Opus Dei: "'Camino': el camino de la Fe"
Serie “El Camino de la Fe”
Con este primer artículo inicio una serie referida al libro “Camino” de San Josemaría, Fundador del Opus Dei.
Aunque esto pueda parecer una simple apología del santo aragonés, la verdad es que lo aquí escrito es, más bien, un reconocimiento a lo expresado en tal texto.
Lo demás será cuestión de cada cual…
El Camino de la Fe - 1
El Evangelio del carácter en “Camino” (1)
San Josemaría, conocido es que, en sus primeros tiempos de desarrollo de la Obra de Dios, escribió un texto,
“Camino“, que ha pasado a la historia como el denominado Kempis moderno. En los 999 puntos que componen este libro podemos encontrar útiles consejos para llevar una vida espiritual adecuada a la voluntad de Dios así como el característico espíritu del Opus Dei pero aplicable, si se piensa bien, a cualquier tipo de persona que se pueda considerar cristiana.
Uno de los temas, que por ser el primero es indicativo de una forma de proceder que, no por parecerlo, puede considerarse como eminentemente humana sino, yendo más allá, de plena integración en un contenido puramente sobrenatural (2), es el del carácter pues considerarlo con la importancia que tiene para el desarrollo de la persona ha de resultar fundamental para la comprensión del proceder del católico
Benedicto XXVI, también firmando como Joseph Ratzinger, en el libro “Jesús de Nazaret” (3), viene a clarificar el sentido de la palabra “Evangelio”. Se ha tenido, por el común de las personas, el conocimiento, lingüísticamente básico, que esa palabra griega viene a querer decir “buena noticia”. Así, los Evangelios trasladan, a la humanidad, la idea de que Jesús era, es, portador de esa bondad que nos llega desde las páginas de las Sagradas Escrituras.
Pero ahora, como se ha dicho antes, el Santo Padre, ha venido a decir que “se trata de un mensaje con autoridad que no es sólo palabra, sino también realidad”. Pero lo que interesa, verdaderamente, para este tema, es que “el Evangelio no es un discurso meramente informativo, sino operativo; no es una simple comunicación, sino acción, fuerza eficaz que penetra en el mundo salvándolo y transformándolo”.
Vemos que en esta explicación de lo que íntima e internamente significa el Evangelio se aprecia una manifestación, que, aplicada al primer capítulo de “Camino”, nos muestra un proceder a seguir y no una formulación de frases bien trenzadas ni de expresiones para goce del corazón (aunque se trate, además, de ambas cosas).
¿Y entonces, qué se puede decir de eso que se denomina “carácter” y que puede verse, claramente, en el primer capítulo de “Camino”?
Apreciaciones como las que siguen porque todo, aunque disperso por el universo del texto, manifiesta una unidad digna de tener en cuenta.
Conocido es que el espíritu del Opus Dei, conformado por el pensamiento de su Fundador y Santo, manifiesta un querer especial por el cumplimiento de la Palabra de Dios y eso, se quiera o no se quiera, se ve reflejado en el contenido de libros, como por ejemplo del que tratamos aquí, Camino.
Así, por ejemplo, aspectos como el sentido de la vida y la forma de ser y de comportarse juegan un papel muy importante en este primer capítulo del texto de S. Josemaría. Si a esto añadimos unas consideraciones sobre el Sacramento del Matrimonio bien podemos decir que todo el proceder está comprendido aquí.
“Entre nosotros no caben los tibios”. Con esta frase, contenida en el punto 16 de Camino, S. Josemaría establece un espíritu de comportamiento, una forma de ser que, con ese “sé recio” (4) pero “después…sé ángel”(5) se va conformando un “espíritu de sacrificio“ (6) que, a veces, falta mientras que “sobra” el de “curiosidad y exhibición” (7) ya que resulta conveniente trocar “esos deseos de saber de los demás en deseos y realidades de propio conocimiento” (8).
