es la que emana de las circunstancias de nuestra existencia, la que nos ata a otro a otros y a sus intereses que, a lo mejor, confundimos con los nuestros en un afán de mimetismo con la realidad.
Somos, así, muy bizcochables espiritualmente hablando y, sin duda, manejables por las pasiones (más o menos bajas) propias del ser humano. Muy alejada queda, para nosotros, la unidad de vida.
Por eso, en este primer artículo (siento mucho que no me guste la palabra “post” por muy adecuada que sea para el caso) que escribo en InfoCatólica sólo me queda por decir que “Volver a empezar es algo más que un título”. En realidad es la manifestación más certera que sobre al libertad se ha escrito: preferir la honra a los barcos es una forma, buena y benéfica, de comportarse.
Otra cosa supone, francamente, ser un sepulcro blanqueado.
Eleuterio Fernández Guzmán
13 comentarios
Gracias. Lo prometido es deuda.
Espero encontrarte por aquí siempre que quieras... en
primera fila del combate.
Felicidades
Creo que en eso estamos aunque, como nos pasa a todas las persons, no estemos exentos de equivocaciones e, incluso, errores.
La Paz.
Espero hacer lo mejor que sepa y pueda. Sin embargo, en cuanto a la libertad, no creo que pueda ser mayor porque en el otro portal la tenía toda.
De todas formas, sí que se nota una libertad distinta: la que proviene de depender de uno mismo y no de otros.
Creo que me explico.
Gracias.
Gracias por ser un buen amigo y hermano en el Señor.
Pues anda que yo. Contento no estarás más que yo. Eso seguro.
Gracias por rezar por nosotros. Seguro que estamos (yo por lo menos) muy necesitados de la oración de los hermanos en la fe (en este caso hermana)
Dejar un comentario