Juan Pablo II Magno - Política
Serie “Juan Pablo II Magno“
Se suele decir que política y religión no suelen, ni pueden, llevarse bien porque los asuntos del mundo no deben mezclarse con los del cielo.
Sin embargo, tal forma de pensar encierra una idea algo alejada de la realidad: la religión ha de permanecer escondida como si, en realidad, no viviera en el mundo o como si no hubiera contribuido a formar el mundo mismo.
¿Qué es, para Juan Pablo II Magno, una democracia?
Lo dejó bien dicho y escrito en la encíclica Evangelium Vitae (EV), de 1995, concretamente en su número 70.
“La democracia no puede mitificarse convirtiéndola en un sustitutivo de la moralidad o en una panacea de la inmoralidad. Fundamentalmente, es un ‘ordenamiento’ y, como tal, un instrumento y no un fin. Su carácter ‘moral’ no es automático, sino que depende de su conformidad con la ley moral a la que, como cualquier otro comportamiento humano, debe someterse; esto es, depende de la moralidad de los fines que persigue y de los medios de que se sirve. Si hoy se percibe un consenso casi universal sobre el valor de la democracia, esto se considera un positivo ‘signo de los tiempos’, como también el Magisterio de la Iglesia ha puesto de relieve varias veces. Pero el valor de la democracia se mantiene o cae con los valores que encarna y promueve: fundamentales e imprescindibles son ciertamente la dignidad de cada persona humana, el respeto de sus derechos inviolables e inalienables, así como considerar el ‘bien común’ como fin y criterio regulador de la vida política”.
Para que no pueda pensarse que Juan Pablo II Magno tenía una concepción, digamos, teórica de la relación que existe entre la política y la religión, véase, en tres ejemplos, lo que pensaba sobre aspectos muy importantes:
Bien Común
“Una política para la persona y para la sociedad encuentra su criterio básico en la consecución del bien común, como bien de todos los hombres y de todo el hombre, correctamente ofrecido y garantizado a la libre y responsable aceptación de las personas, individualmente o asociadas. ‘La comunidad política —leemos en la Constitución Gaudium et spes— existe precisamente en función de ese bien común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido, y del que deriva su legitimidad primigenia y propia. El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección’”
Estas palabras corresponden a la Exhortación apostólica Christifideles laici (CL) (de 1988) que, su número 42, hace tales referencias a lo que, en verdad, ha de ser el bien común.
Y, por supuesto, la plenitud a la que hace referencia Juan Pablo II Magno (reflejada en la Constitución citada por él mismo) no puede obviar los aspectos espirituales que el ser humano lleva inscritos en su corazón.
Servicio
“En el ejercicio del poder político es fundamental aquel espíritu de servicio, que, unido a la necesaria competencia y eficiencia, es el único capaz de hacer ‘transparente’ o ‘limpia’ la actividad de los hombres políticos, como justamente, además, la gente exige. Esto urge la lucha abierta y la decidida superación de algunas tentaciones, como el recurso a la deslealtad y a la mentira, el despilfarro de la hacienda pública para que redunde en provecho de unos pocos y con intención de crear una masa de gente dependiente, el uso de medios equívocos o ilícitos para conquistar, mantener y aumentar el poder a cualquier precio”
Estas palabras corresponden a la misma Exhortación citada arriba (e, incluso, al mismo número) y de ellas resulta fácil colegir que servir a los demás, desde la política, no puede ser algo que resulte imposible sino que, al contrario, ha de ser la vía natural de comportamiento: no deslealtad, ni mentira ni despilfarro económico son aspectos que, correctamente llevados, vienen a suponer la aplicación de unos valores cristianos (sus contrarios) que tampoco permiten que lo espiritual quede alejado de lo político. Muy al contrario, ha de ser lo que, al fin y al cabo, lo guíe.