Resulta, por tanto, necesario, un conocerse a sí mismo para no caer en esas trampas del egoísmo -“Tú, siempre a lo tuyo” (9)- que nos impide “sentir la fraternidad de Cristo” (10). Así, si procedemos de esa forma tan negativa para un cristiano, es fácil que, por esa voluntad de prevalencia de lo subjetivo en nosotros, no seamos capaces de “agotar al verdad” (11) y, por eso, no llegar a ser “hombres de criterio” (12).
Esta expresión, ser “hombre de criterio” preocupa, su sentido, a S. Josemaría porque comportarse de tal forma supone, por ejemplo, no hacerlo de forma cobarde, simulando alguna virtud -“a la cobardía la llamáis prudencia”- (13) pero, sobre todo, “por no querer enfrentarse contigo mismo” (14). Al contrario, el comportamiento ha de llevarse a cabo con “Voluntad.-Energía.-Ejemplo- Lo que hay que hacer, se hace… Sin vacilar…sin miramientos” (15) y, sobre todo, creciéndose “ante los obstáculos” (16), porque sólo así “!pasarás a través de los montes¡” (17).
Acompañan a esta característica de la voluntad, la serenidad (18); el no ser ingenuo; la fortaleza en el proceder o ser; acostumbrarse “a decir que no” (19) a la tentación; la contención de la indignación (20), muy propia para evitar conflictos que, a veces, son verdaderamente innecesarios; o, por último, la gravedad en el comportamiento (21).
Al fin y al cabo, esa forma de ser que se deja entrever en estos puntos del capítulo 1 de Camino queda perfectamente expresada cuando dice, en el punto 23, que “¿Qué…!no puedes hacer más!?- ¿No será que…no puedes hacer menos?”.
Por otra parte, lo bien cierto es que aquello que es el “carácter” da, o conforma, un sentido de la vida que también puede apreciarse, característico y sui generis diríamos, aquí mismo, en estas frases algo más que humanas.
¿Qué es lo que S. Josemaría manifiesta como muy importante para un cristiano en este sentido?
La vida, sobre todo, ha de ser útil, hacer de ella algo que deje “poso” (22). Pero ese dejar ha de ir un poco más allá y ser luz que, con su actuar, ilumine la existencia de los demás. “Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor” dice el Fundador del Opus Dei en el primer punto de Camino. Y esa luz ha de hacer posible que el corazón del hombre vuele, pero no “como un ave de corral” (23) no queriendo salir de sí mismo, sino ser, al contrario, muy al contrario, “universal, católico” (24). Este catolicismo supone no sólo entenderlo de forma teórica como si se tratara de un presupuesto, de una tesis a la que no se le da continuidad. No se trata de eso sino que, dando un paso más allá de la mera expresión, aconseja encender “todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón” (25). El Maestro había dicho que había venido “a arrojar un fuego sobre la tierra” (Lc 12, 49) y esa quemazón que vertebra el alma de los hijos de Dios, y que su filiación nos ofrece, no ha de quedar presa, con cuatro candados, en el corazón sino tener su expresión en el agrandamiento de ese músculo humano que es algo más que un perfecto acumulado celular que bombea sangre vital.
Abundando en lo dicho antes, S. Josemaría utiliza una imagen que explica, muy bien, eso que bien podemos llamar el “ejercicio de los talentos”. Dice que no hay que desdeñar “subir como las águilas” (26) porque cada cual, por voluntad de Dios, estamos dotados de unas posibilidades que correctamente desarrolladas y no dejadas perder (ese pedir de la parábola de los talentos) nos permite no ser del montón, como suele decirse. No nos referimos, con esto, a perjudicar la fama de las personas que, siendo del común ya hacen lo que pueden para dar más de sí haciendo uso de lo que el Creador les ha dado sino de aquellas que pudiendo hacerlo prefieren permanecer en el más absoluto vacío atraídos por la mundanidad y sin mirar, horizontalmente, hacia Quien le ha dado la vida.
