Vídeos, mentiras y sentencias al dente

Si la cosa no fuera tan seria sería para morirse de risa. Sin embargo tiene maldita la gracia que haya tanto sometimiento de las altas instituciones de la nación a un Ejecutivo laicista como el que en España hay y que, sobre todo, desde el mismo Ejecutivo que desgobierna España se mienta con tanto descaro, falta de vergüenza y de atrevimiento.

Resulta, para empezar, de todo punto, ridículo, que se trate de engañar a la sociedad española, simulando que no se sabía nada de la sentencia. Como ha demostrado Libertad Digital todo estaba más que preparado.

Cualquiera sabe cómo funciona el portal “youtube”. Aquí no puede haber engaño posible. Se colgó el vídeo el día 26 (y, es de suponer que se grabó antes) porque ya se sabía, presuntamente esto lo digo, el resultado de la votación del Tribunal Supremo. Sin embargo, lo que no pudieron prever es que la discusión que iba a producirse en el seno del alto Tribunal llevaría más tiempo del previsto.

Y esto fue lo que les falló porque si el resultado final de la discusión del Supremo hubiera salido a pública escucha el mismo día 26, nada de esto habría resultado tan vergonzoso.

Por eso el intento de timar es una gran mentira y, aunque ahora digan, que si tenían un “hueco” en youtube para poner el vídeo, que si esto y que si lo otro…casi lo mejor es que se callen para no acabar de parecer más troleros de lo que ya parecen.

Por otra parte, sabemos que la pasta, para cocinarla, ha de estar, como se dice, “al dente”. Así, el punto de cocción es el adecuado: ni muy hecha ni poco hecha.

Eso es exactamente, lo que ha pasado con la sentencia de la que, por cierto, aún no conocemos el texto: está en su punto justo de cocción jurídica porque agrada al Ejecutivo y, también, cruje (como toda buena pasta cocida en su punto) porque ha dejado a los pies de los caballos el contenido de Educación para la Ciudadanía, que no podrá “adoctrinar”.

Bien sabemos que los problemas que, hasta ahora, ha causado EpC tiene relación directa con los contenidos que intenta Rodríguez Zapatero y sus cuates imponer a nuestros hijos para, así, convertirlos en borregos del poder establecido. Por eso también se ha dado en llamar, a EpC, Educación para la Borreguería porque es, exactamente, lo que es.

Y es que los cocineros del Tribunal Supremo deben haber seguido algún cursillo de algún cocinero monclovita o, simplemente, tenían la lección bien aprendida y no podían dejar pasar la ocasión para demostrar cierta fidelidad a las tesis oficiales que resulta, por esperada, convincente.

Y, a todo esto, bien podemos decir que España sigue siendo una nación (a mí no me da la gana llamarla país) de charanga y pandereta: la charanga la han puesto ciertos miembros del Tribunal Supremo (con más miedo que vergüenza) y la pandereta la van a poner todos aquellos que van a jalear esta primera escaramuza de la batalla por la libertad de los padres por escoger la educación moral que creamos oportuna para nuestros hijos.

Pero no deberían olvidar el refrán español que dice que “hasta el rabo todo es toro” y alguna cornada se van a acabar llevando los que, ahora, tanto presumen.