Política económica
“Entre las múltiples causas que han llevado a una deuda externa abrumadora deben señalarse no sólo los elevados intereses, fruto de políticas financieras especulativas, sino también la irresponsabilidad de algunos gobernantes que, al contraer la deuda, no reflexionaron suficientemente sobre las posibilidades reales de pago, con el agravante de que sumas ingentes obtenidas mediante préstamos internacionales se han destinado a veces al enriquecimiento de personas concretas, en vez de ser dedicadas a sostener los cambios necesarios para el desarrollo del país”
Estas palabras corresponden a la Exhortación apostólica Ecclesia in America (EAm) de 1995 (en su número 22) y ponen, por decirlo así, las cosas en su sitio:
1.-La deuda externa se genera por los, muchas veces, gastos desproporcionados de muchas naciones. Es decir, por la actuación de sus propios gobernantes.
2.-La deuda externa se agrava por los altos intereses que se cargan sobre la misma.
Por tanto, no cabe achacar, como muchas veces se hace, al ansia recaudatoria de las naciones, digamos, prestamistas de créditos porque, sobre todo, tales préstamos fueran consecuencia de una causa de la que no puede depender, en exclusiva, quien reclama los intereses.
Por eso, bien podemos decir que Juan Pablo II Magno no entendía que política y religión tuvieran que caminar separados sino, muy al contrario, unidos por el camino que lleva al hombre al definitivo Reino de Dios.
6 comentarios
Premonitoria advertencia de estas tentaciones , de Juan Pablo II magno hechas, hoy, intensa realidad en Hispanoamérica con personajes como Chávez, los K o Tabaré Vázquez. Han creado una masa de gente dependiente de la ubre estatal, con el fin de manipularlas electoralmente. Gente que, en lo previo, tenía carencias educativas, económicas y laborales, la utilizan como clientes políticos, aumentado su situación marginal, dándole unas migajas de dinero o de especies, a fin de perpetuar esta situación de indigencia y así utizarlos a la hora de votar.
Realmente, Juan Pablo II entrevió con claridad esta inhumana política con anticipación.
Toda su obra y su pensamiento tiene más futuro que pasado.
Pues es realmente cierto lo que Ud. dice.
Es una pena que no todo el mundo piense lo mismo.
Juan PabloII, que vivió dos regímenes totalitarios fue muy defensor de la libertad del hombre.
No solo condenó el marxismo sino también el capitalismo salvaje y el materialismo hedonista
Teniendo ésta cuestión clara, lo demás es tan fáci como rodar a favor de la pendiente.
Las personas más beneficiosas y benéficas para todos en toda ocasión son sin duda los cristianos macizos; y las peores las que en todo su saber y hacer tiene la base a nivel del mundo; y que las tienen hombres cuasi animales predadores que inexorablemente acaban con todo como estamos viendo, en correspondencia con su condición.
Los cristianos temerosos de Dios deben se aprovechados para que ocupen de la política; ya que los amadores de Dios se quieren dedicar a otra cosa de más tomo.
La Iglesia debe de proveer a la sociedad de buenos políticos, ejercitando las consciencias del pueblo fiel, para que mejorando las consciencias de muchos, haya abundancia de gente a la que se le puedan confiar los cargos políticos.
Conviene de recordar que las conciencias cambian muy poco leyendo un catecismo con varios miles de artículos. Cambian rápido y bien, con los ejerccios devotos de la meditación y la contemplación, u oración contemplatiba como también se llama.
Por eso es muy importante entender el mensaje de Juan Pablo II Magno: no todo es admisible aunque se posible. Por eso no se puede admitir el capitalismo salvaje que tanto daño ha hecho y hace al mundo.
Muy buen consejo el que Ud. da sobre la meditación y la contemplación. Es, seguramente, una forma mejor de comprender el mundo y, si es posible, de hacerlo mejor.
Es también cierto que la doctrina de la Iglesia católica debería llenar los corazones de los políticos que se dicen católicos pero que, a veces, se dejan dominar, en exceso, por el mundo.
Será, seguramente, la naturaleza humana...
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