Y sobre todo lo dicho queda un poso en nuestra alma, como el que S. Josemaría quiere que dejemos, que certifica, por si fuera necesario, que lo apenas escrito del capítulo 1 de Camino, tiene honda raíz en el ser de cada cual. Por decirlo de otra forma, tanto la forma de ser, que determina una actitud ante la vida y ante las circunstancias por las que pasamos, como el sentido que tenemos para llevar una existencia que llena Dios, tienen un referente claro que, si bien puede no considerarse como lo más profundo que el Fundador del Opus Dei dice y escribe en su libro, sí que centra, con exactitud meridiana (y que debería ser ordinaria, por común de cada cual) el ser de una forma de estar: “No tengas miedo a la verdad, aunque la verdad te acarree la muerte” dice, en el punto 34.
Esto resume, a la perfección, todo lo dicho porque ese morir interior, ese “podar”, como a la vid con lo que le sobra para que dé más fruto, nuestros pecados, nuestras malas intenciones, nuestras ofensas a Dios, al hermano y al gentil, se obra mediante la asimilación de la Verdad en nuestras vidas. Así, “la ascética del cristiano exige fortaleza; y esa fortaleza la encuentro en el Creador. Somos la oscuridad, y Él es clarísimo resplandor; somos la enfermedad, y él es salud robusta; somos la debilidad, y Él nos sustenta “porque siempre eres, oh Dios mío, nuestra fortaleza”. (27)
NOTAS
(1) No se va a hacer referencia, aquí, a los puntos (26, 27 y 28) en los que S. Josemaría se refiere al Matrimonio porque, al ser éste un estado, una vocación, que no todo el mundo sigue, sería limitar (en mucho) lo que se dijera. Sin embargo, sí que es conveniente mencionar, siquiera, que el Fundador del Opus Dei tenía una consideración muy alta por este Sacramento. La lectura y la comprensión de los supracitados puntos así lo confirma. Si, además, se acompaña esa lectura con un texto como el que se indica en la nota número 2, bajo ésta misma, el efecto será inmediato.
(2) Sobre esto, don Pedro Rodríguez, en su Edición crítico-histórica de Camino, Editorial RIALP, 2002, dice que “Escrivá, desde el primer momento, está hablando en clave cristológica y cristiana, mira al hombre y al mundo en el interior del movimiento de la gracia, y presupone en su interlocutor la confesión cristiana de fe y un conocimiento práctico de la piedad católica”.
(3) Publicada, en España, por la editorial La Esfera de los Libros, su primera edición, en septiembre de 2007.
(4) Punto 22.
(5) Ídem del anterior.
(6) Punto 48.
(7) Ídem del anterior.
(8) Punto 50.
(9) Punto 31.
(10) Ídem del anterior.
(11) Punto 33.
(12) Ídem del anterior. Aquí se ha utilizado el plural aunque, en realidad, el punto 33 recoja una consideración personal a quien se dirigía S. Josemaría. Se ha hecho así para extender a todos el sentido de ser, eso, “hombre de criterio”.
(13) Punto 35.
(14) Punto 18.
(15) Punto 11.
(16) Punto 12.
(17) Ídem del anterior. Aquí, S. Josemaría hace, en latín, la cita, y que es “inter medium montium pertransibunt aquae”.
(18) Punto 18.
(19) Punto 5.
(20) Punto 10.
(21) Punto 3.
(22) Punto 1. Por ser el primero es de destacar la especial importancia de lo que dice, en su totalidad: “Que tu vida no sea una vida estéril. —Sé útil. —Deja poso. —Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. —Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón” Valga, pues, por lo dicho, la repetición que luego se hace de parte de este punto.
(23) Punto 7.
(24) Ídem del anterior.
(25) Punto 1, antes citado.
(26) Punto 7 supracitado.
