Que no, de la Vega, que 'laico' no es eso
La Cadena SER no es, precisamente, ejemplo de defensa de la libertad sino, muy al contrario, espacio donde se fomenta un, digamos, sectarismo de clase bastante bien definido.
Como es un lugar apropiado para ciertas cosas, la Vicepresidente del Gobierno, Mª Teresa Fernández de la Vega, en el programa “Hoy por hoy” del pasado 30 de septiembre respondió a una serie de preguntas que le hacían los oyentes e internautas de la tal cadena.
Como también era de esperar, algunas de las preguntas iban destinadas, directamente, a zaherir a la Iglesia católica y a algunos de sus miembros.
La respuesta a tales inquisiciones fue, sin duda, la esperada. Y como era de esperar, la Sra. Vicepresidenta desvaría un poco cuando habla de términos de los que sólo tiene un conocimiento de su existencia por haberlos manoseado (o verboseado) más de la cuenta.
Antes que nada resulta, de todo punto, necesario, explicarle a la Sra. de la Vega (y a los suyos ideológicos) algunas precisiones, digamos, lingüísticas porque parece que no entiende las cosas en su justa medida.
Dice de la Vega que “Laico significa la no intervención de la Iglesia en los asuntos públicos”
Pues no: ni laico significa lo que ella cree que significa ni lo que dice tiene sentido alguno. Esto que dice sólo es posible si se entienden de forma restrictiva todos los conceptos utilizados en la definición de “Laico”.
Veamos el desafuero dicho y lo que, en realidad, ha querido decir.
“Laico” no quiere decir que la Iglesia no intervenga en asuntos públicos porque, en primer lugar, el “laico” es la persona que no “tiene órdenes clericales” (ella, por ejemplo, es laica; yo, por ejemplo, también). Por aquí no va bien.
Pero es que, además, la Iglesia no puede permanecer ajena a los “asuntos públicos” porque si el término “asunto” determina, por ejemplo, una materia de carácter, ahora, “público” no es poco cierto que todas las acepciones de “público” tienen relación directa con la intervención, por obligación y gozosa devoción, de la Iglesia católica en el mundo, en el hoy, en el ahora mismo, que le toca vivir porque la Esposa de Cristo (y, por lo tanto, sus fieles y creyentes) peregrina hacia el definitivo Reino de Dios pero está y vive en este mundo y no en otra galaxia (como quisiera la Vicepresidente de al Vega)
O sea, que no se trata, precisamente, de lo que dice de la Vega sino de todo lo contrario (¿Alguien lo dudaba?)
Al respecto de todo esto, mucho queda claro cuando en el diario El País (¡Qué boda sin la tía Juana!, dice el dicho popular) el día 4 de septiembre de 2007, Bonifacio de la Cuadra, publicaba un artículo titulado “¿Para cuándo el Estado Laico?” en el que se ponen, digamos, los puntos sobre las íes laicistas. De ahí que lo que diga la Vicepresidenta no caiga en saco roto sino que ha sido sacado de sacos como éste.
Allí se dice que la exigencia de un Estado laico “Se trata de una decisión urgente, exigible a un Gobierno socialista, y que no admite aplazamientos a cargo de previsibles votos inmediatos católicos ni claudicaciones ante las presiones intolerables de la jerarquía eclesiástica, que muerde su presa sin soltarla”.
Todo muy fino y delicado, como puede verse.
Por otra parte, dice la Vicepresidenta eso de “No intervenir en los asuntos públicos…” (refiriéndose a la Iglesia católica)
Pues la Iglesia católica puede intervenir en los asuntos públicos cuantas veces sea necesario en defensa de una moral pública acorde con unos valores que defiende la misma.
Otra cosa, otra imposibilidad, sólo es fruto de un pensamiento bastante dictatorial y sectario.
Vamos, socialista y laicista, dos palabras que terminan en –ista, como fascista.
Pero, para que quede, aún, más claro, “laico” es algo muy distinto a lo que dice de la Vega. El número 42 de la Exhortación Apostólica Post-Sinodal “Christifideles Laici” de Juan Pablo II Magno, dice que “Para animar cristianamente el orden temporal —en el sentido señalado de servir a la persona y a la sociedad— los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la ‘política’; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común”
Y es que, efectivamente, “laico” no es lo que dice de la Vega porque, en verdad, ella no quería decir eso sino, simplemente, afirmar una manipulación.
