Quo usque tandem abutere, Masiá, patientia nostra?
El jesuita Juan Masía ya había dado la nota en el caso de Eluana Englaro.
Llamaba, más o menos, integristas a aquellas personas que creían (creemos) que era importante defender la vida de Eluana. Él, era, por otra parte, el generoso creyente que entiende que lo mejor para alguien es dejar que muera una persona aunque se viole, con ello, la dignidad de la persona.
El jesuita Juan Masiá ya había demostrado que pasaba totalmente de la Bioética.
Como no existen dogmas en tal concepción de la ciencia todo es, pues, posible y nada es, pues, criticable. A eso se le llama relativismo absoluto.
Sin embargo, y como es lógico en el discurrir de un pensamiento como el del jesuita Juan Masiá, ha dado un paso más.
Ahora resulta que la moral ha de ser distinta según los casos que llama “límite”.
La violación de una mujer es terrible; la violación de una niña es horrenda e insoportable para quien tenga una mínima concepción limpia del respeto por la dignidad de la persona. El castigo que ha de recaer sobre los delincuentes que cometen tales actos no puede dudarse que ha de ser, exactamente, ejemplar.
Sin embargo, como suele pasar en los temas relacionados con la vida del ser humano, aquí se ha de hablar, escribir y pensar, sobre la vida de “otros” seres humanos (aquí gemelos) que son los verdaderamente indefensos.
Nasciturus en manos de indecorosos seres humanos que no ponen, seguramente, los medios para no tener que acudir, en primera instancia, al aborto.
Nasciturus en el pensamiento de personas que, como el jesuita Juan Masiá, entienden que es posible estirar los conceptos morales para que se adapten al devenir de las cosas y al discurrir del mundo
Nasciturus, en fin, en la meditación de aquellos que no entendemos que se haga uso del nefasto crimen del aborto sin contemplar, siquiera, si existe algún medio que, viniendo al caso, pudiera dar solución al mismo.
Porque, además, parece que sí hay alternativas para un embarazo como la de la niña de 9 años objeto de la tergiversación del jesuita Juan Masiá.
Por eso, las excomuniones que aquí se han dado son bien merecidas. No hay excusa. Ante la defensa de la vida sólo puede estar la vida como objetivo a proteger.
Ante esto dice el jesuita Juan Masiá que no comprende cómo se excomulga a nadie y antes no se previene cuando, en realidad, la excomunión es el resultado de algo llevado a cabo y no es de entender cómo va a prevenir la Iglesia católica nada al respecto.
Aunque, claro, el jesuita Juan Masía, habla, explícitamente, de utilizar los métodos anticonceptivos como medio de prevención.
Y de esto puede deducirse, fácilmente, que al jesuita Juan Masiá no le molesta que la niña fuera violada sino que lo fuera sin utilizar el correspondiente preservativo.
Y esto, para un cristiano, para un católico, es algo deleznable y que demuestra la verdadera naturaleza perversa del jesuita Juan Masiá.
Por eso resulta triste tener que decir, para un católico, que un hermano en la fe (eso, al menos, parece) se equivoca y que, además, se equivoca con tanta facilidad y con tanta contumacia.
Pero lo que más triste resulta es tener que constatar que quien corresponda no hace nada para evitar que se pueda difundir un pensamiento tan torticero de la fe cristiana y que, además, se pueda reiterar tanto el mismo, con una perseverancia tan negra y tenebrosa.
¿Cuando se agotará nuestra paciencia?
¿Y la de otros, llamados, por serlo, sus superiores?
14 comentarios
Si San Ignacio y los innumerables santos de la Compañía levataran la cabeza, refundaban la Compañía. Esto no hay por donde cogerlo ya, y sino le remito al P. Nicolás, reuniéndose con Sistach. Qué desgracia.
Dice usted, Eleuterio, que no existe ningún dogma en esta materia. Pues yo le diría que hay algo mucho más importante, la Ley de Dios, que en su quinto mandamiento nos dice aquello de no matarás. Cosa que Masiá se pasa por el arco del triunfo.
No podemos consentir ni un minuto más que este individuo siga hablando bajo el cobijo de ser Ministro de Cristo. Es una ofensa para todos los cristianos y para la Compañía de Jesús, que, aunque actualmente prostituida, no creo que San Ignacio, desde le cielo, la abandone.
+ CREDO IN UNUM DEUM
Yo aún les doy voto de confianza a los Jesuitas: o se refundan o se disuelven. En no más de 100 años. San Ignacio intercederá para que sea en menos años la crisis de purificación final. Quienes han desobedecido su voto de obediencia al Santo Padre ya no son jesuitas ni católicos. Aunque formalmente no haya sido declarado sino en pocos casos -los amonestados o censurados por sus superiores o por la CDF-.
Cuando escríbí lo de los superiores creo que no me he sabido explicar porque me refería a los "superiores" más superiores. O sea a obispos, cardenales, órganos vaticanos, etc.
Evidentemente la ley de Dios es, digamos, superior a todo y, por eso, resulta tan triste que se puedan decir ciertas cosas que, en verdad, desvirtuan (o tratan de hacerlo) la fe que se dice tener.
Para mí es, lo tengo que decir, especialmente triste tener que escribir de esto porque mis primeros años de estudios (en aquella antigua Educación General Básica) recibí la instrucción en un centro de Jesuítas (en Úbeda, Jaén) y guardo muy gratos recuerdos de mi paso por allí.
Por eso yo también pido al Espíritu Santo que influya, con sus mociones, en los corazones de los jesuitas.
Pues, efectivamente, hay que hacer un esfuerzo muy grande para sentir pertenecer a la misma religión católica que Juan Masiá, Pagola et alii.
Sin embargo, yo creo que aún tienen salvación. Sólo falta que se den cuenta de ello.
Sin duda alguna, Juan Masía es un jesuita de la Iglesia católica. El problema es que, precisamente por serlo, no debería decir lo que dice.
Así de simple.
Lo primero de todo leía ayer un artículo donde el Superior de la Provincia de Castilla de los Jesuitas definía bien claro donde deben de estar sus miembros con respecto a la exhortación que les hizo el Papa Benedicto XVI al inicio de su 35ª Congregación. El superior lo decía alto y claro, "en la frontera, si, pero dentro de la Iglesia". Sr. Masiá, Vd. ya no está en la frontera, ni siquiera en la del otro lado de la Iglesia, Vd. más bien está en el abismo. Si le gusta ser más bioético progre que persona de Iglesia, pues cuelgue los hábitos hombre, sálgase de la Compañía y declare que bueno que cree en Jesús pero que no cree en la Iglesia Católica, y por tanto la deja. Sería una pena, porque lo que de verdad la Iglesia y Jesús quieren es que vuelva al rebaño como volvió el hijo prodigo, o bien que se deje encontrar por el pastor y se deje cargar sobre sus hombros, que si no se ha dado cuenta, se lo digo yo, está Vd. pero que bien perdido y el lobo se lo está comiendo.
Cualquier cosa que yo dijera a sus comentarios sobraría.
Muchas gracias por lo dicho y escrito.
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