(27) Este texto, a pesar de no pertenecer a Camino, sino a la Homilía “La lucha interna” (4-IV-71), que se encuentra recogida en “Es Cristo que pasa”, nos permite contemplar, en toda su sobrenatural realidad, el cómo del carácter del cristiano, el qué del sentido de la vida que ha de llevar y mostrar y, en fin, el más claro exponente de su espíritu diáfano.
40 comentarios
Hay una buena crítica de Urs Von Baalthasar, a quien no le gustaba nada Camino, a estas ideas de Escribá
Es posible que a ciertos puntos de los aquí descritos o en el resto de los que componen "Camino" se les puede atribuir que están envejecidos porque están escritos en una época determinada. Sin embargo, el valor espiritual de muchos de ellos es indudable.
Por otra parte, le rogaría que nos dijese el texto de Von Baalthasar para poder hacer lo posible por leerlo. No le puede caber la menor duda que, en este aspecto, estoy abierto a cualquier crítica porque no se trata, aquí, de hacer, como he dicho, apología, o que pueda parecerlo, de San Josemaría. No le hace falta nada de eso. Por tanto, cuanto más pueda aprender (yo mismo) o quien sea... mucho mejor.
De todas formas, a mí me ha gustado mucho como ha empezado, Ud. su comentario: Sí, afirmativo. Algo es algo.
Un saludo.
Tengo un ejemplar de Camino, marcadísimo, con las frases acertadas y las "escribadas". Como buen aforista, a veces se pueden invertir y son más ciertas que en la version original. Por ejemplo, la de que un buen hijo ama todas las imágenes de su madre. Lo mismo es cierto que un buen hijo no ama todas las imágenes de su madre. El tema de las "santas" desverguenzas, coacción, intransigencia... muy flojo, y muy peligroso.
La religiosidad española (el pensamiento español) tiende al enfasis, a la rotundidad. Al mismo san Ignacio se le escapa eso de obedecer como un bastón o un cadaver, o creer que es blanca una pared si la veo negra...
En fin, puesto en su lugar es un texto bueno, pero ciertamente de muy regular nivel, de fuerte ascetismo y sabor jesuítico hispánico, incomparable con los clásicos de la espiritualidad mística.
Inexplicable su éxito, realmente.
No sé, Eleuterio, si el texto de Baalthasar, un tanto duro, aportará mucho. Se consigue fácilmente en la red.
Además, ya me han baneado por señalar tímidamente algunas heteropraxis de la Obra, y errores en posiciones prácticas de Escribá sobre la dirección espiritual. No tengo ganas de abrir mucha polémica, y le tengo mucha simpatía.
Toto corde
Es bien cierto lo que Ud. dice sobre el texto de San Josemaría aunque también lo es que pueda parecer lo contrario o,lo que es lo mismo, que su consistencia es grande. Es lo que pasa cuando una persona especialmente dotada como San Josemaría para expresar pensamientos espirituales los expresa.
Le agradezco, de nuevo, que haya dicho que es fácil encontrar el texto de Baalthasar en la red. Es una buena pista y, además, no empieza, efectivamente, ninguna polémica (en caso de que tan texto la pueda empezar)
Gracias, por tanto.
Gracias por en el enlace.Siempre es bueno, aunque no se esté de acuerdo con el lugar de donde viene, aplicar aquello que decía (y dice) San Pablo :"Examínalo todo y quédate con lo bueno".
También en la meditación hay cosas buenas.
La verdad es que el libro no está nada mal, yo cuando lo leí no poseía más que unos rudimentarios conocimientos de espiritualidad y la verdad es que el libro me sació ampliamente. Estoy plenamente seguro de que si por aquel entonces me hubiera lanzado a San Juan de la Cruz el resultado no hubiera sido el mismo.
Y esa es la ventaja de esta obra en los tiempos actuales, puede llegar a un amplio público secularizado y materialista.
El problema es su estrecha relación con el Opus Dei (algo obvio por otra parte), temo que la gente asocie el dolor que la Prelatura ha provocado en tante gente con esta obra.
Ya sabemos que, sobre el Opus Dei, hay mucho escrito. La página web referenciada tiene mucho escrito en contra.