Muy propio de la tal.
8 comentarios
Creo que todos conocemos la larga tradición de la izquierda en la manipulación de las palabras. Y más en todo lo que se refiere a tergiversar los términos para atacar a la Iglesia.
Como bien señalas, la señora de la Vogue parece no enteder que laico es todo aquel que no ha recibido ordenes ministeriales, es decir, que no es ni sacerdote ni religioso. Y un estado laico es aquel en el que ni los religiosos ni los sacerdotes ejercen algún tipo de poder político.
Pero lo que no se puede pretender es, siguiendo las ideas marxistas, que el estado sea un ente que esté por encima de la libertad de los individuos, que serán ellos los que elijan si son laicos, religiosos, o "mediopensionistas".
Basta ya de querer eliminar a la religión de la vida pública, pues, somos muchos los que siguiendo las enseñanzas de San Josemaría Escrivá de Balaguer pretendemos llevar una vida donde el centro de toda acción es Jesucristo.
+ Un saludo.
Mucha razón tiene Ud. cuando dice lo que dice.
En verdad, el comportamiento de personas como, por ejemplo, de la Vega, tiene un fin muy claro y determinado: atacar a la Iglesia católica.
Eso debe ser denunciado siempre (por la cuenta que nos tiene)
Por otra parte, estoy con Ud. cuando dice lo de S. Josemaría del que hoy, precisamente, se cumplen 80 años que fundó el Opus Dei.
Una vez oí en una grabación cinematográfica que decía el fundador del Opus Dei: "dicen que estoy loco... sí, estoy loco por el amor de Cristo".
Pues eso, locos de atar.
Lo que dice Ud. de que la izquierda es necesaria pero "como Dios manda" no sé yo si es una ironía o lo dice en serio.
Yo no creo que una izquierda como la que tenemos en España haga falta para nada. Tiene, han tenido a lo largo de su historia, un comportamiento tan negativo que, francamente, lo más que podrían hacer es retirarse, disimulando, a sus casas.
Sin embargo, yo dudo bastante que Dios quiera ninguna izquierda que, por lo general, siempre se postula, de una manera o de otra, en contra de Dios mismo.
Pero, como ironía, ha estado bien.
En ese caso, los nuevos sacerdotes deberían salir de los seminarios al cumplir 40 años como mínimo ¿no creeis?
En fin, juegos a parte, el significado de las palabras cambia con el tiempo y ejemplos hay miles.
Pero lo que yo no veo por ningún lado es la ofensiva laicista, y no me malinterpreteis, no trato de defender al gobierno, todo lo contrario, es que me parece que su laicismo es una cortina de humo que después se queda en nada.
Ni se van a hacer esas reformas que me parecen bien (funerales de estado, crucifijos en actos y lugares oficiales, etc.) ni desde luego hay esa persecución que parece que tengais que esconderos en las catacumbas.
Será mejor, creo yo, que dejemos las cuestiones etimológicas para otro momento porque no creo yo que se trate de tal cosa.
De lo que sí se trata es de la utilización torticera de una palabra, "laico", por parte de la Vicepresidente del Gobierno (y no de una mindundi cualquiera que pasara por allí) cuando se hace tal cosa sólo cabe pensar que se hace con mala intención.
Yo creo que se trata, exactamente, de eso: pillar desprevenidos a las personas incautas que "confían" en los criterios de de la Vega. Yo no soy una de tales personas, como es fácil adivinar. Pero no es por mala sombra por mi parte sino por pura experiencia negativa con la tal Vice.
En cuanto a lo de las reformas, seguro que se hacen porque tal es el sino de la ideología izquierdista. Es más, sólo con su planteamiento ya están poniéndonos en guardia. Lo que venga después sólo será la lógica continuación de una ideología laicista.
Por desgracia, no creo yo que se trate de una cortina de humo el laicismo del Gobierno porque es su propia naturaleza, el espacio político de donde viene y todo lo demás que le acompaña señalan que de cortina de humo nada de nada.
En realidad, muestra lo que son. Ni más ni menos.
Efectivamente. Sin embargo, muchas veces se confunde una cosa con la otra porque, realidad, no se pretende ser laico sino laicista.
Precisamente, lo que ha querido decir de la Vega es que el laicismo pretende que la Iglesia católica nada tenga que decir dentro de la sociedad de la, !qué casualidad, forma parte.
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