De todas formas, a mí me gustaría, mejor, hablar del primer capítulo del libro "Camino", objeto de este primer artículo.
No digo que no se puedan hacer críticas, por supuesto.
Creo que cada persona es capaz de discernir lo que es bueno para su vida y lo que no lo es.
A mi juicio, "Camino" incluye pensamientos muy ascéticos (aunque poco originales) con otros demasiado "rancios", de impronta excesivamente "nacionalcatólica", y eso echa a perder la universalidad de esa obra. Que aun así haya conseguido esa popularidad se debe, creo yo, a otros factores más allá de los méritos intrínsecos de la obra. Considerarlo el "Kempis del siglo XX" me parece una barbaridad. El Kempis sí es universal, en espacio y tiempo.
Es cierto que no todos los pensamientos se pueden considerar totalmente ascéticos. Sin embargo sigo creyendo y mantengo que tienen una gran validez espiritual y que,incluso (junto con otros) pueden servir, bien entendidos y tomados en su justa medida, para solucionar problemas de salud.
Y, hasta aquí (como decían en el Un,Dos,Tres)puedo leer pues no quiero que me vuele una idea que tengo de escribir sobre San Josemaría y la dieta alimentaria.
Aunque, para escribir esto que digo hay que abarcar otros libros, claro.
Y esto será, cuando Dios quiera, a su tiempo.
Me chirrían ciertas frases de Camino que, como en la Obra, trasmiten un cierto orgullo ("caudillo", "águila"...). No me parece que sea comparable al Kempis, que ahonda mucho más en la humildad.
Muchos de los problemas graves que afectan hoy al Opus Dei, al que he conocido desde dentro, vienen incluso de la época de San Josemaría. Entre las graves fallas de la dirección espiritual y el celo de control sobre las personas,o la endogamia enfermiza, dicha institución, que tiene cosas muy buenas tomadas de la Tradición, hace también mucho daño. No hay punto medio.
Antes valoraba más la obra apologética y el Opus de San Josemaría. Con el tiempo me ha quedado la sensación de que parte de su éxito se debe a lo mal que está en general la piedad entre los fieles católicos. En el país de los ciegos el tuerto es el rey.
El enlace no tiene nada que ver, el texto es el que importa.
Hay otra meditación desastrosa, la meditación del niño perdido y hallado en el Templo.
Camino, no me parece un libro de consejos tipo Kempis. Yo lo entiendo como un libro de microrelatos que tienen la coherencia que le da el autor como protagonista directo de todos ellos. Es un libro vivido, valga la expresión.
Luego tiene otra característica, es que según se lea en circunstancias distintas, el fruto o las "enseñanzas" que se sacan son también distintas. Recuerdo que la primera vez que lo leí yo era ateo y tenía 19 años; pensando en lo que me llamó entonces la tención , debo decir que nada tiene que ver con lo que me llama la atención ahora, dos décadas después. Con el tiempo he descubierto cosas que ni intuía. Como precisamente no es un "kempis", los consejos que saca (o se aplicaría) un lector al leer las experiencias de vida de otros (eso es camino), son o pueden ser muy distintas de otros lectores. Unos pueden ver el sol, otros la luna, e incluso hay quien sólo ve el dedo que apunta al sol.... ¡hay gente p'a tó!
No me parece un libro que haya envejecido mal, al contrario. Su estilo es sorprendentemente actual( para estar escrito en los añós 30 en su mayor parte); Camino tiene la fuerza del que va al centro de las pasiones y los anhelos de las personas de todos los tiempos . Y lo curioso es que en partes del mundo como rusia, asia,USA,... culturalmente tan distintos, el libro se entiende bien. Sobre todo me sorpende lo de rusia.
Me alegro que destaques lo de la parábola de los talentos. Precisamente es algo que desde siempre me ha llamado la atención.
Personalmente, me gusta más "surco"; es del que más fruto para mi vida he sacado, pero "camino" reconozco que es un libro valioso, y en esa primera parte tiene mucha fuerza.
Por mucho menos, muchísimo menos que esto, a mí me apedrean y me injurian a base de bien
Sin embargo, como alguien ha indicado, tiene problemas serios que hace que no pocas personas acaben rebotadas con Dios y la Iglesia, y eso desde muy al principio de la vida del Opus. Para empezar ese exclusivismo por el cual se creen el arca de Noé de la Iglesia. Cuando eres miembro de la Obra, te trasmiten una gran desconfianza hacia todo lo que no vengan de ellos. Hay un control férreo sobre las conciencias, y te puedes ganar correciones fraternas por las cosas más peregrinas. Ellos tienen sobre cada miembro una hoja de ruta e intentan que la persona se amolde a sus designios.
La dirección espiritual no es acorde al Derecho canónico: no eliges tú al director, sino que la Obra te designa otro numerario, te guste o no. Lo que hablas con él, temas de fuero interno, se reporta a otras instancias de la Obra sin saberlo el interesado. Chirrían también las vocaciones sacerdotales, "a dedo". El prelado señala qué numerarios han de ordenarse, independientemente de que los afectados tengan o no vocación. Tú puedes tener una vocación de laico, pero si la Obra decide que te haces cura, no te dan opción. También hacen aguas con ese proselitismo tremendo para captar chavales muy jóvenes, especialmente en colegios, por encima a veces, incluso de la voluntad de los padres.
En fin, todo eso no es ajeno a la época en la que gobernaba la Obra Escrivá, al menos por lo que dice gente de la "casa".
Pues, entonces, el tuerto no está tan mal como, a veces, quieren hacerlo parecer.
Yo creo que el primer capítulo de "Camino" puede ayudar, en mucho, a formar un carácter cristiano, católico, fuerte e, incluso, rudo (por resistente a los ataques religiosos)
Por eso, no creo que sea mal libro ni, sobre todo, mal capítulo.
Pues yo no pienso despellejarte ni nada por el estilo. Puedes decir lo que quieras que si soy capaz de llevarte la contraria (si es necesario) lo haré.
Un saludo.
Como no tengo mala fe y, además, estimo en mucho la espiritualidad del Opus Dei, no habrá ningún problema con lo que diga.
Por otra parte, espero que ocupe todo el tiempo necesario como para tratar todo el libro de "Camino", siempre desde el respeto, la fe y la creencia.
Y sin embargo, estos comentaristas ponen su opinión personal por el juicio solemne de la Iglesia, y declaran que un santo canonizado "no es de su devoción". ¿Cuál su devoción? ¿ellos mismos con sus opiniones y juicios/prejuicios/parajuicios?
¿Son católicos? En caso de respuesta negativa, déjenlo claro, para que los demás nos ahorremos energías.
En cuanto a que el Opus ha hecho más por las almas que todos los tradicioanlistas juntos, me gustaría que diera argumentos, si los tiene. Porque anda que no ha jorobado almas la Obra... Eso sin quitar que a otras les ha hecho mucho bien. El problema del Opus es que se empeñan ellos en decidir qué almas son de su incumbencia, aunque ese mismo alma no encaje para nada en la Obra y diga claramente que prefiere vivir la de católica de otra manera.
Nada impide que un santo tenga errores, a veces importantes. He citado y puesto un link con un sermón de Escribá, el del Buen Pastor, que es absolutamente inadmisible y fuente de una práctica desviada en la Obra.
Nadie, sea del Opus, sea de fuera, puede defender ese Sermón, como otros aspectos heteroprácticos de la Obra: los cito: proselitismo con santa coaccion, reclutamiento de menores, ocultamiento a los padres de la vocación a numerario (justificada en el Sermón del Niño Hallado en el Templo), dirección espiritual confundida con la disciplina, fichas personales con datos recibidos en secreto de oficio (no de confesión), y varias prácticas más, que negarlas es como tapar el cielo con una moneda, y que me consta que muchos en la Obra quieren cambiar.
La autovictimizacion y la demonizacion de quienes criticamos los aspectos sectarios de muchos movimientos eclesiales no sirve de nada. De nada le sirvió a los Legionarios de Cristo, por ejemplo.
Por cierto, Ayante, eso que usted nos critica a los que ponemos objeciones al Opus lo practican muy bien en la propia Obra. Como ya dije en un mensaje enterior, infunden una gran desconfianza hacia toda parte de la Iglesia que no sean ellos. Llegan incluso a decir a sus miembros que no se confiesen con sacerdotes ajenos a la Obra porque "los trapos sucios se lavan en casa" (literalmente), como si el resto de la Iglesia no fuese mi casa. Al principio de estar en la Obra no me comprendía esa frase, pero con el tiempo ví de que trataba: tienen pavor a la autonomía personal. No digo a la indisciplina, que es lógico. No, a la autonomía y la libertad de la que, para más inri, presumen a todas horas.
Su exceso de celo muestra que de puertas adentro algo no anda bien en esa institución.
Por cierto, como ha mencionado luis, la dirección espiritual acaba siendo un instrumento de información PERSONAL E ÍNTIMA del fiel entre directores, incluso en temas de conciencia. En principio se infunde confianza a la persona para que cuente su vida entera, pecados incluidos, en la entrevista con el director numerario (no sacerdote), pero lo que se cuenta en esa entrevista está sujeto a ser comentado con el director del centro o estancias superiores. Eso es gravísimo, y no tiene nada que ver ni con el cristianismo, ni con apostolado ni con la tradición católica ni con nada. Es más propio del KGB.
Todo el mundo lo acaba sabiendo, pero lo intentan justificar diciendo que la dirección espiritual de la Obra es corporativa. Una vergüenza.
Pero sin autovictimizaciones o demonizaciones, con la verdad en la mano.
Ergo, repudio la falsa doctrina de que "el que obedece nunca se equivoca", "que no se da un duro por la salvación del que sale de la Obra", "que la salvación está asegurada para quien cumple las normas", "que el matrimonio es para la clase de tropa" y demás lindezas que nunca he encontrado en mi Denzinger ni en los Padres. Incluyendo la diferencia entre la lamparita encendida y la apagada.
Y sí, la distinción entre un católico de la Obra y un católico a secas, que hacía el propio Escrivá, es sangrante.
¿cómo llamarías al comentario de luis-bcn" (con el que por cierto coincido totalmente, pero miedo me daría a mí atreverme a decir tanto).
""El Opus está podrido por dentro, y en vez de acercar almas a Dios y a la Iglesia, las aleja.
Los frutos del Opus son vidas rotas, almas destrozadas, familias truncadas, sufrimiento y dolor.
Este monstruo que sólo genera dolor, no puede ser de Dios, no es "Dei".""
Menos perseguir, ayante y más oración.
Porque por mucho menos me persigues por ahí dspellejándome.
Siempre he tenido la sospecha de que el Opus tiene la incosnciente intención de ser una Iglesia dentro de la Iglesia. Esta frase del fundador -tomada de la mencionada meditación- es tremenda: "Tomad vuestras notas, y grabad en vuestro corazón lo que os digo. Porque no sólo os habla un sacerdote: es el Fundador, y no hay más que uno. Papas, conoceréis muchos; yo he conocido a varios. Cardenales, a montones. Obispos, más aún... pero Fundador del Opus Dei no hay más que uno, aunque sea de tan poco fundamento como yo: ¡uno sólo! Y Dios os pedirá cuenta si no atendéis mis indicaciones. Por mi boca os habla especialmente Jesucristo, porque yo especialmente en su nombre soy el buen Pastor"
La paradoja del Opus es que a algunas almas, bastantes, les ha hecho bien; a otras les ha hecho mal y "a España -en palabras del Padre Meinvielle- "la ha emputecido y judaizado".
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